Capítulo 8




Capítulo 8:
Amor con olor a rosas
11 de junio

8:35 pm

Quizá lo que más le gustaba a Caleb de vivir en L.A era poder despertar junto a Silene una que otra mañana. Le encantaba el aroma a rosas que desprendía, poder abrazarla por la espalda y esconder su nariz en su cuello para poder memorizar la fragancia exacta que usaba se había convertido en su pasatiempo favorito. Se sentía parte de ese momento, parte de ese amor con olor a flores.

Y no tienes ni idea de lo importante que era eso para Caleb.

Silene se removió un poco en sus brazos al sentir un beso en su cuello. Él sonrío y la atrajo más a su pecho. En momentos como ese, no extrañaba en lo absoluto Londres.

—Buenos días, cantante —le dijo ella, con voz adormilada.

—Buenos días, princesa —respondió él, aunque no tenía muchas ganas de levantarse —. Amo tenerte tan cerca. No puedo creer que viví tantos años lejos de ti.

—Somos dos —ella se volteó, para poder tenerlo frente a frente —. Y pensar que Inglaterra no me pareció tan lejana en algún momento...

Antes de poder mirar los ojos de distinto color de su novio, ella llevó su vista hasta sus labios, que poco después se animó a probar. Consumió el momento en un beso con sabor a todas las veces que quisieron estar así y no pudieron. Finalmente, estaban tan juntos como lo desearon desde el inicio de su relación. Los centímetros eran nulos, los milímetros a penas si podían respirar entre los dos. El aroma a distancia ya no existía, solo quedaba una intensa a fragancia a rosas rojas.

Un "te amo" con olor a esas flores.

El beso duró tanto que se convirtió en dos besos, luego en tres, luego en cuatro...Y el resto es historia. Hay cosas que se ven tan bien, tan correctas, que jamás las ponemos en duda. Un amor como ese se veía tan perfecto, tan ideal, que cualquiera creería que su historia no tendría un desenlace con baches de por medio. Eran como una canción de amor que quieres repetir una y otra, y otra vez, hasta que las letras y la melodía se vuelven parte de tus pensamientos.

Hasta que quedas tan agotado por escucharla...que solo quieres seguir escuchandola.

Como era de esperarse, no podían quedarse ahí toda la mañana. Así que ella se puso su vestido y su labial color carmín, él se puso sus jeans y sus lentillas azules. Así, todo se vió más que perfecto.

—Te amo —le dijo él, antes de salir de su gran habitación. Ella le sonrío.

—Lo sé —fue su respuesta y luego tomó su mano —, yo también lo hago.

Así que su día empezó bastante bien, pero ese once de junio en partícular no inició así de alegre para otras personas. En realidad, para uno en específico, ese día no era más que un horrible recordatorio. A pesar de que era una mañana soleada, y hasta linda, para él no era más que...

Que un día en el que veía a su fantasma.

Silene y Caleb bajaron a la primera planta de la casa tomados de la mano, sin saber que ese día en realidad habían muchos más canones de colores que el color de rosas que tenía su amor. En la cocina, encontraron a Rubí ojeando su cuaderno de canciones, y a Elise junto a ella, entretenida con la conversación casi unilateral que estaba teniendo Sanne mientras tomaba su desayuno. A su lado, estaba Aviv, con una mirada un tanto decaída.

—Buenos días —Caleb anunció su llegada tras ese saludo. Se soltó de Silene y dejó un beso sobre la cabeza de su hermana, luego uno en la mejilla de su tía y una palmada en el hombro de Aviv —. El desayuno huele bien.

—El tuyo ya está frío —soltó Rubí, sin dejar de mirar su libro. Fue cortante y ni siquiera disimuló su molestia al hablarle a su hermano —. Tardaste mucho en bajar.

Caleb intercambió una mirada con su tía, quien le hizo una seña en la mano para que le restara importancia a la actitud de la adolescente. No pensaba decirle a su sobrino que su hermana estaba molesta porque Silene pasó la noche ahí, tampoco quería repetir las palabras que usó ella para describir la situación. Al menos, no se lo diría ahí. Esperaría para hablar con Leb a solas.

—¿Elise? —cuestionó Silene, al ver a la prima de su mejor amigo sentada comodamente en uno de los puestos de la mesa circular —. ¿Qué haces aquí?

—El C.A y la disquera quieren que Caleb haga una pequeña presentación pronto. Elise está acá porque quería hablar sobre la publicidad que debemos hacer —soltó Aviv, hablando mucho más rápido de lo normal —. Ya saben, fotos, redes sociales, anuncios, fotos...

—Dijiste fotos dos veces —señaló Caleb.

—¿Sí? —él se cuestionó eso a sí mismo, no a Caleb. Luego, comenzó a tantear la mesa en busca de la leche —. Bueno, es que deben ser muchas fotos.

—¿Te sientes bien, Avi? —preguntó Rubí, ya que incluso ella lo notó extraño.

—Sí, perfecto. Estoy...

—¡Aviv!

Sanne estuvo a punto de evitar que la leche cayera sobre él, pero no fue lo suficientemente rápida como para retener el envace del líquido, así que Avi terminó con su camisa negra cubierta de ese lácteo. Maldijo al instante, y comenzó a buscar servilletas en la mesa, aunque no terminaba por dar con su ubicación. Se le veía frustrado, molesto, desubicado, cosa que no era común en él.

Caleb buscó a su hermana con la mirada, ella lo encontró y entendió su preocupación. Aviv era ciego, pero sabía ubicarse a pesar de no poder ver. Siempre dejaban la leche y las servilletas en el mismo lugar para que él las encontrara con facilidad, ¿por qué se desesperó tanto en buscar esas cosas? ¿Por qué perdió la calma?

Creyeron que Sanne estaría igual que ellos, y quizá si estaba tan preocupada como sus sobrinos, pero, supo actuar en lugar de quedarse paralizada ante la actitud extraña de su amigo. Soltó una carcajada y buscó la servilleta que Aviv buscaba. Se puso de pie y ella lo limpió, sin hacer alguna pregunta con respecto a su forma de actuar.

—Hoy estás desastroso, Everton —le dijo, con gracia —. Agradece que fue la leche y no el café, eso sí que habría sido un caos ¿No lo crees?

—Sanne —él la tomó por la muñeca, deteniéndola en su tarea de secar su camisa. Intentó buscarla con su mirada, por más que tan solo veía muy pocas sombras. Ella conocía esa maña que tenía él por intetar ubicar su mirada, así que llevó una mano hasta su mentón y guío sus ojos hasta los de ella. Luego, lo dejó hablar —. Hoy es once de junio.

—Lo sé, Avi. Lo sé...

—Mierda —soltaron los dos hermanos Carlton al unísono.

Ahora podían entender el comportamiento de Aviv. Esa fecha, al igual que el veintiocho de septiembre, eran fechas en las que Avi no podía controlar su tristeza. Solía consumirse en nostalgia, en ansiedad, y se sentía mucho más impotente de lo normal. Esos días, perdía toda su calma y se convertía en alguien lleno de...de inquietudes.

Ni Silene, ni Elise, estaban entendiendo de lo que estaban hablando. Se miraron entre ellas, encontrando la misma confusión en sus miradas. Eli bajó la mirada hasta su pizarra y comenzó a escribir la pregunta que tenían los dos:

—¿Qué ocurre el once de junio? —leyó Silene, aunque la duda la formuló Elise.

—El cumpleaños de Linda —soltó Aviv, en medio de un suspiro.

—No —dijo Silene —, mi sobrina cumple en octubre.

—No Lid —le explicó Sanne —. Linda Riddle cumpliría hoy treinta y un años.

Le costó recordar de quien hablaba, pero al final lo hizo: la chica que vivió en esa casa, la que le rompió el corazón a Aviv. Entonces, pudo entender ese comportamiento tan peculiar; todo eso era parte del duelo interminable del ciego.

Sanne arrastró su silla hasta ponerla a su lado, y tomó la mano de su amigo para apoyarlo. Se levantó sabiendo que sería un día horrible para él, tal y como lo habían sido los otros onces de junio a lo largo de los años. Todavía tenía la ligera esperanza de despertar un día y que el dolor de esa fecha se esfumara del corazón de Aviv, que solo quedara como un recuerdo distante para él ¿Pero qué cuánto tiempo hacía falta para que eso ocurriera?

Deseaba que poco.

Y ese deseo también lo compartían Rubí y Caleb, quienes lo habían visto sufrir esos días durante muchos años. Sentían que el dolor de Aviv había durado demasiado, que debía avanzar, pero él daba pasos tan cortos que ir hacia adelante se sentía como ir a ningún lado. Sanne observó a sus sobrinos y les dedicó la clase de sonrisas que solía poner siempre que sabía como resolver un problema. Tenía un plan.

—¿Sabes, Avi? —habló ella, sin soltarle la mano a su amigo —. Esta mañana me levanté y miré la playa por mi ventana. El día de hoy se ve justo como tu canción favorita, esa de Los Beatles.

Rubí y Caleb sonrieron al mismo tiempo tras entender lo que pretendía su tía. Leb corrió a buscar su guitarra en la sala de estar y volvió en tan solo unos segundos. Se apoyó en la mesa, justo al lado de Silene, quien lo miró con curiosidad. Él le guiñó un ojo y comenzó a tocar unos acordes que sonaban tal y como la canción favorita de Aviv: Here comes the sun de Los Beatles.

—La tía tiene razón —habló Caleb, sin dejar de tocar —. Es una mañana tranquila, con mucho sol; la clase de sol que nunca nos alcanzó en Londres. El día nació alegre, calmado, como una melodía de Los Beatles...

—Eso sí, el ritmo cambiará cuando salgamos y tengamos que enfrentarnos al tráfico —habló Rubí —. Ahí se irá la tranquilidad y el día seguro que sonará como una canción de KISS: escándalosa, movida, casi estresante...

Entonces, Caleb dejó de tocar la canción anterior y empezó a tocar acordes de una canción de KISS que recordaba. Aviv no podía ver, llevaba casi toda una vida en oscuridad, sin saber como lucían las cosas a su alrededor. Una tarde, allá a en Londres, a los hermanos Carlton se les ocurrió hacer descripciones a base de canciones viejas. Un día alegre podía ser una canción movida de un grupo ochentero, un día triste podía ser una balada lenta sobre un amor fallido, un día ruidoso podía ser una canción de rock...

Así, le dieron ojos a Aviv.

Él dejó escapar una sonrisa al entender lo que estaban haciendo. Pudo imaginar el día soleado, el amanecer tranquilo que describía la melodía de la canción. También pudo imaginar todo el ruido del tráfico por el ritmo del rock pesado. Entonces, Rubí y Caleb supieron que debían seguir.

—La tía Sanne se levantó radiante hoy —continuó Caleb —. Si pudieras verla, dirías que es esa canción de Roy Orbison que fue tan famosa en los 90. Creo que había una película con su nombre y todo ¿Cuál era, Rubí?

Pretty woman —Rubí nombró la canción y Caleb comenzó a tocarla —. Sí, su sonrisa es igual a la melodía: alegre, dulce, muy bonita. Y sus ojos iguales a la letra, riman de la misma manera.

—Bueno, muchas gracias por el cumplido, preciosa —le dijo su tía.

La sonrisa de Aviv se veía cada vez más autentica, su tristeza cada vez más alejada. Estaban armando un día alegre para unos ojos que no podían ver, y todo a base de canciones.

—Leb se ve como una canción de los Backstreet Boys —soltó Rubí —. Ya es un adulto, pero todavía se ve como un adolescente desaliñado. Siempre es así, aunque hoy más que nunca porque se levantó bastante cariñosito, ¿no?

—Graciosa —contraatacó él, tocando una canción de ese grupo —. Sabes que no me gusta ese grupo.

—Que no te gusten no significa que no te veas como sus canciones.

—Aja, en ese caso, Rubí se ve como una canción de Gun N Roses—habló Caleb, cambiando la canción —. Ya sabes, un hard rock que no esperas que te agrade, hasta que entiendes la letra y simplemente no puedes dejar de escucharla.

—Es justo así como me la imagino —soltó Aviv, con una sonrisa.

Elise comenzó a comprender lo que estaba ocurriendo y sonrío ante esa idea tan bonita. Sin embargo, Silene tardó más en entender. Todavía no tenía muy claro la razón por la cual hacían algo tan...extraño. Rubí captó la mirada confundida de su cuñada y sonrío al pensar en una canción que le quedaba a ella.

—Silene se ve igual que cualquier canción de las Spice Girls —señaló la adolescente.

—No sé tocar una de esas canciones, hermanita.

—Ven, yo lo hago.

Entonces, Rubí comenzó a tomar una aguda canción de las Spice Girls. Al igual que Silene, esas canciones le parecían armas de doble filo: pegadizas, pero con significados detrás de la letra que traían advertencias. Si tan solo hubiera podido decirle eso más claro a Leb...

—¿Y qué hay de Elise? —preguntó Rubí.

—Ella es muy activa —señaló Caleb, quien ya llevaba varias semanas trabajando con ella como para conocerla —, y siempre está sonriendo. Diría que...Una canción de ABBA.

Entonces, Rubí comenzó a tocar una canción mucho más alegre y movida. Elise sonrío todavía más, le gustó la forma en la que era vista por los hermanos Carlton. Ahora, esa era la forma en la que la vería Aviv.

—Y tú...—fue el turno de Sanne para hablar, refiriendose a Aviv —. Tú te ves como mi canción favorita de Céline Dión: dulce, ligeramente nostálgica, pero que deja cierta sensación de esperanza que no se esfuma, ni siquiera cuando la canción se acaba.

My heart will go on —Aviv dijo el nombre de la canción, y sonrió cuando Rubí comenzó a tocarla —. Un tanto cursi para mi gusto...

—Eres así, Everton.

Él continuó escuchando esa dulce melodía en la guitarra, y Caleb empezó a tararear las letras sin decirlas realmente. Entonces, la expresión inquieta, nerviosa y triste que antes se reflejó en los ojos nublados de Aviv, poco a poco fue desapareciendo y se reemplazó por un brillo mucho más bonito. No estaba alegre, pero al menos estaba cerca de estar feliz. Cada vez que ellos hacían eso, sentía que veía...

Y, aunque a él le gustaba su ceguera, a veces necesitaba alejarse un poco de ella.

Los tenía tan claros a todos ellos como una canción que se sabía de memoria. No conocía sus rostros, ni el color de sus ojos, ni la forma en la que se veían sus sonrisas, pero sabía como eran, como actuaban, como sonaban. Por ende, podía reconocerlos de la forma en la que reconocía una melodía conocida.

—Gracias por el concierto del día, chicos —les dijo, una vez Rubí acabó la canción —. Será mejor que vaya a cambiarme, así podemos comenzar con todo eso de la presentación ¿Les parece?

—Claro —respondió Caleb, mientras lo observaba ponerse de pie.

Sanne le entregó su bastón, ese que usaba solo cuando no usaba a alguien más como apoyo para saber por donde iba, y él no tuvo problema en ir hacia las escaleras para llegar a su cuarto. El resto de los presentes lo siguieron con sus miradas hasta que ya no pudieron verlo más. Entonces, Elise escribió algo en su pizarra que poco después les mostró:

—Eso fue muy bonito —leyó Rubí —. ¿Lo hacen siempre?

—Solo cuando él lo necesita —le respondió Caleb, tomando una tostada —. Por lo general, a Aviv no le molesta su ceguera. Sin embargo, en días en los que recuerda mucho a Linda, se frustra por no ver.

—Entonces, hacemos del día un concierto —explicó Rubí, aún con la guitarra en sus manos —. Describimos el clima y a las personas usando canciones, eso lo anima.

—Pues, se nota que funciona —dijo Silene, tomando una de las tostadas que Caleb le ofreció—. Está mucho más feliz que antes.

—Sí, pero volverá a tener bajones en el día —Sanne suspiró con siquiera pensar en eso. Luego, miró a sus sobrinos —. Llámenme si lo ven muy mal, ¿si? No quiero verlo tan triste hoy...

Caleb y Rubí asintieron al mismo tiempo, solo para asegurarle a su tía que cuidarían de Aviv ese día. Elise ladeó su cabeza, como si estuviera pensando en algo muy importante. Luego, borró lo que estaba escrito en su pizarra y escribió otra vez. Al final, le mostró su duda a Sanne:

—¿Te gusta Aviv? —leyó la morena, alzando una ceja ante la duda.

Pf, por supuesto que no —soltó Caleb, como si esa fuese la broma más absurda que le hubiesen contado —. La tía Sanne y Avi han sido amigos por muchísimos años. Sí, se quieren pero no...

—No se gustan —completó Rubí con una mueca de asco en su rostro—. Además, serían una pareja tan extraña.

—Bueno, gracias por aclarar eso por mí, preciosos —dijo Sanne, riendo. Luego, se levantó de la mesa y les sonrió a los presentes —. Yo debo ir a trabajar, pero ya saben...

—Te tendremos informada, tía —le aseguró Caleb —. Tranquila.

—Yo también debo irme —habló Silene, imitando a Sanne en su acción de ponerse de pie —. Tengo una sesión de fotos y luego almorzaré con mi hermanito ¿Tienes libre la noche, cantante?

—Lo dudo mucho con esto de la presentación, pero ya veré que hago para conseguir un tiempo, princesa.

—Bien, me avisas.

Ella se agachó lo suficiente para poder besar los labios de su novio con menos pudor del que normalmente tenía en público. Rubí rodó sus ojos, molesta ante la cercanía entre esa mujer y su hermano. Es más, estaba segura de que Silene solo alargaba ese beso para molestarla ¡Para sacarla de quicio! Y, lo peor de todo, era que lo estaba logrando.

En medio de su enojo, se encontró con la mirada avellana de Elise, quien fingió arcadas en dirección a Caleb y su novia. Eso hizo que Rubí soltara una carcajada que, finalmente, separó al cantante y a Silene. Eli se reincorporó en tiempo récord, y fingió estar viendo su pizarra cuando la mirada severa de la princesa Osbone pasó por ella. A Rubí le costó reprimir su sonrisa divertida, pero logró pasar la prueba de su cuñada y dejó de llamar su atención.

Rubí y Elise volvieron a mirarse, ambas con conteniendo carcajadas a duras penas. Bien, quizá esa muda no le caía tan mal a la chica de pésimo carácter...

Sanne y Silene salieron de la casa al mismo tiempo, déjandolos a los tres solos. Tras ese beso intenso, que fue la única despedida que Sile se dignó a dar, solo hubo silencio. Caleb estuvo a punto de retomar su desayuno, pero Elise carraspeó antes y lo detuvo. Hizo una seña que pudo comprender, pues solo movió su dedo por su boca; supo entonces que Silene había dejado rastro de su labial en sus labios.

—Gracias, Eli —le dijo él, buscando una servilleta para limpiarse. No era la primera vez que la muda lo salvaba de andar con labial rojo, tampoco era la segunda, y no sería la última.

Ella asintió con la cabeza a forma de darle a entender un "de nada". Entonces, Caleb si que iba a empezar a comer...Pero fue interrumpido de nuevo.

—Me sorprende que aún tengas hambre —le dijo Rubí, afinando la guitarra —. Faltó poco para que te la tragaras.

—Graciosa...

—No me estoy riendo, Caleb.

Él miró a su hermana, quien le devolvió la mirada. Los ojos azules de Rubí a veces decían demasiado, y esa vez le decían que no le agradaba Silene. Aunque eso no era nuevo, ¿no? Él ya sabía que su hermana y su novia no se llevaban nada bien. Aprendió a vivir con el hecho de que dos de las mujeres que más amaba no se querían, así que no necesitaba recordatorios de su hermanita. Suspiró, un tanto irritado, y enfocó su mirada en Elise.

—Será mejor que empecemos con lo de la presentación —habló él —. ¿Qué tienes en mente?

Al ver que su opinión era ignorada, Rubí se levantó de la mesa y se fue del lugar. Le molestaba que su hermano no le hiciera caso con respecto a Silene. Después de todo, solo lo advertía porque lo amaba y no quería verlo lástimado. Ella sabía lo que era caer en adicciones peligrosas, simplemente quería protegerlo de una...una con olor a rosas y que lucía igual a una canción de las Spice Girls.

🌹

2:30 pm

Silene es una persona mucho más compleja de lo que te he mostrado hasta ahora, y eso que te he mostrado bastante complejidad. Resulta que toda flor tiene sus raíces, las de ella eran débiles y largas. Habría que indagar mucho en su pasado para entenderla bien y, como las rosas se tardan en contestar mi pregunta, usaré ese tiempo para contartelo de a poco. Empezaré con el amor que sentía por su hermano, el físico teórico y profesor universitario, Derek Osbone.

Verás, Derek siempre fue su héroe. De niña, él estuvo a su lado en todo momento: le contó cuentos antes de dormir, le enseñó a leer, la llevó a sus prácticas por más que él odiaba el deporte...Derek fue el mejor sustituto que su padre pudo dejar cada vez que partió lejos para cumplir su deber como soldado. Por eso, ella llegó a verlo como el mejor hermano de todo el mundo, y todavía lo veía así.

Aunque sentía que intentaban separarlo de ella.

Meses después de la muerte de su padre, a quien veía como un doloroso y borroso recuerdo, Derek tomó la decisión de mudarse a Los Ángeles para ayudar a su novia a superar su bulímia. Silene recordaba que él le había dicho que también lo estaba hacíendo por sí mismo, porque quería estudiar y conseguir una carrera, pero sabía que la principal razón por la que abandonó Detroit fue Lilian. Lo supo en ese momento, y todavía lo creía.

Él eligió a su margarita antes que a ella.

Desde ese momento, Derek pasó a ser el héroe de alguien más a parte de ella. Cada vez que llamaba para poder hablar con él, Lilian salía en la conversación. Cada vez que lo necesitaba, Lilian también lo hacía. Incluso en el peor momento de su vida, esa cosa que todos llaman adolescencia pero debería tener un nombre peor, él estaba muy ocupado cuidando a su novia que había quedado embarazada ¡Y todo empeoró cuando se casaron! Ahora eran una familia, ¿y ella dónde quedaba?

¿Dónde habían dejado a Silene?

No me malentiendas, no es como si Derek hubiera dejado de cuidar de ella...pero sí debió repartir ese cuidado que antes solo era para ella en muchas personas más. Tres hijos, una esposa, muchos sobrinos, demasiados amigos, pero solo una hermana que añoraba con todo su corazón lo que tuvieron en algún momento, cuando su padre aún estaba vivo y no era solo un recuerdo.

Por eso, ella se esforzaba tanto en conseguir tiempo con él. Almorzaban juntos, tenían charlas, incluso iba a su trabajo de vez en cuando. Quería tiempo, volver a ser la princesa adorada de su hermano.

Claro que, inclusive sus perfectos planes, podían salir mal.

—¿Quién te llama? —preguntó ella, observando como Derek detenía su plática para ver su teléfono. No había parado de sonar y, por más que ella le insistió, él no ignoró la llamada.

—Es Lilian —le informó él, lo que logró que ella rodara sus ojos —. Que raro, me dijo que iría a la galería en la tarde. Ella nunca llama cuando está pintando...

—Entonces, es obvio que no lo está haciendo.

—Voy a contestar. Solo serán unos minutos, princesa.

Silene soltó un resoplido, molesta ante esa interrupción. Si hubiera sido una llamada de trabajo, capaz no le habría molestado tanto. Pero, ¡¿por qué tenía que ser ella?! ¡¿Acaso Lilian no podía dejar de acapararlo tanto?! Removió su bebida, esperando a que su hermano terminara esa llamada de una vez por todas. Lo quería solo para ella, su esposa le estorbaba.

—¿Hola? ¿Bonita? —dijo él, una vez contestó la llamada. De inmediato, su mirada cambió a una confundida —. Espera, espera, ¿qué tienes?

Silene escuchó silencio, por lo que supuso que Lilian debía de estar contestando al otro lado de la línea. El rostro de Derek fue cambiando de a poco, hasta verse angustiado ¡¿Y ahora qué?! ¡¿Qué le había dicho esa perra?!

—¡¿Qué?! ¿Pero él está bien? —preguntó él, realmente preocupado —. Okey, okey, al menos no fue grave, Lili...Sí, lo sé, pero necesito que te calmes...¿Estás calmada? Pues, no lo parece...Bien, bien, lo siento, bonita. Estás calmada, entiendo...Voy para allá, llegaré como en unos quince minutos si no hay tráfico...Yo también te amo.

¡¿Qué se iba?! ¡¿Por qué?! ¡¿Y ahora qué había hecho la inconsciente de Lilian?!

—Lo siento, princesa, pero debo...

—¿Qué pasó? —lo interrumpió ella.

—Es Drew. Tuvo un ataque de esos en los que recuerda muchas cosas al mismo tiempo y entró en pánico —le explicó, sacando su billetera para poder pagar lo que los dos pidieron —. Al parecer, se puso a llorar y a gritar a mitad de las escaleras en la sede de teatro en el C.A. Alguien lo empujó y se lastimó, necesito ir con él.

—¿Y Lilian no se puede encargar?

—Ella lo está llevando al hospital, pero en esta clase de cosas lo mejor es que estemos los dos. Drew se siente más seguro si ve a su mamá y a su papá. Lo entiendes, ¿no?

Lo entendía, pero no le gustaba tener que aceptarlo.

Ella asintió y fingió lo mejor posible que no le afectaba. Después de todo, no estaba en sus planes el que su hermano se enterara de que en realidad odiaba a su esposa. Lo que menos quería era que él se molestara con ella, así que no puso objeciones...Al menos no en voz alta.

Derek se puso de pie y dejó un beso en la frente de su hermana menor.

—Te lo compensaré, te lo prometo —le dijo.

—Claro, hermanito.

Entonces, se fue. Una vez más, Silene sintió que su héroe corría al rescate de todos...y ella se quedaba sola.

Respiró profundo para evitar soltar un grito frustrado, odiaba cuando no podía tener el control de las cosas que quería. Sin pensarlo realmente, buscó su teléfono y marcó un número. Cuando no tenía el control de algo y no podía obtenerlo de inmediato, entonces recurría a algo que si controlaba.

—¡Hola, Sile! —exclamó Cris, al otro lado del teléfono.

—Cris, ¿quieres hacer algo juntas?

—¡Claro!

Silene es una persona demasiado compleja, con raíces muy enredadas. Me cuesta explicartela en pocos minutos...Suerte para ti que las rosas se toman su tiempo en responder. 


Canciones de este capítulo en orden:

La canción del día: Here comes the sun, The Beattles.


La canción del tráfico: I Love It Loud, KISS

La canción de Sanne: Pretty Woman, Roy Orbinson


La canción de Caleb: Quit playing heart with my heart, Backstreet Boys


La canción de Rubí: Don't cry, Gun N Roses.


La canción de Silene: Wannabe, Spice Girls

La canción de Elise: Take a chance on me, ABBA


La canción de Avi: My heart will go on, Celine Dion


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No sé, pero a mi me encanta este capítulo porque amé encontrarle canciones a los personajes. Es un capítulo medio nostalgico, y revelador al final, pero me gusta jejejej Espero que ustedes opinen lo mismo❤❤

Pd: me encantan las canciones de este cap...Son un tanto viejitas porque es la clase de música que me imagino que le gusta a Avi, y este cap es para él❤

Pd2: alguien me dijo una vez que pusiera una canción por capítulo para que pudieran escucharla durante la lectura...¿Les parece?

Chaíto, los amo❤

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