Capítulo 51
Capítulo 51:
Cristal y Silene
1 de agosto
11:00 am
—¿Y cómo estás, Cris? —le preguntó Silene.
Mal. Horrible. Solo quiero llorar.
—Bien, ¿y tú? —respondió Cristal.
Cansada. Adolorida. Extraño algo que yo misma alejé.
—Estoy bien.
Así es, ambas eran muy buenas mentirosas. Lástima que ninguna pudo convencerse a sí misma de aquellas farsas. Podían engañar al resto, entre ellas, pero no podían mentirles a sus pensamientos. Ambas sabían que estaban mal, pero no conocían la fórmula para estar mejor.
Silene dejó ir a la adolescente que estaba arreglando y le hizo una seña a Cris para que se acercara, ella la prepararía para su ensayo. Cris se sentó en la silla, Sile la giró hasta quedar frente al espejo y entonces ambas vieron reflejos que no pudieron reconocer. Eran ellas, pero estaban distintas. Muchos cambios surgieron en solo cuestión de meses.
—Tu cabello está diferente —dijo Silene, pasando una mano por las hebras cortas de color naranja oscuro —. Un corte improvisado, ¿no es así?
—No quedó como lo planeé —admitió Cris, esbozando una mueca. Carraspeó un poco, el dolor de garganta era insoportable —. Sé que me veo horrorosa.
Silene se fijó en el reflejo de Cristal, encontrándose con una chica insegura y nerviosa que no se parecía a quien veía como una hermanita. Los ojos verdosos de la adolescente estaban fijos en sus manos, que se movían una y otra vez en una clara muestra de su ansiedad. Mordía su labio, agrietándolo más de lo normal. Sin mencionar que tenía las mejillas un tanto sonrojadas, como si estuviera aguantando las ganas de llorar.
¿Qué le estaba pasando a Cris? ¿En qué clase de infierno se había sumergido? Silene escuchó la palabra "horrorosa" salir de la boca de esa niña y sintió a su corazón estrujarse. Ni siquiera así de desanimada, pálida y delgada, Cris se veía fea. Ella era muy bonita, tenía la belleza de una inocencia frágil y preciada.
Sile no sabía que esa inocencia se estaba cayendo a pedazos, pero sí sabía que quería ver a esa chica sonreír. Pensar en Adam todo el tiempo la tenía triste y desanimada, no quería que Cristal se sintiera así también.
—Mi mamá solía decir que para ser bella solo debes creértelo —le dijo Sile —. La seguridad es la forma más hermosa de belleza. Si confías en ti, entonces no habrá dudas de que eres linda.
Cepilló el corto cabello de Cris y atrajo su vista de nuevo al espejo. Le sonrió con cariño, sin saber que Cristal había distorcionado cada una de sus palabras hasta conventirlas en lecciones dañinas. Silene siempre fue su ejemplo a seguir, pero la versión de la princesa que Cris conservaba en su mente era la clase de ejemplo que no me habría gustado replicar.
Creo que a nadie le habría gustado terminar como estaban ellas dos.
Silene tomó su mano, ignorando que se sentía mal solo para distraerse con los sentimientos de Cristal. Le dijo a la pelirroja que recuperarían su confianza, la buscarían de nuevo. Sin darle una explicación concreta la puso de pie y la guió hasta afuera, hacia la pasarela donde todos podían ver sus ensayos. Cris no le dijo que estaba mareada, no le comentó que sentía un hueco en el estómago y que se sentía pesada al caminar. Ella solo se dejó llevar, pues haría cualquier cosa que Silene deseara.
Ella era la persona más perfecta que conocía y, si la perfección es seguridad, entonces haría lo que fuera para conseguirla.
—Bien, Cris —le susurró Silene, a modo de apoyarla —. Hora de mostrarle a todos de lo que estás hecha.
Encendió las luces de la pasarela, lo que le dio a entender a Cristal que debía caminar. Tomó una larga respiración, esperando que eso le otorgara la fuerza suficiente para lograr caminar sin marearse. Dio el primer paso, no funcionó. Tendría que fingir estar bien, aunque eso no era nuevo en su vida.
Podía escuchar a su propio corazón palpitar, veía a la gente como un borrón frente a ella. Fingir, fingir...eso siempre fue lo que le gustó de modelar: que podía pretender ser otra persona. En esa pasarela, podía dejar de ser Cristal. Allá arriba, dando pasos que se veían firmes pero en realidad se sentían todo lo contrario, decidió que sería como su más grande rosa.
Ya no más Cris la insegura, pretendería ser tan confiada y hermosa como Silene Osbone.
Entonces, imaginó que todos la adoraban, que todos la veían como alguien hermosa e inquebrantable. Se permitió creer que era segura, que tenía todo lo que siempre quiso y que su vida estaba en orden, como la de una princesa. Pose, una vuelta, otra pose. Olvidó su nombre y se puso otro.
Olvidó a Cristal y se convirtió en otra persona.
Pero la imaginación no puede competir con un estómago vacío, una garganta desgarrada y un mareo incesable. Cristal dio más poses, más vueltas, todo eso sumergida en una fantasía donde era rubia y perfecta. No se dio cuenta de cuando le faltó el aire, ni cuando personas en el público gritaron su nombre ¿Cris? ¿Quién era Cris? Ella era Silene, la chica perfecta que deslumbraba el escenario...
La chica que cayó al suelo justo a la mitad de su caminata. Todo su brillo se apagó.
—¡Cristal!
Escuchó una voz aún con los ojos cerrados. Fue tan confuso para ella, porque esa era la voz de Silene, pero creyó que era su voz. Ella era Sile, ella era su rosa ideal y, aunque su corazón latía con fuerza y su consciencia comenzaba a fallar, seguía sumergida en el papel. Seguía siendo una princesa, solo que no podía encontrar su corona.
No tenía las fuerzas para hacerlo.
—Está muy fría —escuchó otra voz, quizá era Samara —. No reacciona. Hay que llamar a una ambulancia.
—¡Cris! ¡Cris, reacciona! —escuchó otra vez su voz, su propia voz —. ¡Cristal!
No sabía quien era Cristal, no tenía idea de a quien podía pertenecerle tal nombre. Pero si estaba segura de quien era ella:
Era Silene Osbone, la princesa perfecta.
...
1:36 pm
Silene despertó sintiéndose débil, cansada y con la garganta más seca de lo normal. Lo primero que vio fue una luz muy fuerte sobre ella, una que la obligó a cerrar sus ojos de nuevo y luego volverlos a abrir hasta acostumbrarse a la claridad. Lo segundo que vió fueron sus brazos, donde reposaban unas vías por las que corrían líquidos que no podía identificar.
Lo tercero que vió fue a una mujer que reconocía, dando ordenes a unos hombres en bata. Su voz se escuchaba extraña, confusa, como si estuviera escuchándola bajo el agua. Poco a poco se fue haciendo más clara, pero seguía sin entenderla bien. Pocos segundos después, los ojos azulados de Cloe notaron que ella había despertado.
¿Acaso la mejor amiga de su hermano le diría qué había sucedido y por qué no recordaba nada?
—Hola —escuchó a Cloe, quien se acercó hasta quedar junto a la camilla. La castaña le sonrió y acarició su frente, mostrándose más afectuosa de lo que solía ser con ella —. Que bueno que despertaste, nos asustaste mucho.
Intentó hablar, pero se dio cuenta de que no podía. Tenía una máscara de oxigeno cubriendo su boca y nariz, además de un horrible dolor de garganta que no paraba. Cuando Cloe le quitó la máscara, sus respiraciones eran agitadas y débiles. Al final, Silene logró recobrar el aliento, pero seguía sin poder hablar.
—¿Recuerdas algo de lo que sucedió? —preguntó Cloe, ella negó con la cabeza —. Te desmayaste y te trajeron aquí. Casi toda la familia está afuera, esperando a tener noticias de ti. Tus padres, tus amigos, todos quieren saber qué te ocurrió.
Tenía sentido, su hermano seguro estaba enloqueciendo ante la noticia de ella en un hospital. Derek era de esas personas que se preocupaban en exceso por la salud, pero eso era culpa de Lilian. Ella lo traumó. Como si no hubiese sido suficiente que lo amarrara a un matrimonio imperfecto, su cuñada lo llenó de miedos como ese.
—Pero, para decirles qué te ocurrió, primero necesito que me expliques ciertas cosas —continuó Cloe, con demasiado tacto en sus palabras —. Mis colegas hicieron exámenes, hay números alarmantes. Tus niveles de calcio están por el suelo, tu azúcar está muy baja y tu índice de masa corporal bajó mucho. Estas muy delgada, demasiado, es como si no hubieras comido en días.
》Sin mencionar que...que tu garganta está desgarrada, muy sensible. Todo señala que dejaste de comer y que te hacías vomitar, pero no quiero fiarme de los exámenes en esta ocasión. Quiero que me lo digas tú, que confíes en mí para esto ¿Acaso cambiaste tu alimentación, Cristal?
Silene frunció el entrecejo ante esa pregunta, ante ese nombre ¿Quién era Cristal y por qué Cloe le hacía preguntas en su nombre? Se enderezó en un poco en la camilla, sus huesos dolían. Aún así, logró sentarse y pronunciar una pregunta que alarmó a la doctora:
—¿Quién es Cristal? —cuestionó, cada palabra rasgó su garganta. Dolía
—¿Cómo que quién es Cristal? —preguntó Cloe, con nerviosismo —. Cariño, tú eres Cristal. Eres mi sobrina, nuestra Cris.
—No sé quien es ella —aseguró, forzando su voz —. Yo soy Silene, Cloe. Tú me conoces.
—¿Eh?
—Vamos, soy la princesa Osbone. Mi hermano es tu mejor amigo.
Pudo notar en los ojos de Cloe confusión y temor ¿Pero qué le sucedía? ¿Por qué la confundía con una tal Cristal? De inmediato, y sin saber exactamente porqué, Silene comenzó a sentir miedo. Vio las vías en sus brazos y supo a qué se debían los escalofríos. Ese líquido estaba entrando a su cuerpo...
Estaba aumentando su peso.
—No, no, no —negó ella, viendo las vías en ambos brazos —. ¿Cuántas calorías tiene ese suero?
—¿De qué...?
—¡Dime cuantas tiene! No pueden ser más de cincuenta, eso es mucho. Tomé un jugo en la mañana, cuarenta calorías y también una barra de cereal con diez calorías ¡No puedo con más! ¡No puedo!
—Cris...
—Tienes que quitarme esto ¡Quítamelo! Hazlo, o tendré que deshacerme de las calorías a mi manera ¡Dios, no quiero vomitar más! Pero si no lo hago, no seré perfecta ¡Soy Silene, yo debo ser perfecta!
—Cristal...
—¡No sé quien es Cristal, Cloe! ¡Tu bromita no me gusta! ¡Solo quítame esta cosa y déjame salir! ¡Soy Silene, soy perfecta y eso no puede cambiar! ¡Soy perfecta!
Intentó quitarse las vías de los brazos, pero Cloe la detuvo. Se sacudió y gritó aunque le dolía la garganta. No podía ingerir más calorías, no podía perder su perfección ¿Qué era una princesa sin perfección? ¿Qué era una rosa sin sus espinas? Liberó su brazo del agarre de Cloe y le dio una cachetada, provocando que la doctora se echara hacia atrás por el dolor. Varios enfermeros comenzaron a acercarse, pero Silene ya estaba en proceso de quitarse las vías.
Le dolió, pero para ser perfecta hay que hacer daño, incluso hacerse daño a sí misma. Ese era el precio que debía pagar.
Al intentar quitarse las vías del otro brazo, los enfermeros la sujetaron. Se movió y sacudió, intentando librarse de ellos. Los medicamentos engordan, no permitiría que arruinaran su figura. Sin embargo, estaba muy débiles y ellos eran muy fuertes. Entre sacudidas, alcanzó a ver a Cloe, quien sostenía su mejilla golpeada. Ella la miraba como si no la conociera, como si todo estuviera mal.
Y lo estaba, porque Silene no debía de estar ahí.
—¡Cloe, haz algo! —le rogó —. No dejes que me vuelvan a poner eso ¡Ayúdame!
—Doctora, ¿qué hacemos? —preguntó uno de los enfermeros.
Cloe suspiró y miró a Silene una última vez antes de apartar la mirada. Entonces, se preparó para dar indicaciones al personal médico:
—Sédenla. A partir de ahora, yo supervisaré el caso de Cristal Milestone.
Pero Silene sabía sin saber quien era ella.
...
2:10 pm
Ver a Cristal desmayarse y luego presenciar como una ambulancia se la llevaba fue una de las cosas más duras que llegó a atestiguar Silene Osbone. Necesitaba un abrazo de Adam, uno de esos que le subían el ánimo incluso en los peores momentos. Pero, en su lugar, tenía los abrazos de Caleb, que intentaba ser un buen amigo y un buen hermano por igual al acompañarla a ella y a Rubí en la sala de espera. Todos esperaban a Cloe por noticias, estaban angustiados porque ya había tardado demasiado.
—Tranquilas, ya verán como todo estará bien —aseguró el cantante, intentando animarlas —. Seguro no es tan grave como piensan.
—¿Entonces por qué la tía Cloe no aparece? —preguntó Rubí, realmente asustada —. Ella debería de estar aquí, diciendo lo que tú estás diciendo. Solo ella sabe si Cristal está realmente bien.
—No quiero ser pesimista, pero Rubí tiene razón —habló Gabe —. Cloe ya lleva mucho tiempo lejos, algo debe andar mal.
—Sh —lo calló Dalia, para luego señalar con su cabeza hacia las dos personas más angustiadas del lugar —. Que Eve y Cal no te escuchen decir algo como eso.
De más está decir que los padres de Cristal estaban angustiados, los nervios se le notaban de lejos. Calvin caminaba de un lado a otro en la sala de espera, seguido por Derek que intentaba calmarlo en vano. Luego estaba Eve, sentada en una de las sillas. Ella estaba muy pálida y callada a un nivel angustiante. Era tanto lo descolorida que se veía, que Lilian y Padme se sentaron a su lado y le proporcionaron aire con un par de revistas. Eso no funcionó, ella seguía en ese estado en el que parecía al borde de desmayarse.
Nadie entendió del todo lo que le pasó a Cristal. Por un segundo estaba en la pasarela y al otro en el suelo, fría como un témpano de hielo y pálida a nivel enfermizo ¿Sabes quién estaba pálida también? Silene. Ella estaba pálida, mareada y angustiada. Una muy mala combinación.
—Sile, ¿quieres algo de tomar? —le preguntó Sanne, al verla en ese estado —. Quizá algún dulce, tu azúcar debió haber bajado porque te ves demasiado pálida.
—Solo quiero saber si Cristal está bien.
Y quiero un abrazo del hombre que amo.
Pero, en ese momento, debía conformarse solo con saber cómo estaba Cristal.
Las plegarias de todas las personas en esa sala de espera fueron escuchadas pocos segundos después, cuando Cloe apareció con su bata de doctora en mano y una mirada no muy alentadora. Lo más impactante de su aparición fue ver su mejilla izquierda roja y su ojo hinchado. Alguien la había golpeado y no había sido sutil al hacerlo.
—¡Cloe! —el primero en acercarse a ella fue su esposo. Gabe tomó su rostro con cuidado y examinó la herida, preocupado —. Por Dios...¿Qué te ocurrió, mi amor?
—Estoy bien, esto no es nada —aseguró ella, intentando calmarlo a él y a todos.
Sus familiares comenzaron a reunirse a su alrededor. Cloe sabía que comenzarían a exigir respuestas que serían demasiado duras de afrontar.
—Clo-clo, ¿cómo está Cris? —preguntó Eve, poniéndose de pie al instante —. ¿Qué le ocurrió? ¿Por qué se desmayó? ¿Qué está sucediendo?
—Eve, cálmate. Debes respirar o tendré a dos Milestone ingresadas en el hospital, cosa que no quiero —dijo, tomando a su prima por los hombros —. Cris está estable, una de mis colegas la atendió hasta que despertó. Luego tuve que sedarla, estaba...alterada.
—¿Cristal te golpeó? —preguntó Brandon, quien estaba ahí junto a Malory.
Cloe asintió con la cabeza, fue inmediata la forma en la que todos se angustiaron. La Cristal que conocían jamás haría algo como eso, nunca le causaría daño a su familia ¿Qué tan alterada tuvo que estar para golpear a su tía?
—¿Podemos ir a verla? —preguntó Calvin, rodeando a Eve por sobre sus hombros —. Por favor, Cloe. Necesito ver a Cris.
—Yo también quiero verla —habló Silene, casi implorándole eso a Cloe —. Aunque sea solo un segundo, quiero comprobar que está bien.
—No creo que sea conveniente...—habló Cloe, haciendo una mueca con los labios.
—Cloe, por favor —le rogó Cal, con la voz entrecortada —. Necesito ver a mi hija.
Cloe suspiró. Había dado cientos de noticias desalentadoras a lo largo de su carrera como doctora, pero no tenía ni idea de como decirles algo tan duro a sus familiares. Ni su doctorado, ni su pasado, la prepararon para algo así. Observó a su prima, casi su hermana y luego pasó la mirada a Calvin, a quien también le guardaba un inmenso cariño. Les rompería el corazón a ambos, pero era algo que se debía decir.
—El problema es que ella no te va a reconocer, Cal —dijo, bajando la mirada —. Al menos no como su padre.
—¿A qué te refieres? —preguntó él, más asustado todavía —. Cloe, ¿por qué dices algo como eso?
—Porque te reconocería como el mejor amigo de su hermano. Cristal despertó sin reconocer su propio nombre y ahora dice ser...Silene.
—¿Qué? —preguntó la mencionada. Cloe elevó su mirada hacia ella.
—Cristal estaba delirando cuando despertó y creía ser tú. Se llamaba a sí misma Silene, princesa.
Silene quedó tan sorprendida ante esa información que le costó procesarla ¿Cristal creía ser ella? ¿Por qué? Llevó una mano hasta su pecho, su corazón latía con fuerza ante la angustia y el miedo. Cloe explicó como los delirios eran comunes tras estar un tiempo inconsciente, pero no pudo convencer a sus familiares de que eso era del todo normal. Cris despertó pensando que tenía otra identidad, la identidad de una persona cercana a ella.
¿Qué estaba sucediendo en la mente de Cris y por qué estaba conectada con Silene?
Sile se sintió débil por instantes y Caleb tuvo que sostenerla. Su debilidad ya no tenía nada que ver con su insulina, o sus malos hábitos. Ahora solo sentía una especie de bajón de ánimos haciéndola caer, y todo porque Cristal podía estar en peligro. Que se creyera ella, que pensara que era Sile, era angustiante. La misma princesa Osbone sabía todo el daño que era capaz de provocar, ¿y si Cris también hacía algo como eso por no recordar quien era en verdad?
Creyó que eso sería lo más preocupante, que después de esa noticia Cloe diría algo como: "tranquilos, se solucionará". Por eso, no puedes culparla ni a ella, ni al resto, por tensarse en el momento en el que vieron a la castaña con el golpe en su rostro colocándose su bata de doctora.
—Loquita, ¿por qué la bata? —preguntó Gabe, reconociendo cierta preocupación en el rostro de su esposa. Esa preocupación no era para nada buena.
—Decidí atender a un último paciente antes de mudarnos a Detroit —respondió ella, tras suspirar.
—¿A Cristal? —preguntó Malory. De inmediato, Cloe asintió.
—Cloe, tu especialización es en nutrición y desórdenes alimenticios —señaló Derek —. ¿Qué tienes que ver tú con el caso de Cris?
Entonces, ella soltó un suspiro tan profundo que fue como si con él hubiese dicho todo lo que en palabras aún no se atrevía a decir. Hubo silencio durante mucho tiempo, quizá demasiado. Aunque, no lo llamaría silencio del todo.
Ninguno de ellos estaba del todo callado en cuanto a pensamientos se refiere.
—No entiendo —soltó Eve, aunque la verdad era que no quería entender —. ¿Por qué atiendes a Cris? ¡Ella solo se desmayó!
—Los exámenes indicaban que su IMC era muy bajo, al igual que su índice de grasa corporal —explicó Cloe —. Podría sentarme por horas y explicarles como una doctora todo lo que está bajo en su sistema, pero ustedes son mi familia y prefiero hacer esto de modo que entiendan.
》 Cris está delgada, se desmayó porque no tiene fuerzas suficientes para mantenerse estable por su cuenta. Su estómago está prácticamente vacío y su garganta está desgarrada...
—Oh, por Dios...—Lilian cubrió su boca al instante, reconocía ese diagnóstico —. Cristal tiene bulimia.
Esa oración fue como una daga en el corazón de todos, una noticia hecha para destruir y no dejar nada más que dolor a su paso.
—No —se negó Eve, mirando a Lilian —. ¡No digas eso! ¡¿Cómo puedes pensar algo así, Lilian?! ¡Cristal no es bulimica!
—En realidad, creo que tiene anorexia purgativa —señaló Cloe —. Está muy delgada para tener solo bulimia.
—¡No! ¡No puede ser! Me están mintiendo, mi hija no puede tener...¡No! ¡Simplemente no! ¡Repite esos exámenes, Cloe!
—Eve...—Padme intentó detenerla, pero Eve tenía sus ojos repletos de lágrimas y se acercó a Cloe con desesperación.
—¡Repite esos exámenes! Estamos hablando de mi Cris, ¡mi dulce Cris! Ella no puede estar pasando por eso, no puede.
—Quisiera que no fuera así, Eve —aseguró Cloe, tomando a su prima por los hombros —, pero ella misma me lo confirmó entre sus delirios. Contaba calorías y admitió que se haría vomitar si no le quitaba las vías de suero. Lo siento, pero Cris si está pasando por eso.
—No, no. No te creo.
Los hechos decían lo contrario, pero Eve no lo podía creer. Su hija, su niña animada y cariñosa, la que amaba como nadie...¿sumergida en ese mundo tan oscuro que Eve conocía de antemano? No lo quería creer, aún cuando los ojos cristalizados de Cloe se veían sinceros. Ella no le estaban mintiendo, pero no le estaba diciendo una verdad que quería escuchar.
—Eve...—ella volteó al escuchar la voz de Cal. Él tenía sus ojos igual de húmedos y su voz se escuchaba ronca, como si intentara luchar contra un nudo enorme en su garganta. Llevó su mirada hasta la de ella, ambos se veían igual de dolidos —. ¿Cuándo fue la última vez que Cris desayunó con nosotros?
Y parecía una pregunta tonta, pero logró sacarle un suspiro y más lágrimas a Eve. No recordaba esa vez.
—¿Cuándo fue la última vez que la vimos almorzar, o cenar? ¿Cuándo comimos junto a ella por última vez? —preguntó él, su voz fallando cada vez más —. Fue hace meses, Eve. No lo había notado, pero ella siempre puso excusas.
—La ropa holgada, el ejercicio, la actitud evasiva —pensó Eve, en voz alta —. Buscó formas de que no viéramos que estaba distinta, al menos no de esa manera.
—Todo pasó frente a nosotros y no lo vimos.
—No lo vimos...
Ellos, que ya habían visto antes a personas consumirse en trastornos alimenticios, no notaron que la persona más importante de sus vidas cayó en uno. Sentían una mezcla de miedo y culpa, algo tan grande que no sé describirlo con exactitud. Eve sollozó al instante y Calvin la atajó en sus brazos, sin poder controlar tampoco las lágrimas que brotaron por sus ojos verdes.
Estaban viajando al pasado más de quince años atrás, cuando pelearon junto a dos de las personas más importantes de sus vidas para combatir justo eso. Ahora todo se estaba repitiendo, era un deja vú aterrador que podía llevarse consigo a su hija, la gema preciosa más importante que tenían.
—La gente que cae en estos trastornos suele esconderlo —habló Cloe, limpiando una lágrima que cayó sin permiso de su ojo —. No lo habrían notado porque ella no quería que la descubrieran.
—¿Por qué lo hizo? —preguntó Rubí, con la voz quebrada —. Ella estaba bien. Digo, molesta e irritable, pero se suponía que estaba bien de salud ¿Por qué se hizo esto?
—No lo sé, es difícil explicarlo con exactitud. A veces, ni siquiera hay una razón —Cloe se encogió de hombros, pero luego pensó bien en Cristal sacudiéndose mientras la sedaban —. Aunque, en sus delirios, repetía una y otra vez que debía ser perfecta solo por ser Silene. Gritaba que debía deshacerse de todo, que nadie podía quitarle su perfección...
—¿Dijo que debía deshacerse de todo? —preguntó Silene.
—Sí. Contaba calorías y decía que, si ingería más, debería deshacerse de ellas. Estaba segura de que era lo que debía hacer.
—Oh, joder...
Entonces, Silene lo entendió todo. Supo porqué Cristal estaba en ese hospital, porqué se había desmayado y porqué tenía que lidiar con algo tan fuerte como un trastorno alimenticio. De tanto presumir que tenía espinas, las clavó en las manos de la persona que menos lo merecía.
Cristal estaba ahí por su culpa, porque jamás notó que la influencia que ejerció sobre ella se le fue de las manos.
Ella soltó un jadeo y llevó sus manos hasta su cabello, frustrada ¿Por qué le había dicho eso? ¿Por qué no se dio cuenta antes de que Cristal necesitaba ayuda real? Silene vivía convenciéndose a sí misma de que era buena persona, pero solo causaba daños que no quería causar. Entonces, ¿era realmente buena, o era tan mala como otras personas decían?
—¿Silene? —le preguntó su hermano, acercándose a ella con preocupación —. ¿Qué ocurre?
—Yo le dije que lo hiciera —soltó en un hilo de voz —. Yo le dije que si quería deshacerse de algo, debía deshacerse de ello por su cuenta.
—¿Tú hiciste qué cosa? —cuestionó Eve, ahora enfocada en Silene. Ella la observó, se veía demasiado triste.
Y ella era la responsable de eso.
—Cristal me llamó una noche. Estaba desesperada porque había comido y no sabía qué hacer —confesó Silene —. Yo estaba enfocada en otra cosa, alcancé a escuchar algo sobre calorías, pero no sabía muy bien de qué estaba hablando. Luego, habló sobre deshacerse de algo y que debía ayudarla. Yo estaba mal con todo lo de Adam y entonces le grité que se deshiciera de eso por su cuenta.
—Ay, no...—soltó Lilian, negando con la cabeza. Ese pudo ser el detonante de todo, una simple conversación.
—¡Yo no tenía idea de que haría esto! ¡No sabía que se haría vomitar! Debes creerme, Eve. Yo no esperaba que se hiciera daño, o que quisiera ser igual a mi. No pensé al hablar, no creí que la lastimaría. Lo siento, lo siento.
Por un tiempo, Eve no respondió. Procesar esas palabras le costó, pero una vez lo hizo se llenó de una furia que la superaba. Su rubor de llanto se convirtió en uno de molestia y, si Calvin no hubiese sido lo suficientemente rápido para sujetarla por la cintura, la princesa Osbone habría terminado con el rostro morado.
—¡¿Cómo pudiste, Silene?! —le gritó, sacudiéndose en los brazos de Calvin —. ¡Ella te admiraba, quería seguir tus pasos y tu solo la intoxicaste con tus palabras! Al principio no me importaban tus discursitos sobre la perfección, eran inofensivos ¡Pero debí saber que la terminarías lastimándola!
—No quería hacerlo —repitió Silene, llorando —. No creí que Cristal se perdería a sí misma de ese modo...
—¡Toda está mierda es tu culpa! ¡Mi hija está así por ti, porque eres el peor ejemplo que puede existir!
—Eve, ella no...—Derek intentó calmarla, ella se sacudió más fuerte.
—¡No la defiendas! Casi destruye tu matrimonio y aún la defiendes ¡Ahora se trata de mi hija, Derek! No me importa que sea tu hermana, ¡la quiero lejos de mi familia!
—Lo lamento —sollozó Silene.
—¡Y lo lamentarás mucho más! ¡Suéltame, Calvin! ¡Déjame en paz!
—Derek, sácala de aquí —le ordenó Calvin, sin poder mirar a la hermana de su mejor amigo.
—Pero...
—¡Que la saques, Derek! Aléjala de aquí o soltaré a Eve para que en serio la golpeé y la saque a su manera. Yo tampoco la quiero cerca de mi familia en este momento.
Derek jamás había visto a sus amigos tan enojados, y eso que los conocía desde hacía años y había visto todas sus facetas. En ese momento, estaban conociendo un tipo de enojo nuevo. Ambos quisieron a Silene y la cuidaron por años, pero sus palabras habían lastimado a la persona que más amaban. Ya no podían tenerla enfrente, al menos no en ese momento. Sabían que no toda la culpa era de Sile, pero su influencia fue la que terminó por marchitar a Cristal.
Por eso querían alejarla de su vida de una vez por todas.
Al ver que Derek no reaccionaba, Lilian tomó a Silene por la muñeca y la arrastró lejos de la sala de espera. Pasaron segundos para que Derek las siguiera y así los tres dejaron atrás a sus familiares para evitar una gran pelea. Sile lloraba mientras caminaba, sintiéndose más débil que nunca. Llegó un punto en el que Lilian se detuvo, ni siquiera fuera del hospital pudo dejar de llorar.
—¡¿En qué estabas pensando, Silene?! —habló su hermano —. Joder, lo que le hiciste a Cristal no tiene nombre. Ella te ve como un ejemplo a seguir...
—Nunca pedí ser su ejemplo —sollozó Silene —. No quería que me imitara, solo quería que fuera mejor que yo. No creí que seguiría mis palabras como si fueran órdenes, en la llamada ni siquiera sabía qué ocurría y antes de eso yo solo le di consejos...
—¡Y mira a donde la llevaron esos consejos! ¡Está en cuidado intensivo en un hospital, Silene!
Dolía saber que tenía la culpa, que sus consejos empujaron a Cristal a un abismo de salida estrecha. Siguió llorando y perdiendo fuerzas hasta que sintió un par de brazos rodearla. Habría deseado que fueran de Adam, pero se conformó con los pequeños bracitos de Lilian.
—No quería hacerle esto, Lilian —dijo, devolviéndole el abrazo.
—Lo sabemos —habló ella, acariciando su espalda —. Tú jamás le harías daño a Cristal a propósito.
—No medí el impacto de mis palabras...
—¿Acaso alguien lo mide?
Lilian se separó un poco del abrazo y acunó el rostro de Silene entre sus manos. Limpió las lágrimas que brotaban de sus ojos y se escurrían por sus mejillas, había olvidado lo delicada que podía ser Lilian a la hora de consolar a alguien. Vio una ligera sonrisa surgir de sus labios pequeños, fue extraño no sentirse juzgada cuando tenían todo el derecho de odiarla.
—¿Por qué siempre hago daño? —le preguntó, con un hilo de voz.
—Eso no es verdad —habló Lilian —. No siempre haces daño.
—Pero lo hago.
—Todos hacemos un poco de daño, princesa. Somos expertos lastimando a otros y a nosotros mismos.
Silene no pudo estar más de acuerdo con eso. Ella era experta en el harte de abrir heridas.
—¿Qué va a pasar con Cris? —le preguntó a Lilian.
—Supongo que Cloe la atenderá hasta que esté mejor. Luego, deberá sanar heridas que no se pueden curar en un hospital. Lo mejor es que la dejemos sanar, ¿si?
Ella asintió con la cabeza, sintiéndose entre perdida y asustada. Encontró la mirada café de su hermano, quien ya no estaba tan alterado como minutos atrás. Derek suspiró, se acercó hasta ella y besó su frente con cariño.
—Todo tiene solución, princesa —aseguró él —. Ahora vamos a casa, luego vendré a ver a Cris.
Ella se dejó guiar por su hermano y Lilian lejos del hospital, sintiéndose cada vez peor consigo misma. Había hecho tanto daño que ahora sus espinas estaban cubiertas de sangre. Algunas de ellas habían abierto sus propias heridas y estas dolían mucho más que todo su malestar.
Ahora que lo pienso, quizá debí hacerle otra pregunta a las rosas. Jamás debí preguntarles qué es la perfección, no creo que ellas lo sepan. En su lugar, debí preguntarles qué se siente que todos quieran ser como ellas.
Debe sentirse...como mil espinas clavadas en tu piel.
Me disculpo por todo el daño emocional que pudo causar este capítulo. Saben que los quiero ♥️
La verdad, de lo único que es culpable Silene es no haberse dado cuenta de que Cristal la estaba interpretando cada vez que le hablaba. Si admito que los primeros consejos de la princesa eran terribles en todos los sentidos, pero en aquel entonces ella estaba muy aferrada a una armadura que ya vimos que se le cayó. Ahora en verdad está sufriendo por esto y solo les puedo decir que vendrán cosas rudas para estos dos personajes.
A veces podemos ser la peor influencia para otra persona y ni siquiera nos damos cuenta de ello :(
En fin, para que no me odien por este capítulo tan fuerte, les dejaré pequeños adelantos:
—¿Sabes que eres la persona que más conozco en el mundo, verdad?
...
—Yo quería sentirme segura, tener la garantía de que todo en mi vida saldría bien.
...
—Entonces, hagamos esto juntas. Te voy a ayudar a superar esto, Cris.
...
Bueno, eso es todo. Nos vemos pronto❤
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