Capítulo 14

Capítulo 14:
Cuestiones del corazón
14 de junio

11:36 am

Red heart, a new scar
I fall in love with the wrong guy
Fast beat, fresh fear
Tell me how to escape from his eyes

El jardín de rosas se había transformado en el lugar favorito de Rubí, donde dejaba escapar sus emociones a través de canciones. Esa vez, estaba llena de frustración. Observó las palabras que escribio sin siquiera pensarlo y no pudo hacer más que soltar una larga respiración. Luego, desvió su mirada hasta las flores frente a ella, muy consciente de que su mente estaba enfocada en una personaben particular...

¡Maldición! ¡Eso no podía pasarle a ella!

Su corazón no dejaba de latir y su cerebro no podía desviar sus pensamientos. No importaba cuanto se concentrara en la melodía que poco a poco construia en el pentagrama, o en el color rojo de las rosas, él siempre volvia a su mente ¿Por qué se había vuelto un intruso de repente?

—¡Hola, hola! —exclamó una voz que ella conocía muy bien —. Traje un par de gaseosas de uva y muchas ganas de escuchar tus canciones.

—Ya te he dicho que no canto en público, Cris —le recordó Rubí, mientras la pelirroja se sentaba a su lado en el banco.

—Seguro tienes una voz preciosa, ¿por qué se la ocultas al mundo?

—Porque el mundo no me ha pedido mostrarla. Ahora, ¿seguirás pidiendo cosas imposibles, o me darás mi gaseosa?

—Algún día, el mundo te lo pedirá. No creo que sea tan estúpido como para pedirte que te calles por siempre.

Rubí se encogió de hombros al tiempo en el que tomó su gaseosa. Luego de esa primera vez en la que se encontraron por error, se había vuelto costumbre para ambas reunirse en las tardes en el jardín de rosas del C.A. Mientras que la mayor escribía canciones, Cristal charlaba sin cesar y rogaba por escuchar algunas de las melodías que se componían frente a sus ojos.

Rubí jamás se las mostraría, no si eso implicaba que ella debía cantar. Sin embargo, descubrió que la compañia de la protegida de su cuñada no era del todo desagradable, así que no le pidió que se fuera esa vez...tampoco lo había hecho las veces siguientes.

Además, le gustaban las gaseosas de uva que traía. No se podía quejar.

—Y bien —comenzó Cris, con una gran sonrisa —, ¿cómo va tu canción?

—Acaba de dar un giro inesperado —confesó Rubí, frunciendo sus labios en dirección a su cuaderno —. No creí que terminaría hablando de amor en esta canción en particular...

—¡Oh! ¡Yo amo las canciones de amor! —exclamó la pelirroja, tras tomar un trago de su gaseosa —. Cuando las escucho, siempre imagino que alguien la canta para mi.

—Que cursi...

—Oye, todas merecen soñar con un príncipe azul y yo quiero que el mio sea cantante...¡O actor! ¡O modelo! O...creo que solo quiero un príncipe azul y ya.

Rubí soltó una carcajada ante las ocurrencias de la pelirroja, ella tenía una idea del amor bastante tierna. No obstante, las cuestiones de su corazón eran muy distintas a las que se enfrentaba Cris. Ella no estaba enamorada de un principe, ni de un cantante, ni de un actor. Mordió su labio al recordar el color de sus ojos, y en su mente se volvió a escuchar una maldición.

Verás, Rubí veía a su corazón como un gran sistema lleno de engranajes: uno movía al otro, y el otro al otro, y así. No había espacio para muchos sentimientos, eso lo sobrecargaría y echaría a perder todo su complejo mecanismo ¿Y qué ocurría con el amor? ¡Cambiaba el sentido de los engranajes, los aflojaba y terminaban por romperse! ¡Todo se arruinaba!

Si sus latidos se aceleraban, seria imposible controlar ese sistema al que llamaba corazón.

Aunque, sentía que ese barco ya había zarpado. Quizá, solo quizá, su sistema ya se había arruinado. Observó la nueva estrofa de la canción, ¿a quién quería engañar? ¡Ya lo había arruinado! Ocurrió lo que creyó que no ocurriría ni en un millón de años: se había enamorado.

—Oye, Cris —la llamó, y de inmediato se encontró con esos ojos esmeralda y su sonrisa auténtica —. ¿Eres buena guardando secretos?

—Por suerte para ti, a mi no me sigue la maldición de las Nicols. Mi mamá y mi titi Clo-clo a duras penas si pueden guardar uno —Cris rodó sus ojos con diversión —. Yo sí soy buena guardiana ¿Por qué? ¿Piensas decirme uno?

—De hecho, sí. Y necesito que no se lo digas a nadie, jamás.

Cris movió sus dedos por sus labios, como si los estuviera cellando. Rubí necesitaba decirle a alguien, comprobar si lo que sentía era un error o si sus sentimientos eran tan reales como su temor. Habían unos bichos molestos revoloteando en su estómago, así que tomó un largo sorbo de su gaseosa para intentar ahogarlos.

No funcionó, supuso entonces que esos bichos sabían nadar...lo cual era peligroso.

—Bien —dijo tras tragar —. Confío en tí...

—Y no te arrepentirás —le aseguró ella, con un tono que se escuchó a apoyo y comprensión—. ¿Cuál es tu secreto?

Respiró hondo, cerró los ojos...

—Me gusta un chico.

—¡Eso es genial! —ella alzó sus brazos con entusiasmo, pero ladeo la cabeza con confusión al ver lo desanimada que estaba Rubí con esa noticia —. ¿Por qué no te parece genial?

—Porque...es mayor.

—¿Y qué? El amor no tiene edad.

—Las leyes y el sentido común sí.

—En el amor, las leyes las dicta el corazón y el sentido común pierde sentido. Es bello, deberías dejarte llevar.

—Pero él no me ve de esa forma...

—No puedes saber como te ves en los ojos de otro, menos en los de él.

—No, pero sé que es algo imposible.

—Nada es imposible, ni siquiera que me muestres tus canciones ¡Ánimo! Seguro que no es tan loco como imaginas.

—Eso lo dices porque no te he dicho quien es el chico...—ella bajó su mirada, y la curiosidad comenzó a picar en el sistema de Cris.

—Y...¿Quién es?

Entonces, Rubí tomo aire y soltó su nombre con más aire de lo normal, intentando impulsar esos bichos molestos con su aliento.

—Adam —confesó —. Me gusta Adam.

—Mier...

—¿Da? —completó Rubí, al ver como los ojos de Cristal se abrieron de más por la sorpresa.

—Sí, sí, exactamente eso: Da.

No lo esperó, jamás consideró que el animado Adam Blake, que se la pasaba haciendo chistes y molestando a la gente, podía ser el flechazo de la seria y sombría Rubí Carlton. Quedó en shock por instantes, luego analizó la idea y descubrió algo: ¡Le encantaba que fuera así!

—¡Te gusta Adam! —exclamó, saltando del banco con emoción.

—¡Sh! ¡Cris, cállate! —le reclamó Rubí, lo que hizo que Cristal cubriera su boca al instante —. Recuerda, nadie puede saber.

—Perdón, perdón —se disculpó, y luego se le escapó una amplia sonrisa —. Te gusta Adam.

—¿Ahora entiendes por qué no me parece genial esta situación?

Rubí llevó sus dedos hasta uno de los piercings en su oreja derecha y comenzó a jugar con él sin ocultar su nerviosismo. Había dicho que quería alejarse de las adicciones, ya había sufrido demasiado por ellas. Sin quererlo, terminó atrapada en la adicción más fuerte de todas: una persona.

Y Adam se veía incluso más peligroso que una droga.

Todo era su culpa ¿Por qué tenía que ser tan atento con ella? ¿Por qué tenía que ter una sonrisa tan única, unos ojos tan atractivos? ¿Por qué tenía que llamarla niña?

Más bichos nadando en su estómago, ¿cómo hacía para exterminarlos?

—Ay, Rubí, quita esa cara de tragedia —soltó Cristal —. No es tan imposible como crees.

—Si lo es —aseguró la chica —. Y mejor que lo sea. Es un flechazo nada más, no necesito que lo sepa.

—¡No puedes callarlo! ¡Debes decirle y así podrás vivir tu: "y vivieron felices para siempre"!

—Cris, en este caso, mi principe azul tiene veintisiete e iria a la carcel por fijarse en alguien de diecisiete. Sin mencionar que él no me ve de esa manera, y yo tampoco quiero que me vea con ojitos de enamorado.

—Ay, ¿por qué no? Estás enamorada, ¿no te hace ni un poco de ilusión pensar que podría no ser imposible?

Ella lo pensó bien, utilizando los engranajes que todavía funcionaban en su complejo sistema. Lo que sentía por Adam era un flechazo, nada más. No lo amaba, solo lo quería y sentía bichos por él. Entonces, pensó en lo que su tía le había dicho una vez, eso de que había olvidado que podía sentir.

Quizá era momento de recordar esos sentimientos y usarlos para algo.

—Cris, todos necesitan un flechazo imposible —le dijo, abriendo su cuaderno una vez más —, sobre todo aquellas personas que escriben canciones de amor. Es decir, de algún lado tengo que sacar la inspiración ¿O no? Los amores platónicos son necesarios, y Adam es el mío.

—Aw, ¿escribirás canciones sobre Adam?

—No, escribiré canciones sobre lo que me hace sentir.

Cris llevó una mano hasta su frente y soltó un suspiro dramático que hizo reír a Rubí. Las dos tenían ideas muy diferentes sobre el amor y sus propósitos. Los engranajes en sus corazones iban en distintas direcciones.

Pero algo es seguro: las cuestiones de un corazon tan complejo como el de Rubi serian su inspiración para muchisimas canciones.

...

12:27 pm

Caroline Bennett era creyente de las segundas oportunidades. Veía su vida como un nuevo comienzo, y siempre que despertaba agradecía poder ver la luz que en un pasado fue tapada por muchos tragos y un corazón magullado. Lastimó a muchas personas, era consciente de ello y todavía le dolía. Sin embargo, el que le hubiesen dado la oportunidad de cambiar y empezar de cero, modificó su perspectiva del mundo por completo.

Entendió que este lugar en el que habitamos será agradable siempre y cuando tengamos la capacidad de perdonar...

—No entiendo, cielo —dijo ella, arrugando su nariz como siempre lo hacía al no poder comprender algo —. ¿Por qué quieres que cubra tus pecas? Siempre me has pedido maquillaje leve para que se vean en las fotos...

Cristal sonrío de lado, observando el reflejo de la maquilladora justo detrás del suyo. En realidad, más que maquilladora, Caroline era estilista y una muy buena. Carismática y dulce, como era, hacía de esos instantes de belleza momentos muy agradables para Cris y otras aspirantes a modelos.

—Quiero probar algo nuevo, Caro —le dijo, sonriendo hasta mostrar esos hoyuelos heredados del lado Nicols de su familia —. Ya sabes, para mejorar como modelo, debo probar cosas nuevas.

—Bueno, estoy a favor de probar cosas nuevas —ella le devolvió la sonrisa y fijó sus ojos en el reflejo de los de Cris —. Siempre y cuando esos cambios no signifiquen que modificarás algo en ti. Tus pecas son hermosas, no olvides eso ni siquiera cuando las cubra con maquillaje.

—Claro, Caro. No lo haré.

La mujer ladeó su sonrisa y comenzó a buscar la imensa cantidad de maquillaje con la que solía trabajar. Caroline era preciosa, y eso no solo lo opinaba Cris. Tenía un par de ojos miel vibrantes, llenos de vida y ánimo. Su cabello lacio y castaño era largo y cubria casi toda su espalda. Habían un par de arrugas en las esquinas de sus ojos, muestra de que la edad no pasa en vano. Para tener casi cincuenta años, se mantenía muy bien y la sonrisa en sus labios tenía un aire de juventud que aún no se esfumaba en ella.

Verla era como ver a una adolescente atrapada en el cuerpo de una adulta. Era risueña, activa, y bastante dramática en ocasiones. Sin embargo, la madurez en sus comentarios y el sazón maternal que tenían sus gestos, indicaba que en ella había suficiente madurez para afrontar los retos que le imponía el mundo.

Era una mezcla entre jovialidad y adultez, y a Cristal le encantaba saber que cabian esas dos cosas en una sola personalidad.

Mientras Caroline aplicaba una fina capa de crema sobre los pómulos de la pelirroja, la puerta de los camerinos se abrió y llamó la atención de ambas. Esperaron encontrar a más aspirantes a modelos y estilistas. Después de todo, los camerinos eran un constante caos de gente entrando y saliendo a cada minuto. Sin embargo, encontraron en el espejo el reflejo de tres rostros conocidos. Sonrieron como saludo.

—Hola, hola —Samara Stewart se acercó hasta ellas y se fijó en el maquillaje en proceso de Cris —. ¿Preparándote para otra sesión de fotos con Brandon?

—Sipi —sonrió la niña —. Quiero practicar mucho para el desfile final. Este año me esforzaré más que nunca para quedar entre las seleccionadas de nuevo.

—Eso está muy bien, cariño —Silvana, la hermana gemela de la anterior, le sonrió a la chica —. Solo no olvides divertirte. Odiaría que esa sonrisa entusiasta se perdiera por enfocarse en la competitividad y esas cosas no tan importante.

—Cierto, cierto —concordó su titi Lilian, asintiendo en dirección a su hermana —. Después de todo, en el C.A trabajamos para que entusiastas como tu aprendan a amar lo que hacen, no para cegarse por competencias. Aspira a alcanzar el cielo, pero no te frustres si solo consigues aterrizar en una estrella. Disfruta el viaje y la experiencia, cariño. No te pierdas de esto por querer llegar a ese desfile, aprenderás de cualquier forma y nosotras estaremos orgullosas lo consigas o no.

—Sabias palabras de tres hermanas que saben de lo que hablan —Caroline le guiñó un ojo a Cris y continuó su maquillaje —. Hazles caso, el tiempo y la experiencia las han vuelto tan inteligentes como hermosas.

Las tres hermanas rieron un poco, quizá ante el recuerdo de sus luchas personales, aquellas que las llevaron a ese mismo instante de sus vidas. Caroline tenían razón, eran inteligentes gracias a la experiencia. Quizá no como el esposo de Lilian, o la novia de Sam, ambos relacionados al mundo de la física; tampoco sabían ni la mitad de lo que sabía el esposo de Sil, quien administraba todas las cuentas del C.A. Lo que ellas sabían no tenía nada que ver con teorías, o números. Ellas eran expertas en cuestiones del corazón.

Una materia que solo la vida es capaz de enseñar.

La puerta del camerino volvió a abrirse, y entonces Cris escuchó una voz familiar que de inmediato le provocó cosquilleos en su estómago. De no haber estado sentada, seguro que sus rodillas habrían temblado hasta dejarla en el suelo. Su corazón comenzó a latir, cada vez más y más rápido. Que raros eran los efectos de estar enamorada...

—Hola —dijo él, con esa sonrisa ladeada que provocó fallos en el sistema de Cris —. ¿Cómo están?

Los nervios comenzaron a jugar con la tonalidad en las mejillas de Cris. De repente, se tornaron de un color casi tan rojo como su cabello. Cometió el error de encontrarlo en el reflejo del espejo frente a ella, se puso tan nerviosa que olvidó que debía responder esa pregunta. Landon Allen era tan...tan...tan perfecto.

Ese hoyuelo en su mejilla que aparecía cada vez que sonreía de lado era el detonante para provocar una fiesta de latidos en su pecho. Te suena cursi, quizá me estes odiando por esto. Sé que te da asco pensar en el amor como una fantasía, pero Cris era así. Quizá eso era lo que la hacía tan ella, fantasear con tanta fuerza. Su corazón estaba hecho para ilusionarse.

Y, porque te conozco bien, sé que esa vena pesimista en ti ya está prediciendo un final que yo ni siquiera he escrito. No saques conclusiones, y dejame contar mi historia ¿Quieres?

—Hola, Landon —al ver que no contestaba, y que Cris estaba más sonrojada de lo usual, Caroline intervino —. Todo bien por aqui, ¿y tú?

—Bien, bien —él llevó sus manos hasta los bolsillos de sus jeans y amplió su sonrisa. Todo eso sin dejar de mirar los ojos esmeralda de Cris por el espejo —. Te ves muy linda, Cris.

—Gra...Gracias.

Intentó, juro que intentó reprimir su amplia sonrisa de enamorada tal y como Silene le había enseñado. Pero, ¡¿cómo iba a hacerlo?! El chico por el que fantaseaba le había dicho que se veía linda ¡Landon Allen creía que era linda! Comenzó a hacerse ideas, a ilusionarse, a ser tan Cristal como podía serlo. Él le devolvió la sonrisa, ella quiso creer que a que había disimulado bastante bien la fiesta que tenía en su interior.

Tras unos cuantos segundos así, conectando miradas a traves del espejo, Landon terminó por carraspear y apartar sus ojos ¿Fue idea de Cris, o vio un sonrojo? Quizá estaba demasiado ilusionada, o quizá no. Tú lo has dicho: el amor es una confusión tan grande que, una vez caes en él, ni siquiera te das cuenta de que estás confundido.

—Mhm, en fin...—él llevó una mano hasta su cabeza y peino su cabello rubio, bajo la atenta mirada de una Cris muy sonrojada —. Vine a buscarlas, Sam y Sil. Theo las estaba llamando, quiere hacer sesiones de fotos para practicar con los chicos de la sede de fotografía.

—Oh, gracias por avisar, Landon —dijo Sil, con una sonrisa.

—Ya vamos —aseguró Sam, poniendose de pie del lugar en el que se había apoyado. Observó a su hermana menor y a la madre de esta —. El deber llama asi que, ¿nos vemos luego para almorzar?

—Claro —Lilian le sonrió, Caroline imitó el gesto —. Nos vemos.

—Adiós, señoras —Landon se despidió con amabilidad y luego volvió a los ojos de Cris —. Nos vemos, Cris.

—Hasta luego, Landon...

Tardaron bastante en extinguir el contacto visual pero, incluso cuando Landon y las hermanas Stewart salieron del camerino, su corazón continuó latiendo con una rapidez impresionante. Sentía que sus mejillas ardian, aunque era un calor agradable. Se había puesto así con solo unas palabras unas miradas ¿Cómo esperaba hacerse la difícil, tal y como le aconsejó Silene, cuando no podía ignorar el revoltijo de emociones que él provocaba en ella?

—Bien, la buena noticia es que no voy a tener que aplicarte rubor; te salió natural —escuchar la voz de Caroline fue lo que la trajo a la realidad —. La mala es que tendré que aplicar labial otra vez porque creo que te babeaste.

—Mamá, no la molestes —dijo Lilian, aunque no pudo evitar soltar una carcajada ante esa declaración. Luego, observó a Cris a los ojos y le dedicó una sonrisa —. Te ves como tu papá cuando se enamoró de tu madre. Recuerdo bien que Calvin tuvo que luchar muchas veces para esconder ese mismo rubor que tu tienes ahora, aunque los hoyuelos que tienes en tus mejillas son muy de Eve. Eres una combinación muy tierna de ellos, sobrina.

Soltó una leve sonrisa, pero ni siquiera esas lindas palabras le quitaron sus nervios.

—¿Se notó mucho? —preguntó ella, mordiendo su labio con nerviosismo.

—No más de lo que se le notó a él —aseguró Caroline, dando unos últimos retoques de polvo en la cara de la chica. Soltó un suspiro —. El amor joven es tan lindo...

—Cualquier ilusión es hermosa —Lilian se encogió de hombros y volvió la vista a su sobrina —. Claro que el amor es más bonito cuando deja de ser platonico y comienza a ser real ¿Por qué no le dices algo? Prometo ocultarle a tu padre el hecho de que le coqueteas a un chico.

—No quiero verme desesperada —confesó Cris, mordiendo la parte interna de su mejilla, como siempre que estaba nerviosa —. Además, soy el triple de tonta y torpe cada vez que estoy a su lado ¡No quiero arruinarlo!

—Cris, no eres ni tonta, ni torpe. Eres una chica hermosa que merece un primer amor digno de ser recordado. Es claro que él siente algo por ti también, entonces no tiene sentido esconder que hay polillas en tu estómago por culpa de ese chico.

— ¿Polillas?

—Todavía no entiendo que tanto les cuesta a Derek y a ti admitir que son mariposas, no esos bichos —Caroline rodó los ojos y fue su turno de ver a la chica —. Lo que busca decir tu tía Lilian es que las cuestiones del corazón no estan hechas para callarlas. Debes experimentarlas, probarlas y conocerlas mientras aún eres joven.

》No te pienso decir que todo será color de rosas, aunque te conozco y sé que creerás que es así. La verdad es que sentir con tanta fuerza por alguien puede ser peligroso, y el primer amor suele ser también la primera desilución, pero es algo que debes vivir y que te traerá más sonrisas y aprendizajes que lágrimas. Intentalo, cielo, mira que es cierto que el amor joven es muy lindo. Solo no te hagas la idea de que todo será ideal, vivir con esa espina clavada en el pecho es un dolor que lleva a vicios de los que aun me arrepiento...

Su respiración se volvió pesada, todo en ella se sintió así ante los recuerdos de una terrible desilución. Quizá su más grande error fue obsecionarse con la perdida de su primer amor, eso la consumió en vicios y por ello perdió muchos años que jamás podría recuperar. Le hizo daño a la persona que más amaba, todo por un odio mal dirigido, una envidia desmesurada. Esa Caroline la avergonzaba.

Sabía que ella solo era la excepción entre miles. El primer amor suele ser un aprendizaje, no un trauma. Cris necesitaba esa lección, pues su inocencia requería de un toque de realidad que solo el amor, o algo inverso pero igual de fuerte, podría dar. Caroline dió unos últimos retoques con su brocha sobre los pomulos de la pelirroja. Prefería que las lecciones de vida se las dieran esos bichos que su hija llamaba polillas, y no un monstruo que ella misma conocía como odio...

—Sabias palabras de una mujer que sabe de lo que habla —aseguró Lilian, sonriendo en dirección a su madre —. Yo tu le haría caso, Cris. El tiempo y la experiencia no solo la han hecho ridiculamente hermosa, sino que también es absurdamente sabia. Y que conste que no lo digo por ser su hija...

Caroline negó con la cabeza tras soltar una carcajada. Su risa era ligera, llena de paz y alivio; mas o menos así se sentía al saber que no desperdiciaria más su tiempo en un amor que no le correspondía. Todo lo que necesitaba era esa sonrisa de su hija, y agradecía enormemente que ella hubiese encontrado la fuerza para perdonarla a pesar de que su historia no era perfecta. Tenia la suerte de que Lili sabia dar segundas oportunidades.

Ahora, estaban arrancando las espinas del pasado una a una para poder recuperar el tiempo perdido.

—Bueno, ya estás lista, Cris —dijo Caroline, retrocediendo unos pasos para observarla. Le sonrió —. La palabra hermosa se te queda corta.

—Concuerdo. Te ves impresionante, sobrina.

Cristal se fijó en el espejo para poder detallarse mejor, sonrió ante lo que encontró. Sus infinitas pecas estaban disfrazadas bajo una capa de maquillaje del tono de su piel, y sus ojos remarcados con un color durazno que hacia a sus ojos esmeralda aún más profundos. Sus labios, naturalmente quebrados, estaban hidratados con un leve brillo color rosa.

Su idea del amor era como tan hermosa como el retoño de una nueva flor, y hacia un enorme contraste entre los otros dos ideales de ese sentimiento que, hasta ahora, me han confesado las rosas. Cris, todavía no estaba muy clara de las cuestiones de su corazón. La emocionaban, del mismo modo en el que a una mariposa le emociona su primera primavera. Todo era tan nuevo que solo tenía ganas de sentir...

Pero, ¿cuál era la manera correcta de sentir esos bichos en su interior? ¿Acaso sería...cubriendo más sus pecas?

...

2:45 pm

Silene creció escuchando historias de amores entre príncipes y princesas. Podía recordar a su madre narrandolas cada noche antes de dormir, a su hermano dramatizando los personajes con su voz para hacer de los cuentos más interesantes, y a sí misma suspirando ante la idea de un amor tan hermoso como la que tantas veces escuchó.

Cuando uno crece, se supone que debe dejar de lado todas esas cosas infantiles en las que creímos alguna vez ¿No es así? Madurar significa no creer en dragones, ni en caballeros de brillante armadura, ni en sapos que se transforman en principes encantadores...Pero siempre hay una parte de nosotros que se niega a olvidar; una parte que lucha por conservar lo que nuestro espíritu creyó en su etapa más vulnerable.

De niña, Silene siempre quiso ser una princesa. Lo quiso tanto que hasta se autoproclamó una, se hizo una corona de cartón que perduró incluso después de desgastarse; mantenía su título, aunque no había tiara en su cabeza que lo demostrase. Soñó por años ser como ellas, pero no lo hizo por desear vestidos espectáculares, o principes capaces de salvarla.

Ella sabía salvarse a sí misma, sabía lucir vestidos espectáculares y pasar una noche increíble sin la necesidad de tener a una hada madrina que la obligara a regresar a las doce. Silene quiso ser princesa por una razón muy alejada a esas: Es que ellas tenían finales felices asegurados...

—Tu novio canta de puta madre —admitió Adam. Se encontraba a su lado, observando a Caleb cantar en la cabina de grabación. Aviv, Sanne y Elise no se encontraban muy lejos, tan entusiasmados por la voz del cantante como ellos dos —. Hablo en serio, princesa. Tiene talento.

—Lo tiene —aseguró ella, satisfecha y orgullosa de que alguien reconociera el talento de su Caleb —. ¿Has visto todo lo que dicen de él en las noticias últimamente? Solo hay palabras buenas para Caleb, su fama crece y crece a cada segundo. Mi cantante es impresionante, nadie lo puede poner en duda.

—Pues, no he visto las noticias. No sé que tanto a escalado su fama, aunque jamás dudaría de tu palabra y lo sabes —le dijo Adam, con una sonrisa ladeada. Luego, devolvió su mirada al estudio —. Pero debo admitir que verlo así, tan concentrado y sumergido en la canción, no se siente como ver a un cantante famoso, inalcanzable y pomposo. Mas bien, se siente como ver a alguien que ama con locura lo que hace, y además lo hace de maravilla. Debes de estar muy orgullosa.

La parte infantil de Silene, la que soñaba con amores de princesa y caballeros de armaduras brillantes, no pudo no emocionarse al escuchar a su cantante entonar una estrofa más. Los engranajes en su corazón, que son los más complejos de esta historia, se movieron hasta crear la misma ilusión de siempre. Sentía que él cantaba para ella, que cada canción estaba hecha para elogiarla y lo creía con tanta fuerza que no se planteó en cuestionarle a Caleb alguna vez si él era el autor de esas bellísimas melodías.

Para ella, su cantante era el único capaz de componer algo tan hermoso; y por supuesto que ella debía ser la musa detrás de cada letra. Ella era la razón por la cual sus canciones de amor eran tan buenas.

Tuve cierta razón al decir que maduramos y dejamos de creer en cosas que creímos en nuestra infancia; pero también tuve razón al decir que hay detalles que no sabemos soltar. Silene veía a Caleb como el principe azul perfecto de su cuento, un caballero capaz de darlo todo por ella. Ya no tenía una corona de cartón en su cabeza, pero la ilusión de conseguir algo tan ideal como las historias que tanto le contaron de pequeña jamás se esfumó.

Es que el solo recuerdo de esos cuentos la hacían sentir segura, le daban protección y consuelo. Tener a un príncipe como Caleb a su lado era tener a alguien que lucharía contra sus dragones, que la defendería de bestias y la amaría hasta el final de los tiempos...

¿El detalle? La vida no es un cuento de hadas, y las probabilidades de encontrar un sapo son más altas que las de encontrar un principe. Las ilusiones de Silene estaban hechas de canciones que Caleb no componía, no eran para ella...Y eran canciones que ella ni siquiera sabía, a penas si conocia los coros de estas.

Había seguridad en la historia de amor que Sile veía junto a su cantante, la misma seguridad que ella vió en los libros que terminaron con un "y vivieron felices por siempre". Pero comienzo a preguntarme si ella solo se hacia la idea de que amaba esa historia de amor por temor a ser la única princesa sin vivir una....

—Por cierto, compré palomitas y mucho helado —acotó Adam, tras varias canciones escuchando a Caleb. Resultó ser que Elise sabía cada una de ellas, incluso mejor que Silene y la rubia no tardó en notarla moviendo sus labios al compaz de las letras, sin soltar sonido alguno. Antes de que pudiera alarmarse, su amigo llamó su atención con ese tentador comentario —. Escoge una película de esas romanticonas que tanto te gustan, hoy los pañuelos van por mi cuenta.

—¿Y a qué debo el milagro de que no estás sugiriendo una película de terror, Blake? —cuestionó ella, alzando una ceja en su dirección —. Ayer tuvimos noche de películas y ya vi romance. No es necesario que aguantes eso otra vez...

—Siento que te faltaron unas lágrimas por soltar, ¿o me equivoco?

Ella mordió su labio tras ese comentario y bajó la mirada con cierta verguenza. La verdad era que sí, le hacía falta llorar. Pronto se cumpliría un año más de la muerte de su padre, y el no poder recordarlo bien era motivo de sobra para culpar a cientos de dramas romanticos de sus lágrimas de duelo.

Así que necesitaba esa película, esas palomitas y ese helado más que nunca. Adam lo sabía.

—Gracias, Blake —ella levantó la mirada para verlo a los ojos. Encontró la fuerza para sonreirle, eso hizo que él sonriera de vuelta.

—Solo escoge mejor esta vez, princesa. Si veo otra película que termine con una carta empezaré a demandar a unos cuantos directores.

—¿Por qué los demandarás? ¿Falta de creatividad?

—Pensé en demandarlos por abuso al cliché, pero lo tuyo suena más profesional.

Ella soltó una carcajada, y de inmediato comenzó a desear ver esa película junto con la única persona con la que se permitía llorar.

Esta es la cosa con los engranajes en el corazón de Silene: Sabían hacia donde moverse, tenían muy claras sus indicaciones y sus ilusiones. Soñaba con un cuento de hadas, y de hecho lo vivía gracias a Caleb.

Pero tu y yo sabemos que no existen los caballeros, o los héroes nobles de los que tanto nos han hablado ¿Que por qué lo sabemos? Porque no somos unos, y aún así estamos concientes de que los principes no son los únicos que vencen dragones, y que las princesas tardan un tiempo en notar que el oxido en armaduras como las nuestras es lo que necesitan para escribir una historia de amor interesante; no perfecta, pero atrapante.

Todavía no entiendo porque tardan tanto en comprender, quizá sus cuestiones del corazón son muy complicadas y prefieren calmarlas con melodías que se sienten tan seguras como un final feliz...

Red song
Por Rubí Carlton

Sueños rojos, labios quebrados
Mis pulmones olvidaron como respirar,
Ojos abiertos, hojas secas
Mi corazón duele a cada latir.

Pétalos rojos son todo lo que veo...(BIS)

Una canción roja me trajo aquí,
A un jardín que nadie puede ver.
Soy solo yo, yo, yo...
La única que ve,
La única que sabe sentir.

CORO:

Rosas rojas llenas de espinas,
Cántenme su canción rota.
Enseñenme esa melodía tan suya,
Esa que las rosas le cantan a las espinas.

Uh, uh, esa canción rota...
Uh, uh, ¿Alguien más verá las espinas?...

Corazón rojo, una nueva cicatriz,
Me enamoré del chico equivocado.
Latidos acelerados, nuevo miedo,
Dime como escapo de sus ojos.

Continuará...

...

Holaaa!!! A ver, seguro notaron la canción de arriba^...Esa es la canción que Rubí compondrá a lo largo de toda la novela. Cada vez que aparezca, les haré un recuento de toda ella para que recuerden las estrofas y eso. Sé que es rara la relación entre la versión en español e inglés, pero estoy haciendo mi mejor esfuerzo❤

Gracias por tanto apoyo. Estoy disfrutando mucho escribir esta historia y espero de corazón que a usteees les este gustando leerla❤

Chaíto, ¡los amo!

Pd: Este cap marca el regreso de una nueva y mejorada Caroline ¿Les gustó verla de nuevo?

Pd2: Hasta ahora les he dejado canciones que me gustan mucho en multimedia, pero como no quiero repetir me gustaría preguntarles...¿Qué otras canciones quisieran que añada? ❤

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