prólogo

¿Cómo es que todo había terminado de esa forma? Se preguntó.

No podía culpar las cosas y el cómo había pasado todo aquello, estaba más que claro que una parte de ella siempre lo había sabido, o por lo menos una pizca de su mente le recordaba toda su historia, desde que se habían conocido hasta los últimos momentos.

¿Era mucho pedir algo de empatía para ella? Sabía que no era una víctima completamente, que ella muy en su interior sabía que la idea de una vida feliz con Naruto, era solo eso, una idea. Una muy estúpida.

¿Alguien podría culparla? Lo cierto, era que no, Hinata siempre fue un poco ingenua, pero sabía que lo que acababa de pasar con Naruto y Sakura no era algo de ese fin de semana, era algo más que ni siquiera podría recordar o que al menos siempre había estado ahí aunque se negaran a verlo.

Podía sentir la furia de la llamada de Sasuke, su tono de voz sonaba vacío, la furia en ellas era casi palpable y lo peor de todo fue lo que dijo:

—Nos están viendo la cara —dijo Sasuke como si nada, conocía al Uchiha, sabía que no era una broma, lo supo porque su pecho comenzó a sobresaltarse, siempre lo supo— tu novio se acostó con mi novia.

Sasuke colgó y Hinata no supo porqué pero el nudo en su garganta que había sentido los últimos dos años creció y cuando menos lo notó ya estaba en el baño temblando y las ganas de respirar la estaban ahogando.

Esperó y esperó a poder respirar, pero no fue posible porque el nudo en la garganta le impidia si quiera jalar algo de oxígeno a sus pulmones.

Dolía, en un sentido poco hipotético porque su pecho estaba siendo oprimido por una extraña fuerza. No supo exactamente qué era pero sabía a ciencia cierta que ardía dentro de ella y no tenía la capacidad de aminorarlo.

Lo intentó con un lamento, un grito y con llanto, pero no fue así

Seguía ahí, latente y poderoso que era incapaz de permitirle formular alguna palabra.

Quería odiar a Naruto, pero sabía que no podía y cada vez que pensaba en él, aquella sensación golpeaba dentro de ella, pero a su contratarte comenzaba a sentir el gran amor que sentía por él, los buenos recuerdos, su infancia, su adolescencia y parte de su adultez, lo bueno e incluso lo malo.

Siempre había amado a Naruto, pero sabía que él de alguna manera no lo había hecho como ella, siempre había habido algo que era diferente que no permitiría que fuesenfelices y plenos.

Era el recuerdo de Sakura.

También quería odiarla, pero era imposible, había sido su mejor amiga desde niñas y después de la partida de Ino se habían vuelto unidas, solo ellas dos en contra de sus padres, trabajo o cualquier problema. Había algo que no pensó, ella siempre fue de una u otra forma un obstáculo para ellos, para que estuviesen juntos.

Sabía que ambos siempre se habían amado y ella fue la responsable de mentirse a sí misma.

La sensación en el pecho incrementó.

Pegó su mano a su pecho e intentó respirar.

—Linda vista, eh —una voz la hizo sobresaltar, miro repentinamente a su nuevo acompañante— es buena para distraerse.

Y era verdad, los tonos rosas y naranjas se combinaban la perfección con el turquesa de los cielos. Ese atardecer era particularmente precioso.

—No eres de muchas palabras —Hinata reconoció a Obito Uchiha, el primo de Sasuke.

—E-es lindo —susurró con pesar, no sería grosera con alguien que no tenía ni idea de qué pasaba por su cabeza.

—Lo es —dijo y sonrió, pero Hinata notó en aquellos ojos oscuros que había una historia detrás de ellos— las azoteas suelen ser un buen lugar para pensar.

Hinata sonrió y no notó que aquella sensación en el pecho solo disminuyó un poco. No lo suficiente para hacerlo consciente.

—¿Lo son? —Cuestionó interesada, por un segundo, olvido lo que acababa de pasar hace un par de horas.

—Solo si tienes problemas y lo hace bien —Obito se encogió de hombros y la miró directamente, intrigado el porqué de ella en aquel lugar— la gente suele ve ir a este tipo de lugares por una razón o varias.

—¿Cuáles son? —Se vio reflejada en la mirada de Obito y algo le dijo que estaba pasando por algo, similar o no, pero aquel tono lúgubre y la no extrovertida personalidad del Uchiha.

—Los problemas de allá abajo son más fuertes que tú —Hinata bajo la mirada un poco consternada y él lo notó en seguida, dudó un poco en decir lo siguiente— o estas lo suficientemente roto para no afrontarlo.

—¿Cómo saberlo? —Preguntó Hinata.

Por primera vez, desde que había llegado Obito al mirador del edificio y corporativo Uchiha sonrió genuinamente, el brillo del atardecer se reflejó en sus ojos y ella lo imitó en seguida.

—Nunca lo sabes hasta que lo enfrentas.

Obito se iba a retirar, pero Hinata se adelanto y preguntó.

—¿Tú estás bien?

Nunca era entrometida, pero ver a Obito Uchiha con uniré de solemnidad era extraño, lo conocía poco, sin embargo, era una persona.

—Mi ex novia se casará con mi mejor amigo —Obito sonrió triste pero aquel gesto le hizo recordar a Naruto, su pecho se estremeció aún más— dudó que puedas superar eso.

—Mi mejor amiga y mi novio se aman.

Hinata evito mirarlo, la sensación dentro de ella se intensificó, el nudo volvió y ahora su vista fue nublada por el repentino llanto.

—Así se siente estar rotos —Obito intentó bromear o fingir, lo que sea que trató de hacer.

Pero Hinata no se dejó mentir, detrás de aquella cruel broma, encontró la misma sensación que ella sentía en el pecho: era dolor. Uno muy profundo y que sin saberlo fue el inicio de una pequeña unión.

¿Lo notaron? ¡Qué va! Estaban demasiado ocupados mirándose el uno al otro.

Y la presión en su pecho de Hinata desapareció por lo menos en esa larga mirada.

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