Capítulo 21

Capítulo 21:
En noches como esta
19 de junio

11:14 pm

—Bien —soltó Calvin, apoyando sus codos sobre sus rodillas —, ¿cómo se supone que se inician esta clase de conversaciones?

Eve no dijo palabra alguna, no sabia la respuesta ¿Qué debia hacer? Solo estaba clara de como terminar la conversación, pero no tenia idea de cual era el inicio indicado ¿Cómo comienza un final?

Observó a Cal, justo frente a ella. En ese momento se dio cuenta de lo mucho que había cambiado su físico con los años. El Calvin joven había sido reemplazado por uno de barba constante y cabello corto; uno maduro y mucho más consciente del mundo que aquel chico de veintitrés años que ella conoció tiempo atrás.

Aquel chico de hace años recién estaba a penas saboreando la vida, probándola a pequeños bocados y con curiosidad; el hombre frente a ella parecía ya conocer ese sabor de memoria.

No se había dado cuenta de esos cambios, no hasta ese momento. El Cal del que se enamoró, su Cal, ya no estaba. En su lugar, estaba ese hombre maravilloso que supo como afrontar obstáculos, se convirtió en todo lo que deseaba. Sonrío de lado, estaba tan orgullosa de él.

Estaba orgullosa se la vida que habían obtenido.

—Cielos, no había notado lo adulto que te ves hasta ahora —confesó ella. Ese inicio lo tomó por sorpresa —. ¿Cuándo pasó el tiempo? ¿Por qué no lo notamos?

Él sonrío con nostalgia, ella también se veía diferente a la Eve de la que se enamoró. Su cabello iba más corto, sus ojos se veían más pequeños y su voz se escuchaba un poco más ronca que la de la chica que conoció en un extraño consultorio. Se sentaba más erguida, con mayor seguridad. Seguía siendo hermosa, inclusive más que antes, pero si de algo estaba seguro era de que no era la misma Eve.

La Eve de hace años fue una chica que creyó que su corazón blando era motivo suficiente para dejar que la vida la aplastara; la mujer frente a él sabía que su sensibilidad era una fortaleza que podía usar para dominar a la vida.

Y también se sintió orgulloso de lo que habia logrado. Su esposa era maravillosa, por eso no podía entender como era que no estaba enamorado de ella.

—No sé porque no lo notamos, Eve —respondió él —. Ni siquiera sé cuando dejamos de notar tantas otras cosas...

—Me enamoré de ti con tanta fuerza —le confesó ella —. Fuiste el primer hombre que me hizo sentir importante a su lado; la primera persona que notó a una Eve más allá de su bonita fachada.

—Y tú fuiste la primera persona que vio las debilidades detrás del Calvin amable; viste el miedo y el que a veces la amabilidad puede ser solo una fachada. Aún así, te gusté.

—Me gustaste —ella saboreó esas palabras, notando que no había un sabor real en ellas. Hace unos años, se  habrían sentido dulces contra sus labios. Suspiró y tuvo que bajar la mirada —. Me gustaste, Cal...Por favor, dime que yo no soy la única que siente correcto hablar de eso en pasado.

— No eres la única. Tú me gustaste, Eve...

Admitir que ambos tenían fuertes sentimientos por el otro, atascados en un pasado al que no podían volver, fue la revelación necesaria para que sus corazones dejaran atrás el miedo de romperse el uno al otro. Sospecharon esa respuesta, fue casi esperada, pero oírla era diferente. Se sentía como una brisa alentadora, un alivio necesario, un "no te culpes por esto, no eres el único que se siente así".

Así que ambos dejaron escapar el suspiro que venían aguantando al mismo tiempo, aliviados de haberse dicho la verdad después de tanto tiempo. Incluso hubo una leve sonrisa de alivio en los labios de Eve, una que Cal no había visto en mucho tiempo. Por primera vez en meses, no hubo tensión ni incomodidad entre ellos. Fue como si hubieran regresado más de quince años atrás, cuando conocerse fue un privilegio y no una tortura.

Claro que ese alivio duró tan solo unos segundos. Después, vino la culpa.

Ambos iniciaron tan bien, tuvieron un matrimonio hermoso, hicieron una vida perfecta, pero no pudieron mantenerla. La culpa recaía en ambos, repartida en partes dolorosamente iguales. Dolía tener frente a frente algo ideal y saber que no los hacia felices; dolía saber que pudieron haberlo sido, pero algo falló en esa formula tan peculiar de: "y hasta que la muerte nos separe".

—¿Qué hicimos mal? —cuestionó Eve, como un murmullo que quizá debió quedarse en su mente, pero escapó hasta su boca sin permiso.

Calvin suspiró con fuerza, no sabia exactamente en qué habían fallado. Quizá eran los cambios en ellos mismos que, aunque los habían transformado en personas maravillosas, los modificó hasta que ya no fueron más el uno para el otro. Ya no sentían las mariposas que los acompañaron al altar, sentían cosas muy distintas.

La verdad, yo soy el menos indicado para hablar de matrimonio. Tantas personas cercanas a mi han fallado en esa tarea, que creo que perdí la fe en esa unión tan necesaria para muchos. Sin embargo, ellos no fallaron como tantos otros lo han hecho. No hubo un tercero, no hubo gritos ni peleas de por medio. Su amor acabó mucho antes de que ellos lo notaran ¿Qué hicieron mal? Ni siquiera yo lo sé.

Eran la pareja perfecta, la imagen ideal de una familia: la dulce Eve y el buen Cal, la pareja empalagosa que se juró amor eterno alguna vez en el altar. Entonces, ¿en qué fallaron? ¿Por qué, siendo tan perfectos el uno para el otro, ya no se sentían atraídos al verse? Solo quedaban sentimientos escritos en pasado entre ellos, y una culpa en presente que volvía más complicada la situació.

¿Por qué? ¿Por qué?

—Lo siento, Eve —soltó Calvin, en medio de un suspiro. Ella lo observó apretar sus labios con fuerza, sabiendo que debía estar luchando con lo que buscaba decir —. Debí ser mejor esposo para ti. Merecías a alguien que te amara hasta la muerte, no sé en que momento fallé.

—Cal, tu fuiste el esposo que cualquier mujer habría deseado —ella se levantó del sofá y se acercó hasta él. Tuvo que agacharse para quedar a su altura y, cuando consiguió equilibrar su mirada con la de él, le dedicó la clase de sonrisas que él había extrañado —. Fuiste el hombre perfecto, el amante ideal, el padre que siempre desee para mi hija. Todavía lo eres, así que no te culpes por esto.

》Hemos cambiado, ya no somos los niños que deseaban tanto vivir en su burbuja de amor; somos adultos que cambiaron el rumbo de sus vidas sin darse cuenta. Creo que nos encontramos, que nos formamos como personas...Y, en el proceso de encontrarnos a nosotros mismos, perdimos lo que sentíamos el uno por el otro.

—Me habría gustado conservar lo que sentía por ti —dijo él, tomando sus manos tersas. Las manos de Eve siempre estaban suaves, pero heladas; recordó que hubo un momento en el que le gustaba tomarlas solo para darle calor —. Me habría gustado encontrar a este Calvin maduro, centrado y seguro sin perder los latidos de más que me hacías sentir cada vez que me mirabas. Ahora, no está.

—Todavía te quiero, Cal...Pero te quiero como quiero a Derek, o a Dann. Siempre serás importante para mi, joyita.

—Y tu importante para mi, coleccionista de joyas —verlo sonreír hizo que ella extendiera su sonrisa. Ella también había extrañado ese gesto en sus labios —. Ya no te amo, pero sigues siendo parte del Cal que soy ahora. Cris y tú siempre serán las mujeres de mi vida.

—Entonces...¿qué hacemos, Cal?

Él respiró con fuerza. Decirlo seguía siendo dificil...

—Algo es seguro, no podemos volver a tropezarnos con macetas —dijo él.

—Al menos, tendremos el recuerdo —respondió ella. Tomó una profunda respiración después, preparándose para decir lo que seguía —. Todavía nos queda mucha vida por delante, no quiero que seamos los obstáculos del otro. Quiero ver a mi esmeralda enamorarse de nuevo y, para eso, debo apartarme. Para ser felices, ya no puedo ser tu esposa...

—Que manera tan sutil de pedirme el divorcio, Eve —soltó él, con una sonrisa divertida —. Parece que pensaste en todo ¡Hasta estás de rodillas!

Ella soltó una carcajada. Sentía la especie de felicidad que extrañó sentir junto a Calvin. Ya no había incomodidad, parecía que volvían a ser ellos mismos poco a poco. Era liberador, era un alivio...

Y no era un final perfecto, pero era lo que ambos querían.

—¿Qué dices, Calvin Milestone? —preguntó ella, imitando su sonrisa bromista —. ¿Me harías el honor de divorciarte de mí?

—Joder —él soltó una carcajada, una profunda, de esas que no había soltado en mucho tiempo. Levantó a quien todavía era su esposa y la atrajo en un fuerte abrazo —. Acepto divorciarnos, Eve Nicols.

—Lindo toque al usar mi nombre de soltera, joyita. Lo hace incluso más oficial que mi épica propuesta.

—Es que extrañaba como sonaba...

—Y yo extrañaba a mi mejor amigo.

Él se separó un poco del abrazo para verla, sus ojos azules brillaban por la alegría encerrada en ellos. Esa Eve era la Eve que tanto extrañó, la mujer que lo apoyó siempre y que formaba parte de la persona que era ahora. Era una de las dos mujeres de su vida, siempre lo sería. El divorsio le quitaría a su esposa, pero nada sería capaz de arrebatarle a su mejor amiga.

—También te extrañé, mejor amiga.

Ella saltó a sus brazos y lo envolvió en otro fuerte abrazo que él no tardó en devolverle. Sabía que luego tendrían que lidiar con muchas dudas, que su decisión los llevaría a dejar algo que se había convertido en rutina, cosa que no era fácil. Sin embargo, en ese momento solo podía pensar en lo feliz que se sentía por recuperar a su mejor amigo, por dejar de sentir esa presión en el pecho, por sentirse libre por primera vez en mucho tiempo...

Incluso llegó a pensar que Cal y ella podían ser felices, podían encontrar segundas oportunidades. Jamás volverían a tropezar con unas macetas, solo les quedaría ese recuerdo. Sin embargo, nada les impedía buscar otras maneras de enamorarse, otras personas con las cuales conseguir lo que su matrimonio no les permitió.

Podían seguir adelante.

—¡Aw! ¡Que bonito! —al escuchar esa voz dulce que a ambos les encantaba, se tensaron en su abrazo. Recordaron un detalle muy importante, uno al que le afectaría más que a nadie su decisión —. ¡Yo quiero un abrazo también!

Cristal, que no habia escuchado la conversación anterior, corrió hasta sus padres y se unió a su abrazo, transformándolo en uno entusiasta y de grupo. Ellos le devolvieron el gesto, jamás rechazarían un abrazo de su pequeña gemita. Pero, mientras sonreían y reían por fuera, por dentro solo podían pensar: ¿cómo se lo tomará ella?

Más atrás, Silene los observaba con una amplia sonrisa en su cara. Se veían tan bien juntos, tan felices con sus risas y abrazos que no pudo evitar sentir cierta envidia. Eran exactamente lo que siempre quiso para su rota familia, lo que le arrebataron cuando era demasiado pequeña como para pelear por él. Ellos eran la imagen que siempre deseó conseguir, lo que nunca pudo alcanzar.

Porque, aunque ella era perfecta, la vida se empeñaba en amenazarla con imperfecciones constantemente.

—¿Y por qué este abrazo tan cariñoso? —preguntó Cris, abrazada a sus padres. Su voz sonaba como un eco para Silene, mientras que los pensamientos y el rencor por no tener lo que tenia en frente eran gritos más fuertes en su cabeza.

—Mhm...em...—Eve sintió cierta presión al tener a su hija tan cerca. Miró a su esposo, él tampoco tenía una respuesta lógica a la pregunta de Cris. Pensó con rapidez, hasta que se le ocurrió una verdad parcial —. Es que tu padre es muy abrazable, como un oso de felpa. El osito Cal.

Calvin la observó con sus ojos entrecerrados ¿No se le ocurrió nada mejor? Sin embargo, a pesar de lo improvisada que fue su respuesta, le causó una gran carcajada a Cristal y provocó que los abrazara con más fuerza. No tenía idea de lo que pensaban sus padres, solo estaba encantada de recibir cariño.

Cris era alguien que amaba por naturaleza. Recibir amor le encantaba.

Silene seguía observándolo, seguía sintiendo envidia que hervía en su sangre y picaba en cada parte de ella. Pero no te confundas, la envidia que sentía Sile hacia los Milestone no hacía que los odiara. No, era todo lo contrario. Ese picor solo hacía que los amara más, que sintiera la necesidad dr protegerlos. Ellos eran la imagen ideal que siempre deseo protagonizar, no permitiría que alguien dañara ese retrato de la forma en la que se lo dañaron a ella.

—Ustedes son, sin duda, la familia más perfecta del mundo —soltó la princesa, apoyando su espalda contra la pared. Los Milestone posaron su atención en ella —. Se ven muy bonitos juntos.

—Eso es porque nos amamos —soltó Cris, aferrada a sus padres —. Mientras hay amor, lo hay todo.

Eve buscó la mirada de Calvin, Calvin la de Eve; no tardaron en encontrarse ¿Y si Cris no lo entendía? ¿Y si su corazón se rompía al enterarse que sus padres no se amaban?

Soy el menos indicado para hablar de matrimonio, pero también lo soy para hablar de divorcio. Lo cierto es que solo sé que, si casarse a veces resulta una Odisea, divorciarse debe ser...bueno, debe ser incluso más complicado, ¿no es así?

¿Y sabes lo que me aterra? ¿Sabes lo que me tiene temblando, asustado como un niño en pleno llanto? Esa linda familia estaba al borde de cambiar.

El retrato perfecto de Silene estaba a punto de quebrarse...¿A ti no te aterra?

🌹

12:30 am

Hace meses que Adam no dormía bien ¿Y puedes culparlo? Tenía muchas cosas ocurriendo en su cabeza, cosas que no lo dejaban dormir. Daba vueltas en el colchón, encontraba nuevas manchas en el techo e intentaba entender como era que habían llegado ahí, peleaba con las almohadas por más espacio en la cama...Sin importar que tanto hiciera, no conseguía encontrar el sueño.

Ni siquiera estaba cerca de hacerlo.

Ahogó un suspiro, molesto de saber que la razón por la que estaba despierto era ella. Todos le pedían que la olvidara, que siguiera viviendo con normalidad, y eso estaba intentando. Estaba al borde de olvidarla, y vivía como siempre. Pero eso era cuando la luz del sol lo acompañaba. En las noches, la historia cambiaba y solo podía pensar en lo bien que estuvo su vida meses atrás.

Lo bien que se sintió no andar a la deriva, saber que algo estaba completamente bien por primera vez en su vida...

—¿Adam? —escuchó aquella voz débil y quebrada al tiempo en el que su puerta se abría. Olvidó su insomnio y supo al instante lo que ocurría.

Se sentó en la cama, alerta al instante. Estaba oscuro, pero la luz de la ciudad que entraba por la ventana era suficiente como para vislumbrar los pequeños pero necesarios gestos que le permitían reconocerla.

Encontró esos ojos café, que se mezclaban con la noche hasta verse completamente oscuros. Esos ojos solo se permitían bajar su escudo y llenarse de lágrimas en noches como esa. El cabello miel de Silene estaba atado en un moño perfectamente peinado, y su pijama de seda parecía ser más un atuendo que un pijama en sí. Las luces de la ventana chocaba de costado contra ella, la acariciaba en un pequeño manto de luz que la hacían ver como un ser proveniente de otro planeta; como recién salida de un cuento de hadas.

Era como si, incluso para dormir, se arreglara. Sin embargo, su cara se veía muy diferente a la de la princesa ordenada que acostumbraba a ser. Más bien, parecía una damisela en apuros...rogando ser rescatada.

—¿Otra pesadilla? —cuestionó él, y notó entre la oscuridad un pequeño movimiento de cabeza. Él suspiró, lamentando no ser el único con malas noches —. Ven acá.

Silene no lo pensó demasiado y escaló en la cama de Adam hasta hacerse una pequeña bola en sus brazos. Normalmente, la Silene normal era orgullosa, tanto que jamás bajaría la cabeza frente a alguien. Sin embargo, sus pesadillas le ganaban; ellas siempre lo hacían. En sus sueños, la princesa perdía su corona y se convertía en la presa de sus miedos más profundos.

Y corría hacia Adam, porque solo con él permitía bajar tanto la mirada.

Él la confortó por unos largos minutos. La sostuvo entre sus brazos, firmes y fuertes, y trazó pequeños patrones en su espalda porque sabía que eso la calmaba. Ella escondió su nariz en su cuello, olfateando el ligero aroma a crema de afeitar que debía permanecer de esa mañana. A diferencia de ella, que dormía con sus pijamas elegantes, peinada y con su alcoba ordenada, Adam dormía con el abdomen descubierto, un pantalón de lana, su cabello alborotado y su cuarto hecho un desastre.

Pero a Silene no le importó el desastre en ese momento, solo quería la calma que le traía su mejor amigo.

Al sentir que sus lágrimas paraban, Adam la soltó y la guió a acostarse. Tomó una almohada y la colocó entre los dos, como una pequeña barrera. Ella pudo observar aquella pequeña sonrisa, iluminada por una diminuta cortina de luz.

—Para que tu novio no piense que hacemos cosas indecentes —dijo él, palmeando la almohada. Luego, se acostó de su lado de la cama, se ladeó lo suficiente para ver a Silene, y apoyó su cabeza en si mano —. Y bien, ¿qué soñaste?

—Estaba en un prado de flores —contó Silene, con la voz quebrada. Agradecía estar con Adam. De lo contrario, odiaría llorar —. Era hermoso, Adam. Habían flores de todos los tamaños, de todos los colores. Podía oler los dulces aromas, eran tan reales que picaban en mi nariz y me emocionaban. El cielo estaba azul, radiante, hermoso...Era la primavera hecha un sueño.

Sonaba muy bonito, cosa que alertó a Adam. Las peores pesadillas de Silene empezaban con escenarios hermosos, lo sabía porque llevaba aguantándolas por años. Hay personas que son propensas a sufrir alergias, otros a enfermarse, o a caerse, pues Adam creía que su mejor amiga era propensa a tener pesadillas.

Eran la maldición de su princesa.

—Yo recorría el prado, arrancando flores para hacer mi propio ramo —continuó contando —. De repente, vi una rosa hermosa. Su color era el más brillante de todos, su tallo era el más verde y erguido, su olor...su olor era incluso mejor que cualquier perfume caro; era dulce, fuerte, increíble. Era la flor más bonita que he visto en mi vida, Adam.

》La quería tanto...En mi sueño, podía sentir cuanto la deseaba. No se trataba solo de querer admirarla, no. Yo la queria para mi. Así que deje mi ramo, me acerqué a ella y la tome. Al principio, se sintió tan suave en mis manos, como si la flor estuviera hecha de terciopelo. Después...después el sueño se volvio pesadilla.

Adam extendió su mano, colocándola sobre la barrera hecha almohada que dividía la cama en dos. Ella lo entendió, así que tomó su mano y la apretó con fuerza. Sus dedos entrelazados eran seguridad.

—¿Qué pasó luego? —preguntó él.

—Sentí las espinas clavarse en mis manos —continuó ella —. Fue un dolor punzante, un pinchazo doloroso que no solo me atravesó la piel; me atravesó los huesos y el...el alma. Vi la sangre correr por mis heridas, pero no era sangre normal. Era mil veces más roja y brillante, hipnotizante pero con un olor nauseabundo. Salía a chorros y de todos lados. Quería gritar, pero me quede sin voz.

》El cielo se apagó, las flores a mi alrededor se transformaron en rosas tan rojas como mi sangre. Entonces, la rosa en mis manos comenzó a marchitarse. Murió en mis manos, la escuché agonizar —tragó saliva, recordando cada sensación como si hubiera sido real —. Luego, se abrió un hueco bajo mis pies y caí...caí por horas en un tunel oscuro sabiendo que era un sueño, pero no podía despertar. Mi subconsciente no me permitía abrir los ojos, como si intentara castigarme aunque yo sabía que era un sueño. Me hizo caer por mucho tiempo...sabe que yo odio caer.

Nunca lo diría en voz alta, aunque tenía la sospecha de que Silene ya lo sabía, pero a Adam le daba terror la forma en la que ella sentía con tanta claridad en sus sueños. Sile no solo veía cosas, no solo imaginaba sensaciones, ella en realidad podía percibirlas y describirlas incluso cuando despertaba. No temía por él, temía por ella. Parecía que Silene sentía incluso más dormida que despierta.

Había incluso más vida en sus sueños que en su vida en sí.

—Tus sueños siempre terminan contigo cayendo de algún lado —analizó Adam. Ella ladeó su cabeza para verlo a los ojos.

—Te lo dije, odio la sensación de vacío que provoca caer —dijo ella —. Y, como mi cerebro me odia, me hace vivirla en las noches en las que estoy desprevenida.

—No digas tonterías, princesa ¿Cómo podría odiarte tu propio cerebro?

—¿Por qué no? Cuando conoces muy bien a alguien, incluso hasta sus partes más oscura, no puedes evitar odiarlo. Mi subconsciente me conoce mejor que nadie, tiene razones para odiarme...

—Veo algunos fallos en tu lógica, empezando por el hecho de que tu subconsciente y tu son la misma persona —soltó Adam —. Además, no siempre conocer mucho a alguien te lleva a odiarlo. Tú me conoces mejor que nadie y me amas.

—A veces me haces odiarte un poquito, Blake.

—Pero hoy, justo esta noche, con esta almohada anti-indecencias de testigo, soy la persona a la que más amas en el planeta tierra. Me conoces y me amas.

Ella sonrío de lado, no admitiría que Adam tenía razón aunque la tenía. En ese momento, con esa almohada de por medio y los recuerdos de su pesadilla atormentándola, él era la persona a la que más amaba en el mundo. Con él, podía desnudar su corazón, podía mostrar incluso las peores partes sin temor a ser juzgada. Con él no había que seguir reglas para ser perfecta, porque con él no existía la perfección.

Con Adam podía dejarse caer, y sabía que él la atraparía.

—¿La persona que más amo en el planeta tierra? —preguntó ella —. Vaya que te haces ilusiones.

—Ilusiones que no niegas, entonces deben ser verdades —contraatacó él, sacándole otra sonrisa —. Pero te dejaré creer que tienes razón.

—¿Y a mí? —cuestionó ella, para sorpresa de él —. ¿Me amas aunque me conoces demasiado bien?

Adam la detalló desde su lado de la cama, tan frágil y sencilla como podía llegar a ser cuando nadie la observaba. Es cierto que la conocía mejor que nadie, y que la quería más que a ninguna otra persona. Apretó un el agarre en su mano, con la intención de querer sentir más de ese contacto. Así, bajo la leve luz de la ventana y con sus defensas abajo, se veía muy hermosa.

Y él no podía evitar pensar que era el único que conocía esa belleza, esa hermosa parte de Silene.

—Princesa —soltó él —, la razón por la que te amo tanto es porque te conozco demasiado bien.

Como siempre, Adam resultaba ser todo lo contrario a los demás. Era esa contradicción, esa imperfección entre su perfección que no quería eliminar. Ella se acercó más hasta la almohada barrera, se acurrucó junto a ella, y se aferró aún más a la mano de su amigo. Lo observó fijamente a sus ojos, esa combinación perfecta entre gris y verde hecha mirada que siempre parecía estar brillando. Su mirada era una luz entre sus oscuras noches.

—Eres tan...peculiar, Blake —le dijo ella —. Cualquiera que conozca mis espinas debería odiarme.

—Siento decepcionarla, su majestad, pero yo no soy cualquiera —soltó él, acomodándose hasta quedar acurrucado junto a la almohada. Solo los separaba esa barrera que interfería un poco en sus campos de visión —. Duerme, Silene. Piensa en cosas bonitas y no vendrán más pesadillas.

—¿No te irás? —cuestionó ella, y lo vio rodar los ojos.

—No seas tonta, esta es mi cama ¿A dónde más iría?

Ella sonrió, satisfecha. Tras dedicarle unas buenas noches a su amigo, soltó un bostezo y tardó poco en quedarse dormida. Él la observaba dar respiraciones calmadas, pacivas, como si finalmente hubiera atrapado un sueño entre tantas pesadillas. Sus labios, que sin el labial eran de un rosado tierno, eran la puerta que dejaba escapar aquel cálido aliento que chocaba en su brazo como una brisa tranquila. Solo los separaba la "almohada barrera", aquella en la que Silene se acurrucó sin problema.

Pero, ni siquiera esa división, logró separar sus manos. Incluso dormida, ella se aferró a los dedos de Adam con fuerza.

Él suspiró en cierto punto de la noche, mientras veía a su princesa dormir a su lado. A diferencia de ella, que sentía con fuerza mientras estaba dormida, él sentía con intensidad en sus momentos de insomnio.

Pobre Adam, se quedó una vez más sin dormir por estar pensando en ella...

🌹

12:41 am

Elise tampoco podía dormir, nunca pudo hacerlo en esas sillas de hospital. Todavía no tomaba una decisión con respecto a Michelle y sabía que debía hacerlo...pero también sabía que no lo haría pronto.

No con la confusión mental que sentía en ese momento.

Observó a su hermanita, en la cama frente a ella. Al verla así, con las pocas luces encendidas a su alrededor, pacíficamente acostada en su cama, podía fingir que solo estaba durmiendo. Podía engañarse a sí misma y pensar que Michelle despertaría a la mañana siguiente, como si nada hubiera ocurrido, como si todo lo que había perdido siguiera con ella. Fue el pitido de los aparatos conectados a su hermana lo que la trajo de vuelta a la realidad:

No podía fingir que no había perdido cosas, cuando se había quedado sin nada.

Suspiró y tomó su teléfono, esperando distraerse con él. Para su sorpresa, un mensaje llegó a los pocos minutos de haberlo tomado. Se sorprendió aún más cuando leyó de quien era el mensaje. Abrió el chat que compartía con Caleb ¿Por qué le escribió ese cantante a esas horas de la noche?

》Für Elise. [1]

¿Y por qué su mensaje era tan extraño?

Ella observó la pantalla, consciente de que su entrecejo estaba fruncido ¿Por qué Caleb le escribió aquello? No lo sabía. Se estiró un poco para encender la luz de noche cerca de ella y tecleó en respuesta:

¿Eh?《

La respuesta por parte de Leb no tardó en llegar:

》Für Elise, así se llama la canción que estabas tocando hoy en el piano ¿Cómo no pude notarlo? Trae tu nombre en ella.

Al principio, ella se sorprendió de que él continuara hablando de eso, que de hecho se encargara de averiguar cual era la canción. Sintió un extraño vibrar en su pecho a medida en que continuó pensándolo, pero decidió no hacerlo más por temor a que ese temblor se transformara en algo más grande. Sonrio en dirección a la pantalla y tecleó algo, aún sin realmente pensarlo:

Así es. Esa fue la primera canción que mi mamá aprendió a tocar en el piano, así que fui nombrada en su honor.《

》Wow...Así que no solo te gusta la música. Tú eres música.

No solo podía leer las palabras de Caleb, podía sentirlas. Podía casi escuchar su voz, profunda y melódica, pronunciar esa oración de una forma en la que solo él sabía hacerlo. Sintió a su corazón dar unos latidos de más, unos latidos que no le correspondían pero que no podía detener. Mordió sus labios para reprimir la sonrisa que queria nacer en su rostro.

Una sonrisa que comenzaba a tener el nombre de Caleb Carlton, y eso no podía ser.

Pero no pienso culpar a Elise, ella no era la única con una sonrisa que le pertenecía a alguien que no le correspondía. Caleb observaba la pantalla de su celular, luces apagadas y esa su única fuente de iluminación. Observaba las palabras que Elise tecleaba y podía imaginar sus gestos, sus ligeras sonrisas, sus pequeñas muecas...

A sus espectaculares ojos brillando a cada momento.

Bordeó su teléfono con su dedo, pensando en lo que había descubierto. Así que Elise tenía el nombre de una canción, su conexión con la música era incluso más profunda de lo que imaginó. Sabía que había más, que la historia de la chica muda que afinaba de maravilla las guitarras no terminaba  ahí. Elise era una caja de sorpresas, sorpresas que se había prometido encontrar.

Y le estaba encantando hacerlo; o al menos eso delató su sonrisa en el instante en el que tecleó lo primero que le vino al corazón...porque su mente no estaba funcionando bien en ese momento.

》¿Cómo es que a cada segundo te vuelves más interesante?

Quizá debió haber pensado en Silene en ese momento, quizá debió retractarse de sentir un cosquilleó en su estómago que no le correspondía a Elise, pero sin duda era por ella. Soltó un suspiro y arrojó el teléfono al final del colchón ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Por qué no podía dejar de pensar en ella?

La tenía atorada en la cabeza...como una canción, una melodía que poco a poco fue naciendo en su mente. Diría que surgió de la nada, pero los dos sabemos que surgió de ella.

Esa noche, la misma noche en la que Eve y Calvin pensaban en como le dirían una noticia a su hija, la misma noche en la que Adam pasaba su insomnio observando dormitar a una princesa caída, fue la noche en la que Caleb Carlton se durmió pensando en una chica sin voz y en una canción sin nombre.

¿Qué te puedo decir? Las noches son recolectoras de momentos y ladronas de suspiros tan silenciosos como los que tengo guardados.

[1] Für Elise (en español: Para Elisa): bagatela para piano compuesta por Ludwig Van Beethoven en 1867

Este capítulo tan lleno de amor y desamor está dedicado a 2704love. Gracias por tus comentarios tan entusiastas, me has sacado muchas sonrisas con ellos. Espero que te gustara el capítulo y que sigas desatando tu locura en el mundo porque es necesaria en el planeta en el que vivimos. Mil gracias por leer❤

También espero que les gustara al resto y recuerden, si quieren que les dedique capítulos, diganmelo por comentarios. Un simple "dedicame el siguiente cap" y les dejaré un capítulo de Rosas a ustedes.

Otra cosa, queria informarles que estoy resubiendo Margaritas y que lo estoy haciendo de una manera distinta. Hay dinámicas en cada capítulo y, si quieren unirse a hacerlas, son más que bienvenidas ❤

Chaíto, los quiero 🌹

PD: En honor a que estoy enamorada del nuevo álbum de 5SOS, verán muchas canciones de ellos en los próximos capítulos JAJAJA (Perdón, pero son demasiado buenas)

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