VII: Libertad Rota
El taxi que tomaron no tardó mucho en dejar a ambos jóvenes frente al edificio donde vivía Shura, Camus lo tomo del brazo y dejo que el mayor lo guiará hasta su departamento.
Gracias al ascensor llegaron al piso que estaba a la mitad del edificio, era un lugar bastante acogedor tal como la había descrito el español, era pequeño a comparación del departamento donde vivía, pero le recordaba a su anterior vida que tenía antes de que las deudas lo aplastaran.
Shura se dirigió a la puerta de su departamento y la abrió invitando amablemente al galo a pasar. Encendió las luces y todo era realmente perfecto, el orden y el aroma le daban ese toque hogareño, Camus se sentía como en casa, en la sala había un pequeño librero a lo que el galo fue hasta el. Observando que la mayoría de los libros eran de derecho y política.
—No sabía que eras abogado.—Comentó sin dejar de mirar curiosidad el montón de libros que el español tenía en aquel librero.
—No leíste mi tarjeta de presentación?—Preguntó algo sorprendido y a la vez desilucionado.
—No pude hacerlo, me quedé encantado con las flores que me diste...—
La respuesta le devolvió la sonrisa a Shura y fue a la cocina para ver qué le podía ofrecer a su invitado. Cómo no quedaba lejos de la sala solo pregunto en voz alta que le gustaría al galo.
—¿Que te gustaría tomar? Tengo café, infusiónes y leche.—
—Un vaso de leche, creo que eso es lo único que no me cansaría de tomar.—
El español asintió y fue a calentar un poco de la leche fresca que tenía. Mientras el menor miraba con gran admiración cada libro, luego de unos minutos Shura regreso con una taza de leche caliente y la dejo sobre la mesita que decoraba la sala.
—Gracias, realmente eres muy amable al recibir a un desconocido.—
—Ya no eres un desconocido, al menos se tu nombre Camus y créeme que eres más que bienvenido a mi casa.—
—Muchas gracias Shura, estaré más que endeudado contigo.—
El menor paso a sentarse en uno de los sillones y le dió un sorbo a la leche. Estaba caliente y dulce, dos sensaciones realmente agradables. Cómo deseaba que su vida fuera así de agradable, pero desde hace tiempo la calidez de un hogar y tener la dulzura de un amor verdadero termino.
—No quiero ser entrometido, pero.. ¿Me cuentas un poco más de ti? ¿Porque evitaste a tu prometido?— Camus dejo la taza de leche y miro hacia un costado, no había hablado con nadie sobre su relación con Milo, claro sin contar a los sirvientes de su novio quienes ya sabían de esos hechos por estar cerca suyo. Pero contarlo a otra persona si que era difícil.—Tranquilo, sino me quieres decir está bien, no quiero darte una mala impresión.
Los nervios le hicieron hablar rápidamente a Shura una vez que vio como el menor evitaba el contacto visual, pero eso pasó cuando escucho un suspiro de la boca ajena.
—Es una larga historia... No quiero aburrirte.—
—La noche aunque no lo parezca es joven y créeme que no te juzgare.— Realmente tenía curiosidad por saber más del menor y esa talvez sería su única oportunidad.
—Bueno... Te recuerdas que mencioné que me caí por las escaleras en el primer día de trabajo.— El mayor asintió—Casualmente caí sobre mi jefe, desde ese día el busco cualquier excusa para estar cerca mío, incluso si necesitaba que le pasará un lapicero, no creí que fuera tan malo, después de todo atender sus caprichos era mi trabajo como secretario, pero pronto el se enteró de mis deudas y me despidio por algo que yo no hice... Lo odio no por despedirme, sino porque me condenó a una vida a su lado.— Camus hecho su cabeza hacia atrás y recordo que desde ese momento su vida se cayó a pedazos. No mencionó más, pero si recordo que gracias a su padre estaba endeudado.
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Desde que la deuda de su padre había pasado a las manos de Camus, no le quedó de otra que conseguir trabajos temporales, gracias a ello no pudo terminar la universidad, ya que todo su tiempo se ocupó en trabajos como lavaplatos, mesero, cajero e incluso recogía los cartones y botellas que encontraba en la calle para poder conseguir un dinero extra.
Casi todas sus ganancias se iban para pagar la renta de una pequeña habitación y reunir el dinero de los prestamistas que llegaban cada fin de semana. Apenas le sobraba para la comida.
Así duro hasta que conoció a Kanon, un apuesto joven moreno y de cabellos azules como el cielo y unos ojos azules que captaba la atención de cualquiera, incluso captó la atención de Camus.
Ambos se conocieron en el restaurante que Camus trabajaba, la belleza de Camus no podía ser opacada por nada y Kanon se tomó la molestia de preguntar por su número de teléfono cuando estaba por irse, el menor no dudo en dárselo y fue como inicio una historia de amor entre ellos, era de más decir que tanto como Kanon y Camus estaban enamorados, tanto que el mayor trato de ayudar en lo que podía a su pareja para pagar esa deuda que no parecía tener fin, pues lo que pesaba eran los intereses que subían mes a mes que tardarán en cancelar.
Kanon ganaba bien, pero no podía invertir todo su dinero en el menor así que le propuso a su novio conseguirle un mejor trabajo.
—Kanon es imposible que me acepten en una empresa tan importante... Ni siquiera tengo un título técnico.— Mencionó más que apenado el menor. Agradecía la oportunidad que su novio le daba, el sueldo estaba por encima de lo que imaginaba y ya no tendría que trabajar hasta la madrugada por unos centavos. Pero su única limitante era que no contaba con un título.
—De eso no te preocupes, mi jefe busca a personas de confianza que le ayuden. Serías uno de sus secretarios más y créeme que no es difícil, tengo algunos compañeros que tampoco cuentan con títulos pero trabajan para el. Confía en mí.— El mayor le sonrió a su novio, Camus no pudo seguir negándose ante tal sonrisa y se dió la oportunidad de acompañarlo al día siguiente para la entrevista que le tomarían.
Y aquello Kanon insistió mucho a su jefe que le diera la oportunidad a un conocido suyo, no podía admitir que era para su pareja, ya que eso sería peligroso, pues Aldebarán era el ejemplo claro que no podían involucrar a su familia o personas queridas, ya que el mencionado estaba condicionado a trabajar con Milo, solo por qué literalmente la vida de su pareja estaba en manos de su jefe, ya que este era quien pagaba las cuentas del hospital en el que estaba internado su preciado novio.
Era por esa razón que no admitió que Camus era su novio, y que ya llevaban más de un año juntos.
A la mañana siguiente, Kanon llevo a Camus ante su jefe, Milo rápidamente se cautivo por esa belleza extranjera, su forma tan elegante de hablar, la educación y porte que tenía hizo que fácilmente lo aceptarán.
Camus pensó que por fin las cosas mejorarían, ahora tenía un buen trabajo, lo que significaba que sería más rápido cubrir su deuda.
Que equivocado que estaba... Una simple caída fue el inicio de su infelicidad.
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—Entiendo... Lamento recordarte los malos momentos que pasaste.— Shura se disculpo al ver qué el menor no hablaba, no espero escuchar tal historia que ni en un millón de años se hubiera imaginado algo parecido.
—No te preocupes, contarte lo que me pasó... Fue como quitarme un peso de encima, quisiera decirte más pero estoy cansado ¿Puedo quedarme a dormir?— Preguntó con dulzura, a lo que Shura acepto rápidamente.
—Si, ven puedes dormir en esta habitación.— Shura guío al menor hasta su recámara, era un lugar más agradable y el aroma tan dulce que desprendia el lugar hizo que el ambiente fuera agradable.
—Si te sientes incómodo con ese traje puedes usar algunas de mis camisas, será más cómodo creeme.— Mencionó el mayor señalandole el armario al galo.—Descansa Camus, yo dormiré en la otra habitación.
No había otra habitación, el único lugar que quedaba era el sillón, pero no podía decirle eso al galo ya que quería que su invitado se sintiera cómodo.
—Gracias.— Susurro el menor al ver cómo el español cerraba la puerta de la habitación.
El mayor tenía razón, estar con ese traje era incómodo así que se aventuró a buscar en el armario una camisa ligera que lo ayudara a dormir. Hasta que encontró una azul a rayas, era grande y fue suficientemente cómodo para dormir con esa puesto. Se arrojó a la cama y a diferencia de su otra cama, está era más cómoda y tenía el aroma de la persona que poco a poco llamaba más su atención. Durmió soñando con el abogado que lo ayudo sin esperar algo a cambio.
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A pesar de llegar la mañana Camus no se despertó estaba tan cómodo que difícilmente saldría de esa cama... Pero su sueño fue interrumpido ante los fuertes golpes de la puerta, Camus pensó que Shura abriría, pero los golpes se intensificaban. Así que no le quedó de otra que levantarse y averiguar que pasaba.
—¿Shura?— El menor camino hasta la sala y vio una pequeña nota en la mesa: "Lamento no despertarte, me fui a la floreria, te deje el desayuno en la cocina"
El menor sonrió pero no tuvo tiempo de alegrarse, ya que esos golpes sonaron más fuertes así que fue a abrir.
Gran error, se puso pálido y su cuerpo tembló al ver a quien tenía frente suyo.
—¿Milo?—
Continuará...
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