XIX: Puertas al amor
Exactamente hace dos años Shura y Afrodita estaban en la iglesia, dónde se celebraría un día importante para Shura, pues uniría su vida con la persona que amaba.
Un joven médico llamado Aioros era el novio que esperaba Shura, ambos se habían conocido en la universidad y por un diplomado que llevaron juntos se enamoraron a primera vista. En ese entonces los dos eran solo unos adolescentes con distintas metas según la carrera que estudiaban. Fue difícil para ellos mismos estar juntos, pues sus horarios como deberes no les dejaba mucho tiempo libre. Pero ambos hicieron lo posible por verse, aunque sea una hora a la semana y bastaba compartir ese pequeño tiempo para enamorarse aún más.
Shura pensó que ambos podrían ser felices juntos y por eso decidieron casarse una vez que Aioros se graduara, aunque esa meta tardaría, puesto que salir con un título de medicina y para ser médico se requería mucho tiempo, más allá de estar dos años de internado y un servicio social. En todo ese proceso el español apoyo incondicionalmente a su pareja, sin imaginar que dentro de ese tiempo que no lo vería, alguien más se enamoraría de su novio y sería la persona causante de su infelicidad.
Al menos eso no lo sabía el abogado, no hasta que el día de su boda llegó.
Los invitados esperaban paciente la llegada del novio, mientras que Shura estaba en el altar, vestido de un hermoso traje negro y plateado, la espera de minutos ya pasaba a una hora. Y todos los demás invitados empezaban a murmurar y algunos caminaron fuera de la iglesia para ver si el novio se aproximaba, pero nada.
Shura por su parte marcaba el número de su pareja, pero no le respondía, de los nervios empezaba a sudar y Afrodita tomo un pañuelo suyo y le limpio delicadamente su frente.
—Tranquilo, tal vez lo llamaron de emergencia al hospital, sabes cómo son los doctores.— Comentó Dita tratando de animar a su angustiado amigo, quien no soltaba en ningún momento su celular.
—Dita el pidió permiso para este día... O ¿Algo malo le pasó?— Shura que siempre estaba serio y mantenía la compustura en cualquier momento, ahora se sentía mal, tanto que se desmoronaba a cada minuto que Aioros tardaba en llegar.
A Afrodita también se le acababan los argumentos para calmar a Shura, hasta que vieron que un auto blanco se aproximaba y se estacionaba frente a las puertas de la iglesia. Todos los invitados incluído Shura pensaron que se trataba del novio, pues al bajar del auto se vio a un jovencito vestido de blanco, todos los invitados hablaron entre ellos sobre lo joven que era para casarse, el joven se fue acercando a la iglesia y más que nervioso se dirigió hacia Shura.
—Aioria, ¿Dónde está tu tu hermano?— Preguntó más que preocupado Shura, el menor solo le tomo de la mano y lo saco fuera de la iglesia para tener más privacidad al hablar. Todo eso ante las miradas de los que estaban presentes incluído algunos familiares de los novios.
Una vez que Aioria llevo a un lugar más privado al novio de su hermano tomo un gran respiro y hablo.
—Shura... No sé cómo explicarte lo que pasó.— Dijo un poco nervioso el menor, pensando en como trataría el tema que traía en manos. Shura estaba tan angustiado que solo tomo al joven de sus hombros y trato de que lo mirara.
—¡Lo que sea que haya pasado solo dímelo! ¿¡Dónde está Aioros!?—
—¡No se casará!— Por los nervios Aioria soltó la información de golpe, sin ser sutil, por lo que dejó pasmado a Shura.— Lo siento... El se escapó con alguien llamado Saga, no pude detenerlo.
Aioria se sentía igual o peor que Shura, pues no quiso ser el responsable de dar tan mala noticia en un día tan importante y sobre todo no romper las ilusiones de alguien tan especial como Shura.
—Eso no puede ser cierto... Por favor dame tu celular debo hablar con el.— Shura no creía lo que Aioria le decía, por eso el mismo hablaría son su pareja. Pero pronto vio que el menor sacaba un celular del bolsillo y lo cual Shura lo identifico, ya que ese celular le pertenecía a Aioros. —Aioria dime qué no es cierto... Tu hermano no sería capaz de hacerme esto.
En ese momento Shura empezó a tener una crisis, le costaba respirar y la cabeza le dolía, pronto la vista se le nublo y no supo que pasó de ahí en más.
Ya por la noche, Shura se había despertado en su departamento, no sabía cómo había llegado ahí, pero ya ni lo pensó, pues su cabeza aún le dolía, estaba por salir de su habitación cuando escucho unas voces afuera.
—¿Tus padres que dijeron al respecto?— Esa voz pertenecía a Afrodita, quien claramente sonaba molesto.
—Ellos tratarán de regresar de su viaje lo más antes posible para disculparse personalmente con Shura... Tampoco esperaban esto.— El menor estaba realmente mal que se notaba en como hablaba.
—¿No conocías al amante de tu hermano?— Afrodita realmente deseaba saber quién había sido el responsable de que la boda terminara mal.
—No, solo vino a mi casa cuando Aioros salía para ir a la iglesia, hablaron un buen rato y luego Aioros subió al auto de ese desconocido...—
Afrodita suspiro, al igual que Aioria. Pronto vieron que de la habitación salía Shura, aún demacrado por lo sucedido y lo único bonito que quedaba de el era su traje. Tanto Afrodita y Aioria lo vieron con lastima y este último se acercó a abrazarlo.
—Aioria...— Shura no esperaba esa muestra de afecto. Se sentía mal no solo por lo de Aioros sino ahora ser muestra de lastima.
—¡Disculpame! Porfavor... Debí evitar esto.— Se notaba que Aioria sinceramente estaba arrepentido como si fuera su culpa. Shura a pesar de estar desanimado acaricio su cabello y trató de sonreír.
—Tranquilo, ¿Por cierto que paso con la boda?— Preguntó Shura, pensando en que realmente todos se enteraron de su mal fortunio.
—Aioria les dijo a todos que Aioros tuvo un accidente antes de venir a la iglesia, la boda se pospuso por así decirlo... Era mejor inventar esa mentira a que todos se enteraran de la maldita verdad.—
—Gracias...— Murmuró aún desanimado Shura, era bueno saber que nadie más que ellos supiera la verdad, pero eso no le quitaba el dolor de haber sido traicionado por la persona que más amaba.
—¡Lo que sea por ti!— Aioria abrazo con más fuerza al español, quien en ese momento pensó que el hermano menor de su ex pareja solo quería animarlo, sin considerar que realmente tenía otra intenciones.
Después de ese trágico día, Aioria pasaba la mayor parte de tiempo en el departamento de Shura, quien a pesar de agradecer su presencia se sentía incómodo a su lado. Por lo que cuando llegaron sus ex suegros y conversaron sobre lo ocurrido, aclaró que ya no quería tener una relación cercana con ningún miembro de la familia. Los padres de ambos hermanos lo entendieron, pero era Aioria quien se negaba a estar lejos de Shura, tanto que insistía en estar a su lado con la excusa de que se sentía culpable.
Es por la terquedad del menor que sus padres lo enviaron a Estados Unidos para que estudiara allá, solo así ayudarían a Shura con su recuperación de tan mala ruptura.
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El amargo momento que vivió Shura quedaba en su pasado, el mismo se dió cuenta que no valía desperdiciar su vida por una persona que no valía la pena, decidió enfocarse más en su trabajo hasta que nuevamente en el presente conoció a alguien maravilloso y justo ahora iba camino a verlo.
Puesto que luego de charla que compartió con Afrodita, su novio le envío una dirección y luego de cerrar la florería ambos tomaron un taxi hacia la dirección que les dió Angelo.
Tardaron a lo mucho unos 45 minutos en el recorrido, pues el lugar quedaba a las afueras de la ciudad, en cuanto llegaron, bajaron en una esquina, Shura pago la tarifa, pero se dieron cuenta que solo había un enorme muro, fue ahí que Afrodita llamo a su pareja y en unos minutos apareció un auto negro, dónde iba Angelo.
—Suban, les llevaré hasta la residencia.— Mencionó con una sonrisa, a lo que Afrodita se subió en el asiento del copiloto y Shura atrás. Cuando estuvo listo, el italiano condujo hasta cierta parte del muro dónde había unos enormes puertas de metal, las cuales se abrieron en cuanto vieron el auto, al estar adentro Angelo condujo unos metros hasta llegar a una mansión, vigilada por varios hombres que vestían trajes negros en su mayoría utililizaban lentes oscuros.
Tanto Shura como Afrodita se sorprendieron pues era la primera vez que estaban en un lugar así, incluso Afrodita tenía la boca abierta.
Cuando su impresión se les pasó, Angelo los llevo hacia adentro y subieron al segundo piso, dónde había una pasillo que llevaba hacia muchas puertas que eran habitaciones y en una de ellas estaba el francés.
Angelo los llevo hasta una puerta en particular, y la abrió con cuidado.
—Ahi tienes a tu novio... Lo siento si está herido, pero la persecusión fue más dura de lo esperado. Te dejo a solas con el, luego ya hablamos.— Dicho eso, Angelo y Dita se retiraron. A lo que lentamente Shura entro, encendió las luces y pudo ver al galo dormido, con un vendaje en su cabeza. Y aunque estuviera así, se sintió feliz y con cierto temor acaricio su rostro y fue en cuanto lentamente el francés fue abriendo los ojos.
—Lo siento, ¿Te desperté?— Preguntó en voz suave el español, Camus enfoco mejor su vista pues al despertar vio todo borroso, una vez que pudo ver al dueño de la voz sus ojos se llenaron de lágrimas y pensó que era un sueño, por lo que como pudo se fue levantando de la cama.— Espera, trata de no esforzarte.
—¿Encerio eres tu Shura?— Cuestionó sin poder creer a quien tenía frente suyo.
—Si, es bueno verte otra vez Camus.— Comentó dulcemente y ante la confirmación ajena el galo lo abrazo.
—Tenía tanto miedo de no verte otra vez... Es un milagro que estés aquí.— Poco le importaba al francés dónde estaba, si estaba con Shura estaba seguro y era lo único que le importaba con sinceridad.
—Te extrañe tanto... Me alegra poder estar juntos.— Con ternura, Shura acaricio el rostro del menor, sintiéndose dichoso se ver esos hermosos ojos otra vez y sentirlo tan cerca.
Un silencio se formó entre ambos, ya que Camus al abrazarlo se perdió en la agradable fragancia que desprendía el abogado, mientras que Shura también se deleito con la hermosura ajena, desde sus cabellos sedosos a su piel suave. No hacía falta las palabras para reconocer que ambos se habían extrañado, bastaba con escuchar sus latidos del corazón y saber que ahora podrían estar juntos.
Ese tierno momento fue interrumpido por el tono de llamada de celular de Shura, era una melodía clásica, pero bastante fuerte para irrumpir en medio del silencio de la habitación. Shura no quiso responder, pues quería dedicar de ahora en adelante todo su tiempo y amor solo a Camus.
—¿No deberías contestar?— Preguntó el francés al escuchar que la llamada se prolongaba.
—No, esa llamada puede esperar, ahora soló quiero enfocarme en ti, en que te recuperes y ayudarte.— Dijo con una sonrisa, Camus también le regreso esa sonrisa, mientras se fue acercando lentamente a los labios ajenos, Shura veía lo que se aproximaba así que sintió una emoción indescriptible.
Y sin pensarlo muchos ambos unían sus labios en un beso, eran como dos amantes que se veían de tiempo. Y el beso era el único intermediario para expresar su amor.
Ya Shura ni Camus se preocuparon por la llamada...
Al otro lado de la línea, una y otra vez el jovencito de cabellos castaños marcaba el número del abogado. Pero la llamada lo llevaba a la casilla de voz.
—Debe estar dormido... Intentaré tocar una vez más.— El joven estaba frente al departamento del abogado, intento tocar la puerta esperando que el español le abriera. Aunque en ese momento sería imposible.
Continuará...
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