V: Muchas casualidades poco amor
Ya en el auto, Kanon se dispuso a hablar con Camus sobre un asunto serio, estaban a solas así que era el momento adecuado.
—Dijiste que no hice nada para impedir este compromiso, pero ya se te olvidó que yo te di la oportunidad de escapar, si Milo te descubrio eso ya no fue culpa mía...— Dijo con molestia el mayor.
—¿¡Debería agradecerte que ahora por esa misma razón tenga a un montón de hombres cerca mío, vigilando cada paso que doy y hasta deban acompañarme al maldito baño!?—
Kanon freno de golpe el auto y una y otra vez golpeó el volante, tratando de desfogar esa molestia que tenía reprimida desde hace mucho tiempo. Camus con el espacio limitado trato de alejarse.
—¡Camus no puedes culparme de tus malditas desgracias! Yo te di la oportunidad de un buen trabajo, la intención no era que te revolcaras con mi jefe! ¡Soy yo el que debería estar molesto!—
—¿!Y porque eso sería aceptable!? Yo jamás me interese en Milo... Pero no me dejó otra opción cuando me despidió... Estaría muerto sino se ofrecía a pagar la deuda que mi padre me dejó!—
—Olvidalo... Los reclamos ahora no tienen sentido, pero si cambias una vez más de opinión, está vez puede funcionar un escape.—
Camus no le tomo importancia, ya lo había intentado una vez y termino mal, así que no pensaba repetir ese mismo error. El resto del trayecto solo les tardo unos minutos y llegaron a su destino. Kanon bajo de auto solo para abrirle la puerta. A lo que sin tomar la mano ajena el menor bajo del auto junto con el ramo que había comprado, y a las afueras del lujoso restaurante ya lo esperaba su prometido.
Camus fue hasta el y lo saludo con un beso en los labios, Milo lo correspondió tan pronto como sintió esos suaves labios sobre los suyos. Luego de eso le sonrió y admiró la hermosura de su novio, sin duda era perfecto.
—Debo decir que tengo buenos gustos... Vamos Camus mis padres ya están adentro.— Milo le extendió su mano a su pareja y este le recibió para entrar juntos al restaurante. Milo llevo al menor hasta una de las mejores mesas del lugar y en dicha mesa estaba sentado un hombre similar a Milo, solo que más alto y maduro, mientras que al lado del hombre estaba una dama vestida de rojo, su belleza resaltaba a pesar de su edad. Ambos mayores saludaron a los recién llegados con mucha amabilidad. Camus le entrego el ramo de flores a su suegra, pero está solo miro tal ramo con desprecio y lo dejo aun lado de la mesa.
—Camus que bueno verte, ¿Cómo has estado hijo?— Preguntó el hombre mayor, con una sonrisa de oreja a oreja.
—Todo bien señor Kardia, gracias por su preocupación.— Respondió el galo con una voz tímida.
—Escuche que dejaste de trabajar, aún eres joven Camus... ¿No pensarás en que mi hijo te mantenga verdad?— La breve conversación fue interrumpida por la esposa del hombre, Camus trato de responder aquello, pero su novio lo interrumpio.
—Camus se ha encontrado mal de salud últimamente, trabajar no le haría bien... Pero tranquila madre, una vez que se recupere volverá a ser independiente, tal como lo conocí.— Aquello era una gran mentira, pero Camus solo tuvo que asentir, la razón por la que había dejado de trabajar era porque Milo lo despidió luego de enterarse de sus deudas, aquello solo sirvió como una razón más para aceptar ser su esposo, pues con malas recomendaciones rodeandolo no volvería a conseguir un trabajo digno o al menor con un buen pago.
—Entiendo, casi pensé que serias un oportunista más... Porque si yo tuviera esa belleza juvenil es lo que haría.— Halago la mujer, a lo que su esposo aclaro su garganta para que evitará hablar de más.
—Calvera, ten un poco de respeto por el prometido de nuestro hijo.—
La mujer solo asintió y tuvieron que interrumpir su amena conversación ya que el mesero había llegado para tomar sus pedidos. Todos pidieron platos lujosos y exquisitos, pero Camus... El tuvo que abstenerse a pedir solo una ensala, si que era lujosa, pero no se le podía describir de la misma manera porque no era nada exquisita, sin embargo, por ordenes de Milo era lo que debía consumir.
—Camus, ¿Seguro que solo pediras ensalada? Hay tantos platos que de seguro que te pueden gustar.— Dijo el suegro del menor, Camus quiso decir que si gustaba otro plato, pero Milo le tomo de la mano y la apretó ligeramente.
—No, no se preocupe señor Kardia... Una ensalada es más que suficiente.— Camus dejo la carta de lado y le sonrió a su suegro, quien no insistió mucho en el tema.
—Camus quiere verse bien para nuestra boda, así que ha estado de dieta estos últimos meses.— Otra mentira salía de la boca de Milo, estaba comiendo de esa manera desde que lo conoció.
—Hijo déjame decirte que tú ya eres hermoso, no necesitas dieta ni operaciones para verte bien. Así que no te descuides de tu salud por estéticas absurdas.— Comentó Kardia, quien a diferencia de su mujer si trataba bien a Camus y este solo agradecía ese trato.
—Cariño, deja que el niño haga lo que deba hacer para ese día tan especial... No todos los días uno se casa.— Kardia rodó sus ojos, realmente le molestaba que su mujer interrumpirá sus conversaciones.
A los pocos minutos llegaron sus pedidos y empezaron a degustar cada platillo con una carteristica elegancia.
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A las afueras del restaurante, mismo en el cual estaba cenando Camus había llegado Shura, quien luego de cerrar la florería fue a dicho lugar, puesto que tenía una reunión con uno de sus clientes y le habían solicitado su presencia.
Está vez ya no tenía puesto su mascarilla, y vestía con un traje negro, el cual le hacía ver bastante elegante. Aunque solo vestía así por la presente ocasión. Entro al restaurante dió su nombre y el mesero amablemente le llevo hasta una mesa que quedaba en el segundo piso y el solo le siguió, sin embargo al subir se dió cuenta que en el primer piso en una mesa particular estaba el pelirrojo sentado, incluso estaba sentado junto con el cliente que atendería esa noche.
Eran demasiadas casualidades en un día, pero eso era lo de menos, fue feliz en cuanto vio otra ves al francés, antes de seguir subiendo se acomodó su corbata y trato de verse impecable, incluso un pequeño pelo que tenía en uno de sus hombros se lo retiro. Sintió que estaba bien y se sentía con suerte pues nadie de los que conocía en esa mesa se dieron cuenta de su presencia.
—¿Sucede algo señor?— Preguntó el mesero al ver qué el comensal no le seguía.
—Oh nada, disculpe estaba distraído.— Shura siguió su camino y fue al segundo piso, pero al llegar a su mesa asignada estaba vacío, ya sabía que su cliente estaba en una cena con el galo, pero aún así le envío un mensaje: "señor Kardia, ya llegué al restaurante, lo estaré esperando."
En la mesa de abajo, la conversación que Kardia tenía con su familia fue interrumpida una vez más, pero en esta por su celular. Vio la hora y luego el mensaje y se dió cuenta que iba retrasado.
—Lamento retirarme, pero tengo asuntos que atender con mi abogado.— Comento el mayor, limpiando delicadamente su boca con una de las servilletas y luego se levantó para ir al segundo piso, los demás familiares se despidieron del mayor aún sabiendo que estarían cerca, solo que no se irían juntos.
—Aun con el mejor abogado del mundo, se que tu padre no podrá ganarme en el juicio... O que piensa tu cariño?— Preguntó la dama a su hijo, quien solo bebió una copa de vino antes de responder.
—Que estás loca... Después de todo eres tu quien engaño a mi padre, pero eres inteligente antes de sacarle un último beneficio.— Mencionó el joven rubio, sonriendo ampliamolente ante los locos planes de su madre.
Sin duda los dos eran tal para cual, al menos así lo veía Camus y también Kardia, quien sabía que las infidelidades de su mujer, solo que ya no estaría más tiempo para soportarla. Su único hijo pronto se casaría y luego de eso su divorcio sería un éxito, así que no importaba perder dinero al invertir en abogados, pero se aseguraría que su mujer no recibiera ni un centavo.
Era por eso mismo que había solicitado los servicios de Shura y ya habían tenido un buen avance, solo necesitaba algunas pruebas más, para que el juez no estuviera en su contra y lo hundiera con una fuerte indemnización.
Kardia se reunió con Shura en el segundo piso, discutiendo lo próximos documentos que se tramitarian y lo que debía hacer Kardia para que su mujer no encontrara motivo en su contra.
Así la noche transcurrió, la primera en retirarse fue la madre de Milo, y seguido de ella bajo Kardia luego de conversar casi una hora con su abogado.
Los únicos en el restaurante eran los tres jóvenes. Camus se levantó de la mesa y miro en dirección de los servicios higiénicos.
—Regreso en un momento Milo...— Dijo el menor en lo que se iba al lugar que había visto antes, su pareja solo asintió y se sirvió un poco más del vino que tenía en la mesa.
Milo solo observo como su pareja se retiró, jamás imaginaria que ese sería el inicio de sus problemas y que probablemente perdería a su prometido.
Continuará...
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