Capítulo 2: Nuevos comienzos


¿Qué se podría dar por obtener una vista deslumbrante con solo abrir los ojos?

La ciudad de Verona, el escenario de Romeo y Julieta, con sus edificaciones antiguas y medievales lograban deslumbrar a cualquiera que allí habitase de forma permanente o no. Era el caso de Jungkook pero lamentablemente no podía apreciarlo lo suficiente. El joven decidió viajar hace unos seis meses porque su cuerpo necesitaba un respiro de todo lo que aconteció en su vida.

Su padre había fallecido y no fue para nada sencillo. Desde su infancia se había esmerado por ser el mejor en todo con tal solo recibir su aprobación y no era que la necesitara en demasía pero ante sus ojos y los de cualquier persona que le haya conocido, había sido alguien ejemplar y digno de admirar pero por alguna razón la relación de ambos había estado distante los últimos años.

Había sido un golpe muy fuerte tanto para él como para Chris, su mellizo, aunque no le generaba tanta empatía por él porque ambos no tenían demasiada afinidad después de todo pero por algún motivo no había sido capaz de apartar su vista de la ventana pensando en qué estaría sucediendo en su casa.

Cuando de repente acontecen demasiadas cosas es difícil poder asimilarlas y dejarlas a un lado aunque te escapes y refugies en otro sitio como coraza protectora.

—Entonces ese es el mito de la comadreja —dijo su amigo Hyunjin desde el otro lado de la pantalla mientras los demás reían de lo malo que había sido todo aquel monólogo sin sentido —Jeon, te estás perdiendo de mi hermosa labia, por más que mires y mires aquel edificio no va a cambiar su forma.

Dejalo, son cosas de personas de veinticinco años —Se oyó antes de que todos vuelvan a carcajear una vez más.

Jungkook había pasado su primer cumpleaños lejos de sus amigos y todo se trató de chistes a través de mensajes e incluso en las seis videollamadas que hicieron pero le había resultado extraño, era otra de las razones por las que notaba que su vida comenzaba a tomar un rumbo nuevo que jamás pidió.

De a poco se dio la vuelta y tomó una bolsa que descansaba en un rincón de la habitación antes de sentarse para poder acomodar la computadora sobre sus piernas.

—Como persona de veinticinco años compré mi propio regalo —espetó sonriente mientras sacaba un par de zapatillas color blanco que dejó a todos sorprendidos —¿Y bien? ¿Les gusta?

Son hermosas —dijo Hyunjin feliz, lo cual al morocho le hizo sentir bastante bien, ese calzado lo venía esperando hace mucho —. Nosotros te las vamos a regalar en negro.

—¡Hyunjin, yo te mato! —continuó Yeonjun mientras sacudía su teléfono celular en señal de que realmente iba a asesinarlo.

—¿Por qué hiciste eso? —Felix se tiró hacia atrás mientras tapaba su rostro en señal de cansancio. Mientras tanto, Yoongi se encontraba cruzado de brazos sin ninguna palabra certera que poder acotar al respecto.

—Puedo hacer que no escuché nada, como siempre.

—No se trata de eso —suspiró su mejor amigo mientras volvía a apoyarse nuevamente sobre el escritorio —, es solo que es frustrante, lo estuvimos guardando muy bien y queríamos dártelo cuando vuelvas mañana en la tarde.

Es verdad, lo dejamos en casa de Yeonjun porque sabíamos que si él lo tenía a la vista iba a abrir la boca. —Finalmente Yoongi habló antes de beber un sorbo de su jugo de naranja.

—A todo esto, ¿dónde está Yeonjun?

De repente unos gritos se escucharon desde la cámara de Hyunjin, quien comenzó a correr por todos lados ya que era perseguido por alguien y sí, esa había sido la respuesta a su pregunta. El único que rió ante la situación fue Jungkook porque sabía que se lo merecía, no era la primera vez que el castaño se mandaba alguna de sus travesuras pero sabía que lidiar con eso el día de mañana iba a ser todo un caso.

Cuando se hizo un poco más tarde simplemente se sentó a observar el ocaso con una taza de té en sus manos. Son esos momentos de la vida donde te pones a pensar en si realmente estás tomando las decisiones correctas y no le gustaba porque él era alguien muy seguro de sí y de las cosas que hizo en casi todo lo que respecta a su futuro pero al mismo tiempo le era imposible no tener esas charlas consigo mismo donde muchas veces se cuestionaba su accionar junto con un "qué hubiese pasado si..."

No sabía cómo pedir perdón ni tampoco sabía por qué hacerlo pero sus papás ya no estaban y lo único que le quedaba era volver y hacerse cargo de su vida en vez de seguir huyendo como lo venía haciendo últimamente.

No creía que fuese tan difícil pero seamos honestos, ¿cuándo algo fue realmente sencillo?


Se oían jadeos y un par de quejas por el joven que aún seguía camino a la casa del novio de su mejor amigo, ¿acaso esta había sido una buena idea? Claramente no, pero había sido sometido a la tortura de la caminata solo por haber accedido a darle una mano a Chris. Era en estos momentos cuando se daba cuenta de lo mucho que odiaba tener afinidad con las personas.

Las calles empinadas parecían ser interminables, quería darle unos cuantos golpes al que había diseñado aquel pueblo porque odiaba el ejercicio, odiaba caminar y no entendía cómo es que a su amigo aquello parecía no tenerlo ni un poco molesto.

Jimin y Minho eran dos personas completamente diferentes de la cabeza a los pies e incluso a lo que gustos respecta pero de alguna forma se complementaban y eso los hacía sentirse bien.

—¿Desde cuándo la casa de tu novio queda tan lejos, Park? —dijo arrastrando un poco los pies e intentando mantenerse sereno.

—Está donde siempre pero nunca venís caminando, esa es la diferencia.

—¿Para qué caminar si tengo auto? —bufó y se sostuvo del brazo de su compañero hasta que llegaron a su destino.

La casa de los Jeon era inmensa, no destacaba en demasía porque todo en aquel lugar lo era, su color blanco, su arquitectura y sus grandes ventanales hacían que los ojos de Minho caigan enamorados una y otra vez. Si bien él vivía en ese barrio, le gustaba mucho la fachada de las casas ajenas, por tal motivo se dispuso a estudiar aquella carrera. No obstante, extrañaba un poco vivir lejos de tanto lujo.

Por el contrario, Jimin se sentía a gusto con su casa y su toque hogareño, no tenía algo demasiado ostentoso ni caro para ser parte de aquel lado de la sociedad pero le gustaba la calidez, los detalles en madera clara y bueno, la historia también tenía un gran valor sentimental porque era su hogar, su padre la había construido con ayuda del señor Jeon, su mejor amigo y vecino de aquel entonces. 

Aún tenía recuerdos lúcidos de su infancia, incluso cada una de las palabras que sus padres le comentaron acerca de su futuro. Las charlas nocturnas con su mamá respecto a su compañero de vida también volvieron a su mente, solían acostarse en la cama mientras el más bajo trataba de adivinar algún que otro detalle de la persona que le acompañaría después de sus dieciocho. Solían ser comentarios muy positivos y amigables. Le generaba mucha nostalgia no poder hacerlo actualmente.

El castañeo de llaves se oyó de fondo y ambos dejaron de pensar, regresando a la tierra. 

Eun-ji se hizo presente haciendo resonar sus tacones sobre el cemento del suelo. Con una sonrisa colocó el objeto metálico en la cerradura de la puerta y le permitió el paso a los jóvenes junto con un cordial saludo.

—¡Buen día, chicos! —dijo el ama de llaves con un cariño maternal —. Es bueno verlos

—¡También nos alegra mucho verla, señora Jun! —respondió Jimin con mera simpatía.

—¿Qué los trae por acá? —interrogó sacando charla mientras ambos la seguían hacia la puerta principal.

—Oh, nada particular, solo que me olvidé algo la última vez que vinimos.

Ninguno dijo nada en el resto del camino salvo el más bajo, quien gesticuló con sus labios "¿dónde está Chris?" ya que era él quien solía abrirles la puerta cuando de ellos se trataba pero solo recibió un encogimiento de hombros como respuesta.

Continuaron su camino hasta ingresar a la casa, la cual por alguna razón olía a frambuesa, tal vez se trataba de algún desodorante de piso o eso pensó Jimin.

—Necesito ir al baño pero mientras tanto puedes ir buscando a Chris. —dijo su compañero dejando dos palmadas en su hombro antes de desaparecer.

Sin darse cuenta que había quedado solo, por ende comenzó a caminar hacia lo que sería la sala de estar encontrando ésta casi a oscuras, salvo por la luz del enorme ventanal cubierto por una cortina color blanco.

—¿Hola? —susurró temeroso mientras se acercaba a pasos lentos y poco seguros.

Su mirada aterrizó en el piso una vez que sintió algo bajo su suela pero al levantar observó que se trataba de un pétalo de rosa y fue en ese instante que cualquier atisbo de terror fue reemplazado por una ceja arqueada ya que había un pequeño camino formado con ellos sobre el suelo de madera. 

<<¿Se trata de una propuesta poco discreta para tener sexo?>> Pensó un tanto curioso y disgustado. Jimin odiaba las cosas cursis pero bueno, para gustos, colores.

A los pocos segundos de emprender por aquel recorrido encontró una nota bajo el arco que daba el acceso al comedor, no decía nada interesante, solo un "continúa por aquí" y claramente le pareció absurdo porque iba a seguir por ahí, el propio camino le llevaba a eso.

Decidió omitir aquello y continuar su camino sin volver a levantar alguna otra nota pero al llegar no esperó encontrarse con lo que tenía delante de sus ojos. En aquel espacio estaba Chris rodeado de otra indescifrable cantidad de pétalos pero esta vez de un color rojo mientras en su mano cargaba un ramo de flores que pareció sofocarlo. No es que le disgustaran, amaba las rosas pero lo sintió un poco mucho.

Por un segundo comenzó a pensar si se trataba de algún cumple mes que se le había olvidado pero solía tener todo bajo control, por eso descartó la idea por completo. 

—¡Amor! —dijo acercándose con pasos rápidos para dejar un beso sobre los pomposos labios del más bajo.

—¿Qué es todo esto? —preguntó Jimin con una sonrisa intentando disimular un poco su desagrado hacia esa clase de cosas.

—No es nada, solo un detalle que quise darte porque lo mereces y no es justo que haya fechas que tengan que limitar cuándo puedo hacerlo y cuándo no.

El mayor corrió una silla y le invitó a sentarse para poder hacer lo mismo del otro lado. Cuando menos lo esperó una sirvienta se acercó a colocar diversos platos en el centro de la mesa y sí, Jimin tenía hambre pero aún así la incertidumbre del porqué no le dejaba abrir su apetito del todo. Cuando comenzaba a surgir una pregunta en su cabeza era muy importante que alguien se la responda.

—¿En verdad hiciste todo esto porque sí? —cuestionó tomando un sorbo del agua que yacía en su vaso.

—Bueno, realmente no y de verdad le tengo que agradecer a Minho de que te haya traído hoy. —Soltó una carcajada amigable.

—No puedo creer que caí ante él —respondió uniéndose a la risa de su compañero.

—Espero te gusten todos estos platillos porque los escogí uno a uno para que te vayas feliz, ya sabes lo que dicen, panza llena y corazón contento. 

—¿Planeas tirarme a los perros después? —bromeó el más bajo pero Chris negó con seriedad.

—¿Cómo podría hacer eso?

—Era solo un chiste...

Los ojos de Chris cambiaron de repente y comenzó a reírse con su boca cerrada debido al pedazo de carne que tenía dentro de ella. 

—Claro, lo siento. 

Un silencio se hizo presente y Jimin quería comer algo pero hace rato se había planteado el dejar de consumir carne, le sorprendía que su compañero no lo haya recordado ya que se lo había dicho en diversas oportunidades pero aún así no iba a culparlo, sabía muy bien que tenía sus propios asuntos y no siempre se puede tener en cuenta tantas cosas al mismo tiempo.

Siguió divagando un poco más antes de servirse una rica ensalada de papa con zanahorias.

—¿Te gusta?

El rubio asintió mientras pinchaba con su tenedor la comida que llevaría a su boca. Todo eso había sido ¿tierno?

Jimin bien sabía que Chris y él eran dos mundos opuestos y no necesariamente por el dinero sino que tenían dos personalidades diferentes incluso cuando de los detalles se hablaba. El mayor era muy romántico mientras que el menor era tal vez de menos regalos y más salidas.

No era desagradecido ni tampoco le generaba una molestia inmensa, porque esa era la personalidad de su compañero, pero debía admitir que le estaba costando porque seguía intentando acoplarse a ese nuevo estilo que si bien no era compatible con él, a su contrario le hacía sentir feliz. 

El almuerzo transcurrió de esa forma, por ratos en silencio y por otros con algunos chistes que tal vez Chris no entendía del todo pero tampoco se esforzaba mucho en explicárselos.

—Bien —dijo el mayor dejando la servilleta sobre la mesa mientras se ponía de pie directo hacia Jimin.

Los ojos color miel le siguieron con duda, ni siquiera había notado en todo aquel rato que traía un pantalón algo formal para una comida común y corriente. De repente muchas dudas ocuparon su mente, distintos escenarios se hicieron presentes y no entendía nada de lo que estaba pasando, ni siquiera reaccionó cuando el chico delante suyo se arrodilló con una caja entre sus manos.

Un estuche color negro resguardaba un hermoso anillo plateado con una pequeña joya roja dentro, era demasiado delicado y sabía bien que se trataba de una propuesta de casamiento pero su cabeza no tenía la capacidad para poder procesarlo. 

—Jimin, no sé si tengo tantas palabras para decir en este instante, estoy un poco nervioso —inició su palabrerío previo como era de esperarse —, pero realmente me gustas y quiero compartir mi vida a tu lado, más allá de las imposiciones familiares. Yo estoy muy feliz de poder conocerte y de necesitarnos el uno al otro. Por eso mismo... —pausó su relato para acercar un poco más la caja hacia el rubio —¿Querés casarte conmigo?

Su rostro seguía enfocado en la joya, su cabeza en alguna respuesta y su corazón latiendo demasiado fuerte contra su pecho, no sabía si era de felicidad o de tensión pero por algún motivo no se sentía como debería sentirse.

¿Debería sentirse de alguna forma realmente o se pasa tanto tiempo esperando el momento que simplemente cuando llega pierde toda su magia? 

La sonrisa en el rostro de Chris iba disminuyendo ante los segundos sin respuesta, comenzaba a ponerse nervioso y el ambiente se hizo pesado, se volvió tenso. Las manos pequeñas y regordetas estaban aferradas con fuerza a la silla blancuzca que había debajo de su cuerpo pero solo se limitó a asentir.

—Claro, acepto. 

Un suspiro salió disparado de los labios ajenos y su sonrisa se volvió nuevamente el adorno principal. Colocó el anillo en el pequeño dedo de Jimin para abrazarlo con fuerza mientras besaba el lateral de su cabeza repetidas veces. 

—¿Ya está? ¿Ya diste el sí? —Minho apareció nuevamente y cuando su amigo le dio la luz verde comenzaron a saltar y festejar con el mayor.

—Aceptó y estoy muy feliz.

—Eso es increíble, vamos a tener que contarle a los chicos que te vas a casar, hay muchas cosas que preparar. —dijo su amigo robando un pedazo de comida sobre la mesa.

—Sí, tiene que ser una de las primeras fechas disponibles, no voy a soportar tanto tiempo. 

—No tiene por qué ser tan apresurado...

Ambos se quedaron observándose en silencio y Jimin se puso de pie, alisando un poco sus prendas.

—No, claro que no. Es decir, podemos hacerlo cuando lo decidas —espetó Chris sonriendo ligeramente.

—Tengo que ir a mi casa porque mi mamá se quedó sola mucho tiempo y hay algunas cosas que quiero poner en orden.

—Claro, amor —asintió el mayor dejando un beso en la mejilla ajena y volviendo a sonreír —¿Caes ante la idea de que ya sos prometido? Yo no.

—La verdad que no pero suena muy lindo —dijo y ambos se quedaron en silencio un rato —¿Lee, venís conmigo?

—No, te alcanzo después así limpio todo esto con él y de paso nos emocionamos también.

Tras esas palabras el pequeño retornó el camino hacia la salida, oyendo como ambos comenzaban a saltar de felicidad en su ausencia.

"Es una persona de porte serio pero no te dejes guiar mucho por eso, las apariencias engañan, hijo”

Tal vez había tomado la decisión correcta.

Cuando la puerta principal se cerró ambos se quedaron de esa forma unos segundos más hasta que el rostro de Minho quedó totalmente serio.

—Lamento darte esta noticia que te va a arruinar el momento pero me enteré de que Jungkook vuelve mañana, ¿qué planeas hacer?

Como respuesta recibió un rodeo de ojos en muestra de cansancio.

—No es un tema que planee hablar ahora pero hasta que se vaya de esta casa no pienso dirigirle la palabra.

—¿Le vas a decir del casamiento? —cuestionó volviendo a robar un pedazo de pollo.

—Ni de broma, Jungkook no es parte de mi vida.

—¿Y si se entera del resto? 

—No va a pasar, no hay forma y deja de hacer eso, es repugnante. —Golpeó la mano ajena y tomó los platillos comenzando a ordenar la cocina.

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