Para siempre.

Kuroko lo notó, tan claro como la luz del día. Estaba nervioso, justo como él. Ambos se habían deslizado a un ambiente extraño después de que el último vestigio del celo se esfumó entre sus cuerpos y almas extenuadas.

Aomine estaba ansioso.
Había roto una cantidad sorprendente de cosas dentro de la cabaña en la que se dió el peor encerrón de su vida. No estaba muy seguro de lo que había sucedido pero estaba seguro de que fue un infierno apenas tolerable. Recordaba haber llegado al punto de sollozar de frustración al no poder estar con Tetsuya.

El Alfa estaba aterrado desde entonces y poco o nada había hecho para dar un paso al frente de la situación pero el Omega estaba listo para afrontar la situación en vista de la duda.

Así que un buen día sin aviso ni nada,  Kuroko salió del baño de la cabaña que se les concedió por petición suya y se plantó frente a él con toda su confianza y entereza. La reacción que esperaba apareció al instante en el rostro infantil de Aomine.

––No es muy tu estilo, Tetsu.––susurró mientras atraía hacia si el cuerpo delicado del Omega––Pero me encanta, te ves provocativo.

Se veía tan vulnerable en su camisa, una de las más viejas pero la más cómoda. Sus piernas y brazos pálidos, alabastrados, rosado en esquinas. Suave y hermoso. Aomine quiso besarlo por todas partes.

Colocó sus grandes manos en la parte posterior de sus muslos y fue subiéndolas poco a poco hasta la base de su lindo trasero. Masajeó la zona y se inclinó a besar su vientre cubierto por la tela gastada.
Casi ronroneó por el aroma suave que desprendía su piel, casi se derrite por el calor que irradiaba. Era en extremo agradable.

––Es tu camisa. Pensé que te gustaría

––Lo hace, gracias. Me gusta.

––También me puse estos...––murmuró mientras alzaba la camisa que le llegaba hasta los muslos para dejar ver unos boxers ajustados, muy ajustados. Familiares.

––Hmm, recuerdo estos...

Miró el rostro del Omega y sonrió mas al verlo sonrojarse por los recuerdos de ese día. Otro día.

––No te acostumbres. Solo por hoy.

––Me alcanzaría para una vida entera, gracias. Ahora, ven aquí.

Lo sentó a horcajadas en su regazo y se apoderó de su boca en un beso muy delicado. Lo hizo levantarse en sus piernas, casi hincado. Sonrió satisfecho con un gesto felino, tomó sus caderas y la acercó a sus labios para besarlas. La piel del lugar se erizó al contacto cálido de sus labios. Mordisqueó un poco y obtuvo como respuesta una mano temblorosa en su pelo.
La carne era suave y tierna, como la de un cervatillo, deliciosa, casi jugosa. Quería clavar los dientes ahí, en esas partes suaves y morder profundo, doloroso. Se sintió muy poético ponerle nombre a esos instintos primitivos cavando dentro de él

Porque dejar constancia de que en el universo, él, su Omega, era suyo, que tocaba una unica melodía, cosechaba una sola cosa, que veía un solo cielo y como todo aquello era suyo, que de pronto se sintió conmovido por algo más fuerte que el deseo.
Quiso saberlo seguro, feliz, lleno. Suyo.

––¿Cuál es la ocasión, Tetsu?.

Él lo miró entre pestañas delicadas.

––Creo que ya lo sabes o ¿Tendré que decírtelo?.

––Se me vienen algunas ideas pero me gustaría oírlo de tu boca.

––Eres muy retorcido.

Aomine sonrió, pero iba a morir antes de confesar lo que sentía; gracias a alguna divinidad benévola, Kuroko ya lo sabía, así que lo dijo.

––Márcame.

No hubo reacción inmediata pero lentamente sus ojos se abrieron y su boca tembló de pura emoción. Tragó saliva varias veces.

––¿Estás seguro?

Porque si no lo estás, tienes que decírmelo ahora, después no servirá que te niegues, que me grites, no podré parar, no querré parar y haciéndolo así te haré daño, te lastimaré, te rasgaré y no podré perdonarme.

No lo dijo porque no necesitó hacerlo. Kuroko hizo un sonido afirmativo. Los labios del Alfa se deslizaron hasta su cuello e hicieron toda una constelación en el provocándole espasmos en todo el cuerpo. Una promesa muda que, por dios, iba a cumplir.
El alivio quemándose en la punta de los dedos.

Y de pronto, muy suavemente, entre ambos se desbordaron sus sentimientos.

––Te amo.

Aomine fue el primero en decirlo y se sintió tan fácil que le dieron ganas de reír. Kuroko sonrió también y besó su frente, susurrando un te amo también en la piel tersa del lugar.

––Me gusta tenerte así––confesó Aomine sin querer. Riéndose de su puchero.
Escuchando los bonitos sonidos que salía de sus labios. Como campanitas chocando por el aire.

––¿Temblando como el puto bambi?

––Voy a admitir que es jodidamente raro cuando dices groserías.––masculló en medios de una risa burlona.

––¿Debería dejar de decirlas?

Aomine siguió riendo.

––Oh no, es sexy. Me hace querer hacerte toda clase de barbaridades.

Kuroko lo miró en blanco, lo cual lo hizo reír más.

––Que frase tan barata.

Oh, ahí estaba su Omega. Tanta belleza no podía ser verdad. Se rió, sintiéndose de pronto ligero por el nerviosismo que estaba escondido discretamente en el fondo de él.

––Entonces disculpa mi rudeza.

Aomine tiró con suavidad el cuerpo de su Omega contra las sabanas de la cama y lo asechó en broma, acarició con su nariz el camino seguro de su vientre y plantó un beso ahí. Puso sus frentes juntas y lo besó otra vez, mordisqueándolo un poco para que separase los labios y pudiera profundizar.

Su Omega sabía dulce, siempre dulce.

––Hicimos las cosas mal.––se lamentó, el Alfa. Kuroko no le hizo mucho caso, concentrado en conseguir más besos.

––¿Por qué? ¿Acaso importa?

––Solo me molestan los recuerdos. Me molesta que no nos dimos tiempo para conocernos. Qué yo no te di tiempo.

A veces Aomine era demasiado consciente de si mismo y terminaba por flagelarse. En esos casos, el Omega lo desarmaba con un par de palabras ligeramente sarcásticas.

––Uh, disculpa, oh dios todopoderoso.

Le dió una mirada de advertencia.

––Yo entré en celo y provoqué el tuyo. Qué yo te atacará. Qué insistiera. Fue el peor cortejo de la historia y aún así estás aquí, aceptando una marca mía.

Kuroko no dijo nada solo lo acercó a su rostro.
Sus manos cobraron vida mágicamente y rodearon su cintura. Gimió guturalmente cuando notó las piernas trémulas de su chico separándose para acogerlo entre ellas. Había algo hipnótico en el roce de la piel de sus muslos con el de su cadera.
Kuroko tomó su rostro entre sus manos y lo guió.

––Te estancas en un pasado que no puedes cambiar, Aomine-kun.

––No es justo. Es patético y lo sé––se quejó en voz baja––Ni siquiera puedo recordar cuando fue nuestro primer beso porque seguramente sucedió cuando ambos estábamos muy perdidos. Hice todo tan mal y tan apresurado que no tuve tiempo para atesorarlo

Su Alfa tenía este problema, ésta necesidad molesta de querer tener control sobre cosas imposibles y absurdas. Pero gracias a Dios, Kuroko sabía leer entre líneas.

––Yo si recuerdo...recuerdo tus manos en mi, recuerdo que me besaste para que no llorase la primera vez que sucedió––dijo de pronto, muy cerca de su boca. Y después como un secreto guardado en mejillas arreboladas y ojos tímidos, dijo:––Te recuerdo dentro de mi.

Su voz lo golpeó como un camión de carga y pudo haberse venido solo por eso. Ni siquiera era patético porque se sentía justificable. Ni siquiera pensó que era estúpido creer que sus ojos eran estrellas en ese momento.

––¿Hablas de esa primera vez que nosotros...?––lo vió asentir con una sonrisa melancólica, sintió palomitas de maíz explotar en su estomago, solo porque las mariposas eran muy trilladas y muy cursis para él––Dime que recuerdas.

––Que dolía mucho. Era desgarrador.

––Lo sé. Podía verlo. Lo siento.

Miró sus ojos celestes un instante. Había un destello pícaro que aun así no lo preparó para lo que iba a escuchar. Nada lo haría, Kuroko nunca había sido tan atrevido como cuando de sus labios se realizaron las palabras:

––Pero te sentías tan bien.

La cadera del Alfa se fue hacia adelante en un movimiento fluido y completamente automático que lo hizo sentirse como un adolescente seducido. Gimió como un idiota pero el suave gemido que soltó su Omega debido al roce lo distrajo de su derrota.

––Aquí el de la experiencia soy yo ¿Porque siento que eres tan cool? Deberías estar sonrojado y gimiendo "detente" en vez de decir ese tipo de mierdas que me hacen querer....

Hizo un gran gesto de impotencia que el Omega no apreció.

––¿Querer qué cosa?.

Sabía lo que quería que dijera y por un demonio, claro que lo iba a decir.

––A ti. Quererte, desearte tanto.

––Entonces ¿qué hay de raro en que yo te desee de la misma manera?.

Touché.

Había una sonrisa de autosuficiencia en el bonito rostro de su Omega, bebió de ella y no pudo evitar que la felicidad lo embargara enteramente.
Kuroko siempre había sido difícil de leer, de entender pero ahora podía verlo transparente. No sabía que sería de él después de que lo marcase pero rogaba que fuera así. Facilitaría su vida y su salud mental se quedaría intacta.

––Entonces, ¿Vamos a hacer algo?

Aomine sonrió lascivamente y metió una mano distractora entre sus piernas solo para comprobar que estaba húmedo. Acarició el lugar con el pulgar a la vez que lo besaba con glotonería, hinchándose de orgullo al verlo apretar sus párpados y contener un gemido mordiendo sus labios.
Las caderas de Kuroko temblaron ante las suaves caricias y trataron de encontrar las suyas.
Quería joderlo un poco.

––No tendrás mas que esto.––dijo con aspereza juguetona. Kuroko abrió los ojos molesto por la evidente autoridad.––¿Qué?¿Molesto por algo, bebé?

––Q-quiero más––jadeó fuertemente debido a que justo en ese momento Aomine decidió hundir un dedo en el, aun por encima de la tela del boxer.

––¿Si?¿Qué más quieres de tu Alfa?

No se lo pensó mucho para contestarle.

––Quiero tu boca. Ahora.

Y gracias a todos los dioses, Aomine entendió rápidamente a que se refería. Gracias a ese acuerdo tácito que tenían ya sabía donde quería su boca.
La verdad es que no habían llegado a tener sexo como tal desde aquella primera vez durante el celo de Kuroko pero si es cierto que habían tomado su tiempo para explorarse sexualmente. Con el tiempo y práctica Aomine había desarrollado una habilidad sorprendente para comerse al Omega mientras que Kuroko hacia gimotear al Alfa con sus trabajos manuales.

––Si eso es lo que quieres, será un placer devorarte...

Y la verdad es que no mentía. Había pensado en ello desde la primera vez que pudo oler la humedad entre sus piernas, había algo morboso e íntimo que despertaba en él cada vez que lo pensaba. Quería robar todo lo que pudiese tomar de el.
Lo iba a hacer.
Le quitó la camisa y la boca se le hizo agua.

Aomine le dió un beso cariñoso, casi de despedida. El Omega entendió el humor detrás de esto.

––Te veo en un rato, Aomine-kun––bromeó al verlo besar su pecho con una expresión grave en el rostro, un hombre con una misión.

––Si hago bien mi trabajo, no vas a ser capaz de ver nada cuando termine––respondió arrogante. Confiado en alcanzar sus objetivos de sobreestimularlo.

––Hmm.

Aomine se detuvo con una sonrisa estúpidamente brillante que lo contagió sin remedio. Sabía que botones presionar para complacer a su chico.

––Vamos, confía en mi. Confía en tu Alfa.

Kuroko sintió su vientre apretado. Ah, esto de ser un Omega a veces era una putada. Reaccionar así por una estupidez.

––Olvida lo que dije, quiero besarte.

El Alfa lo complació al instante e impactó sus labios contra los suyos con violencia y lo besó tan bien, demandante y duro, rompiendo la línea de sus pensamientos y aturdiéndolo tanto que lo dejó, literal, viendo estrellitas por unos buenos cinco segundos en los que aprovechó para quitarle su camisa y volver a hacer su camino hasta su entrepierna.

Kuroko reaccionó cuando ya le había arrancado la ropa interior y lo había tragado por completo. Gimió tan alto que temió que alguien más lo escuchara pero no pudo importarle demasiado cuando Aomine, bendito sea, comenzó a trabajar con su lengua por toda su longitud.

El Omega se retorció bajo sus manos y sus caderas tenían espasmos cada vez que succionaba su sensible punta. Aomine le sostuvo para que no temblara tanto mientras lo atendía con una devoción y entusiasmo notables.
Miraba constantemente el rostro derrotado de su Omega para comprobar que estaba haciendo un espléndido trabajo. Quien diría que dar sexo oral era tan gratificante.
Se sentía como un puto dios.
Curiosamente, en ese momento cada sensación era filosa y podía sentirlas atravesando su cuerpo con violencia. Iba a venirse en un santiamén.

Voy a...

No respondió, solo hundió su rostro aún más en sus piernas y comenzó a comérselo de verdad.
Gruñó cuando el cuerpo entero de Kuroko convulsionó contra su boca.
La humedad se apoderó de la boca de Aomine quien siguió con su trabajo sobresaliente hasta que tuvo al Omega completamente derretido, lloriqueando de placer. Incluso usó varios de sus dedos.

—¡Alfa!¡B-basta, basta!—jadeó sin aire. Sintiendo que las piernas se le acalambraban y que el placer lo inundaba hasta ahogarlo. Aomine aumentó la marcha hasta que Kuroko vió blanco por completo. Gimió tan fuerte que se lastimó un poco la garganta. Sus piernas se cerraron alrededor de la cabeza del moreno quien no se detuvo en ningún momento hasta que el placer comenzó a torturar a Kuroko. La verdad es que rumbo al final, el aroma de la excitación de su pareja le había nublado el juicio, subía en hondas y lo embriagaba por completo.

El Omega se veía eróticamente destruido, con las piernas desmayadas y el rostro rojo. Los ojos como faros expectantes, llenos de lágrimas..
Kuroko elevó sus cansados brazos a modo de invitación y lloriqueando cuando Aomine se ensañó con sus pezones.

––O-Oh no, no.––gimoteó cuando comenzó a pellizcar sus botones. Aún tenía estragos del orgasmo recorriendolo––Es demasiado.

––¿Sí? ¿Te sentiste bien?.––contestó distraído, concentrado en arrancarle temblores con sus dedos.––¿Tu Alfa te hizo sentir bien?

Kuroko logró concentrarse lo suficiente para darle una mirada sardónica. Aomine a veces se excedía y era un completo idiota.

––Te encanta llenarte de ti mismo. Engreído.

––Me gusta dejarte temblando, Bambi.

Kuroko frunció el ceño e intentó apartarlo de su pecho sin demasiado éxito.

––Idiota.

El Alfa fingió ofenderse.

––¿Ni siquiera un 'gracias'?. He cumplido con mi deber como hombre, Tetsu. Soy un hombre orgulloso de mi trabajo.

Era imposible enojarse en serio con este idiota así que Kuroko tuvo que reírse al final. Lo premió con un beso simple.

––Gracias.

––Comerte siempre es un placer, Omega.

Tetsuya enrojeció pero no se dejó amedentrar.

––Pusiste haber hecho esto antes, ésta técnica no te la conocía–– sufrió un espasmo cuando succionó uno de sus pezones un poco más duro y torció los dedos en el otro.

Aomine se detuvo un segundo.

––¿Te estás quejando, Tetsu?

––Sí.

Se río de la seriedad en el rostro de Kuroko pero siguió igual con su tarea mientras se las arreglaba para contestar:

—Si te tocaba más, probablemente habría perdido el control. Además tú pareces lo suficiente sensible como para llegar sin muchas caricias

Hizo un ruido de molestia e intento apartarlo de su pecho nuevamente, ahora con un siseo.

––Me gusta que me toques.

Aomine saltó internamente. Amaba lo crudo y directo que a veces podía ser.

––¿Dónde?

––Donde sea. Me gusta pero tú siempre estás demasiado asustado para hacerlo.

––Tengo miedo de hacer algo que no te guste.

Kuroko ladeó su rostro sin cambiar de expresión.

––Si algo no me gusta, te lo diré.––responde desapasionadamente y con sencillez––Te presento algo que los humanos llamamos: "comunicación".

A veces lo crudo y directo que él podía ser, era sencillamente molesto. Pero acertado.

––Comunicacion, sí, está bien.––se sintió de pronto tímido en su nueva posición. Con una erección incómoda en sus pantalones y su lobo dando vueltas en su pecho.

Kuroko se esforzó en incorporarse e inclinarse hacia su entrepierna. Él lo detuvo paniqueado.

––¿No puedo devolver el favor?

––¡Ah! ¡No!––exclamó abochornado mientras alejaba al Omega de su erección inquieta y lo recostaba de nuevo––Si voy a marcarte y anudarte entonces necesito hacerlo solo una vez.

––¿Tiene que ser así?

Una lenta sonrisa creció en su rostro

––No lo sé. Nunca he marcado a nadie.

Kuroko sonrió discretamente y siguió haciéndolo incluso cuando Aomine se inclinó a besarlo largo y tendido contra la cama.
Se acomodaron de nuevo, con Kuroko muy perdido en el sabor de su Alfa y con Aomine abriendo sus piernas y alineándose en silencio contra su entrada. Se detuvo.

––No es momento para dudas, Daiki...

Aomine suspiró pesadamente.

––Estoy a punto de marcarte.

Kuroko lo miró sin expresión en su rostro

––Sí, eso parece.

––Tengo 21 años y tú 19.  Somos jóvenes y estamos por enlazarnos.

––Eso es correcto.

––No conozco a tus padres, ni tu al mío. Nunca pagué las nupcias a tu familia.

Okay, Kuroko comenzaba a impacientarse en serio.

––Ni yo pagué mi dote, ¿Y?

Aomine lució ofendido.

––Jamás habría aceptado una dote tuya, no me debes nada, Tetsu.

––Y yo no soy una vaca por la cual puedas pagar, ya lo sabes.––contestó con molestia. Aomine alzó las manos en rendición.

––Lo sé, lo siento, lo siento.

––Está bien, solo que no sé porque estás diciendo todo esto.––responsió con sinceridad

––Estoy...eh, no lo sé. Creo que estoy tratando de hacerme a la idea de que voy a marcarte––murmuró con suavidad y con una voz pequeñita siguió diciendo––Voy a marcarte. Voy a ser tu Alfa.

––Eso es lo que quiero.

––¿Me quieres?

Kuroko rodó los ojos. Pero cedió al final y asintió.
Lo miró a los ojos una última vez antes de empujarse por completo hacia el en un movimiento suave y fluido.

Fue apenas una dulce quemazón que sobrepasó a cualquier cosa que Aomine estuviera haciéndole a su cuello con la boca para distraerlo. De alguna manera ahora lo sentía dolorosamente placentero, ardiendo en calor y humedad. Gimió incontrolable cuando notó sus caderas ondulado hacia el Alfa que estaba clavándose profundo en él.

Ambos jadearon cuando se encontraron completamente unidos. Con los vientres apretados y mirándose a los ojos, sorprendidos.
Era una sensación nueva y abrumadora que los llenaba de una exaltación grave. Encajaban a la perfección y la simple comprensión de ello, los hacia vibrar.

El Omega boqueó en silencio, lleno y a punto de derretirse alrededor de su Alfa que se sentía perfectamente enorme dentro de él.

––Muévete––pidió Kuroko cuando la espera de hizo insoportable. Aomine se inclinó a lamer su oreja.

––Esto es...muy bueno––jadeó el Alfa con una sonrisa débil colgando de sus labios húmedos. Pero no hizo amago alguno de moverse todavía, estaba esperando a que el Omega se relajara por completo para asegurarse de que no lo iba a lastimar. Su interior estaba estrecho y resbaladizo, tan delicioso que podía lloriquear de lo bien que se sentía. ––Y hueles tan bien.

Kuroko se estaba asfixiando. Estaba lleno y caliente como el infierno. Con el aroma de su Alfa rodeándolo por completo, impulsandolo a un nuevo nivel. Sus piernas no tenían la fuerza necesaria para balancear su propio cuerpo y obtener algo de deliciosa fricción, solo podía apretarlas a la cadera del Alfa quien estaba estoico, enterrado en su cuello. No había muchos recuerdos de el celo de aquella vez y los que habían se sentían lejanos y borrosos, nada tenía que ver con las sensaciones tan insoportablemente brillantes que estaba experimentando ahora. Estaba goteando sobre las sábanas y su propio miembro lo hacía contra su vientre.
Pero sabía que no iba a conseguir nada hasta que el Alfa se asegurará de que todo estaría bien.
Kuroko ya lo sabía.
Así que se lo hizo saber.

––Fóllame.

Aomine se movió como un resorte, con las mejillas arreboladas y la boca ligeramente abierta.

––T-tu sabes que no...

Lo interrumpió con rapidez.

––Yo sé que está bien

Aún y con eso, no se movió. Sonrió con galantería.

––No voy a follarte, Omega...

Kuroko mentiría si dijera que que eso no lo hirió un poco, era estúpido y lo sabía pero no podía evitar que su 'Orgullo Omega' se sintiera herido.
Miró hacia abajo, donde sus pelvis se conectaban.

––Discutible si consideramos qu-

Él no dejó que terminara. Besó sus labios suavemente y sonrió encantador. Lo besó hasta llegar a su oreja.

––Omega.

Su cuerpo entero se crispó cuando la voz Alfa de Aomine lo azotó de pronto, con mucha suavidad. Lo sacó de su centro de gravedad y lo impulsó a un estado etéreo donde sus dedos hormigueban y su cuerpo ardía en un helado escosor, se sintió incómodo en su propia piel.
De pronto necesitó urgentemente que se moviera, que hiciera algo para hacerlo llegar. Había llamas rodeándolo, quemándolo por los bordes, las salientes de su cuerpo. Sus pupilas se dilataron hasta su límite.

Aomine notó la exaltación en el Omega y se mordió los labios cuando las piernas de Kuroko lo rodearon y apretaron contra él. Su cadera rodó un poco y fue suficiente para que el Omega reaccionara.

––¡Alfa!––gritó con los ojos ciegos y el cuerpo a punto de estallar.––¡Alfa, por favor!

Empezó a hacer sonidos lastimeros que pusieron ansioso al Alfa quién todavía no se sentía seguro de nada puesto que aunque estuviera a mitad del proceso aún temía que el Omega cambiará de opinión.
Contuvo el aliento cuando su boca se llenó de saliva.
Las encías dolieron y sintió salir los colmillos con rapidez, su cabeza se nubló de golpe y tuvo la única certeza se que era ahora o nunca.
Se aferró a su cordura por última vez a dos manos.

––Omega.––lo llamó suavemente para no asustarlo, respondió de inmediato, enfocando hacia el––Dime que lo quieres

Kuroko asintió desesperadamente, sintiendo su pecho hormiguear furiosamente y volteando su rostro hacia la izquierda. Sus piernas seguían enroscadas en la cintura del Alfa y el lugar donde estaban conectados se sentía cada vez más caliente.

—Te quiero, te quiero. Lo quiero, Alfa. Por favor.

El cuello de Kuroko ardió cuando sus colmillos se enterraron en el. La suave piel cedió y se rompió con rapidez
Fue solo un destello doloroso antes de que el placer, el dolor y la alegría los bañara completamente y los sumergiera a un estado catártico donde ambos descubrieron que estaba bien. Que todo estaba bien. Qué no se habían equivocado al escogerse.
El pecho de ambos se abrió a una nueva multitud de sentimientos y se aventaron de lleno a nuevas posibilidades juntos. Se dieron cuenta que estaban hechos el uno para el otro y que se podía tocar el cielo más de una vez, de la mano.
Sus dinámicas se acoplaron, cambiaron por completo.
Entre lágrimas, Aomine cerró su mandíbula alrededor de su carne un poco más y jadeó con la boca llena de sangre.

Duró mucho tiempo. Tanto que ya no sentían sus extremidades.

Cuando el fuego fue parando de a poco y Aomine finalmente sacó los colmillos de su cuello, entonces llegó el nudo con una fuerza destructiva. Ninguno lo esperaba, así que fue una verdadera sorpresa cuando comenzó a hincharse dentro del Omega. Tanto él como Kuroko gritaron cuando el nudo se expandió hasta los límites no escritos y comenzó a derramarse con la misma rapidez. El Omega se apretó entero y se vino al instante.

Kuroko jadeó compulsivamente, intentando moverse contra el Alfa para que se deslizará aún más adentro de él, cosa imposible pero instintiva. Cuando notó que las corrientes cálidas de su simiente se desbordaban en el, tuvo que apretar los dientes para no llorar.
Se vino de nuevo y ahora sí que lloró abiertamente debido a tantas sensaciones excediendo su imaginación.

Aomine se sentía completamente drenado, como si le arrancarán el placer y el aire de forma violenta del cuerpo. Sentía que estaba a carne viva y que el tacto de la piel de Tetsuya era electrizante.
Se derrumbó sobre su Omega cuando finalmente se quedó atrapado.

Aomine se recuperó lentamente del nudo y para cuándo pudo recuperarse del todo ya había pasado media hora. Se acercó a su marca y la limpio por inercia, sujetando el cuerpo entero de su Omega que ahora estaba casi desmayado pero que reaccionó al instante a su lengua.
Limpio su vientre empapado de su propia semilla y tomó el cuerpo de Kuroko para sentarlo en su regazo.
Aún estaban unidos, ahora definitivamente, por lo que cualquier movimiento hacia que el Omega se retorciera inquieto.

––Alfa––jadeó, perdido en algún submundo todavía. Aomine besó sus labios, sonriendo cuando notó el débil intento de su precioso chico de responder el beso.

––Shh, no te muevas. Todo está bien.

Gimió cuando escuchó la voz ronca de Aomine que llegó a sus oídos con una nitidez y fuerza diferente. Quiso acurrucarse en su pecho pero no tenía las fuerzas necesarias para moverse.
Aomine se acostó, con el Omega en su pecho y aún atrapado en su interior.

––Oh dios, tu en verdad hueles a cielo––gimió cuando presionó su nariz en su garganta delicada. El Omega ronroneó.

Cierto.
Ambos olían tan bien que los mareaba ligeramente. Era una deliciosa mezcla entre ambos aromas, tan íntima y rica que era fácilmente adictiva. Kuroko no estaba seguro de porque pero no quería volver a respirar aire normal después de esto.
O quizá ambos estaban muy atontados por la reciente marca que aún estaba brillante y fresca en el cuello del Omega.
Pasó un tiempo para que ambos bajarán del limbo.

––No sabía que esto iba a ser así––murmuró Kuroko después de un tiempo. Respirando acompasadamente.

––¿Así como?

––Tan brillante. Tan explosivo. Sentí que me iba a morir de lo bueno que fue.

Aomine se rió. Acarició su espalda con cuidado.

––Creo que yo si morí un poco. El nudo es algo que no se si quiero volver a experimentar.––admitió con una risa nasal que también hizo reír al Omega

––Concuerdo, eres tan grande que siento que me romperé en cualquier momento. Estallaré.

No estalló pero si fue incómodo cuando finalmente se pudieron separar y tuvieron que poner toallas para no hacer un desastre. Kuroko se durmió despues de eso, Aomine también solo después de asegurarse de que estaba bien y que no lo había lastimado.

El Omega despertó al Alfa unas cuantas horas después, lloriqueando del dolor de la mordida y ronroneando cuando le calmó el dolor con su saliva.
Aomine insistió en levantarse para conseguirle algo de beber y comer y también traer algo para limpiarlo pero Kuroko se negó a dejarlo ir.

––Te siento en cada maldita respiración que doy. No estoy seguro de si me gusta o no––se quejó sin intención. Aomine no le hizo mucho caso porque ese era su Omega siendo caprichoso.––No te vayas.

––No me voy y a mi me encanta, me gusta sentirte latiendo a un lado de mi corazón.

Kuroko enrojeció pero no dijo nada porque también lo sentía a un lado del suyo. Tomó su lugar entre los brazos del moreno y besó su barbilla.

––¿Ya sientes tus piernas?

Kuroko asintió. La verdad es que temió en serio por su movilidad después de la marca, sus piernas apenas y respondían. Sin comprender su pregunta pero distraído por sus labios que se estaban deslizando hacia su vientre, asintió con más seguridad.
Cuando se percató que su ahora Alfa estaba otra vez entre sus piernas, se tuvo qué negar rotundamente.

––Ah no, no puedo más. Si haces cualquier cosa que me haga venirme una vez más, moriré.––rogó, intentando apartarlo sin fuerzas.

Aomine sonrió enigmático y besó su cadera.

––Lo siento, tengo que terminar de marcarte.

No estaba comprendiendo. La mordida en su cuello le decía que ya estaba marcado. Lo señaló pero su Alfa no le hizo demasiado caso.

––Estuve investigando. Tuve que hablarle a mi padre para enterarme después de que Danáe me lo comentara.

––¿De qué?

La sonrisa complacida de Aomine no le sirvió de respuesta.

––Yo sabía que eras mi Omega incluso antes de tomarte. No necesité otra prueba más que tú presencia.

Kuroko lo miraba atento. Entendía el sentimiento pero no hacía donde quería llegar.

––Yo también.

––Y finalmente te he marcado. Eres mi Omega y yo tú Alfa, aunque me he equivocado tantas veces.

Kuroko sonrió con dulzura y acarició su mejilla.

––¿A dónde quieres llegar?

––Gracias. Por dejarme marcarte, por dejarme ser tu Alfa. –sonaba grave cuando lo dijo con seriedad.

––¿Si no eras tú, quien más, tarado?––murmuró compasivo––Eres mi Alfa.

––Sí, tu Alfa tarado quien está a punto de ser un perfecto caballero al pedirte de la manera más amable que abras las piernas.

El Omega se rió de su falsa pomposidad y fingió en serio tratar de  cumplir su pedido, sin éxito.

––No puedo––contestó––¿Quieres echarme una mano?

––Con gusto.

El Alfa le separó las piernas con un movimiento fluido y cuidadoso. Comenzó a explicar.

––Te he marcado, he mordido justo en tu glándula de olor, me acoplado dentro de ti y dejé una impronta.–murmuró contra la delgada piel de su vientre tenso.

––Mas o menos ahí me quedé, sí. Gracias por la clase de ciencias, ahora ¿Vas a decirme que es lo que planeas?

––Se supone que puedo morderte dos veces y si ambas marcas se mantienen entonces confirmaremos algo de lo que estoy 99.9% seguro.

Kuroko se quedó en blanco. Jamás había oído sobre ello. Pero su Alfa se veía tan seguro que no tenía corazón ni ganas para discutir. Aomine le estaba pidiendo permiso.

––Así que era eso...––murmuró, distraído por la sensación de sus labios muy cerca de sus zonas sensibles.––Entonces, ¿Dónde vas a  marcarme?

El Alfa enrojeció y se apartó un poco de su piel.

––A-Ah no, no, es tu cuerpo, tu decides.

A Tetsuya no le podía importar menos donde, pero sospechaba varias cosas.

––Bueno, déjame reformular, ¿Dónde quieres marcarme?

Aomine tragó saliva y se encontró de pronto aún más nervioso. Miró el cuerpo suave de su Omega en frente de él y jadeó.

––Aquí...––masculló mientras tomaba la carne suave de su muslo y acaricia la cara interna de este, muy cerca de su intimidad. Quedándose embobado al verlo estremecerse.––O aquí.

Acarició el hueso de su cadera con la mera punta de sus dedos. Kuroko lo miraba intensamente.
No dijo nada hasta que el silencio amenazó en ahogarlos.

––Si me muerdes aquí...––metió una mano entre sus piernas hasta donde el Alfa había señalado primero. Aomine lo miró hipnotizado––No creo poder volver a caminar correctamente por el resto de mi vida.

Ambos rieron ante la imagen mental.

––Me gustaría ver eso––admitió divertido.––Entonces descartamos ese lugar, te morderé en la cadera.

El bastardo lucía tan desilucionado que era injusto.

––Puedes dejar otro tipo de marcas ahí más tarde, Alfa.

La idea lo distrajo de la tarea principal tan rápido que era cómico verlo tan determinado a algo.

––Ahora, quiero hacerlas ahora.

Kuroko no tuvo tiempo de contestarle porque pronto lo tuvo en medio de sus piernas, con estas en sus hombros, haciendo chupetones en la cara interna de sus muslos.
La succión era fuerte y estimulante, lo suficientemente placentera para hacerlo reaccionar con jadeos suaves. Estaba exhausto pero los labios insistentes de su Alfa lo encendían por dentro.
Para cuándo Aomine estuvo satisfecho, Kuroko estaba dudando de si sería prudente o no pedirle sexo en ese momento.

––Voy a enfadarme en serio cuando desaparezcan de tu piel.

––Siempre puedes volver a hacerlo.

Ambos sonrieron ante esto. Kuroko miró el cuerpo de su Alfa, despierto pero amortajado. Aomine lo notó.

––Quiero morderte ahora, después me ocuparé de esto––dijo mientras señalaba su erección.

––Te ayudaré con eso––prometió. Aomine negó sin fuerza.

––No creo, Omega. Estás exhausto, no voy a presionar más a tu cuerpo.

––Si estás dispuesto a hacer todo el trabajo, no creo que sea un problema–mencionó con una cara totalmente seria que lo hizo reír en carcajadas suaves.

––Veremos, Tetsu.––respondió, conciente de que no podía negarle nada a esa mierdecilla.–– Ahora, mi precioso Omega, voy a morderte otra vez.

Kuroko asintió.
Los labios de Aomine se pegaron a su piel, justo a un lado del hueso se su cadera y succionó con fuerza. Kuroko acarició su cabello corto con la mano trémula.
Los colmillos del Alfa se clavaron sin previo aviso, generando un ardor sordo y palpitante que lo tumbó de regreso y lo inmovilizó entero. Sintió que su cuerpo era electrocutado por una fuerza extraña que se apoderaba de él y lo dejaba dócil y flácido contra las sábanas. Jadeó varias veces. Lo recorrió entero un trayazo de calor que nació en el lugar donde los dientes de su Alfa hacían otra herida. Su cuello ardió de nuevo y se hizo insoportable.
Esto era duro. De pronto quería llorar.
Aomine mordió más duro y todo se borró, el mundo se volvió negro.

Cuando Aomine terminó de limpiar la nueva marca y subió a su rostro para besarlo, notó las pupilas dilatadas y el rostro perdido de su Omega que lloraba sin remedio y sin hacer ruido.
Lamió sus mejillas, limpiando sus mejillas y ya que estaba, comenzó a limpiarlo entero por toda la extensión de piel que puso. Había parado de llorar y ahora se limitaba a suspirar.
Limpió ambas marcas con diligencia con Kuroko sin reaccionar.
No se alarmó.

'No te asustes, es solo que...¿Cómo te lo explico?, Ahhh, esto es difícil de explicar. Imagina que presionaste los botones indicados para reiniciarlo. Es demasiado, estará lleno de demasiadas emociones.'
Eso le había dicho su viejo cuando le habló para preguntarle sobre la marca.
Había sido extrañamente agradable y paciente al explicarle e incluso le había dado recomendaciones que repetía en su mente.

Con cuidado. Debo limpiarlo y marcarlo como mi aroma para que sepa que estoy aquí. No me puede ver así que tengo que sostenerlo. La marca le arderá constantemente, mi saliva lo calmará, debo limpiarlo con agua tibia. Debo cubrirlo con una manta para que no se mueva y permita que el lazo se forme.

Besó su frente y lo enrolló en una sábana suave que tenía a la mano. El Omega no puso resistencia, apenas y se movió en realidad.
Aomine marcó la tela con su aroma para que el Omega no se alterara y salió corriendo de la cama, tropezando cuando encontró que sus piernas también estaban algo adoloridas.

Corrió a calentar agua, a conseguir comida y trapos. Trató de ser rápido y estar pendiente de Kuroko que dormitaba y temblaba de vez en cuando. Lo checaba regularmente, viendo que sus pupilas no regresaban a su tamaño normal
Para cuándo Kuroko regresó en si, Aomine ya estaba listo y refrescado, sostenía al burrito en el que estaba recluido.

––Hola, Tetsu.–– saludó casual. Él parpadeó despacio, enfocando.

––Hola...

––¿Estás bien? Te fuiste un buen rato.

Kuroko movió experimentalmente su cuerpo que estaba atrapado entre las sábanas. Se notó cansado e incómodo, quería tocar la piel de su Alfa.
Intentó quitarse la sábana se encima pero Aomine lo sujetó firmemente.

––No, no. Tienes que estar quieto mientras el lazo se forma. Voy a darte agua. ––le contestó con severidad mientras alcanzaba una botella de agua y la colocaba contra sus labios.
Tomó varios sorbos y volvió a removerse molesto.–– No seas así, Omega.

––Quiero tocarte–– protestó. Iba a llorar, de pronto sentía como si pudiera romper a llorar de la nada.––Me arde la herida, ambas. Quiero tocarte.

Aomine se hundió en su cuello al instante, calmando el ardor al instante y besándolo rápidamente en los labios.
Pasaron varios minutos hasta que dejó de sentirse tan incómodo y se quedó dormido entre los brazos de su Alfa que aprovechó para limpiarlo con toallas húmedas de agua tibia.

No puede pasar frío.

Lo cubrió de mantas de las que se aseguró que tuvieran su aroma y se dió la ducha más extraña se toda su vida.

Su cuerpo se sentía diferente. Estaba completamente despierto pero se sentía como si pudiera quedarse dormido apenas y tocará la cama otra vez. Estaba adolorido y su miembro estaba en el límite de actuaciones. No sentía hambre pero podría devorar una vaca entera si se lo propusiera. Estaba lleno de energía pero estaba extrañamente agotado.
Y lo supo. Su cuerpo estaba alerta por Kuroko, aún por encima de su cansancio, estaba su Omega.
Regresó a la cama junto con Tetsuya quien gimoteó entre sueños hasta que se logró acurrucar en sus brazos.
Lo limpió una última vez.

Y eso fue todo para quedarse profundamente dormido.

Epílogo.

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