• Capítulo 27 •

     De camino a casa, Katsuki observa los alrededores, estaba todo bastante silencioso, tal vez demasiado. El sol estaba por ocultarse y los postes de luz empezaban a encenderse, el sonido de las cigarras eran reemplazadas poco a poco por el de sapos y grillos. Algo inquietaba demasiado a Bakugō, pero no sabía el qué.

Cálmate Katsuki... estás paranoico... —se decía cubriendo sus oídos.

     Japón no es un país peligroso, pero aún así existían personas desquiciadas y con muy malas intenciones.

Sí, solo estás paranoico —escuchó muy cerca de él.

     De forma inmediata voltea para ver de quien se trataba, pero un fuerte golpe en el estómago lo hace encogerse en su lugar, seguido de eso una patada lo tira al suelo, no solo era uno, eran tres jóvenes, lo supo al oír sus voces burlescas.

Mierda —maldijo mientras tosía, aquel primer golpe lo había dejado sin aire.

Me sorprende ver a un gimnasta solo por aquí, ¿Y tus compañeros? —no era una voz que reconociera.

Pasar la primera etapa e irte así como si no te importara, ¿Te crees tan bueno?

No me creo bueno... —gruñó Katsuki levantándose un poco—, yo soy bueno —se burló alzando la mirada.

     Únicamente pudo reconocer el rostro de un participante, se trataba de uno de los que compitieron contra él en barra fija, se acuerda de él por el simple hecho de que resbaló apenas daba inicio con su rutina. Era realmente patético, su equipo no logró clasificar a la siguiente etapa.

     El calzado de uno pisó con fuerza la mano derecha del rubio ceniza con fuerza haciendo que soltara un pequeño quejido de dolor.

Así que tienes ánimos de incluso burlarte ¿Huh?

Al parecer desea que le rompamos las manos.

Tch —se quejó el gimnasta, su mano empezaba a doler.

¡Ya déjenlo! —se escuchó una cuarta voz, la de una chica.

     Aún en el suelo Katsuki levanta nuevamente la mirada, aquella voz pertenecía a su ex mánager que tanto le irritaba.

¡Son un asco al abusar los tres contra uno!

¿Y tú quién eres?

No te metas en donde no te incumbe, niña —habló uno de ellos acercándose hacia la castaña, pero de forma veloz ella tomó su muñeca e hizo todo un giro para hacer una llave que lo dejó inmóvil.

No soy una niña —respondió ella soltándolo para volverse a poner de pie y ver si los otros chicos se acercaban a pelear o si de una vez huían de ahí.

¿Cómo te atreves? —gruñó el mismo que seguía pisando la mano de Katsuki.

Déjalo así, vámonos —ordenó el tercero de ellos que solo se había quedado observando todo lo que sus compañeros hacían—, solo perdemos el tiempo.

Tch.

     Y de esa manera se retiran del lugar, Uraraka se quedó observándolos con bastante fastidio y luego ya se acercó a Bakugō.

¿Estás-

Cállate, no quiero tu lástima —interrumpió sentándose en su mismo sitio.

     Ochako no dijo nada y simplemente se sentó en frente del chico, observándolo como si nada hubiera pasado, sabía que si lo miraba con preocupación esto molestaría aún más al gimnasta.

Malditos bastardos... —maldijo sujetando con fuerza su diestra, no le quedaba mucho tiempo para llegar a su casa, tal vez por esa razón se encontró con la castaña— ¿Qué hacías por aquí?

Regresaba de comprar unas cosas, ¿Duele mucho? —preguntó ahora la ajena.

Podría estar peor —contestó ya un poco más tranquilo—, parece que tu club sirvió de algo después de todo...

Sí, estoy bastante agradecida también, de hecho nunca pensé- —sonrió ella.

Gracias —dijo casi en un susurro dejando a la castaña bastante sorprendida, era la primera vez que lo escuchaba decir esa palabra y de una manera tan sincera.

Um, no, eh... yo solo —tartamudeaba con un leve tono rojo en sus mejillas hasta que se abofetea ambas mejillas para tranquilizarse—, no fue nada —sonrió más animada.

Eres rara Uraraka —sonrió unos pocos segundos para luego soltar un suspiro.

     La castaña se quedó unos segundos procesando aquel momento, era la primera vez que notaba aquella esencia tan gentil del rubio ceniza. Por fuera parecía ser alguien muy rudo y desagradable, pero por dentro en verdad se esforzaba por ser alguien en la vida.

No eres mucho de juntarte con cualquiera ¿Verdad?

—Bueno, dicen que es mejor estar solo que mal acompañado.

—Eso es muy cierto —sonrió ella poniéndose de pie.

Ugh... —se quejó gracias al dolor en su mano, podría tener lesionado uno o dos dedos gracias al pisotón que recibió.

Creo que deberías ir a que te revisen la mano, no sería bueno que estés lastimado en la segunda etapa de la competencia de primavera.

—Ya lo sé... hoy solo regresaré a casa, mañana saliendo de la academia iré a que me revisen.

—De acuerdo... —respondió con tranquilidad.

Estabas regresando a casa ¿Verdad? —cuestionó el más alto poniéndose también de pie.

Sí, ah, de hecho dejé mis compras detrás del poste —comentó caminando hasta dicho lugar para recoger las bolsas— ¡Por cierto!, hoy fui a verlos un rato en la competencia, lo hicieron increíble.

—Ah, sí, pasamos la primera etapa sin problemas —respondió sin darle mucha importancia— será así hasta que vayamos a las regionales y por último las nacionales, si ganamos esta última podríamos ser candidatos para las olimpiadas juveniles.

¡Eso suena increíble! —habló bastante emocionada con tan solo imaginarlo.

Sí, lo es —dijo colocando sus manos dentro de sus bolsillos—. Ni siquiera una mano herida me impedirá competir.

Eso es bueno, pero intenta no entrenar si tu mano se encuentra mal, podría ser peor.

Tch.

Lo digo en serio Bakugō kun, cuida tus manos...

Será mejor que ambos regresemos a nuestras respectivas casas —finalizó el rubio ceniza empezando a caminar.

Espera —dijo la castaña colocándose en frente del gimnasta mostrándole una botella de agua con diseño de árboles de cerezo—, gracias por tu esfuerzo hoy.

Mm... —asintió y recibe neutro la botella de agua.

Nos vemos —se despidió y continuó con su camino a un paso medio, tal vez llevaba un poco de prisa al haber comprado tantos ingredientes para su cena.

     Katsuki se le quedó mirando hasta que giró en una esquina y luego siguió su camino a su casa, muerde un poco su labio inferior y saca sus manos de sus bolsillos, el dolor no se había ido en todo ese rato. Maldecía y pateaba todo lo que se encontraba en su camino.

—¡Puta madre! —gritó apretando con fuerza la botella de agua.

     Y justo cuando observa la puerta de su casa ahí se encontraba el mánager, sus ojos se quedaron atónitos. Al parecer lo había escuchado hacer ese alboroto cuando ya se encontraba cerca porque lo estaba observando con curiosidad y a la vez extrañado.

—¿¡Qué mierda haces ahí!?

—Tu madre me invitó a comer soba, pero no quería entrar sin que tú estés aquí —respondió neutro acercándose al ajeno.

Esa bruja... —gruñó escondiendo su diestra nuevamente en su bolsillo.

—¿Por qué tardaste? —cuestionó observando de manera discreta la mano del menor— ¿A qué se debían tus gritos en el camino?

—No fue nada, una idiotez —suspiró pasando a su lado, pero el bicolor lo toma del brazo de forma algo brusca y lo hace verlo de frente.

Bakugō... ¿Pasó algo cuando venías?

—Si fuera así no tendría porqué decírtelo —respondió haciendo un pequeño gesto de molestia por el agarre del más alto.

Sí hay una razón.

—¿Acaso dirás que es porque eres mi mánager? Si es así ¿Por qué no vas y te-

—Es porque me importas —lo interrumpió.

     Ambos se quedan en silencio, los sonidos nocturnos de la naturaleza ambientaban muy bien la escena y los jóvenes apenas eran alumbrados por los postes de luz que ya se encontraban encendidas por la oscuridad de las calles.

Y no soportaría verte herido...

—No puedo permanecer ileso toda mi vida, habrán momentos en donde me tendré que romper algo, pero eso no me detendrá de hacer lo que me gusta.

—No me creas si no quieres, pero una lesión o fractura sí que te detiene de hacer lo que te gusta, no importa que tan grande sea tu voluntad o cuánto te guste hacer algo.

—¿Así como tú?... —echó en cara para después soltarse de su agarre y caminar en dirección a la puerta de su casa.

     Todoroki bastante sorprendido por las palabras del rubio ceniza se queda congelado, pero eso no quedaría así, tenía que hablar mejor con el gimnasta, por esa razón caminó detrás de él e ingresó a la vivienda, Katsuki lo observó de reojo, no dijo nada, tenía que admitir que se había pasado con esa última pregunta y estaba dispuesto a hablarlo con más tranquilidad.

     Cuando ya ambos estaban subiendo las escaleras hacia la habitación de Katsuki, Mitsuki los nota.

Oh, Todoroki kun me alegra que hayas venido, te quedas a cenar ¿Verdad?

—Ah, mm... —respondió sin haberlo pensado muy bien mientras seguía subiendo las escaleras, todo dependía de cómo salieran las cosas.

     A la rubia ceniza no le pareció extraño ese tipo de comportamiento por parte del amigo de Katsuki ya que la mayoría de veces solían hablar de cosas serias, sabía cómo era su hijo y lo difícil que era tratar con él.

     Ya en la habitación de Bakugō, este se sienta en su cama y solo observa al bicolor cerrar la puerta detrás suya.

Continuará...

NarikoHN

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top