●Bar●
La campanilla sonaba una y otra vez, el pequeño bar se había llenado de clientes en esa calurosa noche de verano. La gente había comenzado a llegar unas horas después de que el sol desapareciera, ocupando mesas y reservando cenas costosas o simples. Cuando el reloj marco las 9 p.m ya todo el lugar se encontraba repleto y la música se podía oír desde afuera, varios ritmos diferentes sonaban una y otra vez por los parlantes gigantes.
El aura presente era uno de los mejores, había muchas risas y hasta el momento no se presentó ningún incidente que comprometiera al dueño o a los empleados. Siendo un viernes por la noche, los chicos habían decido pasar las últimas horas del día en el famoso bar de la ciudad haciéndole compañía a su amigo, quien no terminaría su turno hasta media noche.
El rubio se paseaba por las mesas, tomando pedidos y llevando ordenes de un lado para otro sin detenerse un segundo. Cuando un clima como este inundaba el club, James y los demás meseros tenían que aprovechar al máximo. Debía hacer sobre salir su carisma para recibir buenas propinas, bromeaba con los clientes, sonreía todo el tiempo y bailaba unos segundos con aquellas niñas pequeñas que tanto se le colgaban de los pantalones. No era sorpresa que él fuera quien más propina recibía, sobre todo de las chicas de su edad que no dejaban de hacerle ojitos cada vez que se acercaba a la barra. A veces, ni siquiera conversaba con ellas pero de igual manera recibía un dinero extra acompañado de algunos números.
Sin embargo, siempre desechaba los números telefónicos cuando llegaba a su casa. Para él, no había ni habría nadie más importante que el bello chico que en este momento le sonreía desde una mesa del local. Connor era su todo y ninguna chica podría cambiar eso, ni siquiera otro chico.
-James, el jefe dijo que cambiemos unos minutos así puedo estirar un poco las piernas -Amelia, su compañera de trabajo con quien compartía muchas sonrisas lo llamó. Ella pasaba casi todas las noches en la barra y ciertos días cambiaba con él para recibir más propina y poder salir del rectángulo en que la encerraban- Buena suerte galán.
Rió divertido por la actitud de su amiga, podía considerarla una después haber trabajo unas semanas juntos y que ella se haya convertido en una de las personas en las que más confía. La morena era la chica más carismática y extrovertida que había conocido, la primera que no se sorprendía cuando le comentaba que le gustaban los chicos.
-¿Puedo ayudarlas en algo señoritas? -El mayor se acercó a un grupo de tres chicas que conversaban muy animadas entre sí, todas voltearon a mirarlo en cuanto su ágil voz resonó en la barra. Una de ellas, la cuál tenía el cabello rubio con mechones castaños, le sonrió coqueta apenas sus ojos lo captaron.
-Podrías darnos tu nombre -El comentario atrevido de parte de la castaña a un lado, él notó que era más baja que las otras dos chicas, lo sorprendió causando una reacción de asombro en su rostro. Segundos después río entre dientes, esas chicas se veían mayor que él pero le estaban coqueteando descaradamente.
-James, mi nombre es James -comentó desviando sus ojos detrás de las chicas, donde sus amigos reían sin estar al tanto de la situación. Sabía que si su amado notaba la alegre charla que llevaba con estas clientas, se acercaría a la barra para cerciorar que ninguna se sobre pasara con él. Connor nunca iba a admitirlo, pero era tan celoso, pensaba que todas las chicas que se acercaban a él, sólo lo hacían para salir con él- ¿Qué desean?
Buscó tres vasos colocándolos delante suyo, listo para preparar lo que las amigas frente a él le dijeran. Aún que le fue inevitable no volver a reír tras escuchar el nuevo comentario de la morena, quien no dejaba de mirarlo directo a los ojos.
-A ti.
Decidió no mirarlas a la cara mientras mezclaba algunos licores, no se encontraba incómodo pero el dueño del local tenía la simple regla que si alguno de sus empleados estaba en una relación y un cliente le coqueteaba, debía de informarle a la joven o al joven de su situación sentimental. Era la regla mas absurda, pero para John, el dueño, las cosas debían verse cien por ciento claras en su negocio.
No era la primera vez que lo hacía, ya había tenido que mencionar el hecho de que tiene novio a una que otra chica. Lo que le asustaba era la reacción de ellas, el mundo había avanzado y la mayoría aceptaba a la homosexualidad pero aún habían personas de mentes tan cerradas como para pensar que James no es una persona por amar a alguien de su mismo sexo. Si esto le hubiera pasado un año atrás, no le afectaría tanto como ahora enfrentarse a un prejuicioso.
-Señoritas, debo decirles que ya estoy apartado -Terminó los tragos en el momento justo que ellas soltaban un suspiro cansado. Parecían desilucionada, mas la rubia no dejaba de mirarlo como si fuera la última gota de agua en medio del desierto. Cuando apoyó las tres copas en la barra, sintió una mano tomando su antebrazo.
-Una cerveza, por favor -Sonrió tratando de no mostrar lo mucho que amaba al chico frente a él, Connor se había acercado a la barra y él no lo noto hasta que este tomó su brazo tratando de llamar su atención. También para hacerle saber que estaba ahí, sentado junto a las chicas que no dejaban de hacerle ojitos.
No pudo hacer más que asentir e irse a buscar la cerveza antes de que alguien viera el gran sonrojo de sus mejillas. Nunca había atendido a su novio mientras un cliente intentaba sacar algo de él, lo avergonzaba pensar en como Connor reaccionaria si alguna chica se sobrepasaba con los mimos.
-Aquí está -Apoyó sobre las tablas de madera la botella y tomó el destapador para poder quitarle la chapa, era una ley el hecho que debían destapar las botellas frente a los clientes. Le entregó su bebida a su novio, quien la tomó sonriendo y mirando disimuladamente hacia su izquierda cuando una dulce voz dijo el nombre del rubio.
-James -La chica, la morena la cuál no sabía su nombre, tenía su vaso en su mano derecha y su izquierda terminó tocando su antebrazo. Baje sus ojos a su agarre suave sobre él, rezó a Dios porque no cometa nada indebido, y luego volvío a subir sus iris a su rostro, sonreía cómplice con sus amigas- Es una lástima que tengas novia, la hubiéramos pasado tan bien.
No sabía que decir, había abierto y cerrado la boca unas cinco veces pero ni un sonido salía de ella. Podía sentir la penetrante mirada de Ball sobre ellos, aún cuando ninguna de ellas se había percatado de eso. Ella rió ante la reacción perpleja del mesero, parecía nervioso pero estaba lo suficiente cohibido como para notar que toda la situación se estaba mal interpretando.
Su mente aún estaba tratando de fabricar una respuesta coherente cuando el castaño tocó el hombro de la joven, fue un toque delicado y para nada brusco. Se volteó a mirarlo, aún conservaba rastros de esa sonrisa traviesa que le dedicó.
-No tiene novia, tiene novio -Y sin esperar ni un gesto de parte del grupo sentado a su lado, Connor tomó el cuello de la camisa de James y tiro de esta hasta juntar sus labios. Sabía a cerveza, mezclado con su toque dulce, fue lo único que pudo captar en los segundos que duró el roce. Al separarse, la morena y la rubia los observaban muy sorprendidas, con sus ojos muy abiertos. La otra chica, parecía media pelirroja, sólo sonreía sin apartar sus orbes de ambos- Y soy yo.
-Yo-o -Ella parecía no saber que decir, aunque no era necesario ya que su rostro lo decía todo. Demostraba asombro, vergüenza y demasiada curiosidad. Cuando pasaron unos segundos y ella no logró comentar nada al respecto, Connor volvió a hablar.
-Te daré un consejo... -Dejó las palabras en el aire esperando que ella llenara el hueco en la oración con su nombre.
-Melissa -Moduló las palabras mirando a McVey, quien tuvo que desviar sus ojos debido al fuerte calor que sentía en sus mejillas. Las cuales deberían estar de un rojo tan fuerte como la sangre.
-Te daré un consejo, Melissa -Nunca había escuchado a Connor hablar en un tono tan bajo en una situación como esa, solía perder los estribos e insultaba a todos los que se acercaban- La próxima vez que un mesero o barman o sea lo que sea, te diga que está apartado, no insistas. Tú no sabes quién es la persona con la que él sale, tal vez está sentado junto a ti y tú le estas coqueteando en su cara -Dió media sonrisa, entonces supo que ahora si vendría algo hiriente para la pobre Melissa- ¿Tú crees que James va a cambiar dos años de relación por una noche con una vagina? Creeme que no es ese tipo de chicos -La morena cambió su expresión a una más ofendida, casi lastimera- Además, estoy seguro que yo puedo complacerlo mejor sexualmente.
Y para terminar su monólogo, Connor le giño el ojo a la joven quien tomó su bolso y se retiró junto a la rubia fuera del local. La pelirroja los miraba contenta, una gran sonrisa se anchaba en su rostro y sus ojos brillaban. Dejó 20 dólares sobre la barra, lo que salió sus tres bebidas, y se paró lista para retirarse, pero antes mencionó.
-Sabía que eras gay, pero no quisieron creerme -Se dirigió al rubio, quiso corregirla con su clásico "soy bisexual" pero sería una pérdida de tiempo- Hacen una hermosa pareja, suerte chicos.
Así sin más se fue, dejándolo con un novio muy celoso a solas en medio de su turno de trabajo el cual acabaría dentro de unos minutos. Dio vuelta a la barra en cuanto vio a Amelia acercándose, pero el castaño se levantó y comenzó a alejarse a una velocidad rápida entre el montón de personas. No lo pensó dos segundos y seguío sus pasos muy cerca hasta que unas mesas antes de la que se encontraban los otros chicos pudo tomar su brazo.
-Bebé... -Cuando volteó a mirar, recién en ese momento vio sus ojos llorosos. De repente se había vuelto a quedar sin voz, ver a Connor de tal manera por una chica un poco sobrepasada de copas lo dejó sobre el suelo. Él apartó la mano del mayor con brusquedad y lo interrumpió con su timbre casi temblando.
-No me llames así, no hiciste nada -No entendía su cambio tan desigual de un momento a otro, lo había dejado en cero. Intentó volver a tomar su mano pero volvió a apartarse, como si su tacto le quemara- ¿Acaso eso es lo que siempre haces? ¿Seguirle el juego a todas las chicas que te "alagan"?
Su cabeza estaba dando vueltas, demasiadas vueltas alrededor del asunto, mezclándose entre su horario de salida y que su jefe debía estar buscándolo. Se estaba perdiendo en Connor, en su oscura mirada llena de dolor. Dolor que él había provocado sin ser consciente de eso.
-¡Claro que no! Lo escuchaste bien, yo le dije que estaba apartado yo se lo dije -De nuevo, no lo dejó terminar sino que lo interrumpió moviendo sus brazos exasperado.
-¡Si lo escuché! ¡Pero no escuche que le hayas dicho que tu novio estaba presente esta noche! ¡Jamás me mencionaste como tu novio cuando me senté a su lado! -Su labio temblaba y lo único que quería hacer era abrazarlo hasta no poder más, James quería acercarse pero por cada paso que daba en su dirección el menor retrocedía dos- ¿Te avergüenzas de mi?
Esas palabras fueron su ticket de vuelta a la tierra, no podía creer lo que su chico acababa de preguntarle. No sabía si pensar en lo mal que lo hacía sentir que su novio pensara que se avergonzara de él o si pensar en lo mal novio que aparentaba ser como para que Connor pensara algo así. Las oraciones seguían sin salir de sus labios, enterrándose en su garganta y ahogándose con su propia saliva.
-¿Cómo puedes...? -Decidió no culpar al castaño, él mismo había causado esas dudas y debía arreglarlas antes que todo se le vaya de las manos. Así que tomó la mano del chico en un movimiento rápido y lo guió a la pista, una canción lenta sonaba en los parlantes causando que todas las parejas comenzaran un baile lento.
A lo lejos, cerca casi de la salida, notó a Tristan y Bradley hablando, aunque estaban muy pegados. El rizado tenía su mano en el pecho del rubio quien lo sostenía de la cintura, ambos reían entre ellos. Al rubio le pareció muy sospechosa la posición, pero decidió no intervenir ya que debía arreglar sus propios problemas.
-¿Qué vamos a hacer aquí? -No dijo nada, sólo se colocó frente a su amado y envolvió su cintura con sus brazos, pegándolos todo lo posible. Connor llevó sus brazos al cuello de James, pero aún no sabía por qué estaban bailando un lento en medio de una discusión. Mas no objetó nada, porque toda la presión que sentía en su pecho desapareció al sentir el aliento de su novio cerca de su cuello.
-Nunca me avergonzaría de ti bebé, puedo bailar un lento contigo en mi trabajo sin importar lo que opinen los demás, puedo subir al escenario y gritar al micrófono lo mucho que te amo así todos en esta ciudad saben que mi amor te pertenece- Podía oír su propia voz resonando entre ellos dos, se escuchaba a si mismo declarando su gran enamoramiento a su persona favorita en el mundo. Pero por sobre todo, podía oír sus latidos seguir juntos el ritmo de la canción, mientras se movían por la pista con diplomacia ignorando la mirada de los otros bailarines- No creas que me avergüenzo de ti porque haría lo que fuera necesario para que sepas que te amo.
Vio como el chico junto a él lagrimeaba, pero una sonrisa se expandía en su bello rostro adornando la esperanza de que todo estaba bien. Eran lágrimas de felicidad, James sabía que había días en que era un romántico total pero hoy, hoy sólo quería demostrarle a Connor cuando grande es su lugar en su corazón.
-Te amo tanto James, no sé que hice para merecer a una persona tan hermosa como eres tú -Sus frentes estaban juntas, sus ojos cerrados y sus corazones bien abiertos, dejando salir todo ese sentimiento fuerte que compartían. Su aura desprendía flamas rojas sobre la pista, danzando junto a ellos y defendiendo lo que podría ser la relación más hermosa de los últimos tiempos.
No esperó más y unió sus labios en un beso lleno de sentimientos, rebosante de alegría y desbordante de amor. Un amor por el cual pondría sus manos al fuego si fuera necesario, entraría a la boca del lobo si fuera lo requerido para mantenerse juntos. Como en este momento, uno frente al otro, haciendo que ahora sean sus labios los que dancen con los del otro. Abandonando toda idea maligna que cruzara por sus mentes, alejándola de ellos mismos.
Cuando debieron separarse, el aire entraba a su pulmones casi llenándolos del todo. Sus respiraciones agitadas se mezclaban y lo único en que podían pensar, lo único en lo que James pensaba en ese momento era que nada podría arruinarlo.
Pero se equivocó.
-Connor -Otra vez, casi junto a ellos, se encontraba el padre del nombrado con su peor expresión facial. Su voz había retumbado en el salón, gracias a Dios nadie se volteo a mirarlos cuando el castaño se aferró más al cuello del mayor- Nos vamos a casa, vamos -Simon se volteó, esperando oír los pasos de su hijo detrás de él pero lo que escuchó no le gustó para nada, el rubio lo supo por sus muecas.
-No.
Connor se había soltado de James, pero aún seguía a su lado, plantado sobre sus pies casi inmóvil. El rubio notó la tensión que se estaba generando en el ambiente, como los ojos del señor Ball brillaban como si fueran fuego hirviendo y las manos de su novio se cerraban fuertes en puños.
-¿Cómo has dicho? -El adulto mantenía una distancia de ellos, pero McVey sentía que en cualquier instante saltaría sobre su hijo para llevarselo a la fuerza. Eso era lo que su mirada de depredador decía de él, esos ojos afilados que tanto lo asustaban.
Dejó caer su mano sobre la muñeca del más joven, quería transmitirle todo lo que no podía decir. Algo tan simple como que siguiera la orden de su padre y se vaya con él, que el otro día a la mañana lo llamaría. Sin embargo, le era tan difícil decir tantas cosas con un simple gesto.
-No.
-Connor nos vamos a casa, ¡Ahora! -El grito del mayor alarmó a todos los presentes, tanto que la canción lenta desapareció y comenzaron a sentir muchas miradas sobre ellos. Pero aunque lo intentara, James no lograba encontrar las de sus amigos, debían arreglar eso, de alguna manera u otra.
Cuando pasaron unos minutos y el castaño seguía sin moverse de su lugar, desafiando a su propio padre a destruir sus límites, decidió que había llegado su tiempo de intervenir en la discusión. Dio un paso adelante, tomando con delicadeza el brazo de Connor y sonriendo triste cuando este lo miró, sus ojos perlados parecían de piedra.
-Deberías ir con tu padre -Mas, el chico se soltó molesto y se separó unos pasos para hablar tan fuerte que todos lo escucharon, James jamás lo había visto de esa manera.
-¡No! ¡Ya dejen de hacer eso! ¡Dejen de tomar decisiones por mi! -Vio a su jefe al otro lado de la ronda, mirando todo con mucho cuidado, lo más seguro es que pierda su trabajo después de esto pero ya no le importaba. Lo importante era tratar de calmar a Connor, quien parecía estar al borde de un ataque- ¡No soy un niño! Puedo tomar decisiones yo sólo y eso ninguno de los dos lo puede evitar. Yo ya he tomado mi decisión.
El menor de los Ball presente se acercó unos pasos a su padre, mirándolo de manera retadora demostrando que ya no se sometía a sus estrictas reglas.
-Y lo he elegido a James, mi elección siempre será él -Una barrullo se levantó en cuanto el manor acabó la frase, Simon Ball era conocido como uno de los ex militares más estrictos que podía existir y que su primogénito se le estuviera plantando de tal forma, era toda una revelación- Lo has humillado, lastimado, degradado y agredido de todas las formas posibles, y yo nunca hice nada porque te tenía respeto. Pero ya no.
Connor sujeto la mano del rubio, quien sólo podía pensar en la tormenta que se abesinaria después de este espectáculo dramático. Comenzó a caminar en dirección a la salida, llevándolo con él, pero se frenó antes de poder salir del lugar.
-¿Sabes pa'? Ahora estas recibiendo una cucharada de tu propia medicina, a ver que tal te sienta eso.
Y sin más, ambos salieron del local. Dejando atrás un Simon furioso y muchas personas confundidas por las palabras del chico.
James supo que ya no había vuelta atrás, la guerra había explotado hace mucho tiempo pero sólo faltaba esperar a que Connor eligiera un bando y ya lo hizo, por lo que sólo quedaba prepararse para lo que ahora vendría.
•••
El capítulo de este finde 💜
La canción de multimedia es el lento que bailaban Connor y James, lo sé es hermosa.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top