Capítulo 45

Capítulo 45:
Las espinas lastiman
23 de julio

12:41 pm

No le dolía el pecho, no sentía que le habían roto el corazón. La verdad, sentía algo mucho peor, algo que no entendía del todo, pero para sentir no hay que comprender...

Para sentir solo hay que caer en las miles de debilidades que implica ser humano.

Corría lejos de las voces de sus amigos, que la llamaban con desesperación. Ver a Landon besando a Malory, escucharlo a él decir que ella era mucho mejor, escapar ante la sensación de dolor que le provocó eso, sentía que todo estaba sucediendo en cámara rápida, pero que ella no lo estaba viviendo. Era como ver una película en la que una protagonista pelirroja y delgada corría hasta llegar a una cúpula llena de rosas. La protagonista era ella.

Era ella, pero no la reconocía.

—Cristal, basta —la detuvo Brandon, tomándola por la muñeca. Estaban en la cúpula de rosas, rodeados por pétalos rojos y un perfume sin igual, pero ella no notaba las flores. No estaba ahí del todo —. Esto es un gran malentendido.

¿Qué sentía Cristal realmente? No se sentía traicionada, tampoco despechada. Las manos de su mejor amigo rodeaban sus muñecas y podía sentir a la perfección el roce de su piel contra sus huesos. Dirigió su mirada hasta ese contacto, su respiración se escuchaba lejana y agitada; su estómago era un gran agujero negro al que había aprendido a ignorar. Cris no estaba destrozada, solo estaba...aturdida.

Porque, a pesar de todos sus esfuerzos, prefirieron a alguien más en lugar de a ella.

—Cris —Malory se acercó hasta ella, luciendo realmente angustiada —. Juro que no quería eso. Ese imbécil me arrinconó y me besó, yo no lo quiero. Jamás te haría eso, amiga.

Pero no se trataba de lo que ella hacía, sino de lo que el mundo y la sociedad preferían hacer con personas como Malory Jones. A las rosas como a ella siempre las querían, las elegían incluso cuando no querían ser elegidas. En cambio, a personas como Cristal, las ignoraban; nadie las veía. Hay leyes por las que se rije el mundo, leyes que dictan que solo las personas perfectas sobreviven a él.

El mundo es como una especie de escultor: te talla, te moldea y te exhibe a la sociedad según sus exigencias. Y, como toda obra de arte, debes recibir críticas, que son más y más duras a medida en la que te alejas de la perfección. Si no eres lo que la sociedad desea, ¿qué eres? ¿Basura expuesta en la más grande galería? Por eso queria ser perfecta: para encajar...

Para no sufrir.

Su idea de todo se había distorsionado tanto que, a este punto, ni siquiera yo la entiendo. Veía todo de color rojo, y no exactamente por las rosas a su alrededor. Quería ser tan perfecta como esas flores, pero ella era débil y pálida. Por eso preferían a Malory, porque ella era hermosa y única; porque se las había ideado para encajar en las exigencias del mundo. No encajaba, pero sobresalia, y esa también era una forma de obtener la tan deseada perfección que buscaba.

En cambio, Cris se esforzaba y se esforzaba, pero no encajaba y tampoco sobresalía. Era solo Cristal y dolía sentir que no era suficiente ¿Doler? No, era más que eso. Le molestaba, le irritaba, la estaba enloqueciendo. Sentía mucho, y si a eso le sumamos un hambre que la movía y la apagaba al mismo tiempo, tenia sentido que explotara de la forma en la que lo hizo.

Se soltó de Brandon y empujó a Malory, odiando el hecho de que ella fuera tan bonita y única. Cabello dorado y lacio, ojos marrones grandes y bonitos, rostro perfilado, altura ideal...¡¿Por qué?! ¡¿Por qué le mundo la había tallado como alguien tan perfecta?!

¿Por qué ella lo tenía todo? El chico que Cris siempre quiso se fijo en ella porque era más bonita, su familia no se estaba haciendo pedazos ¡Malory no tenía que dejar de comer para ser delgada! Todo era fácil para ella ¡Era fácil porque era una rosa!

—¿Qué te sucede? —le preguntó Malory, estabilizándose tras el empujón —. ¡Ya te dije que fue un malentendido!

—¡Malentendido o no, es tu culpa! —le gritó, tornándose carmesí ante la furia —. ¿No podías conformarte con ser solo la chica ruda? ¿No podías seguir con tu numerito de skater poco femenina? ¡¿No podías conformarte con eso?!

—¿A qué te refieres? —cuestionó Malory, cruzándose de brazos. Quería creer que estaba escuchando mal —. Cristal, ¿qué estás insinuando?

—¡Que cagaste todo cuando te volviste esta persona! ¡Tu solo eras mi amiga tosca y machorra, pero ahora que cambiaste todos te quieren! ¡Lo odio!

—¿Cómo me llamaste?

—Te llamé machorra y no importa cuantos tacones te pongas ni cuanto maquillaje uses, seguirás siendolo.

Malory quedó impactada al escuchar esa palabra salir de la boca de Cristal. Jamás esperó que su amiga tierna y amable usara el mismo insulto que tanto utilizaron para molestarla, para hacerla sentir menos valiosa de lo que en verdad era. Cris no era así, pero entonces la vio y se dio cuenta de que no estaba teniendo una conversación con la Cristal que conocía.

Cabello alizado, labios muy rojos, tacones altos, ropa demasiado elegante para la ocasión, mucho maquillaje, pocas pecas...Era una Cristal diferente, una que no sabía reconocer. Se enderezó y fingió que el insulto no le dolió. Malory estaba aprendiendo a aceptar que las ofensas son solo letras unidas que no debían tumbarla.

Y esa bomba no se iba a desactivar por una simple palabra.

—¿Me dices machorra porque me gusta andar en patineta, o porque no uso tacones? —preguntó, acercándose a ella —. ¿Me lo dices porque soy ruda en lugar de delicada, o porque odio el maquillaje? Sea lo que sea, siempre he sido esa chica, Cristal. Montarme en una pasarela no me cambió, soy la misma y no me averguenzo de ello.

》¿Quieres saber quien cambió en verdad? Tú, porque la Cristal que conozco jamás me habría dicho eso sabiendo que he lidiado con idiotas que me han denigrado por años solo porque no les parezco lo suficientemente femenina. Dime algo: ¿es que acaso te estás convirtiendo en una idiota más, o es que siempre lo fuiste y decidí no verlo porque eres mi amiga?

Una pequeña pizca de culpa retumbó en el corazón de Cristal al ver dolor en los ojos marrones de Malory. Sí, ella sabía lo mucho que le dolía recibir insultos como ese y quizá se estaba excediendo. Sin embargo, sintió el crugir de su estómago y se convenció a sí misma de que debia odiar a Malory por ser todo lo que ella no podía ser. Apretó sus puños con fuerza, clavando sus uñas en sus palmas.

Odiaba tenerla enfrente, la hacia sentir inferior y fuera de control ¿Qué debía hacer? Simple, solo debía aplicar las lecciones que Silene tanto le habia enseñado: debía fingir tener el control...

...fingir que ella era la única sin imperfecciones, aunque era la que más tenía errores ahí.

—La única idiota aquí eres tú —soltó Cristal, cruzándose de brazos tal y como Malory —. Debí suponer que cuando finalmente obtuvieras atención traicionarías a cualquiera, incluso a tu mejor amiga.

—Que yo no quería besarlo, Cristal —repitió Lory, entredientes y molesta.

—Bueno, al menos esta vez no es gay, ¿cierto?

—Cristal —Brandon la tomó por el brazo y la observó sin entender —. Te estás pasando. Ya basta.

—Seguro no habría golpeado a nadie si el beso se lo hubieras dado tu, Griff —soltó, sin importarle lo cruel que sonaba. Volteó a ver a Lory —. En el fondo sabes que tendrás que conformarte con chicos como Landon, los chicos que yo quiero, porque jamás conseguirás que el que tu quieres se fije en ti.

》¿Cómo se siente, Malory? Porque a mi esto me duele, pero estoy segura de que te duele más a ti.

Brandon observó a su mejor amiga sin poder reconocerla ¿Esa era Cris? ¿Esa chica desafiante y reencorosa era su ángel? Más bien, parecia un demonio.

—Mira, sé que estas pasando por una grandísima mierda con esto del divorcio de tus padres —le habló Malory, señalándola. De repente, estaba muy sonrojada, pero se convenció a sí misma de que era enojo —. Intento entenderte, de verdad lo hago, pero te estás excediendo con todo esto.

》Lamento lo de tu familia, pero es momento de que madures y te des cuenta de que un divorcio no es el maldito fin del mundo. Tus padres ya no se aman, tu familia no es perfecta, ¡¿y qué?! ¡Eso no te da el derecho de tratar al resto del mundo como mierda andante! Estamos a tu lado, ¿y así no los pagas? ¡¿Siendo una estúpida perra?!

—¡No hables sobre mi familia! —le reclamó Cristal, sintiendo que habían tocado su fibra más sensible —. No hables de ellos.

—Tu problema es que no aceptas que el mundo no es una bonita bola de cristal. Nadie va a venir a agitar la bolita y saldrá nieve, aquí la agitan y hay un jodido terremoto ¡Siempre hay desastre y todos vivimos bien con eso! Divorcios, chicos y chicas idiotas, heridas...¡Toda esa mierda existe, Cristal! Todos lo superan, aprende a hacerlo tu también. Acéptalo, que las cosas no sean perfectas no significa que esten siempre mal.

—Mira quien lo dice.

Le dolía cada palabra que arrojaba Malory, era como si buscara arrojarle en la cara que todo su mundo era una fantasía. La familia que creyó perfecta no existía como pensó, el amor que pensó ideal tampoco lo hacía ¿Entonces qué debía hacer?

No permitir que descubrieran sus fallos. Debia usar espinas para exponer las heridas de alguien más.

—¿Y ahora qué quieres decir? —le preguntó Malory, cada vez más enojada.

Flores como Cris no tienen espinas, solo fingen tenerlas. Usan las de otras flores para lastimar. En ese caso, ella usó las espinas de Malory contra esa rosa.

—Chicas, basta —Brandon se interpuso entre las dos, intentando detener lo que comenzaba a salirse de control —. Esto no tiene...

—¡Quiero decir que tu familia es un desastre, Malory! —le gritó, desgarrando su garganta —. Por supuesto que tú me hablas de caos y lidiar con eso, ¡toda tu vida ha sido así!

Alzó el mentón para verse más orgullosa de lo que en verdad estaba y se acercó a Malory queriendo lucir tan intimidante como una flor con espinas. Malory se cruzó de brazos y se enderezó aún más, pero no te puedo negar que sintió un pinchazo en su pecho al escuchar a su familia.

Cris conocía su fibra sensible, sabía que eso era lo que más amaba y por supuesto que lo usaría para atacarla.

—Es irónico que me acuses por no reconocer las imperfecciones en la vida cuando toda la vida he sido tu amiga —la acusó Cristal —. ¿Y qué eres tú? El error de un par de adolescentes que nunca se amaron. Tus padres jamás se quisieron, a ti nunca te buscaron. Eres un estorbo que va de Los Angeles a Chicago cada tanto para ver como mami y papi consiguieron vidas mejores de las que tu les hubieras conseguido.

》Tu mamá tiene a tu padrastro y a tu hermano...hermano que, por cierto, es mejor que tú en todo, ¿no? Tiene ocho años, pero ya es más listo de lo que tú vas a ser en algún momento. No lo digo yo, eso es solo lo que todos suponen ya que Rachelle solo habla de lo listo que es su hijito cada vez que tiene la oportunidad de hacerlo.

—Cristal, detente —le rogó Brandon —. La estás lastimando ¡Nada de lo que dices es cierto!

—Y luego tenemos a tu papá —continuó Cristal, ignorando a su amigo —. Bueno, parece que Silvana te quiere como a una hija ¿Pero por cuanto tiempo? Ya está embarazada, ¿crees que le hará caso a un error como tú cuando tiene a un bebé propio en camino? ¿Y tu padre? ¿Crees que todo será igual?

》Es cuestión de tiempo para que todo se desmorone justo sobre ti. Entonces, te darás cuenta de lo que el resto notamos: tu familia no es más que un cuadro roto fingiendo estar unido. Son un maldito desastre y tú eres la consecuencia de ellos.

—No tienes ni idea de lo que hablas —soltó Malory, con la voz entrecortada —. No te metas con mi familia, Cristal.

—¿Ves como no soy la única que no quiere ver la imperfección? —Cristal colocó un dedo en su pecho y la empujó —. Toda tu vida es una mierda porque naciste para ser el error de todos ellos. Los arruinas y finges que no es así, pero muy dentro de ti lo sabes. Eres el maldito error, Malory.

—Bien, hasta aquí llegaste, grandísima hija de perra.

Cristal no vio venir la cachetada, pero si que la sintió retumbar en su mejilla. Por instantes, quedó paralizada ante el ardor, pero luego recordó su único propósito: debía verse mejor, más intimidante que ella. Fue cuando se lanzó hacia Malory y comenzó a golpearla.

Cada golpe tenía una respuesta, cada halada de cabello un grito como consecuencia, y cada sacudida llevaba a Brandon a intentar alejarlas en vano. Ambas chicas estaban hechas fuego por dentro, eran furia contenida. Llegó un punto en el que comenzaron a sentir rasguños que no venían de sus propias uñas, fue entonces cuando notaron que la pelea se había transladado al rosal. Los tres recibían heridas de rosas...

Pero eso no las detuvo, ya habían aguantado dolor de otra clase de espinas. Podían con esas.

...

1:01 pm

—Entonces, ¿están saliendo? —les preguntó Lid, caminando frente a Caleb y Elise junto a su hermano y Rubí.

—Sí, pero ni un palabra de esto, terremotos —habló Leb —. Queremos ser discretos.

—Tranquilo, sabemos guardar secretos si es por la familia —aseguró la niña, volteándose para verlos mientras caminaba de espaldas —. ¿Y qué pasó con mi tía Silene?

—Somos amigos. Hoy haremos nuestra ruptura oficial, pero seguiremos con una buena amistad.

—Así que ahora son como la tía Cloe con Aviv y el tío Cameron —carcajeó Drew —. Ella se cree la mejor ex del mundo, se lleva bien con todos los chicos con los que salió.

—No sé si soy el mejor ex, yo solo sé que quiero hacer las cosas bien y no lastimar a nadie.

—Que tierno eres, primo —aseguró Lid, con una sonrisa divertida —. ¿Ves, D? Así tienes que ser cuando crezcas, no un estúpido casanova que le teme a las relaciones serias.

El niño rodó sus ojos y soltó un suspiro lleno de fastidio. Caminaban por las caminerías del C.A, donde el paisaje se veía igual que siempre: lleno de personas haciendo arte en esos enormes jardines. Caleb y Elise estaban haciendo su mejor esfuerzo para no tomarse de las manos, ser discretos. En ese punto, ambos estaban tan felices que esconderlo se sentía como una tortura. Sin embargo, cuando se encontraban solos, todo se sentía absurdamente correcto. Quizá siempre debieron estar así y fueron muy lentos para aceptarlo.

—Solo digo que las relaciones son un compromiso absurdo —bufó Drew —. Arriesgas demasiado por una persona, cuando al final lo más probable es que todo salga mal. Mejor es no involucrarte demasiado.

—Que pensamiento tan profundo para un niño de once años —habló Rubí, levantando la vista momentáneamente del cuaderno en sus manos para verlo.

—No soy un niño de once años normal. Soy más genial e inteligente.

—¿Entonces tu plan para el futuro es evitar cualquier relación seria? —cuestionó Caleb, alzando una ceja hacia él.

—Mi plan para el futuro es que no me rompan el corazón. Ustedes olvidan esa clase de traición, pero yo tendría que vivir con eso toda la vida. No gracias, mejor es tener relaciones sin compromiso. Así nadie sale lastimado.

Elise hizo unas señas con las manos que solo Drew logró entender. El niño sabía hablar lenguaje de señas, memorizó los movimientos una vez encontró un libro de eso en el librero de su padre. Drew rodó sus ojos pálidos una vez más al entender a Elise, ella soltó una carcajada.

—Elise dice que llegará una chica que en serio me guste y me tragaré mis palabras —tradujó él —. Pero eso solo pasa en las películas. No te hagas ilusiones.

—A mi si me gusta la idea de una relación seria y llena de amor —aseguró Lid —. Leo mucho romance, es bonito. Ustedes dos, Eli y Leb, se ven lindos juntos. Les deseo todo lo mejor, espero que se casen y tengan muchos niños hermosos.

—Wow, no te adelantes tanto —la detuvo Leb —. Paso a paso, recién consigo que salga conmigo. Hablemos de eso en un par de años.

—Suena a que harás que esto dure —señaló Rubí.

—Eso es lo que planeo.

Observó a Elise en ese instante, ella se sonrojó como acto reflejo y soltó una sonrisa que a duras penas cabía en sus labios. Drew notó esas miradas soñadoras y fingió vomitar, consiguiendo que todos ahí rieran.

Los Osbone eran niños demasiado maduros para sus edades, pero eso ya lo habían demostrado. Ambos listos, con ideas muy claras de lo que querían y lo que no. Lid y Drew resultaban ser muy opuestos, pero compartían la peculiaridad de ser sumamente seguros y confiados. Cualquiera podría predecir la clase de desastre que serían en un par de años, cuando dejaran de ser unos niños y se transformaran en adolescentes.

Sí, eso sí que sería un espectáculo.

Continuaron caminando y conversando, parecía ser que los Osbone estaban decididos a pasar ese día junto a ellos. Lid bromeaba seguido con Rubí, quien la llamaba presumida debido a su nivel tan alto de confianza. Drew prefería hablar poco, pero soltaba su opinión ante cualquier tema nuevo. Era una linda tarde, bastante tranquila...

Hasta que escucharon gritos desde la cúpula de rosas y notaron que ese día estaba a punto de cambiar.

—Es la voz de Cristal —notó Rubí, al escuchar unos quejidos y gritos —. Y la de Malory.

—También escucho a Brandon —soltó Drew.

—Bueno, no nos quedemos aquí escuchando —se quejó Lid —. ¡Vamos a ver!

Ella y Drew se adelantaron, corriendo por las caminerías hasta la cúpula de rosas en el centro. El resto los siguió, caminando con rapidez tras ellos. Seguían escuchando los quejidos, los golpes. Solo cuando llegaron lograron comprender lo que estaba ocurriendo.

Los rosales se sacudían y varios pétalos caían al suelo, pues una pelea se estaba llevando a cabo entre sus tallos. Malory estaba sobre Cristal, halando su cabello mientras ella la golpeaba como podía. Brandon intentaba separarlas, los tres se estaban clavando más y más espinas. Una escena como esa resultaba ser una gran locura, ¿acaso esos no eran los tres amigos inseparables que los Carlton conocieron meses atrás? Todo estaba mal, al revés.

¿Esa era la idea de perfección de Cris? ¿Que todo volteado como un...espejo?

Caleb no lo pensó dos veces antes de entrar en la pelea para detenerla. Cargó a Malory sin mucho esfuerzo y la sacó del lugar aún cuando esta se sacudía. Brandon lo hizo con Cristal, quien también gritaba y se movía para poder alcanzar a Lory de nuevo. Leb consiguió algunos cortes por las rosas, pero nada comparado a los que tenían esos tres niños.

Sangre en sus rostros y brazos, pedazos de ropa rota, rasguños en sus piernas ¿Por qué alguien creyó que nadie se lastimaria con las espinas de esas flores? Resultó ser que causaron demasiado daño.

—¡Suéltame, Caleb! —se quejó Malory —. ¡Le daré su merecido! ¡Ella no se puede hacer la víctima esta vez!

—¡Déjame ir, Brandon! ¡Déjame darle a esa estúpida traidora lo que se merece! —gritó Cristal, intentando soltárse de los brazos de su mejor amigo.

—¡Cálmense las dos! —gritó Caleb —. Nadie golpeará a nadie, paren esta absurda pelea de una vez.

—Sí, por favor. Escúchen a Caleb —les rogó Brandon —. Vamos, ángel. No quieres hacerle daño a Malory, detén esto.

—¡Si que quiero! —exclamó Cris —. ¡Quiero causarle todo el daño que se merece!

—¡Atrévete, perra!

Ambas estaban fuera de sí, sacudiéndose y quejándose. Parecían preparadas para lanzarse sobre la otra y causar más daño del que ya habían causado. Rubí estaba atónita al ver a sus dos amigas de esa forma, pero decidió actuar en lugar de quedarse estática. Se colocó entre ambas y se mantuvo firme.

La chica perdida en las calles de Londres jamás la habría reconocido de verla así. Era mucho más segura de lo que llegó a esperar alguna vez.

—¡Basta! —les gritó —. Esta mierda se detiene aquí y ahora. No sé que pasó, no me importa saberlo, pero las dos van a dejar de actuar como un par de animales rabiosos ¡Y no se los estoy sugiriendo! ¡Se comportan, o yo misma me aseguraré de que lo hagan!

Su voz se escuchaba firme, imponente; ya no la era cortante y seca de hace meses. Las miró a ambas, esperando que sus palabras las detuvieran. Malory fue la primera en dejar de sacudirse. Tomó respiraciones grandes y agitadas para recuperarse de la pelea. Cuando Caleb la soltó, ella seguía jadeando por el cansancio. Observaba a Rubí, pues sentía que perdería la compostura si veía a Cristal.

Cris tardó un poco más en dejar de sacudirse, e incluso después de detenerse Brandon no la soltó. También jadeaba con fuerza y le dolían los raspones en su rostro y brazos. Alzó la barbilla, queria verse fuerte y amenazante inclusive ante Rubí. Ella también era una rosa, también le generaba ese dolor en el pecho que indicaba que la envidiaba.

Cris queria ser como muchas personas, ser ella misma no era una opción.

—Ustedes son amigas, no quieren lastimarse entre ustedes —les reclamó Rubí —. Esto está mal ¡Reaccionen de una buena vez!

—Esta Cristal no es mi amiga —soltó Malory, viendo a Cristal con el entrecejo fruncido —. Mi amiga no me llamaría machorra, ni me golpearía por un chico. Mi amiga no es esta demente obsesionada con tener todo perfecto. No sé quien carajos es esta extraña, pero no es Cris.

—Soy quien siempre debí ser —habló la pelirroja —. Soy la persona que no se deja herir por amigas inoportunas como tú. Soy mejor de lo que era la Cristal de antes y soy mucho mejor que tú.

—No, solo eres una terrible copia de ella.

—¿De quién?

—De Silene.

¿Lo era? ¿Era una copia exacta de Silene Osbone? ¿O era solo la imagen rota de lo que ella creyó ver en cierta princesa? Fuera lo que fuera, no era la Cristal que había conocido a Rubí tiempo atrás, ni el ángel que Brandon llevaba conociendo toda la vida. Él la soltó en ese instante, dejando escapar un suspiro.

Cris se parecía más a una princesa pomposa que a la dulce chica que todos querían ¿Cuándo cambió tanto? Simple:  cambió cuando nadie estaba observando.

—¿Y qué si me parezco a ella? —soltó, cruzándose de brazos —. Silene está bien, mientras que el resto de las personas solo son mentiras fingiendo estar tan bien como ella.

—Cree lo que quieras. Ya me rendí contigo —bufó Malory.

—Y yo contigo. Ni sé porque somos amigas, para empezar —se dio la vuelta y tomó a Brandon del brazo —. Vámonos, Griff. No quiero verla.

Avanzó, pero Brandon no lo hizo y tuvo que detener su caminar. Volteó a observarlo, él la miraba con pena y tristeza. Se soltó de su agarre y fue hacia Malory. No es que estaba eligiendo un bando, o que la prefería a ella. Él tan solo se fue con la persona que conocía, porque Cristal era una completa extraña.

—Brandon, ven —exigió Cris. Él no se movió —. ¿Esto es en serio? ¿La prefieres a ella?

—Te dije que hay pocos ángeles en el mundo porque ellos se cansan de intentar que los escuchen. Te pedí que no te cansaras —le recordó, luego suspiró —. Pero te cansaste y ya no sé quien es la chica que tengo en frente.

—Bueno, no me importa —mintió ella, con agilidad —. Quédate con Malory, búscate otro ángel. Silene tenía razón, son solo un par de amigos inoportunos.

Peinó su cabello despeinado como pudo y observó a Rubí. Los ojos azules fríos de su mejor amiga la veían como si no pudiera reconocerla, mientras que los hermanos Osbone y Elise estaban impactados por todo eso. Manten la calma, Cristal, manten el control, se dijo a si misma.

Pero mantenerlo en ese instante se sentía imposible.

—Vámonos, Rubí —optó por ir a lo seguro, a la que nunca la dejaría —. No quiero estar con ellos.

—Esto es una grandísima mierda, Cristal, y lo sabes —la detuvo Rubí —. Ellos son tus amigos, disculpate con ellos y deja ese orgullo que no te sirve de nada.

—¿Tú también?

—Quiero que abras los ojos y te des cuenta de que nada de lo que haces tiene sentido. Estás alejando a todos.

—Ellos se lo merecen.

—No. No lo hacen.

—¡Ugh, bien! ¡Si tanto te importan, pues quédate con ellos! ¡A ti tampoco e necesito! No necesito a una estúpida drogadic...

Se detuvo al instante, notando lo que había hecho. No lo pensó, ni siquiera pensó las palabras que estaba soltando antes de decirlas. Miró a Rubí, quien de repente se había quedado con la boca abierta y estaba mucho más pálida de lo usual. Había dicho que le guardaría el secreto, que la apoyaría y que no le importaba su pasado porque quería ser su amiga igual. Sin embargo, esa Cristal desapareció por fracciones de segundos y la traicionó.

Sacó a la luz el peor secreto de Rubí.

Observó al resto. Aún cuando no había terminado la palabra, lograron adivinar que era lo que iba a decir. Malory y Brandon dirigieron su mirada a Rubí, ambos sorprendidos de lo que escucharon. Elise buscó a Caleb con sus ojos, él suspiró porque estaba viendo la parte más sensible de su hermanita exponerse ante un montón de personas. No dabía como iba a reaccionar ella y eso lo asustaba.

¿Y si retrocedía todos los pasos que ya había avanzado al ver su confianza quebrarse justo frente a sus ojos?

—Termina la oración —soltó ella, entredientes. Apretó sus puños y se acercó a Cristal, realmente molesta —. Si tuviste el valor de comenzarla, termina la jodida oración.

En los ojos verdosos de Cris notó cierto miedo, pues Rubí era mucho más amenazante cuando se veía molesta. En realidad, el resto de las personas no le importaban a Rubí. No estaba pensando en que su secreto había dejado de ser secreto. En lo único que pudo pensar fue en la forma tan despectiva en la que Cristal se refirió a su pasado.

Iba a llamarla drogadicta a modo de insultarla y eso le dolía más que nada.

—Yo...—dudó Cristal —. Rubí, yo...

—Anda, dilo. Si te crees tan superior, ¡dí que soy una estúpida drogadicta! ¡Presume que cometí un error y tú no!

Cristal dio un paso hacia atrás cuando ella gritó. No podía verse tan indefensa, no podía. Se sentía mal, había traicionado y lastimado a su mejor amiga, pero todavía le importaba más cubrir todas sus imperfecciones. Debía camuflar el hambre que sentía, aún cuando eso significaba causar daño.

—¡Habla, joder! —Rubí la sacudió, sintiendo que sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas —. Diles que fui vagabunda, que canté por dinero ¡Diles que a tu edad estaba hasta arriba de cocaína! ¡Dilo y así sabré que perdí a la primera amiga que hice en años!

》Diles, y así verán que tú eres perfecta y yo no ¿Eso es lo que quieres, no?

—No necesito decir lo que ya dijiste —soltó, cruzándose de brazos —. Ahora saben quien eres en verdad, Rubí.

—Y ahora veo quien eres tú en verdad, Cristal. Que lástima me das.

Rubí se separó de ella, viéndola con toda la decepción que cabía en su mirada. Presionó sus dedos contra sus ojos para contener las lágrimas y luego se enderezó, decidida a no caer en ese instante. Se sentía derrotada, como si hubiesen roto su corazón de la forma más cruel y dolorosa posible.

Ella conoció muchos dolores en su vida, pero perder a su mejor amiga fue algo para lo que nunca se preparó.

—No sé si esto es lo que buscabas, pero lo lograste. Te quedaste sola, Cristal —se volteó y encaró a Malory, Brandon y el resto. No quiso procesar si la miraban con lástima o con impresión —. Vámonos de aquí.

Y, a diferencia de las veces en que Cristal se los pidió, Brandon y Malory asintieron con la cabeza. Se dieron la vuelta y los tres comenzaron a caminar lejos de Cris. Elise, Caleb y los Osbone los siguieron, dejando sola a la pelirroja con cortadas de espinas por todo su cuerpo. Ella no quiso observar como se iban, así que fijó su mirada en el suelo.

Estaba lleno de pétalos rojos.

Las personas estamos en la búsqueda constante de algo. Unos buscan amor, otros felicidad, otros el éxito. Tantos caminos por recorrer, es muy fácil perderte. Si tomas el camino de la perfección, te darás cuenta de que tiene demasiadas desviaciones. Te perderás, pero te convencerás de que estas en el camino correcto. No querrás pensar que te estás alejando de todo lo importante, te concentrarás tanto en obtener lo que querías que al final no te reconocerás a ti mismo.

Eso le estaba pasando a Cris.

Se sentó en el banco en el centro de la cúpula y sacó de su bolsillo esa pintura de labios roja, del mismo carmesí que los pétalos en el suelo. Pintó sus labios una y otra vez, al tiempo en el que lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos. Se había desviado, perdido, y ahora no podía definir bien quien era.

¿Era Cristal, o una copia de Silene? ¿Era un ángel, o una princesa sin corona? ¿Era una rosa...o una margarita con pétalos pintados de rojo? O quizá...quizá solo era hambre vuelta persona.

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