Capítulo 58
Capítulo 58:
Quiero hechos
15 de agosto
6:26 pm
》Silene: Las rosas son rojas...
Verde es el pasto...
No sé bien qué decirte...
Solo que te extraño.
¿Y qué se suponía haría con ese mensaje? No le respondió por días y ahora recibía esas palabras que significaban todo y nada al mismo tiempo para él ¿Qué debía hacer?
Si Silene lo extrañaba, ¿por qué no lo aceptaba? ¿Por qué no había ido a buscarlo, a decirle que lo sentía? Adam pasó todo ese tiempo intentando cerrar ciclos, incluso tuvo citas...patéticas, pero las tuvo. Justo cuando creyó que podría continuar, cierta princesa escribía eso.
¿Por qué tenía que ser tan cruel?
Un silbido llamó su atención y lo distrajo del mensaje que no supo como contestar. Entonces, encontró a Elise haciéndole señas:
—¿Qué tal me veo?
Su prima dio una vuelta, luciendo un vestido negro y corto de dos piezas. Este se ajustaba de forma ideal a las sutiles curvas en su cuerpo y permitía una clara visión de sus piernas largas y definidas. Iba maquillada de forma sutil, con un labial rojo que hacía juego con sus tacones del mismo color. Adam sonrió al instante.
—Te ves sexy, como solo una Blake podría verse —aseguró él —. Pero recoge tu cabello, no escondas la evidencia de esos bellos tatuajes en tu espalda.
Ella le guiñó un ojo, haciéndole saber que seguiría su consejo. Tomó su cabello castaño y comenzó a hacer una coleta con él. Mientras, se fijó en su primo. Se veía afligido y tenía el presentimiento de que cierta rubia estaba tras esa expresión.
—¿Por qué tu no estás sexy como un Blake debería estarlo? —cuestionó —. Vamos, apúrate. La presentación en el C.A empieza en media hora y sabes que no me gusta llegar tarde.
—Quizá no deba ir, Elise —suspiró él, jugando con el teléfono en sus manos —. Ve y deslumbra a tu novio con lo despampanante que te ves. Dale mis felicitaciones a Caleb y pídele que me envíe un álbum autografiado. Lo venderé por Amazon y viviré de los millones que me gane.
—Odio cuando usas humor para ocultar lo que te sucede y más cuando tu humor es una mierda. Estamos hablando del trabajo de mi novio, no lo vas a contrabandear.
—Calma, sabes que no lo haré —aseguró él, con una leve sonrisa —. Estoy feliz y orgulloso de Caleb. Espero que a él y a Rubí les vaya bien hoy, sé que necesitan todo el apoyo del mundo...yo no sé si tenga ánimos para apoyar.
—Rubí y Caleb te quieren ahí. Eres importante para ellos.
Él suspiró y pasó una mano por su cabello. Elise se acercó a él, se sentó sobre la mesita frente al sillón y lo observó antes de dedicarle una sonrisa ladeada.
—No me gusta que finjas estar bien, pero tampoco dejaré que te retraigas —ella habló con señas —. Sé que quieres ir, ayer estabas emocionado por eso ¿Qué cambió?
—Silene me escribió —admitió —. Dice que me extraña.
—Pues, parece que ella y tú están en la misma página.
—Claro que la extraño, El, pero ya di mucho por ella. Lo justo es que ahora Silene haga algo. Si me extraña, que lo demuestre de la forma en la que yo demostré que la amaba. Un mensaje no me basta, quiero hechos.
—¡Hasta que dices algo inteligente estos días! ¡Ese es mi primo!
Él rodó los ojos al verla aplaudir con emoción. Le gustaba que su personalidad se complementara tan bien con la de su prima, eso hacía que confiara en ella de una forma que le costaba explicar en palabras.
—Si Silene es lista, no dejará escapar a un Blake. Solo no detengas tu vida mientras esperas esos hechos—aseguró ella, tras ponerse de pie con un salto —. Ahora, ve a ponerte sexy para ver a mi novio y cuñada arrasar en el escenario. No te pienso dejar aquí.
—Lo que digas, jefa.
Él se puso de pie mientras Elise le daba un montón de sugerencias sobre qué debía vestir para la ocasión. Mientras reía por las ocurrencias de su prima, no pudo evitar seguir pensando en el mensaje de Silene. Quería hechos que le demostraran que ella lo extrañaba, ¿pero acaso ella sería capaz de dárselos?
Pasó mucho tiempo intentando conquistar a una princesa, ahora esa princesa debía conquistarlo a él...y con cada minuto que pasaban lejos, Silene perdía más y más su oportunidad de recuperar a su dragón.
...
6:34 pm
Observaba el teléfono como si en cualquier momento fuera a aparecer una respuesta, aún cuando estaba segura de que no sería así. Adam no le debía nada, era ella quien lo había arruinado todo ¿Por qué esperar rimas de su parte, cuando las menospreció en un momento?
Simple: porque estaba enamorada y los enamorados siempre aguardamos por instantes que nosotros mismos deberíamos buscar.
Podía escuchar el desastre de su familia desde la planta inferior de la casa. Le causaba cierta gracia oír los gritos y reclamos de Lilian, que le pedía a los niños y a Derek que se arreglaran de una vez por todas. Lid, Drew y su hermano reían, como si exasperar a Lili fuera la cosa más divertida del mundo. Mientras, se escuchaba la guitarra de Lavanda ser entonada sin mucha destreza. A ese paso, jamás estarían listos para llegar a la presentación de los Carlton.
Presentación a la que, de hecho, ella había sido invitada. Es más, Caleb llegó la noche anterior y le ofreció una invitación junto a un: "no me ignores más, soy tu amigo y estoy aquí para ayudar". Apreciaba que él aún quisiera mantener una amistad, incluso después de todas las cosas malas que le hizo. Sin embargo, había decidido no asistir. Leb merecía apoyo ese día y ella no tenía la fuerza para dárselo.
Menos cuando en la pantalla de su teléfono no aparecía el mensaje que quería recibir.
Suspiró y dejó en el teléfono en el sillón. La espera la desesperaba, más aún cuando no tenía esperanzas de recibir la respuesta a un mensaje que escribió por impulso a las tres de la mañana. Tras conversar con su familia la noche pasada, había decidido dejar de esconderse en la habitación de huéspedes. No era que se sintiera mejor, pero ya estaba un tanto cansada de las cuatro paredes en las que se refugió por días. Al menos ahora, en la sala de estar, tenía una mejor vista al patio.
Sin saber exactamente porqué, se dirigió a las puertas francesas que daban hacia el exterior de la casa. El árbol en el centro del patio, los muebles a su alrededor, los arbustos y flores que decoraban el lugar. Era bonito y había cambiado muy poco con los años. De hecho, Silene estaba segura que aún recordaba con exactitud el lugar en el que ella y Adam habían enterrado la cápsula del tiempo.
Aquellos tiempos difíciles no se parecían en nada a los desastrosos tiempos de ahora. Si Silene hubiese sabido que el futuro se vería tan gris, no se habría quejado tanto en el pasado.
No lo pensó cuando abrió las puertas y salió al exterior. De inmediato, el aire fresco y salino por el mar llegó a su nariz, siendo la primera vez en días que sentía algo de frescura chocar con los poros de su piel. Se abrazó a sí misma cuando la brisa de la tarde la invadió, pues sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. Traía puestos unos pantalones de yoga y una camisa de su cuñada, pero eso no protegía a su débil musculatura de congelarse. Estaba muy frágil, muy delgada...
Muy marchita para ese clima.
Caminó justo hasta el lugar en el que sabía que habían enterrado la cápsula del tiempo: bajo el árbol, entre dos rocas de formas extrañas que Adam colocó ahí para jamás olvidar su tesoro. Se sentó frente a ese lugar, sin saber exactamente qué hacer. Pensó en que si pudiera regresar el tiempo ocho años atrás, cuando todo el daño que había causado aún no estaba hecho, no dudaría en hacerlo. En aquel entonces, creyó tener tan clara la imagen de perfección que buscaba...
Pero no fue así, ella jamás supo qué buscaba exactamente.
Añoró ese tiempo en el que se sintió segura, en el que la soledad no la estorbó. Añoró los instantes en los que estuvo rodeada de las personas que ahora había dañado. Sabía que había sufrido en aquel entonces y, aún así, aquellos tiempos le parecieron perfectos en ese momento. Cristal siendo dulce e inocente, Adam improvisando y bromeando todo el tiempo, los pequeños instantes de tranquilidad con Caleb, las sonrisas con su mamá y su hermano...Todo se veía lejano, como una especie de sueño del que se despertó.
Ahora volvía a dormir y estaba en una pesadilla.
Quería tener tan cerca esos momentos de nuevo, que ni siquiera pensó cuando comenzó a rasgar la tierra bajo ella. Empezó a cavar y no le importó que la mugre se calara entre sus uñas, o que sus pantalones se mancharan. Ella solo quería recuperar esa cápsula del tiempo, esa porción de felicidad que podía tomar en sus manos mientras el resto se le escapaba. A la princesa no le importó ensuciarse, le importaron otras cosas.
Bastaron unos minutos para que diera con algo metálico. Sacó la lonchera de entre la tierra, sacudiendo la mugre que estorbaba en ella. Esta estaba desgastada y descolorida, pero aún así la reconoció: era su cápsula del tiempo. Su nombre y el de Adam a penas si se veían, pero ahí estaban. Acarició la tapa de la pequeña caja metálica como si esta fuera un tesoro. Quizá si lo era, quizá la nostalgia que sentía fue lo que convirtió esa cosa de niños en algo tan valioso.
Abrió la cápsula y sintió un nudo en su garganta. Todo se mantenía intacto, como si el tiempo no hubiese pasado. Encontró las fotos que ella y Adam habían guardado ahí ocho años atrás. Las tomó con cuidado, como si fueran joyas, y apreció esas versiones de ella y él más jóvenes; más felices. Sonrió al ver una en la que él la abrazaba desde atrás y ambos sonreían a la cámara. Silene siempre supo que sus ojos eran expresivos, pero la cantidad de sentimientos que mostraba en esa imagen eran muchos más de los que creyó que podía sentir.
Felicidad, diversión, paz...La Silene de esa foto no se veía como la Silene que siempre quiso ser; se veía mejor.
Guardó las fotos con cuidado y sonrió al ver algunos juegos Adam había guardado. Había una medalla por un certamen de belleza que Silene ganó, ahí fue cuando descubrió que amaba modelar. Del mismo modo, había una pulsera de hospital que Adam usó durante su última quimioterapia; la puso ahí para recordar la suerte que tenía de estar vivo. Esa caja contenía cosas que los describían a los dos, sus vidas por separado y lo que los unía. Encontró al fondo un par de papeles doblados, supo exactamente qué eran:
Las cartas que ellos mismos se habían escrito.
Fue parte de la idea de Adam, creyó que sería "increíblemente genial" escribirle cartas a sus versiones futuras. La verdad, Silene recordaba muy poco lo que había puesto en la suya ¿Qué se habría querido decir a sí misma? No tenía idea, pues en ese momento no sabía qué decirse. No sabía como consolarse, como sentirse mejor ¿Acaso su versión más joven si lo supo en su momento?
Desdobló una de las cartas, encontró su letra elegante y pomposa; o al menos así solía decirle su mejor amigo. Se acomodó mejor en el pasto, empezar a leer fue fácil...continuar no lo fue tanto:
"Estimada Silene:
Espero que, para cuando encuentres esta carta, no estés tan agotada como yo lo estoy ahora..."
Sus palabras se fueron haciendo cada vez más y más duras de digerir: "Yo quiero ser la mayor obra de arte que el mundo haya creado", "...quiero encontrar lo que busco sola", "...espero que hayas encontrado espinas propias", "...quiero ser perfecta". Era aterradora la forma en la que su versión menor describía lo injusta que estaba siendo la vida con ella, como le habían arrebatado todo y ahora no quería volver a ser lastimada. Dolía leer esas palabras y verse a sí misma ahí, como si fueran un espejo y ella el reflejo de todos esos deseos tan dañinos.
Consiguió todo lo que esa adolescente quería. Consiguió sus espinas, pero no estaba orgullosa de eso.
¿Entonces qué? Si había encontrado lo que buscaba, ¿por qué no estaba feliz? Si ser esa mujer tan dañina y solitaria siempre fue su idea de perfección, ¿por qué no se sentía bien? Sacudió su cabeza una y otra vez, negando ante cada palabra que leía. Estaba mal, muy mal. Todas sus ideas, sus exigencias, sonaban como alguien que no quería ser...
Pero que lamentablemente era.
Pasó su mirada de la carta a las fotos, de las fotos a las cartas ¿La misma chica que escribió esas rudas palabras era la chica que sonreía con tanta alegría? Era difícil creerlo, ¿por cuánto tiempo mantuvo ese sentimiento de dolor enterrado en lo más profundo de sí misma? ¿Desde cuándo tenía espinas clavadas en su corazón? Fingió muy bien ser la chica perfecta, pero siempre tuvo algo adentro que se sentía mal; una tristeza y frustración de la que no se podía liberar.
Y ahora que leía esa carta...encontraba todos sus fallos. Quería ser la chica de la foto, la que tenía el cabello alborotado y nada de maquillaje puesto. La chica que describía la carta...le daba lastima, la detestaba. Buscó mucho una perfección que ahora no le gustaba ¿Pensó que eso la haría feliz?
Solo el ver lo deteriorada que siempre estuvo su mente le causó lágrimas silenciosas. Siempre quiso algo, pero nunca supo el qué, así que decidió buscar perfección en cosas que no la dejaron satisfecha. Gracias a eso, solo sentía dolor.
Observó el final de la carta, donde la letra cambiaba por una más brusca y garabateada. Sonrió al instante, esa era la letra de Adam. En su posdata, escribía que esperaba que siguieran siendo amigos porque era increíble y lo mejor en la vida de Silene. Ella soltó una carcajada, esas eran unas palabras muy típicas de él. Aún así, eran muy ciertas. Adam era de las mejores cosas en su vida...o quizá fue, porque ya ni siquiera sabía si lo tendría de vuelta.
Suspiró y leyó la posdata una y otra vez. Lo recordaba escribiéndola, con su sonrisa amplia y traviesa que no había cambiado con el tiempo. Es más, podía recordar a la perfección la conversación que tuvieron:
—¿Si sabes que eres lo menos perfecto en mi vida? ¿No es así? —dijo ella en aquel momento.
—Lo sé princesa —respondió él, esbozando una sonrisa en dirección a ella —. Quizá mi imperfecta presencia es lo que hace de tu vida tan perfecta.
Quizá...
Quizá...
Silene vio las fotos, su sonrisa, la carta. Todo eso junto se sentía como perfección porque eran de una época que, a pesar de haber sido dura y que resultó el inicio de cientos de inseguridades en ella, fue una época en la que lo tuvo todo. Tuvo amistad, tuvo a una familia, tuvo felicidad...
Y entonces entendió qué estaba buscando.
Ese amor que perdió cuando su padre murió y su hermano se fue a Detroit, lo recuperó años atrás cuando conoció a un chico calvo con miedo a morir sin haber recibido su primer beso. Alimentó ese amor al encontrar una casi hermana en una pelirroja dulce y cariñosa, lo vio crecer cuando el chico calvo dejó de ser calvo y se convirtió en parte de su mundo. Ella tuvo lo que tanto deseó en esa carta, pero por pedirlo de una forma equivocada no lo vio.
—Oh, por Dios —se dijo a sí misma —. Hice todo mal...
Por sus exigencias, se desvió del camino que en realidad quiso obtener. Quiso una familia, así que la vio en Eve y Calvin en lugar de verla en la suya propia. Quiso amor perfecto, así que lo vio en Caleb y no en quien la amaba en verdad. Quiso ser una princesa, así que vio su corona como algo hecho por la belleza y orgullo en lugar de ser algo construido a partir de su felicidad.
¿Y todo por qué? ¡Porque su idea de la perfección nunca estuvo bien!
Porque, desde que escribió esa carta, se clavó una espina que la envenenó y la cegó. Lo que siempre vio como imperfecto y caótico, era perfecto en realidad.
Era todo lo que quería en ese momento.
Caían tantas lágrimas por sus mejillas que ni siquiera podía sentirlas del todo. Estaba exhausta de llorar, pero ese llanto se sentía distinto al de días anteriores. Jamás creyó que tendría una imagen tan clara de si misma, lo que otros veían: la controladora, la resentida, la chica que prefería lastimar, la "perfecta"...No le gustaba. Prefería ser la otra Silene, la que bailaba canciones de Rock viejo como si fueran un vals, la que lloraba por películas románticas, la que dedicaba rimas mal hechas por teléfono, la que aparecía en pijama tarde en un hospital solo para dar abrazos...
Habían dos Silenes habitando en ella en ese momento. Ninguna era perfecta, pero ella estaba muy clara cual de las dos elegía en ese momento.
Se puso de pie, tambaleándose en un mareo, pero la adrenalina de saber su propia verdad no la dejó desfallecer. Tenía que recuperar lo que había perdido, buscar a la Sile que quería y no la que sentía que debía ser ¿Cómo hacía eso? ¡¿Cómo?!
Pues, sacando todas las espinas que había clavado en corazones que no lo merecían.
Corrió de vuelta a la casa, sin importarle el desastre que había dejado en el patio. Su mente no había maquinado un plan tan rápido en años. Pensaba en qué debía hacer, a quien buscar y cómo llegar al lugar que quería mientras su cabeza dolía. Las lágrimas caían por inercia y, sin importarle mancharse de tierra, ella las limpiaba y se repetía una y otra vez lo tonta que había sido.
Pero ya no lo sería más.
Con prisa, tomó su bolso del recibidor. Todo estaba claro en ese momento, incluso cuando el latir de su corazón era intenso y sus pensamientos un caos. Estaba dispuesta a irse, a arreglar lo que había arruinado, cuando una pequeña vocecita la hizo voltear:
—¿Tía Silene? —le preguntó Livi, ladeando su cabeza ante su extraño aspecto —. ¿Te shientes bien?
Ella observó toda esa duda en los ojos café de su sobrina. Cierto, no podía irse así como así.
—Sí, sí, me siento bien —aseguró ella, acercándose hasta la pequeña. Le habló con calma, aunque estaba ansiosa por marcharse —. Lavanda, nena, ¿podrías hacer algo por mi?
—Sipi.
—Bien...si tus padres preguntan, diles que fui al C. A.
—¿Qué vash a hacer?
—Buscar a Adam.
—¿Para qué?
Silene sonrió al instante.
—Para decirle que lo amo.
Y esperaba que no fuera muy tarde, porque finalmente había descubierto lo que siempre había buscado, pero no pudo ver. Entre rosas y espinas, exigencias y estereotipos, malinterpretó lo que en verdad era ideal para ella. Ahora quería remediar su daño y ser la Silene que no la decepcionaba, la que luchaba por lo que quería sin cegarse ante la bella imagen de una perfección que no existía.
¿La perdonarían? ¿Acaso Cris y Adam le darían una segunda oportunidad? Él quería hechos, ¿no es así? Pues eso le daría...
¡Hola a todos! Extrañé actualizar rápido, pero ya volví. Admito que tenía el capítulo listo desde hacía TIEMPO, pero por estar haciendo otras cosas me costó buscar el momento para publicarlo.
En fin, espero que les guste. Muero por saber sus reacciones/predicciones para lo que sigue ♥️
Y aquí vengo otra vez con los adelantos:
—Emergencia, D ¡Emergencia!
...
—Que cada maldito segundo cuenta para Silene, así que ahora hay que apurarnos.
...
—¿Conservas tus lentillas?
...
—¿Silene? ¿Eres tú?
...
Y eso es todo...prometo que el siguiente capítulo les llegará pronto. Hasta entonces ♥️
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