VII. ¿Lassarre?

Asaltado por la sorpresa me siento incapaz de pronunciar palabra alguna.

Kate se percató inmediatamente.

No me considero una persona que cree en tales cosas como el destino.

¿Es esta la casualidad más increíble que he presenciado o la suerte me sonríe?

¿Podría estar Christine Lestrade Lassarre relacionada con Loraine Lassarre?¿O sería simplemente una coincidencia, un malentendido?

No queda de otra, debo aclarar las dudas. Debo preguntar.

Inclinada ligeramente hacia el frente se halla reclinada sobre la barandilla del balcón donde nos encontramos, sostiene su cigarrillo en la boca utilizando los dedos índice y medio de la mano derecha.

— Disculpa que te pregunte,— expreso en un tono calmado, sereno — acabas que tus apellidos son Lestrade y Lassarre, ¿tienes alguna relación con la jueza Loraine Lassarre?

La atmósfera se tornó tensa en cuestión de segundos como si mi interrogante hubiese abierto la puerta que debía permanecer cerrada.

Tomando una última bocanada de su cigarrillo, inclina la cabeza hacia atrás para poder mirar el cielo.

De un suave gesto saca el cigarro de su boca y lo lanza hacia abajo utilizando sus dedos.

Aún encarando hacia el cielo separa sus  rojos labios para dejar escapar lentamente el humo que recién había aspirado.

Por un segundo cerró los ojos mientras una nube gris huía cobarde de su boca, su rostro iluminado por la luna le hace ver poética, madura, es una obra de arte.

— ¿Conoces a Loraine?— lentamente abre los ojos mientras su mirada aún se dirige al cielo. Su tono es de tedio, de rechazo, pero no hacia mi, parece rechazar a la misma Loraine con la simple mención de su nombre.

— Tengo asuntos que tratar con ella. — respondo evitando dar detalles.

— No sé que asuntos tengas con esa mujer pero creo que pierdes tu tiempo.— soltó con un tono de repudio.

— ¿A qué te refieres?— interrogo con cierta curiosidad.

— Si alguna vez hubo una mujer seria en ese cuerpo lamento ser quien te diga que esa persona no existe más. Al menos desde hace 12 años.

¿Doce años?¿Será coincidencia?

— ¿Quién es para ti Loraine?¿Qué sucedió hace 12 años?— pregunto un poco ansioso.

— Loraine Lassarre. La gran jueza Loraine Lassarre. — suelta una corta carcajada sarcástica, en su expresar hallo cierto tono de ironía mientras aparta la mirada del cielo — Esas eran las palabras que siempre acompañaban su fama hasta hace 12 años, la jueza con nervios de acero. Incorrompible, pone tras las rejas a todo aquel que sea culpable de un crimen. ¡Esa era la Loraine Lassarre de hace 12 años! Pero todo cambió, hubo un caso que no pudo cerrar, un criminal que no pudo poner tras las rejas. Ahora dicen que perdió la cabeza, — camina hacia uno de los sillones de madera que hay en el balcón y se sienta de un tirón — que se obsesionó con el trabajo y se ha vuelto loca dicen. — noto cierta ira en sus palabras— Tal vez tengan razón, quizás si se volvió loca. Ahora se pasa horas encerrada en su oficina, hace largos viajes, apenas intercambia palabras con otras personas.¡Sí, definitivamente se volvió loca!— baja la mirada.

— Ella contactó conmigo, dijo que tenía información que podría serme útil.

— Si tus asuntos son los mismos que los suyos solo puedo darte mi pésame, desde aquel evento ella solo trata con la muerte —  respondió en un tono lúgubre.

— ¿A que te refieres?— pregunto algo intrigado por sus palabras y su mirada oscurecida de repente.

— Tendrás que verlo por ti mismo para entender. — dice poniéndose de pie lentamente.

Se acomoda el abrigo negro como la más oscura de las noches.

Saca del bolsillo interno la cajetilla de cigarrillos. Golpeando el fondo de la caja hace sobresalir uno. Utilizando su boca saca el cigarrillo mientras con una mano rebuzca en sus bolsillos.

Devuelve la caja a su bolsillo mientras saca un encendedor.

— Mañana te llevaré con ella. — dijo mientras se voltea en dirección a la puerta que da al pasillo donde se hallan aún las personas conmocionadas por la resolución del homicidio — Los recogeré temprano en la mañana.

Mientras se aleja solo puedo mirar a su espalda, el negro cabello se camufla con la oscuridad de su abrigo. Parece que veo una sombra deslizarse sobre una pared, un alma sin vida que se marcha en silencio.

Jusqu'à demain, détective¹— dijo mientras agita la mano lentamente en gesto de despedida.

Kate y yo quedamos en silencio mientras se marcha. Ambos tenemos tantas interrogantes pero ninguno se atreve a romper el silencio que crearon sus palabras.

Se me hace imposible apartar la vista de ella mientras se aleja. Incapaz de mover un músculo, respiro lo menos posible sosteniendo cada aliento, extendiendo el tiempo entre cada parpadeo para no perder un segundo de la escena.

Christine entró al corredor y efímera se esfumó entre el público justo como llegó.

Una sombra salida de la noche que a la penumbra regresa...

Al perderla de vista vuelvo en mí. Logro relajar mi cuerpo y me dejo caer hacia atrás sobre la barandilla.

Suelto un largo suspiro y miro hacia el cielo.

¡Cuanta tensión!¡Que momento más intenso!

— Toda una rarita tu novia — insinuó Kate en un tono picaresco seguido por una pequeña carcajada.

— No es mi novia — refuto en voz baja mientras introduzco las manos en los bolsillos de mi pantalón — Hace algo de frío,— me encojo de hombros— vayamos adentro.

— Ciertamente —responde Kate frotándose los brazos para darse calor.

Caminamos a través del corredor que poco a poco se iba vaciando. Los curiosos regresaban a sus vidas diarias. La servidumbre a sus puestos de trabajo y los huéspedes que murmuraban desde los rincones fueron perdiendo el interés.

La familia de Antoine fue llevada a declarar a la estación.

De momento reinó la calma en el mismo lugar donde apenas unas horas atrás afloraba el caos.

Al no tener lugar donde quedarnos se nos permitió mantener nuestra habitación hasta la mañana siguiente.

Aprovechamos la hospitalidad del hotel y nos fuimos a dormir. Un día tan agotador había acabado por completo con mis energías.

Así terminaba nuestro primer día en Marsella.

Las dudas e interrogantes invaden mi cabeza impidiéndome conciliar el sueño. Esta inquietud en mi interior causada por la repentina cercanía a una verdad que había huido de mi tanto tiempo.

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La noche cedió lugar a una mañana soleada y cálida de verano.

Son apenas las ocho de la mañana y ambos nos encontramos despiertos y sin sueño ya.

Pero, ¿quién podría dormir después de eso?

Luego de hacer las maletas salimos a la cafetería del hotel a tomar un desayuno rápido mientras esperamos a la llegada de Christine.

La pequeña cafetería está ubicada en el costado del hotel, con vista a la entrada.

Nos sentamos en una de las cuantas mesas de las que dispone el local.

Kate pidió un café negro. Siempre le ha gustado el café fuerte.

Yo por otro lado pido una malteada de fresa, tengo más afinidad por las cosas dulces.

Mientras desayunamos mantengo la vista fija en el frente del hotel, en cualquier momento llegará Christine para llevarnos al encuentro con la misteriosa Loraine Lassarre.

Me encuentro totalmente absorto con la mirada postrada sobre la entrada. La única acción que logro concebir a la vez es sorber lentamente la malteada a través de la pajilla colocada en el vaso.

— ¡Madre mía!— exclama Kate mientras mira al periódico que tomó de la recepción.

— ¿Qué sucede?— pregunto mientras la miro con la esquina del ojo.

— Mira acá, — dice sobresaltada inclinándose sobre la mesa para acercarse a mi mientras señala con el dedo uno de los encabezados en el periódico — ¿ves esto?

En el periódico ponía una noticia sobre el suicidio de un joven. Se había colgado en el ático de su casa. Al leer el nombre del chico entiendo el sobresalto de Kate, era nada menos que el hijo del asesino del avión. Al parecer sucumbió ante la presión tras ser descubierto que su padre era un asesino.

— Es un evento terrible en verdad,— digo mientras me acomodo en la silla — pero realmente no siento ningún tipo de compasión hacia él.— volteo la mirada nuevamente hacia la entrada del hotel— El que su padre haya sido revelado como asesino no debe ser una excusa para rendirse ante la vida.

— No puedo evitar pensar que tenemos algo de responsabilidad en este asunto.— agrega Kate posándose en su asiento.

— No llevamos a su padre a asesinar a otra persona ni lo obligamos a él q suicidarse. No tenemos nada de culpa en este trágico hecho.— respondí mientras me juego con el cabello.

Justo en ese momento llega un taxi y de este sale Christine.

El mejor momento para llegar. Me libera de la tediosa explicación. Aunque sé que esto no quedará así.

Su oscura silueta resalta en mi campo visual. El cabello negro que se perdía en la oscuridad de su abrigo, su mirada sombría y postura decaída eran inconfundibles. Manos introducidas en los bolsillos como quien esconde algo.

Se detiene en frente del hotel y le hace una seña al conductor para que espere.

Sin moverse del sitio inspecciona con la vista los alrededores. Nos busca.

Antes de que pudiese hacer algún movimiento Kate toma la iniciativa.

Energéticamente empieza a agitar su mano para hacerse notar por Christine —como si su cabello rojo no fuese bastante notorio de por si— a la vez que exclama su nombre.

No le fue muy difícil a Christine percibirnos — ciega tendría que ser para no notar semejante espectáculo — y respondió al energético saludo de Kate sacando una de sus manos del bolsillo del abrigo para hacer un pequeño gesto de saludo agitando levemente esta.

— Vamos.— dije a Kate mientras me levanto de mi asiento.

— ¿Eh?¿Así sin más? — preguntó confundida Kate— Ni siquiera pude terminar de comer.— dice con rostro de inconformidad seguido por un refunfuño antes de levantarse de la mesa.

Caminamos hacia donde se encontraba parada Christine quien nos recibió con una mirada poco animosa. Quizás la mirada solo es para mi, después de todo soy yo quien le está pidiendo algo que no desea hacer.

Kate se le acerca rápidamente y le proporciona un abrazo como de los que se dan personas que han sido amigas por años.

El rostro de Christine reflejaba la sorpresa ante semejante acto.

— ¡Gracias por ayudarnos!— exclamó Kate apartándose despacio con una sonrisa.

— Alguien se despertó alegre hoy.— insinuó sarcástica Christine— ¿Qué habrán hecho en la noche para terminar así? — agrega pícaramente.

El rostro de Kate se tornó del color de su cabello en cuestión de segundos.

— Bueno... Este... Anoche— divaga sin completar frase alguna.

— ¡Hey, así solo lo haces ver peor!— intervengo rápidamente, extraño sentimientos de haber pasado por algo similar antes me aborda.

— Es broma,— suelta Christine tras una carcajada — simplemente te devolvía la de ayer.

Oh cierto, eso era.

La atmósfera se relajo de momento, la tensión que circulaba se disipó en el momento.

— Bueno, mejor vayamos marchando.— repuso Christine volviendo a su tono serio.

Sin decir más entramos al taxi que nos esperaba. Para mi sorpresa, es el mismo que tomamos al llegar a Marsella.

— Hola joven detective. — dijo el conductor con su tono jubiloso.

En efecto, es el mismo vehículo y el mismo conductor.

— ¡Hola señor!— respondí animoso a su saludo mientras me acomodo en el interior del taxi.

Kate fue la primera en montar, siempre le ha gustado sentarse cerca de la ventana. Conmigo en el centro, Christine ocupó el espacio restante junto a la otra ventana.

— ¿Se conocen?— indagó Christine con poco interés apoyándose en la puerta para observar por la ventana.

— ¡Sí!— responde Kate energética — Casualmente es el mismo conductor que nos llevó hasta el local de...— hizo una pausa y su animo perdió un poco de fuerza.

Aún está algo afectada por lo sucedido ayer. No está acostumbrada a lidiar con tanta muerte.

— Oh... Entiendo. — intervino Christine para luego abandonar la conversación fijando su mirada en el paisaje.

El vehículo se puso en marcha y el sonido del motor es el único que rivaliza con el incómodo silencio que de momento se adueñó de la escena.

No me atrevo a pronunciar palabra alguna y realmente no sabría que decir.

Kate aún se mantiene el silencio.

Christine no muestra signos de desear entablar conversación alguna.

Será un viaje largo e incómodo...

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