Capítulo 17
De nuevo, había cedido, había actuado por impulso. Tonta, tonta Ava... Quería morderse a sí misma hasta entrar en razón. No le inquietaba haberlo intentado, lo que comía su mente era que se había prometido no volver a caer en la tentación de sus impulsos violentos, y tan sencillo como cortar un simple trozo de papel, había roto la promesa.
Pero Marshall complicaba las cosas. No importaba cuan fuerte fueran los muros que erguía en su contra, bastaba con estar cerca de él para convertirlos en polvo. Y ahora, la sensación era peor. Su tigresa quería salir para morderlo, desgarrarlo, tomarlo... Era una criatura sin sentido que jugaba con las contradicciones como si fuera un pequeño ratón indefenso.
«¿No estás cansada?»
Esa pregunta no le había dejado dormir. Maldito león. Ava maldijo su nombre una y otra vez mientras daba vueltas en la cama, regañándose a sí misma por ser tan idiota y débil. ¿Cuán fuerte era su voluntad? ¿Cuán inquebrantables eran sus metas? El bastardo no le creía lo de la venganza, le hizo pensar, le hizo confundirse.
Pero..., infiernos, ella había intentado matarlo veinticuatro veces ¿eso no significaba algo? ¿Por qué demonios él nunca mostraba resistencia?
Poniéndose manso bajo sus garras..., destruía sus intenciones.
Ahora, él estaba tranquilo. Su enorme cuerpo de león, un peso pesado y caliente, ocupaba la mayor parte del espacio dentro de la camioneta de cabina simple. No mencionó nada sobre lo que pasó en la noche, como si lo hubiera olvidado por completo, como si ella no lo hubiera ahorcado por algunos segundos solo para retirarse de manera instintiva.
¿Qué diablos son mis instintos? Se preguntó después, cuando el agua fría de la ducha calmó el calor abrasivo en su cuerpo. La quemadura de sensación no desapareció, sin embargo. Permanecía ahí, donde él había deslizado sus manos, donde él había tocado su piel. Incluso ahora, esa sensación volvía si la recordaba, y ella lo hacía, incapaz de poner su mente en otra cosa. Los recuerdos volvían a ella sin llamarlos. ¿Qué clase de criatura soy? Se preguntó ahora, inclinando su cabeza contra el frío cristal de la ventana. Quería asesinarlo por instinto, pero cuando lo tenía en sus manos, esos mismos instintos tiraban para retroceder. «No importa cuanto luche, no tengo control de nada en absoluto» podía gemir de tristeza y frustración, pero recordó que no estaba sola y este no era un viaje turístico.
Estaban aquí para trabajar.
Se dirigían al norte, rumbo a tierras lejanas y desconocidas, lejos de la jurisdicción del clan de leopardos, pero legalmente dentro de su territorio. A Ava no le gustaba tratar con cambiantes extraños por fuera de la coalición. Podía lidiar con las visitas frecuentes, pero entrar en terreno tomado era un asunto diferente.
Pero, dada la situación, estaba dispuesta a enfrentar lo que sea para obtener información. Y si eso incluía el requisito necesario de viajar en un espacio pequeño con el hombre al que había intentado matar, podía con eso.
Solo tenía que hacerse más fuerte. En algún momento, Marshall dejará de tener efecto sobre ella.
«¿Debo creer en eso o sólo es otra escusa?»
La criatura irracional mostró los dientes, agitando el pelaje que se deslizó bajo su piel. Una compulsión visceral empujó en ella cuando el hombre le echó una breve mirada, quería girar hacia él, morderlo con fuerza. Era irónico, hubo un tiempo en que había contemplado la idea de besarlo, cuando sentía un agradable revoloteo en su estómago y solía sonreír al recordar su nombre.
Ahora, sólo quería morderlo, ¿por qué? No tenía respuestas, desconocía hasta sus propios impulsos.
Tal vez su mente estaba comenzando a degradarse. Sí, era una buena opción.
Un sonido inesperado le dijo que el modo de conducción automática había sido activado, en absoluto silencio, Marshall activó el panel digital integrado y puso la ruta de viaje en el mapa de navegación.
-Llegaremos a unos tres o cuatro kilómetros de la cabaña -informó, la profundidad de su voz haciendo zumbar su sangre-. Según los leopardos que se acercaron un poco por la noche, la construcción debe tener un sistema de seguridad. No fueron más allá.
Su cautela era justificada.
-Conozco las posibilidades, no habrá problema con eso.
Con las manos libres, Marshall giró medio cuerpo hacia atrás, estiró su cuerpo hasta alcanzar el espacio que había entre los asientos y el panel trasero de la cabina. De ahí sacó un contenedor de alimentos.
-Come -ordenó, con una mano le extendió una barra de chocolate, yogur y nueces.
Queriendo apartarlo de un golpe con la misma intensa necesidad con la que quería sentir el tacto de su piel, Ava tomó la barra. La misma intensidad de su mirada sostenía sus ojos, los de él, fragmentos de verde colisionando entre el ámbar y el azul pálido que rodeaban las pupilas oscuras, guardaban gritos de emoción contenida.
Pareció apaciguarse con el primer mordisco a la barra.
Entendió que este león solo quería regodearse en la satisfacción de haberla alimentado.
«Demonios»
Esto no significaba nada. No podía.
Para intentar contener la inestabilidad de su mente, Ava tomó un delgado anotador digital que había dejado en la parte superior del panel. Lo encendió y de inmediato abrió el reporte de Cleo, la mujer puma pertenecía a su equipo de investigación y era la que ahora estaba buscando todos los vínculos y contactos de Hyram Kingley.
La investigación apenas había comenzado en la madrugada, pero Cleo tenía la ventaja de poseer manos extras a toda hora. Después de todo, era estúpido formar parte de un clan con importantes recursos y no utilizarlos. Ahora, Cleo había señalado un dato crítico sobre el cazador; tenía un hijo joven.
-Mira esto -dijo, entregándole el aparato con el reporte.
Mientras daba un mordisco que consumió la mitad de su barra de chocolate sólido con maní, Marshall leyó con cuidado.
-Brian Kingley -murmuró-. Será interesante lidiar con él, ¿tú qué opinas?
Ava pasó un momento demasiado extenso sobre el movimiento que hizo su cuello al tragar, esa zona fuerte y delicada a la vez, contenía la vibración de la vida en su interior.
Una vida que había planeado tomar.
-No lo sé -respondió, bajando su atención a la pantalla del anotador-. No tengo suficiente informacion sobre él a pesar de que Cloe está trabajando a máxima capacidad.
Marshall volvió al reporte, un zumbido lo tuvo abriendo un segundo archivo de datos.
-Está moviéndose.
Ava le arrebató el aparato, ganándose un gruñido. Pero lo confirmó. La posición de Brian, que había sido posible de detectar gracias a una conexión avanzada de búsqueda de ubicación que Cloe había introducido en un correo basura enviado a una dirección de correo asignada a una cuenta de aplicación social, se movió desde Glendale. Una comunidad pequeña y remota en la que parecía haberse quedado unos días.
Ava debería haberse inquietado, pero no tambaleó.
-Llegaremos antes. Aparcaremos en Syringa.
Marshall dudó en silencio, analizando las opciones mientras devoraba la última parte de su barra, el firme calor de él se extendía a su alrededor, los efectos la golpearon en el interior, hasta que las yemas de sus dedos picaron. La sensación de él sosteniéndola en la noche causó un crujido de dientes.
-Si nos cruzamos con él -Marshall habló, su voz raspando sus pensamientos-. Hablaré yo.
Ava entrecerró la mirada sobre él, consciente del poder imbuido en esas palabras. A pesar de que compartían un dominio similar, ambos eran dos fuerzas que tendían a permanecer siempre en las líneas delanteras, ya no volverían a ponerse en el mismo peldaño. A Patrick le gustaba la idea de una coalición sin rangos o jerarquía, pero entre cambiantes, era imposible.
Tarde o temprano, necesitaron una estructura de poder. Reglas, cimientos resistentes sobre los que apoyarse con firmeza.
Ava y Marshall fueron una dualidad, tiempo atrás. Ahora el hecho de que él tuviera un sesgo de poder mayor por el puesto que tenía causaba fricciones la mayoría de las veces.
Era el lugarteniente después de todo, estaba sólo por debajo del alfa.
«Si nada hubiera pasado, Nolan estaría en ese lugar»
-¿Por qué? -Cuestionó, un tronar de rabia en su sangre al recordar de nuevo-. Tengo credencial de la AAC, me habilita a pasar al trabajo de campo en caso de ser necesario. Llegar a un acuerdo no será una prioridad.
-Lo es cuando se involucran a los humanos. Sus leyes son diferentes a las nuestras.
Ante eso, ella chasqueó la lengua.
-¿Desde cuando eres abogado?
Un gruñido envió una diminuta descarga eléctrica sobre la piel.
-¿Quieres involucrar a la policía humana en esto? -Un borde de ironía áspera-. Porque eventualmente lo hará si no aclaramos las cosas desde un principio. Patrick no necesita a la policía husmeando en sus asuntos otra vez.
Controlar el impulso violento de cerrarle la boca necesitó toda su concentración. Era imposible que ese problema inicial, el que encendió la hoguera de su relación y el derrumbe de su familia, quedase enterrado. Ava quería olvidarlo, pero Marshall insistía en traerlo de vuelta. Ya era suficiente con las acusaciones y la imposibilidad dolorosa de saber si Nolan había sido ejecutado o había sido tomado como prisionero, soportando quién sabe qué clase de cosas con los polares.
-¿Por qué insistes en alargar cada cosa posible?
Su voz salió más dura de lo normal, pero en su defensa, Ava estaba inestable emocionalmente desde hace mucho tiempo. Si encontraría un punto de quiebre donde desbordar el peso que se acumulaba en su interior... Eso dependía de cuanto más podía ser presionada. Y Marshall parecía dedicado a ello.
-Hay menos daño colateral si lo hacemos a mi modo -fue su respuesta contenida. Porque se estaba tomando el tiempo de observarla, esa mirada filosa desataba sus nervios-. Este es un asunto delicado. Ir y romper todo al alcance es más irracional y peligroso.
Con su piel calentándose bajo el escrutinio, Ava compuso una sonrisa afilada.
-Por supuesto, lo último me describe perfectamente.
-No pretendo restarte importancia, sólo quiero ir con cuidado.
Cruzando los brazos, Ava dio un encogimiento.
-Como digas -bufó-. Es tu palabra la que siempre termina la conversación.
El león llenó todo el espacio con gruñido que levantó hasta los diminutos vellos escondidos en la nuca de Ava. Una línea de corriente en su espalda.
-Eres tú quien termina cerrándose cuando te sientes atacada de una forma u otra. Es curioso que eso suceda sólo conmigo.
-Pregúntate por qué.
Gruñendo bajo en su garganta, el sonido más crudo por la proximidad del animal, Marshall desactivó el modo automático y tomó el volante.
-Ya lo he hecho demasiado. -Un suspiro corto-. Tú ves conflictos donde no hay.
Ava chasqueó la lengua contra el paladar.
-Tú eres el que pretende insistir en seguir sin remordimientos.
-¿Por qué tengo que sentir culpa? -Marshall levantó la voz, el sonido tan profundo y tenso la sacudió-. ¿Acaso fui yo el que sembró esas ideas en la mente de tu hermano? ¿Fui yo quien le dijo lo que debía hacer?
-¡Tú no comprendes, no lo entiendes!
-¿Qué? ¿Por qué te descargas conmigo? -Cuestionó, su cuerpo se volvía más y más rígido-. ¿Es porque lo delaté? ¿O el hecho de que decidí investigarlo bajo el radar para evitar que lo protegieras?
-Yo no...
-No te atrevas a sugerirlo otra vez -gruñó, un estallido de tensión-. Te conozco -repitió, palabras afiladas-. Tu prioridad siempre serán tus hermanos, de la misma forma en que la coalición es mi prioridad.
Algo se fragmentó dentro de Ava, una grieta de la que emergió una gota de dolor ácido.
-Nunca fui una prioridad -una línea delgada en el sonido.
-Te equivocas -respondió con brusquedad-. Siempre estás en mi mente. Te aparté porque no quería que te vieras obligada a ponerte en contra de tu familia.
-No te correspondía elegir por mí -dijo ella entre dientes.
Sentía un dolor sordo en el pecho, ardor en los ojos.
-Hice lo necesario para protegerte.
Ava sacudió la cabeza, su corazón demasiado apretado, acelerado, su respiración irregular y dolorosa al tomar su aroma y derramarlo en su sistema, era como droga y veneno a la vez.
-Hiciste lo único que podía lastimarme de verdad.
-¿En realidad crees eso? -De nuevo, le hizo dudar, pero ya casi no tenía fuerzas para seguir discutiendo-. Tienes tanta ira en tu interior y la diriges hacia mí, por eso no puedes ver o no quieres ver las cosas que hizo Nolan.
Bajando la ventanilla antes de terminar enloqueciendo, Ava parpadeó rápidamente para sofocar las lágrimas que comenzaron a acumularse.
-Cállate, por favor cállate.
Una mano grande, fuerte y áspera sostuvo la suya. Ava debería haberse alejado, debería haberlo golpeado por haber tomado el atrevimiento de tocarla, pero incapaz de decir una palabra sin quebrarse, decidió organizar su mente confusa, nivelar la marea violenta, el turbio oleaje alrededor de su consciencia humana pedía elevarse para tener el control.
-Un día tendrás que enfrentarlo -dijo él, la tensión abandonó su voz para dejar ese matiz profundo y suave-. Yo estaré ahí, siempre estaré ahí. No importa cuánto me odies, cuánto me grites, yo estaré ahí.
Cuando llegaron a Syringa, Ava apretaba un puño mientras contenía un temblor en su interior. Tomó aire al salir afuera, la humedad lo llenaba todo. El pequeño asentamiento humano estaba ubicado junto a la carretera, en un terreno plano al pie de las montañas, del otro lado estaba la orilla del río Middle Fork.
-No habrá forma de saber si Brian está cerca -le recordó al detenerse junto a ella-. Y todavía queda un largo camino que recorrer.
Con la piel erizada por el sonido de su voz, Ava dijo:
-Podemos ir a máxima velocidad para ganar tiempo.
-¿Y poner en alerta a los humanos?
Marshall le hizo un gesto hacia adelante. Había algunas mujeres fuera de sus casas, tendiendo ropa, rastrillando la hierba. Hombres volviendo con leña en atados que probablemente recolectaron del bosque. Algunas voces de niños se oían en la parte más lejana.
-Entonces no desperdiciemos un segundo -dijo ella y luego se internó por el camino principal.
Marshall no tardó en acomodarse a su paso, ella continuó acelerando gradualmente, ignorando las miradas curiosas de los desconocidos, el peso sobre sus hombros. El hombre junto a ella respiraba de forma casi superficial, el desgaste comenzaba a afectarlo. Ella fue más allá, más deprisa, quería hacer este trabajo sola, dejarlo atrás.
Pero este león se mantuvo junto a ella con obstinación y dolorosa resistencia. Si Gala estuviera aquí, la regañaría por presionarlo demasiado.
Pronto, se internaron en medio de dos montañas, en un sitio nombrado en el mapa como Big Smith Creek. Cuando entraron bajo la cubierta del bosque, Ava aminoró la marcha.
-Enfócate en el terreno -le ordenó-. Mira bien por donde pisas.
Aunque a ella le daba igual si quedaba atascado en alguna trampa, Marshall debía regresar a Gold Pride, era el lugarteniente después de todo, la mano derecha de Patrick.
Marshall continuó con precaución y Ava aprovechó eso para marcar una distancia saludable para sus sentidos. Escaneó el área con la vista, las copas de los árboles, los agujeros en el suelo. El hecho de no encontrar trampas era inquietante. Demasiado descuido para un cazador experimentado. Luego recordó que no había forma de establecer un límite territorial sobre la extensión de tierra que compró, por lo que dejar trampas sería problemático teniendo en cuenta que compartía el bosque con los habitantes de Syringa.
Un niño pequeño explorando los alrededores fácilmente podría caer en una de ellas.
-Alto -dijo Ava, quedando cubierta por el tronco de un pino.
Al frente el bosque se abría alrededor de la cabaña estilo bungalow. Tomando una rama cercana del suelo, Ava la arrojó al frente. Un corto sonido mecánico y después el aire silbó, el proyectil se incrustó en la corteza del árbol detrás de ella.
-Dispositivo EM-34, tiene un sensor de movimiento. -Arrojó una piedra, pero esta vez procuró lanzarla hacia la derecha, un par de segundos después se escuchó el mismo silbido y un impacto más lejano-. Tiene un retraso de disparo.
Desplazándose por detrás de ella para observar el primer proyectil incrustado profundo en el tronco, él dijo:
-Debe reubicarse para cada tiro.
-Exacto.
-¿Puede haber más?
La distancia que ella había tomando, él la redujo en un instante.
-No lo sé, esos dispositivos de seguridad cuestan mucho dinero.
-¿Qué tan peligroso es un impacto de esa cosa?
El muro de calor volvió a alcanzarla.
-Lo suficiente para perforar la ropa y la piel. Es probable que sean balas paralizantes.
Marshall gruñó bajo. Su pecho retumbó.
-No quiero otra de esas cosas sobre mí.
Humedeciendo su garganta que de pronto se volvió áspera, la tigresa en su interior empujando hacia el león con una fuerza agresiva, Ava formuló un plan.
-Iré primero por la derecha, esquivaré el disparo mientras avanzas por la izquierda hasta la cabaña. No podrá contra dos objetivos.
Frente a su silencio, Ava tuvo el error de girar, apoyar la espalda contra el tronco del árbol y echarle una mirada hacia arriba. Sus ojos formaron dos líneas estrechas llenas de un color dorado intenso.
-¿Cuánto es el tiempo de retraso?
-Dos segundos entre una carga y otra, tres entre cada posicionamiento.
-Cien metros en cinco segundos...
-Puedo ir por mi cuenta, soy capaz de llegar.
-No es eso lo que me preocupa. -Palabras ásperas-. Estoy más que consciente de tus habilidades, pero...
-Basta. -Un brillo desafiante en sus ojos-. Has perdido todos los derechos relacionados conmigo. No volveremos a tocar el tema. Ahora -Echó un vistazo a la cabaña-. Debes admitir que también has perdido tus reflejos y no puedes exigir tu corazón.
Apartándose Marshall se incorporó, con ambas manos en su cintura, la mandíbula en una rígida tensión. Estaba enojado, pero conteniéndose, y a pesar de que Ava había tenido un respiro luego de recuperar espacio, lo que empujaba en su interior no estaba cerca de darle tregua.
-Estoy tan malditamente cansado de que todos me traten como si fuera un bebé indefenso... -Gruñó-. Soy el lugarteniente ¡joder!
Soltando el aire que había retenido cuando escuchó esa vibración en su voz, Ava le dio la espalda.
-Puedes rugir al cielo después. Respecto al resto..., sí, eres débil, acéptalo no estás en condiciones normales, tampoco lo sabes todo sobre los cazadores. -Tras una breve pausa, y un par de pasos adelante, Ava le dio una mirada por encima del hombro-. Pero yo sí. Estoy a cargo aquí, tú solo estás por si aparecen leopardos. Así que sigue mis órdenes, Marshall.
Ava había tenido la intención de herir su orgullo, sólo entonces, él desistiría sobre esa protección hacia ella, si Marshall se sentía incapaz pensaría que no había necesidad de cuidar su espalda cuando ella podía hacerlo por su cuenta. Pensó que él retrocedería, pero...
-Estoy contigo.
El destello en sus ojos le advirtió que su plan para alejarlo fracasará rotundamente.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top