Mañana es Mejor (Final).

Espero que haber hecho esperar a nadie -no creo-. He aquí el final de esta rara odisea. No sé que pensaba mientras escribía esto... Todo lo que quieran comentar (errores, sugerencias, bromitas,etc...) no tengo problemas, el hombre es libre.

Como verán, muchas cosas cambiaron desde la última vez que toqué el fanfic, así que la forma de tratar la historia será diferente. También diré que el capítulo tiene más de 10000 palabras, por lo que dura más que todo el fanfic combinado. Actualmente es mi capítulo de cualquier historia más largo que he creado.


SOY LIBRE COÑOOOOOOOO PUTO FANFIC DE MIERDA A  A A A A (12453 PALABRAS).

◇=Ruby=◇

Vaya mes. Si esto fuera tres semanas atrás estaría llorando mientras comento todo. Con el paso del tiempo fui superando la situación y asimilándola como mi nueva normalidad: En medio de África junto a Leah, llevadas en contra de nuestra voluntad por una cadena de tráfico de blancas que vio a Aquors como un mercado potencial.

Después de comprar la bocina esa todo ha ido cuesta arriba. Para ser ex-aficionadas, cantar nos sale bastante bien. Comprendo por qué dicen que vivir de la música es tan difícil. Que talentosas somos entonces, o quien sabe, a lo mejor y sienten lástima por nosotras.

Leah... bueno, existe. Fue de ella la idea de sacar dinero con covers en inglés y español -¿Quién la entiende?-. Nos deja dinero, y eso importa más que mi opinión. Una que otra vez le pido que cantemos en nuestro idioma, sin obtener resultados, ya que me sale con cosas de que "No hay que arriesgar ganancias".

¿Y la gente que nos secuestró? Me pregunto lo mismo. Después de huir del gobierno aquella vez, y la persona que nos seguía en media noche, la cosa se tranquilizó. Más todavía cuando nos fuimos de la primera ciudad que nos topamos. Pasamos de una ciudad pobre a otra ciudad pobre... ¡Con más personas, por ende, más dinero!

Ahora mismo Leah y yo estamos en el ciber que hemos usado todo éste tiempo -en la ciudad- para descargar todos los archivos que la bocina ocupa para que nos pongamos a cantar en un lugar aleatorio.

-¿Ya elegiste?-Le pregunté a Leah, que seguía viendo la pantalla -de la computadora-.

-Nop. Y me queda poco tiempo antes que se me acabe mi media hora. Me abstengo de gastar más dinero.
-Tienes un punto. Cuesta sacar el poco dinero que tenemos.-Yo, tenía mi silla al lado.

-¿Crees que la gente nos siga viendo raro mientras hablamos en japonés? O sea, tenemos tiempo recurriendo al mismo lugar. Los trabajadores han de estar hartos de nosotras.

-Quizá, solo que no he visto que nos vean raro, que bien que hablas inglés mejor que yo, si no, estaríamos fatal.

-Creo... que ya tengo la canción. Lenta y muy comercial, y sencilla.

-¡Perfecto! Descárgala y métela a la bocina antes de que nos cobren todavía más.

Se apuró en descargar la canción y apagar todo. Agradecimos al señor del local y salimos a las calles.

-¿Dónde vamos a cantar?

-Pienso que la plaza es un buen lugar.-Dijo sin más.

-Puede servir. Van varias veces que tomamos el mismo lugar, ojalá y la gente no se canse de nosotras.
-La gente sigue dándonos apoyo, así que no encuentro problema con repetir. Será cuando no nos rente que pensemos en otro lugar.

Llegamos a la plaza —principal— de la ciudad. Como la influencia belga abunda en la construcción de la ciudad, tiende a estar un poco cerca del centro de gobierno.

—Buscamos un lugar al ojo del público, unas cajas y podemos empezar.

Y eso fue exactamente lo que pasó. Nos aventamos "medio bien" para haberla escuchado solo una vez.

Salíamos de la plaza con una caja llena de monedas y billetes devaluados, muchos de ellos. Yo era feliz con eso, en cambio, Leah...

—Es menos que veces anteriores.
—No paraba de contar el efectivo.
—Mierda... esto es mucho menos que lo que ganábamos hace dos semanas.

—¿Es grave?

—No por ahora. Si la tendecia sigue, ganaremos menos de lo que necesitamos para mantenernos bien, y no como el... primer día.

Me dio un cosquilleo recordar ese día amarrada en medio de la nada. Lo bueno que ya pasó y logramos salir adelante.

—Eso...
—Iba a decir una cosa... Ya recordé.
—¿La gente se aburrió de nosotras?

—Es es una buena teoría, no te voy a mentir.
—Suspiro.
—Pero bueno... mucho no se le puede hacer. Tenemos el día libre, ¿Quieres hacer algo?

—Quiero descansar... claro que en esta pocilga es lo que menos hacemos.

—Dale Ruby, la ciudad es algo grande, hay que pasear.

—Pf... tú ganas.

—Nice.

Sí, tenemos como tres semanas en Matadi —según yo ese es el nombre—, pero nuestra urgencia por sacar dinero nos privó de la oportunidad de hacer turismo.

—¿Vamos a encontrar algo bonito?

—Sí... creo.

◇=◇

Pobreza, miseria, y más miseria. No hay nada atractivo aquí fuera de la biodiversidad, siento hasta pena por toda la gente de la calle.

—A mí me gustó.
—Decía como si nada... en medio de la nada.

Ya le perdimos un poco de miedo a estar solas en la noche. Es inseguro, obvio que sí, lo que pasa es que sorprendentemente la gente no nos topa, es raro...

—Tienes pésimos gustos.

—Koi ni Naritai Aquarium* igual no opinión.

—Grosera. No es mala canción...

*Mapa que tengo en el osu! de las viejas. Tengo una anécdota chistosa.

—Cree lo que quieras, pero mis canciones siempre serán mejores.

—¿Quién ganó el Love Live!?

—Desgraciada.

Todo está dicho sin malas intenciones, desarrollamos esa forma de jugar entre nosotras. Siendo nosotras dos todo el día nos íbamos a aburrir si no inovábamos.

—Vamos a casa, ahora sí tengo sueño.
—Dejó salir un bostezo.

Llegamos en tiempo récord. Si el reloj digital que se halla cinco calles al lado de nuestro lugar son las once y cuarto. Se acomodó y se fue a dormir. Yo iba a hacer lo mismo, de no ser porque no podía cerrar los ojos. Es como si mi cuerpo rechazase la idea de descansar. Me puse de pie y miré a Leah. Se ve tan tierna con lo que queda de trapo de cobija, es increíble recordar los primeros días y compararlos con esto. Nos costaba la vida encontrar descanso. El miedo a ser encontradas y llevadas a Medio Oriente para... cosas enfermizas —me estremesco de solo pensar en ello—, eternamente agradecido con aquel señor que nos rescató.

Di unos pasos hacia enfrente. Pese a dormir mucho tiempo acá, nunca me dispuse a ver las luces de la ciudad desde esta altura.

No tiene nada que envidiar a nuestro pueblo... cualquier ciudad va a estar más iluminada que mi pueblo. Lógicamente frente a las ciudades de Japón esto es un chiste, pero para ser África no está nada mal.

Debería de dejar de pensar babosadas, voy a dormir y ya. Soñar despierta no me hará regresar a casa...

◇=◇

Oh no...

—Esto es hasta menos que los días anteriores.
—Los niveles de ganancia ya eran críticos. Si mis nulas capacidades de contadora no fallaban, con lo que ganábamos ya no daba para vivir; no sin gastar de nuestro fondo de emergencias.

Aquí me detengo, voy a explicar rápido el asunto. Decidimos que era una buena idea crear un fondo de ahorro —esconder dinero— en caso de emergencias, por ejemplo, que ocupemos un medicamento —aunque sin nota médica capaz nos lo negaban— o de plano que nos muramos de hambre. El punto es que está ahí, y es intocable. Listo, volvamos al momento.

—Se cansaron de lo mismo... cantar no será por siempre del interés de la gente.
—Acercó la caja para confirmar la desgracia.

—¿Cómo ganaremos más dinero? Cantar es la única cosa que hacemos bien.

—Quisiera negarlo... me siento inútil... cantar no sirve en éste país de...
—Le metí un codazo.
—¿Y eso?

—Más respeto.
—La desconcerté por lo que veo.
—Tampoco me agrada mucho aquí, pero la gente y su patria merecen más respeto.

Bufó.

—A lo mejor y tienes razón... esta es la gente que nos dio dinero para sobrevivir.

Guardamos silencio. De repente una pequeña lágrima brotó de su ojo, después alzó la mirada y sonrió.

—Extraño a Sarah.

—Leah... ¿A qué viene eso?

—¿Tú no extrañas a tu hermana?

—Claro que la extraño. Como no tienes idea. ¿Pero a qué viene eso?

—Tenía un plan... y entre medio recordé a Sarah y bueno... cuesta.
—Se limpió con el antebrazo su mejilla.

—¿Qué plan?
—Tenía curiosidad.

—Ir a la capital.

—¡¿La capital?!
—Me tapó la boca y llevó su dedo a la boca.

—Shh... sí, quiero ir a Kinshasa para ganar más dinero.

—¿Recuerdas lo lejos que quedaba de esta ciudad? Si de Boma a aquí hicimos casi todo un día. De aquí a la capital nos vamos a morir del cansancio. ¿No es contraproducente?

—Lo sería si...
—Se apoyó en sus brazos para levantarse. Camino a un rincón "oscuro" del techo y sacó bastante dinero.
—Si no tuviéramos esto.
—Me regaló una sonrisa mientras alzaba la caja.

—¿Nuestro fondo de ahorros?
—Dije exaltada.

—¡Sí! Podemos contar con él en éste tipo de situaciones, por ejemplo, una crisis laboral.

Desvié la mirada hacia un costado.

—No lo sé... es muy arriesgado. Es mucha gente... ¿Y si fracasamos? ¡¿Y si ellos nos encuentran y nos fuerzan a...?!

—¡Ruby!
—Me helé.
—Párate.
—Eso hice.
—Mírate a las manos, llevan así un rato ya.

Bajé la mirada, mis dedos no dejaban de jugar entre sí, estaban inquietos, igual que yo.

—Yo...
—Sostuvo mis manos con las suyas, entrelazando nuestras manos. Toda inquietud fue disipada por tan noble gesto.

—Es arriesgado, lo sé. Pero yo quiero que lo hagamos juntas... Si la movida nos resulta, podemos ir pensando en regresar a casa. La capital cuenta con un aeropuerto internacional, no creo que pueda llevarnos a Japón, pero es un avance.
—Se entiende la idea. El avión es muy irreal.
—En Kinshasa viven dieciséis millones de personas, es la ciudad francófona más poblada del mundo, ¡Más que Paris!.
—Comenzaba a sonar convincente.
—Aparte de que vive más gente, el nivel de vida es mayor, por ende, la gente maneja más cantidades de efectivo. Todo eso nos indica que ganaremos más dinero. Hay que verlo como una inversión, ¿No crees?

Lo voy a decir, esperaba todo menos un discurso, uno medio largo.

—¿Qué me dices?

—Yo...

—¡Vamos, di que sí!
—Comenzó a agitarme.

—Tú ganas...

—¡Gracias!
—Deshizo el agarre y me acogió en sus brazos.
—¡En serio no sabes cuán feliz estoy.
—No me tenía que decir para darme cuenta.

—Estoy feliz por ti.

Sostuvimos el abrazo un tiempo más. Me siento mucho más tranquila junto a ella, es como si... nos hubiésemos acostumbrado... o algo así, no sé cómo explicarlo. Nos separamos, sacó el fondo de ahorros y contó el dinero.

—En la central de camiones tienen que haber recorridos hasta Kinshasa, vamos a investigar.

Quedaba relativamente cerca, nada más hicimos una hora caminando.

—¿Qué tan caro puede salir?
—Pensaba al entrar a la central.

◇=◇

El sentimiento de impotencia al ver como todos tus esfuerzos por salir adelante se van en dos boletos en dirección a una ciudad que no desconoces... Maldita sea.

—Es muy caro Leah... son nuestros ahorros más la mayoría del dinero que tenemos a mano. Solo sobrará para uno o dos días. Y si los precios son peores... menos incluso.

—Seré honesta. Mi plan no era gastar tanto... Aun así, creo que es lo correcto.
—Seguía tan firme como antes.
—Y como dicen las viejas lenguas: Es mejor tener un mal plan a no tener uno.

Tenía un punto, ella siempre tiene un plan —desde que huímos de la "guarida de esas personas"—.

Puede que me arrepienta de esto... pero es Leah, confío en ella.

—Te apoyo.

—¡Así se habla! Ahora roguemos a que alguien de aquí hable inglés y nos ayude con la compra.

◇=◇

Voy a extrañar la ciudad —dentro de lo que cabe, a estándares de un país de África—. Matadi era una ciudad tranquila. Nadie trató de sobrepasarse con ninguna de las dos y nos dieron el dinero con el que sobrevivimos.

Fue en lo que pensaba en eso que solté un bostezo.

—¿Estás cansada?
—Subí un poco la cara.

El camión con el recorrido a Kinshasa más próximo era en seis horas. Al no tener lugar al cual regresar —desmontamos todo en ese techo— encontramos de sentido común esperar sentadas en una banca cercana a la central.

—Un poco...
—Veía un poco borroso.

—¿Quieres dormir un poco?

—De todos modos no puedo.

—Puedes descansar aquí. Ven, échate en mi regazo.
—Se extendió un poco más.

—¿En serio? ¿Qué harás tú?

—Estaré bien, puedo protegerte. Además... hay cosas de las que quiero... pensar.
—No terminaba de convencerme... pero quiero dormir.

—Está bien. Cualquier cosa despiértame sin miedo, podré entender que te dé sueño.
—Me eché a ella.

—Buenas noches Ruby... jeje noches.
—Le dio risa su propio chiste.

—Buenas noches.
—Le seguí la corriente y cerré los ojos, esperando despertar cuando ya esté todo listo para irnos.

◇=◇

El inevitable paso del tiempo nos condujo hasta el camión. Dimos nuestros boletos y nos subimos. Cuando llegamos q nuestros asientos lo primero que hizo ella fue sentarse.

—A ti te toca ventana.
—Me dijo.

—Ok. No veo ningún problema con eso.
—Pasé por enfrente.

Lo primero que sentí al sentarme en aquellas sillas fue un placer indescriptible. Tantos días durmiendo en cartón —o directamente, en el piso— para pasar a una cómoda silla reclinable.

—Estoy en el cielo.
—Ha de estar pensando lo mismo que yo.
—La mejor noche de sueño de mi vida. Adiós Ruby.
—Terminó de acomodarse y se durmió en dos minutos, más o menos.

Supongo que el plan de Leah era que me quedase despierta y cuidara... solo que quiero descansar —Más incluso—.

Sé que es una negligencia, que cualquiera que quiera puede hacernos algo, pero confiaré en la nobleza del hombre y voy a dormir.

Tengo muy pocas expectativas de Kinshasa. Hay más gente y la calidad de vida es mayor, vale...

Dudo que las cosas vayan a cambiar a como han sido. Más como una oportunidad lo comienzo a ver como un reinicio. ¿Para qué me lo pienso más? Ya está hecho y es irreversible. Toda mi fe en el plan que haya tenido Leah.

◇=◇

Volví en mí. Todo estaba oscuro, para quitarme ideas erróneas voltee a la ventana, y para mi agrado, la oscuridad provenía del cielo. Si el reloj digital no miente, son las dos de la mañana y desperté sin razón aparente. Leah bien gracias y yo aquí. No me hubiera aprovechado de su humildad.

Esta es una experiencia única, no la seguiré desperdiciando acostada. Restregué mi cabeza al vidrio del camión y miré a la nada. En esa oscuridad nada se veía con claridad, solo siluetas de paisajes conocidos, ¿Lugares por los que he pasado antes?

... ¿Qué estoy pensando.

Cuando de imprevisto una luz pasa rápidamente cerca de la ventana, encandilándome en el proceso. Cuando mi vista se adaptó a la luz quedé impactada. Edificios... ¿Llegamos? ¿O era nada más un pueblo entre ambas ciudades? Basándome en la explicación de Leah, de Matadi a Kinshasa no hay ni una ciudad "grande" pueblos, nada más. Iba a despegar la vista de la carretera, hasta que un punto en específico llamó mi atención.

—Alumbrado.
—Murmuré.

Alumbrado en éste país solo podía significar una cosa... ciudad.

¡¿Llegamos?!

La misma preguntaba aparecía una y otra vez.

Si era así... ¿Tendríamos que bajar pronto?

¿La despierto?

No, déjala, seguro no dormirá así de cómoda en mucho... mucho tiempo.

Un instante tuvo que pasar para que toda posible duda se desvaneciera por completo. Muchos carros —para ser más de media noche—, muchos establecimientos, electricidad. Nunca vi nada parecido —fuera de Japón—. Quedé atontada por la ciudad. ¡Es enorme!

¡Dios! No asimilo que pasé de una ciudad con menos de trescientas mil personas a una con más de quince millones —Fuentes: Leah me lo dijo—. A diferencia de la otra, aquí la zona metropolitana —que es donde ando— no está llena de baches y banquetas hechas un desastre. Disimula mejor la pobreza.

¿Cuándo bajamos?

Mejor pregunta todavía: ¡¿Dónde nos quedamos?!

Si esto termina mal voy a matarla de mil maneras diferentes.

Llegamos a la central. Nos detuvimos y la gente se bajó. Nosotras bajamos de últimas porque tenía que despertar a Leah. Como no teníamos equipaje o derivados —maletas— pudimos salir rápido de allí y entrar de lleno en la ciudad.

—¿Llegamos?
—La muy dormilona miraba de un lado al otro. Pese a llevar tiempo ya fuera del camión seguía muy distraída.
—Sigo mareada.

—Sí... llegamos.
—Proseguí a mirar de manera muy seria a Leah.
—Ahora estamos en la capital de un país que a duras penas conocemos, con frío, hambre y fatiga... y más en especial, sin un lugar a donde ir. ¿Esta era tu brillante idea?
—Se tomó su tiempo en responder.

—Uno: Sé dónde vamos a quedarnos.
—Dijo orgullosa.

—Uno... ¿Y?

—Es todo. Yo también me muero del frío y del hambre. Así que voy a presentarte nuestra nueva casa en un tranquilo recorrido de una hora. Empecemos antes de que se nos haga más temprano y se llene de gente.

Se empezó a alejar poco a poco intuyendo que la seguiré —por supuesto—. Eché un vistazo al lugar antes de seguirla. No sé si fui yo, pero sentí un peso sobre mí que jo experimenté desde esa vez que nos persiguió un desconocido... Cosas que pasan, seguramente es mi paranoia.

Alcancé a Leah y me puse a su lado.

—Bien... te creo, ¿Pero cómo encontraste un lugar? Me es intrigante.

—¿Ubicas el día que llegué más noche?

—¿Cómo olvidad? Temí por tu vida como nunca.

—Estaba en el ciber tonteando con Google Earth y vi un posible hogar entre toda nuestra miseria.
—¿Qué hacía haciendo eso en la noche? Ella nada más lo sabe...

—Es extraño.

—Lo sé... como sea, tengamos fe de que el lugar siga así. La foto fue tomada en 2014.
—Se encogió de hombros.

—¡Te voy a...!
—Me interrumpió antes de que la matara.

—Calma Ruby, ¿Crees que en tres años hayan reformado algo? Que ilusa.

◇=◇

—¡Hemos llegado!

Nuestra casa es... adivinen...

Una galería abandonada. Vaya fracaso del capitalismo.

Por la disposición de las ventanas y la puerta —estas, bloqueados con tablones... de madera—, aquí pudo haber un punto de venta para muchos negocios.

—¿Cuánto llevará abandonado?

—Las fotos que salen en el Google Earth son de poco después que lo clausuraron. Investigué más y vi que su estado era todavía peor. No es sano vivir aquí, dudo que haya otras personas.
—De la basura del lugar buscó un metal.
—Avisa si viene alguien.

—¿Por?

—Voy a darle una pequeña remodelación al sitio.
—Tomó una vara de considerable tamaño y la empuñó.
—Aléjate.
—Clavó el tubo de metal en una de las tablas y trató de abrir a pura fuerza.
—Mierda, como cansa. ¿Me echas una mano? Tú me ganas en fuerza.

No es por presumir, pero le gano en fuerza. La desdichada tenía rato tratando de abrir la tabla para crear una brecha.

La relevé.

—Intentaré.
—Hice toda la fuerza que pude. Ningún resultado.
—¿Por qué no lo hacemos los dos?

—Tienes razón... me siento estúpida.

Ambas hicimos presión y un trozo se madera salió volando al lado nuestro. El susto nos llevamos. Nos acercamos al hoyo a averiguar qué ganamos por romper.

—No veo nada.

—Igual... Era de esperar de un lugar abandonado.

—Ya que... sigamos haciendo agujeros.

Eso fue lo que terminamos haciendo. Con mucha cautela y poco a poco se abrió un hueco tan grande que podíamos meter el pie. Claro que no vamos a meterlo.

—Si le metemos una patada, ¿Podremos ahora sí hacer un hoyo decente?
—Alejó la vara para prevenir un accidente.

—Tú nos trajiste en primer lugar, sé educada y hazlo tú.
—Paso de meterle una patada a eso.

—Para que veas que soy caballerosa, allá voy.

Dio un paso para atrás, tomó impulso y casi se rompe la pierna.

—Ya es lo suficientemente grande. Voy a terminar de romper y me tiro.
—Quitó un pedazo más y se metió tal cucaracha.

—¿Estás bien?
—Pregunté, no volvía.

—Entra... y cuidado con astillarte.

Costó más de lo esperado, pero entré. Una pena que rasgué mi ropa al entrar.

—Sigo sin ver nada.
—Un pequeño rayo deja ver cosa de nada —la cara de Leah—, todo lo demás lo adivino por sombras.

—Pero entramos. Ya es ganancia.

—Eso sí.

—Ahora sígueme. Y no te claves nada en el pie.

Muchos pedazos de vidrio se podían sentir con el tacto. A base de la poca luz que llegaba nos movíamos de poco a poco, revisando que no haya nadie con nuestra misma idea.

Había un barril quemado tirado por ahí. Personas buscaron calor... que pésima idea, en un lugar cerrado el humo no sale, y puede hasta intoxicar a un despistado. Lo que me hace pensar, creo que es más frío adentro que afuera. Tal vez fue la razón de que recurrieron a quemar cosas para calentarse. Es el clima normal de por donde vivimos, así para nosotras no es la gran cosa.

Continuamos checando uno por uno todos los establecimientos, encontrando escenas deprimentes. Tantos negocios cerrados... pobre gente que invirtió en su negocio para que todo se cerrara.

—Ey.
—Me tocó el hombro.
—Encontré una escoba.

Una escoba.

—Vale... una escoba.

—¿No lo captas verdad? Con la escoba podemos limpiar esa tienda que tenía dos salas. Pasamos de esa ya que la suciedad era insoportable.

—Con solo una escoba no lograremos mucho... Todos los muebles están llenos de bichos y polvo, el piso es un desastre, y...
—No me dejó terminar y va y me interrumpe.

—La escoba era el principal problema. ¿Qué tan problemático es conseguir un trapo? El piso podemos sacarlo de cualquier otro y lado y a los animalitos. El lugar es súper bonito, ¿De verdad lo quieres desperdiciar?

Al final terminé aceptando. Creo que esta tienda fue una de ropa. Los muebles son similares a los de las tiendas de ropa de por allá —en casa—. Detrás de todo había un cuarto pequeño en el que guardamos la bocina y la carpeta.

Sé que no menciono la carpeta que tomamos de ese ¿Almacén? La verdad es que me genera un sentimiento agridulce. Ser secuestradas de manera absurda —y fácilmente evitable—, mi prioridad es evitar tocar el tema más de lo necesario.

—Sabes Ruby... aun si tengo mucho frío y el polvo va a matarme, prefiero esto a un techo en medio de la nada.

Ya las dos nos recostamos en el suelo frío.

—Tengo algo en la espalda.

Se me habían enterrado escombros en la espalda.

—Barramos el pedazo antes de encargarme un vidrio.

—Bueno.

Por fin, recaudamos nuestro sueño.

◇=◇

¡Es enorme! Demasiados edificios. Ya me dio ansiedad.

—¿Ves que es una mejora?
—Lo dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
—Ganaremos más dinero que en Matadi.

—Y aquí la gente ya no nos ve como fenómenos.
—Para ma sorpresa nuestra, no éramos las únicas con pelo de colores vivos. Una mujer de como veinticinco años iba con el pelo verde.

—Hoy buscamos lugares donde se llene de gente y mañana volvemos al "trabajo".

—¿Llamarle trabajo a esto no te es extraño?
—Pregunté.

—Antes lo era, para éste momento me acostumbré. Prefiero por mucho "trabajar" que ir la escuela.
—Olvidé por completo la existencia de la escuela.

—Leah, ¿Qué crees que haya pasado en la escuela? ¿Repetiremos año o nos van a pasar a segundo?

—Sinceramente, me da igual. No planeo seguir estudiando.
—"No planeo seguir estudiando" lo susurró.
—Tengo mayores preocupaciones.

—Buen punto. Sigamos explorando por cualquier cosa.
—Es probable que no volvamos hasta pasadas las doce —de la noche—. Por lo que tendríamos que soportar el día sin agua decente ni comida.
—¿Qué comeremos?

—De camino lo veremos.

A diferencia de Boda y Matadi —las otras dos ciudades en las que estuvimos— pasamos desapercibidas. La gente nos toma como algo normal y siguen su vida como si nada.

¿Cómo puedo describir la ciudad? Quizá como un... "Tokyo pobre". Digo, comparten cosas en común. Son ciudades ¡enormes! con una vibrante infraestructura para mover a tanta gente. El problema es cuando comparas la calidad de una a otra. No puede competir con toda la tecnología de nuestro país.

¿Se entiende a lo que quiero llegar? Sería perfecto si se entendiera.

El clima es más de lo mismo. Hace sol y pocas veces es cubierto por las nubes. Por estos tiempos tiende a llover más —internet—, así que un techo es indispensable. Creo que no tengo más que explicar de toooooodo lo nuevo.

Terminaré el viaje con Leah y actualizo.

◇=◇

No llevamos ni una décima parte de toda la ciudad y tenemos que volver para media noche. Regresar a nuestro refugio —que de ahora en adelante llamaré casa para hacer mi vida más fácil— mientras haya sol es arriesgar mucho. Una persona de bien nos ve y nos mandan con la policía.

Justo por eso hemos de matar tiempo. ¿Cómo? Pregúntenle a Leah.

—¿Qué hora es?
—Me atreví a preguntar.

—¿Tengo la respuesta?
—Hizo una pregunta retórica.

—Cierto... pero sabes, llevas diez minutos sentadas en la calle.

Escogió una avenida para matar tiempo.

—Pienso.

—Voy a dejarte pensar. Cuando veas prudente regresar lo dices. Veré las tiendas del lugar.
—No compraré nada de eso, quiero divertirme nada más.

—Ten cuidado. Cualquier cosa seguiré acá.

—Vale.

Ella siguió sentada. Yo, usé ese tiempo para admirar cada local y la panoplia de productos que ofrecen. Me dolió el pecho al ver unos pendientes ¡bellísimos! que costaban medio riñón.

Todo bien si no hubiera sido que choqué de hombros con un señor. Iba a pedir disculpas hasta que lo vi con mis propios ojos. La piel se me erizó. Es una falta de respeto juzgar a alguien sin conocerlo, pero lo juro, que ese hombre me dio un mal rollo espantoso. Voy con Leah.

Vio que estaba acercándome un poco tensa, así que se acercó ella a mí.

—¿Ya nos vamos?
—Me apuré a decir.

—¿Terminaste de ver todo?
—Ella no tenía idea de dónde me metí.

—Un hombre me hizo sentir incómoda. ¿Podemos irnos?

Su rostro tomó una faceta más seria. Observó todos los alrededores, se acercó más a mí y habló.

—No vi nada extraño, de cualquier forma hay que irnos.
—Tomó una de mis manos y me colocó a su costado.

Sé que lo hace para "protegerme" y que prácticamente no sirve de nada. Comprendo que es un gesto en buena fe de parte suya, y, como dice el dicho: La intención es la que cuenta.

Por la posición del sol supimos que se nos hizo tarde, eso nos forzó a apresurar el paso al punto de casi correr. La memoria sirvió de algo y llegamos enteritas a la "casa". Movimos el tablón y entré yo.

—Dios, que día...
—Dijo apenas entró.

—¿Nadie nos vio?

—En lo absoluto, me quedé vigilando por algo.

Ambas nos metimos de una al establecimiento que usamos para dormir.

—Mañana vamos a trabajar.

—¿Eso dónde?

—Hay varios lugares concurridos. Tratemos con todos los que podamos para conseguir un poco de estabilidad.
Buenas noches, descansa.

—Buenas noches.

Y como es tradición, nos dormimos.

◇=◇

¡Amo ganar dinero cantando! La gente de aquí sí tiene dinero.

A más número de individuos, mayor capital. Como te amo, vídeo sin contexto alguno que vio mi hermana en la noche.

Para "celebrar" nuestro primer éxito, preparamos una cena tres veces mejor a lo de siempre.

—Para ser honesta...
—Me detuve para dar un bocado a mi fruta.
—No había comido algo tan variado desde el almacén.

—Totalmente de acuerdo. Extrañaba el pan.
—Se echó de una mordida lo que le restaba del pan.
—Hablando del almacén... ¿No pensaste la razón por la que nos alimentaron?

—Es obvio, no querían que muriésemos de hambre. Yo era un producto que venderían a los árabes. Lo que sí me sorprendió para bien es que te alimentaran tan bien como a mí. Pudieron desecharte en cualquier momento, pero no lo hicieron, y me alegra.
—Respondí con simpleza.

—Tenía una idea parecida. A lo mejor creyeron que podrían venderme a mí también. Somos parecidas en muchos aspectos. Si a ti te "pidieron" por así llamarlo, se podrían enterar de mí y oferta o lo que sea que hagan las organizaciones clandestinas.

Finalizamos el "banquete" y dejamos la plaza —una muy tranquila, la vimos ayer—. Salimos muy satisfechas las dos, primera vez en mucho tiempo —entienden a lo que quiero llegar—. Seguras de no haber sido espiadas, entramos a nuestra casa y descansamos. Mañana trabajaremos tan duro como hoy y sacaremos más dinero.

◇=◇

La siguiente semana fue la de conseguir dinero, dinero a lo estúpido para revivir nuestro fondo de ahorros. Nunca descuidando nuestra salud, claramente. Todos los días vamos con canciones nuevas vagando por las calles de la gran ciudad. Al encontrar un buen sitio nos instalábamos deprisa, hacíamos nuestra magia —cantar— y lo siguiente es un poco de suerte. Nuestras ganancias dependían del nivel de altruismo de a quienes les cantamos. Normalmente mucha gente se va y nos deja como si nada, son el resto aquellos que nos dejan lo suficiente —a veces más— para subsistir.

Es cuando comienza a caer la noche que volvemos a la casa únicamente para dormir. El resumen de nuestra rutina diaria —omitiendo obviedades como comer—.

Vaya que es complicado vivir en el mundo real —un mes y poco más, soy una descarada—.

—Ey.
—Me llama.
—¿Todavía sigues despierta?

—Sí.
—Giré la cabeza para verla, echada en la otra esquina.

—Ya duerme, mañana trabajaremos más.
—Dijo Leah para caer dormida.

—Tal vez tenga razón.
—Me dije en un tono muy bajo.

Quiero irme de éste infierno en cuanto antes. Me harta que el tema del escape —del país— no lo volvimos a tocar seriamente.

◇=◇

Pasa el tiempo muy deprisa. Trabajar, comer, dormir. Ya me siento obrero. La diferencia entre un obrero y yo es que a mí me pagan bien —respecto a lo que hago—.

Continuamos cantando por la ciudad para sacar billete —devaluado—. Una que otra vez nuestros oyentes quieren comenzar conversación con nosotras. Casi siempre terminan en nada por que les hablamos en inglés y se pierden, en cambio, en la ciudad se habla francés.

Desconocíamos aquel detalle. En las otras dos ciudades en que terminamos llegando al no ser "tan" importantes se hablaba en indígena.

Regresando a quienes nos hablan. Si tenemos la suerte de que sepan hablar en inglés, llegamos a entablar conversación. Siempre son cosas del estilo "¿Cómo cantan así de bien?" O cosas sobre el qué hacemos solas o acerca de la ropa que llevamos —la misma de hace muuucho tiempo—. El efecto sanador de dialogar con otro ser humano que no sea Leah es incalculable. O sea, Leah me cae bien y todo, pero todo el día todos los días es Leah: Despertar, trabajar, comer y dormir con Leah. Se agradece platicar pacíficamente con otra persona.

—Tú.
—Era Leah.
—¿Todo en orden? Casi es la hora de cantar y luces perdida.

—Disculpa... seguía divagando un poco. ¿De verdad vamos a cantar ya?

—Por supuesto que sí.
—Sacó la bocina.
—Faltas tú.

No es que pueda faltar alguien más.

—Vale. Tomo un respiro y vuelvo.
—Ella nada más asintió con el pulgar y me dejó ir.

Di una vuelta a una calle para salir de su visión. Lejos, dejé salir un prolongado suspiro, cual puede interpretarse como: "¡¿Cuándo vas a pensar en irnos?!".

Listo, mala vibra fuera. Ahora regresaré antes de que pase algo malo.

¡Y qué bien que volví! Leah seguía esperándome, cosa que no es lo importante. Si no que unos tipos —como tres, de entre veinticinco a treinta, negros muy negros.— nos vieron y se desconcertaron de manera muy evidente, cosa que intentaron disimular. Si no fuera que presté especial atención en ellos lo hubieran logrado.

Con todas mis dudas, dejé pasar el detalle y fui con Leah para organizar todo para dar una pequeña "presentación" random. Si todo sale a vuelta de rueda, habremos ganado mucho dinero.

—¿Con esta gente va a bastar?
—Dije cuando mi vista fue incapaz de ver a toda la gente.

—Con esto bastará.
—Golpeamos el piso para conseguir la atención del público.
—Te la sabes.

Ya es parte de la rutina. Luego cantamos, la plebe se apiada de nosotras y todos felices. De verdad no entiendo como hay tanto pobre...

Eso pudo sonar despectivo. Me refiero a como hemos tenido suerte. No he visto a nadie fuera de nosotras a quienes les vaya "bien" —muy entre comillas— en relación a nosotras dos. Vaya que somos afortunadas.

Con una buena suma de efectivo me armé de valor y propuse ir a comer. Dudó por momentos —aparte eran las nueve—. Gracias a mi habilidad de hacer sentir mal a quien sea, terminó accediendo.

El establecimiento elegido no era la gran cosa. Transpiraba humildad a cada paso. Las mesas, sillas, todo, no había presupuesto para más; la madera era su límite.

Tomamos asiento y esperamos pacientemente —no poco— a que una mujer nos tomase la orden. Únicamente apuntamos con el dedo a un nombre que aparecía en un cartel. Al ser la quinta —o sexta— ocasión que pedíamos comida, más o menos conocíamos qué era lo que nos servían; incluso sin saber francés o un una lengua rara.

Tardó todavía más en servirnos. No me quejé, ya que sí estaba buena la comida —riquísima—.

—Dios... comer en la calle es adictivo. Te dije que era una buena idea.

—Que te quede claro que no haremos esto a diario. Gastar por gastar nones bueno.
—Recalcó.
—Aunque sí estaba bueno, no lo negaré.

Terminando de comer le pagamos a la señora que nos atendió —como es debido—. El pero en esto es que...

—Shit, se nos hizo tarde.
—Apuntó a un reloj digital dentro de una tienda.

—Tienes razón, vamos tarde a la casa.

De acá a la casa son —aproximadamente— una hora y media. Sabiendo de todos los encuentros repentinos con gente sospechosa lo hace peor.

—Hay que darnos prisa entonces. A las diez y media puede pasar de todo.
—Le di completamente la razón.

Hicimos lo posible en fingir calma. Estábamos todo menos calmadas —yo en particular—. Creo que ya no le podré ocultar más esto. Se tiene que enterar de todos los locos que he visto.

—Leah...
—Musité tímidamente.

—¿Qué quieres Ruby?
—Ella no parecía prestarme mucha atención. Se enfocaba en seguir el camino, un camino que memorizamos entre las dos; sin desviar la mirada de enfrente.

—Tengo un "pequeño" asunto que no te comenté.
—Le trataba de restar importancia.

—Adelante, dilo.

—Bueno... sucede que llevo varios días viendo a nuestros alrededores a personas muy extrañas.
—Frenó en seco.

—¿Extrañas en qué sentido?

—Se me hicieron parecidos a aquellos quienes nos daban comida en ese almacén.

El mundo se detuvo para ella.

—¡¿Desde cuándo?!
—Dijo, al tiempo que en su cara se reflejaba pánico puro.

—Diez días. Pueden ser más.
—Al toque me agarró de los hombros.

—¡No me jodas Ruby!, !¿Todo ese tiempo y no pudiste siquiera decirme que mirase bien?!
—Reaccionó peor de lo que estimé.
—¡¿Qué ganabas ocultando esa vital información?!

—La verdad es que no quería darte más de las que tienes. Aparte... ¿Qué tan probable era que nos quieran a nosotras?
—Respondí casi que avergonzada con la mirada gacha —mirando al piso—.

—¿Acaso estamos de vacaciones?
—Preguntó retóricamente.
—¡Por supuesto que no! Se supone que queremos irnos en cuanto antes de aquí.

—Pues no parece que te quieras ir.
—Contesté sin pensar.

—¡¿Eso crees?!
—Se indignó.

—Es lo que me demuestras. No te he visto con ningún plan real para irnos desde que huimos de la planta de gobierno esa, hace ya de un mes.

—Acerca de eso... sí tengo una idea. Te cuento cuando lleguemos, ¿Bien?
—La respuesta llegó más rápido de lo que esperé.

No le dije nada más y sólo seguí caminando. Ha de saber que no me enoje con ella —es ella la que debería estar enojada conmigo, como esa vez hace mucho ya—.

La ciudad se oscureció más de lo que nos gustaría —da miedo—. Era de esperar, mientras más avanzábamos más nos adentrábamos en la zona pobre en que vivimos. No es zona residencial, es raro la tristeza del ambiente en relación al esfuerzo que tuvo que haber sido invertir en la galería. Tan feo lugar para cosa tan bella.

Llegamos a la entrada —que se supone que está cerrada— para hacer la clásica, escurrirse como cucarachas en basura y entrar. Tapamos la madera y fuimos a nuestra tienda.

—Vaya día Ruby, casi nos matas.
—Dijo en lo que guardaba la bocina y agua.

—Perdón, de verdad no pensaba que fuera de tanta importancia.
—La verdad... a medias.

—Ya pasó, hay que dejarlo en el pasado.
—Se tiró al piso.
—Estoy muy cansada... ¿Tú no?

—Hasta crees.
—Me eché al ladito suyo.
—Voy a dormir ya. Buenas noches.
—Volteé mi cuerpo en la otra dirección para no ver a Leah.

Cerré y los ojos y intenté caer dormida. Seis segundos después recordé un asunto pendiente. Abrí de nuevo los ojos.

—¿Cuál era tu plan para...?
—No terminé de preguntar ya que un leve ruido a la distancia me interrumpió.
—...Decía...

Otra vez, el mismo ruido. La diferencia es que esta vez Leah sí lo escuchó. Se levantó de golpe un poco asustada.

—¿Escuchaste eso?

—Ah... sí. ¿Qué tiene?

El mismo ruido se oyó, pero con más intensidad.

—Eso es madera.
—Dijo convencida.

—Es de afuera, podemos...
—Otro ruido, uno más fuerte y desgarrador.
—Se rompió algo... vaya tela.
—Iba a dejar de darle impirtancia... iba.

—¿Será de aquí?
—Ya comenzaba a preocuparme seriamente por esos ruidos.
—¿Qué crees Ruby?

—Sea de lo que sea prepárate para lo peor.
—Estiré el brazo y le pasé el tubo de fierro, nuestro compañero de cuarto desde el día uno.
—Úsalo para intimidar o lo que sea.

—Tengo que recordarte que aquí quien sea tiene un arma. Sé sigilosa y estaremos bien.
—Los documentos fueron escondidos debajo del piso —hay un pedazo roto, donde caben hojas—. Nosotras, decidimos salir "poquito" para inspeccionar.

Abrimos despacio la puerta de la tienda —la de "casa" y salimos afuera de la tienda. Antes mencioné que se ve muy poco, así que usamos eso a nuestro favor. Si alguien se metio, él no sabe que estamos aquí; y si lo sabe, no sabrá dónde. Nosotras sí.

El primer lugar que investigamos fue nuestra entrada, la que seguía intacta.

—Perfecto, esta sí la respetaron.
—Moví un poco para asegurar que no se haya roto. Grato fue ver que seguía igual.

—¿Habrá más entradas?
—No me dejó contestarle.
—Probablemente.

—¿Salidas de emergencia?

—Tienen que existir. Al igual que una al techo, es un edificio de como diez metros de alto.

Le dimos una vuelta a todo el sitio. Descubrimos que existía más de una salida de emergencia —maltrechadas y entabladas—. Así que seguía buscar una subida al techo.

—Mira allá.
—Señaló una miserable escalera de mano.
—¿Subes?

—Preferible que subas tú, eres más pequeña.
—Le di un empujón.
—Suerte.

—Te toca a la otra.
—Me dio el tubo. Caminó lentamente y se agarró de la escalera, así, subió paso a paso

Resbaló casi al final, lo bueno que recuperó el equilibrio y llegó al final.

Hizo una seña, diciéndome —con ma seña— que iba q explorar esa zona. Asentí y se adentró en la zona oscura. En cuestión de segundos regresó. Me encogí de hombros como forma de preguntar ¿Qué onda? Ella negó con la cabeza. Bajó a una velocidad de vértigo y tocó mi hombro.

—Corre.

—...¿Qu?

—Son ellos.
—Maldición...
—Escapemos.

Le dimos al lado opuesto a donde estábamos. Aunque en medio camino usé un poco la cabeza.

—¿Qué si nos están esperando?

—Se me pasó ese detalle. ¿Qué tan probable puede ser eso?

—Mmm... llevaron gente a un pueblo apartado en Japón. Sí pueden traer a uno o dos cualquieras a vigilar una entrada.
—Argumenté.

—Correcto... ¿Ahora dónde iremos?

—Cualquier lugar lejos de ellos.

Teníamos de dos: Regresar a casa y rogar que no noten que hemos retocado el negocio; o escondernos en cualquier otra parte. Ninguna es 100% segura.

—Escondámonos.
—Dijo Leah.

—Sí, ¿Pero dónde piensas meternos?
—Donde sea, pero ya.

Apuradas y con esa gente a nuestras espaldas, buscamos otra tienda. Finalmente encontramos una con una clase de "sótano" donde se guardaba la mercancía —es nuestra teoría—.

Desde la entrada hasta el fondo son dos metros. No es nada lógico hacer esto para guardar productos. Tendrían que ser productos ligeritos. No deja de ser poco práctico.

¡Pero de qué me quejo! Ahora puede ser nuestra salvación.

Con otras escaleras de mano —¡¿Qué tienen con las escaleras de mano?! Descendimos hasta tocar fondo y cerramos bien fuerte. Las dos nos metimos en una esquina muy oscura y ahí mismo intentamos dormir —sentadas, ya imaginarán lo horrible—.

Entonces encontramos prudente recargarnos la una a la otra —los piojos no existen—.

—No te lo dije...
—Dijo así de la nada.

—¿Decirme qué?

—Mi plan para salir de aquí.
—Antes de seguir tuvo una pausa.
—¿Quieres hacer un concierto conmigo?

¡¿Un concierto?! Que le puedo decir... me gusta la idea, pero un concierto es muy atrevido.

—Yo...

◇=Leah=◇

¡Dios! Tantas cosas que explicar. A ver... ¿Qué va primero? Ah sí... por supuesto.

—Buenas noches Ruby... jeje noches.
—Me reí sola, que patético.

—Buenas noches.
—En un rato cayó dormida. Ahora tengo un peso gratis por generosa.

Por lo menos ya puedo pensar tranquila.

¿Aceptará hacer un concierto súper innecesario por que sí? Con lo caro que puede salir... no. Es imprudencia en el más puro sentido de la palabra.

Aunque, debería de considerar que cuando se lo diga ya nos habremos establecido en Kinshasa, así que habrá más dinero —calculo—.

Por lo menos ya la convencí de viajar a la capital. Éste es un paso más que necesario para progresar en el botadero de país en que estamos.

Ruego para que los locos que nos secuestraron no nos hallen allá. Aquí pasamos desapercibidas —para ellos—, lo que fue extraño. Ruby con el pelo rojo y yo morado, las personas nos miraban como cosa de otro mundo. Con todo, nunca fuimos perseguidas —en Matadi, en Boma no fue el caso—. Voy a extrañarlo.

Mierda, Ruby está comenzando a pesar de más. Quedó profundamente dormida, de eso no hay duda. Los que pasan cerca de nosotras ven la situación con expresiones variopintas. Curiosidad, lástima, y... repulsión.

¡Sinvergüenzas! Sé que no nos vemos limpias, menos en buen estado, ¡Pero hacemos lo que podemos!

Quisiera pararme y reclamar a todos los que nos vieron mal, lo malo con es osería despertar a Ruby, y sobraría mucho. Mejor, espero unas horas hasta que nuestro camión parta con ambas. La pregunta será cómo evitar no morirme del sueño... Un pájaro... dos pájaros...

◇=◇

Cuatrocientos ochenta y cinco pájaros... que aburrimiento. Si algo bueno sacamos de esto es que ya es hora, toca levantarla.

—Oe.
—Nada.
—Oe.
—Silencio. Me harté y le metí un golpecito en la frente. Poco a poco recobró conciencia y abrió los ojos. Luego, me miró avergonzada.

—Desperté.

—Gracias. Ahora quítate que pesas mucho.
—Se enojó —era de esperar—. Después de un codazo nada amigable se paró y se acomodó a mi lado.
—Auch.

—Te lo buscaste... ¿Estás bien? Tienes ojeras.
—Preguntó con duda.

—No, cuidarte no salió gratis.
—Bostecé.
—En ocho sale el camión. Subámosnos y durmamos un poco, ¿Bien?

—Bien.
—Ayudó a levantarme.

Con los boletos que compró un señor por nosotras subimos al camión que nos llevará. Cedí el asiento de la ventana a Ruby —como mujer ejemplar que soy—. Siempre dicen que los asientos del pasillo son los malos, lo que me importó un comino, con el sueño que traía caí rendida en segundos.

◇=◇

Desde lo último que mencioné pasaron una infinidad de cosas. Creo que ya saben cuales. Principalmente esconderse de la gente peligrosa. El miedo que sentí en mi cuerpo cuando un tipo con un chaleco antibalas improvisado, un arma larga y una muy mala pinta casi me ve. Fácil me infartaba ahí.

Ahora mismo le acabo de mencionar a Ruby el tema del concierto. No tenemos a donde ir, tiene que contestar ya.

—Yo...
—Comenzó a dudad. Entre dudar y un rotundo no, prefiero que dude.

—Piénsalo así: Mucho más alcance, por ende, mucho más capital.
—A tratar de manipularla.

—¿Es rentable siquiera? Cantar esporádicamente está funcionando de maravilla, ¿Para qué arriesgar?
—Argumentos sólidos... que inoportuno.

—Sería como los videos que hacíamos en Japón... o como las competencias por el Love Live!. ¿No quieres revivir esas experiencias aquí? Solo las dos.
—Tuve que recurrir a ma nostalgia y el recuerdo. Ese lugar donde somos felices.

Lo pensó ¡Muchísimo!. Entiendo que en esta suerte de bunker tenemos todo el tiempo del mundo, y ella abusó del tiempo.

—Puede salir muy mal...
—Rompió con ma tensión.
—Pero lo quiero hacer. La idea de regresar a los viejos tiempos me cautiva.

Victoria.

—¿De verdad?
—Que feliz estoy, deberían suponerlo.

—Si tú quieres.

—¡Claro que....!
—Tapó mi boca con sus manos.

—Shhh...

—Perdón.
—Susurré.
—¿Toca esperar hasta mañana?

—Si... Tengo mucho sueño... ¿Dormimos?

—Todo bien.

Nos dormimos rápido, la energía no nos dio para más.

◇=◇

Tengo todo el cachete rojo, dormí recargada en Ruby. Decir que fue incómodo sería mentir... la verdad.

¿Qué pasó con los locos esos? Eso está por saberse.

Salimos del sótano raro aquel, recorrimos los enormes pasillos desolados del mall. Cuando casi llegábamos reconocí que una cosa no estaba como la dejamos.

—Ten precaución al entrar.
—Me asintió.

Abrimos y... bueno... habían hurgado en todo, cuando digo todo es absolutamente todo. Los estantes en el piso, un vidrio roto, el piso con un agujero. Lo peor estaba en el pequeño cuarto: Un hoyo ¡Terrible! Del tamaño de un puño.

En definitiva nos encontraron, o por lo menos nuestra "casa". Que alentador...

—¿Continuaremos viviendo en esta galería?
—Preguntó Ruby, contemplando el daño irreparable que hicieron al hogar.

—En definitiva... no.

—Yo que pensé que las cosas iban a mejorar.
—Mencionó... triste.

—Puedo echarte la culpa encima. Pero esto iba a pasar tarde o temprano, no dejarán ir tan fácil a una fuente de dinero con piernas.
—Removía un solitario escombro al lado de mi pie.
—Es un fastidio. Habrá que empezar de nuevo.

—De nuevo.
—Lo dijo frustrada.
—¿Se hará lo del concierto?

—¿Por supuesto! El concierto se mantiene.
—Sin pensármelo dos veces.

—Tardaremos en realizarlo.

—Eso me temo.
—Tomé un pedazo de techo y lo arrojé con desdén a la pared.
—Retirémonos de aquí, no tiene sentido seguir mirando.

Despedimos en silencio a nuestra casa —sí que la extrañaré—. Tomamos todo lo que pudimos y, con muchísimo cuidado, salimos una por una del mall. El sol no sobrepasaba los edificios de mayor altura, significando que era de madrugada.

—La única garantía por la que nos mudamos ya no está, ¿Cómo conseguiremos un nuevo hogar?
—Me preguntó Ruby. Hace cuatro calles nos alejamos de ahí.

—Sepa Dios. Hay que seguir vagando y cantando lo que sea para obtener comida. Tarde o temprano hallaremos el lugar ideal: No muy lejos de las grandes concentraciones de gente, abandonado y "acogedor".
—Reí tras mencionar "acogedor". Le contagié la risa y rió igualmente.

—Cierto... trabajamos. ¿Hoy qué vamos a hacer?

—Sencillo: Cantar lo primero que se nos ocurra. Te seré honesta... olvidé que canción teníamos descargada en la bocina, así como el hecho de que no recuerdo si está cargada.

—¿Cuánto dinero nos queda?

—Más o menos veinte mil francos congoleños.

—Media hora en un ciber sí alcanza con eso.
—Sacó una fruta —de las que guardamos para comer—.
—¿Tienes hambre?

—Nop. Provecho.
—Le metió tremenda mordida a la pobre fruta,no le duró ni un minuto.

Pasamos el resto del día explorando más de la ciudad. Cayó la noche y dormimos en el mejor lugar que encontramos... ¿Adivinarán?

...

¡Otro techo!

En serio que le voy a agarrar asco a todo techo. ¿Ahora qué techo profanamos? Diré que no es un lugar habitado. En efecto, escogimos una tienda... abandonada —una vez más—. La cantidad de establecimientos abandonados es alarmante. Tuvimos que trepar unas cajas, pero todo bien, nadie va a molestarnos.

El día siguiente fue más común. Nuestro "Descanso laboral" acabó, así que cantamos, nada fuera del otro mundo. Fuera de otro mundo fue nuestra genial paga por repetir lo mismo de siempre.

—Nada mal eh. Es mucho más de lo que ganábamos allá.
—Contaba una y otra vez los billetes. Es adictivo.

—Perfecto. ¿Ahora qué?

—Comer...
—Lo obvio.
—Y ahorrar para comprar ropa.

—¡¿Ropa?! ¿Por fin?
—Se nota que esperaba de todo menos eso.

—Como vamos a hacer un concierto debemos de pensar en cómo vernos mejor. Me gusta nuestra ropa, pero tenemos como mes y medio que no nos la quitamos, se ve fatal, y el hecho de que nos hemos bañado como seis veces desde que vivimos en África no ayuda.
—Mi sensato argumento.

—Por fin. ¿Pero no la ropa es carísima?

—Totalmente de acuerdo, el asunto con la ropa es que hay ropa barata, más tradicional. Es lo que tenemos que comprar.

—Espero que la ropa sea bonita.

—¿Si ubicas a las señoras de Boma?
—Le pregunté.

—Sí... pobres mujeres...

—Más o menos ropa parecida a esa. Faldas MUY largas de un solo color con humildes detalles.
—Que descripción más pobre —como la ropa jaja... chistoso—.

—Es mejor que esto, seguramente.
—Dijo refiriéndose a la ropa que traíamos puesta.

—Pero para eso hemos de trabajar muy duro.

—Sonaste como esa gente de internet que vende cursos de mentira.
—Tiene un punto.
—Comprendo a lo que quieres decir. Está bien, vamos a dar el concierto casero más épico que verán en mucho tiempo.

Por fin pude sacar una cosa buena dentro de toda la desdicha que hemos sido forzadas a vivir. Es un alivio. Cómo tengo ganas de dar esa presentación.

◇=◇

De éste punto en adelante contaré todo de una manera superficial, ya que si no tardaría años diciendo todo lo que hacemos en el día a día.

¡Tenemos ropa nueva!

Dos semanas nos tardamos en tener prendas nuevas —lujazo—. Son —las prendas— tal y como las describí. Encontramos a señora en un tianguis que vendía de esa ropa a un precio módico. Pudimos comprar la ropa antes, nada más que Ruby no quiso arriesgar la estabilidad económica. Si querían saber, mi falda es de un color morado, más oscuro que mi pelo —desbordando originalidad—. Ruby, en cambio, fue más creativa, eligiendo un color azul cielo —medio meh, le doy un 6/10—, pero si a ella le gusta, ¿Cómo oponerme?

Esto implicará mayor gasto. Tenemos que lavar nuestra ropa de un algún modo. Hasta nos puede ganar el impulso y seguir comprando más ropa —imagina dónde tendremos que guardar todo—.

◇=◇

Elegimos el rooster de canciones que interpretaremos...

¿A quién engaño? Yo las elegí.

Desconozco el funcionamiento de los derechos de autor, con solo pensar en un castigo legal relacionado a eso tiemblo. Por lo tanto, para minimizar el posible destrozo legal que nos pueda pasar, elegí a un solo grupo para cantar: Soda Stereo.

Unos tipos que cantaron Rock en español hace unos veinte o treinta años, gracias a una canción de esos locos pensé en lo de los covers. De esas cantaremos doce canciones, variando entre los varios álbumes que tienen, para abarcar mayor público. Acá la lista:

1. Paseando por Boda (Roma).

2.Tele-Ka.

 3.De Música Ligera.

 4.Lo que Sangra (La Cúpula). 

5.Juegos de Seducción.

6.Fue. 

7.Corazón Delator. 

8. Sobredosis de T.V. 

9.1990. 

10.Persiana Americana. 

11.En Camino.

12.Ecos.


No son ni muy conocidos —a nivel mundial—, pero su relevancia tuvieron para que los descubriese en una noche de buscar ideas para la letra de una canción que tenía que hacer con Sarah.

Ahora... nuestra gran barrera.

—¿Funcionará?

—No creo.
—Terminé de pegar una hoja couche que valió medio riñón.
—Es con lo que tenemos que trabajar.

—Publicar en una red social el anuncio se me hacía mejor idea.
—En un momento se contraargumentó sola.
—Aunque... si hacíamos eso arriesgamos a que cualquier persona trate de contactar con nosotras. De igual manera, será más fácil para los locos hallarnos. En físico mínimo tenemos la certeza de poder ver quienes se interesan de nuestro anuncio.

—Eres muy lista Ruby.

—Gracias jeje...

Pegamos con cinta el triste anuncio en el que pedíamos los servicios de quien sea para separar los audios, y así, quedarnos con la instrumental, removiendo la voz por completo; aparte para que le meta unas humildes modificaciones por que así lo quiso Ruby.

Nos quedamos cerca del póster observando disimuladamente a ver y si de suerte jalábamos a uno que ayudara. Creo que esperamos cuatro horas o algo así, hasta que un joven de como veinticuatro nos dio sus datos para contratarlo —un número de contacto—. Por fin, todas las garantías que juramos en el anuncio dieron frutos.

Confiamos en ese hombre. Anotamos por ahí el número y nos llevamos el cartel para reciclarlo en otra parte. En la tarde, y con la ayuda de una mujer joven contactamos con él.

Tuvimos que explicarle un poco nuestra situación, sin llegar a decirle que nos secuestraron. Acordamos vernos en un café humilde —porque nos corren de los demás—. Mayor fue su sorpresa cuando vio que éramos niñas —relativo—, dudó demasiado de nosotras, por lo que le dimos la mitad del dinero por adelantado. Como seguro para nosotras, ahora sabemos dónde vive —no había mejores cosas con cuales trabajar—.

—¿Está bien darle ya el dinero?
—Cargábamos con la cena en bolsas de plástico, entonces preguntó eso.

—Calma, tú tranquila, confiemos en él. Naturalmente nadie gana dinero separando audios de canciones, y no es difícil en realidad, yo lo hacía. Obvio, aquí no puedo porque no tengo mi laptop, por eso recurrimos a externos.

—Tiene sentido para mí. ¿Cuánto crees que tarde?

—Te apuesto que mañana está listo.

—Vamos a visitarlo entonces.

—Sí.

Todo salió bien. El tipo se quiso pasar de listo y pidió que le diésemos un extra por "problemas técnicos", nos enojamos y lo empezamos a insultar en japones. No entendió y le dijimos que nos diera la usb —que compramos nosotras— y se conformara con la otra mitad de la paga. Perfecto.

◇=◇

¿Cuáles son las tres principales bases de las school idols?

1. Canciones.
2. Vestuario.
3. Coreografía.

La primera necesidad se cubrió ya, la segunda pues... tenemos a Ruby, y la tercera... es complicado.

En Japón funciona de maravilla, es la cultura que traemos de allá... África es un caso aparte. La canción idol promedio es movida y breve, incitando al baile. No encaja con el perfil de nuestra propuesta. Puede que en una o dos sí podamos intentar, pero son doce canciones, ni de broma se puede en todas.  Algo vamos a improvisar.

—¿Tenemos que practicar?
—Era temprano, pero Ruby ya quería calentar y hacer todas esas cosas.

—Sí, hay que ponernos en forma si queremos que salga bien.
—"Ponernos en forma" dice...

—¡Ya estamos en forma! Estoy flaca, con eso basta.

—"Eso" se le conoce como desorden alimenticio. Para vernos bonitas hay que comer más, saciar nuestro hambre como esas veces que celebramos un logro.

—Totalmente de acuerdo, hay que comer más.

—Para eso sí eres buena.

Aproveché la oportunidad y me la llevé a comer, lo que es relativo, ya que prácticamente yo fui la que comió más.

◇=◇

—Ey.
—Me toca el hombre —ya saben quien—.
—Acabo de acordarme que al no tener topa para hacer ejercicio, junto a que sudaremos mucho, vamos a oler todavía peor. Y no es saludable.

¿Cómo pude olvidar eso?

—No tenía ni idea, ¿Qué propones?

—Bajarle dos rayitas a la intensidad. Podríamos comprar aún más ropa, que no es el plan.

—Reducir la intensidad y sudar menos, que solución tan triste.
—Entre eso o más enfermedades prefiero esforzarme menos, lo que es irónico.

◇=◇

Que bello sentimiento, ser el centro de atención mientras haces lo que tanto te gusta. Y, para darle el broche de oro, ocupamos un lugar bonito para presentarnos.

Bueno, vamos a repetir plaza, nada más vamos a "Tratar" —en negritas— decorar. No creo que se pueda, pero es mi idea.

Ruby contenta con todo, encontró una razón para esforzarse fuera de escapar, el concierto fue la mejor elección.

Quisiera pensar en cosas más lindas... y lo haría, de no ser por.

—Me voy a morir.
—Sentí como la cena regresaba al lugar de donde salió, y, pasó lo inevitable.
—Vomité de nuevo.

—¿Segura que estás bien? Es la tercera vez desde ayer.
—Con un trapo me limpió la boca.

Me encontraba recargada junto a la pared del almacén, muriendo por vómitos.

—Maldito sistema inmunológico, ahora es cuando decides fallarme.
—Estoy exhausta...
—Perdóname si muero.
—Dije en broma.

—¡No morirás!
—Se tomó muy en serio mi broma.

—"No morirá lo que debe sobrevivir".
—Dios, referencia.

—A éste paso te llevaré con cualquier doctor para que nos dé la receta y comprarte medicina.

—Paso, me voy a recuperar.

—Lo dudo. Mírate, estás acabada.

—No puedo.

—Oh... cierto.
—Se rió.
—Que pena.

—¿En unos días se cumplen diez semanas no?

—Estás en lo correcto.

—¿Puedes creer que tenemos diez semanas en medio de la nada, a miles de kilómetros de casa?

—Es curioso...
—Observó el cielo, un poco bajoneada.
—Ya quiero regresar a casa, estoy harta de esto.
—Es la vigésimo séptima vez que lo dice.

—Es obvio que las dos estamos artas...
—Y para no comprometer el concierto...
—¿Te parece si después del concierto seguimos viendo cómo huir del Congo?

—¿Cuánto tardaremos en dar el concierto?

—Dos o tres semanas. Nos queda dinero que recaudar para rentar el lugar y un buen equipo de sonido. Aparte que mientras me siento a morir no trabajamos. Sí me recupero para mañana, no te preocupes.

—¿Quién te entienda Leah?
—Quién me entienda...

◇=◇

Mucho pasó tras eso. De puro milagro, recuperé mi condición, me siento mejor que nunca. Sobre los bailes: decidimos apartar por esta ocasión los bailes —que irónico—. Son varios los cantantes no compositores que solo cantan y se mueven de un lado a otro, vamos a copiarles eso.

Por lo tanto, pusimos el máximo esfuerzo en "naturalizar" las canciones. Como el español es un idioma nada que ver con el japonés, nuestras voces suenan terribles, y para enmendar el problema nos vimos obligadas a escuchar, hablar, y cantar las mismas doce desgraciadas canciones todo el día todo los días. Una experiencia que jamás recomendaré, me quedé a nada de perderle el gusto a esas canciones.

Los vestidos, se preguntarán —no lo hacen—. Las maravillosas habilidades en costura y manufactura mías y de Ruby han permitido reajustar otro estúpido par de vestidos que compramos en sobreprecio, ya que la encargada de esa tienda vio nuestra desesperación y se pasó de graciosa. Con varias agujas, mucha tela y unas tijeras logramos lo imposible —cero máquinas—. Por razones claras no quedaron tan elocuentes como los que hicimos por separadas para el Love Live!, lo bastante bonitos para usarlo orgullosa cuando toque. Digo "cuando toque" como si de algo lejano se tratase, y no es así. Mañana por la noche será la hora de la verdad, vamos a dar nuestro concierto.

Que rápido se pasó el tiempo...

—¿Qué hacemos en un Motel?
—Preguntó Ruby mientras nos adentrábamos a un Motel —obviamente—.

—Antes de hacer nuestro recital legendario tenemos que ir bien limpias y descansadas. ¡Daremos todo de nosotras!
—Pasamos con la recepcionista a pedir un cuarto. La mujer a cargo —de atender— se mostró paciente; entendió que no teníamos idea de lo que íbamos a pedir. Se hizo obvio en el momento que hablé en inglés. Unos amagues con las manos que necesitamos hacer, ya que su nivel de inglés no pasaba de preescolar. Gastamos —gasté— otro dineral, lo bueno, tenemos un cuarto y una regadera... ¡¿Regadera en un motel?! Preguntarán. Bueno, tampoco me lo creí, muy bueno para ser cierto. La señorita nos entregó las llaves e hizo lo posible para decir: "Mañana me entregan la llave".

Abrí la puerta número "98" y fui feliz por una fracción de segundo.

—¡Una cama!
—Ni bien vio la cama, se tiró un piscinazo a ella.
—¡Está bien cómoda Dios!
—Y no volvió a levantarse.

—Bueno, Ruby, hazme campo, también me quiero recostar.
—Me dejó la otra mitad de la cama —es una matrimonial— y me eché sin dudar.
—Tienes mucha razón, es cómoda.
—Ahí nos quedamos, en completo silencio, gozando de la buena vida —buena cama—. Simplemente es la primera vez que dormíamos bien desde el rapto.

Desconozco en qué momento caímos rendidas ante el sueño.

◇=◇

He recuperado años se vida con esa descansada, estoy lista para lo que venga, aunque no sin antes darme un baño digno; igualmente el primero que me doy desde que estoy aquí. No agua del río ni otras mierdas.

Un reloj de manecillas indicaba que son las 11:37. Había que presentarnos en el humilde local a las 17:00 para iniciar el adornado. A las 21:00 comenzaba la música. Los dirigentes del lugar tenían una idea de quienes éramos —en la RDC—. Así, me enteré que somos más conocidas de lo que creíamos. Le di mis agradecimientos a los encargados y les prometí las donaciones que lleguen a darnos —si lo hacen—. No necesitaremos más dinero tras el concierto, estoy segura.

Esperé echada en la cama unos veinte minutos a que Ruby saliera de bañarse y asearse. Cuando salió me levanté y apuré a Ruby para ya irnos.

—¿Dormiste bien?
—Pregunté por cortesía.

—Como nunca. Me siento renovada.

—Igual.

Se peinó —con lo que pudo— y por fin dejamos atrás el motel. Sí devolvimos la llave a otro encargado, no somos ladronas.

—Leah, ¿Por qué tanta prisa? Sé que hay que alistar el escenario, pero son las 12:30, no hemos desayunado.
—En cierta medida la entiendo, solo que no le puedo decir mis planes sin sonar sospechosa.

—La puntualidad es un valor importante en esta vida.
—Supongo que funciona...
—Yo quiero comer también. Todavía sobra un poco de dinero? ¿Vamos a desayunar?
—Se extrañó con mi oferta.

—Bueno... mientras sobre dinero. Es un sí.

Llegamos a un humilde desayuno, tan humilde que nos cobraron un dineral. La comida sabía bien... por lo menos.

Después de una nada breve caminata, llegamos al dichoso escenario. Actualmente es el escenario —donde se ponen los artistas— y un buen espacio para los aficionados —que dudo que sean muchos—. Nuestro trabajo es acondicionar el recinto antes de las 20:00, todo con el objetivo de tenerlo listo para cuando comiencen a llegar.

Trabajamos como cuatro hora en decoración hasta que nos cayó la hora de la comida. Quienes nos prestaron el escenario se mostraron caritativos, ya que nos vieron medio acabadas. Nos dieron una sopa y un trozo de carne.

No es mucho, pero es un gran gesto de su parte.

Reanudamos la de decoración del lugar y terminamos en dos horas. Quedamos algo sudadas, así que aprovechamos las otras dos horas para recapitular TODO de las canciones, y, limpiar nuestro sudor.

◇=◇

—¿Qué hora es?

—Las siete de la tarde.
—Me contestó con un papel con todas las letras de las canciones que cantaremos —¿memorizándolas?—.
—¿Es a las nueve no?
—Asentí.

—¿Estás nerviosa?
—Yo sí, no les mentiré.

—Un poco, ¿Tú?

—Sí...
—Se acercó.

—Nos saldrá bien. Hemos cantado frente a mucha más gente y con mucho más qué perder. A mí me salió bien... y tú, bueno...

—Siquiera lo menciones.
—Puse mi dedo frente a ella.
—Tremenda patinada me di esa vez. No pasará de nuevo.

No vimos mejor forma de perder tiempo que platicar de lo que salga. Tanto tiempo conviviendo como las únicas atrapadas en el Congo ha hecho que todos nuestros temas de conversación estén quemados o sobreexplotados, cosa que poco o nada importa, las conversaciones se sienten frescas.

Creo que olvidé mencionarlo; todo esto pasó en un cuarto del terreno en donde queda el escenario. Éste cuarto es una clase de almacén para sillas, cajas y varios.

◇=◇

¡Ya es hora! ¡Que nervios por el amor de Dios! No quiero ni ver si hay gente esperando por nosotras. Ya fue Ruby a calcular el aforo al que vamos a entretener. No serán muchos, seguro serán muy pocos y no sea rentable, lo sé. Llevo queriendo repetir lo de navidad con Ruby desde hace tiempos inmemoriales. Yo cuando me dijo Ruby que había que hacer algo entre las dos estuve feliz. Todo iba de maravilla hasta que de la nada llegan todas sus amigas de la manera más misteriosa e inexplicable posible. ¿Fue bonito ganar? Sí, ¿Así quería ganar? No.

Mientras me rompía la cabeza descifrando cómo las amigas de Ruby se aprendieron la letra y la coreografía sin yo darme cuenta, Ruby entró desentendida, abriendo la puerta con brusquedad.

—¡Leah!
—Temblé.

—¡¿Qué pasa?!
—Di un brinco del susto.

—¡La gente fue a vernos!

—Sabemos que iban a vernos... ¿Por eso me diste ese susto?

—Aparte vengo a recordar que ya te tienes que cambiar la ropa.
—Lanzó a mí una bolsa negra en la que seguramente iba el vestido que hicimos para mí.
—Es la hora.

Saqué el flamante vestido magenta de la negra bolsa y me deleité con él un rato.

—Es hermoso...
—Unos momentos más tarde Ruby me dijo que "Es para hoy" me había distraído de más.
—A ti también te queda bien. Ahora vete que quiero cambiarme.
—Se fue.

Me saqué la otra ropa y me vestí con el poderosísimo vestido. Lo que más me gusta de éste es la combinación que tiene entre la vestimenta más tradicional del folklore africano junto a algunos detalles que se implementan típicamente en las idols.

Salí minutos después, lista para dar la presentación de mi vida —quince años no es mucha experiencia—. Como esto queda detrás del escenario nadie nos ve.

Ya ahí, esperábamos el momento para empezar. Al acercarme, el ruido de varias voces me desconcertó, ¿De verdad vino toda esa gente? Saqué la cabeza al exterior y lo vi: Una generosa muchedumbre esperaba a que saliésemos. Fue imposible evitar hacer una mueca rara de pura alegría.

—Toda esta gente vino aquí nada más para oír a dos niñas cantar canciones que, ni les pertenecen, ni son del idioma que hablan. Que loco.
—Daba un último chequeo a los aparatos de sonido y al 'rooster' de canciones. Me era imposible ocultar el nerviosismo.

—Todo esto lo logramos juntas. La "campaña de publicidad"/pegar posters por media ciudad funcionó. E inclusive hasta lo que nos dijeron los señores: "Nuestra fama".
—Ella igual sonreía.
—Hay que enorgullecernos de lo que logramos, empezando desde 0.

—Así va a ser...

En un minuto teníamos que salir.

—En menos de un minuto tenemos que salir, ¿Quieres empezar antes?
—En mi mano sostenía el aparatito que lo iba a iniciar.

—Todo bien.
—Volteó a dónde tenemos que ir. De una caja sacó dos micrófonos —esos que tomas como una paleta—, me entregó uno.
—A trabajar.

—Gracias.
—Solté un largo suspiro antes de comenzar con la canción. Justo cuando empezó la tonada el público se alteró, y calculando por el ruido, no son pocos.

Tenemos nueve segundos para llegar.

—¿Lista?

—Más que nunca.

Con mucho que ganar y nada que perder, aparecimos frente a toda esa multitud, que ovacionaron nuestra entrada. Hicimos lo típico de saludar —en inglés—, agradecer a todos por su asistencia... y a darle.

◇=◇

Bueno, en lugar de resumir cada canción una por una, les describiré cómo fue cantar una, con todo y eso.

Esta es la quinta canción: Juegos de seducción. Corta, sencilla y para todo el público —no—.

Recién acabamos la canción anterior. El público elogió el gran esfuerzo que estábamos haciendo, y razón no les faltó. El esfuerzo que hubo entre las otras cuatro canciones es infartante. Estoy diciendo mucho "canción/canciones".

La canción empieza en cinco, recuperaré todo lo que pueda de aliento.

Cuatro, tres, dos...

Uno.

La instrumental empezó su tonada. De aquí a que comience la letra tengo otros veinte-veinticinco segundos. Para hacerme más fácil la vida, lo que va subrayado es Ruby, y lo que aparece en negritas soy yo. Por ende, todo lo que vean subrayado y negritas somos las dos —con lo originales que somos, igual a como se cantan las idol-canciones—.

"Voy a ser tu mayordomo
Y vos harás el rol de señora bien"

Los dos primeros versos, no mucho más que decir.

"O puedo ser tu violador
La imaginación esta noche todo lo puede"

Luego, el todopoderoso coro:

"Te llevaré hasta el extremo
Te llevaré, abrázame,
Este es el juego de seducción"

Es evidente que no nos quedamos como un poste ahí en medio de la nada, nos movíamos, hacíamos gestos... lo normal.

"Estamos solos en la selva
Y nadie puede venir a rescatarnos"

Son las dos líneas que hicieron que eligiera la canción. Algún tiempo atrás, traduje una que otra canción suya —de éste grupo—. Cuando terminamos en África y comenzamos la planeación, recordé la letra y me dije: "Tiene que entrar esta"

"Estoy muriéndome de sed
Y es tu propia piel la que me hace sentir este infierno"

Coro:

"Te llevaré hasta el extremo
Te llevaré, abrázame
Este es el juego de seducción"

Para éste punto la canción está casi terminada, va a continuar con instrumental, y  cabo de un rato, seguimos. Me sorprende cómo los que nos ven no parecen aburridos o desinteresados —la gran mayoría—. Es fantástico.

Entre toda la pausa teníamos que hacer unos ruidos 'extraños' —gemir—.

"Te llevaré
Hasta el extremo
Te llevaré
Abrázame
Este es el juego de seducción"

Falta poco.

"Estoy muriéndome de sed
Y es tu propia piel

La que me hace mover
Me hace mover, me hace mover en extremos"

Más ruidos extraños, instrumental y se acabó. Fuimos aplaudidas por la tribuna.

Miré a Ruby; sonriendo por el resultado, yo seguí sus pasos y esbocé una sonrisa. Con mis manos le hice la seña de "6" para decirle que la siguiente canción es la sexta. El resto... es historia para otro día —nunca—.

◇=◇

Última canción, tres versos y todo termina... Dios, creer que todo va a acabar, que ya estaremos en casa... emoción pura.

"Todo es tan normal"

"Tan frío"

Acabó. La versión original dura casi dos minutos más, pero en sí, la letra acaba mucho antes. Es por eso que encontramos prudente cortar todo ese trozo de canción a un simple degradado, para hacernos el favor.

En las prácticas había que esperar un momento para dar por terminado nuestro recital, Ruby no pudo aguantar ni tres segundos.

—Thak You everyone!
—Ruby saludó a todo el aforo. Para no quedar mal les agradecí del mismo modo.

—Thanks for give us the opportunity to sing for you!
—Verán que mi inglés no es lo mejor que existe.

—We love you guys!
—Se dejó llevar por la emoción y lloró —de felicidad—.

Nos quedamos ahí conviviendo un poco con aquellos quienes sabían inglés. Firmamos varias cosas y nos pidieron una que otra foto.

Al cabo de media hora no quedó nadie. Nosotras, bueno, quedamos acabadas.

—No siento la voz.
—Dije con la voz más ronca de la historia. Como Ruby no estaba en mejor situación, levantó el pulgar.
—¿Quieres regresar?
—Se sorprendió de mi comentario. Asintió energéticamente.
—Se me ocurrió una idea hace poco. ¿Qué tal si lo hablamos con el gobierno? Sí, una vez le tiramos una silla a una ventana, pero ya pasó.
—Quedó en blanco, no se lo podía creer.

—¡¿Se puede hacer eso?!
—Pensé que se vería feliz por la noticia, ahí erré mi predicción.

—S...sí.

—Soy estúpida.
—Se jaló del pelo.
—¿Por qué no lo pensé antes?

—Relájate Ruby, yo tampoco pensé en eso.
—Mentira.
—Hay que verlo del lado bueno. Si funciona vamos a huir de África. Y además esto nos dio la oportunidad de dar el concierto.
—Me equivoqué terrible con el comentario, casi revelo mis intenciones. Lo bueno que es más inocente que yo y lo pasó por alto.

—Tienes razón, hay que investigar. ¿Sabes la distancia?
—Se tranquilizó.

—Sí, son más o menos veinte minutos. Antes hay que arreglar unos asuntos con los dueños del local, en especial las "donaciones".
—Cerca del lugar estaba la caja de las "donaciones". ¡Es un dineral!" Mis ojos no conciben la suma que ha de significar, lo gracioso es que nada de lo que ganamos va para nosotras.
—La caja pesa lo suyo eh.
—Mis dedos ya no aguantaban más, exceso de peso en mis delicados dedos.

—¿Ocupas ayuda?
—Preguntó.

—Sí.

Las dos cargamos la caja hasta un cuarto —de control—. Depositamos todo el dinero en otra caja y cerramos con seguro. Seguimos las indicaciones de los señores y escondimos las llaves en una roca en medio de la nada —nos tuvieron mucha confianza—.

Con un único objetivo que hacer, viajamos hasta hacienda, tremendo deja vu. Ahora, ya no cometeremos actos de vandalismo involuntario.

Llegamos en la noche —tipo... once y media—, el guardia se sobresaltó al vernos. De inmediato llamó mediante la radio y no tardaría mucho en llegar más gente de seguridad. Rápidamente un intérprete —inglés— nos dijo que no nos asustásemos, que ahora estamos bajo seguridad del gobierno. Tres guardias nos escoltaron a una zona del despacho en la que nos entregaron comida y agua —tremendo deja vu—. Pese a que no me trae los mejores recuerdos, agradecí el gesto.

Minutos tarde, ya alimentadas, llegó un señor a contextualizar de nuestra situación. Descubrimos que el gobierno japonés tenía tiempo haciendo presión para nuestro rescate, incluso que teníamos un poco de fama en Japón.

Terminó comentando que mañana nos devolverían a casa. Cuando escuchamos la noticia, Ruby se me lanzó a darme un abrazo, la más pura felicidad que la caracteriza.

Nos hospedaron en un hotel cercano al Aeropuerto Internacional de N'Djili; un avión privado nos dejará en Tokyo. La oportunidad de tomar un baño es imperdible... el problema son cambios de ropa...

◇=◇

Paso a paso, subíamos a ese avión privado, mandado exclusivamente para nosotras. Tomamos asiento en unos asientos junto a una mesa. Se nos notificó que salíamos en pocos minutos.

—Somos libres, ¿Te lo puedes creer?
—Comenté.

—No sabes cuánto esperé a que esto pasara... todos van a estar felices de que volviera.

—¡Cierto! Olvidé la existencia de mi hermana....
—Se rió conmigo.

Ambas guardamos silencio, no necesitaba platicar de mucho más con ella... menos de una cosa que me aqueja desde antes de ser secuestradas.

—Oye... Ruby.
—Dije sin pensárselo mucho.
—Tengo tiempo que te quiero decir algo.
—Se extrañó —Ruby—, volteó a verme confundida.

—¿Qué puede ser?

—Antes de ver esos carteles engañosos iba a preguntarte una cosa, es la razón por la que le pedí a tus amigas que nos dieran un tiempo.
—Tenía toda su atención.
—¿Puedo hacer la pregunta?

—Puedes hacerla.

Me armé de valor... allá vamos.

—¿Te gustaría dedicarte a la música conmigo?

—...
—Agachó la mirada. Decidí dar más detalles.

—Sé que seguimos en los estudios, pero lo podemos balancear... también sé que vivimos lejos... lo puedo arreglar, ¡Puedo mudarme allá! Encontraré la forma de subsistir.
—Su mirada no subía. Comenzaba a preocuparme.
—Lo admito, no es seguro y puede salir muy mal, pero quiero hacer esto contigo. Esta experiencia solo hizo más que reafirmar mi postura: "Quiero dedicarme a la música contigo".

Pensó minutos eternos y enteros, por un instante pensé en retractarme, fue en ese momento que mi vida cambió.

—Yo también sé lo arriesgado que es, justo y como tú dices: " Quiero dedicarme a esto contigo". Una vez se me habrá pasado por la mente la idea de vivir de la música, más en especial con las idols. De todo lo horrible de esta experiencia, pude sacar a limpio mi amor por la música... ¡Quiero hacerlo!
—Se levantó emocionada.
—¡Podemos hasta dejar la escuela y dedicar todos nuestros esfuerzos a nuestra carrera!.

—Ya para eso habría que pedir permiso a nuestras familias... ¡Pero me gusta!

El avión despego, y todo el tiempo que nos mantuvimos despiertas fue para debatir ideas para nuestra naciente carrera musical. ¡Incluso hablamos de hacer un libro de nuestras aventuras en el Congo! —idea poco realista—.

Caímos dormidas horas más tardes, esperando a ser despertadas por haber regresado a casa.

◇===◇

Soy libre. Muchas gracias a quien sea que haya llegado hasta acá. Pronto tendrán mi opinión de lo que fue esta historia, así como los agradecimientos a los 3 pibes que votaron esto. Los quiero mucho.

Adiós y hasta pronto :D

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top