Capitulo 43

El rubio abrió los ojos, por primera vez en meses sin sentir la garganta apretada. Podía respirar y pasar saliva con tranquilidad, no sentía tanta sed como antes, todo maravilloso. Al menos tener cerca a Yuu le había permitido dormir bien.

Se estiró, se levantó de la cama y se miró en el espejo de cuerpo completo que tenía en la habitación. Su rostro tenía aún la marca de una quemadura solar, pero ahora era liviana, no era nada fuerte comparado con lo que era antes de pisar Nagoya.

"Me encantaría agradecerle"

Pensó, su rostro se veía más lindo con la cicatriz desvanecida... no tendría esa cicatriz de no ser la enfermedad que tiene y quizá cuando se vaya de Nagoya su salud deje de estar estable nuevamente.

Regresó a la cama y se quedó unos segundos más observando la habitación. No había estado Nagoya como un huésped hace mucho, solo recuerda estar unos momentos en la habitación de Yuu y estar lo suficientemente entretenido en tenerlo cerca que no observó la habitación. Esta no era como las de Sanguinem, era más pequeña y también era algo más simple y moderna. Los tapices eran de color claro al igual que los muebles, la habitación se sentía bien, no tan pesada y recargada como la suya en Sanguinem, quizá podría modernizarse un poco y dejar sus muebles ostentosos de lado para poner algunos más simples.

En su mesita de noche tenía un arreglo con flores, eran rosas, Mika podía conocer bastante de flores y ser un fanático de estas, pero era un chico clásico, y sus favoritas eran las rosas. Ahora podía sentir de nuevo el delicioso aroma de las flores, hace mucho que había perdido ese privilegio, supuso que al igual que todo, era gracias a reencontrarse con su destinado.

No solo eso si no el saber que Yuu estaba arrepentido y que dijo que lo sentía. Moría por decirle que lo perdonaba, porque sabía que estaba arrepentido. Pero su separación le dolió demasiado como para bajar la guardia así como así.

Se reincorporó y alistó para el desayuno, Justo cuando quiso ver por la ventana qué tal estaba el clima, de un salto se tuvo que alejar de la ventana. No solo estaba lloviendo, si no que ahora eran truenos. Quizá él era de una raza longeva, pero no por eso era inmune a cualquier cosa, incluso si a un ángel lo atraviesa un rayo queda frito en el suelo, cualquiera puede morir de eso.

Miró en la esquina de su habitación su linda sombrilla. Hoy debería salir sin ella y no podría esconder su rostro de Yuu. Solo suspiró y salió de la habitación, se arrepentía de haber insistido en que Akane se quede en casa, pero simplemente tener a su amiga tan preocupada por si se encontraba al Ichinose menor le ponía tenso, y además, sería el cumpleaños del pequeño Yuuzu, veintiún años no se cumplen todos los días y Akane debe estar junto a su pequeño.

Desearía que su amiga esté aquí para poderle decir lo que había sucedido y lo guapo que se había puesto su destinado. Algo había cambiado dentro de él, su mirada era distinta, antes Yuu tenía una mirada decidida, estaba listo para lo que sea, ahora tenía una mirada relajada y llena de cariño.

Caminaba sin rumbo en sus fantasías sobre el lindo príncipe de ojos verdes, hasta que en efecto se dio cuenta que estaba perdido. Esto se lo buscaba por solo estar en la sala de astronomía y en los jardines coqueteando con Yuu en el tiempo que pudo estar en palacio. Se acarició las sienes y se detuvo unos segundos a observar el palacio.

Bonito. Le gustaban los paisajes así, tan pacíficos, el olor a tierra mojada era profundo, algunos animalitos salían por el ambiente.

— Es un gusto verte en Nagoya —una voz le interrumpio y se acercó a verlo— hace mucho no te veo paseando aquí —.

Era Shinya, le sonreía suavemente sosteniendo un ramo enorme de rosas en las manos.

— Majestad —Hizo una reverencia pequeña al verlo— lo lamento, quería ir al comedor y me perdí—.

El aura de Shinya era tan cómoda que el rubio ya hasta había olvidado en qué estaba pensando antes de verlo, el delicioso aroma a las rosas le hizo notar que quien había dejado las rosas en la habitación de huespedes había sido él, le pareció un detalle bastante lindo.

— Sígueme, yo también iba en camino al comedor —.

— Perdón por la pregunta —Shinya desvio sus ojos a Mikaela, quien se notaba algo avergonzado y nervioso—   pero... esas rosas... ¿De dónde las sacaron? Nagoya no produce tantas flores por lo que sé —.

— Son de la boda. Pensé que sería mejor decorar el palacio con ellas ahora también, cuando estuvimos con los preparativos pedimos flores de más, así que las coloqué en todos lados del palacio... Además, es por la felicidad que sentimos Guren y yo. Es noticia tras noticia y todas son excelentes—.

— La boda ha sido maravillosa —Mika comentó y Shinya ensanchó aún más su sonrisa—.

— Las bodas son maravillosas siempre y cuando los novios se amen —el albino se mordió el labio un segundo— Ver a Guren tan feliz me contagia de felicidad, él también gusta de ver el palacio lleno de vida con las flores —.

— Si el matrimonio hace tan feliz a las personas entonces comenzaré yo mismo a preparar el mío—Mika soltó el comentario con una leve risa, Shinya se rió también—.

— No es solo eso, la llegada de Yuu al palacio también tiene feliz a Guren, aunque no quiera aparentarlo es bastante cariñoso y dos años lejos de su hijo lo han tenido tan triste —Suspiró— De haber sabido que organizar una boda era tan difícil hubiera esperado más tiempo —un trueno hizo saltar al rubio por el susto, seguía lloviendo desde ayer y el clima no parecía querer cambiar— No sé qué hubiese pasado si comenzaba a llover durante la boda. No lo entiendo, es primavera, el clima no puede estar así de extraño... quizá pronto deje de llover—.

— Eso espero, tengo algunos pendientes que realizar en casa, me están esperando una pila de documentos e informes que revisar —Mika suspiró, le gustaba viajar porque se olvidaba unos momentos de sus responsabilidades como Rey, aunque eso signifique posponerlos y evitarlos, solo causandole más atrasos—

— No puedo creer que evité tanto tomar la corona. Llevas más tiempo que yo siemdo Rey, y lo estás haciendo muy bien... Aún si vas a casa hoy, nos encontraremos pronto, la pequeña Shinoa será coronada como Reina despues de todo—.

— Tardaron bastante, no entiendo por qué... ella está totalmente de acuerdo, estuvo toda la recepción presumiendo de que pronto será una Reina — .

— Solo digamos que nuestro padre no estaba del todo de acuerdo con ascender a Shinoa, ella es hija de otra mujer a diferencia de Mahiru y yo. Ella tiene sangre demoniaca y no angelical, así que por eso no quiso que tome la corona. Esperó a que yo la tome o me arrepienta de estar aquí en Nagoya y no cambió de opinión hasta que le llegó la invitación de la boda—.

Mikaela se mordió el labio, dios, Yuu estaría presente en la coronación de Shinoa, se llevaban bien para su desgracia, y para rematarlo ahora eran familia política.

Ambos llegaron al comedor y al abrir la puerta de inmediato sus ojos se toparon con Yuu, el chico se levantó tan rápido de su silla para correr en su dirección que por instinto retrocedió unos pasos, sin embargo, el asombro se apoderó de él cuando en lugar de que el demonio se le tire encima como pensaba, se le hechó encima a Shinya, en un abrazo tan amoroso y tierno que se apartó un poquito más para no interrumpir la escena

— ¡Shinya! Te quise abrazar en la boda pero el feo de Guren no me dejó acercarme

— Buenos días Yuu —el albino le acaricio el cabello al chico, este se removió un poquito más ante la caricia—.

— ¿No te da vergüenza hacer eso frente a la visita? Ya tienes veintidós años Yuuichiro —La voz de Guren y la risita de su madre llamó rápido su atención, los ojos azules de Mika se desviaron a ellos y tras observar una seña de su madre para que se siente a su lado, cosa que hizo de inmediato—.

— Yo también te extrañé Yuu —Shinya ignoró el comentario de su ahora esposo y una sonrisita se escapó de los labios de Mikaela el ver que Yuu solo le sacó la lengua a Guren y siguió abrazando al albino—.

— No te quisimos despertar antes, le dije a Guren que no pida que ningún empleado te despierte. Con el humor que traes en las mañanas no quería que le gruñas o que grites a algún empleado —.

— ¡No estoy de mal humor en las mañanas! Y no le gruño a ningún empleado desde hace décadas —el rubio se intentó defender, un pequeño matiz rosa apareció en sus mejillas por la vergüenza de que su madre esté diciendo esas cosas frente a todos—.

— La única que soporta tu humor es Akane, y como ella no está para despertarte pensé que era mejor idea solo esperar a que despiertes, qué será de ti el día que te cases —.

— Es extraño que no estés con tu asistente, esa chica de la trenza —Guren intervino, Shinya ya se encontraba sentado junto a ellos, Yuu se había encargado de quitarle las flores de los brazos y ponerlas en todos los floreros del comedor, el rubio sabía que no estaba escuchándolos ya que se notaba distraído como siempre, más enfocado en acomodar las flores que en alguna otra cosa—.

— No seas entrometido Guren, deja al chico —le regañó mientras servía un poco de azúcar a su café—.

— Akane se quedó en Sanguinem. Son solo unos días, puedo sobrevivir sin ella —Mikaela explicó, con un tono de voz suave y estando tranquilo. Justo un momento después Yuu se les unió en el desayuno, el rubio notó que lo que antes en el desayuno del azabache eran galletas y alguna malteada, ahora se había convertido en fruta picada en trozos pequeños y una taza de té—.

Miró con un poco de vergüenza su plato con galletitas y la habitual copa de sangre. Podía ser posible que esta sangre sea... la decidió olfatear y sintió una mezcla entre decepción y alivio. No era la sangre de Yuu, quien sabe de quién era, estaba aliviado de que Yuu en serio no esté siendo molestoso y no acepte un no como respuesta. Incluso estando tan cerca, el chico parecía disfrutar más de la compañía de sus padres que la suya, y esto le llenaba de tranquilidad (también quizá se sentía un poco enojado por el mismo desinterés de Yuu hacia él).

— ¿Se tomarán mucho tiempo en su luna de miel? Urd y yo estuvimos casi un año de viaje —se rió— en un abrir y cerrar de ojos ya tenia a una copia de mi marido en mi pequeño Mika —Krul le jaló de la mejilla al rubio, este solo suspiró, alejarla era inútil y ya mejor no se esforzaba, quedaría más avergonzado—.

— No lo creo, aún hay asuntos que atender, Nagoya está mejor que nunca desde que firmaron ese tratado —Shinya comentó y sus ojos viajaron al rubio— incluso la seguridad, podemos salir al pueblo a apoyar con insumos y todo el viaje circula tranquilo, hace mucho no se sentía tanta felicidad y tranquilidad en Nagoya —.

— Gracias, Mika —su voz llamó la atención de todos, Yuu había dejado su té y sus ojos estaban clavados en el rubio, este sonrió suavemente— Por seguir apoyando a mi pueblo después de todo —.

— Yo no hice nada, todo en lo que se ha convertido Nagoya es gracias a ustedes y a las personas del pueblo que trabajan duro por mejorar cada día —la calmada voz del rubio y la sonrisita suave en sus labios contagió a Yuu de igual forma—.

— Estaremos siempre a tus servicios, Mikaela Tepes —Una risita nerviosa se escapó de los labios de Mikaela, escapar de los profundos ojos verdes de este hombre era tan difícil para él, no supo decir nada más, solo apartó su vista de él—.

Su madre hablaba tranquilamente con los recién casados, algo bueno que dejó su amorío con Yuu, fue que su madre se había vuelto cercana con Shinya, ambos conversaban habitualmente, se enviaban cartas y todo eso. El rubio se encontraba feliz de que su madre por fin tomase un descanso de tantas responsabilidades, verla tomar té en su jardín y cuidar de sus flores le daba gran felicidad. Se preguntaba si su madre había decidido ocuparse de gobernar para afrontar la pérdida de su destinado, quizá un reflejo de lo que él mismo había estado haciendo.

El desayuno se prolongó más, a todo esto, él estaba fingiendo que no se había dado cuenta que Krul y Shinya estaban haciendo esto a propósito para ver cómo se relacionaba con Yuu. Mataría a su madre de no ser que la quisiese tanto, por Dios, ya no era un vampirito para que haga estas cosas, no le gustaba que fuerce interacciones con otros nobles cuando era pequeño, ¿qué le hacía pensar que le sentaría bien esto?

Quizá porque era su madre y podía ver que en el fondo seguían existiendo sentimientos por el príncipe Ichinose.

Tras concluido el desayuno, la lluvia se detuvo y comenzó a salir el sol, las aguas estaban tranquilas y la familia Ichinose se despidió de los Tepes en el puerto. Yuu fingió que no sabía por qué Mikaela se aferraba con tanta fuerza a su sombrilla, siendo que Krul se veía con un vestido ligero por el clima repentinamente caluroso. Probablemente Mika tenía calor, estar cubierto totalmente por su traje y también la sombrilla probablemente lo estaban cocinando vivo.

La bandera de Sanguinem se ondeaba en el aire mientras el barco de los Tepes desaparecía en el mar. Su papá y Shinya regresaron a casa mientras él miraba el horizonte. Ya no quería molestarlos más, tenían que acabar de planificar su viaje de Luna de miel, una de las islas de Nagoya los esperaba para unas largas vacaciones, el estar a cargo no le preocupaba, Guren se había encargado de dejar todo listo, y además podía abrir un portal para socorrer a su hijo por cualquier cosa que suceda, solo estarían un par de semanas allá después de todo.

Miraba el cielo azul pensando en los ojos del rubio. Estuvo leyendo cosas sobre los vampiros y como se relacionaban con sus parejas. Al parecer era normal que un vampiro de la familia real tenga un vínculo fuerte con sus vidas pasadas, a tal punto que podían reencontrarse con la persona a quien más amaron en su vida pasada, solo para estar juntos la mayor cantidad de tiempo posible en esta vida. Si él era el destinado de Mikaela y moría, probablemente reencarnaría y sus vidas seguirían hasta encontrarse nuevamente en algún punto de su vida... eso si Mikaela no moría de tristeza o algo así.

A escondidas leía revistas de chismes de años pasados, al parecer Mika siempre tuvo el porte que vio en él en la boda de su padre. Distante, sereno... un poquito frío... diferente del Mika del que se había encariñado, entendía que ambos desarrollaron una amistad intensa y profunda gracias a su vínculo. El rubio había demostrado su lado más dócil y cariñoso, y él estaba seguro de que volvería a verlo de esa forma. Admitía que extrañaba a Mikaela, desde el día uno lejos de él quería arrojarse a sus brazos, aún si él estaba furioso.

El mes de Abril era verano en Nagoya, el sol pegaba fuerte en la costa y las personas iban a refrescarse en la playa. Sabía que en Sanguinem era invierno, la estación favorita de Mikaela, suspiró profundamente, la última vez que estuvieron juntos no pudo experimentar el invierno junto al rubio, le encantaba la idea de estar arropados, tomar chocolate y ver la nieve caer... aunque probablemente Mila preferiría tomar su sangre mientras él bebía chocolate.

De todas formas, tenía a su favor que pronto sería la coronación de Shinoa, tendría otra oportunidad de poder verlo y conversar un poco. Y para su suerte Shinoa no conocía del todo a Lacus, así que ese vampiro molesto no estaría dando vueltas y fastidiando sus planes para acercarse al rubio.

Daría su mayor esfuerzo para lograr todo con Mika, incluso solo de tener su amistad, se esforzaría por tenerlo de vuelta.


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