8.- Día

Entré al estudio de mi hermano después de tocar la puerta, era el mismo que había pertenecido a nuestro padre, y al abuelo Sigfrid antes de él. Gran parte estaba lleno de libros antiguos, registros reales convivían con novelas de ficción, pero casi todo del mismo tema: vampiros.

Gracias a mi hermano ahora también había una gran y eficiente computadora así como varios aparatos electrónicos.

—Sabes que Olga te regañará si no duermes un poco, Aloise —le dije mientras me tumbaba en uno de los mullidos sillones.

—Entenderá que estoy ocupado, y ella misma estará muy ocupada regañándote por salir tan pronto de la clínica —contestó sin apenas levantar la mirada del monitor.

—Ya me siento mucho mejor, todo lo que necesitaba era un buen descanso y tal vez algo de comer.

—¿Seguro que ya te encuentras mejor? —Se asomó por fin por encima de la pantalla.

—Así es, estoy tan bien que... quiero ir a hablar con la criatura —solté.

—Misha, ¿te das cuenta de que bien podría ser una trampa? —Se levantó de su silla para caminar hacia mí.

—Soy totalmente consciente, Aly, pero quiero saber por qué la criatura me llama. Además, si logro sacarle la información que necesitamos, todo valdrá la pena.

Aloise se quedó pensando un momento, comenzó a tocar repetidamente su labio inferior con un dedo, por lo que supe que estaba considerando la posibilidad.

—Podría ser, pero no podrías estar solo con ella.

—De eso también soy consciente hermano. Pero si Serch está presente no podré hablar con ella sin que la ataque cada dos por tres.

—¿Qué propones entonces?

—Propongo darte la oportunidad para que puedas estudiarla más a fondo. —Le miré con una media sonrisa y noté como sus ojos brillaban.

—Sí, se oye bien. Entre los dos no creo que Serch pueda decirnos nada. Pero si la criatura trama algo contra ti...

—Tranquilo hermano —Toqué su frente con un dedo y después mi propio brazo—. Con tu inteligencia y mi fuerza no hay quién nos pueda ganar.

—No sé, pero... —me sonrió— siento que me estás llamando débil, Mihail—. Me tomó de los hombros y me empujó, por lo que volví a caer en el sillón.

—Jamás se me ocurriría hacer semejante infamia ¡Oh, Aloise Rossblack! —contesté con un sarcasmo que me ganó un par de golpes en el hombro.

El resto de la mañana transcurrió bastante lento, di todo el informe de lo que me había ocurrido en la guarida de la criatura ante mi hermano y el resto de mis tíos. La mayoría de ellos mostraba en su cara un deseo de venganza al escuchar mis palabras, Olga parecía afligida y solo Aloise me miraba con el ceño fruncido, pensativo. Nik estaba allí, al lado de su padre, mas Serch fue exento de la reunión.

Al acabar fui por un gran almuerzo, Nik me acompañó y me hizo varias preguntas más, sobre todo respecto al tal Velkian. Iba a practicar un rato con él, pero Olga nos vio y no me lo permitió. Después de otra revisión con ella quedé por fin libre para ir con Aloise.

—¿Estás listo, hermano? —pregunté, entrando de nuevo a su estudio.

—Sí, solo dame un segundo —me dijo sin levantar la vista

Como ya conocía su "un segundo" tomé un libro al azar y me arrojé en el sillón de siempre. Ya comenzaba a anochecer cuando por fin Aloise se levantó y se estiró.

—Muy bien, estoy listo —dijo como si nada.

—¿Ya? Pensé que iríamos hasta la próxima semana —le dije con ironía.

—Ya, ya. Lo siento, estaba terminando de leer algunas cosas justo para lo que vamos a hacer.

Con un suspiró dejé que abriera la marcha hasta el piso intermedio, donde se encontraba la sala de captura (forma bonita con la que intentábamos evitar llamarla "de tortura"). Cuando entramos, Serch estaba preparando una serie de horridos instrumentos frente a Kath. Ella estaba inconsciente, inmovilizada en la mesa destinada para ello.

Tuve que utilizar toda mi fuerza de voluntad para permanecer impasible, Kath estaba terriblemente pálida, casi traslúcida en contraposición con toda la sangre reseca que tenía en el cuerpo. Parecía más un cadáver de varios días en lugar de una criatura chupasangre, y muy diferente de cuando me tenía capturado.

—¿Ocurre algo, chicos? —preguntó Serch al vernos entrar.

—Ya has tenido tu oportunidad con la criatura Serch, en mi turno —contestó mi hermano tranquilamente. Serch se acercó unos pasos a nosotros.

—¡Aún no he acabado con ella! Aloise, esta criatura podría llevarnos a la ubicación de uno de los grandes no muertos del país.

—Lo que no pudiste obtener en una noche no lo podrás en dos. Es mi turno de desenmarañar sus secretos.

Cuando Serch dio otro paso hacia Aloise me interpuse entre ellos y aproveché mi altura para mirarlo directamente a los ojos. Sabía que mi postura era tan amenazante como la de él.

—Creo que mi hermano ya ha hablado ¿No? —le dije con la voz baja y grave.

Con un gruñido frustrado Serch abandonó la habitación, yo solté un suspiro de nuevo. Mi hermano y yo conocíamos muy bien a Sergei, era impulsivo y beligerante, pero apreciaba en verdad a la familia y respetaba a Aloise como lo había hecho con nuestro padre. Rencillas como la que acababa de ocurrir eran muy usuales con él, pero no tardaba en desaparecer su enojo.

—Muy bien, así que está es tu dichosa criatura. ¿Cómo pudo un ser así raptarte hermanito?

—Ella no se veía así, además estaba el veneno —susurré mientras me acercaba.

Todo el suelo estaba lleno de sangre reseca al igual que su cuerpo. Su piel era traslúcida sobre las venas oscuras y los huesos. No pareciera que respirara o que su corazón palpitara, el saber que esto ocurría por voluntad de ella y no por que estuviera realmente muerta no restaba crudeza a la imagen.

—Está descansando como los muertos —susurré, dando un paso más hacia ella.

—Ten cuidado —me dijo Aloise mientras se enfundaba unos guantes de látex blancos.

Se acercó con un bisturí e hizo un pequeño corte en el antebrazo de Kath, justo sobre la vena. No hubo sangre, solo la piel y lo que quedaba de los músculos abriéndose. Tampoco hubo mayor respuesta del cuerpo.

—Ha perdido demasiada sangre, ya no queda nada en el cuerpo —comentó Aloise con tono interesado.

Al otro lado del cuarto de donde estaban los instrumentos de tortura, había una serie de microscopios, envases y demás parafernalia científica. Aloise rasgó un poco de la carne para ponerla en un pedacito de vidrio, también tomó parte de la sangre reseca y se llevó todo a esa zona.

—Si en verdad quieres hablar con ella, deberás esperar a que despierte... si es que despierta.

Me dirigí al otro lado de la habitación para dejarlo trabajar y para no tener que ver directamente la figura mancillada de Kath. Mientras observaba uno de los látigos con púas de plata. recordé todo lo que había pasado en su guarida. ¿Por qué entonces sentía algo de pena por ella? No tenía sentido. Volteé de nuevo, y vi a Aloise frente a Kath con un estetoscopio en una mano y un reloj en la otra.

—Según mi teoría, debería empezar a latir justo en el momento en el que el sol se ponga —me dijo cuando me acerqué.

En efecto después de unos minutos pudimos escuchar cómo entraba el aire en su cuerpo y salía con un débil gemido que me hizo estremecer.

—Su corazón también estaba detenido. Acaba de comenzar a latir, pero es muy débil y pausado.

—Pues claro, no tiene sangre qué transportar —dije mirando las venas vacías de su brazo.

Aloise volvió a la mesa de trabajo. Kath tardó aún varios minutos en despertar, lo noté cuando sus párpados temblaron ligeramente. Entreabrió los ojos y al verme volvió a cerrarlos. Mi hermano se acercó al ver el movimiento

—Mi... sha... —susurró la criatura casi ininteligiblemente.

Sentí la mirada ceñuda de Aloise pero intenté ignorarla.

—¿Por qué querías hablar conmigo? —impregné mi voz con dureza. La criatura contestó algo que no pude entender—. ¿Qué?

—Li... Lía... —logré entender. Algo en mí se quebró al escucharla.

—¿La chica? Ella está bien, la hemos liberado de tu hipnosis y buscado una casa para que viva. La protegeremos y le daremos cualquier cosa que necesite —le dije.

Al escuchar mis palabras todo su cuerpo se relajo, al grado que pareció que dejaba de respirar.

—¡Hey Kath! Eso no significa que puedas dejarte morir. Aun debes decirnos dónde está Velkian para poder destruirle —solté sin pensarlo mucho.

Ella gimió un poco y entreabrió los ojos. Me miró y desvió la mirada hacia mi hermano, por un momento pareció que sonreía aunque su rostro no se movía casi.

—Yo, no lo, sé, Velkian nunca, nos dice... Nada —cada palabra era un esfuerzo.

—¿No sabes entonces dónde está? —pregunté algo decepcionado. Ella negó con la cabeza muy ligeramente.

—Tal vez podríamos utilizarla para que venga por ella —comenzó Aloise dubitativo.

Yo le había creído a Kath, ya había echado un vistazo a su relación con Velkian, pero me sorprendió que Aloise le creyera también. En un impulso estiré la mano y rocé la cicatriz en el cuello de Kath.

—No creo que ese maldito se arriesgue por ella. Además, ya tuvo toda la noche de ayer para sentir su sufrimiento y no acudió —dije, Aloise asintió, pensativo.

—En ese caso, lo único que resta es investigar un poco por nuestra cuenta.

No estaba seguro que querer ver o participar en esto, así que me dirigí a otra esquina del cuarto y me senté allí pues tampoco quería dejar solo a Aloise.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top