Existe cierta narrativa que me atrapa, es moribunda y desolada, describe el dolor de la peor manera posible, me hace sonreír incluso cuando estoy triste, no parece común en mí, porque todos creen que siempre estoy feliz, es fácil fingir, aún ahora y posiblemente mañana, pero bueno, esa narrativa es exquisita, te define, te atrapa y solo quieres estar allí, entre páginas de papel, café y el calor del verano que entra por la ventana. 

Hoy quise moverme cinco centímetros a la derecha del lugar regular en el que he estado, se me hizo extraño que ese pensamiento llegara a mí, pero lo hice, a pesar de que no me gustan los cambios. Creo que tiene que ver con la fecha en la que estamos, cerca de abril, un año distinto, pero se sigue sintiendo igual que esa vez, supongo que hay perdidas de las que no te recuperas nunca. 

Rose no lo sabe. 

Creo que es mejor así, porque ella no parece perdida como yo, siempre parece saber que hacer, mientras yo deseo estar entre estas cuatro paredes, ella sale, tararea canciones, baila, besa y sueña, lo último si lo he hecho antes, solo que no estoy tan segura de si mis fantasías han sido demasiado idealistas, solo soy una mujer intentando sobrevivir me digo, si Rose puede hacerlo, ¿por qué siento que no puedo hacerlo? 

Quizás es mi culpa, por querer vivir entre páginas, por buscar amor en palabras y no acciones. Yo la miro a ella y no sé como actuar, los nervios me atrapan y si tan solo supiera lo que su mirada me hace, probablemente huiría de mí, como todos lo hacen. 

Sin embargo, hoy me moví cinco centímetros a la derecha, pude ver el inicio de una sonrisa en su boca, seguro le importo, aunque sea un poco, pero yo sigo perdida entre páginas, ahora las historias se entrelazan, a veces no sé si estoy huyendo, cabalgando en busca de la princesa o siguiendo a un pobre niño en busca de venganza, solo sé que existo, solo se que sigo viva.