Lobos Cazando

Lía no entendía como era que Kanon, uno de los hombres preferidos en la corte de su padre, se la pasara últimamente pegado a ella.
Al principio le pareció halagador, pero después comenzó a molestarle el hecho de que no pudiera dar dos pasos por los pasillos de palacio sin topárselo.
No estaba acostumbrada a tener niñeras. Pensó en un plan para librarse del peli azul, tal vez para siempre.

–Señor Kanon, la verdad es que he pensado que de todos los lugares de palacio sin duda alguna la torre del este es la de mayor comodidad. Tanto que deseo visitarla siempre.

La peli rosa sabía que ese lugar casi no era notado, lo sabía y necesitaba usarlo para su beneficio.

–Si tanto le gusta esa vieja torre señorita, puedo acompañarla y apreciarla junto a usted.

Kanon debía cuidar de Lía, era la orden de su rey, orden que no podía ignorar debido a su honor de guerrero leal a la corona. Lía era una joven encantadora y muy inteligente, solía escuchar a otros caballeros hablar sobre su belleza, pues siempre se hacia notar en cualquier lugar. Si se casaba con ella estaba seguro de que su familia quedaría fija y segura, la sangre noble y demás cualidades eran impecables. Sin embargo Lía no era tan fácil de manejar, ella estaba acostumbrada a hacer que los demás siguieran sus instrucciones incluso sin darse cuenta. Otra cualidad notable.

–Oh, eso sería muy agradable, no podría estar más agradecida. Mi padre siempre está ocupado y no tenemos mucha comunicación.

–Es porque sus asuntos son de vital importancia para nuestro país.

–Lo entiendo, pero no hablemos de él, mejor admiremos lo que ha mantenido, que es este palacio y su reino.

Lía hacía preguntas sobre cualquier cosa, Kanon la instruía y era tan interesante la charla que llegaron a la cima de la torre sin darse cuenta. Cuando estuvieron dentro, Lía suspiró distrayendo a Kanon unos segundos.

– ¿Se ha cansado?

–No, para nada. Y ahora si me disculpa, debo ir lejos de esta absurda sobreprotección. Kanon observó perplejo como la puerta se cerraba con el dentro de la habitación y la sonrisa juguetona y triunfal de la princesa.
Entonces Kanon sintió despertar en él un instinto cazador, esa chiquilla lo había logrado engatuzar lo suficiente como para encerrarlo. Comenzó a reír por la ironía del asunto.

Lía se sentía libre andando por los pasillos de salida, iba a salir de palacio, no soportaba el encierro y si había cámaras vigilándola, menos quería seguir manteniendo su bajo perfil.

Estaba aburrida y debía buscar diversión.
Ordenó al chofer llevarla a un pueblo cercano, el chofer obedeció y ella observó por el retrovisor la torre donde se encontraba Kanon. Sonrió y pensó que se acababa de librar de un carcelero.

Contempló el paisaje escandinavo, casi blanqueado por completo, la relajaba e incomodaba al mismo tiempo, al llegar al pueblito buscó algún lugar de su posible interés. Hizo que se estacionaran cerca de una taberna de apariencia antigua.

–No me espere, vuelva a palacio. Si alguien pregunta mencione que me encuentro cerca.

–Como usted diga princesa.

–Muchas gracias, vaya con cuidado.

Lía entró a la taberna, sin esperar encontrarse con Afrodita... Otro caballero que últimamente la frecuentaba. Sonrió y lo saludó.
Afrodita estaba al tanto de las salidas de Lía, el rey le dio permiso para cortejarla y tomar las medidas necesarias para que ella lo eligiera, sin embargo competía con otros tres hombres. Por eso tenía que hacer lo posible por ser el elegido. Era un honor poder contraer matrimonio con una princesa.

Lia pidió una cerveza pago y fue a sentarse junto al peli celeste. –Su Majestad. –Afrodita se levantó llevo el puño a su pecho. –Tranquilo aquí no hagas eso, déjalo para el palacio enfrente de gente importante. –Señorita Lia puedo saber ¿Qué hace usted aquí? –Te lo contare si me permites sentar en tu mesa. –El joven asintió y se sentó ella enfrente de el y una mesera llevo igual una cerveza, Lia comprendió que igual estaba llegando. Lia bebió su cerveza tan rápido que aun la mesera no se alejaba dejando de un golpe firme el tarro de cerveza en la mesa de madera ella dijo. –Tráigame otras tres. –La mesera miro cuestionando al joven quien asintió en silencio.

Minutos después de un gran silencio entre los dos cuando Lia ya tenía sus cervezas el peli azul no perdió tiempo y cuestiono. –Por qué esa agresividad una princesa tan hermosa como usted aquí, no es común. Sabe que este punto es de los más bajos de esta ciudad. – ¿Si? Mucho mejor. –No comprendo se puede saber ¿a qué se debe esa molestia? –Mi hermana Skdy.

– ¿Pasa algo malo con ella? –No, se si es correcto decírtelo, posiblemente saldrás corriendo a decírselo a mi padre, y yo se lo prometí a mi hermana. –Señorita Lia por favor confié en mí. –Afrodita me siento impotente sin poder ayudarla. –Lia dio un trago fuerte a la cerveza y el noto que los ojos de la peli rosa estaban por desbordarse. –Afrodita debes de entender que es complicado.

–Señorita Lia le juro por mi honor que si me dice lo que le preocupa de su hermana are lo posible en ayudarle y claro esta sin que se entere el Rey. –Afrodita podía ver que la princesa buscaba ayuda desesperada y poco a poco fue sintiendo la necesidad de ayudarle.

Lia hizo un puchero como si fuese a llorar fuerte. –Señorita, Princesa Lia por favor confié en mi le prometo que le ayudare a solucionarlo una mujer tan bella no debe de derramar lágrimas por penas. –Lia tomando aire empezó a decir. –Me arrepiento no haberme ido con ella, no le hubiera pasado nada si yo estuviera junto a ella. – ¿Le paso algo Malo? –Lia asintió en silencio mientras bebió de la cerveza. –Ella... su novio Alverich un joyero, ¡Huyy... que coraje! Si yo estuviera alla yo ya le hubiera dado su merecido metiéndole en la cárcel. No se cómo se atrevio tocar a mi hermana. –Señorita Lia pero ¿su hermana no está comprometida con el príncipe Camus? – ¡No...! El solo aa ido a convencer a mi hermana se case con el. Ya sabes lo que pasa en la festividad del solsticio de verano se queda allí pero con ella no se pudo. –Lia encogió los hombros dando entender lo que pasaba.

Afrodita bebio de su cerveza comprendiendo una poco. –Y...cuénteme mas de ese tipo Alberich. –Veras el es de aquí. Eh....como te lo digo es hijo de un guerrero oh una familia de guerreros de la corona no se muy bien su apellido es Megres de Delta. –Si, esa familia fue renombrada por mucho tiempo. –Añadió Afrodita.

Lia volvió a beber. –Sabes es increíble que ese tipo sabiendo que es una princesa de nacimiento peor ya sabes le allá golpeado ese tipo debe tener su merecido, ya entiendes por qué me encuentro así. –No se preocupe señorita Lia se lo prometo are que ese hombre pague lo que le hizo a su hermana. Antes de ser Guerrero de la corona soy hombre y sé que eso no se debe hacer con ninguna mujer, ni con el pétalo de una rosa se debe tocar. –Y... ¿Cómo lo aras? Si tu estas aquí conmigo.

–Viajare Atenas y lo buscare no se preocupe usted no tiene que ensuciar su manos en una situación así usted, solo haga un favor y envié un mensaje al príncipe dígale que no se aleje de su hermana.

– ¿Cómo lo voy hacer si no tengo su número de celular? –Yo lo tengo. –Afrodita saco su celular y le dicto el numero enseguida el peli celeste le miro. –Por favor princesa termine esta bebida y tome un taxi y regrese al Valhala donde no corra peligro. Me adelantare para hacer mi reservación eh investigar un poco. –Lia aun con su rostro delatando su preocupación asintió. –Lo prometo Afrodita y cuídate mucho por favor.

–El joven se levantó llevo su mono empuñada al pecho y reverencio en forma de despedida. –Regresare pronto mi señora. –Lia vio que el chico salió del bar envió el mensaje. Limpio las lágrimas y estiro sus brazos a lo alto y en voz fuerte y firme, yo disparo las siguientes dos rondas para todos. –Hubo un momento de júbilo por los que se encontraban al escuchar lo dicho por la princesa.

En Grecia Camus se dedicó a cuidar de Skdy en cuanto ella pudiera salir la obligaría a llevarlo enfrente de su ahora ex novio.

Pero mientras tanto la cuidaría la aria sentir mejor, Camus al notar que casi vacío su refrigerador el salió, al regreso llego bien equipado para los tres días que ella no saldría entre ello bistec de carne que le obligo a colocar en lo inflamado. Ella quedo sorprendida al ver que el príncipe, sabia cocinar y posiblemente mucho mejor que ella.

– ¿Dónde aprendiste a cocinar? –Mi madre y tía tenían un restaurante donde siempre llegaban guerreros y caballeros a veces yo les ayudaba por solo curiosidad de cómo se hacían las cosas. Veo que sabes pintar. –Si mi madre se empeñó en que tomáramos clases de algo, ejemplo Sophy además de tocar el chelo, igual dibuja, Lia Baila y pinta. –Ya veo ¿entonces además de pintar que haces? Tiro con flecha y arco. –Vaya eso si es una sorpresa.

–Y tu ¿tienes una cualidad mas además de encandilar a las mujeres, y hacer de comer. –Camus quedo pensando mientras cortaba la lechuga para la ensalada. –Amm...patino. Para tu sorpresa soy bueno.

–El resto del día hasta que oscureció Camus se quedó con ella. –No quieres que me quede ese tipo podría venir a molestar en la noche. –No lo creo es un cobarde, ve y descansa en una cama dormir en un sofá no es digno para ti. –Skdy no soy tan delicado, el que no me allá enlistado en la corona no significa que sea un débil.

– ¿Espera tu no estuviste ni un año como se pide el servicio militar? –Si lo estuve pero no hice carrera militar, yo preferí capacitación para ser tomado en cuenta para la corona oh algún cargo en la política. –Bien vete ya es tarde. –Skdy lo fue empujando hasta las escaleras hasta que el hizo fuerza se detuvo giro y tono gracioso. –Un beso de las buenas noches. –No, olvídalo. –Bien. –Camus reclamo y a mitad de la escalinata dijo. Llegare temprano para prepararte el desayuno. Cierra bien la puerta cuando salga.

–La azabache sonreía tenia de oreja a oreja su sonrisa, el día le pasó rápido, en cambio sin él, cada segundo era lento y aburrido. Los días posteriores se la pasaron viendo películas y comiendo palomitas, Skdy agradecía que Camus no insistiera en cortejarla.

El lunes por la mañana cuando estaba por dirigirse al café cercano de su trabajo Camus le estaba esperando en un auto que posiblemente había rentado, la guio al asiento del copiloto ella se colocó el cinturón mientras él se apresuró a subir. Antes que el encendiera el motor dijo.

–Donde encontraremos a ese tipo que te golpeo. – ¿Que? ¿Por qué quieres saberlo? –Quiero verle la cara al tipo que se atrevió a golpearte. Anda Skdy dímelo o me veré con la pena de pedir información a tu madre o tu padre. –Skdy sintió desprecio por la manera en que le había amenazado, cuando le hablaban así ella se sentía mal como si, solo fuera una caprichosa que se dedicaba hacer travesuras.

–Dirígete a Monastirogui entre la calle de Agoras y Aerides está la tienda donde trabaja. Y por favor nunca en tu vida me vuelvas amenazar de esa manera, la próxima vez que así olvídate de mí. –Lo siento Skdy, no volverá a pasar. –No. claro que no volverá a pasar por que tu te iras con mi madre a esperar tu respuesta.

Skdy molesta índico porque calles podía llegar hasta la joyería una vez allí Camus le dijo. –Si no quieres venir no hay problema. –Sí, no quiero entrar, el dueño es amigo de mi madre y me conoce. –Regreso pronto cariño. –Alli ella sintió una punzada volvió a decirle cariño.

Poco minutos después vio salir Alberich gritando en que lo soltara Camus le obligo salir aplicando una llave en los brazos Skdy tenia el vidrio del auto abajo por el calor y allí escucho y vio. –Has lo que te dije. –Skdy lo siento. –No te escuche. –Camus aplico más fuerza en el brazo de Alberich y este libero un grito de dolor, detrás de ellos los trabajadores del lugar se asomaban para ver lo que pasaba. – ¡No te escucho! –Skdy podía ver la molestia de Camus y allí se dio cuenta que Alberich tenía el rostro golpeado y una mano la traía vendada. –Disculpa, Princesa no volverá a suceder. –No, claro que no volverá suceder porque si te acercas a ella oh su casa yo mismo te mato. –Camus lo soltó y solto un puñetazo en la cara de Alberich tirándole de espaldas.

Skdy se dio cuenta que Camus estaba por tirarle patadas y ella salió para que no perdiera la razón en su enojo. –Vamos, Camus tengo hambre quiero comer algo déjalo ya no vale la pena. –Señorita Skdy ¿Todo bien? –El dueño de la joyería Shion pregunto al ver a su empleado tirado. –Sí, gracias.

–Anda Camus aquí ya no vale la pena seguir estando. –Camus comprendió que ella no quería estar allí y se dispuso a llevarla a un restaurante donde ella comió rápido le quedaba poco tiempo tenía que regresar al trabajo. –Camus podrías venir por mi a la hora de la salida del trabajo. –Claro cariño, ¿Quieres que te lleve algún lugar en particular? –No, solo quiero ir a casa contigo. Eso es todo.    

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