●Llorar●

—Esto me supera —comentó sin dejar de arrojar la pelota al aro, encestando otra vez.

El moreno tomó la pelota antes que tocara el piso y los salpicara a ambos, el agua de lluvia apestaba y no querían mojarse nada más que sus zapatillas. Las noches anteriores había llovido tanto que su madre pensó que sería un diluvio, las calles casi llegaron a inundarse.

James no quería imaginar que el cielo acompañó sus lamentos durante todas las noches, cuando las estrellas eran su única compañía. Aparte de las baladas latinas.

—Su padre siempre ha sido un maldito sabueso —comentó su amigo haciendo picar la pelota, lo cuál produjo que varias gotas salpicaran a su alrededor— Todavía recuerdo la vez que nos dejó fuera de la casa por darle a Connor alcohol —El chico liberó una risa floja de entre sus dientes, sin dejar de picar.

Claro que lo recordaba, tenían 13 años y eran todos unos pubertos con las hormonas alborotadas. Estaban en la casa de Dev cuando le robaron uno de los tantos vinos de la despensa del padre de este, habían corrido hasta el patio trasero de Connor para tomarlo. Pasaron la tarde tomando leves tragos de la botella y riendo por idioteces hasta que llegó Simon.

No pudo reprimir una mueca, no había olvidado como el señor Ball había tomado del brazo a Connor entrandolo a la casa de un tirón y cerrando la puerta a su paso. Dejándolos en su patio trasero sin salida.

—Es un jodido animal sin sentimientos —Atrapó la esfera a tiempo, sintiendo el cuero mojado bajo sus dedos— Lo he intentado todo para tener su maldita bendición y su respuesta es siempre la misma, no.

Tiró la pelota con algo de fuerza al aro, haciendo que esta rebote y vuelva a los brazos del moreno. Su amigo lo observaba atento, analizándolo con sus grandes ojos grises y largas pestañas que lograban una sombra sobre sus rasgos faciales.

—¿Es necesaria su bendición? Digo, sólo casense y solucionen todo desde ahora —Cerró sus ojos un segundo, antes de mirar a su amigo con obviedad. El moreno se encogió de hombros mientras se movía de un lado al otro rebotando el balón anaranjado, seguido por él— Ya ya, lo entiendo, no es sólo una bendición —En el descuido de su compañero, James le quitó la esfera y lanzó anotando un punto, el que había perdido en el anterior arrebato de ira— Es su aceptación.

Scott tomó el balón y lo guardó bajo su brazo, el rubio supo que llegó el momento de tomar la conversación enserio; mientras siguieran jugando no le darían tanta importancia al tema. Él no quería hablar sobre eso, lo frustraba y lo lastimaba contar en voz alta todas las veces que fracaso. Él no quería tener una charla con Scott sobre su mala relación con su suegro.

Pero necesitaba esa charla.

—El día que empecé a salir con Connor no fue cuando me enamoré de él —Lo dijo de manera que pareciera su máximo secreto, porque en realidad lo era, y nadie podía saberlo más que ellos dos en aquella cancha de basquetball.

El rubio caminó a paso lento hasta una banca cercana a ellos, dejó caer su cuerpo con pesadez y con una mano llamó a su amigo, el cual lo acompañó. Algo que apreciaba mucho de su amigo moreno, era la forma en que sin necesidad de palabras el podía saber cómo te sentías.

—Eso es entendible, tan sólo tenías 16 años, eras un crío —rieron por el comentario del mayor (ya que no había  pasado más de un año de esa fecha), aún que este no había entendido el punto al que se refería él. Suspiró y se tomó cinco segundos antes de aclarar la confusión, se tomó el tiempo necesario para disfrutar el pequeño secreto que había guardado todos estos años.

—No me entendiste —susurró casi inaudible, su voz se trabó en su garganta (solía ocurrirle cuando se sentía nervioso) y no lo dejaba liberar ninguna palabra. Los ojos le picaban y tuvo que alejarse de los sentimientos un segundo para no terminar llorando en el hombro de su compañero— Estuve enamorado de Connor desde antes, desde antes de que yo mismo pudiera darme cuenta de cuanto lo amaba.

El silencio los había inundado, como el diluvio de la noche anterior, y James no sabía si eso era bueno o malo. Le había  costado tanto admitir lo dicho, lo había guardado en una caja fuerte dentro de su alma para que nadie nunca pudiera encontrarlo. Sin embargo, parece que el mismo no soportó el peso de su delirante secreto.

Lo supo cuando tenían 14 años, exactamente un año antes de salir con Kirstie, una de las tantas veces que Connor se había quedado a dormir en su casa. Esa noche decidieron ver una película de terror, la primera de los dos, en su dormitorio mientras comían dulces. Todo marchaba bien hasta que en la primera aparición del espíritu en la filmación, Connor sujetó su mano con fuerza.

En el momento que el menor tomó su mano, sintió una extraña sensación en todo su cuerpo, como si una electricidad lo recorriera de pies a cabeza y unas alborotadas mariposas estuvieran encerradas en su estómago. Debido a su edad no lo entendió, pero todas esas sensaciones eran el principio de todas las maravillosas cosas que su amigo le haría sentir.

—Mierda James —balbuceó su compañero a su lado, con sus labios apretados y sus espesas cejas fruncidas. Su reacción lo ponía nervioso, sumando el hecho que hasta ahora sólo había murmurado dos palabras y una de ellas era una maldición- ¿Cuántos años tardaste en decirle lo que sentías?

En su mente se reproducían todas las veces que había buscado las palabras para expresarle a Ball su amor por él, cada una de ellas pasaba horas pensando en el mejor discurso y justo en el momento que debía hablar, se acobardaba.

—Dos años.

—Santa mierda.

James sentía como su cuerpo caía de manera lenta en el helado mar y terminaba ahogándose en sus propias lágrimas, algunas ya se deslizaban por sus mejillas sin permiso alguno. No se molestó  en limpiarlas, siempre que lo hacia volvían a caer más y estaba harto de intentar no llorar.

Necesitaba desahogarse, tanta angustia y dolor no entraba en su pequeño cuerpo adolescente. Desde que había empezado el verano lo único que hacía era llorar, por las cosas que pasaron y por lo que debería haber pasado. Nunca se había sentido tan frágil, no sabía si era el ambiente nublado o su adolorido corazón que lo hacía sollozar como niña.

No mierda, estaba sollozando como un chico porque los chicos también lloran.

—No, no llores Jems —Los brazos fornidos de su amigo lo rodearon por lo hombros, transmitiéndole la seguridad de que él estaba ahí para apoyarlo y ayudarlo— No debes sentirte mal por tardar tanto en haberlo dicho, yo creo que es hermoso que amaras a Connor desde hace mucho tiempo antes de confesarte.

Algunas gotas cayeron de las hojas del árbol continuo a la banca, se mezclaban con sus infinitas lágrimas saladas que no dejaban de aumentar en cuestión de segundos. Su labio inferior le temblaba y los dientes le castañaban, para ser una tarde de verano por sus acciones parecía una noche de invierno.

—No es eso —sollozó sobre la musculosa deportiva del mayor, su mejilla la sentía húmeda y no sabía si se debía al goteo del cielo o a su propio llanto— Duele tanto sentirme tan, tan inservible —Para su suerte la voz le temblaba leve, pero no lo suficiente para que su amigo no le entendiera— Y-yo, yo sé que no merezco su amor. Lo sé.

De repente, los brazos de Scott ya no lo rodeaban y dejo de escuchar sus palabras tranquilizadoras. Respiró profundo y abrió sus ojos, encontrándose con la dura mirada del moreno. No podría decir que era lo que le causaba más inquietud, si lo oscuros que lucían sus orbes grises hoy o lo penetrante que lo observaban.

—Dime que no haz dicho eso —James no le entendió, el moreno lucía enojado con su frente arrugada y sus labios fruncidos— Acabas de decir la estupidez más grande del mundo, maldita sea James él está completamente enamorado de ti. Tú no sabes cómo te mira cuando estas distraído o la forma en que sonríe cada vez que lo haces, tú no lo ves. Pero todos nosotros si, todos los chicos somos testigos del fuerte flechazo que hay entre ustedes dos, se aman —Dejó caer una mano en su antebrazo, tocando la piel expuesta de su muñeca— Es como si ambos tuvieran tatuado en su piel el nombre del otro, nunca he visto una conexión tan fuerte cómo la suya.

Cerró sus ojos, porque le era imposible no pensar en todas los momentos buenos que había tenido con Ball. Estos le causaban más lágrimas, pero eran diferentes a las anteriores, poseían un grito de felicidad mas que un suspiro de tristeza.

—No seas tonto y no creas que porque el idiota de Simon dijo que no lo mereces, eso sea cierto —Una suave llovizna los baño en diminutas gotas de agua, tan refrescante y celestial— Connor te ama y eso nunca va a cambiar, te lo aseguro.

Sonrió, quería agradecerle tanto a Scott, él siempre había estado para él. Era su mejor amigo, el primero con quien había hablado en el kinder porque le generaba confianza. Valoraba el hecho de tener a alguien tan sensato como él en su vida, pero a veces lamentaba que sea tan cerrado.

Podía notar que ciertos días tenía sus ojos rojizos, como si hubiera llorado toda la noche, o su voz estaba decaída. Le gustaría poder ayudarlo como él lo ayudaba, pero si Scott no se abría sólo no lo presionaría.

—Gracias por todo Scott, eres un gran amigo —Se limpió las mejillas y le sonrió, el moreno le devolvió el gesto con un asentimiento. Lo extraño fue que se quedó mirando sobre su hombro, detrás de él mejor dicho, a algún punto.

—Los dejaré solos.

No entendió a que se refería hasta que una mano sobre su hombro lo hizo voltear, Connor estaba a su lado. Tenía una diminuta sonrisa en sus labios, algunas gotas se deslizaban por la punta de sus cabellos llegando a su rostro. Sus orbes celestes estaban tan claros, pero tenían una capa cristalina sobre ellos.

James quería volver a llorar.

—Hola amor —Y su dulce voz no ayudaba, sonando tan rota y apagada, como si estuviera guardando sus ganas de llorar, sonaba raspada y él sabía que era porque había gritado.

—Hola —El menor se sentó a su lado, no pudo evitar girar su cuerpo para poder verlo mejor aún cuando su bello novio sólo miraba al frente.

Estaban cerca, tan cerca luego de tanto tiempo y ninguno había abrazado ni besado al otro. La última semana había sido un infierno para el grupo de amigos, para ellos nada se comparaba a lo que habían pasado. Todos esos días en que el padre de Connor no lo dejó salir, James se la pasó en su trabajo tratando de distraerse (hasta había hecho doble turnos) y durante las noches, abrazaba su almohada reuniendo todas las fuerzas posibles para no pensar en el castaño.

Porque pensar en el castaño era sinónimo de llorar y ya no quería llorar por todas los días que no podía verlo. Habían pasado tiempo separados, pero al haberse despedido tan rápido y si saber cuanto tiempo no se verían, el dolor era más fuerte. James había estado tanto tiempo sólo, sólo con sus pensamientos, que se dio cuenta que si alguna vez Connor lo dejará, no sabría que hacer con su vida.

Tal vez tendría que seguir siendo su amigo, se forzaría a él mismo a aceptar que el pequeño ya no lo quería y respetaría verlo salir con alguien más; porque prefiere ser su amigo a no ser nada.

Él odia la ausencia de Connor en su día a día.

—Pensé que nunca llegaría el momento en que me sentiría incómodo contigo —La voz de su amado lo absorbió de sus pensamientos, notó que el castaño seguía sin mirarlo— ¿Qué nos está pasando?

¿Qué les estaba pasando?

No quería responderle, quería negar que se estaban distanciado por la culpa de Simon. No podía darse a vencer tan rápido, no podía dejar que él ganara, no podía ni quería dejar de amar a Connor.

—James, necesito que hables conmigo —Se volteó a mirarlo, ya no sonreía y en lugar de eso sus labios eran una línea recta— Aquella vez que lloraste frente a mi, la última vez que nos vimos, fue una de las pocas veces que te liberaste por completo conmigo —Hacía parecer tan lejana esa tarde, cuando sólo habían pasado un par de días— Quiero que me digas cómo te sientes, necesito que confíes en mi para que esta cosa pueda seguir adelante.

El rubio, quien había dejado de mirarlo, fijo sus perlas claras sobre el menor frunciendo las cejas.

—¿Esta cosa? —enfatizó con enfado— ¿Así es cómo llamas a nuestra relación? ¿Esta cosa? —Ball iba a contestar, pero siguió hablando antes de que el menor dijera algo— Confio en ti Connor, nunca confíe tanto en una persona cómo lo hago contigo —No dejaban de mirarse, parecía que luchaban una pelea de miradas con dos desenlaces distintos— Pero sabes que yo no soy de hablar mucho de cómo me siento, eso no lo puedo cambiar.

—Nunca dices lo que piensas, yo no puedo estar todo el tiempo adivinando que te sucede —protestó el chico a su lado, que mordía su labio provocando que James bajara su mirada a estos— Debemos tener más comunicación.

No sabía que pensar, Connor jamás era así, nunca lo había juzgado por nada.

—¡Nos comunicamos! ¡Estamos hablando! —Levantó su voz sin notarlo, haciendo que el menor pegue un salto del susto —Lo lamento —Se levantó de golpe y comenzó a caminar sin mirar atrás, si lo hacía no podría soportar ver a su chico, o no, sólo en ese lugar.

—¿Te vas? —Se frenó en cuanto oyó el acento escocés marcado, dejarlo ahí sin explicación sería su peor error y estaba harto de cometer errores.

—No quiero discutir contigo Connor —respondió sin voltearse a mirarlo, sus ojos se elevaron al cielo que seguía nublado, pero ahora ya no lloraba. Sólo el suelo y los árboles eran pruebas de la vieja lluvia.

—¿Vas a dejarme aquí? —Tomó aire y dío unos pasos más cuando el timbre afligido de Ball lo hizo detenerse en seco— ¿Acaso ya no me amas? Porque yo sigo haciéndolo, más fuerte que nunca.

El rubio dio media vuelta atónito, el amor de su vida estaba dudando de si en verdad lo seguía amando como la primera vez. Caminó lo más rápido que pudo hasta él, acortando la distancia a una velocidad increíble mientras le contestaba.

—¿Si te amo? Dios, ¿cómo puedes preguntarme eso? —La lengua se le trababa y los ojos le picaban, eso no era buena señal— Yo te amo Connor, te amo como nunca amé a nadie y creeme que no sé que haría si te alejaras de mi —La voz le temblaba, sabía que en algún momento pasaría pero no quería que sea hoy, y comenzaba a ver acuoso. La imagen de Connor parado frente a él, mirando su alma a través de sus ojos, se distorcionaba— Te amo y no me importa si tengo que gritarlo por todo el vecindario para que me creas, te amo tanto que estoy haciendo lo imposible para que tu padre me acepte —Sintió las lágrimas saladas caer por sus mejillas (por segunda vez en el día) y cómo los sollozos se escapaban de sus labios — Y me-e lasti-ima de-demasiado.

Cubrió con sus manos su rostro ya que no podía seguir hablando, nunca se había mostrado tan débil frente a Connor y eso lo avergonzaba. Lo siguiente que sintió fueron los brazos del anterior nombrado rodearlo, inevitablemente le devolvió el gesto hundiendo su rostro en el cuello del más bajo.

—Llora, no guardes nada —La voz de Ball sonaba tan rota, aún cuando estaba susurrando, el rubio podía sentir su dolor— Creo que llegó tu momento de llorar en mis hombros, yo ya lo hecho muchas veces. Es tu turno cariño.

Así lo hizo, no podría decir con exactitud cuando tiempo estuvo derramando lágrimas sobre la remera de su novio pero sabe que en ningún momento él lo dejó de abrazar y susurrar cosas reconfortantes en su oído.

En cuanto el menor no escuchó más el llanto del rubio, lo obligó a enderezarse y mirarlo. Lo que vio le partió el alma, sus mejillas estaban rojas y empapas, sus ojos celestes medios verdosos brillaban a fuego por la irritación y su labio inferior le temblaba. Estaba tan roto, se odiaba por nunca haberlo notado.

Connor limpió con sus pulgares el resto de agua en sus cachetes y tomó el rostro del mayor con ambas manos, a la vez que acercaba el suyo. Su narices se rozaban cuando habló.

—Yo también te amo James —Su voz salió cómo un susurro, tan suave y delicada al momento de gesticular —Y estoy dispuesto a dejar todo por ti.

No esperó una respuesta, si no que unió sus labios en un desesperado beso. Dejó una de sus manos en la mejilla de James, mimándolo, mientras la otra subía a sus dorados mechones y se aferraba a este. Su novio lo tomaba de la cintura con una mano y la otra descansaba en su espalda baja, pegándolo más a él.

Ambos necesitaban esto, necesitaban saber que se tenían el uno al otro sin importar lo que pase.

•••

El capítulo va dedicado a emptyxxxx que sé que lloró mucho la primera vez que lo leyó 💜

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