XXI: Una decepción sin consideraciones
Milo no pudo dormir en toda la noche, estaba junto a sus hombres buscando alguna señal de Camus, pero a lo mucho solo encontraron el auto en el Camus había ido la noche de su desaparición. El asunto poco a poco acababa con su paciencia y cada vez estaba más desesperado.
Tampoco en los aeropuertos había datos de Aiacos o Camus, lo que hacía más imposible ubicarlos, Kardia también puso a su gente a trabajar pero no sé avanzaba mucho con la búsqueda.
Al no ver posibles señales de dónde estaría Camus, Milo esperaría a la mañana para buscar a su novio. Así que a pesar de no dormir, eso de las 7 de mañana junto a algunos de sus hombres fueron a recoger el auto, el cual casualmente estaba cerca de la florería.
Milo al ver eso, se alteró, pues todo había empezado por esa florería y sus problemas solo aumentaban por culpa de ese lugar. Así que el hecho de encontrar el auto cerca, le hizo pensar que realmente el abogado estaba detrás de todo el asunto.
Cómo la tienda estaba cerrada, Milo espero a que el abogado llegara y confrontarlo de una vez por todas.
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Afrodita mientras tanto, había tomado un taxi en dirección al departamento de su amigo. Había tardado más de lo previsto por el tráfico de una mañana en la gran ciudad. Llegando una hora tarde al departamento, dónde luego de subir, encontró al menor sentado a las puertas del departamento de Shura a simple vista hasta a él le dió lastima, pero si tuvo el suficiente dinero para viajar de Estados Unidos a Grecia fácilmente podía pagar un hotel.
—Aioria, no me digas que pasaste toda la noche aquí.— Dijo el joven sueco más que preocupado. A lo que el menor se levantó y le sonrió dulcemente.
—Hola Dita, eso no importa, ¿Dónde está Shura?— Preguntó con curiosidad jalando su maleta, pensando que el español vendría. Pero no era así, Afrodita le ayudo con su equipaje una vez que estuvieron cerca.
—El está ocupado, vamos no puedo dejarte solo, así que iremos a mi florería.— El menor realmente estaba decepcionado de no poder ver a Shura, pero si estaba en su trabajo solo le quedaba esperar, así que de mala gana siguió a Afrodita.— Cuéntame, ¿Que tal tu estadía en otro país?
—Bien, supongo... Extrañe mucho a Shura, ¿Como ha estado el?— Preguntó mientras le seguía al mayor hacia el ascensor.
—Oh de maravilla, le va bien en su trabajo... No tienes por qué preocuparte por el, ya han pasado más de dos años desde ese incidente.— Mencionó enfatizando la última palabra a lo que Aioria entendió. Le alegro bastante que Shura estuviera bien, y ya no pensando en su hermano.—Por cierto, ¿Porque no fuiste con tu hermano?
—Eh? Mis padres y yo aún no sabemos dónde está... Si se comunica con nosotros, pero no nos dice en dónde vive. Es raro, sabes... Luego de lo sucedido tampoco volvió a trabajar en ese hospital, más tarde nos enteramos que ya no trabajaba ahí por negligencia médica...— Aioria lo contó como si nada, mientras que bajaron al primer piso y Afrodita trataba de conseguir un taxi mientras que escuchaba ese relato.
—De razón no volvimos a saber de el... Ni aunque lo buscará en todos los hospitales del país.— Ese motivo explicaba muchas cosas, era algo que recién se enteraba y estaba seguro que no Shura sabía de ello. Pronto esa conversación se cortó una vez que tomaron un taxi y se dirigieron a la florería.
Una vez que llegaron, amablemente Aioria pago el taxi, lo que le dió indicios a Afrodita de que el menor si tenía dinero y solo buscaba excusas para quedarse cerca de Shura. Ya luego hablaría con el, por ahora solo se enfocó en abrir la tienda y Aioria dejo sus cosas detrás de la recepción y empezó a ayudar a Dita.
El chico era realmente amable, lo que le hizo recordar a Afrodita porque nunca le puso un límite luego de la fallida boda de Shura.
Así continuaron hasta que llegaron sus primeros clientes que no precisamente eran clientes. Era Milo, el que acababa de llegar, junto a sus hombres, al ver eso Afrodita pudo suponer que era más problemas, pero aún así se acercó al joven.
—Buenos días, ¿En que lo puedo ayudar?— Dijo amablemente Afrodita.
Milo miro primero a su alrededor y no vio a nadie más que Afrodita y el jovencito que parecía tener la edad de su pareja. No le dió importancia y solo pregunto por su verdadero objetivo.
—¿Donde está Shura?— Preguntó con seriedad, a lo que Afrodita imagino que eso no era bueno, así que se hizo el desentendido.
—Disculpe, ¿Quien?— Cuestionó manteniendo una sonrisa forzada, y Aioria observo la situación con detenimiento.
—No te hagas, ¡Hace una semana el estaba atendiendo está tienda! ¡Una semana que no fue más que un dolor de cabeza para mí! ¡Dime dónde está!— Tan solo recordar todo lo que había pasado Milo golpeó la mesa de la recepción y eso borro la sonrisa de Dita, pero no hablaría tan fácilmente.
—A cierto... Shura ya no está, lo contraté por la semana que me fui de viaje, temo decirle que no tengo su contacto o alguna referencia, ¿Porque lo busca?—
—¡Ese maldito tiene algo que ver con el secuestro de mi novio! Anoche despareció y estoy seguro que Shura está involucrado!— Milo no tenía porque ocultar la verdad que creía posible, y cuánto antes deseaba saber dónde estaba.
—¡Shura no sería capaz de eso!— Al escuchar tal acusación Aioria no pudo quedarse callado, sobre todas las cosas defendería a Shura.
Milo y Afrodita se voltearon a ver al menor, quien se mostraba molesto, el solo hecho que le defendiera al abogado, le hizo saber a Milo, que ese joven si sabía de Shura. Así que sonrió para si mismo.
—¿Quien es el nuevo?— Cuestionó Milo al joven sueco, quien golpeó su frente ante la imprudencia de Aioria.
—Nadie importante, Aioria ve adentro, esto no te involucra.— Ordenó el joven para proteger al menor, pero este se negó obedecer.
—¡No! Si se trata de Shura me involucra, este tipo no sabe de lo que habla.... ¡Mi Shura es un abogado muy importante y jamás se mancharia las manos con un delito tan bajo como un secuestro, así que cuida tus palabras y ve a buscar a tu novio en algún hotel que de seguro ya te engaño!—
Afrodita solo cubrió su cara con ambas manos al escuchar las palabras de Aioria, los hombres de Milo se cubrieron la boca inmediatamente, ya que el menor realmente había dicho algo gracioso y que no estaba lejos de la realidad.
Sin embargo, quién no lo tomo gracia fue Milo, ya tenía demasiados problemas para agregar una insolencia de esa magnitud, sin miedo alguno se acercó al menor y le dió un golpe en la mejilla.
El golpe fue inesperado para Aioria, pero inmediatamente se la devolvió. Obvio que no se dejaría intimidar por nadie.
El menor estaba por golpearle una vez más, pero está vez Milo fue más rápido y le tomo de la mano con fuerza, fue ahí que Aioria no pudo deshacerse de ese agarre, así que intento forzajear.
—Vas a pagar muy caro tu insolencia.— Dijo con molestia el heleno, jalando al menor hacía la salida, pero Afrodita intervino antes de que las cosas pasarán a peores.
—No venga a hablar de insolencia cuando usted empezó, Aioria solo se defendió.— El joven separo a ambos y se puso delante de Aioria.— Retirese o llamaré a la policía.
La amenaza de Afrodita le hizo dar un paso atrás a Milo, las ideas para encontrar a Camus se le acababan. Hasta que al mirar por la ventana de la tienda encontró una cámara de seguridad al otro lado de la calle, eso les daría algún indicio de dónde pudo estar su novio.
—Claro, siento las molestias, aún debo buscar a mi novio.— Milo se concentro en aquella cámara, ya vería como obtendría los vídeos, pero también estaría vigilando la florería por las sospechas puestas en Shura.
Siendo así Milo se retiró con sus hombres, y solo algunos se quedaron para obtener información de esa cámara y otros para vigilar la tienda, sobre todo enfocandose en el jovencito que había golpeado a Milo. Mientras Afrodita no presto mucha atención a lo que ocurría afuera, su atención se concentro en ayudar a Aioria, quien a pesar de que aparentaba estar bien, la realidad era que el golpe de Milo le partió el labio. El joven sueco fue a buscar un botiquín y delicadamente le curo esa herida la menor.
—Aioria... No sabes cuándo quedarte callado ¿Verdad?— Comento con seriedad, no había pasado muchas horas desde que estaba con Aioria y ya le daba problemas. Esperando la respuesta ajena, le pasó un algodón con desinfectante sobre la herida.
—Lo siento, pero no podía quedarme de brazos cruzados al escuchar como hablaba de Shura, ¿Quien se cree que es ese tipo?— Dijo más que molesto, soltando pequeños quejidos la sentir ese algodón.
—¡Se notaba a simple vista que ese tipo es alguien peligroso! Y tú no debiste ponerle una mano encima, mira como terminaste.— Al acabar Afrodita le puso una bendita sobre la herida y al guardar las cosas, le dió un golpe en la cabeza al menor.—Shura no necesita que lo defiendan de palabras, necesita hacer su vida y ya dió un gran paso y tú solo vienes y das problemas... Madura de una vez.
—Ay... Que duro eres.— Se quejo el menor, mirando al suelo. No le importaban las palabras de Afrodita, pero si quería agradar a Shura, debía mostrar que realmente era alguien mayor que sabía tomar sus propias decisiones.— Yo sé que no te agrado por lo que hizo mi hermano, pero en todo ese tiempo incluso ahora mi intensión es solo ayudar a Shura.
—Lo ayudarías mucho si solo te fueras... Lo que ahora necesita Shura en enfocarse en el próximo paso que dará con su novio, así que porfavor ya no insistas en lo que no puede ser. Creo que Shura es el único idiota que no se da cuenta de tus sentimientos.— Afrodita fue directo, no tenía que ser sutil con Aioria ya que al parecer no entendía las cosas por las buenas.
—¿Shura tiene novio?—
Aquello fue tan inesperado para Aioria que no pudo contener las lágrimas que salían de sus ojos, en dos años se había esforzado por acabar sus estudios cuánto antes y regresar por Shura, pero si lo que Afrodita le decía era cierto ya había perdido su oportunidad.
Afrodita vio lo que causó, pero ya era tarde para retractarse, asi que le quedó decir la cruda realidad.
—Si, es alguien muy lindo y no quiero que interfieras en la felicidad de Shura... Aunque no sea tu culpa, tu siempre representaras un recuerdo malo para él. Asi que dame el número de tus padres, no puedes quedarte con Shura, sería una falta de respeto para su novio.— Luego de guardar el botiquín, Afrodita tomo su celular esperando que le menor le digtara el número de sus progenitores.
Pero Aioria no lo hizo, en cambio agarro su propio celular y lo arrojó contra el suelo ante los ojos sorprendidos de Dita.
—Lo siento, no recuerdo sus números y estaban en ese celular... ¡No me importa lo que pienses o quien sea el pretendiente de Shura! Porque solo yo puedo amarlo como merece!— Aioria no se quedaría a escuchar más palabras de Afrodita, así que tomó su maleta y salió de la tienda, volvería al departamento de Shura y lo esperaría ahí.
Afrodita ya ni siquiera se molestó en seguirlo, puesto que llegaron algunos clientes casi seguidos. Ya sabía dónde podría encontrarlo, además Aioria ya no era un niño estaba seguro que podía cuidarse solo.
Aioria iba hablando entre dientes y caminando mas que molesto. Hasta que al doblar una esquina dos autos estacionaron frente a el, y los hombres que anteriormente habían llegado a la tienda, lo rodearon.
—Espero ahora sí tener una conversación más civilizada contigo.— Dijo Milo, bajando de uno de los autos.
Aioria se mantuvo tranquilo, pero sin bajar su guardia. No sabía las intenciones de ese hombre.
Continuará...
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