XI: Pequeños detalles

Toda la tarde Shura espero la llamada de Kardia, pero no había señales de eso. En el momento en que pensaba volver a llamar un número desconocido lo llamaba a él, dudo en responder, pero pensando que era un cliente se aventuró a responder.

—Buenas tardes...—

—Shura... Soy Camus, ¿Como estás?— La dulce voz de Camus fue como una melodía para los oídos de Shura, y también un gran alivio.

Lo que no sabía que al otro lado de la línea, había un pequeño alboroto. Ya que Aldebarán inmediatamente cerró la puerta de la habitación para evitar que otros guardias de Milo los escucharán y Kanon trato de quitarle el celular al menor, pero solo se había ganado un buen golpe en el ojo con una almohada. Aquello lo dejo fuera de acción por unos minutos y Aldebarán no quiso correr la misma suerte, así que se quedó cerca de la puerta.

—Yo debería preguntar eso... ¿Qué es lo que te paso?— Preguntó más que preocupado, si era bueno escucharlo, pero aún no sabía cómo estaba realmente.

—No te preocupes, estoy bien... Lamento mucho el desastre que deje en tu departamento, prometo pagarte los daños.— Camus no estaba seguro de cómo haría eso, pero de alguna manera debía compensar los daños causados. Sin embargo era lo que menos le importaba a Shura.

—No, no, de eso no te preocupes... Lo importante es que estás bien. ¿Puedo preguntar que ocurrió?— Shura no estaría del todo tranquilo, sino sabía lo que había ocurrido.

—Mi prometido... Me encontró y creo que puedes imaginar que no estaba muy contento. Enserio lamento causarte problemas, será la última vez que pase, gracias por ayudarme, pero talvez ahora nisiquiera pueda volver a verte...—Hasta ese punto la voz del menor se le había quebrado y todos lo notaron, hasta Shura que estaba lejos del menor. Se sintió mal que alguien tan lindo lo estuviera pasando mal y aquello solo le dió motivo para realmente ayudar al francés.

—Si me dices dónde estas puedo venir Camus, se que aún somos dos desconocidos, pero creeme que tengo toda la intención de ayudarte en todo lo que pueda.—

—No te preocupes, ya hiciste mucho por mi... No quiero causarte más problemas, tratare de enviarte el dinero lo antes posible. Lo prometo.— Camus se sentía fatal por tener que romper relación con el abogado, pues en solo poco tiempo si llamo su atención, pero en su estado actual y con un maniático dejándolo encerrado, no le dejaba con las posibilidades de volver a verlo y para evitarle problemas lo mejor era romper contacto aunque le doliera.

Ese dolor nisiquiera se comparaba cuando Kanon termino con el, y no lograba comprender porque le dolía tanto. Hasta el punto de derramar lágrimas, Camus no quiso que Shura lo escuchará de esa manera así que le cortó llamada.

Kanon y Aldebarán se miraron entre ellos con cierta preocupación, nunca habían visto al menor tan triste.

—Ire por un vaso de agua...— Dijo Aldebarán al ver qué el menor ahogaba su tristeza en un pequeño llanto.

Kanon  se acercó hasta el francés y le quitó el celular, otra llamada no le haría bien, así que apagó el celular. Hasta ese punto no sabía cómo consolar al galo, así que solo se acercó a darle caricias en la espalda.

Shura se quedó sorprendido, se negó a creer que el galo estaba cortando toda conexión con el, así que volvió a marcar aquel número, pero el celular le mandaba al buzón de voz, imagino que había apagado el celular.

Pero aún así insistió en llamar al menor, aunque el resultado en cada intento era el mismo, no imagino que fuera tan difícil estar con alguien y su corazón realmente anhelaba volver a verlo, sin embargo, no sabía nada de sus datos personales. Estaba por resignarse a qué esa era la última vez que lo vería.

Mientras en la habitación de Camus, este se había quedado dormido de casi tanto llorar. Pues había pasando algunas horas desde que había llamado al abogado y su estado emocional no era el mejor y eso empezó a preocupar a los dos secretarios. Dejaron que descansará y ellos pasaron a la cocina dónde había un poco más de privacidad.

—¿Qué no deberías haberte ido hace tiempo Kanon?— Preguntó Aldebarán al ver qué el joven seguía en el departamento.

—Milo dijo que me quedara, me iré cuando el me lo diga.— Comentó el joven, buscando algo que tomar, ya que luego de mucha conmoción la sed estaba acabando con el.

—Ah... Tu conocías mejor a Camus, ¿Qué es lo que puede hacerle feliz?— Alde realmente no soportaba ver a Camus triste, por lo que buscaría una manera de animarlo y esperaba que Kanon ayudará con ello.

—El Camus que yo conocí es diferente al que tenemos ahora, lo que le hacía feliz era que el poco dinero que tenía sobrará para una buena comida o ir a la biblioteca. Pero creo que eso cambio o no es posible hacerlo.— Mencionó un poco desanimado, recordar los momentos que había compartido con Camus le llenaba de cierta melancolía, porque sabía que jamás volverían a esos tiempos.

—Estoy empezando a creer que no eres de mucha ayuda.— Dijo Aldebarán, a lo que Kanon ya ni se molestó en responderle y solo se sirvió un jugo de naranja embotellado en un vaso. Estaba por tomarlo hasta que Alde golpeó la mesa, lo que asustó a Kanon y logro que casi se atragantara con el jugo.

—¿Que te pasa?— Kanon está vez busco una servilleta para limpiarse, pero Alde lo tomo del brazo y lo llevo a la puerta.—¡Oye!

—Ve a la floreria y busca a ese florista con mascarilla, no importa que sus arreglos florales sean horribles a Camus le gusta y sonríe cada vez que lo ve. Anda y compra un ramo.— Alde saco de su billetera un billete de 100 y se la dió a Kanon.

—¿Y porque yo? Se nota que tú conoces mejor al florista que secuestro a Camus.— Dijo el joven tomando el billete, no tenía intenciones de ir, pero dinero era dinero.

—Porque la última vez que te deje solo con Camus no te comportaste de la mejor manera. Llévate mi celular y marcas a ese número.— En ese mismo momento Aldebarán le dió su celular a Kanon y le abrió la puerta y sin siquiera esperar a su respuesta lo boto fuera del departamento.

Kanon tocó la puerta varias veces, pero al ver qué Aldebarán no le abriría la puerta, no le quedó de otra que ir a la floreria. Tomo uno de los autos que tenían y condujo hasta la florería.

Pero al llegar se notaba que estaba cerrado, se quedó en el auto y encendió el celular de Aldebarán para marcar el número del florista, pero su sorpresa fue grande al ver qué de ese número había varias llamadas perdidas y por si fuera poco lo estaba llamando otra vez. Así que respondió.

—Camus mira no tienes que preocuparte por mi, lo importante es que tú estés bien... Por favor dame la oportunidad de verte otra vez.— La voz de Shura sonaba desesperada y Kanon captó aquello, solo que unos celos indescriptibles lo invadieron. Así que se atrevió a hablar.

—No soy Camus señor florista... Soy su secretario, mire vine a la florería y está cerrada, pero es urgente que deba comprar un ramo de flores.— Kanon hablo con una voz más gruesa de lo normal, y si fuera por el rompería el celular, pero no podía por varias razones que trataban de calmar su mente.

—Lo siento... Este es el número del que me llamo Camus, y sobre la florería no creo poder abrirla hoy.— Shura sonó desanimado, realmente ese día sin saber más de Camus no tenía las ganas de trabajar. Ni como abogado ni como florista.

Kanon no podía creer lo que iba a decir, pero con tal de hacer feliz a Camus haría lo que estuviera en sus manos.

—Las flores son para Camus, no se siente bien, pero el grandulon de mi amigo dice que las flores que le vendes le hacen feliz... ¿Puedes por favor abrir la maldita florería y venderme un ramo?—

Al escuchar que era para Camus, Shura no dudo ni un momento de salir de su departamento y correr nuevamente hacia el primer piso del edificio y conseguir un taxi. Kanon solo escucho los pasos de Shura y corto la llamada imaginó que vendría a abrir la florería, ahora solo quedaba conocer al dueño de todos sus problemas.

Ya habían pasado como veinte minutos y Kanon ya se resignaba a seguir esperando, encendió el auto, pero justo ahí frente suyo estacionó un taxi y del auto salió el joven con la mascarilla ya puesta.

Kanon no tardó en salir de su auto y fue hacia el joven.

—Tu debes ser el florista.— Comentó en lo que le extendía la mano al joven y Shura estrecho su mano.

—Temporalmente si, disculpe la demora, pero había mucho tráfico, sino hubiera llegado más antes.— Shura se disculpo, y fue abrir la puerta de la tienda.

—Sino te decía que era para Camus no te atrevias a venir ¿Verdad?— Lo menos que quería buscar Kanon era pelea, pero no podía quedarse callado luego de ver cómo había llegado el francés por haber pasado la noche con ese florista.

—Si, buen punto... No te voy a negar lo obvio, ¿Cómo está?— Shura realmente estaba preocupado por el menor, así que cualquier información lo tomaría en cuenta.

—Herido por tu causa, mira Camus está comprometido con alguien peligroso, por esta pequeña salida que ustedes tuvieron el no solo resultó herido, sino que también está encerrado...— Kanon hizo una pausa y miro con molestia a aquel joven.— No quiero que te vuelvas a acercar a el, podrías traer solo problemas.

—No le tengo miedo a tu jefe y por como me describes la situación sería fácil demandarlo. Pero creeme que yo solo busco ayudar a Camus, así que no me pienso alejar de él hasta ver qué este bien.—

Continuará...

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