●Conversaciones●
Las horas pasaban rápido para los adolescentes que se encontraban sumidos en el videojuego delante suyo. El equipo verde tenía una notable ventaja sobre el equipo rojo, quien habían perdido casi la mitad de sus miembros. Las balas iban y venían entre los grupos hasta que cierto avatar recibió una en su nuca, quedando eliminado del juego y siendo su equipo el perdedor.
-¡Mierda! -farfulló el rubio con cierta gracia. Este videojuego era uno de sus favoritos y nadie nunca le había ganado una partida, hasta ahora.
Scott le sonrió y tomó ambos controles para dejarlos sobre le mesa ratonera. Una vez quitó ambos aparatos clavo sus oscuros ojos en su amigo, tratando de que este quitara esa mirada triste.
-¿Y bien? -James miró al moreno confundido, le resultaba extraño que no estuviera festejando su reciente triunfo. -¿Vas a decirme por qué razón tus pensamientos no te dejan pensar o vamos a seguir jugando hasta que estos se callen y puedas ganarme una partida?
Maldijo el día en que decidió ir a la casa de Scott, el chico era demasiado inteligente o lo conocía mucho. Desde pequeños que se preguntaba cómo hacía para siempre saber todo, pensaba que tenía algún estilo de magia. Una vez que fueron creciendo entendió que su amigo no poseía ninguna magia, sólo era un buen observador.
Soltó un largo suspiro al darse cuenta que no se liberaría de él tan fácil.
-Estos últimos días he tenido algunos problemas. -Se rascó la nuca nervioso, era un pequeño tic que nunca logró quitarse. -Supongo que ya has oído sobre que mi padre ha vuelto.
El rubio clavo su clara mirada en el piso avergonzado, en esa ciudad tan pequeña todo salía a la luz. No podría decir si la vergüenza nacía de el regreso algo inoportuno de su progenitor o el hecho de que luego de unas semanas James le había tomado algo de cariño a ese hombre.
-Si, mi padre me mencionó algo al respecto. -El mayor palmeó el hombro de su amigo tratando de darle un poco de apoyo ante la situación. -¿Y cómo estás con eso? Digo, es un poco extraño que haya vuelto luego de tantos años.
McVey miró sus manos unos segundos mientras murmuraba cosas sin sentido, ni él mismo sabía cómo sentirse. Por un lado estaba la imagen que siempre había tenido de su padre, ese hombre que los abandonó y dejó a su madre sola frente a un gran torbellino económico. Y por el otro estaba la nueva imagen de su padre, aquel que lo venía a visitar seguido, que lo aconsejaba y quería tal cual él es.
Su cabeza no dejaba de pensar si en realidad estaba haciendo bien en salir con él. Había destrozado a su madre, los había dejado en la nada misma. Su madre no merecía aquello. Sin embargo, John le caía demasiado bien. Era el padre que siempre necesitó, esa pared en donde descansar cuando ya no podía más.
-Es raro -comentó incómodo, nunca en todos sus años de amistad había hablando con alguien (que no fuera Connor) sobre su padre. -Sophie está muy contenta con él, mi madre no ha comentado nada al respecto pero creo que no está muy feliz. Yo pienso que está bien, él se fue sin decirle nada y ahora aparece de nuevo queriendo formar parte de nuestras vidas. No lo sé, es todo tan raro.
-Comprendo a tu madre y a tu hermana, pero ¿cómo te sientes tú con él?
El rubio miró aturdido a su amigo, parecía estar buscando la respuesta en los profundos ojos marrones que no hacían nada más que reflejar su imagen.
-Estoy bien, es decir, él me agrada. -Chasqueó su lengua sólo para atrasar un poco la charla. -Ya sabe sobre Connor y no ha dicho nada, está feliz por mi. Él no es como me lo imaginaba, pensé que iba a ser una completa basura pero resultó ser...
-Bueno. -Le interrumpió el moreno tratando de ayudar a su amigo quien parecía un cachorro perdido en medio de la lluvia, sólo que las gotas eran sus propios razonamientos. -Es un buen hombre y eso te dejó fuera de eje, no esperas eso. Tu madre les pintó un hombre horrible que los dejó tirados cual animales sin cuidado, cuando él sólo se fue.
James se quedó maravillado ante la rápida deducción, había dicho todo lo que él pensaba pero no se animaba a decir. Adoraba muchísimo a su madre, pero ella les había montado un cuento dónde John era el malo. Un cuento que de no ser de el regreso de su padre, habría sido la única realidad que ellos conocerían.
-Creo que deberías hablar con tu madre y contarle todo lo que piensas. Aclaren las cosas antes de que vaya a mayores. -Agregó en cuanto vió al menor demasiado perdido en sus pensamientos, McVey asintió de acuerdo con él. -Bien, problema uno resuelto. Ahora, ¿qué sigue?
El rubio pensaba contarle sobre lo ocurrido con su trabajo, mas notó ciertas marcas oscuras debajo de los ojos de su amigo. Unas finas ojeras marcaban el moreno rostro de Scott, quien intentaba regalarle su mejor sonrisa. Su amigo lucía tan mal y él no lo había notado por preocuparse únicamente por si mismo.
En vez de atocigarlo con sus propios problemas decidió cambiar su mueca a una sonrisa traviesa e indagó juguetón.
-Luces cansado, ¿acaso te has desvelado hablando con alguna chica? -Scott levantó las cejas sorprendido por el cambio de humor en él, más soltó una leve risa que le hizo saber que no había errado con su suposición. -¡¿Lo es?! ¡Sí lo es! ¡Tienes a una chica y no nos lo has dicho galán!
Scott se partió de risa sobre el sillón mientras James no dejaba de picarlo con su dedo. Él siempre ha sido el padre del grupo y por esa misma razón (o vaya a saber Dios por qué) nunca les había presentado a ninguna pareja, sí lo habían visto intercambiar algunos besos con ciertas chicas en alguna que otra fiesta. Y que ahora él estuviera con alguien era toda una novedad para el rubio.
-¡Ya, basta Jems! ¡Te diré pero deja de picarme! -El rubio se detuvo y sin quitar la sonrisa se sentó en canasta sobre el costoso sillón del moreno, recibiendo una mirada desaprobatoria de parte del dueño que pronto cambió a una sonrisa relajada. -Bueno, podría decirse que estoy interesado en alguien.
-¡Lo sabía! Te desvelas hablando con ella ¿cierto? ¡No puedo creerlo, espera a que se enteren los demás! -Pronto las toscas manos del mayor taparon los labios del rubio, quien lo miró confundido.
-No puedes decirle a los demás, es un secreto entre nosotros ¿si? -James asintió sin entender el por qué no podrían hablarlo con el resto de su grupo, sólo entonces las manos que cubrían su boca se quitaron. -Además, no me desvelo hablando con ella. No está interesada en mí.
-¿Qué? ¿Acaso es ciega? -El rubio recibió un golpe de parte del mayor, se quejó en voz baja antes de seguir hablando. -Hablo enserio tonto, eres demasiado sexy como para que alguien no se interese en ti.
Scott sintió sus mejillas arder ante los comentarios con demasiada confianza del menor, el rubio rió al notar lo que sucedía. Ambos terminaron riéndose en la sala de estar, olvidando por completo el vídeojuego y centrándose en temas personales.
La tarde pasó más rápido de lo esperado para el rubio, entre risas y charlas las horas se habían ido en un pestañeo. No lo notaron hasta que la oscuridad de afuera les advirtió que ya estaba anocheciendo y era mejor que McVey volviera a su casa antes de que sea más tarde.
Así fue como emprendió su camino de vuelta a casa, caminando las cuadras restantes hasta ver la entrada de su humilde hogar. Antes de partir había hablado con Scott, quien lo impulsó a hablar con su madre esa misma noche y enfrentar el problema de una vez por todas.
Mas su sorpresa fue grande al encontrar toda la casa con las luces apagadas y una nota sobre la isla con la linda caligrafía de su progenitora en ella.
"Jamie, decidí llevar a tu hermana al cine y luego a cenar. Hay tarta en el refrigerador. No nos esperes despierto. Te quiere mucho. Mamá"
El hijo mayor de la casa suspiró al darse cuenta que el universo había jugado en su contra nuevamente. Ahora debería esperar hasta al otro día para poder conversar con su madre, aunque no sabía si para esas horas aún conservaría las fuerzas.
Al no tener apetito decidió irse a dormir, había tenido un largo día y ya no veía la hora de poder acostarse sobre su cómoda cama para descansar. Subió las escaleras a pasos perezosos hasta alcanzar el segundo piso, se obligó a hacer un último esfuerzo por llegar a su habitación.
En cuanto estuvo frente a esta, abrió la puerta cansado y sin prender la luz se quitó la remera y el pantalón para poder acostarse. Sin embargo, en cuanto abrió las sábanas pudo notar una sombra descansando en su cama. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro al recordar quien era el dulce chico que dormía allí.
Connor se encontraba dormido, con las sábanas tapándolo hasta el pecho y el cabello hecho un desastre. El rubio se sentó a su lado y acarició su cabello unos minutos antes de meterse en la cama y abrazarlo. A veces, James no podía creer lo afortunado que era de haber conocido a Ball.
Había tenido (y sigue teniendo) muchísimo problemas, pero nada de eso importaba si Connor estaría allí al final del día. Ese chico que se había acercado a él sólo con las intenciones de ser mejores amigos se terminó convirtiéndo en alguien esencial para su existencia.
Le fue inevitable no volver a hundir su mano en los mechones marrones, adoraba el cabello de su novio. Lo suave y brilloso que era, se podía pasar horas tocandolo. Pero sus pequeños roces provocaron que cierto chico comenzará a despertarse entre sus brazos.
-Lo siento cariño, no quería despertarte. -Se disculpó el mayor en susurros ante la mirada adormilada del recién levantado. Connor restregó y fijo su mirada en el chico delante de él antes de sonreírle.
-¿Recién llegaste? Pensaba esperarte para que veamos algunas películas, pero el cansancio me venció. -James soltó una suave risa que llenó el lugar, su chico era tan tierno cuando se lo proponía. -Quería subirte el ánimo.
Fue ahí cuando su risa se detuvo y clavo sus orbes verdosos en el menor delante suyo. James no sabía cómo él se había enterado de su estado de animo, no quería creer que Scott le había llamado en algún momento sin que él lo notara.
-¿A qué te refieres?
Connor pasó una de sus manos sobre la cintura del rubio y los pego todo lo posible, seguido a esto recostó su cabeza en el pecho desnudo de su novio.
-Me enteré de lo sucedido en el bar con Cooper, Amelia me llamó. -James intentaba oír a Connor, pero este hablaba casi en murmuros debido al sueño que aún tenía. -Creo que deberías hablar con él, ambos sabemos que no es así. Algo realmente malo debe estar pasándole como para reaccionar de aquella manera.
Cuando quiso seguirle la conversación fue demasiado tarde, los leves ronquidos de Ball se escuchaban en la habitación. James se acomodó mejor en su lugar sin mover mucho al chico entre sus brazos mientras se iba a dormir con muchos más pensamientos poblando su mente.
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