Capítulo 28

Capítulo 28:
Verdades que lastiman
27 de junio

12:46pm

—¡Acabo de pedirles matrimonio a los Cooper! —el grito de Lid se escuchó incluso antes de que entrara al estudio de música seguida por sus tres amigos —. Están todos invitados a la boda, siempre y cuando traigan regalos.

—Espera...¿qué?

No importaba que tanto tiempo pasaran con los terremotos, parecía que los hermanos Carlton no terminaban de acostumbrarse del todo a sus ocurrencias y travesuras. De vez en cuando se aparecían por el estudio, a bromear con sus "primos británicos", entonces ellos escuchaban por horas sus peculiares ideas. La verdad, ellos cuatro rara vez se quedaban quietos. Así que, una vez llegaban, traían cierto desastre consigo.

Pero era un desastre divertido.

—Es cierto, nos dio anillos de dulce —señaló Easton, mostrando el suyo. Sonreía con diversión ante el solo recuerdo —. Y se puso de rodillas. Fue tierno.

—Habría sido más tierno si nos hubiera dado la oportunidad de decirle que no —soltó Tyler, con su dulce en la boca —. Pero tu anillo está delicioso, Lid. Supongo que por eso te perdono.

—¡Gracias, futuro esposo! Lo tendré en cuenta cuando peleemos como una pareja casada.

—Ustedes cuatro no paran de sorprenderme —carcajeó Cris, mientras Easton tomaba asiento a su lado y junto a Rubí —. ¿Puedo ser la madrina?

—Obvio. Drew será el padrino y tú la madrina. Caleb, Rubí, ustedes cantarán mientras los tres caminamos al altar y la tía Sanne junto con Aviv pueden tirar pétalos de rosas. Elise, tú si quieres puedes ser parte del cortejo ¡Será genial!

—Bueno, parece que nuestra futura esposa lo tiene todo planeado —rió Easton —. Eso nos ahorra trabajo ¿Cierto, hermano?

—Estamos comprometidos con Lid Osbone. Creeme, nos sobrará trabajo por el resto de nuestras vidas.

Caleb soltó una carcajada ante esos pequeños y Elise sintió ese latir en su corazón que la molestaba. No olvidaba lo que le había preguntado, que en realidad no sabía quien era él. En ese momento, era el Leb amable y agradable que su familia conocía, pero cuando estaban solos se convertiría en la versión pícara y audaz que solo ella parecía conocer. Necesitaba saber si ambas versiones eran parte de la misma persona, o si él solo se escondía en varias máscaras para satisfacer a alguien más.

Y, para ser honesto, él también necesitaba saberlo.

—Santo Cielo —rió Sanne —. ¿Qué dirá Derek cuando su nenita se case a los doce años?

—Oh, no, no. No pienso casarme todavía —la detuvo Lid —. Esto es a futuro, como una especie de plan por si no aparece algún hombre capaz de aguantar mi encantadora personalidad.

—Pequeña presumida —rio Rubí —. ¿Y los Cooper si aguantan tu asombrosa forma de ser?

—Ellos me aman tal cual soy ¿Cuál es la probabilidad de que consiga a hombres así en un futuro? Los Cooper son mis chicos así que, si para los treinta y cinco seguimos solteros, les haré el favor de sus vidas y me convertiré en su chica.

—¿Y piensas casarte con los dos? —preguntó Aviv, alzando una ceja.

—Eso si que es ser ambiciosa, Lid —dijo Caleb, mientras afinaba su guitarra.

—Nuestra futura esposa siempre ha sido ambiciosa —señaló Easton —. Es cosa de los Osbone. Drew tambien lo es, pero lo calla.

—No lo callo, solo no me lo preguntan —el mencionado se encogió de hombros —. Lo admito, soy hasta más ambicioso que Lid.

—Y presumido. Los Osbone son un par de presumidos —bufó Tyler —. No sé si pueda aguantar un matrimonio así...

—¡Lo harás! —exclamó Lid —. Respondiendo a tu pregunta, Avi: sí, me casaré con los dos porque seria injusto privar a alguno de la oportunidad de hacerme su esposa. Es un privilegio que ambos merecen por igual.

—Dios, esta niña me mata —rió Rubí.

Lid tenía esa costumbre de mostrar su personalidad al máximo, sin importarle que a veces parecía que presumía. Le gustaba dejar claro quien era, y que de hecho le gustaba ser la Lid imponente, ocurrente y graciosa que era. Si bien no era modesta, tampoco era una pretenciosa. Ella tan solo no quería callar que no se avergonzaba de absolutamente nada en su forma de actuar.

En cambio, los Cooper eran diferentes. Tyler era el más centrado, la "consciencia" del grupo. Más de una vez, lo escuchó aconsejando a sus amigos con una sabiduría impresionante para alguien de su edad. Tenía paciencia, pero Lid hacía que la perdiera toda. Por suerte, Easton estaba ahí para calmar las cosas. Siempre sonriendo y con algo bueno que decir, calmaba las peleas y añadía risas a momentos de tensión. Además, tenía había cierto aire de protector en él. Quizá se debía a que era dos años mayor que ellos, y a que cuidar era algo natural en él.

Luego, estaba Drew. Él era de pocas palabras, ¡pero vaya palabras! Su voz seguía siendo la de un niño pequeño, a penas si comenzaba a cambiar, pero ya tenía muy claro lo que quería y lo que no. Rubí sabía que Ty tuvo razón al decir que D era ambicioso, eso se notaba. Ahora, no sabía lo de presumido, pero no lo pondría en duda. Después de todo, él podía presumir de varias cosas si se lo proponía.

Juntos, eran una combinación explosiva que daba pie a locuras como un matrimonio triple que se llevaria a cabo gracias a unos anillos de dulce. Ya eso ni siquiera la sorprendía, solo le daba risa.

—No estoy segura de que sea legal que te cases con los dos, Lid —llegó a decir Sanne.

—Eso ya esta cubierto, tía. Hay países en los que es legal ¿Verdad, D?

—Afganistán, Congo, Sudán, Malí, Marruecos, el Líbano...—soltó Drew, resolviendo su cubo Rubik —. Lid me pidió investigar ayer y la lista es larga. La mayoría son países árabes o africanos, por un tema cultural. Aunque siempre está la opción de Las Vegas, no tendrían que irse a otro continente. Internet no me dijo nada sobre si es legal o no, pero matrimonios que no tienen mucha base legal se hacen ahí todos los días. Voto por esa opción.

—¿Y en este grandioso plan tú eres el único que queda soltero, D? —cuestionó Cris, divertida ante todo lo que escuchaba.

—Es sin duda la mejor parte de toda esta alocada idea, Cris —él levantó la mirada y le dedicó una pequeña sonrisa a la pelirroja —. Ellos tres están hechos el uno para el otro y yo para estoy hecho estar soltero. Odio toda la idea del compromiso.

—Tienes once, ¿qué vas a saber? —soltó Rubí.

—Sabe mucho. No por nada Adam lo llama futuro casanova. Mi hermano conquistará a muchas, pero pocas lo conquistarán a él—Lid rodó sus ojos, haciendo reír a su hermano —. Drew se hace el difícil, pero un día conseguiré a una quinta terremoto y lo obligaré a desposarla. Mientras tanto, disfrutaré a mis Coopers.

—D, por lo que más quieras, no nos dejes llegar a solteros a los treinta y cinco —rogó Ty —. No condenes a tus mejores amigos a la tortura a la que llamas hermana.

—¡Tyler Cooper! ¡Te haré dormir en el sofá como vuelvas a llamarme tortura! A partir de ahora, llámame "amor de mi vida" ¡¿Entendido?!

—Lo entendí, pero me gustaría no haberlo hecho.

—Lid, ¿si sabes que para casarte con nosotros debes besarnos? —soltó Easton, con una sonrisa divertida —. Y en los labios ¿Tú quieres besarnos, amor de nuestras vidas?

Lid abrió mucho los ojos, recién considerando esa pequeña falla en su plan. Miró de Tyler a Easton un par de veces, el espánto fue creciendo poco a poco en su rostro hasta transformarse en una mueca por la incomodidad. Sus "futuros esposos" también eran sus mejores amigos y, si le tocaba ser sincera, no se sentía cómoda con la idea de besar a alguno de ellos.

—Eso lo solucionaré en el momento —soltó, repentinamente incómoda —. Pero la verdad es que no me apetese mucho besarlos, chicos.

—Créeme, a mi tampoco —Ty rodó los ojos —. No vaya a ser que se me pegue esa falta de modestia tuya al besarte.

—Serías encantador, como yo.

—Claro, Lid. Cree lo que te haga feliz.

Ella lo empujó, él le devolvió el empujón, Easton les dijo que dejaran de empujarse, Drew dijo en voz alta que apostaba a que Tyler terminaría en el piso. Efectivamente, Ty terminó en el suelo tras caer por un golpe inofensivo. Así eran esos cuatro niños, tan caóticos como un desastre natural.

Caleb rió y negó con la cabeza una vez más. Le agradaba tener el desastre de los terremotos cerca, así se concentraba más en ellos que en la pregunta que Elise le había hecho días atrás. Aún no encontraba respuesta, y es que cada vez se daba más cuenta de que no tenía idea de lo que le estaba pasando. En Londres, habría podido decirle sin titubear quien era él exactamente. Todo se arruinó cuando llegó a L.A y la conoció. Ella cambió la perspectiva de sí mismo.

Ella lo estaba empujando a conocer lados de él que no sabía que existían.

La puerta del estudio se abrió una vez más, dejando pasar a Silene, seguida por Adam, quien cargaba unas cuantas bolsas llenas de comida rápida. Caleb no sabía de quien había sido idea almorzar todos juntos ahí, pero le habría gustado huir. En una habitación con su novia y su musa muda, se sentía indefenso, hasta asustado. Le sonrió a los recién llegados, disimulando muy bien sus propios pensamientos.

Caleb era cantante de corazón y actor por necesidad.

—¡Adam, me casaré con los Cooper! —exclamó Lid, sin darle tiempo al rubio de si quiera saludar. Él soltó una carcajada ronca y genuina, alborotando un poco el corazón de Rubí.

—No esperaba menos de ti, lindura —soltó él, mirando a la niña con diversión —. Los Cooper son tus chicos.

—¡Lo son!

—Lid, ¿qué clase de juego infantil es ese? Estás grandesita para esos chistes, niña —habló Silene. Ella se cruzó de brazos y miró a su sobrina con desaprobación —. No puedes ir por ahí diciendo que te casarás con dos chicos. Se ve de mal.

—Déjala, princesa. Es un juego inofensivo —la tranquilizó Adam —. Lid solo está siendo Lid.

—Eso le traerá muchos problemas como siga actuando así —Silene rodó sus ojos, sin querer mirar bien a la niña.

—¡Genial! Una vida llena de problemas es más interesante que una vida perfecta —respondió Lid, llevando sus manos hasta sus caderas —. Vivir será divertido.

—¡Asi me gusta! ¡Que viva el desastre y la imperfección! —exclamó Adam, alzando su puño en forma de victoria. De inmediato, se ganó una mirada poco amistosa de su mejor amiga y se puso detrás de Lid, usándola como escudo —. No me mates, tengo a tu sobrina y además pago la mitad de la renta de tu hogar. Soy muy necesario como para morir.

Silene rodó sus ojos, disgustada ante esa actitud pero nada dispuesta a discutir. Cuando se dio la vuelta y caminó hacia Caleb, Lid y Adam celebraron su victoria con un pequeño choque de puños. A Sile no le agradaban las constantes bromas y las ocurrencias de su sobrina, creía que esa forma de ser tan incorrecta era culpa de su cuñada y como esta criaba a sus hijos. No obstante, decidió ignorarlo por ese día porque tenía algo más importante en mente: su cantante.

Caleb le regaló una sonrisa que ella no tardó en devolverle. Quizá, si se conocieran mejor, ella habría notado lo pequeño y forzado que se vió ese gesto en los labios de su chico, y quizá él habría notado lo tenso que se veía el mismo detalle en la boca de su novia. Claro que no lo notaron, y si lo hicieron lo ignoraron. Ella se sentó junto a él, a una distancia en el que el corazón de Elise dolió y se retorció entre sus costillas.

Justo por cosas como esa, odiaba estar enamorándose de Caleb.

Pudo ver como la distancia entre ellos dos se hacia cada vez más corta, más dolorosa. Para cuando Silene lo tomó por el mentón y comenzó a acercar su boca a la de él, ella temió por su propio bienestar y tuvo que alejar la mirada. Creyó que se había librado de ver un beso que la condenaba a celos, pero lo cierto es que ese detalle nunca ocurrió.

—Si se besan, les juro que voy a vomitar —soltó Drew, interrumpiendo mucho antes de que ambas bocas hicieran contacto —. Tengan piedad de mi, yo no olvido. Verlos besarse se repetirá en mi mente hasta que muera.

—Es de mal gusto interrumpir de esa forma, sobrino —señaló Silene, poniendo un poco de distancia entre ella y su cantante. A pesar de que odiaba que sus planes se vieran frustrados, estuvo de acuerdo con parar solo porque no queria que sus sobrinos la vieran besar a su novio.

—Solo protejo mi mente, tía Silene. Mientras menos cosas desagradables vea, menos esfuerzo tengo que hacer para intentar alejar los recuerdos.

—Un beso no es desagradable, D —soltó Cris, rodando sus ojos.

—Cuando es entre ciertas personas, lo es —murmuró Rubí, también agradecida de que ese beso no hubiese surgido.

En realidad, a Caleb no le importó no besar a su princesa. No podía pensar en ella cuando sus pensamientos se resumían a Elise y su pregunta, eso le impedía concentrarse en cualquier otra cosa. Intentó enfocarse en los ojos café de Silene, en sus labios rojos carmesí, en su hermosa cara que parecía ser sacada de revista. Ni siquiera esa belleza consiguió cambiar el rumbo de sus ideas. Todo se giraba entorno a una voz que jamás había escuchado, a una duda que tan solo había leído...

Y a unos ojos que le parecían espectaculares en los que no debía perderse.

Lo único más poderoso que la belleza de Silene era la música, y Caleb sabía que tocar su guitarra y sumergirse en una melodía le permitiría olvidar a Elise y sus dudas. Comenzó a rasgar las cuerdas, a colocar sus dedos para tocar los acordes indicados, de inmediato se sintió más liviano. Sweater girl era una de sus canciones favoritas en el álbum, amaba tocarla. Era dulce, pero ligeramente rápida. Mezclaba la melancolía con la esperanza, el deseo con lo imposible. Era hermosa, quizá jamás se cansaría de escucharla.

Estaba tan concentrado tocándola, que no notó que Elise levantó la vista a una velocidad impresionante al reconocer la melodía de la canción. Estaba entre sus favoritas...¿A quién quería engañar? Era su favorita. Conocía cada acorde, y la letra la tenía grabada en su cerebro como una especie de tatuaje. Su corazón comenzó a latir al ritmo de la guitarra, o quizá así lo sintió a pesar de que era imposible. Tantas noches escuchando esa canción en la soledad, en el silencio al que estaba condenada...

Escucharla en ese momento fue como escuchar un coro de ángeles, como subir al cielo un momento y luego bajar en picada al infierno, porque quien la tocaba ya tenía a una princesa a quien dedicarle sus canciones.

—Elise, parece que babearás en cualquier momento —soltó Aviv, con cierto tono bromista. Tenía una sonrisa divertida en sus labios y Sanne tenía el mismo gesto —. Listo, lo dije en voz alta. Ahora espero que en serio haya estado al borde de babear, porque si no esto será vergonzoso, par de ojos postizos.

—Oh, créeme, no es vergonzoso para nosotros —carcajeó Sanne, quien le  había susurrado aquella pequeña información a su amigo antes. Elise bajó la mirada e intentó en vano esconder su sonrojo —. Tranquila, Eli. Solo estaba bromeando contigo.

—Considerate afortunada. Sanne solo bromea con quienes le agradan y si está de buen humor. Hoy está de buenas.

—¡Muy de buenas! Así que...¿te gusta la canción?

Elise en realidad no quería levantar la mirada y odiaba ese sentimiento porque, por lo general, ella no era penosa. Era espontánea, decidida, no temerosa ni mucho menos nerviosa. Sin embargo, ahí estaba, jugando con sus dedos para evitar levantar la mirada por miedo a encontrarse con unos ojos que no debían ser azules.

Esos ojos debían tener dos colores.

De pronto, sintió varias miradas sobre ella y quiso gritar. Pero, como sabes, Elise no podía darse el lujo de usar sus cuerdas vocales para algo tan simple como desahogarse. Eso la frustraba aún más ¿Por qué estando muda no podía simplemente asumir su silencio? ¿Por qué no podía conformarse con quedarse callada y ya? Pero no, ella no era así. No hablaba, pero decía demasiado...Ya había dicho mucho.

Aunque creo que solo pocos la lograron escuchar.

—Es la canción favorita de El —señaló Adam, sonriéndole a su prima. La rodeó por un brazo y le regaló un apoyo, una distracción que despistaría al resto —. Creo que la escuchó cuando la cantaste por primera vez en alguna de tus redes sociales, Caleb. Y bueno, ella puede ser una fanática un poco loca.

Elise rodó sus ojos, aunque en silencio estaba agradecida de que Adam lograra que esa situación se viera como si se tratara nada más de gustos musicales. Por su parte, Caleb entrecerró su mirada hacia la chica y una sonrisa fue naciendo poco a poco en sus labios. Ya sabia otra sorpresa que escondía Elise Blake, y lo supo sin intentarlo.

—Así que tu canción favorita, ¿eh? —cuestionó él, tocando unos acordes más —. Ahora entiendo porque la sugeriste para el álbum. Y dime, ¿qué es lo que te gusta de ella?

—La canción es increíble, cantante —soltó Silene, un tanto disgustada ante la atención que Elise parecía recibir —. Apuesto a que solo fue una movida astuta de su parte sugerirla. Su trabajo es asegurarse de que el publico este feliz con lo que haces, sugirió una canción que claramente hace felices a tus fanáticas.

—Claro, princesa. Pero, ahora que tengo frente a mi a una "fanática un poco loca", como dice Adam, quiero saber exactamente que le gusta. No puedes culparme, siempre me quedo con esa duda. En las presentaciones solo escucho gente gritando mi nombre, pero jamás lo que realmente aprecian de mi música.

—La verdad, yo también quiero saberlo —agregó Rubí, acomodándose mejor en su asiento para verlos a todos —. Es bueno conocer el punto de vista de una fanática. Así que, adelante Elise, ¿qué hace de esta tu canción favorita?

Elise suspiró, no quería confesar todo lo que esa canción la hacia sentir. No se trataba del hecho de que el cantante fuese Caleb, o que comenzaba a sentir algo por él. Más bien, ella veía al cantante y a Leb como dos personas diferentes; uno era una especie de ídolo, y el otro solo era un chico que ni siquiera sabía quien era él mismo en realidad. Si no quería confesarlo todo, era porque consideraba esa una de las pocas canciones con las que desnudaba su alma cada vez que la escuchaba. Derramó lágrimas por ella, sintió y afrontó dolor con esa melodía de fondo. Esos eran sus sentimientos, no los de alguien más.

Y es que hay algo mágico en la forma en la que nos perdemos en lo que amamos. Ella se perdía en canciones, se refugiaba en melodías y en letras que ya no podía tararear. Yo me refugio en historias, duelen menos que la vida real...

Pero yo siempre termino igualando ese dolor. Supongo que lo traigo conmigo a estas oraciones que, en un principio, no pretendían lastimar.

¿Sabes que es más fuerte que perderte en lo que amas? Encontrarte en unos ojos que no deseas. Eso le pasó a ella: levantó la mirada, aún sin querer revelar todos esos sentimientos propios por amor a sí misma, por respeto a su privacidad, pero encontró unos ojos café llenos de...odio. Le resultaba desagradable verse a sí misma reflejada en una mirada que expresaba todo lo contrario a esa sonrisa carmesí en sus labios; le daba náuseas y hasta jaqueca. Y, quizá lo peor de todo, es que sintió cierta envidia hacia ella.

Porque las rosas se hacen envidiar, y Silene sabía que tenía algo que Elise deseaba, pero que jamás podría conseguir.

Esa princesa apoyó su cabeza en el hombro de su cantante y, entonces, Elise se sintió como una verdadera bruja; una bruja por sentir que toda su cordura se iba como si fuese el efecto de algún hechizo, como si ya no le importase desnudar su alma contad de demostrarle a esa princesita que no estaba intimidada. Volteó hacia su primo y comenzó a mover sus manos con rapidez. Adam abrió mucho los ojos por la sorpresa, pero sonrió de lado al final.

Quizá fue un efecto de su hechizo, o quizá a él solo le sorprendió haberla escuchado con tanta claridad después de tantos años a su lado.

—Elise dice que ella ama esa canción por tantas razones que no tendría tiempo para decirlas todas —tradujo Adam —. Dice que la letra es como un poema, en el que cada verso encaja tan bien que las palabras parecieran haberse casado entre ellas. Son perfectas juntas, aunque cuenten una historia un tanto triste. Le gusta que se hable de una esperanza perdida, pero que aún así tenga una melodía ligeramente movida. La hacen sentir que la vida continúa incluso cuando no alcanzas todos tus deseos, porque hay tantas esperanzas que por el hecho de que una se esfume no significa que también lo haga tu felicidad.

》Pero dice que la principal razón por la que la ama, es tu voz, Leb. Parece que la entonas a propósito para que parezca que estás consolando a alguien, no por lástima, sino por amor y afecto. Da a entender que alguien está ahí incluso en los peores momentos, queriendo amarte incluso cuando tu te niegas a hacerlo.

Silencio, eso es a lo que le siguen las grandes confesiones. Recuérdalo, porque es algo que muchos ignoran cuando no debería ser así. Leb utilizó esos segundos de silencio para pensar en que entendía mejor a Elise de lo que entendía a muchas personas que hablaban, y que ella la sorprendía de una forma tan absurda que ni siquiera una canción podría describirlo. Su corazón se aceleraba, sus labios formaban inmediatamente una sonrisa. Eli tenía un efecto en él...El efecto que toda canción favorita debe tener.

Él solo quería escucharla una y otra vez, aunque en realidad no la escuchara.

—Vaya —soltó Lid, recordándole al resto que los terremotos seguían ahí —. Ahora sé que canción quiero que toquen en nuestra boda, Coopers.

—Eli, si eso es lo que sienten todas las fanáticas de Leb al escuchar esa canción, entonces no hay duda de que es fantástica —sonrió Cristal —. La tienes muy clara, como si la hubieses escuchado mil veces...

—Probablemente lo hizo —Adam se encogió de hombros, y su prima lo miró con sus ojos entrecerrados una vez más —. ¿Qué? Te delataste sola, fanática loca.

Elise rodó sus ojos y le restó importancia a eso, aunque su corazón latía rápido tras haber confesado su opinión de su canción favorita frente al cantante de la misma. En ese momento, Leb no era Leb para ella. Era Caleb Carlton, y él ahora sabía lo que una simple fanática pensaba de su música. Daba miedo.

Caleb la observó por instantes, sin saber exactamente que sentir al respecto. Comenzaba a notar los peligros de que Elise fuese una caja de sorpresas que le llamaba demasiado la atención, porque le costaba dejar de mirarla. Por suerte, ese Carlton no fue el primero en reaccionar, o de lo contrario sus corduras hubiesen tropezado.

—Amo como ves la canción, Elise —dijo Rubí, levantándose hasta llegar hasta ella. Tenía una sonrisa en el rostro y se veía hasta entusiasmada. Era algo reciente en ella —. Es exactamente lo que busca transmitir, esa mezcla entre melancolía en la letra y alegría en la melodía es una combinación hecha para consolar. Cuando la escribí, quise que mostrara todo eso, que enseñara ese lado de la esperanza que se quiebra pero que aún te puedes levantar. No sabía si los que la escuchaban lo sentían, ahora veo que si y eso como que me hace adorarte.

Elise le sonrió a Rubí y obtuvo una sonrisa igual de genuina de regreso. Mientras que su relación con el mayor de los Carlton era agotadora y confusa, con la menor se llevaba muy bien. No importaba que tanto pintaran a Rubí como una adolescente rebelde, ella le agradaba. Después de todo, Elise estaba clara de que ella alguna vez también lo fue.

Una adolescente rebelde y terca, lo cual es una combinación peor.

—Espera, espera —las detuvo Adam —. ¿Dices que tú escribiste...?

Ni siquiera pudo terminar de formular la pregunta, pues ahí cayó en cuenta de que sus sospechas fueron ciertas. Abrió mucho sus ojos y desvió su mirada hasta su princesa, quien estaba callada al nivel que solo podía significar una cosa: peligro. Notó como las mejillas de ella se fueron tornando de un rosado claro a un carmesi ligeramente intenso. Había confusión en su mirada café, pero a esa confusión la tapaba el enojo.

Adam tragó saliva con fuerza, sabía que significaban todos esos gestos.

—Olvídenlo, no importa —él se apresuró en cambiar el tema, removiendo las bolsas de comida junto a él —. ¿Tienen hambre? ¡Yo muero de hambre! Olvídemos esta absurda conversación y comamos.

—Un momento, ¿tú haces las canciones, Rubí? —preguntó Drew, confundido. Sus recuerdos le decían otra cosa —. ¿No las escribe Caleb?

—Solo he escrito una canción en mi vida y ni siquiera esta lista, D —respondió Caleb por su hermana —. Los compositores son Aviv y Rubí, yo solo toco y canto lo que ellos crean.

—Mhm, que extraño...

—¿Por qué? —cuestionó Rubí, sin comprender —. ¿Por qué es extraño?

—Sí, deberíamos comer —se apresuró a decir Cristal, pues conocía a Silene tan bien como Adam —. ¿Trajiste ensalada, Adam?

—Es extraño porque la tía Silene siempre dice que Caleb compone sus canciones para ella —terminó por decir Drew, como si soltar el recuerdo lo liberara. Comenzó a jugar con su cubo de la manera más normal del mundo, sin siquiera dejar de hablar —. En serio, siempre está señalando que su cantante le dedica canciones.

Entonces, las miradas pasaron de Elise a Silene, cuyo rostro ya estaba completamente sonrojado. Claro que ellos no supieron descifrar si ese sonrojo se debía a verguenza, o si se trataba de que ella se sentía engañada. Quizá era un poco de ambos, pero lo cierto es que esa fue una de las pocas veces en las que Silene Osbone odio ser el centro de atención.

Caleb giró para observarla, fijó sus ojos cubiertos por las lentillas en ella y ladeó la cabeza, sin poder comprender del todo esa situación. Ella ni siquiera pudo mirarlo a los ojos, se mantuvo erguida y firme ante su mirada. Desde cualquier ángulo, esa princesa se veía hermosa, pero en ese momento estaba más enfocado en ese malentendido que en si belleza.

—¿Creíste que las canciones eran para ti? —preguntó Caleb. No obtuvo respuesta —. Silene, yo jamás te dije eso.

—Em...Esto es incómodo —soltó Lid, notándo la tensión en el ambiente. Luego, miró a sus amigos —. Terremotos, retirada.

—Sí, debemos...irnos —habló Easton, poniéndose de pie —. Ya saben, tenemos que planear una boda...

—O evitarla —completó Tyler, también alejándose de ellos, intentando llegar a la puerta. Drew lo imitó —. En fin, fue un placer pasar la tarde con ustedes, británicos.

—¡Yo los acompaño! —se apresuró a decir Cris —. Soy la dama de honor, tengo que ayudarlos.

—Avi y yo también nos vamos —anunció Sanne, tomando a su amigo del brazo para guiarlo a la puerta —. Nos vemos más tarde en la casa.

Elise los siguió, sin querer estar en medio de lo que fuera a ocurrir entre ellos dos por el bienestar de su corazón. Miró una última vez a Caleb, ya no se veía como el cantante. Había confusión y enojo en él mientras observaba a Silene, pero no pudo evitar pensar que eso se convertiría pronto en los sentimientos que esa princesa deseara. Ella era experta en moldearlo, en  transformarlo en su príncipe azul.

Y Eli se sentía la peor bruja del mundo, porque no era capaz de combatir contra ese embrujo.

Ella se fue y, ese estudio que llegó a estar más lleno de lo normal, pasó a resguardar a solo cuatro personas. Había tensión desbordando en el silencio, enojo y confusión jugando en contra de los presentes. Silene respiró hondo, se sentía tan estúpida, tan usada...tan decepcionada de lo que llegó a creer de Caleb.

—¿Tienes idea de lo tonto que fue suponer que Caleb escribía las canciones y decirlo así, sin más? —le reclamó Rubí, cruzándose de brazos. Su enojo se notaba en cada palabra —. Estamos a punto de lanzar su álbum, los créditos de las líricas en cada canción los tenemos Aviv y yo. Eres una figura pública, Silene, si tu estúpida suposición salía a la luz y los medios notaban que tus rumores no concordaban con los derechos de las canciones, se iba a formar un gran lío.

—No me pienso disculpar, si es lo que esperas —soltó Silene, enderezándose aún más en su asiento —. Son canciones de amor, se supone que mi novio me quiere lo suficiente para escribir algo así para mi.

—¡¿Qué carajo, Silene?! —exclamó Caleb, para sorpresa de todos —. Eso no te da el derecho de pensar que las son para ti. Sí, soy tu novio. Sí, canto esas canciones, pero no las hago y no fuiste la musa para ninguna de ellas ¡Debiste preguntarme antes, no solo sacar las conclusiones que te parecían convenientes!

—Exageras —contraatacó ella —. ¿Por qué te molestas tanto? ¡Yo soy quien debería estar enojada!

—¡Me molesto porque es el trabajo de mi hermana, de mi tio, y tu vienes y haces que gire en torno a ti! ¡No todo tiene que ser así, Silene!

Silene lo observó, impresionada. Era la primera vez que Caleb le gritaba, y la primera vez que le decía algo tan...fuerte. Su piel pálida comenzaba a tornarse roja por el enojo, sus puños estaban apretados y parecían contener mucha más furia de la que podían aguantar. Ni siquiera Rubí había visto a su hermano así alguna vez, y por instantes quedó en shock porque no pudo reconocerlo. No supo quien era Leb.

Y se habría quedado mirándolo atontada, de no ser porque sintió una cálida mano rodear su brazo con delicadeza.

—Ven, niña —le susurró Adam al oído —. Dejemos que ellos solucionen esto.

Ella volteó y se encontró con la sonrisa genuina de Adam, su corazón habría salido de sí misma si tan solo no hubiese estado tan concentrada en su hermano. Temió dejarlo ahí, pues si alguien estaba más molesto que él era Silene, y una princesa molesta es capaz de causar más daños que cualquier dragón, bruja o príncipe. No obstante, al cabo de unos segundos, se dejó arrastrar por Adam fuera del estudio.

Era la primera vez que veía a su hermano revelarse ante la actitud de su novia, quiso pensar que no estaba tan indefenso como creía.

Una vez ellos se marcharon, el duelo de miradas entre la pareja continuó. Ya no sé decirte quien de los dos estaba más enojado ante ese malentendido, pero puedo decirte que su enojo surgía por razones distintas. Silene estaba indignada y dolida, pues lo que creyó un hermoso detalle solo para ella, resultaron ser canciones sin importancia, joyas que no fueron forjadas en su nombre. La indignación se manifiesta a veces en forma de molestia, esta vez se manifestó en forma de tormenta.

—Y yo que te creí el hombre perfecto —soltó ella, cruzándose de brazos.

Pero no era tan perfecto, y eso dolía. Había buscado en él lo que perdió hacía años, y ni siquiera lo consiguió en ese chico dulce y bueno cual caballero.

Caleb soltó una carcajada seca, casi irónica. Su enojo surgió a partir de la misma pregunta que venía atormentándolo por días ¿Quién era él? Pues, no lo sabía, pero parecía que a Silene no le importaba moldear versiones de él a su gusto. El cantante, compositor, novio ideal, su príncipe...Caleb no reconocía a ninguna de las versiones que ella había creado, y aún así parecía estar acostumbrado a todas ellas. Sabía quien debía ser para ella, pero no quien era en realidad.

Eso lo frustraba, y la frustración a veces se manifiesta en forma de enojo; o de tornados incontrolables.

—¿Y qué te hace pensar que sabes quien soy, princesa? —cuestionó Caleb, imitando su postura.

Yo sigo esperando que las rosas me respondan, que me digan su secreto para ser perfectas, y esto solo me da más curiosidad. A pesar de que Silene quería gritarle, llorar por la indignación y marcharse de ahí para conservar su dignidad, no lo hizo. Se mantuvo recta, regia, impenetrable...

¿Será parte de la perfección esconder los verdaderos sentimientos detrás de todas esas espinas?

Buenooo, he vueltoo a esta historia con este capítulo que va dedicado a...Ok, voy a ser honesta: perdí el orden de las dedicatorias y ya no sé quien va :( ¡Así que este capítulo va dedicado a todos ustedes! (Y a la persona a la que le debo la dedicatoria, escríbeme y el próximo es para ti <3) Este es uno de esos capítulos transitorios necesarios para la trama, pero le incluí a los terremotos para que fuera...¿encantador? JAJAJA Espero que a pesar de todo les gustara. Gracias por el apoyo, es increíble tener lectores tan buenos ❤

Y recuerden, para las dedicatorias dejen un comentario pidiéndome alguna. Me encanta hacerlas 😁 (Prometo empezar a anotarlas)

Y ya que estoy aquí, aprovecho para decirles que estoy trabajando en muchas cosas para ustedes. Si el tiempo me lo permite, verán proyectos nuevos en mi perfil en algún momento. Además estoy haciendo Extras de estos personajes, tengo unos listos sobre Easton Cooper (lo adoro). Me gustaría saber...¿quieren leerlos? Porfa, díganme.

Chaíto, los amooo❤













Jejeje, no me fui. Antes de irme en serio, les dejo un adelanto del capítulo siguiente: 

"—Cris, nadie podría reemplazarte. Tú tienes tu lugar ahí, no es como si Malory hubiese llegado a robártelo."

...

"—Hay demasiado más allá de lo que ven. Es como si yo fuese el único que la conoce en verdad y es tan triste..."

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"...Nadie quiere lastimarse a propósito"

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"—No hablamos de flores, ¿no es así?"

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"—Yo no quería pelear ¡Maldición, no quería hacerlo!—gritó de repente —. Pero si esto es lo que quieres, tus deseos son mis órdenes, princesa."

...

Hoy estoy generosa...¡Los veo en el siguiente cap! 

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