●Fiesta●

Los vasos resbalaban de las manos de los adolescentes alcoholizados. Las bebidas se vertían por el suelo de la casa del anfitrión, quien seguramente estaría encerrado en alguna habitación con su novia.

La alfombra roja del living estaba pegajosa y repleta de manchas de todos colores. Aún así la multitud de jóvenes seguían circulando por aquella área, ignorando el desastre.

—¡Scotty, amigo mío! —gritó el rubio alcoholizado sobre Scott, este lo miró resignado mientras los demás reían— ¿Tienes alguna botella de alcohol? Hannah se niega a darme más.

El rubio se sentó al lado del mayor, en el sillón, con la mirada perdida a la vez que balbuceaba incoherencias. Tristan se carcajeaba de alguna de las cosas mencionadas por su compañero, «me gustaría ser un hada» casi había hecho que se caiga de su asiento.

—Por dios Devon, tienes suerte que yo sea el conductor designado —Tomó el rostro del universitario y lo obligó a mirarlo— ¿Cuantos años tienes?

—¿15?

Tris estuvo a punto de reírse si no fuera por las manos que cubrieron sus ojos, eran pequeñas y delicadas, algo suaves. La chica se sentó en sus piernas distrayéndolo de las tonterías de sus amigos.

Scott los observaba disimuladamente, tratando de cerciorar que nada malo ocurriera.

—¿Cómo estas bebé?

—Anastasia, hacía tanto tiempo que no te veía —Scott rodó los ojos al ver a la chica acariciarle el cabello a Tris, este le sonreía incómodo a la castaña.

—Mucho, mucho tiempo —susurró de forma sensual al rubio, aunque también llegó a los oídos del mayor quien rezaba que él apareciera pronto— Te extrañe tanto —Anastasia se acercó para unir sus labios con el chico, pero un brazo los hizo separarse y que la chica se levantara.

—Ya me preguntaba por que el lugar apestaba tanto a zorra. —Bradley se sentó sobre las piernas del rubio dándole la espalda a este y quedando frente a frente de la joven— Gracias por cuidar mi lugar, pero tu tiempo expiró así que largo.

Scott no pudo evitar sonreír por el comentario, pero decidió no meterse más en el tema y tratar de ayudar al despistado Devon junto a él.

—Dejarás de beber ahora mismo. —Le ordenó mientras tomaba la cerveza de la mano del más joven. Este hizo un puchero e intento quitársela— Pareciera que te sumergieron en un barril de tequila— Olió el hombro de su amigo, apestaba a alcohol.

—¿Dónde están la sexy rubia y su conejito? —Tristan casi escupe toda su bebida por el comentario absurdo de Devon. El rizado aún seguía sobre sus piernas, no le importaba porque solían tratarse de esa forma. Aún así, ninguno de ellos era gay.

—¿Ahora de que diablos hablas?

—Creo que se refiere a James y Connor. —dijo Brad sin prestar mucha atención a la conversación, él sólo tomaba leves tragos de su vaso tratando de no terminar igual que Dev.

Scott rió cuando el rubio asintió dándole la razón a Bradley, cuando estaba ebrio solía ponerle apodos estúpidos, como Scotty. Sin embargo, se dio cuenta que perdió de vista a la pareja en cuanto llegó Devon.

Volteó hacia todos lados, buscando a una cabellera rubia o una camisa rosada. Algo lejos de donde se encontraban sentados, casi a la salida del living, el par baila algo pegados mientras reían.

El alma le volvió al cuerpo al encontrarlos sanos, no es que desconfiara de ellos. Sólo que, varias veces, algunas personas ponían ciertas sustancias en los vasos que podrían ponerlos algo locos.

Sintió que alguien le chupaba el brazo, sólo era Devon que al verlo dejo de hacerlo y comenzó a morder su propia mano. Tuvo que golpearlo para que dejara de hacerlo.

A veces se sentía el padre del grupo.

—Dios, ¿ahora eres caníbal Dev? —maldijo mirándolo algo enfadado. El rubio era la persona más insoportable estando ebrio, podía soportarlo pero, casi todo el tiempo, James lo ayudaba a mantenerlo tranquilo.

—No, ellos lo son. —Devon señaló a la pareja que, ahora se encontraban un poco más cerca de ellos, se estaban besando. No, mejor dicho se estaban devorando las bocas— ¡Busquence un cuarto o un baño! —Esta vez, todos sus amigos rieron cuando McVey le enseño el dedo medio sin dejar de besarse con Connor.

Las carcajadas de Tristan y Brad llamaron la atención de algunos chicos, pero las lágrimas de risa de Scott eran todo un show. El grupo se partía de la risa mientras Devon hacía muecas al aire.

—Ay Dios, la próxima vez que te emborraches te grabaré —prometió Bradley a la vez que suplantaba su vaso vació por uno lleno.

—Oh no, no habrá próxima vez. De ahora en adelante tendrás prohibido el alcohol en las fiestas —sentenció el moreno observando fijamente al rubio junto a él.

—Soy divergente, no puedes controlarme.

—Enserio, no volverás a ver películas con Tris.

—Hey, yo no soy mala influencia. —Se quejó Tristan, todos rodaron los ojos, incluso Dev. Evans era un alma generosa, demasiado generosa.

Mientras una parte del grupo se sumergía en una conversación trivial, dos de los chicos se dirigían a la cocina algo exhaustos de tanto bailar.

—Estoy agotado —mencionó James mientras se apoyaba en la mesada, la cocina no estaba tan llena como el resto de la casa.

—¿De qué? No bailaste nada, no sabes bailar. —Se burló su pareja, estaba sirviendo dos tragos de una botella sin etiqueta, seguramente sería algo fuerte. Connor le ofreció un vaso al rubio, quien lo acepto algo indignado.

—Gracias por recordarme el pesimo bailarín que soy. —Rodó los ojos mientras bebía un poco del alcohol, que al principio le quemó la garganta.

El menor se posicionó frente a él sonriendo, había dejado su vaso apoyado en la mesada detrás del rubio. Conn acarició el brazo del joven, James no lo miró en ninguno momento.

—Era broma cariño, eres el mejor bailarín. —Dejó varios besos inocentes en el cuello y la mandíbula del mayor. Lo había tomado de las manos, entrelazando sus dedos— No te enojes Algodonsito de azúcar.

El rubio rió por el patético y meloso apodo. Connor sabía como convencerlo, de alguna manera u otra siempre lo lograba. Soltó una de sus manos y la dirigió al cuello del menor, lo obligó a mirarlo antes de unir sus labios.

Sin embargo, una voz los hizo separarse.

—¿James?

El rubio miró detrás de su novio, encontrándose a la última persona con la que creía que se cruzaría. Ella estaba parada al otro lado de la isla, con una botella de vodka en la mano y un vestido negro muy corto pero, extrañamente, ubicado. Observaba la escena ante sus ojos algo sorprendida, James no quería que Connor volteara pero este lo hizo topándose con la rubia.

—Kirstie. —dijo el mayor en forma de saludo, había pasado un año desde la última vez que la vio.

Connor apretó los labios y se tiró para atrás, quedando al lado de Mcvey. Tomó su vaso y trago todo de un sorbo sin importarle que tanto le afectara.

—No sabía que... —Los ojos de la rubia se movían de un chico al otro y mordía sus labios— que eras gay.

El nombrado se rascó la nuca, la situación lo estaba superando. Se sentía demasiado incómodo teniendo a su ex novia frente a él y a su actual novio, a su lado.

—En realidad, soy bisexual.

Un silencio inundó la cocina, ninguno de los presentes dijo nada hasta que el menor de los tres decidió hablar.

—Un gusto habernos cruzado contigo Kirstie, pero creeme que ya estoy lo suficiente alcoholizado como para volver a casa. —Le sonrió a la joven y tomó la mano de James, quien no dejaba de mirar a cualquier parte— Adiós.

Sin esperar respuesta, tiró del brazo del mayor forzándolo a irse de aquel cuarto. Ya en la entrada, James mandó un mensaje a Scott sobre que deberían irse. Minutos más tarde, todos estaban fuera de la casa.

—¡Mis conejitos! —Dev saltó a los brazos de la pareja sonriendo, el peso del chico fue sostenido mayormente por James— ¿Estuvieron reproduciéndose por ahí? ¿O Connor se paso la noche con algo en la boca?

—¡Ya no puedo! —gritó Tris mientras se dejaba caer en el suelo, riéndose a carcajadas sobre el suelo.

Las mejillas de Connor se volvieron rojas en instantes, empujó al rubio de su amigo y se cubrió el rostro.

—Vamos Devon, te llevaré al auto antes que le produzcas un infarto a Tris. —Brad lo tomó por los hombros y lo guió a la camioneta negra del mayor.

James miró con una mueca graciosa a Scott, se preguntaba que estaba sucediendo.

—Dev está muy alcoholizado, estuvo diciendo tonterías toda la noche —explicó.

Tiempo más tarde, los jóvenes ya habían dejado a Devon en su casa, la madre del rubio se había reído al ver el estado de su hijo. James abrió la puerta cuando llegaron a la casa de Connor.

—¡Hey, James! ¿No quieres que te lleve a tu casa? —negó y el mayor asintió, se despidió y aceleró para llegar a la casa de los demás chicos.

Connor caminó tambaleándose hasta la puerta de su casa, su novio lo seguía por detrás sin decir nada. Pateó, sin querer, una de las plantas de su madre, ella se enojaría mucho.

—Ya estoy en casa, puedes irte. —Pareciera que el alcohol marcaba mucho más el acento de Connor, haciéndolo sobresalir en aquella noche. James lo observaba con las manos en los bolsillos y el rostro neutro, pero no podía evitar lo que el menor generaba en él.

—¿Estas enojado por el encuentro con Kirstie?

Connor lo miró unos segundos, sus labios estaban apretados y su rostro tenso, era evidente que algo le había molestado. Mas, simplemente estiró sus brazos hasta poder tomar las manos de McVey.

—Me sorprendió que estuviera allí, bueno, el simple hecho que haya vuelto a la ciudad es extraño. —Había apoyado su cabeza en el pecho del rubio, no hablaba muy fuerte, le estaba murmurando— Aún así no estoy molesto contigo, te amo no lo olvides.

Él siempre decía eso, como si todas las veces que se vieran fueran a ser las últimas. Lo hacía sonar como una despedida, James odiaba eso, él no quería despedirse.

—Yo también te amo.

Habían juntado sus frentes, se miraban a los ojos como si fuera la octava maravilla del mundo. Como si a través de ellos pudieran revelar los secretos del universo. Maravillados, ambos estaban maravillados.

—Estas no son horas para volver —El señor Ball estaba parado en el umbral de la puerta, vestía una bata y su mirada estaba clavada en la del rubio que sostenía la mano de su hijo— Adentro Connor.

—Esta bien, pero debo despedir...

—Sin despedidas, adentro ahora. —la voz del adulto había sonado demandante, tanto que a James le causo un escalofrío. Aún así, Connor plantó un ligero beso en los labios rosados de McVey antes de entrar a la casa.

—Disculpe, señor podríamos hablar sobr...

—McVey ya te lo he dicho, no eres lo suficientemente bueno. —Le cortó— Y trayéndolo a estas horas, en este estado, me das más razones para negarme.

—Pero señor...

—Lo siento, pero eres muy irresponsable, ni siquiera tienes trabajo. —Entró a su casa y desde adentro le dijo— Buenas noches.

La puerta se cerró.

James permaneció unos segundos ahí, de pié, frente a la casa de su novio. Analizó la situación unos segundos antes de partir para su casa, la calle oscura absorbía sus pensamientos.

«Eres irresponsable»

Tiró una piedra lejos, odiaba que lo llamara así. No era irresponsable, al menos no con Connor, lo cuidaba como si su vida dependiera de eso. Porque realmente dependía de él.

Estaba harto de que lo tratara como un inepto, cómo si fuera un bueno para nada que haría que Connor sufra toda su vida.

Amaba a Connor, ¿eso no era suficiente?

«Ni siquiera tienes trabajo»

Una idea le cruzó por la cabeza, sabía que era lo mejor, para él y para Connor. 

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