Capítulo 28



Ava escuchaba cómo su corazón tronaba en sus oídos, con cada paso que daba hacia el sitio donde lo habían dejado la necesidad de gritar la envolvía más y más y más...

Su visión se fue empañando, sus manos cerradas en puños rígidos, dolía hasta respirar. Llegó al borde y se detuvo. Un dolor agudo apretaba su corazón con tanta fuerza que sentía como si se lo fueran a arrancar en algún momento. Escuchó pasos detrás de ella y supo que él no la dejaría sola.

No supo porqué saber eso desvaneció parte de los temblores de su cuerpo.

Aquí estaba, junto a los restos de su hermano. Estaba muerto, verdaderamente muerto. Su tigresa se quejó tumbándose en un rincón de su mente para apoyar la cabeza sobre las patas y resoplar con tristeza. Había sentido los restos de la esencia que Nolan había portado en vida, incluso luego de más de un año, permanecía aferrándose a los huesos. El olor de la tibieza primaveral y el acero.

Justo como había sido con ella, con su familia.

Con la garganta ardiendo y un grito que no alcanzaba a salir, Ava se arrodilló, bajó más hasta dejar su frente sobre la aspereza dura de la tierra y lloró sin limitaciones. No se contuvo. No le importó que la estuvieran observando o que su llanto se convirtiera en el eco furioso que se desplazó por los alrededores, lloró con el alma astillada, con el corazón roto.

Lloró por el hermano que le contaba historias para dormir, el que cada día le decía lo que iban a hacer cuando fueran libres recostados lado a lado observando el techo gris de la celda, el que la abrazaba cuando la repulsión después de cada experimento que hacían con ella la hacía gritar en su lecho, odiar su debilidad. Lloró por el tigre que recibía golpe tras golpe por ella, el que luchaba cada noche por su vida solo para reunir el dinero suficiente para comprar su libertad.

Lloró por el hermano que no soltaba una sola lagrima cuando el dolor de sus heridas le estallaba en todo el cuerpo. Por el que se preocupaba si comía o si dormía bien, por el que pasaba noches vigilando para que el resto tuviera unas horas de descanso, por el que le prometió que encontraría un lugar donde estuvieran a salvo.

Por él derramó todo su dolor en el sonido, hasta que ya no salió nada más, hasta que su boca quedaba abierta pero nada podía decirse, ni gritar, ni siquiera el más débil de los susurros le obedecía a salir.

Estaba vacía.

Y de pronto, tan desgarradoramente sola que pensó que podía hundirse en las oscuras aguas de sus instintos violentos...

Pero un brazo fuerte rodeó su espalda, el toque como un salvavidas para mantener a flote su humanidad. Un segundo después ella fue levantada por las axilas, como si pesara menos que una pluma, y fue arrastrada para ponerse de pie en el abrazo de un hombre que cumplía sus palabras, aunque sólo fuera una maniobra para acercarse a ella.

El enorme vacío en su interior fue reemplazado con una extraña calidez que le hizo cerrar los ojos y frotar la mejilla contra su pecho. La tela de la camiseta verde se ajustaba contra él.

Era seguro, reconfortante, como si algo la hubiera empujado con suavidad y ternura, una tenue forma de animarla a dar un paso adelante.

Sintiéndose sin fuerzas Ava empujó en el abrazo y se sentó sobre la tierra dura, reacio a dejarla, Marshall se sentó junto a ella, pasó un brazo alrededor de sus hombros y tiró gentilmente, como una suave persuasión que en cuestión de segundos sedujo a su debilitado cuerpo a inclinarse contra él. Antes de darse cuenta, Ava tenía la mejilla apoyada sobre su pecho.

-¿Él dijo algo de mí? -preguntó, palabras bajitas y apagadas.

Como sus ganas de existir en este momento.

Saghani, la mujer que había tenido la posibilidad de vengar a su hermana y sin embargo había elegido conocer a su asesino, la buscó con esos ojos oscuros que eran incapaces de encontrar un rumbo fijo.

-En su última hora -ella respondió, su voz un poco pesada por la emoción-. Dijo que tenía dos hermanas y un hermano, que juntos eran cuatrillizos. También dijo que fueron concebidos de forma artificial y que habían pasado la mayor parte de sus vidas en recintos de cría y pelea.

El corazón de Ava dolió más. A su alrededor Marshall se estrechó sobre ella, un muro de calor y fuerza envolvente. Gala no dijo nada, aunque de reojo percibía su consternación.

-No entiendo -murmuró desplazando la sensación de autodesprecio para poder hilar un pensamiento tras otro-. ¿Por qué le diría eso a alguien que no conocía?

No estaba segura de que siquiera le hubiera contado de su pasado a Erya.

-No lo sé -Saghani movió un hombro, el viento tiraba de sus largos cabellos negros en un desorden que le hacía ver aún más inocente-. Le dije que recordara algo que lo hiciera sentir bien, entonces él recordó a su familia.

El pecho de Marshall vibró con un gruñido cuando quiso apartarse de él, sus brazos volvieron a apretar, a envolverla con una calidez protectora. Pero el dolor era un latigazo atroz, y saber que incluso en sus últimos momentos su hermano los había tenido presentes empeoraba la sensación.

-¿Por qué? -Cuestionó, queriendo saber más y al mismo tiempo deseando cambiar la conversación a algo que no estuviera tan ligado a Nolan-. Tenías la posibilidad de vengarte en tus manos.

Igual que ella, pensó, pero irónicamente la razón por la que Nolan estaba muerto y no encerrado en prisión ahora mismo la sostenía como si fuera a desvanecerse con el viento.

-Es cierto, pude haber hundido mis garras en su cuerpo como él hundió las suyas en Katya. -La voz de Saghani se volvió sombría, su labio superior tembló y Ava apenas pudo ver los caninos-. Iba a hacerlo hasta que escuché su desesperación cuando me pidió que lo asesinara. -Saghani se sacudió con un escalofrío y se abrazó a sí misma-. Era la desesperación de un hombre que no tenía nada que perder, una desesperación avergonzada. Mi osa sintió curiosidad en lugar de violencia y le hice esa misma pregunta.

No dijo nada más, solo esperó.

El feroz aullido del viento se incrementó en fuertes ráfagas que le dieron el tiempo suficiente para pensar si tenía el valor de escuchar esa respuesta, si podía soportar saberlo.

-¿Cuál fue su respuesta? -Marshall preguntó por ella.

Pudo sentir cómo su voz profunda, con ese borde áspero, acariciaba su piel. Y la empujaba más allá de sus límites.

-Lo hice para proteger a mi familia de ellos.

Ellos..., su tigresa levantó la cabeza.

-¿Quienes?

Saghani sacudió la cabeza.

-El reloj sonó, no pude seguir preguntando más.

No sintió alivio, solo una pesada tristeza, al final se quedaría con la duda por el resto de su vida, y esta angustia que aplastaba su pecho sin dejarle un respiro.

Mientras Ava temblaba en el abrazo de Marshall, Saghani se acercó a ella y puso sus manos en sus hombros, el león dejó salir un gruñido de advertencia, pero la mujer no retrocedió y le gruñó también.

Solo entonces recordó que ella también llevaba un animal bajo la piel. Un animal que poseía la misma fuerza que Gala.

-Él fue feliz con su familia -le dijo, su voz suave con una calidez que se sintió como un consuelo vago-. Lo pude sentir mientras me hablaba de ustedes, había tanto cariño en su voz, tanta nostalgia... Hizo que mis ganas de matar desaparecieran, puso en mi mente retratos coloridos de cuatro hermanos que se cuidaban entre ellos y se protegían de las amenazas del mundo, pude sentir ese afecto protector en su voz, pero también su miedo.

Otro temblor la sacudió.

-¿Miedo?

-Sí, él dijo que temía el día en que ya no pudiera protegerlos de ellos.

Ellos... ¿A quien rayos le temía tanto? Él y Byron habían comprado su libertad con el dinero que ganaron en cada una de sus peleas cuando se hicieron conocidos en el ámbito sanguinario de los peleadores clandestinos, sus dueños no podían reclamarlos de vuelta porque no había nadie que recibiera el pago.

Pero podían cazarlos...

No. Nolan se aseguró de comprar a un Cazador desesperado para que cambiara su status en las redes de información, para el mundo de la cacería los cuatro hermanos Storm habían sido cazados y asesinados por su pelaje.

Ya no existían...

Ava levantó la cabeza, sus párpados se sentían pesados pero los obligó a mantenerse abiertos, y cuando se encontró con los ojos de Marshall entendió por fin a qué se refería con seguir adelante. Era difícil para su orgullo admitirlo, pero él tenía razón, estaba aferrándose a algo que ya no existía, algo que la había abandonado.

Esos ojos de avellana se humedecieron repentinamente, Ava contuvo el aliento y la necesidad de preguntarle por qué podía entender esa mirada, ese dolor que guardaba como una fiera contenida.

-Quiero caminar -le dijo empujando con suavidad su pecho con las manos.

Marshall besó su cabello y luego deslizó la mejilla contra el borde de su cabeza. Protección, seguridad, pero por sobre todo, pertenencia. El corazón de Marshall latía desaforado, todos sus músculos en tensión.

-¿Estás segura? -Palabras suaves, como sus labios sobre su sien.

Se dio cuenta de que estaba tomando todo lo que podía a pesar de saber que ella no estaba en condiciones de conceder.

-Sí -respondió.

Se sentía cansada, su energía drenada casi por completo, y aunque le temblaban las piernas, Ava se mantenía en pie.

Sintió frío al alejarse de él, junto al aullido persistente del viento, la sensación de vacío dentro de ella volvió a crecer. Pero siguió caminando, y tomando rocas en sus manos, las llevó hasta el sitio que Saghani había delimitado y las colocó sin seguir un orden específico.

Debía haber algo que dijera que él descansaba ahí, aunque sólo fueran huesos.

-Ava...

Saghani quiso detenerla, pero sin mucho esfuerzo.

-Si alguien pregunta -dijo, echando una mirada a los tres-. Lo he hecho yo.

Enfrentaría la furia de los osos después, ahora solo quería buscar rocas.

Gala se sumó a la tarea poco después, la osa polar no dijo una sola palabra pero compartió una mirada suave con Ava.

Una vez que estuvo satisfecha con el montículo de rocas, Ava buscó en los alrededores hasta encontrar un árbol cuya corteza pudiera arrancar. Más arriba, siguiendo la cima de la montaña, encontró un álamo joven pero que tenía lo que necesitaba.

Lentamente se dirigió hacia el árbol y luego volvió sobre sus pasos con el trozo largo de corteza. Sacó las garras, sobre la parte interna comenzó a tallar y al terminar sopló los restos para despejar la superficie. En una grieta entre dos rocas dejó la corteza con el lado tallado al descubierto, luego se aseguró de que no se movería al poner más rocas alrededor.

Se arrodilló, leyó la inscripción. Pero no era el nombre de su hermano el que había tallado.

-Queen Storm -Gala leyó luego de un áspero y corto suspiro.

-Él nunca estuvo de acuerdo con mi cambio de nombre -Ava recordó la conversación que tuvieron antes de su ceremonia de cambio-. Dijo que era como si estuviera huyendo de mi pasado. -Tomó una respiración temblorosa-. Pero no entendió que en realidad estaba cerrando esa parte de mi vida para crear una nueva.

El vínculo que Byron había formado con Talinda le sirvió como inspiración para atreverse a querer el suyo, en ese entonces Ava había comenzado a salir con Marshall, tenía toda la intención de llevar las cosas hasta el final porque algo le decía que la conexión entre ellos era tan fuerte que el vínculo se formaría rápido.

Varias semanas después ella enterró las posibilidades después de que Nolan se fue.

-Haré eso ahora -continuó, poniéndose de pie-. Todavía tengo cosas por hacer.

Marshall sostuvo su mirada cuando lo buscó, el gesto tan inconsciente como inesperado tratándose de ella, pero no podía ignorarlo. Le había extendido una promesa y en su expresión no encontró la satisfacción de un hombre que había logrado salirse con la suya, sino que, lo que halló en ellos fue honestidad, orgullo y también una desoladora tristeza.

-Agradezco mucho que me hayas permitido verlo -le dijo a Saghani, todavía desconcertada por las acciones de la joven osa polar-. No esperaba esto de la familia directa de Katya.

Saghani inclinó la cabeza hacia ella, una débil sonrisa que no llegó a sus ojos.

-Me da gusto ayudar -respondió, y luego volvió a buscar algo en los alrededores que nunca podría encontrar-. Además, con esto he cumplido su última voluntad.

Ava abrió los ojos.

-¿Nolan te pidió que me trajeras a su tumba?

La mujer asintió, inclinando la cabeza hacia el sonido de su voz.

-Solo si solicitabas el permiso o buscabas información sobre su juicio y su muerte. Yo no debía contactar contigo, él sabía que en algún momento lo aceptarías y vendrías.

Ava se cubrió el vientre con un brazo, sus entrañas se hicieron un nudo ajustado, llevó un puño al pecho y presionó. Nolan la conocía demasiado bien, tanto como para especular la forma en que reaccionaría después de su muerte, ¿habría imaginado también que Marshall le empujaría a reconocer que ya no volvería a tenerlo? Todo este tiempo se había convencido de que si no veía su tumba, si no encontraba sus restos, entonces él seguía vivo atrapado en algún lugar.

-Bueno..., agradezco tu solidaridad. -Dudó antes de armar otra frase, una que sabría saldría amarga y vacía-. Lamento la muerte de tu hermana.

Odiaba la forma en que lo dijo, los nervios y el repentino ataque de timidez. Comparada con ella, Ava era diminuta, una niña que todavía hacía rabietas. La osa polar, en cambio, tenía un grado de madurez que la sorprendió y le aterró en partes iguales, porque se veía varios años menor y sin embargo en esos ojos oscuros, esa mirada perdida, podía ver fácilmente los rastros de sabiduría.

Las cosas por las que tuvo que pasar para sobrevivir en un mundo donde se supone que los cambiantes son criaturas fuertes, hermosas y perfectas, debieron ser duras.

-El espacio que dejaron no se llenará jamás -murmuró.

Ella podía entender a Saghani, compartir ese dolor, ese vacío. ¿Lo sentiría ella también?

-Eso no es verdad -Saghani negó varias veces, los negros y suaves mechones se movieron con gracia-. Tenemos familia, amigos y una pareja -sus ojos brillaron durante un fugaz segundo-. Pero no son un reemplazo, sino un soporte para seguir viviendo.

La mujer levantó el mentón, se acercó a ella y acunó una de sus mejillas. Ava no sabía cómo diablos podía dar un paso sin temer a tropezar y caer.

-No te alejes del apoyo de tu gente.

Saghani le ofreció una sonrisa sincera, luego llamó a su perro. Minutos después el animal apareció corriendo y ladrando desde el otro lado de la montaña.

-Es hora de irnos, Fray -Saghani acarició la cabeza y el cuello del perro antes de tomar la cadena-. Vamos.

-Nosotros también -mencionó Gala, con una expresión ilegible en su rostro, se sentía como si volviera a ser la mujer que fue antes de emparejarse.

La enfermera fue adelante con la escusa de hablar con uno de los suyos...

Ava no entendía porqué seguía en Gold Pride, estando tan cerca de un clan que manifestó que ella podía ir y quedarse con ellos en el momento en que lo quisiera.

Detrás de ella Marshall se levantó, puso una de sus grandes y fuertes manos sobre su hombro derecho y apretó. De pronto el viento cesó, y estas montañas se volvieron gigantes desconocidos y hostiles. El pelaje de su tigresa se erizó al reconocer que este no era su territorio, y sin embargo, debía dejar a su hermano de camada aquí.

Solo.

Un estremecimiento le recorrió el cuerpo ante la idea, no podía dejar de mirar la tumba. Cada parte de su cuerpo se endureció dolorosamente, la oleada de pánico amenazó con cerrar su garganta.

-Vamos -un empuje suave, y esa voz profunda con un ligero borde áspero se deslizó sobre ella como la brisa que empezó a tirar de sus cabellos otra vez.

Asintiendo, Ava se obligó. Primero a desviar la mirada, luego a girar su cuerpo, darle la espalda, y después, mucho después cuando su aliento era igual de tembloroso como su respiración, ella dio un paso, y luego otro y otro y otro...

Dejó atrás la tumba, no estaba segura de si algún día le permitirían volver de nuevo o si ella tendría la fuerza suficiente como para hacerlo por propia voluntad.

Parte de su vida quedó en la montaña.

Y ella bajó, con el corazón hecho un puño y su mano sostenida por el hombre que se negaba a dejarla sola.

◈ ◈ ◈ ◈ ◈ ◈ ◈ ◈ ◈ ◈

Regresaron al territorio con los últimos rayos de sol, ninguno de los tres dijo nada y Ava agradeció el silencio. Cuando se despidieron de Saghani ella les dijo que sí querían volver ella haría todo lo posible por convencer al compañero que se rehusaba a reclamarla.

Había escuchado de forma indirecta parte de su conversación con Gala, cuando las dos osas bajaron la montaña más adelante que Ava y Marshall. Saghani se había oído un poco triste pero determinada, había dicho que si bien ella estaba parcialmente ciega, el verdadero ciego era Anori. Gala intentó hacerla sentir mejor, diciéndole que tal vez Anori la estaba alejando para protegerla, que todos tienen un pasado y en la mayoría de los casos no eran agradables.

No supo porqué, pero Ava tuvo la sensación de que esas palabras también iban para ella.

Ahora, con las sombras extendiéndose en el bosque tranquilo, Gala detuvo la camioneta luego de estacionarla y se bajó.

La zona segura para los vehículos se encontraba a cinco kilómetros de la Casa Matriz y estaba protegida con sensores que detectaban movimiento terrestre y aéreo, esto con la finalidad de evitar drones espía e intrusos que quisieran robarlos. Las patrullas pasaban por este punto cada dos horas pero la seguridad venía desde una cabaña cubierta en el bosque del otro lado del lecho y que era habitada por una pareja que se aseguraba de mantenerlos en condiciones y cubiertos cuando había mal clima.

Nadie en su sano juicio querría ponerse en la mira de dos francotiradores.

Sobre la grava y la arena, Ava se sintió más pesada. Quería dormir un poco, pero todavía debía escribir un reporte sobre sus avances en la investigación, aunque Ava ya estaba por su cuenta debido a la conexión del caso con Gold Pride -lo que sugería total libertad para tomar decisiones-, seguía estando bajo supervisión de Aria.

El pelaje de su tigresa se movió bajo la piel, recordándole que había algo más importante.

Un león idiota e impulsivo que se dejó capturar.

-Marshall, ve adelante -dijo Gala, su voz era serena pero repentinamente cargada de autoridad-. Busca a Chía y dile que prepare las fichas de salud, debe seguir en la enfermería.

A pesar de la orden, Marshall se quedó donde estaba, junto al capó de la camioneta, de brazos cruzados, una ceja levantada y la mirada fija sobre Gala. Él sabía que la enfermera estaba tratando de quitárselo de encima, fácilmente podría contactar con su compañero mediante del vínculo de emparejamiento sellado para que diera el aviso a Chia.

-Es una orden -remarcó, haciendo uso de su naturaleza alfa.

Ava podía ver al león de Marshall inmóvil, debatiendose entre mostrar los dientes o retroceder.

El hombre poseía un rango mayor al de Gala, pero en términos de dominio ella estaba en ventaja.

Ava sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo al ver la forma en que Gala gruñó, como si pudiera sentir su poder emergiendo desde las profundidades, su tigresa arañó por dentro queriendo saltarle encima. «Cálmate» le dijo tirando con fuerza «No es nuestro para preocuparnos» además, se trataba de Gala.

La otra mujer reconoció que Marshall no la dejaría sola y por eso estaba usando su dominio para obligarlo. Si Gala quería hablar con Ava a solas, debía ser algo muy importante como para recurrir a tal método.

-Te veré después -No supo porqué le dijo eso.

Pero Marshall rompió el contacto visual tan pronto como soltó la última palabra, deslizando su mirada más allá de Gala. Un brillo poderoso en sus ojos avellana.

Lo hizo retroceder, pero la forma de esa última mirada antes de que se alejara se sintió como una promesa. Y Ava lo supo, aunque ella no lo hiciera, él la buscaría.

-Caminemos -dijo Gala, su voz había regresado al suave tono cordial.

Pasaron un largo tiempo caminando hacia la Casa Matriz hasta que la enfermera por fin decidió hablar:

-Entiendo lo que sientes, lo que has pasado.

Ava saltó entre las rocas grandes de lo que una vez fuera el lecho pedregoso de un arroyo, a ambos lados los árboles y arbustos escondían los susurros de las criaturas nocturnas.

-Tuve una hermana -Gala continuó con firmeza, pero sin buscar su mirada-. Ella ya no está.

-Lo siento -Ava atinó a decir.

La mayoría de los miembros de la coalición sabían que Gala era una osa polar, pero muy pocos conocían sobre su pasado antes de llegar a Gold Pride, y Ava no era uno de ellos.

-Lo que quiero decir... -Gala cerró con fuerza los ojos un par de segundos, dejó salir el aire en un suspiro suave antes de seguir-. Sé cómo se siente. Tener algo violento y oscuro en tu interior, un pasado difícil. No creas que no me he dado cuenta.

Ava mantuvo la mirada en el camino de piedras, podrían haberse ido por la orilla, pero el esfuerzo físico resultó una opción demasiado tentadora.

-No debería estar en Gold Pride, ni siquiera sé porqué sigo aquí.

Para su sorpresa, Gala gruñó.

-Nunca digas que este no es tu lugar -protestó-. Todos tenemos un pasado, problemas y obstáculos que ganamos en el camino sin desearlo. Cicatrices, heridas y recuerdos que preferiríamos olvidar.

-Debemos hacerlo.

Esta vez, Gala volteó hacia ella. Sus ojos eran negros, mucho más negro que el carbón, pero habían chispas doradas si se le prestaba atención, aquellas chispas pertenecían al hombre que ganó el corazón y el alma de Gala.

-No -espetó, tajante-. Somos lo que somos debido a las experiencias que hemos vivido. Entiendo que quieras dejar atrás algunas cosas, pero la fuerza de voluntad que te permitió sobrevivir no debe ser una de ellas.

Gala saltó a una piedra más alta y de ahí se detuvo para echar una mirada hacia los alrededores.

-Tienes una fuerza y un coraje enorme -continuó-. Úsalos para seguir adelante con Marshall.

Con las mejillas calientes por el inesperado halago, Ava frunció el ceño.

-Yo no...

-No te atrevas a negarmelo en la cara -un gruñido breve, pero luego la osa polar sonreía abiertamente-. Hoy ha sido tu primer paso, debes seguir danto otro, tantos como puedas.

De pronto, su corazón comenzó a latir fuerte, las yemas de sus dedos picaban junto al recuerdo del abrazo de Marshall.

-¿Por qué me dices todo esto?

Gala se encogió de hombros, el suave material de la camiseta blanca se ajustaba a sus curvas, puso las manos dentro de los bolsillos delanteros de su vaqueros.

-Porque te entiendo. Una vez estuve tan estancada como tú, tan cerrada en mí que cuando me empujaron a abrirme descubrí que fui una estúpida al perder un tiempo que habría estado lleno de cosas maravillosas. -Gala compuso una inesperada sonrisa boba, de esas que ruborizaban toda su cara y hacía que sus ojos centellearan, incluso si no la estuviera viendo, por la repentina nota cálida en su voz, Ava sabría que estaba hablando de Alexander-. Y no quiero eso para ti. Quiero que sanes y experimentes esto, la vida es muy corta y valiosa como para llenarla de rencor.

En medio de la quietud del bosque, con el fresco abrazo de la noche extendiéndose sobre ellas, compartieron una mirada profunda que no era nada cercano al dominio o la jerarquía, sino que, era una mirada de cariño, consuelo y amistad.

Ava asintió, aunque las dudas sobre si podía tener lo que Gala tenía le mordían por dentro. Ava no sabía lo que la osa polar había vivido, pero estaba segura que no era lo mismo que ella pasó.

Gala no era un ser astillado, no habían experimentado con drogas en ella para jugar a reconfigurar sus instintos y emociones, no habían dejado tan mal su mente y su cuerpo que ahora le era abrumadoramente difícil sentir algo por fuera de la rabia instintiva y la angustia asesina. No vivía constantemente con la necesidad de gritar.

No es lo mismo, pensó, pero sobrevivimos.

Pensar de esa forma, hizo que una fuerza alentadora calentara su cuerpo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top