●Reencuentro●
La música resonaba por las paredes hasta llegar a cada cuarto de la casa. Las ventanas abiertas dejaban que las melodías se filtren fuera del hogar donde no sólo las canciones se oían, sino el constante pisoteo en la planta alta. Los nervios y la tensión se sentían a flor de piel por todo el ambiente, quemando la poca paciencia del adolescente.
James se sentía apretado por una piedra gigante que le triturada los huesos uno a uno, dejándolo hecho trizas. Sin ninguna posibilidad de volver a vivir, sin posibilidad de salir adelante. Sólo él y sus miedos en un pequeño espacio que se cerraba cada vez más asfixiandolo.
Iba de un lado a otro, plantando sus pies firmes sobre la madera de su habitación, resonando. Mordía sus labios sin poder evitarlo, los nervios lo tenían preso y sus manos temblaban de pura cobardía. Su cabeza dolía y se sentía desfallecer por el hecho del reencuentro que viviría en unos minutos.
Comenzó a dudar si en realidad estaba preparado para esto, su voz se negaba a salir pero podría encontrar la forma de cancelarle. Las ideas iban y venían por su mente cuando unas suaves manos abrazándolo lo sorprendieron.
-Bebé, tranquilízate o me pasarás los nervios a mi -La suave voz de Ball lo hizo volver a tierra, tenía al chico pegado a su espalda intentando calmarlo. -¿Recuerdas lo que te digo? ¿Lo oyes?
James sabía que se refería a su corazón, intentaba oírlo pero su respiración irregular y el terrible ruido lo mantenía muy ocupado. Inhaló profundo antes de cerrar los ojos y concentrarse, de a poco logró oír (y también sentirlo sobre su espalda) el golpeteo del corazón de su amado. Tan regular y tranquilo, sonando sobre su caja torácica y transmitiendole la paz que necesitaba.
Fue cuestión de segundos para que sus palpitaciones imitaran a las de Connor.
-Gracias amor -Se volteó despacio, sin soltar ni un segundo al castaño. Este le sonreía con cierto brillo en los ojos, alumbrando el cuarto con su felicidad. -Creo que necesitaba eso.
Ninguno tuvo la oportunidad de decir nada porque el timbre sonando los interrumpió, James estaba a punto de entrar pánico. Sin embargo, los labios del castaño lo hicieron volver a tranquulizarse.
-Todo saldrá bien ¿si? -El rubio asintió sin estar muy seguro, la razón número uno de su pánico estaba esperándolo abajo y él no sabía cómo reaccionar. -No le tengas miedo, tú eres mejor que él.
¿En realidad era mejor que el hombre que esperaba por él? ¿podría considerarse mejor? Todas esas preguntas y más rondaban por la cabeza de McVey a la hora en que se encontraba frente a la entrada, juntando todo su valor para abrir la puerta. Suspiró, las cosas no le podrían salir peor de lo que se imagina así que sin más rodeos giro la perilla.
Lo primero que pasó fue Sophie entrando corriendo a la casa, se reía mucho y estaba repleta de bolsas. James la vio desaparecer escaleras arriba mientras decía:
—¡Mama! ¡Connor! ¡Miren toda la ropa que me compré!
El rubio sonrió, veía a su hermanita contenta y eso le causaba felicidad. Sin embargo, un carraspeó lo hizo tensar en su lugar. Cerró sus ojos un milisegundo antes de voltearse para verlo.
El hombre vestía unos jeans sueltos oscuros y una remera gris básica, usaba zapatillas negras sin ninguna marca. Era más alto que él, tal vez le sacaba media cabeza, y claramente se notaba que de joven había hecho muchos deportes. Su cabello era de un rubio casi gris, con destellos blancos, y sus ojos verdosos resaltaban entre su pálida piel algo bronceada. Tenía los labios casi tan finos como los suyos y la nariz pequeña y respingona tal cual él.
James sintió que se estaba mirando a un espejo, un espejo que le había agredo unos 20 años. Teniéndolo ahí frente a él, el rubio supo que todas las personas que decían que eran idénticos tenían razón.
—Hola hijo, ¿ya podemos irnos? —Y escuchar su voz lo hacía querer llorar, porque el único recuerdo del hombre que tenía frente a él era su voz intentando enseñarle a jugar con una pelota.
—Vámonos.
[...]
John no había traído un auto, le comentó lo mucho que le gustaba caminar y que si a él no le importaba. Él sólo asintió y siguió a su padre, no quería hablar porque sabía que en cualquier momento la voz se le quería debido a los nervios.
No podía creer que después de tantos años tenía junto a él al hombre que una vez fue su padre, porque aún no sabía si seguía siendolo. Aquel hombre que fue tan denigrado por todos en la ciudad, ese mismo hombre con el cuál todos lo comparaban.
Él sabía que la gente no lo veía como James McVey, el mejor estudiante de su clase. Las personas lo veían como James el hijo de John McVey, el hombre que abandonó a toda su familia y los dejo en la nada, desapareciendo de la tierra.
O aún peor, lo veían como el próximo John. Cuando era niño varias veces sus vecinos le decían lo parecido que era a su padre, incluso cuando él se fue seguían diciéndole. Fue así hasta que un día James dijo que nunca sería como su padre, pero ¿Cómo no convertirse en él siendo tan idénticos?
Sus rostros eran muy parecidos y sus gestos igual, durante la silenciosa caminata no había sacado sus manos de sus bolsillos al igual que su padre. También vió que al momento de abrir la puerta, John no había dejado de mover mínimamente su pierna. Un gesto que James hacía cada vez que estaba nervioso.
Fue entonces que le entró la duda, si el había sido todo este tiempo la viva imagen de su padre en la casa. Él era quien le recordaba a su madre cada día el rostro del hombre que la dejo.
—Has crecido mucho, ya eres todo un hombre. —El timbre medio grave y su rapidez al hablar lo hizo sentirse aún más reflejado en el adulto.
—Ya no tengo 5 años John. —No quiso sonar tan cortante, pero una parte de el aún no lo perdonaba por haberlos abandonados cuando más lo necesitaban.
—Lo sé. —El rubio mayor lo miró con una sonrisa triste antes de seguir hablando. —Sophie me contó que están un poco mal económicamente, así que le compre algo de ropa que ella dijo que necesitaba ¿Tú quieres algo?
—No, gracias. —Le fue inevitable ni soltar tan fuertes palabras debido al comentario. —Desde que te fuiste y nos dejaste únicamente con el sueldo de mamá que estamos mal, ahora yo trabajo para poder ayudarla. Ya sabes, hago lo que tú no te dignaste a hacer.
El silencio entre ambos fue un golpiza, James sabía que se había pasado de la raya cuando vió a McVey mayor desplomarse en el banco junto a ellos. No sabía que decir ni hacer, no sabía si disculparse o simplemente volver a su casa y tirar la única posibilidad de reencuentro a la basura.
—Yo... Lo siento John, enserio no quise decirlo.
—Descuida, tienes razón. Fuí un cobarde al irme y dejándolos solos, a ti y a tu madre junto con la pequeña Sophie. Sé que arruiné toda mis posibilidades de tener una familia con ustedes, tu madre jamás me perdonará lo que le hice. Lo entiendo. —El rubio se sentó junto a él mayor, sentía una roca en su pecho que lo empujaba a abrazar al hombre junto a él. —Y estoy muy orgulloso de ti de que hayas tomado el papel del hombre de la casa, estoy feliz que no seas como yo hijo. ¿Quieres un consejo? Nunca te dejes llevar por lo que dicen los demás.
—Lo siento. —Repitió, sentía las lágrimas acumuladas en sus párpados listas para caer. —Estoy muy estresado y no sé lo que digo, lo siento tanto. Enserio no quería decir eso. —Y sentía sus mejillas rojas de la vergüenza al estar llorando frente a su padre.
—Hey tranquilo Jamie, todo está bien ¿si? Esto no es tu culpa —No se resistió más, una parte de él podría odiarlo pero siempre estaría esa otra parte. Esa que lo amaría incondicionalmente sin importar lo que digan los demás, esa parte que lo anhelaba tanto y deseaba volverlo a tener frente a él. Y lo abrazó, escondiéndose en el corpulento cuerpo del mayor.
—Te extrañe tanto, por favor no te vuelvas a ir.
John abrazó a su hijo con toda su fuerza posible, lo único que siempre quiso es volver a tenerlo en sus brazos. No iba a mentir, desde el día que se fue pensaba cómo estaría creciendo su pequeño James. Amaba a sus hijos, ambos por igual, pero el rubio siempre sería su pequeño. Lo había críado los primeros años de su vida y eso nunca lo iba a olvidar.
—Te prometo que no me iré, nunca más.
Y así se quedaron unos minutos, hasta que James recobró la compostura y se alejó del mayor. Limpio su rostro y cerró sus ojos respirando profundo intentando tranquilizarse.
John se preocupó por su hijo, la manera en que sus músculos se tensaban y su ceño se fruncía lo hacía creer que algo no lo dejaba dormir por la noches.
—¿Qué te tiene tan estresado? —preguntó cauteloso, no sabía que podría alterar tanto a un adolescente de la edad de James. Los años que se mantuvo alejado lo hicieron perderse parte de la vida de sus hijos que jamás podría recuperar. —Si es que quieres decírmelo claro, no te sientas obligado a hablar.
—No estoy estresado, sólo tengo los sentimientos alborotados por una persona —James decidió confiar, necesitaba desahogarse con alguien más que no fuera Scott. Tal vez su padre podría aconsejarle respecto a Simon, el padre de Connor, después de todo ellos habían sido buenos amigos en su juventud.
—Entiendo, conociste a una chica ¿Cierto? —El rubio decidió no hacer ningún gesto, era obvio que su padre haría esa suposición. Mas bien el se refería al padre de su novio, no a una chica que lo estuviera volviendo loco.
—No, no es eso —Se tomó el tiempo necesario para pensar en cómo explicarle en unos minutos su vida al hombre frente a él —Es el padre de mi pareja, me hace la vida imposible.
—¿Estás en pareja? ¡Felicidades! —La alegría en el rostro de su padre era inmensa, James se preguntaba si hubiera reaccionado igual si sabría de quién se trataba. —¿Quién es la afortunada?
No quería ocultar a Connor, pero tampoco quería perder la poca confianza que se había ganado su padre. ¿Y si resultaba ser homofóbico? Claramente si eso sucedía James tendría que despedirce de su padre para siempre. Tendría que soltarlo antes de que esté vuelva a ser su padre.
—Connor Ball. —El cambio en el rostro de su padre fue enorme, pasó de alegría total a una confusión gigante. James había luchado tanto con si mismo para aceptar que en realidad también le gustaban los chicos que no iba a dejar que, por miedo a perder a su padre, todo ese camino volviera a cero. —Seguro lo recuerdas, era el hijo de Simon que jugaba conmigo en nuestro jardín.
—Lo recuerdo, lo recuerdo. —El silencio los invadió, pero por la expresión de su padre supo que las cosas habían cambiado y no exactamente para bien.
—John, no sé lo que pienses al respecto pero pasé por muchas cosas horribles para llegar hasta donde estoy y si no lo aceptas, te voy a pedir que sal... —Su discurso fue interrumpido por la voz grave de McVey mayor.
—¿Si no lo acepto? ¿Por qué tendría que aceptar algo que forma parte de ti? —El rubio lo miró sin comprender —Eres mi hijo James y el hecho de que te gusten los chicos no cambia nada. Sólo fue la sorpresa del momento, no esperaba que fueras gay.
—Bisexual, soy bisexual. —corregí.
—Entonces, ¿también te gustan las chicas? —James no pudo evitar sonreír ante la curiosidad inocente de su padre, parecía tranquilo ante la noticia pero sabía que por dentro se moría de ganas por hacerle miles de preguntas.
—Si, pero me tiro más por los chicos. —El hombre asintió, haciendo que la sonrisa del adolescente se haga aún más grande. Nunca se había sentido tan feliz de decir su sexualidad.
—Entiendo, creo que me he perdido muchas cosas de tu vida hijo —John soltó una leve risa ante el asentimiento energética del menor.
—Creeme, tenemos muchas cosas de que hablar pero antes debería empezar desde el momento que te fuiste —No lo dijo de mala forma, porque la sonrisa aún seguía en su rostro. —Al otro día mamá me regaló una bicicleta e intentando usarla me quebré un brazo.
—¿Enserio? Me parece que ese no fue tu mejor año.
—He tenido peores. —Lo único que cruzaba por la mente del rubio era la alegría misma, una luz de felicidad le cegaba los pensamientos. Las cosas fueron mejor de lo que él pensaba, había entablado una conversación fantástica con su padre y todo el dolor que le había causado sin saberlo había desaparecido.
Ahora sólo le quedaban tres horas para contarle cómo pasó de salir con la chica más linda de toda la escuela, a salir con el verdadero amor de su vida.
🖤🖤
Ayyy, no saben las ganas que tenía de escribir este capítulo.
Si quieren saber, estoy bloqueadisima para Lovestruck pero para recompensarlas publiqué una nueva fic Jonnor llamada Flowers, pásense y denle amor ❣️
Lxs amooooo, gracias por todo y una cosita más: tengo una fic en borradores que se llama XO y es Tradley pero no sé si publicarla o no.
Básicamente trata sobre el amor secreto que se tienen Brad y Tristán y como ellos usan cada pequeño momento fuera de la vista de los demás para demostrarse su amor.
¿Les gusta?
Besitosss ❣️
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