Déjame atraparme
Supo que algo andaba mal y no precisamente porque tiró toda la mezcla para pasteles en la clase de repostería y recibió un regaño de al menos veinte minutos en consecuencia. Algo andaba mal porque su maldito cuerpo se sentía enfermo, su estómago precisamente se sentía como un manojo de nudos doloroso en llamas, si eso es que tenía algo de sentido al menos.
Preguntó a Tatsuya si esto era algún síntoma por la separación para poder ir a castrar al Alfa por provocar todo esto, pero recibió como única respuesta que eso no era posible.
—Quizá es algo que comiste.—sugirió amigable. Tatsuya era casi tan alto como Kagami lo cual era raro para un Omega, pero no por eso era menos cautivante.
Hablando de ello; Era evidente que Kagami lo adoraba y podías ver porque. Justo en ese momento el Alfa los interceptó y se llevó a su Omega con el, con la excusa de hablar sobre la clase de economía. Mentiras.
Kuroko siguió quejándose.
—Comí lo mismo que ustedes.
—Casi lo mismo, comiste ese budín que te dije que no comieras—dijo Liev con una sonrisa solidaria.—Mi error, no debí dejarte solo en la clase
—Se me hizo maleducado despreciarlo. Ren se veía realmente amable—respondió después de un quejido lamentable. Los retorcijones empeoraron por un segundo en el que se volvieron insoportables. No era estúpido, sabía lo que esas bolitas de caramelo eran en realidad y es por ello que apenas dió una diminuta mordida al budín.
—Amable. Él no ha sido amable un solo día de su vida. Tengo una teoría, ven, vamos a sacarle la mierda a golpes a ese maldito
Kuroko lo siguió con sus brazos apretados alrededor de su estómago, conteniendose para no gemir patéticamente. Caminó como pudo siguiendo los pasos energéticos de Liev.
—Aquí es.—exclamó el alegre Omega cuando entraron a la cafetería. Arrastrando a Kuroko con cierto descuido.
Era un salón grande y limpio, algo deteriorado pero servía, las paredes suaves en un tono crema y los suelos pulcros en alabastro. Estaban los mesones típicos de cualquier cafetería y la barra de alimentos en un extremo.
Estaba parcialmente lleno, tampoco es como si hubiese mucho alumnado. Pero, nada tan sobresaliente como el enorme Alfa de enormes hombros que lo esperaba sentado en los delgados asientos.
—¿Omega?
Esa voz.
Ay sí, justo lo que faltaba.
Kuroko ni se tomó la molestia de mirarlo más que para reconocerlo, solo se dió media vuelta y comenzó a caminar lejos a un paso amortajado. No podía liderar con un cachorro necesitado.
—¡Omega! Eso es grosero. Liev, ¿qué le ocurre?—espetó caprichoso mientras corría a alcanzarlo. Liev solo gruñó en respuesta y se alejó. Kuroko sabía del profundo desagrado que le tenía, así que tampoco intentó detenerlo y siguió caminando lejos del Alfa.—¡Tetsuya!
El Omega no se inmutó ni un poco, solo se permitió detener la marcha cuando los dolores subieron hasta su garganta. Gimoteó un poco y consecuente a ello obtuvo un par de brazos rodeándolo al instante.
—Me duele—lloriqueó mientras dejaba que el Alfa lo alzará con facilidad. Oliendo a preocupación de manera instantánea.
Se acurrucó sobre su estómago violentamente y gruñó ruidoso. Aomine gruñó también
—Puedo ver qué duele, mierda. Te sientes mal y no me dices, si no vengo a verte, no me entero de esto. Voy a llevarte a la enfermería.
Ahora estaba enojado con el mundo entero porque su Omega estaba dolorido y él no podía hacer absolutamente nada. Incluso la incertidumbre de no haber sido avisado de su dolencia en caso de no haber venido, lo tenía molesto. Solo sujetó a su compañero con más firmeza y apuró el paso
Llegó un punto en que el dolor en su vientre fue tanto que tuvo que morder el hombro de Aomine para no gritar. El Alfa no se inmutó, tampoco es como si su reacción a gruñir a cada ser vivo cambiase en algo. Gracias a Dios, los pasillos estaban desiertos, probablemente porque los estudiantes seguían en la cafetería o en clases.
—Me voy a desmayar—gimió sofocado. Con largas corrientes de agua bajando por sus ojos azules, empapando la camisa del Alfa
—No te atrevas.
Para suerte del Alfa, la enfermería estaba cerca así que en cuanto llegaron, puso al Omega en una camilla y exigió cortante que lo atendieran de inmediato, usando su voz Alfa un par de veces. Las enfermeras, asustadas por la actitud intransigente y dominante del joven Alfa, atendieron al Omega y llamaron a Kagami por aquello de su seguridad. Y es que el Alfa daba miedo, todo oscuro y lleno de enojo en una esquina, mirando con ojos filosos a su Omega que parecía calmado ahora, al menos.
Cuando la inyección que le aplicaron al Omega empezó a surtir efecto y este dejó de sufrir espasmos por tremenda intoxicación que agarró, entonces pudo regañarlo.
—Deja de gruñir, asustas a las enfermeras.—reprendió con voz suave. El Alfa no se movió, lo seguía mirando como si estuviese ofendido con cada respiración entrecortada que daba.
—Te envenenaron, estoy casi seguro de ello. Y tú también.
El Omega no lo negó pero tampoco lo confirmó.
—No sacaré conclusiones.
Ya lo había hecho.
—No te molestes, ya lo hice yo y no necesito que trates de persuadirme.—respondió seco, Kuroko hizo una mueca.
—Fue solo un poco de detergente, de ese que viene en bolitas cristalizadas. Lo sé porque yo y el hidróxido de sodio no nos llevamos bien.
Entonces Aomine se puso prácticamente rojo de la ira. Golpeó una mesita quirúrgica que estaba cerca y seguramente gritó internamente o algo, porque unas venas sobresalían de su cuello.
Kagami escogió ese momento para entrar en la escena con no muy buena cara. Miró a Kuroko con sorpresa y después a Aomine quien apretaba por puños para no golpear las paredes.
—¿Para esto te dejé entrar?¿Para asustar a las enfermeras e internarlo?¿Qué demonios te pasa, hombre?—espetó enajenado.—¡Prometiste comportarte!
—¡Y lo iba a hacer pero alguien, jodido sea, envenenó a mi Omega!¡Dime tú cómo mantengo la puta calma!—rugió de vuelta.
Kagami miró a Kuroko quien estaba jugando pertinentente con la aguja en su brazo, desatendido de la discusión.
—¿Te envenenaron?—preguntó Kagami.
—Me intoxiqué, suena menos feo.
—Eso es grave...
Kagami mordió la parte interna de sus mejillas y suspiró profundamente porque ya veía venir la cantidad de problemas que se le venían encima.
—¿Y sabes quién fue?.
—Si te lo digo y Aomine-kun lo escucha probablemente vaya a arrancarle la cabeza o algo, pregúntale a Leiv, el también sabe.
Kagami no dijo nada más al respecto y se marchó, haciendo oídos sordos a los gruñidos amenazantes que salían de la herida garganta del Alfa moreno.
Kuroko espero pacientemente a que Aomine se cansará de despotricar con el mundo entero pero eso no parecía ser pronto así que pensó rapido.
Modular su voz Omega era algo que había aprendido a la mala. Pero en estos momentos era realmente útil.
—Alfa.
Los músculos de Aomine se congelaron de manera espasmódica y su rostro de giró a verlo con tanta rapidez que su cuello pudo o no haber sufrido algún daño. Era injusto porque estaba furioso, estaba hirviendo pero Kuroko llamándolo era como agua fría por todo su cuerpo rígido. De pronto estaba sediento.
Se acercó a él con cautela. Kuroko lo miró a los ojos, seguro de que lo que fuera a decir después sería una estupidez.
—Estás herido y no pude protegerte—gimió derrotado.
—Lo ví venir, no creo que te sirva de consuelo pero de esta manera es mejor.
Aomine gruñó amenazante pero el sonido murió en su garganta cuando el aroma suave de su Omega lo envolvió.
—Te haces daño ¿Cómo es que es mejor?
—He sido un Omega desde que nací y como puedes ver, uno no muy bonito. Soy débil y a menudo torpe así que siempre fui molestado, tanto que descubrí que si los dejas tomar la primera broma entonces es probable que dejen de hacerlas, que estén satisfechos.
Aomine guardó silencio por unos momentos hasta que volvió a enfocar.
—Te veías muy seguro la primera vez que nos vimos.
—Estaba enfadado.
El moreno hizo un gesto inexplicable con sus manos para demostrar lo terriblemente frustrado que estaba, que se sentía.
—Da igual. N-no, no puedes hacer esto nunca más, tomar riesgos tan estúpidos—gruñó y tragó saliva. Cerró los ojos un momento—Por amor a Dios, déjame cuidarte, soy tu Alfa pero solo eso, de momento no estoy seguro que carajos debo hacer, como hablarte o como conocerte siquiera y lo quiero tanto porque eres mi Omega y te siento en cada pedazo de mi cuerpo y duele, demonios. Y me basta lo que quieras darme pero no te hagas daño.
Kuroko estaba enternecido, secretamente estaba encantado con esos pequeños arranques discursivos en los que Aomine era tan transparente que podía traspasarlo. Sentía una afinidad muy bien definida entre él y su Alfa, un lazo suave y mudo escondido en su alma.
De pronto su Omega interior lo obligó a sentirse mal por haber hecho daño al Alfa con tan irresponsables acciones
—¿Te sentirías mejor si te dejará sostenerme?
—Dios, sí.
Con cuidado de no lastimarlo y de no mover la aguja clavada en el brazo de Kuroko, Aomine logró poner el cuerpo de su Omega completamente encima de él, con su suave cabecita recostada en su pecho amplio y seguro donde podía escuchar el suave latir de su corazón apacible. Kuroko lo dejó rodearlo por completo y disfrutó abiertamente de su cercanía.
—Eres lo más bonito que he tenido nunca.—susurró el Alfa de pronto
Las mejillas de Kuroko se arrebolaron de manera tenue.
—No has tenido mucho entonces
—Tienes razón—dijo con una risa nasal.—Solo que así lo siento
—¿Cambiarías algo?.
—¿Sobre nosotros? Uh, claro. Hubiese querido conocernos en otras circunstancias, no ser tan idiota o cosas así, ¿Cambiarías algo?
—Supongo que básicamente lo mismo. Aunque no recuerdo mucho.
—Estabas muy perdido, ¿Siempre te pones así? No podías sumar dos más dos.—comentó sardonico y recibió un suave manotazo en el hombro.
—No, ese celo fue el peor. Por cierto, ¿Cómo es que estabas en la cafetería?
—Bueno, tuve que hacer ciertos sacrificios y lamerle el culo a Kagami para que me dejara pasar no sin antes amarrarme del pene para meter una solicitud de cortejo cuanto antes.
—Ah eso, ¿Qué es eso?
Aomine hizo un exagerado sonido de molestia.
—Es un puto papel que dice que te estoy cortejando, cuando empezamos, cuando pensamos terminar, acuerdo pre-marital, acuerdo de celos bla, bla, bla y un poco más de bla.
Parecía realmente molesto.
—¿Es necesario?
—Sí, si quiero verte con más libertad es bastante necesario. Te podrás mover a mi habitación, cosa que no va a pasar, podré venir a verte cuando se me dé la gana, permiso para faltar durante tus celos y los míos y tendremos que asistir a cursos de convivencia y esas mierdas.
—¿Por qué 'no va a pasar'?
—Alfas. Muchos, mi zona es algo así como la jungla y jamás te vas a acercar. Además no sé si estás listo para vivir conmigo—respondió circunspecto.
—Que si lo estoy...¿Lo estás tú?—de tuvo que reír al verlo asentir con tanto entusiasmo—Llevo aquí menos de una semana y ya tengo un Alfa, maldita sea con este lugar.
—Esa es la misión de la institución. Como sea, no hay prisa.
Una suave estela dolorosa recorrió su vientre cálido y se retorció un poco aún estando encima del Alfa. No hizo ningún sonido pero su rostro mostró lo que sentía. Aomine entró en movimiento
—¿Te sigue doliendo?—su boca se torció en una mueca cuando él asintió—Te limpiaré, te marcaré y dormirás mucho.
—Solo márcame.
Obedeció con diligencia, con algo de dificultad esparció su aroma por el cuerpo entero del Omega, acariciándolo con delicadeza hasta convertirlo en plastilina caliente entre sus manos ansiosas. No pudo limpiarlo pero se conformó con lamer su mejilla un par de veces y después acomodarlo en un costado, su rostro en el hueco de su hombro y sus corazones juntos. Kuroko estaba más dormido y despierto para cuando el Alfa besó su sien.
—Me gusta como hueles ahora. Tu olor es realmente delicioso pero me gusta más así.
—¿Así como?
Y no es que no lo supiera, solo quería escucharlo decirlo.
—Mezclado con el mío.
—Puto simio.
—Me llamaste en tu celo así.
—Uh sí.
—¿Sabes qué? Olvida lo que acabo de decir, tu aroma a celo es el mejor, cuando estás lleno de...pues de mí, hueles genial.
Kuroko hizo una mueca de asco.
—No se que es más extraño, si tu hablando de tu semen dentro de mí o todo este tema del aroma, en general
Aomine se retorció de risa y eso elevó el espíritu del Omega.
—Supongo que ambas. Por cierto, ahora que estoy más tranquilo y eso ¿Me dirás quien fue?
—Hmm, prométeme que no harás nada.
—Es un Omega, no puedo golpearlo, me prometí no hacerlo. Si quiero merecerte debí ser mejor.
—Está bien, cursilería barata. Fué Ren, no recuerdo su apellido en realidad.—murmuró somnoliento. Aomine hizo un gesto de comprensión
—Sé quién es y creo saber porque.
—Dime que no es un ex resentido, por favor.—gimió molesto. El Alfa acarició su mejilla y sujetó su rostro para levantarlo un poco hasta que sus narices rozaron.
—Eres muy listo, Omega. Él no va a intentar nada más, no te preocupes.
—No lo hacía. Ahora quiero dormir ¿Por favor?
—Bien, duerme. Prometo estar aquí cuando despiertes.
Estaba muy cerca de besarlo pero de detuvo cuando sintió su aliento golpear sus labios con delicadeza. Kuroko de impulsó un poco para poder besarlo.
—Y quedarte...
Cerró los ojos y respiró hondo, el Alfa sonrió enormemente.
—Si eso es lo que quieres
Se me había olvidado mencionar que esta historia no es muy larga. Le falta poco de hecho :p disfruten
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