Capítulo 29

Capítulo 29:
Antes de la pelea
27 de junio

1:30 pm

Easton y Cris se llevaron muy bien desde el momento en el que se conocieron. Ella podía recordar cuando lo vio por primera vez, lo emocionada que estuvo por conocer a su primo finalmente, y que lo abrazó con fuerza aún cuando él se veía nervioso y hasta asustado. Recordaba también que le había dicho que tenía un par de lagunas atoradas en su mirada, todavía lo creía. Las pequeñas manchas de verde mezclándose con el gris en sus ojos eran impresionantes, similares a los reflejos en un agua no del todo cristalina, pero no por eso menos bonita. Con él siempre podía hablar cuando se sentía insegura, pues en esos ojos encontraba una calma que no encontraba con nadie más.

Ni con Malory, ni con Brandon, ni con Rubí, ni con Silene...East era esa única persona con la que podía contar cuando su seguridad se esfumaba.

—Es terrible que Silene y Caleb se peleen por unas canciones —dijo él, con sus manos en los bolsillos de su pantalón. Caminaban por los jardines del C.A en la dirección opuesta que habían tomado los otros terremotos —. No me parece una razón para enfurecer tanto.

—Silene siempre ha creído que las canciones son para ella, supongo que le duele sentirse engañada —habló Cris, frunciendo un poco sus labios porque llegó a sentir empatía por Sile —. Creyó que alguien había hecho algo lindo por ella y resulta que no fue así. 

—Seguro que Leb ha hecho otras cosas lindas por ella, pero no las ha notado. Suele ocurrir que la gente se concentra tanto en sus propias fantasías y en que estas se cumplan, que no terminan por apreciar los otros detalles, esos que están llenos de buenas intensiones, sentimientos y demás. Creo que las personas están tan enfocadas en la idea de un romance perfecto que se olvidan de que la realidad siempre será diferente. 

—¿Diferente en qué sentido?

—Bueno, diferente en el sentido en el que no se necesitan canciones ni dedicatorias para tener una relación estable. Creo que la confianza es más importante, igual que el cariño. En una fantasía, verías lo primero, pero en la realidad lo segundo es lo que cuenta. Si Caleb le ha dado todo eso a Silene, entonces ella no debería quejarse. 

Cris lo miró con sus ojos entrecerrados, aún caminando por los senderos. East tenía una pequeña sonrisa en sus labios, de esas que solía esbozar a menudo.

—Nunca me cansaré de decir que eres muy sabio, Easton Cooper —soltó Cristal, dirigiendo su mirada hacia el frente una vez más. 

—Y yo nunca me cansaré de repetirte que no soy sabio, solo tengo opiniones propias y no me da miedo decirlas en voz alta —él se encogió de hombros y la observó por el rabillo de su ojo por unos instantes —. ¿Y qué es lo que te pasa a ti, Cris?

—¿A mí? ¿Por qué preguntas?

—Pues, cuando estábamos en el estudio, te pusiste bálsamo labial unas...¿qué? ¿Ocho veces? Tú hidratas tus labios demás cuando te pasa algo. Además, juegas con tu cabello como lo estás haciendo ahora —entonces él se detuvo, haciendo que ella se detuviera también. Ladeó la cabeza al observarla, como si quisiera entender algo que aún no se había dicho —. ¿Y eso que alisaste tu cabello? Eso si que es algo nuevo.

Ella dejó de jugar con el mechón naranja enrollado en su dedo tras descubrir lo bien que Easton la conocía. Lamió con disimulo sus labios, sintiendo el sabor a fresa artificial que le pertenecía a su brillo labial favorito; tampoco se equivocó con el hecho de que ella hidrataba sus labios quebrados demás cuando algo le ocurría. Esa vez, su preocupación venía de un montón de números en su cabeza, de sumas que se convertían en calorías y preocupaciones con el nombre de Malory en ella. Todos estaban encantados con esa rubia explosiva ahora que era parte del programa de modelaje, Cris sentía que la estaban opacando, que sus oportunidades se le estaban escapando.

Sentía celos, y aún no se acostumbraba a la sensación de vacío en su estómago...

—¿Qué te ocurre, Cris? —preguntó Easton, con delicadeza. 

Eran del mismo tamaño, aunque eso se debía a los zapatos. Sin ellos, Cris era mucho más baja que él; lo había sido desde que se conocieron. El recuerdo de su llegada la hizo sonreír por instantes, pero su sonrisa se extinguió con rapidez.

—Creo que a todos les gusta más Malory como modelo de lo que yo llegué a gustarles alguna vez —suspiró ella —. Ella es tan talentosa, tan única...Seguro la escogen para el desfile final y a mi no.

—¿Tienes...celos? —preguntó East, sorprendido ante el hecho de que Cristal sintiera aquello.

—Pues, creo que sí —ella bajó su mirada y mordió sus labios con rapidez —. No lo sé, East. Malory es mi amiga, la quiero y me alegra que esté haciendo algo que le guste, pero...¡Ella ni siquiera sabía que le gustaba modelar hace uno días! Se siente injusto que me esté reemplazando.

—Cris, nadie podría reemplazarte. Tú tienes tu lugar ahí, no es como si Malory hubiese llegado a robártelo.

—Se siente que es así, que ella es mejor que yo en muchas cosas...

Caminaba mejor en la pasarela, resultaba más alta y atractiva que ella, se veía mejor en las fotos, era más delgada...mucho más delgada. Cristal de verdad no podía entender porque su mente comenzaba a concentrarse únicamente en contexturas y pesos, sus nervios se basaban en calorías y le parecía absurdo, pero no lo podía controlar. Pensó en su "diario", aquel que escondía debajo de su almohada. Cada vez disminuía más y más la cifra en él, pero no era suficiente.

Malory seguía siendo mejor que ella.

Sintió una mano cálida sobre su hombro y levantó su mirada para encontrarse con ese par de lagunas profundas. Le encantaba el tono de piel de East, sentía que ese chocolate tostado hacia el contraste ideal con su hermosa mirada. Sabía que a su primo lo veían como un encanto, o al menos eso había escuchado por los pasillos de la escuela y en el C.A. Era algo que Cris no podía negar, Easton era encantador, pero lo más impresionante de él era su personalidad.

Siempre dispuesto a ayudar, a cuidar, a proteger...Era un chico humilde, que no sabía como presumir. Para ella, siempre tenía sonrisas comprensivas, tiempo para escuchar y entender sus preocupaciones. Quizá Easton Cooper no era un genio, era un ángel.

A él le quedaba mejor ese apodo que a ella.

—Dime algo, Cris —comenzó él, haciendo su voz más suave, como un canto bajito capaz de calmarla —. ¿Tú te inscribiste en el programa de modelaje por Malory, o por ti?

—Lo hice por mi.

En realidad fue por Silene, se dijo a sí misma, pero no llegó a confesárselo a East.

—Entonces es absurdo que andes pensando en ella cuando deberías estar disfrutando algo que haces por ti —continuó su primo —. Tú eres hermosa, Cristal. Malory también lo es, ambas bellas a su manera. La belleza no debería opacar a la belleza, solo deberían hacer más belleza juntas ¿Me explico?

》Lo que quiero decir es que, si te intimida que le presten tanta atención a Malory, no olvides que tú eres alguien espectácular, a la que simplemente no se le puede dejar de mirar. Y no hablo solo de belleza física, hablo de todas las otras cosas que te hacen increíbles. No le tengas celos a Malory, Cris. Disfruta este recorrido con ella y creen arte juntas, porque estoy seguro de que ambas deslumbrarán al C.A entero. Oh, y haznos un favor a los que te queremos: recupera tu sonrisa, casi hasta extraño tus hoyuelos.

Ella soltó una pequeña carcajada y abrazó a su primo con fuerza. Easton era un Cooper de corazón, ellos eran expertos en verle el lado positivo a todo y regalar sonrisas. Sintió que él le devolvió el abrazo poco después, siempre fue un poco tímido ante las muestras de afecto, pero al menos nunca la rechazó.

—Gracias, East —soltó ella, su aliento hacía cosquillas en el oído de su primo —. Siempre sabes que decir.

—No hay de qué, Cris —respondió él, sin soltarla —. Aunque aún no me has dicho porque te alisaste el cabello...

—Oh...

Ella se separó del abrazo y tomó un mechón de su cabello casi como un reflejo involuntario ¿Por qué lo había alisado? Porque...porque Silene le había dicho hace días que parecía una leona, y las leonas no son especialmente bonitas. Los mechones naranjas caían como cascadas hasta más abajo de sus caderas, era una cortina de cabello sin un solo rizo en este. Mordió un poco la parte interior de su mejilla y observó a East con cautela. No sabía porque tenía miedo de que le preguntaran por sus cambios, pero sentía que comenzaría a sudar en frío y que su corazón escalaría a su garganta en cualquier momento.

—Fue un impulso al que le hice caso esta mañana —dijo, sonrojándose ante lo buena que se había vuelto diciéndo verdades parciales —. ¿Por qué? ¿No te gusta?

—Claro que me gusta —asintió East. Para él el cabello de Cris era increíble, un naranja que resultaba de la mezcla de unos cabellos más rojos que otros y unos tirando a dorado. Era un matiz impresionante, diferente al de Tyler que era mucho más pelirrojo. El de ella era único —. Solo me sorprendió el cambio, eso es todo.

—Mhm, bueno...

—¿Hay alguna otra cosa que te preocupe? —cuestionó él, alzando una ceja hacia ella —. Porque, si es así, los jardines del C.A son grandes y yo tengo tiempo para escuchar y caminar al mismo tiempo.

Sí, tenía más cosas que le preocupaban ¿Pero cómo le decía a East que su preocupación eran unos números? Si en su mente no tenía sentido, menos sentido tendría al decirlo en voz alta. Fingió su mejor sonrisa, notando que cada vez era mejor actriz. Entrelazó su brazo con el de su primo y lo empujó a caminar a su lado. Entusiasta y alegre, así debía ser aunque por dentro estaba muerta de miedo.

—Estoy bien, East—aseguró ella —. Mejor cuéntame sobre esa chica bonita con la que te vi el otro día...

—Ay, no —él soltó una pequeña carcajada —. No me digas que te pondrás tan chismosa como los terremotos.

—¡Yo les enseñé a ser chismosos! Así que sí, los seré.

—No es mi novia, por si te lo preguntas.

—¿Así que no pasó nada entre ustedes?

—Pues...

Ella volvió a reír y continuó escuchando a su primo. Intentó concentrarse en la historia, pero su mente viajaba constantemente a ese horrible lugar que se había llenado de cuentas y gritos de auxilio que no se atrevía a decir en voz alta. Cada vez tenía menos control sobre lo que pensaba y eso la asustaba.

Como le habría gustado perderse en el par de lagunas que Easton tenía en sus ojos y simplemente no tener que pensar. Pero, cuando tu mente se convierte en tu peor enemigo, ya no hay forma de escapar...

...

2:00 pm

Rubí tenía pésimas experiecias con respecto a enamorarse. Sabía que ella sentía mucho, con demasiada intensidad, y fue eso lo que la llevó a creerle a un imbécil al que le entregó su corazón. Aún así, no le tenía réncor al amor. Ella creía que todos tenían derecho a encontrarlo. Es decir, por eso escribía canciones románticas, ¿no? El detalle es que en ese "todos" ella jamás se incluyó.

Esa exclusión no se debía a su pasado romance, tampoco por cargar un corazón magullado. Ella simplemente no se sentía a gusto con el amor porque le tenía terror. Amar te lleva a sentir demasiado, y sentir demasiado la llevaba a perder el control. No quería volver a perderse en sí misma, no lo soportaría.

Aún así, el destino tiene formas locas de acercarnos a lo que más tememos. Su risa acompañaba a la de Adam, mientras que ambos compartían un almuerzo hecho de golosinas que él compró en la cafetería. Tras huir del lío en el que se metieron Leb y Silene, él ni siquiera le preguntó a Rubí si tenía hambre cuando la arrastró por el C.A para buscar comida y luego guiarla hasta la cúpula con rosas, donde ambos parecían compartir el tesoro de dulces a escondidas. Te puedo asegurar que la chica tenía el corazón latiendo a un tempo que desconocía, pero a penas si podía escucharlo entre las risas y la conversación.

Adam era mucho más interesante de lo que se veía a simple vista, lo que ya era bastante.

—Entonces, tu eres la compositora —soltó Adam, tras dejar de reír por el chiste anterior. Mordió su barra de chocolate y observó a Rubí asentir con la cabeza mientras llevaba gomitas a su boca —. Joder, que increíble ¿Escribes desde hace mucho?

—Desde que Aviv me enseño a leer música, que supongo fue a los...¿nueve años? —ella se encogió de hombros, no recordaba la fecha con exactitud —. Componer es parte de mi. Se siente como respirar, o incluso hasta más necesario.

—Ya veo, es lo que amas —notó Adam, con una sonrisa ladeada en sus labios —. Es lindo ver que te emocionas con tan solo pensar en componer. Tus ojos brillan y, de hecho, sonríes. Tu sonrisa no es fea, niña.

Ella apartó la mirada y rogó en silencio porque su sonrojo no fuese evidente. Estaba consciente de que lo que sentía por Adam era platónico, pero eso no le quitaba la intensidad a sus sentimientos. Su corazón latía con fuerza, sus nervios florecían en la boca de su estómago como flores que llaman a los molestos bichos que aleteaban sin control en su interior. No importaba que tanto miedo le daba sentir, era algo que no podía evitar.

—Y...—ella carraspeó para normalizar su voz y aligerar la tensión —. ¿Tú amas ser entrenador personal?

Adam sonrió, extendiendo tanto su sonrisa hasta que sus ojos se achicaron. Pasó una mano por su cabello y apoyó toda su espalda en el respaldar del banco. Luego, buscó la mirada de Rubí una vez más.

—En realidad, soy licenciado en fisioterapia. Estudié cinco años y tengo ese título, pero las personas parecen siempre quedarse con eso de "entrenador personal" —confesó él, logrando que Rubí lo observara con sus ojos y boca muy abiertos —. ¿Sorprendida?

—Yo...es que...—sacudió su cabeza un poco, para salir de la sorpresa —. No lo sé, no me lo esperé. Lo siento.

—No te disculpes, casi nadie se lo espera —aseguró él, tomando un poco de su gaseosa. Tragó y continuó hablando —. Cuando tuve cáncer, Don solía sacarme de mi casa o de la clínica y me llevaba al gimnasio. No podía hacer deporte por razones lógicas, pero me ayudaba con ejercicios para que mis músculos no fueran inútiles.

》Y también vi a otros niños, no todos con cáncer, sino con problemas motores o lesiones. Don los ayudaba, a veces en el gimnasio y a veces en la clínica. Yo era como su asistente, por no decir el favorito. Me pedía que anotara cosas, que le pasara instrumentos, que animara a los pacientes...Se sentía bien ser útil.

Su sonrisa se iba extendiendo, recordando como el gimnasio se llenaba de niños cada miércoles y Don los atendía sin problema. Gabe pasó a ayudar luego de lidiar con sus propios problemas, pero el principal héroe siempre fue Donovan. Él cambió la vida de muchos.

—Cada vez que veía a Don, sabía que yo quería ser así una vez creciera. Quería ayudar, ser el héroe que él fue para mi y para otras tantas personas—volvió a concentrarse en la mirada de Rubí y ladeó su sonrisa —. Hoy en día, hago el intento de ser aunque sea la mitad de bueno de lo que él fue y sigue siendo.

》No sé si lo sabes, pero Don y Gabe no solo son dueños del gimnasio. Ellos tienen un centro de fisioterapia, ayudan a gente de todas las edades a recuperarse. Yo trabajo ahí tres días a la semana. Voy seguido a la clínica que me atendió de niño, también atiendo a pacientes ahí. Así que te puedo asegurar que no amo ser entrenador personal. Lo que amo en verdad es ayudar, es ver que puedo mejorar una vida. Amo no quedarme de brazos cruzados ahora que puedo ser útil, y se siente incluso más necesario que respirar, niña.

Era difícil que Rubí escuchara, pues estaba tan concentrada en sus propios problemas que no quería conservar información de vidas ajenas. No obstante, esa vez lo escuchó cada palabra y cada sensación atorada dentro de los pensamientos de Adam. Sintió un nudo en su garganta, su pecho dolía. Era asombroso lo atento que él era, lo puras que eran sus intensiones ¿Cómo hacía para detener algo platónico? Porque sentía que lo que sentía solo crecía y crecía.

—Wow, tú eres impresionante —soltó sin pensarlo y se sonrojó al escuchar esas palabras salir de su propia boca. Adam le sonrió y entrecerró sus ojos hacia ella, Rubí podía sentir como los nervios se hacían cada vez más fuertes. Sacudió su cabeza para ordenar sus pensamientos, pero lo cierto es que quería que la tierra la tragase y la escupiese en otra galaxia —. Em...digo...lo que haces es impresionante ¡Si, eso! Es...genial que ayudes a otros.

—Gracias, niña —respondió él, mordiendo su chocolate hasta acabarlo. Quizá Rubí lo había disimulado bien, porque Adam no se inmutó ante el sonrojo y los nervios —. Lo que tú haces también es increíble. Espero que sepas que ayudas a muchas personas con tus canciones.

—¿Si?

—Sí, te lo digo por Elise. Ella pasó por cosas muy duras, tus canciones y la voz de Caleb llegaron justo a tiempo para recordarle que ama la música, que es parte de ella. Gracias, sin ustedes habría perdido a mi prima.

Adam parecía tener una capacidad increíble para amar, para ser cercano a las personas y asegurarse de que se sintieran bien ¿Por qué lo habían dejado en el altar? ¿Cómo alguien fue capaz de romperle el corazón a alguien tan...bueno? Sí, Adam era desastroso y molesto, y tenía tantos fallos que enumerarlos era imposible, pero era una buena persona. Eso él lo sabía, y era algo que el recuerdo de Vanessa jamás le quitaría.

No sabía porque ella se había ido, porque lo dejó con el corazón hecho trizas, pero si de algo estaba seguro era de que él era bueno, que merecía más de lo que ella se negó a darle. Su partida dolía cada vez menos, porque comenzaba a recordar quien era él en verdad: era un luchador, y los luchadores buscan felicidad, no se quedan estancados en obstáculos llenos de tristeza.

Rubí también sabía apreciar el valor de las buenas personas, quizá porque su vida estaba llena de ellas. Sus padres, Aviv, Sanne, Caleb...sabía como se veían las almas bondadosas porque los tenía a su lado. Observó a Adam, notó que tenía un rastro de barba rubia en su mandíbula que no debía tener muchos días, y que su cabello dorado iba despeinado. Un pensamiento peculiar llegó a su mente, y no pudo esconder la risa seca que surgió de ella.

—¿Qué es gracioso, niña? —preguntó él.

—Nada, solo me impresiona que alguien tan increíble como tú sea amigo de alguien como Silene —soltó, mirando sus gomitas para no extraviarse en los azules encerrados en la mirada de Adam —. Tú eres bueno, servicial, atento, y ella es...prejuiciosa, odiosa y pretenciosa. Simplemente no encajan.

Adam suspiró mucho antes de que Rubí terminara de decir todo lo que quería, lo que la asustó un poco. Su suspiro sonó irritado y, cuando volteó a verlo, sus ojos azules estaban fijos en el suelo y su ceño estaba tan fruncido que no le fue difícil adivinar que su comentario le molestó. Habían estado tan bien, hablando con comodidad ¿Acaso lo había arruinado?

—Silene es muchísimo más de lo que todos se molestan en conocer, Rubí —soltó él, su voz sonaba distinta cuando hablaba de la princesa —. Entiendo que no es una persona fácil, que puede ser odiosa a veces, pero nadie se ha molestado en ver más allá.

—¿Y es que acaso hay algo más allá? —cuestionó Rubí, ganándose la atención del chico una vez más.

—Hay demasiado más allá de lo que ven. Es como si yo fuese el único que la conoce en verdad y es tan triste, porque la Silene que yo veo es mucho más hermosa que la que ustedes ven.

A Rubí le dolió el pecho al escucharlo llamar hermosa a Silene. Te diría que sintió celos, pero no fue así. Por la forma en la que habló Adam de su princesa, por la opinión que tenía de Sile, por lo triste que se veía cada vez que la insultaban, sabía que sentir celos era absurdo. No podía luchar una batalla que ya alguien más había ganado.

Lo observó echarse hacia adelante y apoyarse en sus rodillas, ella lo imitó. Si no sentía celos, ¿entonces que sentía? Un poco de dolor, una pizca de tristeza, y bastante curiosidad.

—Preséntamela —soltó ella, antes de arrepentirse.

—¿Qué? —cuestionó él, confundido.

—Preséntame a la Silene que conoces, dime como es. Yo veo a la princesa pretenciosa que intenta manejar a mi hermano a su gusto, pero tu ves algo más...¿Qué ves?

Adam la observó por instantes, volviendo a notar el sonrojo que nacía en ese par de mejillas pálidas cuando le mantenía la mirada. Describir a la Silene que conocía era complicado porque ella era complicada en sí. Era un torbellino de emociones, pesadillas acumuladas disfrazadas de un sueño abstracto. Entonces, volteó hacia las rosas, y la descripción perfecta llegó a su mente.

Arrancó una roja, de pétalos tan carmesís como el cabello de Rubí. Su perfume se perdió en su nariz una vez la olió, era impresionante el parecido entre ese olor y el de Silene. Los ojos tormentosos de la adolescente lo observaban a la espectativa, pero él solo tenía ojos para esa rosa en sus manos. Él solo veía a esa flor.

—Silene es como esta rosa —señaló él —. Todos la ven porque nadie puede cuestionar su belleza exterior, muchos la envidian porque parece tener el mejor color, no hay persona que no crea que ella no es perfecta...pero nadie jamás le ha preguntado porque tiene espinas.

Observó los pequeños pinchos en el tallo de la flor y suspiró. La Sile que conocía era una rosa vulnerable y hermosa tanto por fuera como por dentro, pero eso era porque ella jamás lo lastimaría con sus espinas. El resto, conocía a la Silene que se preparó para defender su perfección, para no salir lastimada. Nadie notaba que ella vivía en un constante método de defensa. Nadie se lo preguntaba.

—Si le preguntaran porque tiene esas espinas, conocerían a la Silene que conozco yo —habló él, quitando con cuidado las espinas de la flor —. Verían a la Sile sensible, la de buen corazón que no teme en ofrecerme su hombro cada vez que quiero llorar. Conocerían a la chica divertida e inteligente que siempre ha estado a mi lado, pero nadie le pregunta. Es como si solo yo me preocupara por hacerlo.

—Ella me dijo una vez que nadie se fija en las espinas de las rosas —dijo Rubí, recordando ese instante —. Pero lo cierto es que sí, Adam. Si lo hacen. Cuando una rosa tiene muchas espinas, nadie es lo suficientemente tonto para fijarse en los pétalos cuando la prioridad es no lastimarte. Si nadie se acerca a Silene es porque ella lastima. Nadie quiere lastimarse a propósito.

—Lo sé, no estoy diciendo que su decisión de refugiarse de esa forma haya sido la indicada —aseguró él, con una sonrisa triste —. Pero tiene sus razones para portar esas espinas.

Antes de que Rubí pudiera notarlo, la  mano de Adam estaba demasiado cerca de su cabello y entonces la rosa acabó detrás de su oreja. Él sonrió complacido ante esa imagen, una vez más ignoró el sonrojo en las mejillas de la chica.

—Así como supongo que tu tienes tus razones para portar tus propias espinas, Rubí —le dijo él, con delicadeza —. Pero, sin importar cuantas de esas tenga el tallo de una rosa, esa flor no deja de ser hermosa. No olvides eso, niña.

—No hablamos de flores, ¿no es así?

—Tú eres la que escribe canciones, deberías entender con rapidez las metáforas y mierdas parecidas —rio Adam —. Pero así es, no hablamos de flores. Hablo de que no está mal actuar a la defensiva si te sientes insegura, pero no te encierres siempre en ti misma porque el resto no podrá ver lo increíble y hermosa que eres. Cuando quieras desahogarte, contar lo que sea, aquí tienes a un amigo dispuesto a escucharte. Yo no le temo a las espinas, niña.

—Una vez más, no hablamos sobre flores...

—No, no lo hacemos.

Rubí le sonrió de lado, sintiendo la flor en su oreja. Adam era tan buena persona que se detenía a entender las espinas de una rosa mucho antes que a sus pétalos. Comenzaba a creer que le sería imposible no enamorarse cada vez más de él, pero también estaba consciente de que el amor de ese chico jamás le pertenecería.

Ella escribía canciones de amor, sabía como se veía alguien enamorado y Adam...él no lo sabía, pero estaba perdidamente enamorado de una rosa.

...

2:10pm

No dijeron palabra alguna al salir del C.A, dejaron que el silencio reinara en el auto y ahora que estaban en la casa de Caleb, justo en la entrada, todo se mantenía igual. La ausencia de sonido pesaba una tonelada, pero si algo pesaba más era su corazón que latía con lentitud.

Silene se sentía una ingenua, una estúpida por creer que alguien la amaba lo suficiente para hacer algo tan lindo por ella ¿Por qué el amor era perfecto para todos, menos para ella? ¿Por qué la perfección se le escapaba de las manos y la hacia sentir tan miserable?

—Merezco una explicación —soltó Caleb, cerrando la puerta de la entrada tras de él —. Así que espero que esta sentencia de silencio acabe y que expliques porque creíste que tenías derecho de decir que las canciones eran para ti.

Le estaba dando la espalda, así que intentó imaginarlo en ese momento. No supo decir si Caleb estaría con el seño fruncido, o si simplemente estaría serio. Se volteó y no se encontró con ninguna de las dos opciones, solo lo vio inexpresivo y con sus brazos cruzados. Imitó su postura, para no dejarse intimidar.

Se preparó internamente para que su voz no temblara...

—Yo también merezco una explicación —soltó ella, logrando que Caleb soltara una risa seca.

—¿En serio? ¿Y sobre qué? ¿Debo darte una explicación sobre como hago mi trabajo?

—¡Yo creí que hacías algo por mi, que te importo lo suficiente para hacer algo así! Resulta que eres los demás, nadie hace algo por mi.

Caleb rió una vez más, y llevó sus manos a su cabello. Tiró de él con cierta desesperación, y luego soltó un detalle que pareció ser una sentencia de muerte:

—Yo no quería pelear ¡Maldición, no quería hacerlo! —gritó de repente —. Pero si esto es lo que quieres, tus deseos son mis órdenes, princesa.

No creo que ellos estén preparados para esa pelea ¡No creo que yo esté preparado para escribirla! Pero sé que tú estás preparado para escucharla, así que tus deseos serán mis órdenes solo por esta vez...

Apuesto a que todos esperaban la pelea en este capítulo...Pues, van a esperar un poquito más jejejeje. 

Este capítulo en particular va dedicado a alguien que he visto desde Margaritas en los comentarios, una lectora con la que he tenido la oportunidad de conversar varias veces y es increíble...Aunque siempre me reclame la muerte de Linda jajajajaja (creo que aprendí que ninguno de ustedes va a superar eso y que probablemente jamás me perdonen. Viviré con ello). En fin, XxOceansOfMercyxX espero que este capítulo te gustara. Gracias por ser una lectora tan fiel, por escribirme por aquí, por Instagram y demás. Me dijiste una vez que estás amando como está quedando Rosas, espero que este capítulo en el que Adam, Rubí, Easton y Cris brillan por su protagonismo también lo ames. 

Y espero que a todos les haya gustado ❤

¿Saben qué? Me está gustando darles adelantos, así que hoy también les dejo algunos: 

"...Silene comenzaba a descubrir que la perfección y el amor no siempre se unen. A veces, se destruyen entre ellos."

...

"—A mi nadie, nadie, me manda a callar."

...

"—¿Sigues esperándome, Sanne?"

...

"Debía ser más hermosa, o jamás valdría algo...Jamás seria importante"

...

Nos vemos en el siguiente capítulo❤

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