Conoce tu infierno, doma tus demonios

-–Antes que todo, algo de historia que te valdría saber: El internado de correción de modales, Hersenn tiene más de ciento cincuenta años enseñando las normas más estrictas de la sociedad–se permitió girar los ojos y Kuroko confirmó en definitiva su simpatía hacia ese hombre–En otras palabras le enseña a los Omega a exponer el cuello, a los Alfa a demandar el mundo y a los Betas a no existir. Como espero hayas leído, tus planes de estudio fueron creados para un Omega del siglo pasado pero lastimosamente estás obligado a seguirlo. Aquí tenemos una extraña forma de manejarnos ¿traes papel y lápiz?

–Me temo que no.

El Alfa se acercó a un papel mural cerca del lavado de manos, arrancó un pedazo en blanco y se lo tendió junto a un lápiz que el traía en el bolsillo. Comenzó a caminar por el pasillo.

–Son reglas y ciertas aclaraciones que creeme, te conviene saber. Apunta–sugirió y tomó otro suspiro antes de hablar–Uno. Tienes terminantemente prohibido ir al área Alfa a menos que alguno de los prefectos Aomine, te lo permita, lo cual dudo que pase nunca. Dos. Tienes que estar siempre con tu compañero Omega, se te asignó uno.

–¿Para qué o qué?

–No puedes estar solo, es cuestión de seguridad. Dormirás en en mismo cuarto, irás a clases y pasearás por donde quieras pero con él–explicó ameno–Ah sí, aquí no hay Omegas mujeres ahí. Mas bien, no hay mujeres en general. Cuestión de seguridad. Las Omegas suelen ser más delicadas y las Alfas más problemáticas.

Kuroko asintió y apuntó 'No mujeres'. Una razón por la cual parecía una maldito coliseo.

–Tres. Por tu bien, en serio, usa inhibidores, si no tienes puedes ir a la enfermería a que te los den el lunes pero en serio hazlo. Tienes un aroma particularmente intenso y eso te traerá problemas.

Giró hacia la izquierda y comenzó a subir por unas anchas escaleras de caracol que lucían algo ensarradas.

–Lo sé. Ya me los trajo.

Kagami lo dejó pasar sin comentar al respeto.

–Cuatro. Si alguien te molesta o te hace algo, tienes que buscarme a mi, yo estoy encargado a proteger a todos los Omegas de aquí por eso tiene que ser un Alfa el prefecto de la sección Omega–le dio una mirada de reojo–Y no me mires así, no es sexista, es simplemente por seguridad. No te preocupes.

–Claro. Seguridad.

Kagami detectó el sarcasmo chorreando de su voz. Habían llegado a un nuevo pasillo que tenía puertas enormes y de toques coloniales, con  seguros de metal.

–Antes de este sistema, las violaciones aquí era de lo mas comunes. Ahora tienen una manera de protegerse, no es cuestión de quien es mas fuerte, estamos hablando de que los animales que se dicen llamar Alfa no les falten el respeto.

El Omega se sintió avergonzado de pronto. Apartó la mirada porque sentía las mejillas calientes de la vergüenza. El muchacho no le tomó tanta importancia.

-Ahora, escucha bien esto. Los días hábiles tenemos maestros, institutrices, director y el personal que se supone debe estar en una escuela pero los fines de semana estamos completamente solos por lo que olvídate de salir al patio en esos días.

-¿Y quién está a cargo esos días?

Kagami se detuvo y lo miro, juicioso.

-Tu quien crees-le bastó eso para saber

-Oh, ¿y qué sucede con todo el personal educativo?.

-Se van a la ciudad. Cortan lazos con nosotros durante el fin de semana así que cualquier cosa que sucede en ese transcurso es problema nuestro-explicó con suavidad- ¿Qué otra cosa? Humm...Ah sí, tus útiles, pertenencias y demás se te entregaran en la noche en tu habitación o quizás ya estén ahí. Ahora vamos a buscar a tu compañero que es...Oh, te tocó el extranjero, Leiv Tosvannov.

Se detuvo frente a una puerta igual a las otras, con detalles de marchito esplendor añejo, de bronce labrado y marfil amarillento. Tocó la puerta con suavidad y alguien atendió al instante. Kagami esbozó una suave sonrisa.

-Hola Leiv, te vengo a presentar a tu nuevo compañero.

Un lindo Omega de cabello castaño y ojos aquamarina salió del marco de la puerta y lo miró a los ojos con una sonrisa amplia y sincera. Aceptó la mano que le ofreció con frescura.

-Hola.

Su aroma era suave, agradable aroma a jasmin y florecitas silvestres.
Kuroko le sonrió también.

-Bueno, supongo que te lo puedo dejar a ti a partir de ahora. Si necesitan algo, me llaman-se despidió de ambos y sin mediar mas palabra se fue.

Liev lo invitó a pasar a la habitación con un gesto amable.
Era bonita tambien, muy ordenada y bien iluminada. Las paredes estaban pintadas en un relajante tono crema y tenía las cortinas del amplio ventanal de un pulcro color hueso.
El mobiliario era lo suficiente, un librero de casi toda una pared, dos camas, dos roperos, dos escritorios y dos mesitas de noche.

Encima de donde suponia, el dormiría, estaban sus maletas y varias cajas grandes de aspecto sospechoso.

-Vamos, puedes pasar. Con confianza-rió al verlo tan rígido.

-Sí-se rió flojo-Por cierto, mi nombre es Kuroko Tetsuya.

-Un placer-le sonrió

Kuroko se sentó en la orilla de la cama para inspeccionar sus cosas, Liev se sentó frente a el, expectante.

-¿Qué hay en esas cajas?-señaló.

El chico las miró apreciativamente por breves instantes.

-Uhm, creo que tus útiles y uniformes.

Junto a Leiv quien resultó ser tranquilo y amable, abrió las cajas y desempacó eficazmente su maleta.
En la caja más grande habían muchísimos libros que acomodó en la sección derecha del librero ya que junto con Leiv decidieron dividir el espacio.
Algunos eran de la pequeña biblioteca personal que tenía en casa y otros eran para estudio (recetarios y manuales) .
En otra caja había ropa, deportiva, un uniforme formal y un mandil del que se sintió sumamente irónico. También había ropa extraña a la que no le veia ningún uso. Guardó todo en su ropero con diligencia.

En otra de las cajas más pequeñas había útiles escolares normales, paquetes de lapices, tinta, plumas, libretas, zacapuntas etc...ya entienden. Acomodó aquello en la parte de abajo de su escritorio como Leiv.

-Se ve bastante completo...

Leiv se rió con ligereza. De verdad era muy bonito, podía admitirlo.

-Bueno, estarás aquí un buen tiempo-sonrió ampliamente.

-¿Por qué lo dices?

-Bueno, la meta de ésta institución de satán es que consigas un Alfa y te adelanto que todos los Alfas aquí son un asco-hizo una mueca graciosa.

Kuroko se tiró con poca gracia a la cama que era sorprendentemente suave.

-Ya lo noté-contestó con aspereza-Excepto quizás...

-Kagami, sí, el es bueno-se adelantó con una sonrisa pícara -lástima que el ya tenga Omega.

Ahora tenía sentido el porque olía tan suave. Un Alfa que no huele normal es porque ya no necesita atraer a una pareja, ya tiene una.

-Me lo esperaba.

-¿Verdad? Se llama Tatsuya, es agradable. Ambos se merecen-comentó viendo su teléfono de soslayo-Así que Kuroko, ¿De donde eres?

El mencionado sonrio ante la pronunciación de su nombre.

-De un lugar muy lejos de aquí y al que espero no volver.

Liev estaba mirando su teléfono pero a la vez lo estaba escuchando

-Eso suena mal.

-No tanto ¿y tu?

-Bueno, yo puedo decir que mi país esta del otro lado-se burló aristocráticamente- Oh...Por cierto, ¿Tu llegaste en la limusina?

-Erhm ¿sí?. ¿Me viste?

Liev negó y le mostró la pantalla de su celular. Era como una página de noticias, en una gama de colores brillantes y con un enorme título que rezaba "HerNews". En ella veía una foto de él mismo frente a Daiki bajo la frase "Nuevo estudiante, nueva presa"

-¿Qué es eso?

Liev torció sus labios.

-Es como una página de chismes, de todo lo que pasa aquí. Creo que no estás teniendo un inicio muy discreto-hizo una mueca-Aquí dice que el rey no está feliz contigo.

-¿Y eso quiere decir...?

-Que por tu bien no vas a salir de esta área jamás

Kuroko se burló con ligereza.

-Solo me fuí de ahí porque estaba jugando al todas mías con su hermano.

Leiv le lanzó una mirada suspicaz.

-Créeme, Danáe no es la misma mierda que su hermano.

-Me es difícil creerte. Me dijo mierdecilla, amenazó con dejarme lisiado y usó su voz Alfa conmigo. Una joyita-fue mortalmente irónico. Leiv solo le sonrió con la lengua entre sus dientes en una expresion adorable.

-Pero mejor que Daiki, sí.

El más pequeño se encogió de hombros y cerró los ojos un momento. No duró mucho su tranquilidad porque se dio cuenta que Leiv era en realidad una bola de energía.

-¿Sabes qué? Deberíamos ir a que conozcas el área Omega, te presentaré a los demás ¿Quieres?.

Lo miró y fue imposible negarle nada cuando lo vió inflar las mejillas pecosas.

-Bien.

Y así dió pasó a que lo arrastrara hacia afuera. Ahora que no iba corriendo, ni anotando cosas indispensables para vivir, podía ver el paraje al que estaba recluido.
Los pasillos limpios pero ciertamente añejos. Con pisapapeles algo roidos, toldos interiores, pizarras de avisos, salones numerados y ventanas que daban a ambos lados de los patios.

Mientras iba distraído viendo las paredes mientras Leiv le platicaba de algunos chismes que según el, debería saber y alguna que otras recomendaciones que escuchó con premura.

-¡Hey tú, pequeña perra!.

El cuerpo se le llenó de algo tan intenso como la ira y tan adictiva como el placer. Adrenalina.
Se giró hacia la voz ronca que le había gritado y se encontró con dos faroles oscuros que lo miraban llenos de rabia.

Mierda.

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