• Capítulo 1 •

    Su pulso se acelera, de su frente una gota de sudor cayó estrellándose con el cojín que lo esperaba en el suelo. Tenía que concentrarse para mantenerse en equilibrio, el silencio total a los alrededores lo ayudaba bastante pero también lo hacían estar atento a cualquier cosa que sucediera cerca suyo.

     Cuando sus brazos empezaron a doler por la tensión que estaba ejerciendo en ellos decidió acabar con todo y dar dos saltos mortales para luego desmontar, la caída fue perfecta y para no perder la costumbre alza los brazos en señal de haber finalizado con su demostración, camina hacia una pequeña toalla que tenía reposada en una banca y suelta un largo suspiro.

     Llevaba bastante tiempo con ese pequeño secreto, años que lo hicieron darse cuenta de que en realidad nadie le prestaba atención, de lo contrario ya lo hubieran descubierto.

     Se seca el sudor de la frente, se cambia de ropa, guarda sus cosas y se asegura los pasadores de las zapatillas para que no se le suelten en medio del camino mientras trotaba devuelta a casa. Al momento de salir observa a los alrededores y como era de esperarse no había nadie, el cielo ya estaba oscuro y los únicos que probablemente podrían estar cerca eran los del club de voley o basquet.

     No le importó mucho eso y salió con tranquilidad del gimnasio. No se había dado cuenta de que a lo lejos alguien había notado su presencia.

     Primero se encarga de dejar la llave del gimnasio en su lugar y luego sale de las instalaciones, mientras caminaba saca sus audífonos y los conectaba en su celular, le encantaba escuchar música mientras regresaba trotando a su casa, lo ayudaba a despejar su mente y a relajarse un poco después de haber pasado un largo día de estudios. La vista que tenía del camino no era de las mejores, simples casas comunes que no cambian para nada con el paso de los días.

     Su vida era bastante común, algo aburrida y sin cosas extravagantes, era algo obvio, esto no es una serie fantasiosa en donde el protagonista vivía la aventura más grande de su vida, aquí no habían villanos con la intención de destruir la ciudad, los héroes invencibles no existen, esto es la vida real, aquí los únicos héroes son los policías o bomberos y los villanos eran simples humanos que usaban métodos sucios para sobrevivir en la sociedad...

     Sin duda la vida era difícil pero al menos él nunca tuvo problemas en manejarla. Su padre era muy comprensivo y siempre lo apoyaba, su madre lo aconsejaba y evitaba que hiciera tonterías. Katsuki no era muy conversador pero al menos tenía un pequeño grupo de amigos que lo seguían a cualquier lado. 

     De la nada siente una gota fría caer en su cara, estaba empezando a llover, menos mal que ya se encontraba cerca de su casa para ir directo a darse una ducha. Mete su mano en su bolsillo trasero y saca unas llaves, la velocidad de sus pasos iban disminuyendo poco a poco hasta estar frente de la puerta de su hogar. Suelta un suspiro, abre la puerta e ingresa con pasos tranquilos, desde ahí puede oler la cena.

¡Ya llegué! —grita mientras se quita las zapatillas para dejarlas a un lado de la entrada como buen japonés que es.

Bienvenido —escucha a su madre responderle desde la cocina—. Báñate rápido, no tardaré en servir la cena. 

—Sí —truena su cuello y sube a su habitación.

     Deja su mochila a un lado, se da una ducha, se viste bastante casual y baja para poder acercarse a la mesa en donde ya se encontraban sus progenitores. Hablaban de cómo les había ido en el trabajo o algo así, no estaba prestando mucha atención. Lo único que rondaba en su cabeza eran los elementos que le faltaba dominar.

Katsuki, ¿cómo te va en el club? —pregunta su padre— últimamente estás llegando más tarde a casa ¿estás preparándote para algún campeonato?

¿Mm? —¿campeonatos? sería genial ir a alguno...— Bueno, siempre es bueno entrenar un poco más —comentó sin tomarle mucha importancia.

Seguro que eres de los mejores en el club de gimnasia —dijo su madre con una sonrisa en sus labios.

Tal vez —no lo sabía, él solo entrenaba en el momento que no había nadie, no tenía la menor idea de quiénes eran sus mayores o quién era el entrenador, tampoco es que esté interesado en saber sobre ellos.

¿Qué es lo que están entrenando? —cuestionó ahora su madre.

Estamos practicando algunos elementos en las anillas —por poco decía "estoy".

Aún recuerdo cuando me rogaste meterte en un taller de gimnasia artística después de que viste los juegos olímpicos en la televisión.

Bruja, ya basta —regañó mientras se llevaba una cucharada de curry a la boca.

Me decías: "Yo también quiero volar como esos chicos" —ignoró a su hijo y siguió contando— ¿Lo recuerdas Masaru? —parece estar muy encariñada con el pasado.

Lo recuerdo muy bien —suspiró con una sonrisa en su rostro, al parecer Mitsuki no era la única encariñada con el pasado.

¿Recuerdas lo que te respondí, Katsuki? —sí, también recordaba todo eso... —Yo dije: "ellos no están volando, cariño"

—"Apenas están rozando el cielo" —rodó los ojos al ver que su madre no se detendría—. Siempre cuentas esa historia, es imposible que toda la familia no se lo sepa de memoria —dijo entrecerrando los ojos un poco cansado de que su progenitora le recuerde cómo era de niño.

Es que es algo muy lindo de recordar —rio satisfecha por la respuesta de su hijo.

—En fin —dijo comiendo el último bocado que le quedaba—, gracias por la comida, subiré a hacer mis tareas.

De acuerdo, Mocoso —suspiró mientras acariciaba el cabello rubio ceniza de su retoño—. Anda ve, no se te vaya a hacer muy tarde.

     El adolescente sube de nuevo a su habitación y de la mochila que se encontraba a un lado saca su cuaderno de apuntes, lo de la tarea era mentira, lo que iba a hacer en esos momentos era planificar una rutina para las barras paralelas con el que pueda sacar mayor puntaje. Planificar los elementos con letras altas en el código de puntuación no era tan sencillo, tenía que ver una buena combinación que no lo hiciera ver muy cargado.

Tal vez un felgue con medio giro... —se habló a sí mismo mientras escribía lo que tenía pensado.

     A la mañana siguiente ya en la academia se sienta en su mismo lugar de siempre, cerca de la ventana que tenía vista al campo deportivo y a los gimnasios, podía ver quienes ingresaban a sus respectivos clubes, la mayoría estaba en el de básquet, después de todo su academia era conocida por tener buenos jugadores en ese deporte.

¡Hey, Bakugō! —escuchó a alguien llamándolo desde la entrada.

Kirishima —suspiró el rubio ceniza.

¿Por qué esa cara larga? ¿sucedió algo?

¿Qué podría sucederme? —rodó los ojos, él se sentía como siempre, sin ánimos de nada hasta que llegara la hora de poder ir a entrenar.

Seguro que no tienes ánimos por la temporada de exámenes —dijo el ajeno dándole una palmada en la espalda— ¡Sabes que lo harás bien, eres muy inteligente!

Mm, sí —respondió sin darle importancia, ¿de verdad se le notaba desanimado? 

     Empezó a pensar qué era lo que tanto le estaba afectando y recordó lo que le dijo su padre en la cena de ayer, "¿Estás preparándote para algún campeonato?" no había vuelto a ir a alguno desde hace varios años cuando aún era un niño pero eso no era lo mismo que ir a alguna competencia para definir quién iría representando a Japón en las olimpiadas. Quería saber cómo se sentía estar en un gimnasio cinco veces más grande que el de su preparatoria y tener miles de espectadores que aplaudieran a sus rutinas y celebraran sus victorias, probablemente algo que nunca ocurrirá...

     Ya era hora, observa a los alrededores, la sala de profesores estaba vacía y era la oportunidad perfecta para tomar prestada la llave del gimnasio como siempre hacía, ingresa y busca su entrada al paraíso pero... no la encontró, extrañado empieza a ver a los alrededores ¿dónde lo habían dejado? de verdad que era algo inusual.

     La puerta se abre provocando que el rubio saltara del susto, pensó que era su fin y que lo acusarían de querer robar algo pero cuando dirige su mirada hacia la entrada solo ve a un estudiante.

     No lo conocía y le parecía muy raro no haberlo visto antes, su apariencia era única, su cabello era mitad pelirrojo y mitad albino, sus ojos de diferentes colores y esa expresión completamente neutra. Se quedó quieto y en silencio esperando a que el otro dijera algo primero pero no pasó nada.

¿Qué? —finalmente rompió el hielo, el de mayor altura ladea la cabeza y lo observa de pies a cabeza.

¿Eres gimnasta? —la pregunta lo dejó sorprendido ¿acaso lo había visto?

No lo soy —al menos oficialmente no.

¿Buscabas esto? —mostró en sus manos las llaves del gimnasio.

¿Quién eres? —el rubio ceniza se cruza de brazos y lo observa intentando intimidarlo.

Todoroki Shōto.

Continuará...

NarikoHN

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