Capítulo 36

Capítulo 36:
Cuando Adam se cayó
29 de junio

2:37 pm

—Entonces, ¿a dónde dicen que fueron Aviv y Sanne? —preguntó Dalia.

Rubí subió la vista de su cuaderno de canciones y se enfocó en la pelirroja, quien sostenía a una inquieta Harley Bacher que lo único que quería era bajar de su regazo y correr. Esa tarde, dado a que sus tutores habían decidido desaparecer, Caleb invitó a sus familiares, rogándoles a sus tías que hicieran almuerzo porque ninguno de ellos dos sabía cocinar algo decente. Por supuesto que ellas no se negaron. En realidad, Rubí comenzaba a dudar que alguien pudiese negarse al encanto de Leb Carlton.

En ese momento, ya el almuerzo había concluido y todos se encontraban en la mesa, simplemente charlando. Los Blake también estaban ahí, mostrando sus personalidades tan únicas como siempre lo hacían. Sorprendentemente, a Rubí no le molestaba estar tan rodeada de esas personas. Quizá, solo quizá, comenzaba a acostumbrarse a ellos. Le sonrío a Dalia y, solo para aclararlo, fue una sonrisa muy sincera.

—Dijeron que irían a hacer unas diligencias y que no los esperáramos para almorzar —respondió.

—Mhm, claro —dijo la pelirroja, frunciendo un poco su frente.

—¿Por qué esa cara, amor? —preguntó Donovan, entretenido ante la forma en la que ella parecía estar pensando en algo más.

—Por nada —se apresuró a decir ella. Luego, observó a Harley, quien en serio estaba inquieta —. Bueno, Harl, entendí que no te gusta estar en mis brazos. Ya te bajo, pero no molestes más a Drew. Sabes que a él no le gustan los niños.

—Lo cual es irónico, porque él es un niño —resaltó Adam, al tiempo en el que Dalia dejaba libre a Harley —. O al menos en edad, porque a veces siento que sus respuestas son de alguien mayor. Es más, admito que me hace sentir estúpido en ocasiones.

—Eso es porque ese es el don de Drew —soltó Easton, el único terremoto que quedaba en la mesa. El resto estaba afuera junto a Malory y Brandon —: hacer sentir a la gente estúpida.

—Hey, no hablen así de mi hijo —habló Derek, quien tenía a Lavanda en su pierna y la subía y bajaba para divertirla —. Él solo le hace un favor a las personas al recordarles lo estúpidas que pueden llegar a ser, pero lo hace con clase.

—¿De dónde lo habrá sacado? —rio Cloe, desviando la vista para ver a sus hijos —. ¡Huracanes, me entero que destrozan algo y les haré comer de mi comida!

—Que castigo tan cruel —soltó Gabe.

—Sigue y te obligaré a comerla a ti también.

Rubí no pudo evitar soltar una pequeña carcajada a la que se le unió Elise, quien tuvo que cubrir su boca con rapidez para que no se escuchara su risa quebrada. El hilo de la conversación estaba lleno de bromas, de anécdotas y de cariño. Pronto pasaron a conversar sobre el cumpleaños número quince de Easton Cooper, que se llevaría a cabo la próxima semana. Él resultó muy dulce al invitar a Rubí, o al menos eso pensó ella. Para su sorpresa, no se negó a la invitación. Prometió que asistiría y que disfrutarían ese día.

Luego, escuchó a Cloe quejarse de su trabajo en la clínica, alegando que era demasiado aburrido para su gusto. Tuvo que aguantar las ganas de reír ante los chistes de Derek, hasta que finalmente no pudo más y en realidad rio a carcajadas. Adam también la hizo reír, sobre todo ante las bromas que compartía con Gabe. Con Don y Dalia conversó de forma más calmada, pero fue agradable. En realidad, estaba mucho más cómoda de lo que esperó estarlo con esas personas.

—Si sigo así, no podré terminar esta canción —señaló Rubí, calmando su risa. Luego, devolvió su vista al cuaderno y mordió la punta de su lapicero mientras pensaba —. Rápido, un palabra que rime con unidos.

—Mhm, ¿ruidos? —sugirió Donovan.

—Huido —continuó Cloe.

—Cohibidos —habló Derek.

—Adormecido —soltó Gabe.

—Adam —soltó él mismo, logrando que su prima rodara sus ojos y negara con la cabeza.

—Adam no rima, bestia imbécil.

—Adam rima con todo, es una ley universal —alegó él —. Niña, pon Adam y verás como tu canción gana un Grammy en unos años.

—Claro, sigue creyéndote esa —soltó Rubí, negando con la cabeza.

Elise tomó el cuaderno en las manos de Rubí, cosa que ya había hecho antes así que sabía que eso no la molestaría. El cuaderno de canciones de esa chica estaba repleto de notas, e incluso de fotografías de lugares en los que se inspiró para escribir algunas canciones. Era más que un simple cuaderno, pues estaba repleto de tantas memorias, tantos sentimientos, que se percibía todo lo que Rubí intentaba transmitir en sus canciones.

Para Eli, esa niña era una artista que aún no conocía su potencial. Esperaba que tarde o temprano lo hiciera.

Leyó la canción al tiempo en el que Caleb entró de nuevo al comedor junto con Padme y una bandeja de galletas en sus manos. Mintiéndose a sí misma, se decía una y otra vez que estaba disimulando bastante bien la emoción que sentía cada vez que lo tenía cerca. Sin embargo, el rubor en sus mejillas aparecía cada vez que recordaba ese beso. Si todos sus acompañantes lo notaban, entonces estaban siendo muy buenos ignorándolo, porque nadie había mencionado algo sobre lo extraños que estaban ellos dos.

Se ordenó a sí misma seguir disimulando, así que tomó el lápiz que Rubí tenía en su mano y escribió una palabra. Luego, le devolvió el cuaderno a la Carlton más pequeña y ella sonrío; su sonrisa se veía mucho mejor ahora que no tenía ese piercing estorbando en sus labios rosados.

Atraídos —leyó Rubí en voz alta, aún sonriendo —. Eli, es perfecto. Siento que deberíamos ascenderte a compositora amateur porque esta ya es la quinta canción en la que me ayudas. Hermano, ella merece un aumento.

—Claro, ella recibe aumentos y yo sigo recibiendo la misma paga miserable de siempre —soltó Adam, rodando sus ojos —. Gabe, Don, aprendan de los Carlton. Eso es ser un buen jefe.

—La paga que recibes está bien —acotó Don.

—Aunque podríamos ascenderte a instructor de Yoga —sugirió Gabe —. Ya que deseas con tanta fuerza un aumento...

—Observa la pose de: jódete, imbécil —dijo Adam, mostrándole su dedo medio a Gabe —. Sigan pagándome una miseria, no importa. Después de todo, mi prima trabaja para famosos y ella me va a mantener.

—Suerte con eso, Eli —carcajeó Rubí, estirando una de sus manos para tomar una galleta. Mordió el postre de chispas de chocolate y quedó encantada ante el sabor —. Cielos, están deliciosas ¿Dónde las compraste, Padme?

—No las compré —habló la rubia —, Caleb las hizo. Acabo de ver como las sacó del horno.

Rubí observó a su hermano, consciente de que esa acción indicaba más que simple repostería. Caleb evitó su mirada y se sentó en el puesto libre fingiendo que no ocurría nada. Su hermana notó de inmediato que estaba tenso, que de su sonrisa desbordaban nervios. Analizó cada movimiento que le siguió a ese: la forma en la que movía sus ojos para no encontrar los de ella, como rascaba su barba incipiente, como movía su pierna por debajo de la mesa...Sí, todo indicaba a que estaba ansioso.

Las galletas solo lo confirmaron.

—Bien, ¿qué te sucede, Caleb Carlton? —cuestionó ella, soltándo el lápiz y cruzándose de brazos.

—¿Debe sucederle algo para hacer galletas? —preguntó Derek, al tiempo en el que su hija menor alzaba los brazos para exigir que Caleb la cargara. Este lo hizo, consiguiendo una amplia sonrisa en los labios de la bebé —. Eres una traidora, Livi.

La pequeña pestañeó continuamente, meciendo sus largas pestañas, y luego se estiró para tomar una galleta. Rubí no dejó pasar el hecho de que su hermano estaba extraño.

—Les explico, Caleb tiene la manía de hacer repostería siempre que esta nervioso, o ansioso —soltó la chica —. El día antes de la presentación en el C.A hizo un pastel de tres pisos con glaseado y todo. Aviv comió dos por su cuenta.

—¿Por qué no me sorprende? —carcajeó Padme —. Mi hermano está enamorado de la comida.

—Entonces, déjame ver si entendí —las detuvo Dalia, que luego miró a Caleb —. ¿Sabes preparar galletas y pasteles, pero no puedes preparar tu almuerzo?

—Lo salado no se me da —dijo él, encogiéndose de hombros. Luego le sonrió a su tía —. Las amo, gracias por preparar el almuerzo.

—Supongo que esa es la sonrisa que usa para conquistar a sus fans —carcajeó Cloe —. Excelente jugada, Leb.

—Están muuuy ricas —soltó Lavanda, saboreando la galleta en su mano.

Elise desvió su mirada hasta Caleb y, de hecho, si lo notó un tanto extraño. Sus ojos, que estaban cubiertos por esas molestas lentillas, se veían inquietos e inseguros. No sabía si lo que percibía era miedo, angustia, o nervios, pero Leb no estaba siendo el mismo.

—Entonces, ¿vas a hablar, o voy a tener que esperar a que llegue la tía Sanne para que te saque la información a la fuerza? —cuestionó Rubí, mordiendo la galleta —. Están buenísimas, eso solo significa que tú estás muy mal.

—Bueno, bueno, ya les digo —suspiró él —. No es que sea algo grave, es solo que...estoy sorprendido.

—¿Por? —preguntó Adam, tomando una galleta. Dió un mordisco y quedó sorprendido —. ¡Mierda! ¿Por qué decidiste ser cantante? Debiste ser repostero.

—No lo creo —sonrío él —. En fin, hice estas galletas porque...em...hoy hablé con Silene.

Y ahí, Adam casi se ahoga con la galleta que comía. Tosió un par de veces, en las que Donovan tuvo que asegurarse que estaba bien. Luego, se tranquilizó y escuchó lo que Caleb tenía que decir sin poder dejar de estar nervioso. Recordó esa mañana, casi sonrío.

Pero la sonrisa se esfumó al pensar que ese chico, al que consideraba un amigo, seguía siendo más importante para Silene que él.

—Y bien, ¿qué hablaste con mi hermana? —preguntó Derek, observando a Livi devorar la galleta —. Preciosa, sé que luego querrás otra. Te la daré por ser tierna, pero nada de decirle a mamá, ¿okey?

Ella asintió con la cabeza, logrando que sus rizos rubios se mecieran junto a ella. Caleb suspiró y, en consecuencia, se ganó un abrazo de la pequeña. Eso lo hizo sonreír, pero no dejó de hablar.

—La llamé porque quería pedirle un tiempo...

—¿Un tiempo para qué? —cuestionó Rubí, sin entender.

—Un tiempo para pausar nuestra relación —respondió él.

Los ojos azules de Rubí se abrieron tanto como su boca ante la sorpresa. Jamás creyó que Caleb se atrevería a hacer tal cosa, ¡a pausar su relación perfecta! Es decir, su hermano siempre prefirió a Silene, siempre optó por hacer feliz a su princesa. Su relación siempre fue algo seguro, ¿y ahora estaba acabando con ella? No entendía que estaba ocurriendo.

Creyó que su reacción había sido exagerada, que la impresión que sintió no tenía comparación, hasta que escuchó un golpe seco cerca y lo próximo que supo fue que Adam estaba en el suelo. Todos lo observaron, él maldijo sin tapujos pues había caído con fuerza de la silla. El golpe debió ser doloroso, dado a que los asientos eran altos y estilizados. Claro que él no le prestó atención al dolor, seguía demasiado sorprendido con esa noticia.

—¿Todo bien, bestia? —le preguntó Gabe, con diversión desbordando de sus palabras.

—Sí, sí —respondió él, aún sin ponerse de pie —. Es que, ¡joder! Me caí de culo por la sorpresa.

—Suerte que yo estaba agarrada, porque sino también me habría caído —soltó Rubí, y luego miró a su hermano —. ¿Terminaste con ella?

—Nos dimos un tiempo —respondió él, rascando de nuevo su barba.

—Estoy tratando de entender como es que sigues vivo y no en un ataúd construido por la propia princesa —señaló Adam —. ¿O es que eres el fantasma de Caleb? Oh, dime espíritu, ¿por qué te nos apareces hoy?

—Pero que payaso —carcajeó Dalia.

—Es que el hecho de estar bien es lo que me sorprende y hasta me pone nervioso —siguió Caleb —. Es decir, creí que Silene me gritaría, me insultaría y hasta buscaría la forma de asesinarme...

—Y lo haría ver como un accidente —completó Adam.

—¡Exacto! Pero nada de eso ocurrió —él se puso de pie, aún cargando a Lavanda, y miró desde arriba a Adam, quien conocía mejor que nadie a Silene —. ¿Quieres saber qué me dijo?

—Quiero saber como sigues vivo y que me des la fórmula para ser inmortal.

—Sigo vivo porque, cuando le dije por teléfono que quizá lo mejor era terminar por un tiempo, ella respondió: "me alegra que lo sugieras, yo estaba pensando en lo mismo y creo que es lo mejor para ambos".

—¡Jodida mierda! ¡Gracias al Cielo estoy sentado porque sino me habría caído de culo de nuevo!

—No digas malas palabras con la niña presente, pero sí, entiendo tu sorpresa.

Adam sacudió su cabeza y llevó sus manos hasta su cabello. No sabía como debía sentirse al respecto porque aquella movida no sonaba como algo típico de Silene. La princesa que conocía no le pondría un fin a su perfecta relación, no perdería parte de su perfección de esa forma. Caleb decía que habían terminado por un tiempo, pero sonaba tan definitivo que era imposible creerle. Ocurrió lo que jamás ocurre en los cuentos de hadas: la princesa había terminado con el príncipe.

¿Y ahora qué? ¿Cuál era la movida que debía hacer el dragón?

—Ella sonó satisfecha con el hecho de terminar, e incluso me habló como si pudiéramos ser amigos ahora —continuó Caleb —. No me molesta, solo me sorprende. Comprendí que, a pesar de lo larga que ha sido nuestra relación, no conozco tan bien a Silene como creí. Es decir, de lo único que estaba seguro era de que reaccionaría mal, pero incluso en eso me equivoqué.

—Amigo, yo la conozco desde que somos niños e inclusive a mi me sorprende esto —señaló Adam —. Eres como su chico perfecto, si aceptó terminar es porque algo más debe estar pasando.

—¿Y qué podría ser? —cuestionó Cloe, con una sonrisa cómplice hacia Adam.

—Yo que sé...¿Hormonas?

—¿Por qué siempre los hombres le hechan la culpa a las hormonas? —Dalia rodó sus ojos —. Quizá Silene solo se cansó de la relación, o quiere algo más. Eres encantador, Leb, pero piensa que así como te has dado cuenta de que su relación no es lo que creías, Silene también pudo haberlo hecho.

—Quizá se dio cuenta de que no soy tan perfecto —él se encogió de hombros —. Eso era algo que me aterraba hace años, pero admito que se siente como un respiro ahora que ocurrió. Siempre le tendré cariño a Silene, han sido siete años de relación que claramente me marcaron, pero tengo que seguir, ¿no? Solo me alegra que ella esté bien con esto.

—¿Y tú? —preguntó Rubí —, ¿Estás bien con todo esto?

Caleb iba a observar a su hermana, pero, en ese momento, chocó con los impresionantes ojos de tonalidades variadas que le pertenecían a Elise. Con solo verla, su corazón comenzó a latir al ritmo de esa melodía tan nueva para él. En su momento, se enamoró de Silene y claro que llegó a sentir amor. Sin embargo, la forma en la que sentía ahora por esa chica que era música era muy distinta. Era más intenso, más fuerte, más arrollador. Entendió que se podía enamorar de distintas maneras, que su corazón no sabía amar de la misma forma dos veces.

Pensaba en el beso que le robó, en la caja de sorpresas que ella resultaba ser, en lo mucho que adoraba pasar el tiempo con ella. Elise estaba haciendo que sintiera de tantas maneras que era imposible ponerlo en palabras, así que lo puso en una canción. Muy dentro de sí, sabía que lo único que quería era dejarlo todo y besarla de nuevo, experimentar todos esos sentimientos.

Pero Caleb había tomado una desición más madura, una que no quería dejar de lado.

—Estoy bien —aseguró él —. Como les dije, han sido siete años de relación en los que creí conocer a Silene, pero no es así...Han sido siete años en los que creí conocerme, pero solo estaba siendo el novio de Sile, el cantante perfecto, el hermano preocupado, el sobrino ejemplar... No fui yo por completo y es triste.

》Alguien me hizo entender que, en realidad, no sé quien soy. Creo que esta es la oportunidad para descubrirlo, para enfocarme en lo que amo hacer y conocer al Caleb Carlton que ha pasado desapercibido hasta ahora. Quiero lanzar mi álbum, hacer música, conocerme...Y para eso creo que necesito estar soltero por un buen tiempo.

Todo eso, aunque lo había dicho en voz alta, fue dirigido hacia Elise. Al principio, ella lo observó con incredulidad, como si no pudiera creer que todo aquello saliera de la boca de ese chico que solo sabía estar confundido. Sin embargo, con cada palabra fue entrándo en razón, dándose cuenta de que ese Leb era el que hacía latir tan fuerte su corazón. Lo entendió, entendió cada detalle, y no pudo evitar sonreír al pensar que él encontraría su propia voz.

Incluso cuando dijo ese "voy a estar soltero por un tiempo" como un tono de disculpa hacia ella, no se pudo sentir mal. Ese era el Caleb que quería, así que asintió en dirección a él e intentó decirle lo orgullosa que estaba tan solo con la mirada.

Quiso decirle que confiaba en él...

—Bueno, sosténganme, porque yo también podría caerme de culo en este preciso instante —soltó Rubí, haciendo reír a su hermano —. Esas palabras fueron muy serias, hermano. Más allá de que terminaras una relación que nunca me gustó, estoy orgullosa de que quieras avanzar de la forma que dices. Adelante, que nada te detenga.

—Bienvenido de vuelta a la soltería, Caleb Carlton —soltó Adam, desde el suelo. Le dedicó una sonrisa leve, pues aún no sabía como reaccionar del todo a eso.

—Gracias —él soltó otra carcajada —. Aunque creo que perdí la práctica en eso de ser soltero...

—Tranquilo, los Blake somos expertos en eso. Aunque yo ya estoy algo oxidado, me estoy poniéndo viejo. Mejor júntate con Elise, pero cuidado, con ella corres el riesgo de terminar con piercings y tatuajes de los que no te acuerdes a la mañana siguiente.

Elise movió sus manos en dirección a su primo, él soltó una carcajada.

—El que hayas estado sobria durante los tatuajes no significa que lo estuvieras durante los piercings —le dijo él, ella movió de nuevo sus manos —. El que te los quitaras, no significa que no existieron ¿Qué puedo decir? A Elise le gustan las fiestas. No sé porque todos creen que soy la mala influencia.

—Como siempre, Eli está llena de sorpresas —sonrío Caleb, mirando de nuevo a su publicista —. En fin, tengo otra bandeja de galletas en el horno ¿Me acompañas a buscarlas, Livi?

—¡Sí! —exclamó la niña, en sus brazos.

—Bien, vamos. Oh, y cuando la tía Lilian vuelva de caminar por la playa, díganle que ya tengo el nombre del álbum.

—¿Y cuál es? —preguntó Rubí.

—Quiero que ella lo sepa primero, pero pronto se los diré a ustedes. Les gustará.

Tras decir eso, se dio la vuelta y caminó con Lavanda en sus brazos hasta la cocina. Adam seguía en el suelo, intentando analizar todo lo que ocurría. Así que la princesa había dejado al príncipe, había abandonado parte de su perfección. El cuento estaba dando un giro inesperado y, sorprendentemente, ese giro los favorecia a él y a su enamorado corazón.

—Estoy feliz porque mi hermanita está soltera nuevamente —habló Derek —, pero triste porque mi Livi parece preferir a los Carlton antes que a mi.

—Lo superarás —soltó Dalia —, así me siento yo por no ser su favorita.

—¡Jodida mierda! Aún no me lo creo —exclamó Adam, desde el suelo —. Pasó exactamente lo que dije que no ocurriría...

Él levantó su mirada y encontró la de su prima. Se puso de pie y la señaló, consiguiendo que ella lo mirara con sorpresa.

—¿Y qué fueron esas miraditas entre Caleb y tú, Elise Jazz Blake? —cuestionó Adam, consiguiendo que ella evitara su mirada y fingiera no escuchar.

Elise se encogió de hombros, tomó una galleta y fingió no escuchar.

—Oh, vamos, todos lo notamos —soltó Adam —. Y ese: Elise está llena de sorpresas ¡Por favor! ¡Pero que obvio!

—Es cierto, lo fue —señaló Rubí.

Elise volvió a encogerse de hombros. Se puso de pie e hizo señas como si no pudiera escucharlos. Se retiro del comedor y fue hacia los terremotos, aún haciendo esas señas. Adam la observó con diversión, la conocía demasiado bien. Si creyó que Caleb jamás escogería a Elise antes que Silene, se equivocó.

Al parecer, se estaba equivocando en muchas cosas.

—¡Oh, vamos! ¡Eres muda, no sorda! ¡No te hagas la loca! —exclamó, riendo. Luego, sintió una palmada un tanto fuerte en su hombro. Para cuando levantó un poco la mirada, encontró la verde oliva de Gabe y, junto a él, los ojos castaños de Donovan.

—Vamos afuera a hablar, bestia —le dijo Gabe, con una sonrisa divertida.

—¿Es sobre el aumento que me merezco? Porque ya era hora.

—Tú solo camina, inepto.

Escuchó a Dalia y a Cloe reír antes de que Gabe lo empujara hacia las puertas francesas. Salieron hacia el patio y, en ese trayecto, Adam solo podía pensar en que, por primera vez en siete años, Silene estaba relativamente soltera. Su plan hasta ese momento era conquistarla para hacerle entender que lo quería a él y no a Caleb, pero había sido sutil porque ella tenía novio...

Ahora no tenía novio y eso cambiaba todo.

—Bien, si no aprovechas esta oportunidad, me decepcionarás enormemente —soltó Gabe, una vez afuera —. Tu princesa está soltera y, casualmente, tú también.

—Una hermosa coincidencia, ¿no lo creen? —sonrío Adam —. Aún no me creo que haya terminado con Caleb, o que Caleb mirara de esa forma a Elise ¡Está pasando lo que creí imposible!

—Pues, es obvio que tu prima siente cosas por Caleb y, por la forma en la que actuaron, no me sorprendería que ya hubiese sucedido algo entre ellos —Don se encogió de hombros —. Por otro lado, tú sigues aquí, sin que nada suceda entre Silene y tú.

—Paciencia, mi querido Donovan —bromeó Adam —. Tengo que encontrar la manera de conquistar a Silene de una forma en la que nadie la haya conquistado antes. Tengo que superar a un jodido príncipe, ¿sabes lo que es eso?

—Considerando que despertaste en la cama de la princesa el mismo día en el que terminó con el príncipe, yo digo que vas por buen camino —señaló Gabe —. Pero muévete, que estás lento.

—No es tan facil alejar a Silene de lo que cree. Yo soy lo contrario a lo que espera y, aunque sé que le gusto, será difícil que ella lo admita. Tengo que conseguir que quede tan enamorada que no pueda negarlo.

—Pues...

—¿De qué hablan?

Los tres voltearon al instante, encontrando a Lilian, Silvana y Caroline justo tras de ellos. Lili tenía sus brazos cruzados y los observaba con una de sus cejas enarcadas, los conocía lo suficientemente bien para saber que algo tramaban. Don, Gabe y Adam se miraron entre ellos, no del todo seguros de qué tanto habían escuchado las tres mujeres, o qué tanto podrían decirles. Lili seguía viéndolos, esperando respuestas. Al final, Adam carraspeó y le dedicó su mejor sonrisa.

—Verás, Lilian... —habló él —. Estoy locamente enamorado de tu cuñada y yo sé que ella también está enamorada de mi, pero lo niega porque soy demasiado imperfecto para su gusto. Entonces, estoy en una especie de misión para conquistarla y para que deje de pensar que Caleb es el indicado cuando es claro que soy yo. El problema es que es jodidamente difícil conquistar a una princesa, pero lo voy a lograr. Así que, bueno...¿qué te parece?

Caroline y Silvana intercambiaron miradas, sorprendidas, mientras Adam recuperaba el aliento por haber dicho todo eso a la velocidad de la luz. Lilian, por su parte, tuvo que parpadear varias veces y mirar al chico con impresión. Él no sabía que significaba esa mirada, pero ya que lo había dicho todo no había vuelta atrás.

—Bueno, esa sí que es una confesión intensa —soltó Caroline.

—Creí que te quedarías callado —soltó Donovan.

—Sí, yo lo creí también —respondió Adam, rascando su cuello con cierto nerviosismo.

—Así que tú fuiste el de los mensajes el otro día, cuando me la encontré en el elevador —reflexionó Silvana —. Juro que jamás la vi reír tanto, o sonrojarse de esa forma.

—Bueno, parece que tengo un talento natural para hacerla sonrojar.

—Y, aún así, sigues sin conseguir a tu princesa —señaló Gabe.

—Que es un proceso complicado, joder. Yo no te juzgue cuando tardaste un año en ir por Cloe, así que mejor tú ca...

—Le gustan las fresas cubiertas de chocolate —lo interrumpió Lilian —, pero solo hasta la mitad. Hay una pastelería cerca del C.A donde las venden, compra una caja grande.

—¿Eh?

—Te estoy diciendo como conquistarla, genio. Llevo esperando años a que te des cuenta de que estás enamorado de ella, comenzaba a perder la fe en ti. La relación entre Caleb y Silene no es más que uno de sus caprichos, pero yo sé que tú le gustas.

Fue el turno de Adam para parpadear varias veces ante la sorpresa y observar a Lilian con incredulidad. Jamás se había referido a la relación de Caleb y Silene como un capricho, pero Lili estaba demasiado segura de lo que hablaba.

—¿Quieres, o no quieres mis consejos? —preguntó ella, con sus manos en sus caderas.

—Eh...si, si —asintió él.

—Bien, entonces escucha. Ella moriría por un hombre en traje elegante. Hablo en serio, si quieres verla babear por ti entonces usa corbata en tan solo una ocasión y la tendrás pensando en como luces durante meses. Ella cree que le gustan los cumplidos directos, pero no es así. Más allá de decirle linda, hermosa, o lo que sea, dile que es inteligente, dulce, agradable. Esos son los cumplidos que le llegan al corazón.

》Le gusta bailar, sobre todo piezas lentas y en pareja. Si no sabes bailar, que Dalia te enseñe. Oh, y como arma secreta, cuando vayas a confesarle lo que sientes por ella, lleva un ramo de rosas. Ella ama esas condenadas flores y podría comerte a besos por el simple hecho de que le estás regalando unas.

—Vaya, sabes mucho de ella —notó Adam, Lilian sonrío.

—Sé que en este momento no soy la persona favorita de Sile, pero yo la vi crecer —ella se encogió de hombros y sonrío con nostalgia —. Quiero ver feliz a la dulce niña que amaba jugar conmigo, que soñaba con amor y que sonreía con poca cosa. Así que hazla muy feliz, Adam. Ella lo merece a pesar de todo.

—Recordé porque me gustabas cuando era adolescente —señaló Adam —. Eres absurdamente sabia...eso y que estabas buena; sigues estándolo ¿Segura que diste a luz a tres niños?

—Segurísima —carcajeó ella. Luego, palmeo su hombro y le sonrío —. Suerte conquistando a una Osbone, Adam.

—Gracias, Lilian.

Ella se retiró del lugar y volvió a la casa siendo seguida por su hermana y madre. Sonreía al pensar que la niña a la que vio crecer podría llegar a estar con alguien que la amaba del modo en el que lo merecía. Silene se rodeó de caprichos, eso la convirtió en alguien pretenciosa y lo sabía porque ella vio ese cambio en primera plana. Sin embargo, Adam no era un capricho. Él era lo más real en la vida de esa princesa, él único que podría traer de vuelta a la Sile que extrañaba.

—No entiendo como puedes seguir velando por la felicidad de Silene —la detuvo su hermana —. Lili, por ella Derek y tú casi se divorcian hace dos años ¿No guardas ni siquiera un poco de rencor?

—Los Osbone siempre han sido mi familia —ella se encogió de hombros —. Lo fueron cuando mi familia estaba rota y me veo incapaz de darles la espalda a alguno de ellos. Sé que Silene ha cambiado estos años, y no para bien, pero yo no veo a la mujer que me exasperó hasta un punto en el que afectó mi matrimonio, yo veo a la niña que aprendió a caminar frente a mis ojos, la que le ponía tiaras de cartón a Derek para jugar, la que me abrazaba con cariño cuando me veía...

》Veo a la niña que no tuvo hombros en los que llorar la muerte de su padre y ella merece amor en el presente. Siempre amaré a Silene, es como mi hermanita aunque ella se niegue a verlo.

—Y eso dice mucho de ti, cariño —su madre la abrazó de lado —. Adam está decidido. Él la consquistará.

—Eso será interesante de ver.

—Ya lo creo —rio Silvana.

Mientras tanto, Adam intentaba asimilar toda la lista de consejos que Lilian acababa de darles. Fresas, trajes, cumplidos, bailes, rosas...Sonaba tan romántico y cliché que le sorprendía no haberlo notado antes. Así era su princesa, increíblemente soñadora y dulce aunque se negaba a mostrarlo.

Claro que sabía que todo ese romanticismo daría un gran giro una vez él lo pusiera en práctica. Él tenía un estilo diferente, más intenso que romántico. Si mezclaba todo ese cliché con su típica forma de ser, sabía que obtendría una mezcla explosiva e increíble a la que Silene no se podría resistir.

No era perfección, pero era el momento de enseñarle a su princesa que ella no necesitaba nada de eso. Necesitaba amor y, en realidad, el amor no es perfecto. Es un desastre, hecho de pequeñas piezas de caos que forman un collage...interesante.

Es imperfección pura, que te enamora a un punto en el que consideras que es incluso mejor que la perfección.

—Es bueno saber que le caes bien a tu futura cuñada —señaló Gabe, con diversión —. Amo a Lilian, pero hoy la amo un poco más por dejar esa sonrisa de imbécil en ti.

—Ja Ja, mira como me río de tus chistes a mi costa —soltó él, fingiendo una risa —. ¿Debería preocuparme que tres de cuatro margaritas ya saben sobre mis planes? Conozco a esas mujeres, ellas se cuentan todo y, honestamente, me da miedo a como pueda reaccionar Sanne. Silene es la ex de Caleb, y Caleb es como el bebé de Sanne. Ella podría castrarme si hago algo que lastime a su sobrino.

—No lo harás —aseguró Donovan —. Igual, no te preocupes por Sanne. Ella tiene cosas más importantes en las que ocuparse ahora.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Gabe.

—Solo lo sé —Don se encogió de hombros —. Ajá, volviendo al tema de Silene, ¿usarás los consejos de Lilian?

—Obviamente —respondió Adam —. Tarde o temprano, Silene entenderá que me ama.

—Amar es un sentimiento muy fuerte. Creo que estás saltándote unos cuantos pasos.

—Yo no lo creo, Donovan —en eso, su teléfono comenzó a vibrar.

Él lo tomó del bolsillo de su pantalón y, al leer el identificador de llamadas, le tembló el corazón. Una sonrisa involuntaria nació en sus labios al ver el nombre de Silene, fue casi como verla frente a frente. Ahora que sabía que estaba soltera, era como si una nueva esperanza hubiera nacido. Finalmente, creía que tenía la oportunidad de amarla y que ella lo amara de vuelta.

—¡Princesa! —exclamó al contestar —. ¿A qué debo esta llamada de la realeza? Oye, por cierto, me enteré de que tu cantante y tú se tomaron un tiempo ¿Estás bien con eso? Sabes que conmigo puedes ser sincera.

—No tengo tiempo para eso, Blake —fue lo que dijo ella —. Creo que acabo de hacer algo terrible.

—Bien, eso me asusta...¿Arrollaste a alguien?

—No.

—Entonces, no debe ser tan malo.

—Tú siempre tan confiado.

—No creo que sea tan terrible, es decir...

—Le dije a Cristal que sus padres se divorciarán.

Adam no pudo terminar de hablar, sino que sus ojos se abrieron mucho y le sorprendió inclusive no caerse de culo de nuevo. Gabe y Don lo observaron, tan preocupados como intrigados por lo que sucedia. Él solo se mantuvo en shock por unos cuantos segundos, aún con el teléfono en su mano.

—¿Y qué opinas? —suspiró ella —. ¿Es tan terrible como arrollar a alguien?

—Pues, se acerca bastante.

—Creí que hacia lo correcto ¿Por qué siempre parece que hago daño? No es mi intención...

—Sé que no lo es, princesa. Lo hiciste porque querías ayudar. Tienes un corazón inmenso, aunque lo niegas.

—No lo niego, solo parece que tú eres el único que lo ve.

—No te imaginas la cantidad de cosas que veo en ti, Silene. Cosas que ni siquiera tú ves.

—Le hice daño a Cristal...¿Qué hago, Adam?

Él pasó una mano por su rostro, frustrado al imaginar esa situación. Viniendo de una familia cuyos padres decían que se divorciarían cada tres meses, Adam sabía que esa era una noticia que debían de haber dado Eve y Calvin. No le sorprendía el divorcio, le sorprendía el hecho de que Silene fue quien dio la noticia al final. Suspiró e intentó concentrarse en la chica, en hacerla sentir mejor.

—Creo que ya no hay nada más que puedas hacer, princesa —habló él —. Deja que Cris hable con sus padres, tú ya hiciste suficiente.

—Me siento mal, Adam. Me siento como un monstruo.

—¿Necesitas un abrazo?

—Sí y uno fuerte.

—Dime donde estás y en menos de diez minutos estaré ahí con tu pedido. Mi servicio es rápido y eficiente, te lo prometo.

Ella soltó una pequeña carcajada y le dijo entre suspiros donde estaba. La llamada culminó y él se encontró con las miradas de Gabe y Donovan. Suspiró y les dedicó una sonrisa triste.

—No importa que tan enamorado este de Silene, el estar ahí para mi princesa es y siempre ha sido algo natural en mi. Si necesita un abrazo, voy a ir corriendo hacia ella aunque me reciba solo como un amigo.

—No te veo corriendo —soltó Gabe —. Solo ve con ella, bestia.

Él asintió con la cabeza y fue hacia ella, sabiendo que lo recibiría solo como un amigo. Adam estaba cayendo con fuerza hacia unos sentimientos de los que no habia salida. Unos sentimientos tan imperfectos que se sentían como un remolino de emociones en su interior.

Debía recordar comprar rosas en algún momento, después de abrazar a su princesa, porque él estaba convencido de que con un ramo de ellas lograría demostrarle a su princesa que lo que siempre buscó fue eso: hermosa y arrolladora imperfección.


Voy a empezar por ser honesta y decir que jamás me han gustado demasiado los repartos con actores. Siento que pueden limitar a algunos lectores a imaginar los personajes como gusten y además he visto actores que se molestan porque su imágen sale en libros. No obstante, les hice una encuesta en instagram una vez que me llevó empujó a buscarle elenco a los personajes para los spin-off que estoy realizando de esta serie. Así que se me ocurrió dejarles las imágenes de estos personajes poco a poco, para que descubran como veo a estos personajes. En multimedia está Angelina Aisman, quien seria Silene Osbone. Así la veo yo, ustedes pueden verla como quieran e imaginen 😁

Con eso listo, hablemos del capítulo...¡Pasaron muchas cosas! Silene y Caleb se dan un tiempo, las miraditas de Elise, Lilian y sus confesiones...Yo solo quiero saber: ¿Qué les pareció?

Yo solo espero de corazón que les gustara❤

Y cómo ya se está haciendo costumbre, aquí les dejo algunos adelantos:

No es hambre, es enojo. No es hambre, es enojo.

...

—¿Pero que reaccionara así? —preguntó él —. Esperaba todo, menos eso. Esa chica no se vio como nuestra Cris.

...

—A ti no te gusta escuchar, Rubí. Nunca lo haces.

...

Y eso es todo porque no quiero revelarles más. Nos vemos en el siguiente capítulo❤❤

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