I: Los caminos del amor

Rosas, gardenias, lilas, tulipanes...

Todas y muchas flores más se apreciaban en una hermosa florería que quedaba en el centro de una caótica ciudad, el aroma de tan bellas flores llegaba a todas las personas que caminarán cerca de la tienda e incluso más allá. En aquella tienda no faltaba que personas enamoradas pasarán para al menos comprar una flor para su amor.

Sin duda era un lugar agradable, pero no para Shura, quien era un joven de solo 24 años, alto y apuesto, sus cabellos negros contrastaban muy bien con sus bellos ojos verdes. Era una belleza atractiva que capturaba las miradas de cualquiera que lo viera, solo que por ahora cubría su belleza con una mascarilla, esto debido a que era alérgico a la mayoría de las flores. Pero lastimosamente estaba en esa tienda para ayudar a su mejor amigo.

—Gracias por venir Shura! Te debo una grande... Creeme que eres el único al que le puedo confiar mi tienda.—

—No hay de que Afrodita... Solo te pido que pagues mi seguro médico.— Mencionó con cierto sarcasmo, realmente no estaba ahí porque quería, sino más porque su amigo le hizo un gran escándalo en la oficina solo para que cuidara de su tienda.

—Si que eres gracioso...— El amigo de Shura solo se rió por las palabras de su amigo y antes de retirarse le dió la llave de su tienda.— Tu tranquilo, ningúna de mis flores te matará, a lo mucho te sacaran algún sarpullido... Pero me encargaré de pagartelo.

Shura trato de protestar al respecto, pero antes de que pueda decir algo Afrodita ya le había dado un beso en la mejilla y se fue corriendo tomando el primer taxi que encontro. El joven de ascendencia española, solo suspiró con cierta frustración, ¿Como se suponía que se encargaría de una gran tienda por una semana? Y por si fuera poco dejo su trabajo a medias, aunque por fortuna tenía dos meses antes del juicio de su cliente.

Pensando en ello solo se dedico a regar las plantas, talvez no era tan mala idea encargarse del lugar. Además, ¿Quienes ya compraban flores en estos días? Solo el 14 de febrero esas cosas salían como pan caliente... O eso pensó.

Sus suposiciones fallaron por completo, esposos o novios desesperados por olvidar aniversarios o cumpleaños llegaban a la tienda solicitando arreglos florales o el más tacaño solo comparaba una flor. Jóvenes enamorados no faltaban y de más clientes mantuvieron ocupados a Shura todo el día. Ni siquiera pudo comer su almuerzo tranquilo pues cada dos por tres llegaba un cliente.

Por fin el reloj marcaba las 8 de la noche, hora exacta en la que se decidió cerrar la tienda, sin embargo sus planes fueron frustrados cuando llegó un cliente particular a la tienda.

—Lo siento estoy por cerrar... Vuelva mañana.— Dijo Shura una vez que escucho el timbre de la tienda sin siquiera mirar al cliente.

—Oh, lamento molestarlo regresaré mañana.— Una dulce voz de acento francés llamo la atención de Shura, por lo que levantó su mirada y noto a quien tenía en frente. Pues se podía decir que la misma belleza encarnada estaba en su tienda, un joven pelirrojo, de ojos azules y piel tan blanca como la nieve estaba por salir de la tienda.

El corazón de Shura latio por mil, y se dijo a si mismo que no podía dejar ir a esa belleza andante. Al menos debía saber su nombre, así que rápidamente se retracto.

—Digame que se le ofrece? Puedo cerrar más tarde.—

El francés lo vio extrañado, pero realmente necesitaba las flores. Así que se dió la oportunidad de ser atendido.

—¿Puede darme un ramo de rosas rojas? De preferencia uno de 30 rosas porfavor.— El bello joven estaba sacando su billetera, mientras que Shura rápidamente tomo un papel especial y fue por las rosas.

—Este ramo debe ser para alguien especial...— Dijo Shura a modo de romper el silencio que tenían, pues tener esas rosas envueltas le tardaría más de lo previsto ya que debía cortarle las espinas y acomodarlas.

—Si, es para mí prometido... Llega en un hora y no quería esperarlo con las manos vacías.— El solo escuchar aquello hizo que Shura tuviera un corte profundo en unos de sus dedos, no imagino que alguien tan joven estuviera por casarse. Aunque el tampoco hubiera perdido el tiempo de tener a alguien tan hermoso como pareja.— ¿Se encuentra bien?

El joven se había percatado de ese pequeño accidente y se fue acercando al español en cuento vio pequeñas gotas de sangre en el suelo.

—Si lo siento... Es solo que soy nuevo en esto.— No pudo disimular el dolor que sentía pero trato de hacerlo para no quedar mal ante el francés, aunque eso ya no le importo cuando sintió como amablemente ese jovencito le tomaba de la mano y le pasaba un suave pañuelo por su herida.

—El primer día de trabajo que tuve me caí por las escaleras. Creo que todo principiante lo tiene difícil una vez que empieza.— Mencionó con una tierna sonrisa el francés, puesto que no quería que el vendedor de flores se sintiera mal.

Shura no pudo evitar reírse por esa pequeña anécdota, el joven también se contagio por esa atractiva risa y así fue como ambos se rieron por unos segundos.

—Vaya... Pensé que era el único torpe...— Dijo sin pensarlo, aunque cuando ya se dió cuenta de lo que había dicho trato de retractarse.— No digo que usted sea alguien torpe! Lo siento...

—No te disculpes por decir la verdad.— Dicho eso el joven ayudo a Shura a cortar las espinas de esas 30 rosas y aunque en un principio el español se negó a ser ayudado termino cediendo por la insistencia del galo y asi ambos acabaron en menos tiempo.

Nuevamente fueron al mostrador, dónde Shura le entrego el ramo con un girasol extra a ese particular cliente y Camus le pago el costo del ramo.

—Lo siento, pero solo quiero las rosas.— Dijo el galo al ver qué al parecer el español se había confundido.

—Es una cortesía por ser mi último cliente... Vuelve pronto, te haré buenos descuentos.— Más que por ayudar a su amigo a conseguir clientela, menciono aquello como excusa para ver al pelirrojo aunque sea solo una vez.

—Muchas gracias...— El joven dejo el pago correspondiente en el mostrador y se fue más que feliz luego de recibir tal arreglo. Shura más que enamorado fue a cerrar la tienda y vio como el joven se encontraba con un hombre que le doblaba el tamaño y vestía elegantemente.

No quiso ser entrometido, pero fue inevitable no ver cómo esa belleza se subía a un lujoso auto junto con ese hombre, se quitó la mascarilla mientras que veía como ese auto se iba.

—No creo que esa persona sea su prometido...— Susurro para si, antes de apagar las luces noto que ese jovencito había dejado su pañuelo en el suelo, el cual tenía algunas manchas de sangre. Rápidamente el español tomo ese pañuelo y vio detalladamente, al costado tenía un bordado de la letra C.— Espero volver a verlo.

Con cuidado doblo el pañuelo y lo guardo en su bolsillo. Una vez listo cerró la tienda y tomo un taxi para ir a su departamento a descansar. Por suerte no quedaba lejos del lugar y solo tardo unos diez minutos en llegar a su hogar.

Al bajar del taxi se dirigió al edificio donde vivía y antes de subir al ascensor alguien lo llamaba por el celular. Al ver el nombre del número se dió cuenta que se trataba de Afrodita.

—Buenas noches querido, ¿Qué tal tu primer día de trabajo?—

—Aun sigo vivo, así que imagino que es algo positivo.—

—Si es algo positivo, ¿Ocurrió algo más? Sabes cómo es mi negocio debo ver qué todo esté en orden.—

—No, creo que todo estaba de costumbre, pero sabes que clientes son habituales?— Talvez aquel pelirrojo era el cliente particular de la tienda y quería que su amigo le quitará esas dudas y solo así se podría enterar de quién era el bello francés.

—Bueno el señor Dhoko siempre se le olvida fechas importantes y casi siempre viene, luego están un joven llamado Saga creo que el bien cada fin de semana por un arreglo floral para su novio. Luego está un hombre muy grandote...— A shura se le ilumino los ojos al escuchar esa pequeña descripción, pues ese hombre le podría acercar al nombre del pelirrojo.— Su nombre es Aldebarán, viene casi a diario por ordenes de su jefe a comprar diferentes ramos, me preguntó quién será el afortunado que recibe tan bellas flores casi siempre.

—Y de casualidad, un joven pelirrojo? No es un cliente frecuente tuyo?—

—No... Nunca ví a alguien con ese tono de cabello. Pero por tu curiosidad imagino que captó tu atención verdad?— Una ligera risa se escucho al otro lado de la línea, y Shura solo se terminó de sonrojar.

—No, ¿como crees? No tengo tiempo para sentimiento tan absurdos. Bueno iré a descansar, cualquier cosa te llamo Dita.— Finalmente el español corto la llamada y casi al mismo tiempo llego a su departamento. Al entrar fue directo a su habitación y luego de cambiarse con una ropa cómoda se metió entre las sábanas de esa cama y se dispuso a dormir. Teniendo como último pendiente, no olvidarse de la belleza que había llegado a la tienda.

Continuará...

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