8 - Farsa

Se habían dormido tan temprano que cuando Rodri despertó y miro por la ventana vio que aún no amanecía. Tenía tiempo como para seguir durmiendo pero ya no tenia sueño, por lo que decidió levantarse y seguir contemplando la ciudad por la ventana. Corría una suave brisa y aunque no lograba distinguir nada ahí afuera por la oscuridad y su mala vista, se quedó disfrutando de la calma que se respiraba en el ambiente.

De todas las velas que habían iluminado la habitación apenas una quedaba encendida y brillaba débilmente, pero era suficiente para mantener al margen la brutal oscuridad que había a esas horas. Logró distinguir la silueta de su compañero dormido en la cama contigua y sonrió. Llevaba dos días sufriendo por él y probablemente seguiría así durante mucho tiempo pero a pesar de todo lo que le dolía se alegraba de tenerle ahí a su lado. Toda esa aventura se le hubiera hecho insoportable de haber tenido que enfrentarla solo. Deseaba poder olvidar sus sentimientos por él y poder disfrutar su compañía solo como amigo sin morir esperando que pasara algo más, como debería ser.

Estaba pensando en eso cuando unos ruiditos le hicieron dar un brinco. Se sentó en la cama y puso atención para ver si lograba escucharlos nuevamente. Tras un rato pudo identificarlos, esos ruiditos eran pequeños arañazos sobre su cabeza. Abrió los ojos espantado cuando a los rasguños se sumaron diminutas patitas corriendo en algún lugar sobre el techo de su habitación. Sintió un escalofrío recorrer su espalda.

Eran ratas.

Mientras más atención le ponía al sonido, más arañazos y carrerillas escuchaba. Quiso despertar a su compañero pero después de pensarlo un poco descartó la idea, Pascu no se pondría a pillar a los bichos solo porque él le despertara.

Se quedó sentado con las piernas recogidas en la cama esperando que amaneciera y deseando que ninguna rata le cayera encima. Cuando ya los primeros rayos de sol empezaban a despejar las tinieblas empezó a sentirse un poco más calmado hasta que algo pesado cayó a sus pies y le hizo dar un grito ahogado.

Se quedó paralizado hasta que notó que sus pies vibraban. Se esforzó en distinguir lo que había sobre su cama y lo que vio le llenó de alivio. Un precioso gato anaranjado se encontraba ronroneando sobre sus pies. Ni siquiera se preguntó de donde había salido, no le había visto entrar por la ventana ni recordó haberle visto antes de dormirse pero los gatos le encantaban así que le dio igual. Le llamó en voz baja y el animal se acercó a él y se acurrucó en su regazo permitiéndole acariciarle. Eso le hizo sentir mejor, ninguna rata se atrevería a saltarle encima ahora que había un bello cazador con él. Con el calor del animalito se olvidó pronto de los roedores.

Cuando el sol ya llenaba de claridad la habitación, Pascu despertó extrañado al escuchar a su compañero hablando en voz baja y en un tono muy cariñoso. Como le estaba dando la espalda no podía ver con quien hablaba y sus celos empezaron a trabajar a toda marcha. Imaginó a su amigo compartiendo cama con alguien más y susurrándose cosas junto a él y su corazón empezó a latir furiosamente.
Se quedó inmóvil un rato hasta qué se dio cuenta de que el único que hablaba era Rodri y le extrañó que su acompañante no le respondiera. Cuando le escuchó lanzar besos no aguantó más y se sentó en la cama para ver que estaba pasando y se quedó con la boca abierta.

Rodri estaba semi sentado con una bola de pelos acurrucada en su pecho y le hablaba cariñosamente mientras le acariciaba. La imagen era tan adorable que si Pascu no hubiera estado enamorado de él, hubiera tenido un flechazo en ese momento.

-¿Y ese gato?- preguntó por fin ya que Rodri ni siquiera había notado que le miraba.

-No lo sé, cuando desperté lo vi en mi cama, es mi pequeño guardián ahora.

-No deberías acariciarlo, puede estar lleno de pulgas.

-¿Pero como no lo voy a acariciar? Solo míralo, ¿no te parece lindo?... ¿verdad que eres precioso? Si lo eres, el tío Pascu lo sabe. - terminó hablando con el gato y dándole un beso en la cabeza al animal.

"Maldito gato suertudo" pensó Pascu y el bicho como si le leyera la mente le miró con aires de superioridad.

¿Qué tan jodido tenía que estar para sentir celos de un gato?

-¿Quieres bajar a comer algo o dormirás otro poco? - Preguntó Rodri al cabo de un rato, sin mirarle.

-¿Me hablas a mi o al gato?

Rodri se echó a reír.

-A cualquiera de los dos que quiera bajar conmigo a comer.

Mientras Pascu se desperezaba en la cama Rodri siguió achuchando al gato otro poco. Cuando vio que su amigo se empezaba a vestir, decidió hacer lo mismo. Tomó con cuidado al animal y le dejó recostado sobre la cama. Se despidió con tristeza del gato y dejaron la habitación. Cuando bajaron vieron al primer posadero que habían conocido el día anterior y este les saludó con entusiasmo. Era un hombre joven, cercano a ellos en edad, de piel trigueña, cabello rizado negro y largo hasta la barbilla. Les sirvió algo de comer y se sentaron en una mesa. Había poca gente a esas horas y el posadero se sentó un momento a conversar con ellos.

Bueno, a conversar con Rodri. El hombre se dedicó a ignorar totalmente a Pascu y a tratar de comunicarse con el músico que al comienzo le respondía educadamente pero pronto empezó a agobiarse, el hombre le tocaba los brazos y las manos a cada palabra y le ponía nervioso. Intentaba establecer contacto visual con Pascu para hacerle una seña y que se fueran de ahí sin ser demasiado grosero pero su compañero estaba muy concentrado mirando su comida, por lo que no le quedó otra que aguantar.

El hombre cada vez se acercaba un poco más a Rodri y Pascu sentía que la sangre le hervía pero no tenía argumentos para intervenir, menos aún si su amigo no le estaba apartando. Los dientes ya le empezaban a crujir cuando finalmente el hombre tuvo que alejarse a atender a un par de personas que ingresaron al local.

-Tío ayúdame un poco, no me dejes hablando solo con ese hombre otra vez. - dijo Rodri respirando aliviado. - Empieza a agobiarme que la gente aquí sea tan pegajosa.

-No es mi culpa que seas tan popular.

-¿Qué?

-Nada, olvídalo. - hizo un esfuerzo por tragarse sus celos - ¿Deberíamos ir a recorrer otro poco la ciudad antes de que puedas tocar?

-Me parece bien.

Terminaron de comer y se retiraron del local casi corriendo. El día estaba un poco menos caluroso que los anteriores, lo cual se agradecía. Caminaron hacia el centro de la ciudad sin ninguna idea en mente salvo matar el tiempo.

Tampoco deseaban caminar demasiado, aquellos zapatos si bien ya no les lastimaban seguían sin ser tan cómodos como unas zapatillas. Acabaron en una calle que parecía un mercado y se entretuvieron mirando lo que vendían y Pascu compró algunas frutas. Aún les quedaban monedas y esperaban juntar más esa noche.

-¿Crees que los otros músicos estarán ahí nuevamente?

-No lo sé... Pero tú toca tranquilo, yo te cuido la espalda - dijo dándole un par de palmaditas en el hombro.

Pese a su determinación de mantener distancia con Pascu, durante el resto del día acabó viendose involucrado en un montón de situaciones en la que su corazón estuvo al borde del colapso. Al principio era un tira y afloja en el que uno intentaba coquetear en forma poco sutil y el otro le evitaba de forma todavia más evidente. Sin embargo al final del día la voluntad de uno había empezado a flaquear.

Para cualquiera que pasara cerca de ellos hubiera sido evidente que ambos querían lo mismo pero ellos eran incapaces de verlo. Rodri poco a poco empezó a desistir de mantener lejos a Pascu. Primero porque cada vez que debía apartarle el ambiente se volvía insoportablemente incómodo y segundo porque aunque pensar en ello le dolía tenía que admitir que ese tipo de cercanía era mejor que nada. Lo pensó y llegó a la conclusión qué no debía sentirse mal ya que era el propio Pascu quien ponía los limites, él no se estaba aprovechando esta vez.

Rodri decidió que mientras tuviera claro que Pascu no iba en serio no tenía por que torturarse demás y empezó a dejarlo pasar, al fin y al cabo si su amigo empezara a distanciarse de él le dolería más.

Cuando ya consideraron que era una buena hora para ir a probar suerte con el piano volvieron a la posada. Aún no habían otros músicos así que Rodri tocó largo rato para deleite de los presentes. Quizás se había corrido la voz porque a ambos les pareció ver más gente que el día anterior. Pascu dejó que Rodri tocara solo esta vez y él se dedicó en teoría a cuidarle la espalda como le había prometido. La verdad es que se quedó embobado viéndole tocar, perdido en la serenidad que demostraba y la expresión de su rostro, y solo cada tanto recordaba su misión de supervisar a los demás seres que había ahí. Le molestaba un poco la forma en la que algunas y algunos miraban a Rodri, al parecer no había prejuicios en ese lugar y ninguno pretendía disimular cuando otro le gustaba. Cuando Rodri hizo una pausa en su interpretación para descansar, de pronto se vio rodeado de un grupo de personas que querían compartir y tomar algo con él. Pascu tuvo que abrirse camino de forma grosera justo cuando su amigo empezaba a agobiarse y con su presencia éste se sintió más tranquilo. El posadero le regaló una jarra de aquel licor que parecía ser la Coca-cola de aquellas tierras y se quedó junto a él con las manos sobre sus hombros cuando el resto de admiradores se retiró para que el músico tocara otra vez. Rodri se giró hacia el piano evidentemente incómodo pero no hizo falta mirar a Pascu para pedirle ayuda esta vez. Con un empujón muy poco educado éste apartó al posadero y tomó su lugar empezando a cantar y Rodri agradecido tocó la pieza que su compañero había iniciado para que la gente no comentara la aparente escena de celos que acababan de ver. Luego de recibir unas monedas Pascu le pasó un brazo por los hombros a su amigo y le guió a una mesa libre sin dejar de mirar al posadero, que le devolvió la mirada con igual acritud.

-Creo que en serio le gustas a ese tío. - dijo Pascu cuando se sentaron sin disimular su molestia apuntando con un gesto al posadero.

-Pensé que eran ilusiones mías. - contestó avergonzado - Es un pesado, no dejes que se me acerque mientras toco por favor, me pone de los nervios.

-Si quieres nos besamos ahora mismo para que vea que no estás interesado.

-...que?!

-Un buen morreo desanima a cualquiera, piénsalo. - dijo escogiéndose de hombros. Había pensado que si le pillaba desprevenido aceptaría pero sólo se había sorprendido y eso le decepcionó un poco.

-No creo que haga falta pero lo tendré en cuenta, gracias por la oferta - dijo Rodri riéndose intentando no verse muy emocionado por la idea.

-Y ahí viene otra vez - Pascu resopló con fastidio.

El hombre en cuestión llegó a su lado con la intención de sentarse con ellos otra vez y Rodri de cubrió el rostro con las manos, suspirando cansado. Antes de que el hombre se sentara sin embargo Pascu actuó y le apartó las manos del rostro a su compañero y se puso a hablarle cariñosamente entrelazando sus dedos. Rodri se ruborizó y se empezó a reír nervioso antes de contestar, dando la impresión de qué eran una pareja en una cita cualquiera. El hombre les entregó un plato a cada uno y les miró fijamente un momento antes de alejarse, claramente molesto.

-Avísame cuando vayas a hacer eso - dijo Rodri soltando las manos del otro, avergonzado.- Yo no soy tan buen actor como tú, y más aún si me pillas desprevenido.

-¿Acaso no funcionó?

-No cuestiono los resultados - admitió mirando de reojo al posadero que les observaba como si quisiera ver a través de ellos. - Supongo que es una forma indirecta de rechazarlo.

- Si quieres voy y hablo con él.

- No hace falta, creo que entendió tu mensaje - dijo riéndose y poniéndole un trozo de pan en la boca a Pascu haciendo que se sorprendiera, por lo que le aclaró - Lo siento, es que sigue mirándonos.

-Bueno, la oferta del beso sigue en pie...

-¡Que no, hombre!- se rió nervioso metiéndole otro trozo de comida la boca.

Desde ese momento Pascu abandonó toda sutileza y comenzó a invadir el espacio personal de su amigo cada vez que tenía oportunidad con la excusa de estar interpretando su papel de amante celoso. Rodri se autoconvenció a su vez de que debía interpretar su parte y dejó totalmente de lado sus intentos por mantener distancia. Por unos días, se permitiría vivir la fantasía de ser tratado con amor por Pascu.

Cuando acabaron de comer decidieron que sería bueno conseguir algo de ropa para cambiarse ya que apestaban, habían descubierto que en la posada podían tomar un baño pero no tenía sentido que lo hicieran y se pusieran aquella ropa sin lavarla. Caminaron nuevamente hasta conseguir lo que buscaban, a diferencia de las camisas grises que habían robado en el rio y que tenían agujeros por donde habían traspasado armas, estas eran de un color marrón y estaban en mejores condiciones. Volvieron a la posada a tomar el tan deseado baño, Pascu le rodeó los hombros con un brazo a Rodri y así semi abrazados se acercaron a pedirle al posadero que les preparara dos bañeras, y este mirándoles con desagrado les guió hasta un cuarto donde podían lavarse.

Era una habitación simple con dos tinajas grandes llenas de agua tibia, y tuvieron que ingeniárselas y tomar turnos para meterse al agua sin verse las partes importantes.

-Pobre tío, me siento un poco culpable, se nota que le incomoda vernos abrazados - dijo Rodri con la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados cuando ya se hubo metido en el agua.

-Creí que esa era la idea, que querías desanimarlo. - respondió el otro metiéndose en la bañera desocupada.

-Si... Pero dos cosas pueden ser ciertas. Aunque me sienta mal, prefiero eso a tenerle babeando.

-Sigo creyendo que es mejor que le digas directamente que no estás interesado.

-¿Y si resulta que son imaginaciones mías y me toma por loco?

-No son ilusiones tuyas, el tío te desviste con la mirada, es muy desagradable.

-No me digas esas cosas, que ahora no voy a poder tocar tranquilo- dijo Rodri sacudiendo la cabeza.

-Al menos sabemos qué mientras yo este cerca no te hará nada - le respondió para tranquilizarle.

-Eso espero.

Luego del baño se trasladaron nuevamente al área donde Rodri más tarde tocaría y se entretuvieron escuchando a los otros músicos. El posadero no estaba y en su lugar había otro hombre igual de amable pero que no demostraba interés particular en ellos. Esta vez Rodri no se dejó afectar por las miradas agrias de los otros músicos y las camareras que ya les reconocían dejaron de intentar acercarse a ellos más que para servirles comida, por lo que el ambiente era mucho más relajado. Comieron a gusto y luego de otra exitosa interpretación al piano se retiraron a su habitación.

-Creo que hoy fue un buen día - dijo Pascu estirándose en su cama luego de quitarse todas las cosas de cuero que había vestido durante el día, con brazo sobre el rostro.

Rodri estaba sentado quitándote los zapatos y le miró con una sonrisa.

-Es verdad... Ah, y gracias nuevamente por ayudarme con lo del posadero, no estoy acostumbrado tener a alguien sobre mi todo el día.... Me incomoda y no se como reaccionar en ese tipo de situaciones.

-¿Y yo?

- ¿Tú que?

-Yo estoy contigo todo el día, ¿No te molesto?

-No es lo mismo, a ti te quiero. - el músico se ruborizó y aclaró. - Eres mi amigo, claro que no me molesta tenerte cerca.

-Me alegra escuchar eso. - Rodri pudo ver que por debajo del brazo de Pascu asomaba una de esas sonrisas que le encantaban. - ¿Quieres continuar con el engaño al posadero mañana entonces?

-Por favor. - La idea de pasar todo el día actuando como pareja de Pascu le emocionaba. Sabía que no debía disfrutarlo pero sus sentimientos le ganaban. - Descansa, mañana será otro largo día siendo empalagosos - dijo divertido mientras se envolvía con las mantas.

-Hasta mañana, querido. - respondió el otro con una sonrisa.

Pascu estaba feliz. Sentía que había logrado que Rodri dejara de evitarle, aunque fuera para deshacerse de otro tío lo consideraba un avance. Se durmió sintiéndose optimista, confiando en que poco a poco iba a lograr que le viera como más que un amigo.

Esta rutina de pretender ser pareja les duró los tres días que siguieron, comían, paseaban, Rodri tocaba y Pascu mantenía apartado al público en general aunque su objetivo principal era el posadero. El hombre parecía tener una obsesión con Rodri y no desperdiciaba un segundo para acercarse cuando le veía solo, abrazándolo cada vez que podía y tratando de tocarle. Incluso a veces llegó a hacerle comentarios lascivos sentado a la mesa con ellos haciendo todo mucho más incómodo. En esas ocasiones Pascu optaba por tomar del brazo a Rodri y llevarle de regreso a la habitación, ya que rechazarle directamente seguía sin ser una opción para el pianista.

Habían logrado juntar una buena cantidad de monedas esos días ya que por cada vez que Rodri tocaba conseguía dinero de sobra para el gasto diario de alojamiento y comida y el resto lo guardaban para cuando tuvieran que dejar la ciudad.

Esa noche, mientras comían, terminaron decidiendo que se quedaría dos días más antes de partir hacia otra ciudad, aunque fue todo menos una conversación civilizada. Volaron los insultos por ambas partes y poco faltó para que también volaran los platos sobre sus cabezas.

A pesar de todo no habían logrado obtener mucha información de la gente de aquel lugar y de los soldados a caballo que habían ido a buscar no volvieron a ver señales. Pascu no quería quedarse, ya llevaban demasiados días en aquel lugar y sentía que su búsqueda estaba estancándose, y Rodri no quería partir sin saber con claridad que dirección tomar y sin tener dinero suficiente, y les desesperaba que el otro no entendiera sus razones.

Tuvieron una acalorada discusión en la que acabaron echándose en cara muchas cosas que nada tenían que ver con la duración de su estadía en aquella ciudad, culpándose mutuamente y dejando salir la frustración que venían acumulando desde que despertaron en aquel lugar por primera vez. Las personas a su alrededor les miraban sin disimular como cuando una pareja se acaba separando en algún lugar público. 

Se tuvieron que gritar muchas cosas antes de acordar que pasarían solo dos noches más ahí aunque a ninguno le dejara satisfecho el resultado.

Terminaron de comer en silencio sintiéndose molestos el uno con el otro y luego Rodri se alejó sin decir palabra hacia el instrumento para comenzar el concierto de esa noche. Pascu le siguió de mala gana quedándose a una distancia prudente, le cuidaría la espalda pero le dejaría tocar solo pues no estaban de humor para cantar juntos.

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