Capítulo 49

Capítulo 49:
El secreto de Aviv y Sanne
25 de julio

7:25 pm.

Me gustan los personajes secundarios porque siempre esconden las historias más interesantes. A veces los protagonistas están sobrevalorados, se ven demasiado perfectos a los ojos del lectores ¿Pero los secundarios? Ellos se ven tan auténticos como una persona de la vida real.

Y, como toda persona de carne y hueso, son capaces de guardar secretos por mucho tiempo...

—¡¿Pero qué carajo?! —Aviv y Sanne escucharon la voz de Cloe en medio de aquel beso tan necesario. No te voy a pedir que adivines si ese fue el primer beso que se dieron, mejor te lo digo:

No era ni el primer, ni el último beso que ellos habían compartido.

Separaron sus labios al poco tiempo, ambos sonreían. No te puedo explicar lo que sentían en ese momento, era una mezcla de emoción y nervios. Sanne pegó su frente con la de Aviv y suspiró. Si algo había aprendido de quererlo era que debía tener fe, ser paciente y esperar a que todo saliera bien.

Todo debía salir bien.

—¿Qué pasó con ser sutiles al decirles? —preguntó Aviv. Ella abrió sus ojos y lo miró con diversión.

—Recordé que la sutileza es aburrida —respondió ella. Luego, bajó un poco su voz —. Eso y que no me aguanté. No puedo creer que finalmente suceda, Avi.

—Lo sé, yo tampoco —él tanteó hasta dar con su mejilla y la acarició con cariño —. Gracias por ayudarme con todo esto, gracias por siempre estar a mi lado.

—Lo haría un millón de veces más, cariño.

—Emm...Es momento de que expliquen qué está sucediendo aquí —los interrumpió Rubí, tan sorprendida como el resto.

—Es solo el universo lanzándome otro rayo —soltó Adam, volviendo a mirar al cielo —. ¡¿Harás que todos ellos se besen frente a mi hoy, o qué?!

Sin comprender muy bien lo que quería decir Adam, Aviv y Sanne se separaron. Ella tomó su mano y ambos encararon a sus sobrinos, aún cuando solo uno de ellos los podía ver. Caleb y Rubí estaban en una especie de shock, el resto no estaba muy lejos de ellos. Habían bromeado con sus tíos sobre lo loco que seria si estuvieran juntos, pero ahora los veían y era...era...

Bueno, era completamente diferente a lo que habían esperado.

—¿Ustedes...están saliendo? —preguntó Caleb, a lo que ambos asintieron —. ¿Cuándo...? ¿Cómo carajo sucedio esto?

—¿Por qué nos lo ocultaron? —cuestionó Rubí.

—A ver, en teoría, no se los ocultamos —señaló Aviv —. Ustedes solo no preguntaron, pero jamás les negamos que saliamos, o que nos gustabamos.

—¡¿Y por qué no le contaste a tu hermana, Avi?! —se quejó Padme.

—Sí lo hice. Tu me preguntaste si saldría con la mejor amiga de mi ex, ¿recuerdas lo que te respondí?

Padme arrugó su nariz respingona, pensando en si Aviv en serio le había contado algo o no. Tardó unos segundos en recordar aquella conversación que tuvieron cuando ella le confesó sus sentimientos por Calvin. De inmediato, abrió su boca ante la sorpresa. Su hermano si le había dicho que saldría con Sanne.

—Me dijiste que, si la chica era linda, lista y divertida, saldrías con ella —trajo de vuelta esa conversación de hace meses. Aviv sonrió.

—Para ese momento, no estaba saliendo con Sanne, pero ella me gustaba y lo sabia —habló Aviv —. Solo fui lento para darme la oportunidad de entrar en una relación y tú lenta para adivinar de qué chica estaba hablando. Efectivamente, terminé saliendo con alguien linda, lista, divertida y es la mejor amiga de mi ex.

—Tal parece que soy la chica linda, lista y divertida —se señaló Sanne.

—¡Y yo la ex! —exclamó Cloe, para luego colocarse frente a ellos. Colocó sus manos en sus caderas y miró a Sanne con reproche —. ¡¿Cómo no nos dijiste, Sanne Coleman?! ¡¿Qué pasó con que las margaritas se cuentan todo?! ¡Traición!

—Cálmate, Clo —le dijo ella, colocando sus manos en sus hombros —. Si se los dije.

—¿En serio? A ver, ¿cuándo? —soltó Lilian, colocándose del lado de Cloe —. Porque, si no lo notaste, esto nos tomó por sorpresa a unos cuantos.

Sanne soltó una pequeña carcajada y observó a sus amigas con diversión. Ambas notaron en ella un alegría que no habían visto en años. Sus mejillas estaban sonrojadas, sus ojos brillaban con emoción. Querían estar felices por ella, pero primero la regañarían por callarlo.

—El día después del incidente de Caleb las cuatro nos reunimos y Cloe volvió a sugerir conseguirme novio porque le daba lástima verme soltera. Como siempre, me negué —les recordó ella —. Ese día, más tarde, fue que algo comenzó entre Avi y yo. Las llamé esa noche, ¿recuerdan lo que les dije?

—Que ya no dabas lástima y luego colgaste —soltó Lilian.

Sanne sonrió, esperando que sus amigas comenzaran a comprender. Lejos de eso, Cloe la sacudió.

—¡¿Y tú crees que yo recordé la conversación de esa tarde a las tres de la mañana?! —exclamó  —. ¡Tengo dos hijos hiperactivos, no tengo tiempo para adivinanzas!

—Ninguna de nosotras lo iba a saber solo con eso, Sanne —le reclamó Lilian—. Tenías que ser más específica.

—Pero si Dalia lo entendió.

Como acto reflejo, los ojos de todos viajaron a la pelirroja. Ella y Donovan sonrieron entre divertidos y satisfechos ante la confesión de la pareja. Llevaban tiempo conscientes de lo que ocurría entre ellos dos, pero no habían dicho nada por el simple hecho de que quisieron ver qué tan lejos llegaría su "jueguito de adivinanzas".

—Me llamó cinco minutos después y básicamente dijo: así que Aviv dejó de hacerte esperar, que bueno —sonrió Sanne —. Al día siguiente, Don se acercó a mi en el gimnasio.

—Yo solo le pregunté qué sucedía entre Aviv y ella —él se encogió de hombros —. Y me contó todo.

—No estaba escondiendo nada, solo que no fueron directos al preguntar. Dalia y Donovan lo fueron, así que lo sabían.

—¿Y no dijeron nada? —preguntó Gabe.

—Ellos se los dijeron varias veces a ustedes —señaló Dalia —. Jamás negaron que tenían algo y se abrazaban justo frente a sus ojos. Incluso reían como dos niños enamorados, no se besaban porque Lavanda y los huracanes siempre estaban cerca. Ahora no están y los terremotos entienden mejor esta clase de afecto.

—Te lo repito: tengo dos niños revoltosos, Lilian tiene tres y a Derek ¡¿Crees que estábamos pendientes de eso?! —exclamó Cloe. Luego, miró a Sanne y a Aviv —. Los amo, estoy feliz por ustedes, ¡pero aprendan a ser directos!

—Creo que fueron directos, loquita —habló Gabe —. Digo, nos dieron una demostración bastante clara de que están saliendo hace unos minutos.

—¡¿De qué lado estás?! ¡¿Del de ellos, o del de la persona que te puede dejar durmiendo en el sofá si se molesta?!

—Oigan, ahora que lo pienso, si debieron ser directos —se retractó Gabe —. A la próxima, escríbanlo en letreros y hagan un anuncio. Quedan advertidos.

Ambos rieron, divertidos ante la reacción de Cloe. Rubí y Caleb seguían sin decir palabra, sin saber exactamente cómo reaccionar ante esa noticia. Sanne les sonrió de lado y volvió a tomar la mano de Aviv. Eso explicaba lo felices que se habían visto las últimas semanas, así como todo el tiempo que habían pasado juntos ¿Por qué no lo adivinaron antes?

Porque nadie le presta mucha atención a los personajes secundarios. 

—¿Están bien con esto? —les preguntó Sanne.

—Em...—Caleb pasó una mano por su cabello y observó a su hermanita. Ambos se veían igual de sorprendidos, pero terminaron por sonreír —. ¿Ustedes son felices?

—¿Necesitas preguntar eso? —cuestionó Aviv, alzando sus cejas —. Por Dios, solo mírame. No había sonreído tanto en años ¿Qué si soy feliz? Sobrino, feliz se me queda corto.

—¡Pero qué cursi! —bramó Rubí, con una carcajada —. ¿Cómo haré para vivir en la misma casa que ustedes dos enamorados y Caleb babeando por Elise? Demasiada azúcar ¿Alguien quiere adoptarme y salvarme de esto?

—Preciosa, salimos por un mes y ustedes ni pendientes —soltó Sanne, divertida —. Yo creo que estarás bien.

—Si ustedes son felices, lo estaré. Esto es inesperado, pero no nos molesta. Merecen ser cursis enamorados, o lo que sea.

—Sí, solo sean más comunicativos en el futuro —habló Caleb —. Tal parece que somos malos en las adivinanzas.

—Entonces, debemos ser más claros con la otra noticia —sugirió Aviv, a lo que Sanne asintió.

—¡¿Hay más?! —preguntó Cloe.

—Sí. De hecho, lo que sigue si era un secreto, pero ya no tiene sentido ocultarlo.

—Oh, maldición —soltó Gabe, quien miró a Sanne con sus ojos verdes bien abiertos —. ¿Estás embarazada, Sanne?

—¡No! —exclamó la morena, rodando sus ojos —. ¿Cuál es tu problema, Gabe? ¿Acaso esa es tu respuesta para todo?

—Si soy honesto, yo también lo supuse —habló Adam —. Pero eso ya seria el colmo. El cegatón enamoró a mi crush de la adolescencia, lloraría si me enterara que también la embarazó.

—No estoy embarazada —soltó la mano de Aviv y dejo un beso en su mejilla antes de comenzar a alejarse —. Buscaré la órden médica, ya que estas personas quieren que seamos directos.

—Buena idea, cariño.

Sanne se dio la vuelta y fue hacia el interior de la casa. Durante esos minutos, todos estuvieron sobre Aviv preguntando qué estaba ocurriendo. Él no dijo palabra, prefirió esperar a que Sanne llegara. Ella lo hizo, ahora con una carpeta amarilla entre sus manos que extendió hacia sus sobrinos.

—Lean —les ordenó, apoyándose en la mesa de billar —. Ese era el secreto de Aviv.

Ambos Carlton se enfocaron en la carpeta, entre confundidos y asustados ante lo que podría ser. Caleb la abrió y, de inmediato, los dos comenzaron a leer su contenido. Al principio, todo fue confuso, tanto que el resto los vio fruncir el entrecejo al mismo tiempo. Sin embargo, al llegar al final, a las líneas justo arriba del sello médico, solo pudieron mirar a Aviv y Sanne con sorpresa.

—¿Qué dice? —cuestionó Derek.

Aviv sonreía, esperando escuchar a sus sobrinos hablar. Tardó mucho en conseguir lo que estaba dentro de esa carpeta, fue un proceso duro en el que dudó más de una vez. De no haber sido por el apoyo de Sanne, quien le recordó una y otra vez porqué tomó la decisión que tomó, probablemente se habría retractado. Ahora que todo era una realidad, estaba más emocionado que asustado.

Solo esperaba que sus sobrinos se sintieran igual.

—Es una orden médica —habló Caleb, mirando únicamente a Aviv —. Para una operación...

—De la vista —completó Rubí —. ¿Vas a ver?

—Bueno, eso si todo sale bien —alegó Aviv —. Pero digamos que sí, intentaré recuperar mi vista.

La gran mayoría ahí había conocido a Aviv con su ceguera incluida, pues perdió la vista cuando solo tenía un año. Ni siquiera su hermana podía recordar bien la época en la que él no usó bastón o un perro guía para ubicarse, el no ver se convirtió en el centro de la vida de Avi. Es por ello que causaba tanto impacto saber que quería ver de nuevo, dejar a un lado el mundo al que estaba acostumbrado para adentrarse en uno nuevo. 

Honestamente, incluso él se sorprendía un poco de haber encontrado la valentía para dar ese paso. Estuvo años rechazando operarse, pero algo ese año hizo que cambiara de opinión. Fue así como comenzó un proceso sumamente estresante y complicado, uno en el que incluyó a Sanne incluso cuando al principio ella estaba aterrada de las posibles consecuencias de la operación. Fueron con un especialista, encontraron obstáculos como descubrir que su ceguera era algo genético y no por un accidente, como él creyó. Diversas pruebas, resultados desalentadores y alentadores por igual, miedo, angustia y emoción todo en uno. Hasta que por fin encontró el tratamiento indicado y estaba dispuesto a someterse a él.

Solo esperaba que su familia estuviera dispuesta a aceptarlo.

Padme se acercó hasta los Carlton y les quitó la carpeta, queriendo leer eso por su cuenta. Buscó la mirada de Sanne, quien le dedicó una leve sonrisa al ver que estaba sorprendida porque todo eso estuviera sucediendo. Luego, observó a su hermano. No podía creer que hubiese tomado esa decisión. Estaba tan impactada que no sabía si estar emocionada, o angustiada. Aviv entraría a un quirófano pronto y no tenia idea de que tan complicada era esa operación.

—Avi, esto es...—soltó Padme, entre una larga respiración —. Mierda, esto es grande, hermano. Yo...Yo creí que tú no querías...

—Que no quería ver —completó Aviv —. Sí, bueno, yo creí lo mismo. Solo que las cosas han cambiado un poco ahora.

—¿Cómo es que de repente tienes hasta fecha para la operación? ¿Cuándo hiciste todo esto?

—Llevamos meses buscando especialistas y tratamientos —respondió Sanne por él —. No lo hizo solo, estuve ahí en cada paso asegurándome de que todo fuera seguro. No fue fácil, pero dimos con las personas correctas y por eso a tu hermano lo operarán el tres de agosto.

Todo sonaba definitivo, real. No era que no pudieran sentirse felices por el anuncio, era que jamás esperaron algo así y no sabían como actuar. Rubí se acercó un poco hasta Aviv, sintiendo un nudo en la garganta que no sabía descifrar. Era extraño no saber si estaba asustada o feliz. Quería oír lo que Avi tenía para decir sobre todo eso.

—¿Quieres explicarnos todo esto un poco mejor, por favor? —preguntó ella, abrazándose a sí misma —. La operación, tu decisión...Todo. Quiero saberlo todo.

Aviv sonrió de lado y extendió su mano para que ella la tomara. Eso hizo, sintió un poco más de calma.

—No soy ciego de nacimiento, lo que hace a mi ceguera un poco más...fácil de tratar —explicó él, hablándole a Rubí pero esperando que todos lo escucharán —. Cuando tenía tu edad, mis hermanas consiguieron una operación que podría devolverme la vista. La rechacé. Años después, una persona muy importante para mí la volvió a encontrar y me sugirió probarla. La rechacé de nuevo, no estaba listo para ver. Aún así, a ella le prometí que un día estaría listo y, entonces, intentaría hacer lo posible por ver. Tal parece que llegó ese día.

—¿Qué cambió? —preguntó su sobrina.

—Ah, seguro  que es porque ahora tiene a una morena a su lado que se muere por ver —bromeó Adam, intentando aligerar el asunto —. Alerta spoiler: tu novia está buena, cegatón. 

—No es spoiler algo que ya sé, genio —soltó Aviv, frunciendo el entrecejo —. No tengo que ver para saber eso.

—Halagador, pero yo no tuve nada que ver en esta decisión —habló Sanne —. Como siempre, yo solo fui apoyo moral.

—¿Entonces, qué fue? —preguntó Caleb, acercándose hasta quedar junto a su hermana.

—Sí, hablen. No sé si estar nerviosa o contenta y eso me asusta —dijo Rubí —. ¿Por qué quieres ver ahora, Avi? 

La sonrisa de Aviv se extendió y le dió un apretón cariñoso a la mano de Rubí antes de soltarla. Si no era por Sanne, ¿entonces por qué deseaba ver? ¿Cuál era el cambio que lo empujó a buscar especialistas por meses?

—Fue por ustedes, sobrinos —confesó él, consiguiendo que ambos se sorprendieran aún más —. Cuando dijiste hace un tiempo que cantarías en el escenario junto a Leb me hiciste tan feliz, Rubí. No creas que fue porque pensé que estabas dejando atrás un miedo, sé que solo lo combatirás cuando estés bajo los reflectores esa noche. Tengo fe de que lo vencerás. Lo cierto es que estoy orgulloso de tu valentía, enana. Estoy muy orgulloso de ambos...

》 Así que no me emocioné ese día porque creyera que estabas dando un paso que aún no has dado, Rubí. Me emocioné porque los escucharía cantar juntos una vez más, porque dos personas que son lo más cercano a unos hijos para mí subirán a un escenario a demostrarle al mundo lo que yo siempre he sabido: que son unas estrellas. Y, en ese momento, quise tanto saber como se ven sus sonrisas. Quiero verlos, niños. 

Y fue así como los nudos habitando en las gargantas de ambos Carlton se hicieron más fuertes, como poco a poco sus ojos se fueron cristalizando y los latidos de sus corazones acelerándose. Rubí y Caleb intercambiaron miradas, dándose cuenta de que ambos estaban igual de conmovidos ante esa confesión.

Esa podía ser una de las decisiones más  importantes en la vida de Aviv y él la estaba tomando por ellos. Por sus sobrinos.

—Y quiero tanto ver al resto de mi familia —continuó Aviv, la emoción desbordando de su voz —. Antes no lo sentía necesario y aún hoy sé que puedo pasar toda una vida viendo sombras y estaría bien, pero ahora en serio quiero probar lo que se siente conocerlos más allá de sus voces. Quiero verte, Pad; a ti y al resto de mis molestas hermanas que me enseñaron a amar como lo hago. Quiero reconocer a papá, ver la sonrisa de mamá. Ahora que esto es una posibilidad, me doy cuenta de que en serio quiero hacerlo.

》Quiero ver a mi ex, a las margaritas que se volvieron mis amigas. Quiero ver a mis amigos con los que juego billar aunque salga mal, o con los que simplemente converso a diario. Quiero conocer a la publicista que se comunica conmigo golpeando las paredes cercanas, e incluso conocer a ese imbécil que me llama cegatón y se cree muy gracioso...

—¡Ese soy yo! —exclamó Adam, por primera vez ignorando su dolor esa noche para mostrarse conmovido por las palabras de Aviv.

—Lo sabemos, bestia —soltó Gabe, rodando sus ojos —. Lo sabemos.

—Pero, más importante, quiero ver a la familia que me ha dado la vida —siguió Aviv —. Caleb, Rubí, saben que soy más que un simple representante, o al menos yo me siento así. Quiero verlos brillar juntos, no solo escucharlos.

—Oh, mierda, mierda...—soltó Rubí, cubriendo su rostro al instante.

Ella sentía que de sus ojos pronto saldría un torrente de lágrimas que no podría controlar. Él, la persona que había visto todos sus defectos aún estando ciegos, quería ahora recuperar la vista por ella y su hermano. Era demasiado para aguantar, mucho para procesar. Esas lágrimas que contenía sabían a alegría, pero sabía que si las derramaba no podría parar.

—Yo no puedo llorar ¡Joder, no puedo! —soltó Rubí, sorbiendo su nariz —. Se supone que soy inmune a esto...Tiene que ser alergia ¡Es alergia!

—¿No eras alérgica a los abrazos? —preguntó Lid. Ella estaba al fondo junto con sus amigos.

—A los sentimientos, soy alérgica a los sentimientos...¡Y mierda, Aviv! ¡Me esta dando un ataque alérgico por tu culpa! Jamás he sentido que te ha faltado nada, sé que tu tampoco porque incluso sin tu vista te adaptas al mundo mejor de lo que lo hacemos los que tenemos cinco sentidos.

》Pero, el que quieras tomar este paso solo para vernos cantar...me halaga y me hace tan feliz. No eres un representante, eres mi tio, mi familia, y existe la posibilidad de que puedas ver todo lo que te hemos descrito en canciones hasta hoy. Es que...¡¿cómo no tendría alergía?!

—Yo si voy a decir que estoy al borde de perder las lágrimas, no es alergia —habló Caleb —. Mi hermana lo dijo, eres familia y creo que ninguno de los dos encontrará alguna vez palabras que describan lo felices que estamos de escuchar esto.

—Nada que no se pueda poner en una buena canción—aseguró Aviv —. Luego de la operación, trabajaremos en eso.

—Seguro amaré escuchar esa canción —dijo Sanne.

—Les permito un abrazo —sentenció Rubí —. Un abrazo antes de que me salgan ronchas, ¿escucharon?

Caleb no lo pensó dos veces y la arrastró hasta sus brazos para luego rodear a sus dos tíos más cercanos en un fuerte abrazo. A veces, los personajes secundarios provocan la clase de alegría inesperada capaz de calmar las tormentas de los otros personajes. Eve y Calvin sonreían ante la imagen de su amigo con su familia, sintiéndo cierta nostalgia al pensar que así solían verse ellos con Cristal.

Pero no todo estaba perdido, todavía podían volver a ser así.

Adam, por otro lado, sintió los brazos de Elise rodear su torso una vez más. Le sonrió a su prima cuando esta lo observó. Ambos pensaban en lo felices que debían estar ahora esas cuatro personas y, como la felicidad es contagiosa, terminaron igual de contentos. Es más, creo que todos estaban sumamente alegres en ese momento.

Sí, eso es lo bueno de los personajes secundarios. Sin embargo, un libro no seria un libro si te hablara solo de ellos, ¿no es así?

...

9:03 pm

Le dolía la garganta, pero no podía parar.

Había descubierta satisfacción en eso de arrodillarse frente al retrete y vomitar todo lo que había comido en el día, hasta quedar tan vacía que dolía. No era gratificante en el sentido de que sentía alivio al hacerlo. Más bien era satisfactorio en el sentido de que se sentía necesario pasar por ese momento tan humillante. Desde la primera vez que llevó sus dedos hasta la parte más profunda de su garganta, supo que no podría detenerse.

Y ahora comía menos, pero vomitaba más.

Bajó el contenido del retrete sin mirarlo, pues le parecía asqueroso. Todo lo que estaba haciendo era realmente asqueroso, pero no podía parar. Se puso de pie y fue hasta el lavabo. Limpió sus manos, su boca, pero cometió el error de encontrar sus ojos en el cristal frente a ella ¿Cuándo había comenzado a llorar? ¿Por qué ya ni siquiera sentía las lágrimas?

Silene le había dicho que se deshiciera de todo, ¿pero cómo se deshacia de lo que tenía en frente? Su reflejo era tan...deprimente. Mejillas que comenzaban a hundirse empapadas en lágrimas rebeldes, piel del color de una pálida pared, ojos hinchados y su cabello...su cabello estaba descuidado y cubierto de vómito en las puntas. Le daba tanto asco verse, pero no podía dejar de hacerlo.

Intentaba buscarse en sí misma, pero no había nada en esos ojos entre azules y verdes. Nada.

Y, de repente, comenzó la desesperación. Empezó a halar de su cabello y a sollozar sin saber porqué lo hacía. Se sentía sola, pero no sabía como pedir ayuda...ni si debía pedir ayuda. Estaba tan sumergida en un mundo que desconocía, en unas acciones que no controlaba, que no tenía idea de qué hacer. Solo sabía que odiaba lo que tenía en frente.

Odiaba intentar y no ser perfecta.

En medio de un arranque de lo que parecía ser ira mezclada con tristeza, sus manos buscaron una tijera sin que su mente realmente se lo pidiera. Tanto esfuerzo para ser bonita, tantos intentos para verse ideal, y terminó por arruinarlo todo cortando bruscamente ese cabello naranja que se enredaba todo el tiempo. Los mechones caían al suelo y ella seguía cortando, seguía llorando. Quería pedir ayuda, ¿pero quien te puede ayudar cuando estás peleando contigo misma?

Sus manos empezaron a temblar y, entonces, se dio cuenta de que sus sollozos eran más fuertes de los que imaginó. Soltó la tijera de un golpe, viendo en el suelo cada hebra de color naranja que cortó. Elevó su vista al espejo una vez más y un pequeño grito se ahogó en su boca. Ahora si era realmente horrible, pues su largo cabello había quedado reducido en un corte disparejo que le llegaba más abajo de las orejas. Esa no era la Cris dulce que conocía, ni la rosa que esperaba ser.

Era alguien desconocida que se estaba convirtiendo en ella misma.

Salió del baño hasta su cuarto y se arrojó a su cama solo para seguir llorando. Así de mal se sentía con respecto a su imagen que ni siquiera notó lo grande que le quedaba su ropa, lo delgada que se veía en ese momento. Estaba muy cambiada, muy rota, y lo único que sabía era que debía deshacerse de todo lo malo.

Pero ya no sabía lo que estaba mal y bien.

—Cris, cariño —escuchó la voz de su madre luego de unos toques en la puerta. Estaba afuera de su habitación, pero Cris la sintió más lejos. Había alejado demasiado a sus padres —. Papi y yo llegamos...

Luego de aquella reunión familiar en casa de los Carlton, Eve y Calvin decidieron intentar escuchar a su amigo. Derek los había aguantado por mucho tiempo y quizá tenía razón sobre el hecho de que no habían actuado de forma correcta. Era hora de hablar con su hija sin gritos de por medio, hora de recuperar su familia.

—Escucha, gemita —continuó Eve —. Queremos hablar contigo. Sé que sigues molesta, pero podemos solucionarlo juntos.

—Eres nuestra hija, te amamos más de lo que jamás amaremos a otra persona —dijo Calvin —. Por favor, solucionemos esto. Mamá y yo te extrañamos.

Cristal estaba muy avergonzada de sí misma, de sus acciones. Sabía que no le diría algo a sus padres respecto a sus nuevos hábitos, no podía hacerlo. Sin embargo, en ese momento necesitaba con urgencia un abrazo. Seguiría sintiéndose sola, pero al menos alguien la sostendría por unos buenos minutos.

Extrañaba a sus padres, poder abrazarlos y estar con ellos sin que le gritaran. Ya se había olvidado del divorcio, no le importaba. Ella tan solo quería sentir que estaba en los viejos tiempos, aquellos en los que todo estuvo en orden. Nada volvería a ser igual, pero podía fingir que sí.

Por necesidad, podía pretender que nada se estaba derrumbando.

Así que se puso de pie, abrió la puerta y se lanzó a su padre en un abrazo con toda la velocidad que conservaba. Calvin quedó impactado ante ese repentino acto, pero la rodeó con sus brazos y, de repente, todo se sintió correcto. Hacía mucho tiempo que no tenía a su hija así, tan cerca. Era conmovedor volver a tomarla, volver a protegerla. Eve observó eso y llevó una mano a su pecho, entre sorprendida y conmocionada. Fueron semanas de gritos, pero olvidaron todo eso al verla llorar en el pecho de Cal.

—Finjamos que todo está bien —les pidió ella, sollozando —. Finjamos que es solo el inicio del verano y que somos los mismos de siempre, que nada ha cambiado.

—Cariño, ¿qué ocurre? —le preguntó Calvin, tomando sus mejillas para verla a la cara.

No lo culpes por no notar lo delgada que estaba su hija, era algo que a simple vista no se veía...no con esa ropa holgada.

—¿Qué pasó con tu cabello? —preguntó Eve, acariciando la cabeza de su hija.

—Lo...lo corté —admitió ella, bajando la mirada —. Sé que me veo fea, pero...

—Tú jamás, jamás, podrías verte fea —aseguró su papá, besando su frente —. ¿Por qué lo cortaste?

—No lo sé...

Eve y Calvin intercambiaron miradas preocupadas. No sabían que pasaba, pero sabía que algo no estaba del todo bien con ella ¿Tendría que ver con su divorcio, con los amigos de su hija, con la presión del desfile...? O quizá era una mezcla de todo.

Estaban viendo a su hija lidiar con monstruos, pero no sabían que esos monstruos llevaban el nombre de unos trastornos que ellos conocían muy bien.

—Por favor, olvidemos todo —pidió Cris, limpiando sus lágrimas con su camisa —. Veamos una película, finjamos estar bien hasta que lo estemos de verdad. Por favor, lo necesito.

—Esta bien, pero luego vamos a hablar —aseguró Eve, acercándose a ella y limpiando sus lágrimas —. Recuerda que nosotros dos siempre vamos a estar aquí para ti, gemita. Pase lo que pase, aquí estamos.

—Y puedes contarnos lo que sea —aseguró Cal —. Cometimos el error de no confesarte la verdad a tiempo, tú no sigas ese ejemplo ¿Bien?

Ella asintió con la cabeza, pero sabía que no les diría nada. No porque no quería, sino porque le daba vergüenza y miedo. Abrazó de nuevo a su papá y atrajo a su mamá para unirla a ese gesto. Por minutos, se sintió como la vieja Cris...Y eso no le trajo alivio.

Entonces notó que no podía volver a ser la de antes, ni la rosa que deseó ser en ese momento. A Cris le tocaba conformarse con ser una extraña, pero esa noche fingió que no le importaba. Abrazó a sus padres incluso al ver la película y se quedó dormida mucho antes de que esta acabara.

No, Cris no estaba guardando en secreto su caída; ella solo no sabía cómo gritar y pedir ayuda. Te dije que las flores no hacen ruido al caer...

Ella estaba marchitándose en silencio.

A todos los que lo adivinaron: gracias por no dejarme sorprenderlos, cracks 👍

JAJAJAJA bueno, no importa. Igual espero que el capítulo les gustara porque yo llevo esperando este momento desde Margaritas. Así es, desde ahí.

Un datito curioso es que a Sanne le gusta Aviv desde el primer libro, cuando lo conoció. Claro que al principio era solo un crush y luego tuvieron sus parejas por separado. Finalmente estan juntos y lo que les espera será lindo ❤

En el cap anterior se molestaron porque no les deje adelantos JAJAJA Así que aquí voy para que no me regañen esta vez:

—¿Cómo está Adam?

...

—¿Te mudarás?

...

—Estoy orgulloso de ti.

...

—¿Cómo está ella?

...

Y eso es todo. Chaíto, los amo ❤

Pd: me disculpo porque este capítulo es más que todo diálogos, pero no pude escribirlo de otra forma. Los personajes tenían mucho que decir y los deje hablar JAJAJA Espero que de igual manera les gustara. 

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