Capítulo 33
Yuu se miraba en un espejo en las manos de Yoichi, acomodaba su cabello, su camisa, su cinto, su corona, Mikaela siempre lucia reluciente e imaginó que hoy por ser hoy, estaría más hermoso que nunca, así que debía estar a la talla. Guren rodó los ojos comiendo un bocadillo acompañado de sangre, Shinya se encontraba lejos de ellos, conversando con el consejero de la reina Krul, claro que Guren prefería mirar las ridículeces que hacía su hijo a que hacer acto de presencia al lado de Shinya, aún si fuese algo así de insignificante, él aún quería supervisar a su hijo... se perdió muchísimo de él por estar hundido en su propio dolor, tanto que olvidó que su niño no tenía ni diez años cuando se quedó solo en este mundo.
Shinya sabía que para que Guren tome la iniciativa de si quiera pararse a su lado faltaría mucho, su prioridad era su hijo, y él jamás pudo competir contra su hermana en tener la atención de Ichinose, aún si eso incluía al hijo de su hermana, Yuuichiro.
¿Por qué se encontraban todos conversando tan amenamente? La coronación de Mikaela había llegado. Los invitados disfrutaban de manjares acompañados de sangre, aún si no les gustase, los Tepes eran muy hospitalarios en sus fiestas, y hacerles un desdén sobre algún comentario desaprobatorio sobre servir sangre como si de azúcar se tratase no eran permitidos.
Yuu en otro mundo hubiese disfrutado de hacerse El Fuerte y coquetear con la princesa Sangu, que se miraba pálida mirando una copa de cristal repleta de sangre que tenía en manos. Quien sabe como llegó una copa de sangre a una princesa humana, pero bueno, Mitsuba llevaba unos veinte minutos fingiendo demencia sobre su copa de sangre. Algunos vampiros la miraban y murmuraban cosas, además de mirarla de forma desagradable. Esta bien, Mitsuba era una chica insoportable y caprichosa, pero ahora sí estaba pagando el peor karma del universo, nadie merecería algo así. Yuu se estaba acercando suavemente a intentar hacer algo, él tampoco disfrutaba la sangre después de todo, y podrían hacer las pases (si ella aún quería dirigirle la palabra luego de hacerla empapar en la lluvia y dejarla a su suerte por ir detrás de Mikaela).
Shinoa llegó antes de que Yuu pueda hacer algo, tomó toda su copa de un trago mientras gritaba sobre lo mucho que le gustaba la sangre de elfo, que era exquisita y que lamentaba mucho que los Sangu estén prohibidos a ingerirla debido a su religión. Los vampiros y otros seres dejaron de mirar a Sangu "Bah, esos humanos" se quejaban y Mitsuba miraba a Shinoa como si fuese el mismísimo salvador del universo.
— Cualquiera que te viera pensaría que estás interesado en ella —una voz le hizo dejar de ver a las chicas, la mismísima Krul Tepes, con un hermoso vestido negro, guantes del mismo color y el cabello rosa suelto le miraba fijamente— Buenas tardes, Yuuichiro. Espero que Mikaela te haya explicado bien lo que significa un cortejo real —.
Yuu enrojeció de la vergüenza, Yoichi soltó una risita luego de hacer una reverencia
— Majestad —Yuu hizo una reverencia exagerada por el nerviosismo y casi se cae la corona de su cabeza. Se reincorporó de golpe— N-No piense mal, por favor... Yo... sí sé qué es un cortejo, y ... sí tengo contemplado a Mika —Krul sonrió ampliamente y nuevamente Ichinose se inquietó al ver los colmillos de la mujer— No quiero que malinterprétenlos intenciones con él...
— ¡Estoy bromeando! ¡Qué tenso! —Krul se reía y los demás miraban extrañados qué habría dicho o hecho Ichinose para poner de tan buen humor a Krul Tepes— Les quería decir que se preparen, dentro de poco dará inicio la ceremonia, y Yuu —llamó antes de retirarse— Espero que no te moleste un cambio de lugares... hay un par de cosas que quería hablar con tu padre. Te sentarás junto a Mika —no esperó comentarios ni nada, y se fue a hablar con otro grupo de invitados—.
[. . . ]
Mikaela miraba la puerta del salón antes de ingresar, primero sería una ceremonia, Krul dio un pequeño discurso a sus invitados mientras ella estaba sentada en el enorme trono del palco, podía observar a todos desde arriba y les compartía lo feliz que estaba mientras los sirvientes servían copas de sangre para todos, un brindis para el Rey de Sanguinem, Mikaela.
Él intentaba tomar fuerza mental mientras abría la puerta del salón, fue recibido con sonrisas, alagos y felicitaciones, sin embargo, esta vez no sintió la necesidad de buscar los bonitos ojos verdes de Yuu, estaba lo suficientemente nervioso pensando en no titubear en su agradecimiento. Ahora traía una delicada corona de flores en la cabeza, flores blancas y celestes, era para simbolizar la juventud e inocencia, que el vampiro dejaría de lado para dar paso a la gran corona de su padre.
Caminaba por el salón, su capa negra se arrastraba por el suelo y él avanzaba rumbo a las escaleras, para darle el alcance a su madre frente a sus invitados. Llegó con ella y vio tanto amor en sus ojos que se le escapó una pequeña sonrisa a ambos.
— Mi reina —se arrodilló frente a ella. Tocaba el discurso, no era problema, lo supo desde que era pequeño, es el momento para el que se preparo toda la vida— prometo servir a Sanguinem hasta el último de mis días con vida, honrar a esta nación y siempre hacer lo necesario para salvaguardar La Paz con mi pueblo... lo prometo por la memoria de mi padre, Urd Geales —.
Krul quitó delicadamente la corona de flores de su cabeza y dio paso a la corona de oro y rubíes de su padre.
Era pesada, no sintió nada más que el peso de la corona, no había ruidos, se puso de pie de nuevo, miro a su madre, con un brillo fantástico en sus ojos, le tomó la mano y se giró a las personas del palco del salón, que aplaudían y vitoreaban felices bebiendo de sus copas de sangre, chocándolas con tanta euforia que alguna se derramó y otra se rompió. Extendió el brazo a su madre y tras sentir su agarre, ambos Tepes bajaron de las escaleras, al salón. A su paso comenzó la música y todos comenzaron a hablar, bailar y beber.
Solo salieron a la puerta del palacio, a saludar al público que tenían, porque sí, además de sus invitados, los habitantes de Sanguinem también estaban emocionados por la coronación. Mikaela y Krul saludaban delicadamente y con elegancia, y el único sonido que Mikaela pudo escuchar desde que la corona estuvo en su cabeza fue "Larga vida al Rey Mikaela Tepes de Sanguinem".
[ . . . ]
— ¿No estás cansado? —en la tranquilidad de la habitación de Mikaela, su acompañante le acariciaba los rizos rubios— digo, todos esos ensayos, la organización... —el rubio estaba acostado, pero él no, se encontraba sentado, el ahora rey descansaba en su regazo—.
— Estuve más cansado en el funeral de papá. No sabes como son los funerales aquí —.
— Si son tan pomposos como sus coronaciones no quiero ni imaginarlo —se rió y el rubio se levantó para darle un empujón leve—.
— Tarado. Ten más respeto... soy tu rey ahora —sonrió y le extendió la mano, fingía una expresión de elegancia exagerada, batiendo sus bonitas pestañas, Yuu le siguió la corriente y dejó un beso en el dorso de su mano—.
— Lo siento, su majestad, Señor Mikaela —lloriqueó de forma exagerada, disfrutando de la expresión divertida en la cara del rubio— Rey de los vampiros —Mika asintió— y el Rey de mis pajas —añadió lo último mirándolo fijamente, con un destello de coquetería y diversión en los ojos—.
El rubio lo soltó como si su mano estuviese hecha de fuego, con los colores a rojo en su rostro pálido.
— Jajaja~ Qué lindo te ves! —se rió de la expresión del rubio. De una sola bromita le había bajado todo el ego—.
— Eres un idiota —.
Para Mikaela era shokeante esa información, más porque sabía que Yuu era capaz de eso y sabía que no mentía. Desde que Yuu se convirtió un demonio había cambiado, claro que era más coqueto, también era más extrovertido, más astuto y obviamente más violento. Sí le creía cuando decía que se peleó con su padre, o que rompió una ventana, y obviamente le iba a creer cuando le decía que se tocaba pensando en él, más por cómo habían sido los últimos besos que se daban en Nagoya.
— Hoy más que otros días te ves hermoso —Yuu se acercó al rubio que se había levantado de la cama por la impresión— Jamás pensé que te podrías ver más bello de lo que te veías el primer día que te vi –tomó en sus manos el rostro del chico—.
— Tan hermoso que solo no te casaste con Mitsuba Sangu porque te rechazó —se burló, Yuu frunció el ceño ante su comentario— Sé cómo actúas Yuu-Chan, tengo más del doble de tu edad —.
Yuu se sonrojó un poco pero dio una gran sonrisa ladina que hizo tensarse al rubio. Sus manos bajaron de su rostro a su cintura y una fue rápido a tomarlo del muslo y apretarlo a su pierna.
— Tienes razón, y por ser mayor tienes mucho que enseñarme aún, ¿No es así majestad? —se acercó más y más al rubio, ambos pechos estaban pegados y el rubio solo se mantenía aferrado a la idea de que esto era algo cómico ya que Yuu aún era un poco más bajito que él—.
— Sí mi amor —sonrió al ver a su chico nervioso, los roles se habían invertido— Por ejemplo, debes aprender a cómo redactar una carta. El hijo de Akane tiene tu edad y escribe mil veces mejor que tú, siendo que a él lo educó sí madre y no un tutor especializado —le reprendió y a Yuu casi se le cae la mandíbula al suelo—.
— ¿¡Ese niño tiene veinte!? Se ve como de diez años
Mika asintió con una sonrisa.
— Los vampiros envejecemos lento, pero nuestras capacidades receptoras avanzan de forma normal, así que existen vampiros como él, que para nosotros son niños, y vampiros como yo, que para ustedes me veo joven —paseó una de sus manos por su pecho— Después de todo... no tendrías ganas de cogerme si me viese como un abuelito.
Yuu sonrió un poco avergonzado por lo que dijo, dándole un lento beso en los labios. Vaya que adoraba esto, estar junto a este rubio era lo mejor que le había pasado, y todo era mejor ya que le había explicado que ambos tenían esta unión de ser destinados, adoraba poder convivir con el chico, adoraba verlo, y adoraba el sentimiento tan lindo que se encontraba en su corazón en este momento.
— Gracias Mika —el rubio le miró sin entender del todo lo que decía— Gracias por enseñarme qué es el amor —.
Mikaela lo abrazó cariñosamente. Por su parte agradecía que el de ojos verdes fuese su pareja, poderle dar seguridad a Yuu le encantaba, aún más el poderlo hacer feliz, compartir algo tan hermoso como es el amor era algo de lo que estaba feliz de haber logrado.
[. . .]
Guren miraba el precioso cielo de Sanguinem, tan oscuro como su cabello y el de su hijo, el resplandor de algunas estrellas en el cielo le hacía pensar en los ojos de Mahiru cuando estaban juntos... realmente le hubiera encantado que tengan una relación madre e hijo como los Tepes, vio un par de veces a la familia cuando aún vivía el esposo de Krul y Mikaela aparentaba la edad de un niño pequeño, casi de no ser por el hecho que los demás lo consideraban escalofriante, y porque traía en sus pálidas manos un libro siempre que lo veía.
Esta temporada más que nunca pensaba en su mujer, Yuu había crecido mucho y no tenía sentimiento alguno por su madre, hubiera adorado que Yuu quisiese tanto a su madre como quiere a Shinya. Pero con justa razón, el mayor Hiragi se ganó tanto a Ichinose padre como hijo... Mahiru lo había metido en un gran embrollo.
Krul le había comentado que encontró al demonio que encabezaba ese grupo rebelde que atacó a sus hijos, Saito era su nombre, y al parecer estaba tan enfadado con los Ichinose por un trato que tuvo con ella. Mahiru tuvo una fuerte depresión post parto, con todo el estrés que generó el embarazo, no pudo tener una buena relación con su bebé, además de estar ocupada también en alejar a su hermano de su esposo, que últimamente andaban muy juntos. Su bebé era cuidado por su hermano, se había encariñado de él de forma tan fuerte que Mahiru estaba agradecida de que gracias a eso Shinya dejó de lado a Guren. O al menos pensaba que era por eso.
Jamás quiso contar que su esposa se suicidó, ahora sabe de donde consiguió un arma maldita, se la consiguió Saito, pero no para matarla a ella. Ambos querían deshacerse del joven heredero al trono, Yuuichiro. Mahiru le comentó que despreciaba a su hijo, desde que se embarazó su esposo estaba más lejos de ella, desde que se embarazó perdió cualquier posibilidad de ser reina de Burakku, desde que se embarazó dejó de verse tan bella...
Saito le ofreció a Mahiru darle el arma perfecta para asesinar a su hijo, del que aún no se sabía su origen al tener sangre de 3 especies, al menos el arma demoníaca que tenia podría matar a ángeles y demonios. Hecharía la culpa la Shinya, y Saito tomaría Burakku, la pequeña Shinoa podría quedarse en Nagoya con Mahiru. A estas alturas le daba igual, solamente le tenía un resentimiento a su hijo.
Ella no cumplió su parte del trato, y Saito destrozó todo lo que pudo cuando supo que Mahiru estaba muerta y solo lo utilizó para poder tener en mano un arma de tal poder. Shinya se quedó en Burakku y Guren en Nagoya, así que de ninguna forma él podría tener el poder.
El ejército de Krul se había encargado de apresarlo, ahora se encontraba en una cárcel de Sanguinem esperando que Guren decida qué debería hacer con la única amenaza a su gobierno.
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Hola amiwos. Voy a evitar hacer notas de autor en la mayoría de partes, solo para evitarles la interrupción a la lectura. Les comento que este es el episodio más largo de Royals con unas 2400 palabras, lo que me hace feliz porque los anteriores eran más cortos.
Me imagino que serán los más difíciles de digerir ya qué hay bastante info dump. Una disculpa por eso.
Gracias a quienes retomaron la lectura, me gustaría comentar que si gustan pueden dar un vistazo a capítulos anteriores ya que edite bastantes aspectos del canon que establecí, como por ejemplo
1. Yuu y Akane no han tenido una interacción real, más allá de miradas.
2. Mika nunca ha sentido amor romántico por nadie.
3. Mika sí recuerda bien a su papá, y falleció cuando él estaba pequeño
4. Acortar y alargar distancias entre las que ambos actúan o dejan de interactuar para ayudar con el desarrollo de la trama
5. La relación de Shinya y Guren es más difícil y más lenta
6. Yuu tiene más aspectos demoniacos
7. Mejorar la relación de Mitsuba y Shinoa
Por mencionar algunos o los más importantes por así decir. Gracias por pasarse a leer<3
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