IV: El retorno de una ilusión
Al poco tiempo de que Milo se retiró, Shura volvió a regar las plantas y cambiar el agua de algunas flores para que se conservaran tan hermosas aún estando cortadas, ese día no tuvo mucho trabajo más que hacer el inventario y atender a pocos clientes.
Así que estaba por comer su almuerzo que había pedido mediante un delivery, pero justo antes de dar un bocado, un cliente apareció.
—De todas las horas del día... Porque deben venir a la hora de mi almuerzo.— Shura dejo su plato de lado y se dirigió a la recepción no sin antes ponerse su mascarilla y grande fue su sorpresa la volver al ver a ese lindo pelirrojo, rápidamente cambio su cara de disgusto a una de emoción. —Regresaste... Y veo que acompañado.
Lo último dijo refiriéndose a Aldebarán, quien educadamente agachó su cabeza a modo de saludo.
—Buenas tarde, el es Aldebarán un buen amigo mío.— Dijo presentando a ambos, pero mantuvieron su distancia.—Espero que no te moleste, pero quisiera un pequeño ramo de flores para mí suegra. Algo que parezca pequeño pero que destaque mucho. ¿Puedes?
—Claro, ¿Es algún evento importante?—
—Solo una cena, pero aún así quiero darle un detalle.—
Pronto Shura imagino que tendría que leer algún libro de flores, pues no sabia que flores serían adecuadas para la ocasión. Así que solo tomo algunos tulipanes azules y al medio de esas flores le puso una rosa roja. Así formó un pequeño ramo simple pero mostraba elegancia.
—Yo estoy ayudando a mi amigo en esta tienda, así que discúlpame si el ramo no es de tu agrado. Prometo mejorar en lo que queda de esta semana.— Dijo el español entrandole el ramo de flores al menor. Quien le sonrió por esa sinceridad.
—Te quedó perfecto, casualmente a mi suegra le gustan esas flores.— Camus trato de mantener una sonrisa sincera mientras que Aldebarán miro extrañado al menor, pues claramente aquellas flores no eran para nada del agrado de la madre de su jefe. Pero quién era el para desmentir tan tierna mentira.
—Me alegra haber acertado, por cierto, ya que te vas a casar, ¿Porque no vines a esta florería por las decoraciones? Prometo darte un buen descuento por cada arreglo floral que solicites.—
—Ah eso...— La sonrisa de Camus desapareció al recordar lo aproximado que estaba su boda.— Aún no estoy en planes de organizar mi boda, pero te avisaré, ¿Me dejas tu tarjeta? Tengo entendido que este negocio tiene otro dueño, así que me gustaría hablar personalmente contigo sobre esos arreglos.—
A Shura se le iluminaron al ojos ante tal pedido, rápidamente saco de su billetera una tarjeta de presentación y se la dió al francés.
—El segundo contacto es mi número personal, estaré esperando tu llamada.—
El francés tomo la tarjeta y se la guardo en su bolsillo derecho, sin duda llamaría al joven y no solo para cotizar las flores. Finalmente se despidió del joven y se retiró primero de la tienda, mientras que Aldebarán se quedó en la tienda para pagar el precio del ramo.
—¿Cuanto te debemos?— Preguntó en lo que le pasaba la tarjeta al español.
—40 dólares.—
—¿Seguro? Cualquier ramo que compro aquí está más de 50.—
—Entonces es un descuento por ser cliente frecuente.— Shura trato de disimular sus verdaderas intenciones, pero a Alde no lo convencía.
—Gracias, entonce... déjame darte un consejo... El joven Camus no está comprometido con cualquiera, puedes tener problemas o desatar malos entendidos si pretendes acércate a el con intenciones que no sean solo vender flores.—
—Tranquilo, no veo a tu señor con otros ojos que no sean como mi cliente, es solo que mi amigo me dijo que atendiera con mucho cariño su tienda y es lo que hago, disculpa si eso te molesta a ti y a tu jefe.—
Rápidamente Aldebarán se apenó por sus palabras, ya que también se había contagiado por las ocurrencias de su lunático jefe.
—Entiendo lamento haberlo malinterpretado... Gracias por tu buen servicio.—
Shura le devolvió la tarjeta y el mayor la guardo y se retiró del lugar, volviendo a subir al auto para llevar a su joven amo devuelta al departamento. Tardaron unos minutos en llegar y en todo el camino Camus no pudo quitar su mirada del ramo.
—Nunca lo vi admirando los ramos que el señor Milo le regala, pero este ramo lo aprecia demasiado.—
—Sabes que los ramos de Milo, son para disculparse por acostarse con alguien más... Es tan descarado que me regala el ramo del mismo color del cabello de sus amantes o ¿miento?— Camus miro fijamente a Aldebarán por el retrovisor y hasta ese momento el mayor no se había percatado de ese detalle. Pero si recordaba mejor, resultaba ser cierto. Indirectamente el también había lastimado a su joven amo y se sintió culpable.
No dijo más, ya que habían llegado al departamento y luego de subir al último piso, se dieron cuenta que Kanon ya los esperaba en la sala tomando una copa de vino.
—Llevo más de una hora esperándolos, ¿Porque tardaron?—
—Fui a desayunar y ¿bien? Que trajiste está vez.— Preguntó Camus mientras que Alde de fue a la cocina.
—Quitate la ropa y pruebate las ropas que están en esa caja.— Dijo mientras apuntaba una caja grande regalo. Camus se sonrojo por esas palabras, tomo la caja y se la llevó para su habitación.
Al tener privacidad, abrió la caja y se mostró un traje blanco demasiado elegante con bordados dorados y algunas cuantas joyerías en el pecho. A simple vista se notaba lo costos que era.
Antes de ponérselo fue a la ducha y se tomó un baño de agua caliente, tardo unos minutos y luego de salir de la ducha solo con una bata se encontró con Kanon sentado sobre su cama.
—¿Porque no avisaste que te bañarias? Sabes que es el deber de Aldebarán o el mío atenderte en ese asunto.—
—Porque valoró mi privacidad y no tolero que me toquen, no está Milo así que no debes preocuparte por esos detalles.— Camus se dirigió a la puerta y la abrió.— Vete.
Kanon no hizo caso aquello, y solo se acercó al menor y le quitó rápidamente la bata, dejando al menor desnudo. Camus quiso golpearlo, pero los reflejos de Kanon no le permitieron al menor defenderse.
—No sabes cuánto odio el hecho de que alguien como tú se case con Milo... Pero más odio haber sido yo quien te trajo hacia el y que ahora vivamos como dos extraños.—
—Pero tampoco hiciste nada para evitar este compromiso! Se supone que eras mi novio!—
La tensión aumento, y Kanon tomo a Camus de la mano y lo arrojó sobre la cama. Y empezó a besarlo en los labios. Camus trato de resistirse, pero la fuerza entre ambos era diferente. Y aún así el menor no correspondio el beso y solo se movió frenéticamente hasta que sintió como ya no estaba frente suyo.
Camus abrió sus ojos y vio que Aldebarán había empujado a Kanon al suelo, rápidamente el menor se cubrió con las sábanas y se arrinconó.
—Creo que esto era lo que necesitaba para que Milo te despidiera... Nos diste problemas los últimos meses pero ahora cabaste tu propia tumba.— Aldebarán le mostró una pequeña grabación a Kanon, dónde se veía a detalle lo que hizo.
—Ah maldición... ¿No crees que Camus también saldrá afectado en esto? ¿Realmente eres inteligente Aldebarán?— Kanon se levantó del suelo empezando a limpiar sus prendas y ver con molestia al mayor.— Además imagino que también tu te llevarás un gran castigo por no cuidar bien del prometido de Milo. Piensa mejor las cosas Alde.
Aldebarán no había pensado en todos los detalles, solo buscaba deshacerse de Kanon a como de lugar. Pero veía que eso traería más de un problema.
—Sal de mi habitación Kanon! No me importa lo que me pase... Pero yo mismo le mostraré ese vídeo a Milo. Así que lárgate!— Gritó Camus desde la cama, evitando un problema mayor entre Aldebarán y Kanon, quien solo obedeció y dejo solo a ambos jóvenes.
—Joven Camus, porfavor disculpeme, no sabía que Kanon llegaría tan lejos. Lamento no haber actuado antes pero necesitaba las pruebas aunque no servirá de mucho.—
—No es tu culpa Alde, al menos con esto Kanon está advertido.— A pesar del mal momento Camus trato de mantener una sonrisa, pero a esas alturas Alde ya sabía que esa pequeña sonrisa era las más fingida de todas.
—Le ayudo...— Aldebarán se acercó al menor y este se quitó las sábanas que lo cubrían, lentamente de acercó al mayor y este solo se dedico a vestirlo sin mirarlo de otra manera que proteger la cosas más valiosa del mundo.
Mientras que Camus solo dejaba que Aldebarán lo tocará, ya que sabía que el jamás lo tocaría de otra manera. Y eso generaba una confianza entre ambos, sobre todo tenían un vínculo especial.
Pronto ambos ya estaban listo para la cena de esa noche, sobre todo Camus quien vestía con ese levanté traje blanco, tanto que parecía un dulce angel. Su cabello rojo solo resaltaba aún más los brillos dorados y quién lo viera se quedaría embobado.
Kanon también los esperaba fuera y les mostró a ambos las llaves del auto.
—Yo llevaré a Camus, son órdenes de Milo.— Una amplia sonrisa se mostró en los labios de Kanon, mientras Camus se puso tenso al igual que Aldebarán. No sabían que tramaria está vez.
Continuará...
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