XXIII: Desacuerdos de por medio

Una vez que la tensión había pasado gracias a Shura, los tres pudieron discutir de manera más tranquila y saber de la situación de Camus. En ese momento Angelo recién le pudo devolver la mochila del menor, el cual aún tenía todo su contenido intacto y a pesar de que al italiano le tento tomar algunas joyas, no lo hizo.

Y solo se concentraron en discutir lo que harían ahora.

—Hace  un año también cancelaste tu deuda, al menos conmigo. ¿De dónde sacaste tanto dinero en poco tiempo?— Preguntó Angelo, sentado en una esquina de la habitación.

—Eso fue gracias a Milo... El cancelo la deuda que tenía contigo y los demás prestamistas.— El menor se recostó un momento en la cama, por lo que Shura le ayudo a acomodarse. No sabia porque, pero se sentía cansado.

—Milo... ¿Que acaso ese no es el empresario de bienes raíces más destacados del país?— No era difícil de imaginar de quién se trataba, pues gran parte de los edificios y grandes residencias provenían de su empresa.

—Ese mismo...— Dijo el menor con cierta tristeza, hablar de Milo no le traía agradables recuerdos.

—Entiendo.— Death no quiso entrar en detalles, ya que se quería concentrar en lo más importante que era Aiacos.— El joven que te secuestro, ¿Era algún amigo tuyo?

—Para nada... Era uno de los secretarios de Milo, y estaba conmigo por ordenes suyas. Aunque luego me propuso la idea de escapar y fue ahí que admitió que trabajaba para alguien más, temo decir que no conozco a la persona que lo mando.— Camus dió un ligero suspiro al decir lo último, ya que también ese día había perdido a Kanon y a pesar de que trataba de ignorar el hecho, cualquier palabra o incluso cosas lo recordaban a él cuando menos se lo esperaba. Luego de eso Camus ya no sintió las ganas de seguir contado lo sucedido.—Y creo que el resto ya lo saben.

—¿Cuál era la condición para que Milo pagará tu deuda?—Angelo noto que el menor estaba cansado, pero si quería ayudarlo debía saber eso último.

—Casarme con el... Pero ni aunque fuera el último hombre en la tierra me gustaría estar con el.—  Camus fue honesto con lo último, realmente no deseaba una vida a su lado de Milo luego de todo lo malo que le hizo.

—Se nota que estás cansado, hablaremos más tarde Camus.— Dijo Angelo dirigiéndose a la salida de la habitación, haciendo una señal a Shura para que lo siguiera.

—Encontraremos una solución con Angelo.— Comentó el abogado, cubriendo con algunas sábanas el cuerpo del menor.

—Shura... ¿Y si te pidiera que ambos nos fuéramos lejos de aquí?— Preguntó el menor tomando la mano del español antes de que se fuera.

Esa pregunta le tomo por sorpresa a Shura, quien sin duda lo empezó a considerar. Puesto que no le importaba las circunstancias, soñaba con tener al bello pelirrojo a su lado. Pero sus sueños no eran fáciles de cumplir, ya que había muchos problemas de por medio.

—Te diría que si, si es posible irnos ahora mismo...— Esas cuántas palabras alegraron al menor, sin embargo, Shura continúo.— Pero no quiero solo llevarte lejos y luego vivir de miserias Camus, me di cuenta que tú has vivido una vida de extravagancia con Milo... No quiero darte menos que eso.

Camus se quedó un poco sorprendido al escuchar eso, pero no tardó en responder, todo lo que mencionaba, eran cosas que no le importaban en absoluto.

—Shura, antes de vivir con Milo ¡No tenía nada! Nada de nada... Ni siquiera una migaja de pan, ¡Así que no me importa si me ofreces menos que Milo! Se que si estoy a tu lado es lo más importante.— El menor trato de convencer a Shura que lo resto era lo de menos y lo más importante era el, pero Shura jamás sería competencia para Milo, aún recordaba los pocos encuentros que tuvo con el griego y no eran nada agradables, ya que en todas esas veces fue pisado por el joven empresario.

—Esperemos un poco más Camus, te prometo llevarte a España, ahí tengo un lugar digno de ti... Lo prometo.— Dulcemente Shura le acaricio el rostro y Camus solo asintió de manera delicada. Esperaba que realmente les tomara poco tiempo irse.

—Yo estoy feliz si te quedas conmigo... No te preocupes por el resto.—

—Te quiero.... Ahora descansa iré a ver qué quiere Angelo.— Antes de irse le dió un beso en la frente al menor y luego de eso el español se marchó.

Angelo lo esperaba afuera y lo llevo hasta su despacho, para hablar sobre lo que harían.

—¿Que sucede?—

—Sera difícil negociar por Camus... No creo que a Milo le interese el dinero.— Angelo le entrego un periódico a Shura y vio ahí que tenía cerca de la portaba el aviso de desaparición de Camus.— Ya lo busca y no pasó ni un día, así que escapar no es una solución, imagino que todos los terminales y aeropuertos estarán al tanto de su desaparición.

—¿Que debería hacer entonces? No puedo dejar a Camus toda una vida contigo.—

—Tranquilo tampoco estoy sugiriendo algo así.—El joven italiano se sentó cerca de su escritorio, pensando en como negociar con ese empresario.— Alguien que lo tiene todo no tiene muchos deseos, talvez solo debemos quitarle un poco de lo que tiene.

—No entiendo.— Shura era capaz de analizar cualquier situación, pero ante las propuestas de Death no lograba comprender a dónde quería llegar.

—En otras palabras sugiero que provoquemos la caída de sus empresas, estoy seguro que alguien joven que llega tan alto no fue con mucho esfuerzo, así que el también debe ocultar movimientos ilegales o cosas que lo pueden perjudicar, si le amenazamos con una de esas cosas... No tendrá otra que dejar a Camus.

—¿Y como lograremos eso?— Preguntó Shura, más que dudoso, ya que nunca había trabajado en un rubro así.

—Tu dejamelo a mi, encontrare la manera de averiguar las fuentes de sus riquezas.— Angelo sonrió ampliamente, obtener información no era la difícil, sino saber cómo utilizar esa información.—Y tu amigo mío, será el que revele toda esa mala información, a tal punto de llevarlo a un juicio, por algo eres abogado.

—¿yo?— Eso no se lo esperaba Shura, era poner su carrera en riesgo, pero si quería obtener buenos resultados haría lo que Death le pedía.

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En la ciudad, en una de las clínicas privadas, en una habitación privada, se encontraba el gemelo menor revisando el periódico, desde hace unos días ya estaba bien, sin embargo, por estar en observación no se le permitió salir, y más que nada tenía las ansias de salir de esa clínica lo más antes posible. Pues Camus estaba en peligro y no sabía nada de él.

Pronto al pasar las páginas noto que había un artículo de la desaparición de Camus con una imagen suya. Sus ojos se abrieron par a par y tan rápido como pudo leyó el artículo. Su desaparición no pasaba de un dia, pero eso le ponía en alerta ya que eso significaba que Aiacos había logrado su cometido de enviar lejos a Camus o lo había matado.

No quiso pensar en lo último, por lo que se levantó de la camilla en la que estaba y pensó en salir de una vez por todas de la clínica. Debía encontrar a Camus, y esperaba que estuviera bien.

Aún estaba con ropa del hospital, así que se tomó un abrigo de su hermano que estaba en la habitación y la uso y salió del lugar, bajo los pisos de la clínica por el ascensor y por fortuna ningún médico o enfermera lo detuvo.

Pero el mismo detuvo su andar cuando vio a alguien familiar y casi salto de la emoción.

—¡Aldebaran!— Kanon se acercó al joven y lo abrazo. Mientras Aldebarán se sintió sorprendido por el repentino encuentro, estaba tan ocupado con el asunto de su novio que no sabía lo que pasaba actualmente en la casa de Milo.—Que alegría verte grandulon. No puedo creer que este tan feliz de verte...

—El sentimiento es mutuo Kanon... ¿Pero que haces aquí?—

—Larga historia... Por favor debes regresar a trabajar, Camus desapareció.— Kanon ya no tenía tiempo de explicar los detalles, pero a pesar de ser directo se dió cuenta que Aldebarán tenía otras prioridades.

—¿Como? Lo siento... Pero en estos momentos no creo poder hacer mucho, Mü no tiene mucho tiempo de vida y yo todavía no encuentro un donante, si me sigo tardando ya no se podrá hacer mucho para salvarlo.— Aldebarán estaba más preocupado por su pareja y aunque también quería a Camus está vez no podía ayudarlo.

—Ah... no me digas eso.— La felicidad de Kanon se le esfumó, ahora no sabía cómo ayudar al menor.— Aldebarán tu eres el único en que puede confiar Milo, a mí me despidió y por si fuera poco casi me mata... Todo por culpa del maldito de Aiacos, Camus puede estar en peligro gracias a él.

—No puedo ayudar está vez...— Aldebarán sintió una opresión en su corazón por ignorar el pedido de Kanon, pero realmente no le quedaba tiempo.

—¿Y si yo me encargo de lo que estés haciendo? Realmente necesito saber cómo está Camus. Y tú eres el único que puede ayudarme con eso.—

—Esto no es un juego Kanon, no pondré la vida de Mü en riesgo... Se que tus intenciones son buenas, pero yo no puedo descuidar la salud de mi novio por Camus.—

—¿¡Como puedes ser tan cruel!?— La desesperación de Kanon le hizo actuar impulsivamente, ya que no sabía a quién más pedir ayuda, Aioros quedaba descartado, se notaba a simple distancia que el no se llevaba bien con Milo. Así que Aldebarán era el único que podía ayudarlo.

—Fijate en lo que dices, siempre trate de cuidar de Camus de la mejor manera posible, pero tú no hiciste exactamente eso, al contrario lo dejaste cuando más te necesitaba. Así que no me vengas a reclamar nada Kanon...— Aldebarán actuó tranquilamente a pesar de las acusaciones ajenas. Cómo aún tenía cosas que hacer empezó a irse, pero de alguna manera ayudaria a Kanon.— Camus se veía muy interesado en el florista, ¿Porqué no lo buscas denuevo por la florería?

La sugerencia de Aldebarán le dió una idea a Kanon de dónde podría estar Camus, ya que recordo como Camus se había puesto por cortar contacto con el florista. Así que ahí estaría su primera pista. No le respondió a Aldebarán y simplemente salió de la clínica y tomo un taxi hacía la florería. Esperaba encontrar a Camus ahí o por lo menos una pista que le indicará que no estaba muerto.

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Por otro lado Shura luego de hablar con Angelo se dirigió de nuevo a la habitación del menor, para decirle lo que harían ahora, sin embargo, antes de llegar su celular le indicaba que alguien le llamaba, al ver que era Afrodita no tardó en contestar.

—Dime...—

—Shura no te molestes, pero... ¡No puedo cuidar de ese maldito engreído! Rompió su celular y se largo de la tienda, imagino que regreso a tu departamento, pero no pienso ir por el...— Afrodita sonaba molesto y Shura no entendió lo que pasaba, así que pensó como arreglar lo ocurrido.

—Esta noche regresaré a mi departamento para cambiarme. Yo ya me encargo de Aioria, puede cuidarse solo.— Shura fue amable al responder y eso tranquilizó a Afrodita.

—Esta bien... Disculpa por no ayudar mucho.— Antes de esperar la respuesta ajena Afrodita corto la llamada. Y Shura retomo su camino, pero otra vez sonó su celular, considero que Afrodita estaba por decirle algo más. Así que respondió sin fijarse quién era.

—Dita debo ver a Camus, porfavor olvida el asunto de Aioria, yo me encargaré de el.—

Pronto al escuchar la respuesta ajena Shura, sintió que el alma se le iba, pues el que estaba al otro lado de la línea no era Afrodita, sino Kardia.

—Shura, por favor explícame lo que acabas de decir y con la verdad, o las consecuencias serán graves.— Amenazó el mayor, estaba llamando a su abogado para aplazar el día de su audiencia por los problemas que había, pero se llevó con la sopresa de que Shura sabía dónde estaba Camus.

Continuará...

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