Capítulo 17
Capítulo 17:
Hecho para brillar
18 de junio
6:35 pm
Meses atrás, Elise no habría imaginado todo el escándalo que implicaba el trabajar para alguien famoso. Cada pequeño movimiento requería de planeación, de meticulosos procedimientos capaces de impulsar la carrera de ese cantante, y eso hacia de su trabajo algo bastante ajetreado. Subir las escaleras, bajarlas una vez más, buscar algún detalle necesario para la puesta en escena, tomar fotografías, postear algo en las redes sociales para enloquecer aún más al enorme número de fans que esperaban a Caleb fuera, apenas detenerse para respirar...Jamás había estado tan agotada.
Y, lo sorprendente, era que le encantaba.
Le agarró el ritmo a todo ese ajetreo, así que sonreía y saludaba a todo el que se le cruzaba mientras corría de un lado a otro. Faltaban solo minutos para la presentación de Caleb, esa que haría frente a todo el C.A. Llevaban semanas practicando y Elise tenía la emoción a flor de piel por ver los resultados. Además, por primera vez, vería a su cantante favorito en el escenario y ella estaría tan cerca...
No puedes culparla por sentir chispas en su pecho, tampoco malinterpretarlas. Estaba genuinamente emocionada.
En un punto de todo ese descontrol, se acercó a Aviv y a Sanne para poder aclarar que estaban haciendo pruebas de sonido en el escenario y que era cuestión de minutos para empezar. Le encantaba la forma en la que todos se veían increíbles, con vestuarios semi-formales que se ajustaban bien a la naturaleza del evento. Los tutores de Caleb no se quedaban atrás. Es más, a Elise siempre le pareció que ellos dos eran la clase de personas que nacieron para deslumbrar; esa noche, hicieron más que eso.
Sanne traía un enterizo corto rojo con un estampado sencillo. Revelaba sus piernas largas y su figura claramente despampanante gracias toda una vida dedicada al ejercicio. Su cabello iba recogido en una coleta, así que su rostro destacaba esa noche más que otras. Ojos grises impactantes, facciones hermosas. Parecía de la clase de mujeres a las que la edad no les afecta y se veía bastante bien en ese ambiente de estrellas.
Aviv se veía muy bien a su lado, con una camisa de mangas blancas y una chaqueta de traje sobre ella. Pensó en él como la clase de hombre por la que muchas chicas más jovenes que ella abandonarían la idea de salir con alguien de su edad para estar con alguien de la edad de Avi. Era mucho más alto que su mejor amiga, incluso si ella estaba con tacones, y tenia un atractivo que nadie podía negar.
Llegó a su lado con su sonrisa puesta, esperando encontrar a los Sanne y Aviv siempre amables, pero notó al instante que interrumpió una conversación importante.
-Entonces...-habló él -. ¿me perdonas?
-Claro que lo hago, Everton -Sanne sonrió de lado y la sonrisa de Aviv hizo acto de presencia de inmediato -. Solo necesitaba tiempo para pensar en todo esto...
En el momento, Sanne notó a Elise. Tardó un poco en sonreírle con amabilidad, pero lo hizo. Eli le devolvió el gesto y se vió tentada a caminar en retroceso para no interrumpir algo que parecía importante en un nivel bastante íntimo. Sin embargo, Sanne no le dio el tiempo para hacerlo. Entrelazó su brazo con el de ella y la acercó aún más a ellos dos.
Quizá fue idea de Eli, pero sintió que la estaba usando para sostenerse y no caer ¿Qué la tenía tan débil?
-Aquí está nuestra publicista favorita -anunció la morena hacia Aviv -. Te dejaré con ella, Everton.
-Sanne...
-Sigo esperándote -ella lo cortó cuando intentó mantenerla en la conversación -, pero no puedo esperar eternamente. Dime que lo sabes.
-Lo sé, lo sé...
-Bien -Sanne retomó su sonrisa, que se había perdido por instantes. Observó a Elise, quien se preguntaba por qué lo esperaba...Y al mismo tiempo sacaba conclusiones bastante románticas -. Iré con mis amigas. Nos vemos, Eli.
La morena se retiró del lugar dejando a Elise con esa duda en sus labios. A veces, sentía que la amistad entre Sanne y Aviv estaba formada por capas y ellos solo mostraban el exterior. Como un iceberg, en el que solo ves la punta ¿Qué habría en el otro lado? ¿Qué sería lo que tanto ocultaban?
-Por esperarme, se refiere a que quiere que la acompañe a la tumba de mi ex novia, solo que yo aún no me siento listo -anunció Aviv, su voz estaba un tanto ronca -. Te lo digo porque sé que pudo sonar extraño fuera de contexto.
Ah, la novia de Aviv...Ese era otro detalle en la vida del ciego que la intrigaba. Supuso que esa mujer debió de ser muy especial, pues once años después, a él todavía le dolía su muerte. Por la información que logró sacarle a su primo, sabía que Avi había salido con chicas en ese tiempo, que todavía no se rendía con el amor. Sin embargo, la herida todavía dolía. De hecho, su dolor se notaba.
Él esbozó una sonrisa triste, esperando que ella la captara. Elise se la devolvió, claro que él fue incapaz de notarlo. Era difícil eso de trabajar con alguien que no podía verla.
-Mejor ve con Caleb, verifica si necesita algo -sugirió Aviv -. Faltan solo minutos para empezar y no he escuchado a mi sobrino desde hace tiempo. Quizá necesita de tu amabilidad en estos momentos llenos de nervios. Acompáñalo.
Ella chocó sus nudillos contra la pared más cercana para anunciarle que le haría caso. Luego, se marchó en dirección hacia el pequeño cuarto que habían condicionado como camerino tras la tarima. Creyó que era inutil ir a animarlo. Caleb era una estrella, ya había dado pequeños conciertos antes, esa presentación no debía significar demasiado para él, ¿o sí?
Es decir, ¿por qué sentir nervios ante algo tan pequeño cuando ya había hecho cosas más grandes e impresionantes?
Abrió la puerta sin antes tocar, aunque si hubiese tocado no habría hecho mucha diferencia. Para su sorpresa, encontró a Caleb con una mirada nerviosa dirigida hacia la guitarra en sus manos, sus dedos delataban su angustia al intentar afinarla con rapidez. Su camisa iba desabrochada, dejando a la vista su pecho. Su cabello desorganizado, su frente ligeramente sudada. No se veía como el Leb tranquilo de siempre.
Era una versión mucho más...desastrosa.
Elise soltó una pequeña carcajada en el instante en el que lo escuchó maldecir por no conseguir afinar la guitarra. Cuando ella cubrió su boca por verguenza ante ese sonido quebrado, el cantante la notó. Un pequeño suspiro de alivio escapó de él al verla, sintió necesario el encontrarse con un rostro amable y conocido en ese instante en el que sus nervios no jugaban a su favor.
Le dedicó una sonrisa pequeña, un tanto nerviosa. Al corazón de Elise se le escapó un latido de más...Él no tenía puestas sus lentillas.
-Hola, Eli -saludó él, al tiempo en el que ella se adentró en el camerino y se sentó en el mueble frente a él. Le devolvió el saludo con una sonrisa -. Lo siento, no te escuché entrar.
Ella hizo un gesto con su mano, indicándole que no le diera importancia a eso. Caleb notó que a la chica no se le había dificultado el adaptarse a la forma en la que todos en ese medio se veían. Traía puesto un vestido azul sencillo, pero se le veía bastante bien gracias al tono bronceado de su piel. Unos cuantos collares cubrian su cuello y su cabello iba atado en un moño alto. Estaba hermosa.
A él, por otro lado, los nervios le habían quitado parte de su encanto.
Elise tomó su teléfono, pues ese día no había traido su pizarra consigo. Escribió un mensaje que al poco tiempo le llegó a Caleb. Él tomó su celular y lo leyó en voz alta:
-¿Nervioso? -fue lo que ella cuestionó en su mensaje. Él levantó su mirada de distinto color y la adhirió a los impresionantes ojos de Eli.
No entendia todavía como era posible la existencia de una mirada tan increíble como esa.
-No tienes idea -confesó él, soltando una risa nerviosa -. Soy un manojo de nervios en este instante. No sé ni lo que hago...
Ella tecleó una vez más, él mensaje le llegó a Caleb poco después.
-Has hecho cosas más grandes que esta. No hay razón para esos nervios.
-Sí, quizá se ve así -contestó él, dejando el teléfono a un lado para seguir intentando afinar la guitarra. El temblor de sus dedos hacía dificil esa tarea -. Pero siempre me pongo nervioso antes de una presentación. Podría cantar en el metro, o en un estadio lleno de personas, y estaría igual de ansioso en cualquiera de las dos situaciones.
》La gente que me escucha...Le debo demasiado a ellos. Quizá mis fanáticas esten alocadas, pero me oyen, aman mi música y hacen de mi sueño una realidad. El temor a decepcionarlas siempre estará dentro de mí, Elise. Es algo que no puedo controlar.
Ella lo observó con detenimiento, a sus ojos de distinto color. Sí, estaba ese miedo que había descrito, pero también había una chispa de emoción encerrada en su mirada que se extendía hasta su sonrisa nerviosa. Emoción y terror encerradas en una sola persona. Pensó que así se veía la pasión.
-Pero no te preocupes por mi, los nervios desaparecen una vez estoy en el escenario -aseguró él. De repente, su mirada se perdió en un punto más allá de Elise; su sonrisa se extendió -. Es casi mágica la forma en la que todo se vuelve obsoleto cuando comienzo a cantar, ¿sabes? De repente, se van las angustias, dejo de temblar y de pensar demasiado. Paso de ser este torpe inútil que ni una guitarra puede afinar a ser...ser más yo que nunca.
》Parece una locura pero, incluso cuando toco frente a muchas personas, siento que solo estoy yo, mi guitarra y la canción. Es increíble, Eli. Es la mejor sensación de la vida, ni siquiera puedo explicarla bien -sonrió aún más -. Allá arriba, en un escenario, soy todo lo que siempre quise ser. A veces, me duele saber que tendré que bajar y esperar hasta la siguiente vez. Si pudiera hacerlo, viviría en ese lugar, en esos momentos. Sin nervios, sin angustias...es como volverme una canción, la mejor canción de todas.
Por eso amaba cantar. La música le permitía conectarse con un lado de él que amaba, uno que no lo hacía sentir como un fenómeno de ojos de distinto color. Cantando, sentía que el resto del mundo se callaba y solo quedaba él. Su realidad dejaba de ser tan abrumadora, sus angustias desaparecían...
No pensaba en los demonios de su hermana, ni en animar a su tío, ni en sus padres, solo pensaba en sí mismo. Un escenario era el único lugar en el que Caleb pensaba en Caleb, no en alguien más.
Tardó unos segundos en darse cuenta de que había confesado ese peculiar sentimiento frente a Elise. No lo había dicho frente a más personas, no creyó que a alguien le importara. Sin embargo, con ella se sentía natural hablar. Jamás se había sentido tan cómodo junto a alguien. Es decir, estaba frente a ella sin sus lentes, abriendo su corazón para confesar sus verdades, y no se sentía juzgado.
Una parte de él sentía que estaba mal tener tanta confianza con esa chica de ojos impresionantes...otra parte de él le susurraba que ella haria interesante la melodía de su vida.
-Lo siento, Eli -él bajó la mirada, un tanto avergonzado por decir tanto -. Tú no querías escuchar algo de eso, ¿verdad? Lo siento, solo hablé y hablé y...
Ella lo detuvo al instante, tomándolo por la muñeca y negando con la cabeza repetidas veces. Le sonrió, le sonrió como jamás le habían sonreído antes ¿Que lo sentía? Ella no entendía qué tenía que sentir. Elise se sintió hipnotizada por esas palabras, por la manera en la que él veía al mundo a través de notas músicales y una guitarra. Era increíble.
Se fijó en sus ojos distintos, tonos diferentes pero mismo brillo. Él amaba lo que hacía y tenía demasiado amor encerrado en su mirada. De hecho, ambos compartían el mismo amor: la música. Verlo era ver a alguien capaz de comprenderla, de entender el tamaño de su pasión sin la necesidad de hablar.
Sus miradas juntas eran una sumatoria de pasiones intensa, espero que alguien las vuelva canción...
Cuando la tensión se hizo evidente, ella entendió lo peligroso que era tener ese contacto. Lo soltó sin dejar de sonreír, él también le sonrió. Sentía que Elise lo comprendía mucho más que otras personas ¿Eso estaba bien? ¿Esa confianza que estaba surgiendo de la nada era correcta?
No quiso responder sus propias preguntas por temor al valor de las respuestas, así que devolvió su vista a la guitarra. Sus dedos temblorosos intentaron afinarla, pero entre error y error surgió otra maldición. De Elise volvió a salir ese sonido quebrado, ella cubrió su boca de inmediato. Caleb la observó con curiosidad, quería entender porqué hacía eso.
Sin embargo, antes de que se le ocurriera preguntar, ella le quitó la guitarra de sus manos y la tomó en las suyas. Con una destreza que sorprendió a Caleb, la chica comenzó a mover sus dedos sobre las cuerdas y logró afinar el instrumento en un tiempo récord. Una vez lista, le devolvió la guitarra al cantante. Él no la recibió, solo la observó con impresión:
-Tocas la guitarra...-dijo él, sorprendido.
Ella sonrió con cierta tristeza. Sí, tocaba la guitarra, pero no tan bien como su hermanita solía hacerlo...
Hasta el momento, Caleb creyó que Elise tan solo era una publicista experta en redes sociales y prensa. Sin embargo, ahora que la había visto tocar con tanta destresa, comenzaba a pensar que quizá había algo de música en la chica que no podía cantar ¿Qué conexión tenía Elise Blake con una guitarra?
¿Y por qué le daba tanta curiosidad?
Ni siquiera le dio tiempo de pensar en hacer esa pregunta, pues los toques en la puerta del camerino anunciaron que ya no estaban solos. Voltearon al mismo tiempo, encontrándose con Adam, Rubí y Silene.
-Hola a los dos -soltó Rubí, anunciando su llegada. Sonaba un poco más interesada de lo usual.
-¿Por qué no estás listo aún, cantante? -cuestionó Silene, sorprendida al ver el desastre que estaba hecho su novio. Ni siquiera tenía sus lentillas puestas.
-Que este día quede grabado en la historia como el día en el que me veo más descente que Caleb Carlton -aclamó Adam, quien había hecho el esfuerzo de dejar sus atuendos informales y buscar una camisa acorde al evento. Observó a su prima -. Estoy más atractivo que nunca ¿No es así, primita?
Ella llevó sus dedos hasta sus labios para poder silvarle a su primo. Él soltó una carcajada, como le encantaba bromear con Elise.
-Leb, ¿si sabes que sales en menos de diez minutos y pareces un vagabundo? -soltó su hermana, alzando una ceja hacia él.
-Lo sé, lo sé. Ya voy -él se puso de pie con el mismo nerviosismo. Abrochó su camisa con sus dedos temblando, pero observó a Elise mientras lo hacía -. ¿Sabes si hay muchas personas afuera?
-Claro que las hay, cantante -aseguró Silene, caminando hacia él. Se interpuso entre Elise y Caleb, ayudandolo a arreglar su camisa y cabello -. Eres famoso e increíble. Tienes a un gran séquito de fans allá afuera esperando a que los deslumbres.
-Sin presión -acotó Adam, intentando aligerar el ambiente. Le sonrió al cantante -. Lo harás bien, amigo.
-Solo no lo arruines -bromeó Rubí, sentándose junto a Elise -. Ya sabes, no olvides la letra de la canción.
-¿Cómo podría? -cuestionó Caleb, dejando que Silene lo arreglara. Sonrió en dirección a su hermana -. "No happy ending" no solo es la canción que me lanzó al estrellato, es la primera canción que Aviv nos enseñó. No importa cuantos años pasen, no la olvidaré. No aprendí esa canción con la mente, lo hice con el corazón.
Elise sonrió, entusiasmada. Caleb lo notó y le pareció una sonrisa adorable. Alzó una de sus cejas en su dirección, notó mucha más emoción en la chica que antes.
-¿Qué? -le preguntó.
-Oh, es que ella ama esa canción -Adam respondió por ella -. Me sorprende que todavía no haya hecho un escándalo de fanática alocada. Bien hecho, El, te has controlado.
-¿Eres fanática de mi hermano? -preguntó Rubí. Alzaba la ceja de la misma manera que su hermano siempre que tenía una duda.
Ante la pregunta, Elise se sonrojó y bajó la mirada. Asintió lentamente. Después de todo, no estaba mal admitir que era fanática de la música de Caleb, ¿o sí? Se puso de pie con rapidez y le pidió a su primo que tradujera su despedida, que debía ir a asegurarse de que el sonido estaba bien. Él lo hizo y todos la vieron irse del camerino al poco tiempo. Leb intentó seguirla con la mirada, por más de que era algo imposible, considerando que ya no estaba al alcance de sus ojos diferentes. Aún así, sostuvo su vista en el lugar en el que la vio alejarse por más tiempo que los demás. Así que Eli tenía algo que ver con la música...Eso le pareció en extremo interesante.
Silene notó lo distraído que él estaba, además de el hecho de que esos ojos tercos no querían alejarse de la puerta. Lo observó con detenimiento, esperando a que él volteara a verla. Sin embargo, hizo falta que ella lo tomara por el mentón para que él se fijara en sus ojos cafés. Sile le dedicó una sonrisa dulce a su cantante, la más hermosa entre su reservas de sonrisas. Aunque no te confundas, hubo una amenaza dentro de esa mirada tan expresiva.
Solo que él no la notó, quedó encantado con la belleza de su novia.
-Termina de arreglarte, cantante -le dijo ella, con un tono de voz bastante dulce -. Prepárate para brillar como siempre lo haces...
Sin previo aviso, adhirió sus labios a los de él y lo besó con una lentitud que podría describirse como persuasiva. Rubí rodó sus ojos, Adam apartó la mirada sintiéndose extrañamente incómodo, pero ella siguió con su táctica seducción con la seguridad que la caracterizaba. Para cuando se separaron, ella tenía una sonrisa satisfactoria en su boca y él una que su hermana consideró la de un tonto embelesado. Eso sí, en el instante en el que ella se encontró con la mirada bicolor de su novio, se aseguró de que la perfección del momento no se perdiera.
No se permitía detalles como ese.
-Hora de ponerte las lentillas, amor -dijo ella, tomando sus manos con cariño.
-O no-sugirió Rubí, cruzándose de brazos -. ¿Por qué no sales con tu mirada tal cual es?
-Estás bromeando, ¿no es así? -cuestionó Silene, mirándola con diversión.
-¿Acaso ves que me estoy riendo? -ella se puso de pie y encaró a la novia de su hermano -. Sin risas, no hay broma, Silene.
Ambas se observaron, se retaron con la mirada. No habia manera en que Rubí y Silene se pusieran de acuerdo en algo, menos cuando Caleb estaba de por medio. La menor entre las dos se cruzó de brazos, Sile llevó sus manos hasta sus caderas. Ellas son dos de las mujeres más intimidantes que conozco; son rosas que no le temen a una pelea.
-Me pondré las lentillas -dijo Caleb, cortando esa disputa de miradas. Sonrió levemente hacia las dos chicas -. No se preocupen, estaré listo en segundos.
Silene se sintió satisfecha y le dedicó una sonrisa triunfadora a la hermana de su novio. A Rubí eso no la tomó por sorpresa, ya estaba acostumbrada a que Leb declarara victoriosa a su novia. Entre las dos, solo había una ganadora.
-¿Quieres que afine tu guitarra, Leb? -preguntó Rubí, sin ánimos de pelear con su hermano -. Sé que eres un desastre antes de cada concierto.
-No hace falta -aseguró él, alejándose de las dos y de Adam para acercarse al espejo y poder arreglarse -. Elise la afinó por mi.
Él mismo vio la sonrisa involuntaria que surgió en sus labios en el cristal del espejo. Desconocía la naturaleza de ese gesto, ni siquiera lo controló. Esa sonrisa tan auténtica era tan solo el resultado de una repentina curiosidad hacia esa chica que afinaba la guitarra con destreza, que sabia comunicarse sin hablar; una chica que era fan de su música y había guardado ese secreto hasta entonces.
Claro que, lo malo de los espejos, es que a veces delatan cosas que deberían quedarse como secretos. Esa sonrisa, por ejemplo, llegó a los ojos de Silene. Ese reflejo fue capaz de asustarla, pues descubrió que podría estar formándose un bache en su perfecta relación.
Y una rosa debe proteger su perfección a toda costa.
...
7:18 pm
Jacob C. Everton tenia un don para hablar en publico. Era un orador carismático, con una sonrisa intachable y una actitud amable que embelesaba a multitudes con rápidez. Con cincuenta y tantos años de edad, habia avanzado lo suficiente en la vida como para tener una gran colección de aprendizajes sobre su pasado. Eran esas lecciones lo que lo formaron a él como persona y, por ende, formaron al Centro de Arte que dirigia.
Todas sus acciones eran producto de lo que aprendió siendo tan solo un niño terco encerrado en un hospital con flores en cada ventana. Siento orgullo de él, cuando lo conocí creyó que jamás estaría satisfecho con la vida que le tocó.
Hizo algo al respecto: él aprendió a construir su propia vida.
Con las luces del escenario apuntándolo, algunas canas se notaban entre su cabello claro y su barba. Sonreía sin importar que eso realzaba las arrugas en su cara, bromeaba sobre haber envejecido en cuerpo pero no en alma. Dos de sus hijos, Padme y Aviv, lo escuchaban en el escenario sin poder ocultar su orgullo. Todos los "niños" Everton tenían un poco de él, ellos tres compartían la misma sonrisa.
-Bueno, todos aquí saben el cariño que le tengo al C.A -continuó hablando Jacob -. Es el trabajo de mi vida y me enorgullece ver a personas formándose en este lugar día a día. Cuando un buen amigo me sugirió hace años crear un lugar como este, la idea de construir un espacio para hacer arte en todas sus formas sonaba tentadora, aunque se veía bastante lejana.
》Lo que no me imaginé en ese momento fue tener lo que tengo en frente hoy en día: aquí no se hace arte, aquí vive el arte, lo hace en cada alumno y profesor de este lugar. Ustedes son arte, lo serán siempre y cuando hagan lo que aman. Sé que soy arte siempre que estoy parado aquí, viendo lo que conseguimos entre todos, siempre que veo a mis hijos avanzar, e incluso siempre que me atrevo a pelear con mi esposa aunque ella siempre tiene la razón -se escucharon unas cuantas risas en el público y él soltó una pequeña carcajada. Luego, regresó su sonrisa calmada -. Jamás tengan miedo de ser ustedes mismos, de hacer lo que aman, porque ustedes son arte. Todos lo somos.
Aplausos se escucharon a lo largo del C.A, todos alabando al director de ese lugar en el que "vivía" el arte. La tarima estaba en el enorme jardín, ocupado por cada alumno y profesor presente. Jacob aumentó el tamaño de su sonrisa, sabia lo que seguía en su discurso.
-Ahora, por más que sé que la edad no me ha hecho perder mi encanto, sé que todos ustedes no están aquí para verme a mi parlotear -aseguró él -. Están aquí por un talento que ha recorrido el mundo para llegar hasta este escenario, un talento que todavía sigue creciendo y cada paso que da lo esta guiando hacia un futuro prometedor. Parte de los objetivos del C.A es ayudar a jovenes artistas a crecer, él lo está haciendo y tenemos la oportunidad de ser testigos de eso...
Tras la tarima, Caleb tomó aire para intentar calmarse. Sabía que ese hombre estaba hablando de él y lo hacia con unas palabras que, si bien lo halagaban, también lo llenaban de presión. Apretó su guitarra con fuerza entre sus dedos. Su corazón latía a un ritmo sin sentido, tuvo que sujetar su pecho para no sentir que ese órgano se le escaparía del cuerpo.
Rubí notó el nerviosismo en la mirada de su hermano. Sonrió de lado al ver esa mirada ligeramente perdida y asustada, sabía que perdería todo ese miedo una vez pisara el escenario. Se acercó hasta él y se colocó frente a frente a su hermano. Él la observó e intentó sonreirle, a duras penas si lo logró.
Entonces, ella supo que debía darle algo de confianza.
-¿Recuerdas cuando ibas a visitarme en el centro de rehabilitación? -le preguntó. Él la miró con sorpresa, rara vez su hermana se permitía hablar de eso.
-Iba con mi guitarra y te cantaba, pero tu siempre estabas dormida cuando te visitaba. Nunca me escuchabas-recordó él.
-Lo hice. Siempre escuché -ella sonrió -. Cada canción que tocaste, cada nota, cada melodía, yo las escuchaba aunque fingía no hacerlo. Cuando te ibas, las cantaba en voz baja en mi habitación y esperaba que al día siguiente apareciaras para tocar una canción diferente.
》Te digo esto para que subas a ese escenario y cantes como todas esas veces en la que fuiste a visitarme: canta como si nadie escuchara, como si fueras el único en el mundo. El mundo va a oirte como yo lo hice en su momento porque estás hecho para brillar, hermanito. Pero manda al carajo al resto por instantes y canta por ti. Canta como si fueras el único que puede escuchar tu voz y lo harás fenomenal.
Él la observó con fijeza, sus ojos azules se veían más blandos y accesibles de lo usual. Como siempre, se veía mayor de lo que era, sobre todo por ese moño alto que sostenía a su cabello color fuego y esos tacones que la hacían ver más alta. Sin embargo, para él ella siempre sería su hermanita adorada. Esa niña que pensaba como una adulta, pero que tenía el corazón de una inocente pequeña por más que lo negara.
La abrazó con fuerza, sintió que parte de sus nervios se esfumaban gracias a ella. Ni siquiera le dio tiempo de pensar que era la primera vez en años que su hermana se interesaba por algo a parte de aislarse. La abrazó como solía abrazar a la Rubí de antes, la que no cayó en adicciones. La abrazó con la dulzura que merecía su hermana.
-Gracias, Rubí -le dijo, genuinamente agradecido -. Prometo brillar ahí arriba.
-¡Reciban con un fuerte aplauso a Caleb Carlton! -la voz de Jacob retumbó en los parlantes y llegó a ambos. Rubí soltó a su hermano y soltó la sonrisa más amplia que se permitía soltar.
-Deslumbralos, tarado.
Se escucharon los aplausos, los gritos, y eso hizo que Caleb soltara a su hermana y caminara hacia el escenario. Los nervios, sus latidos, todo jugaba en su contra. Sin embargo, al llegar hasta el microfono, tomó su guitarra y puso en práctica el consejo de su hermana. Tenía a cientos de personas frente a él pero, cuando comenzó a tocar, solo era él.
Se le escapó una sonrisa y entonces pasó: fue el momento en el que Caleb solo pensó en Caleb. Cuando no le importó la molestia de sus lentillas, la tristeza que rodeaba últimamente a su familia, la peligrosa conexión que tenía con su publicista, los nervios, los latidos...Todo eso se esfumó cuando comenzó a cantar esa canción que aprendió con el corazón:
Once upon a time,
I found a princess with no crown
Who enjoyed romantic stories,
And loved holding my hand
We needed no castle,
To found what we found:
The taste of a happy ending,
Broken by the tears of an unexpected goodbye.
Take care of my heart, in the kingdom of broken glass (X2)
Su voz sonaba increíble, hipnotizante, dulce y expresiva. Caleb ya no se escuchaba como el inseguro chico que no podía afinar una guitarra, se escuchaba como alguien seguro de su talento. La canción se volvió parte de él, al punto en el que emocionó al escritor de la misma.
Aviv y Sanne sonreían con un orgullo que me cuesta poner en palabras. En un punto de la canción, sus manos se entrelazaron y eso fue suficiente para decir lo que en ese momento estaba atorado en sus gargantas tras tanta emoción: su sobrino, ese niño que vieron crecer, ya no era un bebé. Esa canción les recordó que eran una familia formada por partes rotas, y una de sus partes estaba brillando como nunca.
Silene sonrió encantada, su novio era justo la estrella que todos esperaban. Adam volvió a quedar impresionado ante el talento de su amigo y, aunque la canción era sobre un amor doloroso que le recordó de muchas maneras a Vanessa, se permitió disfrutar la música. Al poco tiempo, terminó sonriendo junto a su amiga.
Rubí observó a su hermano con todo el cariño que a veces le costaba mostrar. Sonaba igual que todas esas veces que él la fue a visitar. A pesar de ser una estrella, Caleb todavía era su dulce hermanito mayor. Sin darse cuenta, comenzó a cantar en voz baja la canción. Lo siguió tras el escenario, como la sombra que sigue a la luz:
I'll never forget that princess,
Who hold a dragon in her soul.
Oh, she was afraid of mirrors,
I was afraid of living alone...
Oh, that princess with no crown,
I should have never let you go.
Now our ending has the taste,
Of those stories you hated the most.
Take care of my heart, in the kingdom of broken glass (X2)
Maybe we will found our happy ending,
In another once upon a time...
Y al final de la canción le siguieron una lluvia de gritos y aplausos. Fue en ese instante cuando Caleb despertó de su trance y levantó la mirada hacia ese publico emocionado. Sonrió, se sintió increíblemente bien al escuchar a tantas personas exclamando su nombre. Se sentía más pleno que nunca, sus partes rotas habían sido reparadas por notas músicales.
Volteó hacia el costado del escenario, encontró unos ojos impresionantes observandolo con emoción. Elise le dedicó una amplia sonrisa y aplaudió con emoción. Su corazón latía con rapidez, el de ella también...
Esas miradas estaban hechas para brillar.
Me disculpo porque los capítulos de Rosas están resultando super largos, en verdad espero que la lectura no se les haga tediosa y que les esté gustando ❤
¡Por cierto! Muchas gracias por los 8k en este libro❤❤ Jamás dejaré de sorprenderme ante el apoyo que recibo por parte de ustedes. Son increíbles, no sé que hice para merecer lectoras así y espero estar a la altura de todo el amor que me han dado (lo estoy intentando) ❤🌹
Quiero preguntar...¿Qué opinan de Leb en el escenario? Me da demasiada nostalgia porque él era el niño dulce en Margaritas y ahora es toda una estrella hecha para brillar. Me siento vieja JAJAJA
Bueno, con esto me despido. Chaíto, los amo❤
Pd: les dejaré un apartado con la canción que cantó Caleb entera. Hay un capítulo en el libro de extras que habla sobre ella, así que es una canción super importante para estos personajes y espero que la disfruten.
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