07

    La mañana se había presentado soleada, el castaño se encontraba sentado en una de las sillas del comedor y su cara de disgusto no se estaba haciendo esperar. Su padre no dejaba de hablar sobre la ineptitud de Jungkook y el obvio enojo que tenía al escucharlo decir tantas cosas 'estúpidas'.

—Mi amor, estamos desayunando —dijo la mujer, intentando quitar el tema de la boca de su esposo.

—¿Pero cómo se atreve?, ¿decirme a mí, descaradamente, que se va a casar con mi hijo por encima de cualquier cosa? ¡Es un atrevido!

—Papá —bufó Taehyung y dejó su tenedor a un lado—, estaba ebrio, por favor.

—Drogado, sería más exacto.

—Jungkook no se droga —defendió de forma muy seria el castaño—. ¿Y es que usted en algún momento no se ha pasado de tragos?

—Es diferente, él-

—¿Qué va a decir? —Interrumpió el omega, sintiéndose muy harto—, ¿que es una desgracia para la humanidad, o mejor dicho, para su hijo?

—¿Y qué esperabas que dijera? —Preguntó con un tono lleno de obviedad—. ¡Es un bueno para nada!

—¡Yo lo quiero! —Gritó muy fuerte, apoyó sus manos en la mesa y con impulso se colocó de pie—. No-no es justo que lo trate así, no lo conoce en lo más mínimo.

—Puedes amar muchas cosas, Taehyung, pero debes ser inteligente y saber renunciar cuando algo no te conviene.

—No lo haré.

—¿Eh? —Emitió tal sonido Namjoon, al verse retado por su propio hijo.

La mujer se mantenía en silencio, escuchaba cómo dos personas muy importantes en su vida discutían por un tema que los estaba atormentando desde hace años. Y sí, no tenía idea de cómo intervenir sin hacer sentir mal a alguno de los dos, puesto que eran igual de tercos y era muy fácil indignarlos. 

—¿Piensa que Jungkook es un caso perdido? Bien, pero diciéndolo no va a hacer que lo yo lo crea —dijo, evitando verse afectado por la presión que Namjoon estaba ejerciendo sobre él.

—Sólo quiero lo mejor para ti —aseguró el más alto.

—Lo mejor para mí no es el dinero —dijo, hizo una mueca y volvió a tomar asiento—. Si usted… si usted de verdad supiera cómo me siento cuando estoy con él… —Musitó, hizo un pequeño puchero y miró hacia sus rodillas que se mantenían juntas bajo la mesa—. Como sea, no es… como que quiera saberlo.

—No me interesa en lo absoluto.

—Namjoon —intervino la señora y lo miró—, no es la forma de decirlo.

—¿Es que cuántas veces debo decir lo mismo? —Expresó irritado—. Es como si a Taehyung le gustase la mala vida. ¿Qué tan tonto se debe ser?

—¡No hable como si no estuviese aquí! —Pidió, sintiéndose ofendido por la palabras de su padre.

Baja la voz —advirtió con su tono de mando. Debido a eso, Taehyung sólo supo encoger sus hombros y bajar su mirada.

—Namjoon… —repitió la señora.

—Ve a tu habitación. No quiero verte.

—¿Sabe… qué es lo irónico? —Preguntó, sintiendo sus ojos cristalinos y empezando a limpiarlos para no dejar salir lágrimas—. Jungkook puede estar hartándose de mi ser intenso, de discutir conmigo y entrar en diferencias, pero… pero él nunca utilizaría esa forma tan baja de hacerme ver que mi opinión y autonomía no valen.

—Es una orden. —No dio su brazo a torcer y notó cómo los puños de su hijo temblaban.

Al final el castaño se colocó de pie y en completo silencio subió las escaleras hasta llegar a su habitación.

—Te pasaste —aseguró la señora, se colocó de pie e igual subió para ver a su hijo.

Namjoon soltó un suspiro cansado, cruzó sus brazos sobre su pecho y negó con su cabeza.

Él siempre ha tenido la razón y éste no iba a ser un caso diferente.

[...]


     Jungkook se mantenía aburrido, entraba a una famosa tienda de tatuajes de la ciudad y jugaba con su celular en el proceso. Sí, él tenía presente lo que había sucedido en el día anterior; su vergüenza pintaba sus mejillas de un suave rojo y negaba muchas veces cuando la imagen de Namjoon aparecía en su cabeza.

Había hecho un espectáculo ridículo.

—Eh, Jungkookie —mencionó una suave voz detrás del mostrador, mientras posaba sus antebrazos en el mencionado y mantenía una mirada repleta de calma.

Jeon dirigió su mirada al frente y sonrió con mucha amabilidad y agrado.

—Jiminie Hyung, hola —saludó con una gran sonrisa hacia el omega.

Park Jimin era el chico encargado de agendar las citas y programarlas según los espacios de los tatuadores. Tenía un estilo muy llamativo; su rostro estaba decorado con un piercing en una de sus cejas, de su cuello sobresalían unas pequeñas flores tatuadas a un costado y lo demás estaba cubierto por un sueter muy grande de color morado que casi no dejaba ver sus pequeñas manos. También su cabello rosa lo hacía ver muy bien, aún más la forma de combinarlo con su maquillaje entre sombras cálidas amarronadas y rosadas que casi se combinaban con sus peculiares ojos.

Era un omega único que, por si fuera poco, debía ser constantemente cuidado por su alfa.

Era muy obvia la razón.

—Teníamos rato sin verte —dijo el pequeño, muy entusiasmado por tener a un buen amigo en el local—. ¿Sabes? Yoongi Hyung me dijo que ibas a venir pero no me dijo cuándo. Ya te he dicho que debes apartar una cita. Aunque sabes que siempre hacemos excepciones contigo, debes seguir el protocolo.

—Sí, sí, Jiminie… Lo siento —dijo sin ninguna clase de culpa y se acercó al mostrador—. ¿Y Yoongi?

—¿Tanto me extrañas, pequeño animal? —Preguntó una voz un poco más gruesa, mientras salía de un pasillo y reía levemente.

Él era Min Yoongi, era quizá una de las personas que influían más en la vida de Jungkook y que él, seguramente, más admiraba. Siempre demostró desde muy temprana edad qué era lo que quería hacer; al no ser una vocación que hacía sentir orgullosos a sus padres, simplemente le quitaron todo apoyo necesario para cumplirlo. ¿Ahora? Ahora él se encontraba con ese sueño frente a sus ojos; un local muy bueno que competía por el primer puesto de manera nacional y que sus pedidos/demandas estaban por el cielo.

Era un ente muy famoso en ese mundo y por el cual muchas celebridades viajaban precisamente para marcar su piel con su talento.

—¿Qué es lo que estás comiendo? —Preguntó seriamente y frunció su ceño—. Cada que te veo has crecido un metro más.

Jungkook rió por su exageración, se acercó hasta él y lo saludó como un buen amigo lo haría cuando se encuentran después de años.

—Por cierto —habló nuevamente Jimin—, ¿y TaeTae?

El azabache soltó un pequeño suspiro y miró en dirección al pelirrosa. A Jimin le caía muy bien Tae y cada que Jungkook se acercaba, era al lado de su omega castaño, pero al parecer hoy sería un día diferente.

—Ahora mismo no estamos en las mejores condiciones —dijo con sinceridad el menor de los tres.

—¿Discutieron? —Preguntó preocupado.

—No estamos juntos.

Jimin abrió sus ojos aún más debido a la sorpresa y cubrió su boca con una de sus manitos. Ya estaba pensando que se había entrometido en donde no debía.

—Sí, bueno, eso es por ahora —aseguró Jungkook y sonrió con algo de tranquilidad—. En este momento, debo pensar algo con mayor cuidado —comentó y miró en dirección al chico de cabello menta—. Yoongi Hyung, necesito un consejo.

—¿Un consejo? —Preguntó con algo de duda y enarcó una de sus cejas.

Por lo general ese azabache llegaba muy entusiasta y con la intención de hacerse algo nuevo. Mas en ese día, su mirada se mantenía sería y muy serena. Quizá era algo muy importante en su vida.

Quizá lo suficiente para provocar un giro demasiado drástico para él.

///

¡Nos leemos
mañana!

-Gaby

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