Capítulo 3: Quizás sí o quizás no
El olor a pasto fresco y recién cortado se hizo presente en el ambiente, y cómo no, dentro de las fosas nasales de Jimin, quien se encontraba lavando los trastos con la mente ocupada en su mundo y en el giro drástico que había dado hacía algunas pocas horas.
Había estado limpiando la casa de principio a fin, sintiéndose a gusto con el contraste de aromas que parecieron hacerse presentes. Ayudó a su madre, limpió un poco su habitación, el baño y por último se halló delante del fregadero.
¿Estaba haciendo las cosas bien? Su inseguridad constante hacía que aquella pregunta se filtrase en su cabeza cada dos minutos.
<<Es solo un casamiento, basta de darle tantas vueltas al asunto>> pensó cansado pero tal vez era mucho más que eso. Secó sus manos y tomó asiento al lado de la cama de su mamá, suspirando repetidas veces como si de esa forma se solucionaran sus dudas.
—¿Podés creer que pasó? —dijo finalmente mientras apoyaba su mentón sobre sus manos.
La respuesta que recibió fue el silencio porque claramente ella no iba a responder.
—Chris me propuso casamiento y por algún motivo no sé si estoy sintiendo lo que hubiese querido sentir. ¿Es normal contraer matrimonio después de cinco meses en pareja con alguien? Es demasiado poco.
Se puso de pie, caminando de un lado a otro, sintiendo como el nerviosismo comenzaba a trepar por su piel, quemando su interior.
—Sé que de todas formas no iba a tener alternativa y no es que no me guste, solamente quiero tener más tiempo para mí, ser un joven de mi edad y poder disfrutar pero acepté —dijo rendido, arrodillándose en un rincón mientras tomaba la mano ajena —. Mami, no sé si quiero hacerlo.
Sintió unas lágrimas sobre sus mejillas rojas pero sabía que eso no iba a servirle de nada, estaba destinado a eso y por más que no le gustase, estar comprometido no significaba casarse en ese mismo instante. Chris tenía que respetarlo con sus tiempos.
—Te extraño.
Besó la piel del dorso de la mano contraria antes de ponerse de pie y salir de allí dispuesto a responder los mensajes que sus amigos le habían estado mandando durante toda la mañana, sin saber que su madre había mostrado una leve respuesta.
Parecía ser que Minho, su mejor amigo, había abierto la boca antes que él y por esa razón todos estaban hablando de salir en la noche para su "despedida de soltero". Debería prepararse para aquel momento abrumador.
¿Acaso no podía disfrutar de las cosas más lentamente?
Una, dos, tres y eureka.
Tomó su valija de aquella cinta interminable, ¿alguna vez habían tenido que sufrir la demora de los aeropuertos y lidiar con la cantidad de gente que te empuja para conseguir su equipaje?
Jeon lo detestaba.
Comenzó a arrastrar sus ruedas sobre las baldosas claras y aferró su mano libre al bolso extra que había podido llevar en el vuelo. Estaba cansado y bajo las gafas de sol había dos ojos cargados de sueño y decorados por unas ojeras más que notorias.
Lo único que le alegraba de su retorno era ver a sus amigos una vez más, los había extrañado mucho pero también echaba de menos su cama, sus cosas. Uno aprovecha los lugares del exterior para descansar pero es inevitable no extrañar.
Atravesó las puertas cristalinas y el bullicio lo aturdió, claramente era algo normal porque muchas familias y personas singulares esperaban a otras que estaban en su misma situación. Él no fue una excepción porque sus amigos estaban de pie junto con la multitud sosteniendo un cartel que decía "bienvenido a casa, infiel"
Su primera intención fue darles un abrazo grupal pero Felix fue quién empujó al resto con la excusa de qué él era su mejor amigo y debía hacerlo primero.
—¡Todos somos sus amigos! —dijo Yeonjun en modo de queja mientras empujaba al rubio para poder hacerse un espacio él también.
—No peleen, acabo de llegar —respondió con una carcajada mientras observaba a su alrededor —. ¿Y Hyunjin?
—Por ahí.
Yoongi dobló el cartel que estaban sosteniendo hacía segundos y giró su cabeza, indicando al joven prácticamente atado de manos y con una cinta sobre sus labios.
—¿Y eso por qué?
—Para que no meta más la pata. —acotó Yeonjun yendo hacia Hyunjin para tomarlo del brazo y comenzar a caminar.
—¡Mi querido Kookie! —Su mejor amigo le abrazó por los hombros mientras emprendía el recorrido detrás de los demás —. Vamos a tener que celebrar tu llegada y tu cumpleaños atrasado.
—Es verdad, nos debes una buena noche de ebriedad —dijo Yoongi a la par.
—Todo lo que quieran pero en este momento mis ganas de salir son nulas.
Entre todos se ocuparon de darle una mirada fugaz, algunos con ojos entrecerrados escondiendo una ira asesina y otros con indignación. El rubio a su lado se encargó de dejar un golpe en su hombro por parte de todos.
—¡Ni lo sueñes!
—¿Qué tiene de malo? Acabo de llegar de un viaje y quiero descansar.
—¿El viaje no fue suficiente descanso? —cuestionó Yeonjun.
—No.
—Kook, tenés que salir y despejarte, además te extrañamos mucho. —El rubio apretó un poco su agarre tratando de transmitir confianza suficiente.
Y se había rendido, sabía que negarse era imposible ya que no le iban a dejar en paz, si no era hoy iba a ser mañana y prefería agotar todas su batería por completo esta noche.
—Solo un rato.
Aquellas tres palabras les sirvieron de consuelo a sus amigos porque comenzaron a celebrar mientras se dirigían hasta la salida del aeropuerto mediante conversaciones banales y algún otro dato relevante de los últimos seis meses.
El viaje en auto se sintió cómodo, hacía rato que no gozaba de la compañía de alguien más. Jeon era alguien solitario pero en ese mismo momento agradeció estar ahí con la música fuerte, con sus amigos gritando en sus oídos y con los chistes sin sentido que solo ellos entendían.
No lo decía pero los quería mucho.
—¿Estás listo para ir a tu casa? —preguntó Yeonjun, dispuesto a soltar a Hyunjin.
—Sí, supongo que sí.
—¡Ánimo, amigo, vas a ver que va a estar todo bien! —Le animó Yoongi desde el lado del conductor —Con suerte no hay nadie y pasamos la tarde en paz.
—Eso mismo deseo ahora, hubiese pedido eso para mi cumpleaños —rió acomodándose en el asiento.
—Porque todavía no sabes lo que te está esperando en tu casa.
—¡Hyunjin! —gritaron todos al unísono, agrandando aún más la carcajada del morocho.
El reconocido olor de su barrio hizo que un pequeño escalofrío recorriese su cuerpo, sintiéndose realmente en casa. Ansiaba volver a su rutina, a la universidad, a pasar el día en su habitación hablando con sus amigos e incluso volver a tocar su hermosa guitarra, un hobbie que tenía olvidado pero que parecía cobrar importancia por la distancia.
Y, efectivamente, Hyunjin tenía razón, no había nadie en la casa y tuvieron la oportunidad de ir directo a su cuarto donde una caja blanca adornada con un lazo color rojo.
¿Qué se traerán entre manos? Pensó durante el trayecto hacia aquel obsequio. Por más que no portara emoción alguna en su rostro, le gustaba recibir estos mimos por parte de sus amigos. Al quitar la tapa, se trataba de nada más y nada menos que un cachorro.
—Sabemos que te sentís solo, por eso mismo buscamos que tengas una buena compañía en nuestros momentos de ausencia. —explicó Felix.
—Jamás tuve un perro, ¿cómo sé si puedo cuidarlo bien? —Su voz sonó dubitativa, pero estaba sumamente emocionado.
—Yo jamás tuve uno tampoco y vos viste lo bien que está esa bola de pelo. —argumentó Yoongi con aire de superioridad.
—Buen punto. Le tengo que poner un nombre.
Lo tomó entre sus manos y todos se acercaron, comenzando a tocar su pelaje, salvo Yeonjun que tironeaba de su cola entre risas.
—Merengadas, como las galletas que me haces comprar desde el día en que te conocí —dijo Felix de forma acusadora.
Y era verdad, ambos se habían conocido de pequeños en la escuela. Por aquellos años, Jungkook quería forjar su personalidad, aunque no sabía ni siquiera cómo era, pero en esa época Felix tiró su bebida sobre el cuaderno del morocho. No, no se enojó pero sí le aclaró que para que pueda perdonarlo le iba a tener que comprar un paquete de galletitas, y así fue.
Era hasta la actualidad que seguía siendo de esa forma.
—Bien, merengada —afirmó —, pero por revelar una historia de índole privado vas a tener que comprarme dos paquetes.
El rubio en respuesta resopló y abandonó la habitación.
Quizás, Jungkook había encontrado un nuevo inicio con un nuevo y diminuto compañero.
Quizás, Jimin debía aceptar la idea de que no iba a poder tener su soledad y el refrescante aroma del césped a cada mañana sin saber que éste, de alguna forma, indicaba un pedido de auxilio por parte de las plantas.
Quizás, ambos habían cometido un error en aceptar ir al club por la noche.
Quizás si o quizás no pero eso no significaba que no pueda ser bueno.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top