Piérdete.
—¡Hey tú, pequeña perra!
Leiv se congeló a su lado, de pronto lívido y asustado. Su aroma se volvió mas denso, lleno de miedo. Trató de tirar de Kuroko hacia fuera de los pasillos.
Pero fue tarde.
Kuroko se giró a enfrentar al Alfa con un rostro de suficiencia y neutralidad total. Bonito y altivo.
—¿Con esa boca comes?
Daiki adquirió una tonalidad morada en su rostro compungido por la ira. Danáe miró de reojo a Leiv, gesto que no pasó desapercibido para Kuroko.
—Ven aquí, puta—gruñó tratando de alcanzar al Omega quien poco o nada hizo para evitar que lo atrapara.
Daiki lo apretó contra si mismo y luego lo empujó contra la pared con una fuerza sorprendentemente regulada. Ladró algo hacia Danáe
—Llevate a la pulga rusa, no lo quiero ver.
Danáe sujetó delicadamente a un aterrorizado Leiv por sus frágiles hombros, el chico se dejó llevar con docilidad hacia una zona segura.
Kuroko no apartó los ojos de los dos faroles encendidos del moreno quien parecía contenerse por no rugir o mutar en alguna bestia peluda en ningún momento, le sostuvo la mirada con neutralidad. Dejó que hundiera la nariz de manera torpe en su cuello que se sentía fragil y expuesto.
Aomine Daiki gruñó desde el centro de su pecho, molesto y amenazante. Aspiró profundo y violento en el cuello del Omega.
—Te marcaré.
Kuroko no se atrevió ni a respirar, estaba demasiado rodeado por el Alfa y temía marearse si dejaba que su escencia a macho se filtrara por su sistema. Ladeó su pálido rostro y negó suavemente.
—¿Marcarme?¿Para qué querrías hacer eso?—su voz era suave pero monótona. Increíblemente regulada.
—Callate. No me discutas.
—¿Para hacerme sufrir?¿Atarme a ti?¿Rebajarme y humillarme? No entiendes nada, Alfa arrogante.
—Él que no entiende eres tu, puto Omega, voy a marcarte para bajarte de esa maldita nube. Voy a follarte tan duro para que se te quiten las malditas ganas de ofenderme y voy a llenarte de mis hijos para que te condenes junto conmigo.
Kuroko hizo una mueca.
—¿En serio? ¿Tanto te he ofendido? ¿De verdad quieres atarte a mi para darme una lección?
—¡Callate!
El Omega comenzó a entrar en pánico, un poco. Sintió los colmillos del Alfa rozar en su piel. Se retorció un poco pero el Alfa lo asentó en su centro.
—¡Daiki, sueltalo!.
Ah, esa era la voz de Kagami. Se acercó a ellos con rápidez pero con la misma prudencia con la que los veía.
—¡Tu no te metas!.
—¿Hay alguna necesidad de gritar todo el tiempo? Eres molesto, tu erección tambien lo es—gruñó Kuroko enfurruñado derrepente.
Otro pequeño detalle a mencionar es que Kuroko podía sentir con claridad un miembro duro frotándose contra él con violencia, muy seguro de que no era la pierna del Alfa.
"Un Alfa que desea establecer un lazo con un Omega, siente deseo sexual para poder facilitar el proceso de la marca".
—Daiki, tienes que soltarlo. Sabes que estoy autorizado a atacarte en estos casos.
—¡Y tu sabes que no debes meterte conmigo!
Tenía las pupilas peligrosamente dilatadas y respiraba pesadamente.
—Solo suelta a Kuroko, déjalo en el suelo y podemos hablar como gente decente.
—¡No! ¡Mio!
Ay no.
No era que Kuroko o Kagami tuvieran un certificado en medicina pero tampoco era muy necesario para entender que ese aroma picante y espeso, que emanaba del Alfa, solo significaba una cosa en concreto, y no, no era buena en absoluto; Aomine está en celo.
Y el Omega no está entrando en pánico porque antes prefiere destrozarse los labios de tanto morderlos antes de admitir que quería acurrucarse contra el Alfa aunque estuviera furioso.
—Aomine, sueltalo..
—Kagami-kun—llamó Kuroko quien tembló cuando el Alfa rugió molesto, aumentando la presión con la que lo tenía contra la pared.
—No temas, Tetsuya. Solo no...
Daiki rugió fuerte enfadado hacia Kagami mientras hacía que todo su cuerpo escondiera el del Omega quien empezó a temblar.
—¡No le hables!
Kuroko resbaló de sus brazos en un momento de descuido que aprovechó para correr en dirección de Kagami.
Podría decirse que Aomine terminó de mutar en algo que lucía como ser humano pero no actuaba como tal. Antes de que Kuroko llegase con Kagami ya lo había tacleado y sometido contra el suelo mientras gruñía algo inentendible y funesto.
—¡Por favor! ¡Por favor!
El omega chilló de pánico cuando notó los colmillos del Alfa incrustándose perezosamente en su nuca. No para formar un lazo, para someter. El cuerpo débil de Kuroko convulsionó contra el suelo y se quedó rígido de pronto para luego relajarse hasta quedar reducido a una macilla moldeable.
Sentía el aliento caliente del Alfa en su espalda y el vibrar de su pecho.
—Aomine...estás asustando al Omega.
Kagami estaba pálido y se veía angustiado. Comenzaba a oler un poco a desespero. Un poco aliviado de no haber presenciado una marca de lazo.
—Mío.—tajó levantándose y arrastrando el cuerpo liviano de Kuroko hasta su pecho. El Omega miró somnoliento al Alfa rojizo mientras boqueaba.
—No lo es, no te quiere.
Aomine se vuelve con los ojos rojos, furioso.
—¡No te lo vas a llevar!¡Antes te mato!.
Kagami se percata que no puede permitir que Aomine se siga agitando porque uno) está en celo y dos) tiene a Kuroko bastante aturdido y no puede permitirse dejar que lo altere más. Vaya suerte la del Omega, mira que toparse con esto en su primer día.
—No me lo quiero llevar. Tu sabes. Yo tengo a mi Omega. Tatsuya.—lo apaciguo—Se que no debes alterar a tu Omega, míralo, está asustado.
Aomine miró a la criatura amodorrada que tenía en brazos, con sus tiernos ojitos a medio abrir y esa boca insolente temblando ligeramente. No podía hacerle daño. En realidad solo quería acunarlo, cuidarlo y no entendía esa nebulosa claridad que sentía porque se supone que estaba en celo, que querría follarlo hasta las orejas pero en vez de eso quería cubrirlo con su cuerpo, apartarlo de la vista de Kagami. De todo el mundo. Quería lamerlo, acurrucarlo contra el, protegerlo.
—¿Omega?—habló grumoso. El chico lo miró adormilado todavía.—Te voy a limpiar.
Kagami retrocedió un par de pasos cuando notó a Danáe llegar a su lado. El Alfa miraba a su hermano atónito por lo que estaba haciendo, estaba lamiendo el rostro del Omega con frevilidad.
Lamer a tu pareja Omega para limpiarlo era algo muy común, era algo arraigado a sus instintos como alfas mas básicos, que se hacía para brindar tranquilidad y comfor.
Es por eso que Danáe estaba demasiado sorprendido, había olido el celo de su hermano y conocía como de animal se ponía. Se imaginaba una desagradable escena de sexo semi consentido. Esa imagen y esta no concordaban en absoluto. Aomine estaba limpiando el rostro del Omega con delicadeza. Como si temiera asustarlo.
El Omega se dejó, dócilmente, con su consciencia dominada por sus instintos y la suave anestesia de la mordedura en su nuca.
Estaba cálido, rodeado y feliz, sintiéndose querido y protegido como en mucho tiempo.
—Alfa, estoy bien—murmuró Kurono cuando pasó la lengua por sus mejillas—Estoy limpio.
Decía aquello con la clara intención de que se detuviera pero una parte de el estaba disfrutando la suave atención del Alfa quien lo ignoró y siguió lamiendo hasta llegar a su cuello donde sus lametazos se convirtieron en besitos.
—¿Qué hacemos?—preguntó Danáe después de un momento de estupor.
—No lo sé. Lo que menos quiero es tener a un Alfa en celo y enfadado en la zona Omega y luego tener que lidear con el celo de otros veinte Omegas. Un puto desastre, joder.
—Y si eso ocurre los Alfas en mi zona se van a volver locos. Definitivamente no puede salir de esta area.
Ambos asintieron. Se llevaban como la mierda pero estaban de acuerdo en evitar esa masacre.
—¿Los encerramos? Así bajas a todos los Omegas a la primera planta con los Betas y yo reagrupo a los Alfas al edificio mas alejado de este. No, los llevaré a jugar fútbol al campo.
Kagami reflexionó en silencio la nobleza dudosa de sacrificar a un Omega para salvar a unos veinte mas. No parecía como si Aomine fuera capaz de hacerle daño pero comenzaba a verse mas errático por aquello del celo.
Era una pesada balanza moral y...
Carajo.
—¿Lo hueles?—preguntó cauteloso, Danáe se llevó una mano a la nariz.
—Mierda sí. Está entrando a su celo.
—Hay que encerrarlos.
—Sí.
No tenía otra alternativa.
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