Capítulo 46

Capítulo 46:
Todo se desmorona
23 de julio

1:03 pm

Hay heridas que duelen mucho más que las que se muestran en la piel. En ese momento, Malory tenía tantos raspones que le sorprendía sentir dolor en el pecho y no en los brazos, o en su cara y piernas. Brandon había ido a buscar el botiquín de primeros auxilios, pero dudaba que un par de vendas ayudaran a sanar lo que sentía.

No puedes sanar heridas de dagas usando solo banditas.

—No sabía que Cristal podía golpear tan fuerte —soltó Sanne, examinando el rostro de Malory. Tenía un ojo morado y el labio roto, a parte de los raspones de las espinas. La chica suspiró con tristeza al escuchar el nombre de quien creyó una amiga —. Las amigas a veces pelean, Lory. No puedo contar la cantidad de cachetadas que han volado entre Lilian, Dalia, Cloe y yo. Quizá esto tenga arreglo, cariño.

—No lo creo —habló ella, con tristeza —. Ella de verdad no quiere saber nada de mi y, después de lo que dijo sobre mi familia, no sé si yo quiera saber algo de ella.

Rubí podía comprenderla, aunque la situación no dejaba de ser triste. Observó a su hermano. Él estaba junto a Elise, quien limpiaba con cuidado las pocas heridas que se había hecho Caleb al entrar al rosal. Él encontró la mirada de su hermanita, estaba preocupado ante el hecho de que el secreto de Rubí había salido a la luz. Ella parecía no estar enfocada en eso, más bien solo estaba sumamente callada.

Capaz se estaba cerrando y él no quería eso.

Rubí suspiró y apartó la mirada para ir hacia Malory. Estaban en el estudio de música, el único lugar al que se les ocurrió ir. Aviv y Sanne los recibieron, confundidos al encontrarlos de esa forma. Ahora, todos parecían estar con los ánimos bajos, lidiando con heridas más profundas que simples raspones.

—¿Quieres explicarnos qué pasó? —preguntó Rubí, sentándose junto a Malory en uno de los sillones —. ¿Por qué estaban peleando?

Ahora, fue Malory quien suspiró. Mordió su labio, sintiendo la sangre entrar en su boca. El sabor metálico invadió sus papilas gustativas, asqueándola un poco. No le importó, en realidad la sangre era lo que menos le importaba en ese instante.

—El idiota de Landon Allen me besó —le confesó, bajando la mirada ante la vergüenza —. Me arrinconó entre una pared y me besó aunque yo no lo quería.

Elise movió sus manos mientras fruncía el entrecejo. Drew alcanzó a verla y asintió con la cabeza mientras esbozaba una sonrisa divertida.

—No tengo permitido decir las palabras que acaba de decir Elise, pero estoy de acuerdo con ella —señaló él —. En un vocabulario apto para menores, dijo que es un tonto.

—Sí, lo es. En verdad lamento que te haya puesto en esa situación, Lory —le dijo Rubí —. Es un grandísimo idiota que no sabe entender que un no es una respuesta definitiva.

—Lo sé —habló ella —, por eso lo golpeé en la entrepierna.

Elise aplaudió ante ese comentario, consiguiendo que Malory sonriera un poco. Sin embargo, la sonrisa no duró demasiado.

—El problema es que Cris vio el beso —continuó —. Y se volvió loca, Rubí. Comenzó a culparme, a llamarme error, a meterse con mi familia ¡Me insultó! ¡Incluso usó groserías! ¿Desde cuando Cris dice malas palabras?

—No lo sé —suspiró Rubí —. La Cris que conozco solo dice mier...

—Pero jamás llega al da ¡A eso me refería con que Cris no está siendo ella misma! Intenté explicarle que fue un malentendido y no quiso escucharme.

Sintió un nudo en su garganta al pensar en toda la pelea, en como todo eso había surgido por un beso que nunca quiso. Llevó su mano a sus labios, sintió la necesidad de limpiarlos. Sus dedos se llenaron de sangre y aún así seguía sintiendo que tenía la boca sucia. Todavía no podía creer que su primer beso había sido así...

Y quería negarlo, pero Cris tuvo razón al decir que era otro el que en verdad le gustaba.

—Es absurdo que todo esto explotara por el idiota de Landon Allen —se quejó Malory —. Por Dios, él ni siquiera me gusta. Jamás podría gustarme, no cuando me gusta Brandon.

—Wow, espera ¿Te gusta Brandon? —preguntó Rubí, sorprendida. Malory asintió con la cabeza y bajó la mirada, un poco triste —. Pero...él es gay.

—Ese es un detalle que ya sé, Rubí —soltó ella, rodando sus ojos.

—Auch —Lid no pudo evitar decir eso ante la situación de Malory.

—Exactamente, Lid: auch.

Malory suspiró y, por instantes, Rubí pudo comprenderla. Sabía lo que era estar enamorada de alguien que jamás le correspondería en sentimientos, comprendía lo mucho que se quebraba el corazón ante una imposibilidad como esa. No creyó que ella también lo sentiría, pero en sus ojos tristes, en la forma en la que sus labios estaban arqueados hacia abajo y en como ella observaba algún punto en la nada con tristeza, lo comprobó. Aunque Lory era alguien ruda, también le afectaba ese mal que se llama dolor de corazón.

Y dirás: "es injusto que ellas se sientan así". La verdad, yo no lo creo. Cometemos el error de siempre estar buscándole el blanco al negro, la luz a la oscuridad, el opuesto a algo, la justicia a la injusticia. En verdad, el mundo no siempre se basa en dualidades. A veces las cosas pasan y no son justas, pero tampoco son injustas.

Solo pasan porque deben pasar.

Malory levantó la mirada y encontró lástima en los ojos de Rubí. Sonrió de lado, ya la habían mirado de esa forma antes, pero no entendía porqué. No sentía lástima hacia sí misma, no creía que los otros debían sentir eso hacia ella.

—Oye, no me mires así—le dijo, dándole un empujón amistoso —. Estoy bien, en serio.

—Lamento que te hayan roto el corazón de esa manera —suspiró Rubí —, porque ni siquiera es culpa de Brandon. Lo siento por ti, Lory.

—Yo no lo siento —aseguró ella, consiguiendo que Rubí la observara con confusión —. Si no nos rompen el corazón ahora, ¿entonces cuándo lo harán? Piénsalo, Rubí. Las personas nos enamoramos más de una vez en la vida, nuestros corazones se rompen muchas más veces de las que podemos contar ¿Este? Este es solo mi primer corazón roto.

》Agradezco que sea ahora y con él, porque sé que lo recordaré toda mi vida y me hará fuerte para los corazones rotos que me esperan. Así que no, no lamento que me duela todo esto y no debes sentir lástima por mi. Estoy bien aún cuando parece que estoy mal.

Malory se encogió de hombros y le sonrió a su amiga, asegurándole que en serio estaba bien. Rubí entonces pensó en lo complicado que resulta el corazón, como se puede romper un millón de veces en una sola vida y aún así seguir funcionando. Lory tenía razón, era el momento para aguantar ese dolor porque así serían fuertes en el futuro. No estoy diciendo que el despecho sea algo bueno, pero tampoco digo que es malo.

Es solo una de las cosas que no se mide por opuestos, no es perfecto ni imperfecto, tan solo es...necesario.

—Esas son palabras muy profundas, Malory —le dijo Aviv, desde su lugar.

—Lo son —concordó Rubí —. Eres mucho más madura de lo que se espera de ti, Lory.

—Soy muchas más cosas de lo que el resto espera de mi —aseguró la rubia —. Y sobre lo que dijo Cristal sobre ti...

—Es cierto. Consumí drogas, me volví adicta y estuve en rehabilitación por un año —suspiró Rubí, apartando la mirada —. Cometí el error de confiar en un idiota y caí en todo eso. Entiendo si ya no quieres mi amistad, no todos quieren estar junto a alguien con mi pasado.

—Oye, solo iba a decir que Brandon y yo guardaremos tu secreto si así lo deseas. Es absurdo dejar de ser tu amiga porque antes consumías drogas.

Rubí levantó la mirada y la observó, sin comprender ¿De verdad no la iba a juzgar? ¿No le iba a decir que arruinó su vida al hacerlo?

—Lo superaste, ahora sé que tengo a una amiga jodidamente fuerte —aseguró Malory —. Eso es genial.

—¿Eso crees?

—¡Claro! Papá suele decir que las personas con pasados más oscuros son las que valoran más el brillo del presente. Es cursi y muy del estilo de Cameron Jones, pero creo que aplica a tu caso. Ahora entiendo muchas más cosas de ti y espero poder seguir conociendo más. Me gusta tenerte como amiga, Rubí.

La primera amiga que había hecho en años era Cristal y eso no iba a cambiar. A pesar de que se había peleado con ella, que le había gritado y que probablemente no le hablaría en un buen tiempo, sabia que su amistad con la pelirroja no se extinguiría. Aún así, era la primera vez que caía en cuenta de que tenía otras amistades valiosas que había hecho casi sin quererlo. Malory y Brandon, para empezar. Con ellos había sido ella misma todo ese tiempo y le gustaba. Amaba poder ser la Rubí en la que se estaba convirtiendo.

Observó a Lid y a Drew, que lejos de ser amigos, ahora los veía como el par de primos pequeños que meses atrás jamás habría admitido tener. Luego vio a Elise, esa chica que siempre le habia caído bien y ahora salia con su hermano. Tenía un montón de personas que no la juzgaban incluso después de conocer su pasado. Entonces, ¿por qué seguía juzgándose a sí misma?

Había estado estancada por mucho tiempo, era momento de avanzar.

—Y a mi me gusta tenerte a ti como amiga, Lory —respondió, realmente contenta por ello —. Y sé que ahora todo con Cristal está mal, pero quiero creer que volverá a ser la chica que conocemos.

—Eso espero —suspiró Malory —. ¿Sabes que duele más que un corazón roto?

—¿Qué cosa?

—Perder una amistad.

Rubí estaba de acuerdo con eso porque estar peleada con Cristal y verla tan cambiada se sentía como la peor derrota del mundo ¿Qué podía hacer? ¿Cuál era su papel en ese momento? No podía fingir que no estaba molesta, volver a ella como si nada, pero tampoco queria dejarla sola. Suspiró y se dejó caer en el respaldar del sillón. Cerró los ojos y, lo irónico de todo eso, fue que le vino a la mente una melodía a la que queria ponerle letra.

Todo se estaba derrumbando y no dejaría de caer. Ni Malory, ni Rubí, ni alguien más en ese cuarto podían hacer algo al respecto por Cris. Todo estaba en sus delgadas manos...

Manos que ahora no sabían como manejar todo lo que le estaba sucediendo.

...

10:40 pm

Un árbol hace ruido al caer, una torre causa desastres cuando se desploma ¿Pero qué ocurre cuando una flor se desmorona?

No hay ruido, no hay testigos, nadie lo nota...

Silene se apoyó con fuerza del lavabo del baño, sintiendo que sus piernas fallaban y pronto lo harían sus brazos. Los mareos se volvían cada vez peores, sobre todo cuando comía esas dulces fresas con chocolate que tanto quería. Necesitaba la insulina para procesar toda esa azúcar, pero su dosis normal era...demasiada. No toleraba la idea de pensar que tenía que inyectarse la dosis adecuada, no cuando ya se había acostumbrado a reducirla tanto.

A este punto de su obsesión, Silene ya había olvidado porqué hacía todo eso ¿Perfección? ¿Control? ¿Por qué se torturaba tanto a sí misma? No lo sabía, pero lo necesitaba. Encontró su mirada en el espejo, el color café en sus ojos era tan expresivo que podía ver su propio sufrimiento en ellos, lo perdida que estaba. La asustaba, le daba lástima. Por instantes, no reconoció su propio reflejo.

Esa no era la princesa que era, ni la rosa que tanto deseó ser. Era una chica pálida y débil, que se miraba a sí misma y no estaba satistecha. Te ves mal, no eres lo que tanto deseaste ¡Fallaste!, pensó. Lágrimas comenzaron a decorar sus mejillas, su cabeza dolía tanto que parecía que alguien estuviera golpeando su cráneo desde el interior. Escuchaba su respiración, sonaba como un eco lejano y asustado.

No le gustaba lo que veía en el espejo, pero se dio cuenta de que ese reflejo jamás le gustó; no desde que sintió que el mundo le dio la espalda.

—¿Princesa? —escuchó unos toques en la puerta del baño antes de escuchar la voz de Adam. Había llegado, no estaba sola y sintió un gran alivio, pero de nada servía cuando se sentía tan mal que no le podía contestar —. ¿Estás bien? Llevas mucho tiempo ahí y em...en serio quiero mostrarte algo ¿Podrías salir?

—Adam...

Su voz a penas si pudo salir de su garganta, así que él no la escuchó. Fue entonces cuando ella comenzó a sentir que el aire le faltaba, que le dolía el corazón y que todo daba vueltas a su alrededor. Se estaba haciendo daño, ¿pero acaso no era eso lo que había hecho la vida con ella hasta ese momento? Silene tenía más heridas de las que conocía, heridas que iniciaron como simple cortes pero jamás cicatrizaron bien. Ahora todas sangraban al mismo tiempo y ella...

Ella experimentó la tan temida sensación de estar cayendo, esa que la acompañó en tantas pesadillas.

—¡¿Silene?! ¡¿Qué pasa?! —escuchaba la voz de Adam mucho más lejana de lo que en verdad estaba. Ella había caído al suelo...o eso creía. No sabía donde estaba, ni que pasaba, pero estaba tan asustada que no podía pensar. Todo estaba mal —. ¡Voy a entrar!

Fue una fortuna que alguien escuchara a esa flor en particular caer, es algo que no suele suceder. Adam entró al baño y la vio al borde de desmayarse, fue entonces cuando todos sus nervios se activaron y lo obligaron a actuar. La cargó y la sacó de ahí. Lo próximo sucedió como una especie de borrón para Silene: él la apoyó en el sofá, le proporcionó aire, puso un paño empapado en su nuca para evitar el mareo, y otras tantas cosas que ella no pudo procesar.

Estaba ahí pero realmente no lo estaba. Olvidó todo en ese instante, el pensar perdió sentido. Estaba sintiendo pero no lo hacia al mismo tiempo y escuchaba la voz de Adam como un eco lejano.

Un eco que se escuchaba claro y confuso al mismo tiempo.

—¿Princesa? —su voz comenzó a escucharse mejor. Ella parpadeó un par de veces y entonces su vista se volvió clara una vez más. Tomó una larga respiración, intentando recobrar todo el oxigeno que perdió. Los ojos azules de Adam la observaban con preocupación, ese azul inigualable era lo único que podía y quería ver —. ¿Te sientes mejor?

El dolor de cabeza estaba disminuyendo, el mareo también. De repente, estaba increíblemente sedienta y cansada. Murmuró con pocas fuerzas la palabra "agua" y Adam le entregó un vaso del líquido a una velocidad récord. Ella bebió todo el contenido de un solo sorbo, eso mejoró todo solo un poco. Su cuerpo estaba castigándola por todas las malas decisiones que estaba tomando.

Silene estaba jugando con fuego y lo sabía. Si seguía consciente era por la diminuta dósis de insulina que se suministraba cada día, pero incluso esa dósis disminuiría tarde o temprano ¿Qué sería lo siguiente? ¿Desmayarse, convulsionar, entrar en coma? Su tipo de diabetes tenía muchos riesgos, pero no podía evitar querer arriesgarse cuando eso era lo único sobre lo que podía tener el control.

Incluso en peligro, creía que estaba controlando todo. Esas son la clase de cosas que piensas una vez te obsesionas.

—Estoy...mejor —le dijo a Adam, tragando saliva. Le devolvió el vaso vacío y se acostó por completo en el sofá —. Gracias, Blake.

—Joder, que susto me diste —soltó él, mirándola con una preocupación que no podía ocultar. Tomó su mano y la apretó con delicadeza —. ¿Qué sucedió?

—Nada, solo estaba mareada, pero ya estoy bien.

—Sile, creí que tendría que llamar a la ambulancia ¡Parecía que estabas al borde de convulsionar! ¿Estás monitoreando bien tu glucosa? ¿La bomba de insulina está funcionando bien?

—Sí, sí. Todo está en órden —aseguró ella, restándole importancia —. Tengo todo igual que siempre.

—Entonces, deberías hacer una cita con el doctor. Quizá necesitas más insulina de la que te recomendaron. No sé, pero juro que casi me da un infarto al verte así. Debes cuidarte, Sile.

—Estás exagerando, Blake.

—Jamás exagero cuando se trata de ti, lo sabes.

El pecho le dolió más de lo normal al ver toda la preocupación que ella había insertado en esos bonitos ojos azules. Nadie se angustiaba tanto por ella como Adam y, al mismo tiempo, él era la persona por la que más angustia sentía ella. Se sentó con cuidado para quedar cara a cara con él. Le sonrió como pudo y rodeó su cuello, esa clase de abrazos se sentían como medicina hecha solo para ella.

Eran la cura de una enfermedad que ella desconocía, pero que sabía que tenía.

Una vez él le devolvió el abrazo, ella sintió ese latido extra de su corazón que hacía que este bombeara a un ritmo más rápido. Sabía lo que sentía, pero ignorarlo era más fácil. Ya había fallado muchas veces, no podía fallar con eso también. Se aferró más a él, sintiendo que jamás lo tendría realmente. Es raro, a veces tenemos lo que queremos justo en nuestras manos pero lo soltamos porque preferimos algo que no existe.

Silene todavía tenia muchas ideas en su cabeza y era doloroso pensar que ninguna de ellas encajaba con Adam. Ella seguía siendo una princesa, él un dragón, pero quizá un giro en la historia acabaría por darles a ambos lo que tanto deseaban aunque se salía del típico guión...

O quizá seguirían la misma secuencia de un cuento de hadas y llegarían a un "y vivieron felices para siempre" hecho de mentiras que solo los corazones ingenuos creen.

Silene se escondió por un buen tiempo en su cuello, olfateando un perfume que Adam usaba pocas veces, solo en ocasiones especiales. Olía increíblemente bien, era como si la fragancia estuviera hipnotizandola. Se mantuvo ahí por minutos, cerrando los ojos para disfrutar el momento. Luego, los abrió y encontró una flor en la mesita frente al sillón. Frunció su entrecejo, confundida. Ahora que estaba consciente de todo, comenzaba a notar cosas que no notó antes.

—¿Y esa rosa? —preguntó, separándose del abrazo. Luego, lo observó bien —. ¿Y por qué tienes un traje puesto?

—Porque este es el consejo que me dio Lilian —dijo él, antes de suspirar —. Y en serio espero que funcione.

—¿Consejo para qué? ¿De qué hablas, Adam?

Él se puso de pie y entonces Silene tuvo que contener el suspiro que estuvo a punto de escapar de sus labios. Adam se veía muy bien en traje, aún cuando no había peinado su cabello y tenia mal anudada la corbata. Lo observó tomar la rosa entre sus manos antes de encararla y esbozar una sonrisa nerviosa. Ella se puso de pie, sin saber lo que estaba sucediendo.

Los corazones a veces sirven como adivinos, el de ella le estaba advirtiendo con muchos latidos que lo que sucedería seria algo mucho más importante de lo que imaginaba. Un corazón enamorado predice bien esta clase de momentos.

—Hablo de que tú y yo somos demasiado complicados —soltó él —. Pero lo que hay entre nosotros es tan sencillo que es absurdo no dar el primer paso.

》Voy a hacerlo, princesa. Voy a arriesgarme por lo que sé que ambos sentimos, solo espero que tu des este paso conmigo.

Él dio un paso y se acercó a ella, cortando la distancia a un punto en el que ambos estaban compartiendo el mismo aire. Ella observó la rosa, luego los ojos del chico, luego a sus labios, y volvió a sus ojos solo porque el recuerdo de un primer beso alborotó muchas más cosas de las debidas. Sabía que las siguientes palabras que escucharía podrían reconstruir, o derrumbar todo su mundo.

O ambas cosas.

—Te amo, Silene.

Tengo que decir que Malory Jones es mi ídolo y Elise la sigue ❤

Estamos llegando a esos capítulos del libro que tengo planeados desde el inicio y sé que serán bastante fuertes. Lo que sigue será intenso, ya verán...

Pero quiero dejarles un adelanto antes de que me odien por lo que sigue en la historia:

—Sé que esta vez tengo razón, princesa.

...

—Por favor, solo dime qué hacer.

...

—¿Quieres deshacerte de algo? Pues, deshaste de eso por tu cuenta.

...

Y me retiro. Adiós, los quiero ❤

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