Capítulo 1
Capítulo 1
¿De qué está hecha la perfección?
25 de mayo
Ocho años después...
8:40am
Me gustan las flores más que las personas, ¿te digo por qué? Es que ellas no hablan y suelen ahorrarse todas las estupideces que salen como balas de las bocas humanas. Las flores solo existen, son bellas por naturaleza, y mejoran el mundo con su sola presencia. Como dirías tú: son perfectas, y lo perfecto es lo que hace que el mundo continúe girando ¿No es así?
Sin embargo, siempre he tenido problemas para definir la palabra "perfección". Me parece un término tan extenso, y al mismo tiempo tan limitado, que se me hace imposible de comprender. Es decir, sé que muchas cosas son perfectas, pero también sé que tantas otras no lo son...Me confunde, me marea, y me hace sentir mucho más enfermo de lo que ya estoy. Por ejemplo, puedes decir que una flor es perfecta y te creeré, pero me preguntaré por días qué es lo perfecto en ella ¿Los pétalos? ¿El tallo? ¿O...las espinas?
Más fácil sería decir que la perfección es imaginaria, que no es real, pero sabemos que eso no es verdad. Existen cosas perfectas, tantas como imperfectas. La verdadera duda es, ¿de qué está hecha la perfección? ¿Cuáles son los ingredientes que hacen de una flor tan perfecta?
A parte del hecho de que no dicen las estupideces que decimos tú y yo día tras día, claro está.
¿Sabes qué? Si pudiera hacerlo, consultaría mi duda con una rosa. Claro que ella se tomaría su tiempo para responder. He aprendido que a esas flores les gusta hacerse las difíciles, las interesantes. Les gusta aparentar que son superiores, que son las más importantes en el prado. Una vez las comparé con un estereotipo, hoy no estoy tan seguro de qué tan acertado estuve. Como sea, estoy dispuesto a esperar por su respuesta. Seré paciente, aguardaré a que me digan qué es lo que la hace irresistibles, hermosas, perfectas...Y solo así comprenderé ese término tan abstracto; me curaré de la confusión que me absorbe.
Mientras espero, te contaré la historia de otro par de flores...
Para una de ellas, la perfección era del color de sus propios ojos cafés. Ese término empezaba y terminaba en ella, en su imagen; ella era perfección y, por ende, su vida entera también lo era. Se miró al espejo y encontró todo lo que siempre soñó: un reflejo al que todos le tenían envidia.
Ella pintó sus perfectos labios de un color carmesí imposible de ignorar, y arregló su cabello del color de la miel de forma en la que este cayera en ondas por su espalda. Era alta, de figura esbelta que se adecuaba a su profesión como una de las modelos más reconocidas en la industria Miles tone. Quizá lo único relativamente normal en ella eran sus ojos cafés, un color demasiado común como para considerar "perfecto". Pero, incluso su mirada supo romper la barrera de lo simple y transformarse en perfecta tras años de práctica y trabajo duro.
Esta rosa convirtió a sus ojos en un par de trampas, llenas de sentimientos confusos e hipnóticos para cualquiera que osara mantener contacto visual mucho tiempo. Su aspecto físico estaba hecho para intimidar pues, para ella, uno de los ingredientes de la perfección era ese: verse inalcanzable.
Y lo inalcanzable siempre intimida.
Claro que su físico no era lo único perfecto en Silene Osbone. No, para nada. La chica, con veinticuatro años recién cumplidos, había moldeado su vida entera para convertirla en la definición de aquella palabra que, a mi parecer, es demasiado extraña. Se mudó a Los Ángeles, consiguió un empleo envidiable, una relación amorosa que incluso los medios de comunicación reconocían como "de ensueño", y obtuvo el control de todo lo que alguna vez fue desastroso en su realidad. Ese era otro ingrediente para la perfección: el control. Necesitaba que nada se le escapara de sus manos, que todo fuera exactamente como ella quería.
Guardó el labial en su bolso y se dio un último vistazo en el espejo antes de salir de su habitación: estaba satisfecha con lo que veía.
Verás, Silene tenía muchas cosas por las cuales sentirse orgullosa. Había alcanzado su más grande deseo en casi todos los aspectos. Sin embargo, existía un detalle en su vida que se escapaba de los límites que, para ella, definían la perfección que buscaba. Alguien rompía los parámetros ideales que, desde niña, se esforzó en construir. No obstante, ella nunca se planteó en eliminarlo de su realidad.
Quizá, solo quizá, su imperfecta presencia hacía de la de ella un poco más perfecta.
—Buenos días, princesa.
Al igual que cada mañana, ella encontró a Adam sentado en la cocina, comiendo cualquier cosa como desayuno. Tres años atrás, los amigos decidieron mudarse juntos a un bonito departamento con vista al mar. A pesar de sus obvias diferencias, habían sobrevivido a las tempestades que se originan cuando la imperfección y la perfección intentan convivir; y te puedo asegurar que ni una de esas tormentas fue una simple llovizna.
—Buenos días, Blake —le dijo ella, incluso más sonriente de lo usual.
Adam Blake esbozó una pequeña sonrisa que a penas si duró unos segundos; él no estaba tan alegre como su amiga. Su cabello rubio oscuro— corto, pero no demasiado— estaba hecho un desastre, como si no se hubiera esforzado en arreglarlo tras despertarse. No traía su camisa puesta, solo pantalón de pijama; lo que quería decir que no había ido a trotar esa mañana. Silene sabía que Adam se saltaba sus ejercicios matutinos bajo dos únicas circunstancias: estar enfermo, o estar muy triste.
Y los ojos azules de su amigo delataron que se trataba de la segunda.
Eso no solía pasar a menudo, pues Adam pertenecía a esa rara clase de personas que no se dejan desanimar con facilidad. Nunca sabía hacia donde lo llevaba la corriente, creo que son contadas las veces en su vida en las que hizo algún plan. Pero disfrutaba no tener un camino establecido, amaba poner sus propias reglas y romperlas a medida en que iba avanzando. Le gustaba ser lo contrario a perfecto.
Si hay algo que amo de los rebeldes como Adam, es que ellos hacen parecer que vivir sus vidas es algo fácil cuando resulta todo lo contrario. Es difícil saber qué tanta carga lleva uno de ellos en sus hombros, a menos que la tristeza les gane. Esa vez, la tristeza le estaba ganando al chico, y su amiga no tardó en adivinar la razón de eso luego de ver la delicada argolla entre sus dedos. Ella suspiró, quizá si Adam hubiese planeado mejor su futuro, no estuviera lamentándose por su pasado tan a menudo.
—Te dije que ese anillo era demasiado bonito para Vanessa —señaló su amiga, tomando una de las manzanas del frutero y sentándose frente a él —. Nunca debiste dárselo.
—Ojalá te hubiera escuchado antes de quedarme esperando en el altar, princesa.
—Que te sirva de lección, Blake: Yo siempre tengo la razón.
Y la tenía, o al menos la tuvo con Vanessa. Claro que Adam nunca escuchó sus advertencias ¿Y cómo llegó a esperar que lo hiciera? Él jamás se había enamorado tanto, jamás le había entregado su corazón a alguien de esa manera hasta que llegó ella. Tomó la impulsiva decisión de pedirle matrimonio luego de diez meses de un noviazgo de película, y lo hizo aún cuando Silene le dijo que era muy apresurado. No le importó, nada le importaba cuando lo movía la pasión, y vaya que el amor lo apasionó.
Pero todo eso se vino abajo cuando esperó y esperó...Y ella nunca apareció.
Así que Adam tenía el corazón roto, hecho pedacitos por una mujer que, según Silene, nunca fue digna de él. Llevaba meses así, con un dolor recurrente en el pecho y una decepción tan grande que a duras penas si podía comprenderla. Claro que eso solo se lo mostraba a su mejor amiga, intentaba ser el mismo chico de siempre frente a los demás. No quería admitir que Vanessa lo había lastimado, no frente al mundo entero. Eso sería asumir una derrota que quería ignorar.
Para él, Silene no era parte del mundo en sí, al menos no cuando estaban los dos solos. Su amistad era tan grande que podían crear un universo paralelo, dónde Adam podía lamentarse por los pedazos de su corazón roto y Silene podía ser algo más que una princesa consentida. A penas salieran de su burbuja, las cosas se pondrían de nuevo en su lugar y los dos amigos harían lo posible por esconder lo que solo admitían en soledad. Así funcionaban las cosas para ambos: escondían verdades para afrontar una realidad mucho más grande que ellos; que todos.
Adam soltó un último suspiro y guardó la argolla en el bolsillo de su pantalón; tenerla ahí era un peso demasiado grande, pero no se sentía listo para soltarlo. A veces, necesitamos esa clase de peso; ese que impide que la herida cicatrice del todo. Nos lo quedamos para no creer que nuestro dolor es en vano, para sufrir por miedo a no sentir nunca más. Así que el rubio cargaba su sufrimiento en el bolsillo, e intentaba fingir que era tan pequeño como ese anillo. En ocasiones, lo lograba. Otras veces, ni él podía caer en su propio engaño.
Decidió que era momento de empezar a mentirse a sí mismo, así que levantó la mirada y observó a su mejor amiga, quien estaba mucho más hermosa de lo usual. Maquillaje impecable, unos jeans ajustados, un top tan rojo como sus labios y unos tacones absurdamente altos del mismo color. Conocía a la perfección las exigencias que se imponía Silene día tras día, no había mañana en la que no saliera del departamento estando lista para deslumbrar. Sin embargo, ese día, estaba mucho más deslumbrante de lo que acostumbraba.
Y la razón era obvia.
—Te noto emocionada —soltó él, con una sonrisa de medio lado —. Y es obvio que esto tiene algo que ver con cierto cantante londinense, ¿no es así?
—¿Por quién más podría ser? —preguntó ella, tras tragar lo que tenía en la boca—. Irás a buscar a Caleb al aeropuerto a las 2:30am. No llegues tarde, es de demasiado mal gusto que lo dejes esperando.
Ella ni siquiera necesitó preguntarle eso a su amigo, pues él sabía que no podía librarse de esa tarea. Nadie se podía librar de las exigencias de Silene.
—A la orden, su majestad —soltó él, fingiendo una reverencia. Silene rodó sus ojos, se puso de pie y se acercó a Adam. Observó a su amigo con una seriedad para nada fingida, una que lo habría intimidado de no ser porque la conocía muy bien.
—Hablo en serio, Blake. No he visto a mi novio en tres meses, por fin se mudará a L.A y todo tiene que ser perfecto.
—Princesa, sé que todo contigo tiene que ser perfecto. No me hables como si no te conociera —la detuvo él —. Tú tranquila, me aseguraré que los primeros segundos de Caleb y su hermana en L.A sean más que ideales.
Silene sonrío satisfecha, eso era todo lo que quería. Llevaba cinco años de una relación de ensueño con Caleb Carlton; quien, con el tiempo, se convirtió en uno de los cantantes más reconocidos del mundo entero. Se veían poco, sobre todo porque él vivió desde su infancia en Londres y ella en América. Sin embargo, la relación funcionó. Lo cual era de esperarse, pues Silene no iba a permitir algo que algo disfuncional formara parte de su vida. Primero muerta antes que dejar que algo así ocurriera.
A partir de ese día, su relación pasaría a otro nivel. Estarían más tiempo juntos, tendrían más interacción que solo llamadas y mensajes. Por un lado, era un cambio demasiado grande y riesgoso para el equilibrio que Silene había creado en su vida. Por el otro, ella estaba emocionada y sabía que podría manejar cualquier desastre próximo con facilidad.
Después de todo, Caleb era demasiado tierno y tranquilo como para causar mucho alboroto. Acostumbrarse a estar cerca sería bastante sencillo.
—¿Sabes? Si tanto quieres ver a tu novio, no entiendo porque no vas a buscarlo tú —señaló Adam, al tiempo en el que Sile tomaba sus cosas —. No me malentiendas, él me agrada y no me molesta ir al aeropuerto. Solo creí que querías recuperar todo el tiempo perdido.
—Blake, ¿sabes qué es lo que más amo de mi novio? —le preguntó ella.
—Voy a fingir que soy súper inocente y diré que son sus tiernas canciones de amor. No estoy listo para recibir una respuesta más fuerte de tu parte.
—No es eso, aunque sabes que sus canciones si son excelentes —ella se colocó una chaqueta de jean sobre el top y observó a su amigo —. Lo que más amo de mi novio es que sabe esperarme; y eso es fantástico, porque yo adoro hacer que me esperen.
—¿Quieres decir que harás que el pobre Caleb te espere aún cuando lleva meses sin verte?
—Exactamente. Buscaré a Cristal y tendremos un día de chicas mientras tu llevas a mi novio y a su familia hasta su casa. Yo apareceré cuando lo considere oportuno.
—Suenas como una novia demente. Compadezco al pobre Leb.
—¿Por qué? Deberías envidiarlo, así como lo envidia el resto.
Ya lista, Silene se acercó hasta su mejor amigo y dejó un beso corto en su mejilla. Él le dedicó una sonrisa, a modo de asegurarle que intentaría esconder el dolor de su corazón roto al resto del mundo y sería el mismo Adam de siempre frente a Caleb y su familia. No es que eso la animara demasiado, quería que su amigo olvidara a Vanessa de una vez por todas. No obstante, se conformó con esa reacción por el momento.
Al menos sabía que el ánimo de Adam no arruinaría la llegada de Caleb por culpa de esa despreciable mujer.
—Haz de este un día perfecto, Blake —le dijo ella, desde la puerta —. Tanto para Caleb, como para ti,
—Lo intentaré, princesa —aseguró él —. Aunque suena aburrido, mejor que sea impredecible e imperfecto...
—¡No te atrevas!
Él soltó una carcajada, como le encantaba sacar de quicio a Silene.
—Tranquila, todo será ideal el día de hoy.
—Más te vale.
Y, sin decir algo más, ella salió del departamento, anunciando su salida con un portazo tan fuerte como su carácter. Así era la primera flor de la que te quiero hablar: imponente, mandona, meticulosa y decidida. Sí, era una rosa; quizá la rosa más roja que alguna vez he visto. Sin embargo, sé que si le llego a preguntar de qué está hecha la perfección, ella me diría que es una mezcla de dos ingredientes: superioridad y control.
Está bien, quizá tú le creerías...Pero yo no puedo. Siento que "perfección"es un término mucho más extenso que esas dos palabras, quizá hay más ingredientes que ella todavía no quiere revelar; o que ni siquiera conoce.
Te lo digo, tendré que esperar demasiado tiempo antes de curarme de este mal al que llamo confusión. Pero tú me pediste una historia larga, capaz de hacerte olvidar todo lo que te atormenta, ¿no es así? Pues, entonces deja que continuar con la siguiente flor. Para ella, la perfección era un tanto...diferente.
Bueno personitas, aquí está el primer cap de este libro...¿Qué les pareció? 🥀
Espero de todo corazón que les gustara❤❤
En otras noticias...Quiero hacer un grupo en el que pueda comunicarme más con ustedes. Amo saber sus opiniones y en verdad quisiera conocer más a las personas que aguantan mis locuras sobre flores. Solo me gustaría saber, ¿quienes están interesadas? Las que quieran, pásense por mi instagram (r_inaaaaaa) y pueden escribirme un msj por mensaje directo. Ahí las añadiré a un grupo, y será por instagram porque es la app que más uso...¿Les parece?
Los quiero mucho, gracias por leer❤❤
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