🥀31🥀

Tal vez no era el final después de todo. Ruby comenzó a despertar, quien sabe dónde. Sus ojos se abrieron lentamente, viendo oscuridad pero luego una luz tenue. Todo su cuerpo le dolía mientras se iba sentando con cuidado en un sillón donde estaba recostada. Una mano tibia pero vendada tocó su mejilla con cuidado.

––¿Jake? ––musitó, mientras que él le sonreía––. ¿Dónde estamos?

––No lo sé ––susurró Jake, corriendo unos mechones en la frente de ella––. ¿Estás bien?

––Si ––contestó, frunciendo el ceño mientras tomaba la mano de él––. ¿Por qué susurras?

––Porque te escuché hacerlo y me pareció divertido.

Ella sonrió, negando mientras observaba el lugar. Estaba oscuros apenas con una luz alumbrando el lugar de forma débil. En una esquina de la habitación, había un mueble lleno de libros apilados, un sillón doble donde ella estaba sentada, una mesa de vidrio redonda frente a ella, y un candelabro con velas encendidas. En el suelo había una alfombra debajo de ellos, grande y de color bordo. A simple vista no lograba entender dónde estaban realmente, pero de alguna forma el lugar se le hacía familiar, como si ya hubiera estado ahí.

Miró a Jake, viendo su rostro con raspones, sus manos vendadas y su cabello todo revuelto. Ruby sonrió, tocando el rostro de él con suavidad.

––Veo que ambos ya despertaron.

Los dos giraron hacía la puerta, encontrando un hombre alto, de cabellera castaña pero canosa. Piel blanca y ojos marrones. Vestía como un millonario, o eso parecía querer mostrar porque solo llevaba una bata roja con las cintas atadas a su cintura de color plateado y debajo de eso un pantalón negro con... ¿pantuflas?

El adulto se acercó a uno de los sillones individuales frente a ellos, cruzando sus piernas mientras los miraba con una sonrisa amable.
Jake se sentó junto a Ruby, y ambos lo miraron con desconfianza.

––¿Quién es usted? ––preguntó finalmente Ruby, que ya miraba al hombre como si fuera un mafioso salido de una película.

––Oh, ¿dónde están mis modales? Soy Ethan, bienvenidos a mi humilde hogar ––contestó, señalando toda la habitación. Manteniendo una sonrisa contenta.

Jake y Ruby se miraron entre ellos, claramente desconfiados del hombre, mientras que él dejaba escapar una pequeña risita divertida.

––No tienen por qué estar preocupados, están a salvo aquí de ese hombre ––mencionó, sorprendiendo a ambos.

––¿Okey? Pero, encerio ––dijo Ruby, aún desconfiada––. ¿Quién es realmente?

Ethan la miró un momento, borrando su sonrisa a su paso. Se acomodó en el sillón, relamiendo sus labios antes de contestar.

––Escucha, Ruby ––ella abrió los ojos, sorprendida de que ese tipo conociera su nombre sin que ella se lo hubiera dicho––, sé que esto va a ser muy raro y difícil de asimilar, pero... en realidad soy tu padre.

Ruby abrió más los ojos y ligeramente su boca. Jake a su lado, levantó las cejas, parpadeando incrédulo.

––Eso sonó de película ––murmuró Jake.

––Si ––contestó Ruby.

Ethan sonrió, bajando su pierna mientras se inclinaba hacia ellos ligeramente.

––Sé que es difícil de asimilar, pero es la verdad ––continuó el castaño––. Soy tu padre, Ruby.

––No, no es cierto ––Ruby negó, frunciendo ligeramente el ceño––. Yo... yo no lo conozco y no es mi padre. Mi padre es un maldito bastardo que golpea a su mujer, yo sé lo que es mi padre.

––Pero escúchame...

––¡No! Si de verdad es mi padre como dice que lo es, ¿por qué no lo conozco? ¿Por qué tuvo que irse y dejar a mi madre con ese hombre?

––Ruby... ––Jake tomó la mano de ella, tratando de calmarla–– escucha lo que tiene que decir.

Ella lo miró un momento, mientras que Ethan sonreía agradecido con Jake.

––Bien, te escucho.

Ethan asintió, mirándola con algo de nervios pero decidido a decirle la verdad.

––Hace un tiempo atrás, cuando tu madre y yo nos conocimos, nuestra relación fue aceptada por tu abuelo. Pero cuando nos casamos, Arthur dijo que si teníamos hijos debíamos poner el apellido de él.

––Wells...

––Exacto. Ruby ––hizo una pausa, hasta soltar la bomba––. Tu abuelo es Michael.

––¿Qué?... No, eso no es cierto.

––Ruby.

––Está muerto ––reprochó ella, mirando el suelo––. La cabaña del abuelo se incendio con él adentro.

––¿Realmente era él? ––recriminó Ethan, como si la estuviera desafiando––. ¿De verdad era él el hombre que sacaron de ahí?

Ruby lo miró, ahora dudosa. Podría ser que Ethan tuviera un punto, ella no habían visto al hombre que habían sacado. Pero sabía que Arthur iba a estar ahí, lo habían enterrado, ella había estado presente, ella estuvo ahí cuando la cabaña se incendiaba.

––Si lo que dices es verdad... ¿Por qué lo hace?

––Está obsesionado con su apellido ––contestó Ethan––. Ruby, todas las hijas de tu abuelo le pusieron el apellido Wells a sus hijos por orden de Arthur. Ninguno de tus primos tiene el apellido de sus padres. Arthur quería que toda su familia llevara su apellido por una estúpida generación de él.

––¿Y eso que tiene que ver con Emily?

––Espera. Mucho antes, tu madre recibió la noticia de que estaba embarazada, y recibimos la noticia de que iba a ser un varón, el primer varón de la familia Wells.

Ruby metió su mano en el bolsillo de su jean, sacando la fotografía que había sacado del álbum. La volteó, mostrándosela a Ethan.

––¿Es... ese bebé?

Ethan tomó la foto, mirándola con un brillo en los ojos, pero su mirada solo mostraba melancolía a la vez que añoranza. Su dedo pulgar acarició la parte de la foto en la que mostraba a Isabella sosteniendo al bebé, mientras una sonrisa cálida se formaba en su rostro.

––Si... ––asintió con lentitud, manteniendo la foto en su mano–– es él...

––¿Cómo se iba a llamar?

––Félix... ––sonrió, pero esa sonrisa se borró volviendo su rostro en seriedad––, Félix Wells.

––¿Y qué pasó?

––Bueno. Félix tenía un problema en el corazón, así que cuando nació falleció ahí mismo. Solo pudimos verlo unas pocas horas ––le entregó la fotografía, recostandose en el sillón––. Pudimos tomar la foto antes de que falleciera.

––Pero... ––Ruby guardó la foto, todavía más confundida––. ¿Por qué el abuelo mataría a Emily? Y además, ¿eso que tiene que ver con Adam Miller?

––Si, yo también quiero saber ––habló Jake, quien se había quedado en silencio escuchando todo.

––Okey, verán. Adam era amigo de Arthur, y amigo de la familia. Cuando Félix murió, Isabella no estuvo nada bien, entonces volvimos a intentar. Fue entonces cuando nació Emily. Pero tu madre no quiso que ella tuviera el apellido Wells, así que le pusimos Anderson ––tomó aire, y continuó––. Pero tu abuelo no iba a aceptar eso, insistió en que Emily debía tener su apellido pero Isabella se negó. Arthur quiso hacer que Adam lo apoyara en su decisión, pero Adam no aceptó, y tu abuelo lo tomó como una traición.

––¡¿Sólo por esa estupidez?! ––gritó Ruby, claramente molesta.

––Arthur dijo que no iba a tolerar que nadie de la familia se fuera sin su apellido. Por eso tuve que irme ––continuó Ethan––, era la única forma de ponerlas a salvo. Pero al parecer, a tu abuelo no le bastó que me fuera. Dejó pasar un tiempo para poder ejecutar su plan, mató a Adam porque se sintió traicionado y mató a Emily porque ella lo vio. Ella había visto que su abuelo había matado a una persona por eso quiso deshacerse de ella, y también, para ponerle fin al apellido Anderson.

––Pero...

––Lo sé, todo esto es confuso y nuevo para tí, pero es así, Ruby. Tu abuelo es un demente obsesionado con su apellido, y ahora está detrás de tí.

––Pero él murió, está muerto.

––Por supuesto ––dijo Jake, mirándola––. Ahora todo tiene sentido, Ruby. Cuando lo encontramos en la cabaña ese día, la relación entre Laila, aunque ella no le creyó a Emily ella pudo descubrir quien era Michel y por eso trabajó para Arthur. Las veces que había pasado contigo, ¡todo!

––Pero Jake, ambos vimos la cabaña incendiada, el cuerpo.

––Tu padre tal vez tiene razón, ¿qué tal si ese cuerpo no era de Arthur? ¿Qué tal si era otro hombre?

Ruby tenía su cabeza que iba a explotar, muchas preguntas pero pocas respuestas. ¿Qué más debía pensar? ¿Qué Alice era la cómplice de su abuelo? No, podría llegar a ser imposible. Ella agarró su cabeza, tratando de aclarar sus ideas y la nueva información que había escuchado.

Ethan se levantó de su lugar, acercándose a ella poniéndose de cuclillas frente a Ruby.

––Yo sé que es muy difícil de asimilar, Ruby ––susurró, tomando el rostro de ella con cuidado––. Lo mejor será que descansen y luego seguimos hablando sobre esto.

Ella giró hacia Jake, quien asintió lentamente.

––Okey.

Ethan sonrió, poniéndose de pie.

––Muy bien. Roger los llevará a las habitación.

––¿Roger?

––Soy yo ––habló ahora un hombre un poco más bajo que Ethan. Tenía un traje elegante mientras su mirada reflejaba seriedad y calma a la vez. Tenía el cabello canoso, y un bigote gracioso.

––¿Él es tu...?

––Mayordomo, si ––Ethan sonrió orgulloso, indicándole con la mano que lo siguieran––. Descansen.

Ambos siguieron a Roger, quien los llevó a una sola habitación. Ruby entró, sentándose en la cama doble mientras se pasaba las manos por la cabeza. Roger los dejó solos, mientras Jake observaba la habitación con detenimiento: las cortinas en las ventanas eran rojas al igual que la alfombra en el suelo, la cama era de dos plazas y un escritorio cerca de la pared derecha. No se veía una habitación interesante ni mucho menos sospechosa, solo era... una habitación.

Giró hacia Ruby, viéndola frustrada. Se sentó junto a ella, inclinando su rostro como si la obligara a mirarlo.

––¿Qué? ––murmuró Ruby, con una sonrisa a penas.

––Nada ––le sonrió Jake, ahora mirando las manos de ella––. ¿Cómo te sientes? Respecto a lo que escuchamos de Ethan.

––Confundida ––suspiró––. Toda mi vida fue una mentira.

––En cierto modo, pero eso no significa que no fuera mala ––intentó animarla––. Lo bueno es... que aún estamos juntos en esto, ¿no?

––Si, por supuesto.

Él asintió, recostando su cabeza en el hombro de ella. De alguna forma, Ruby sintió que aquello que había hecho Jake, merecía un abrazo. Pero no porque fuera un abrazo amistoso o del momento, sino un abrazo que uno necesita.

Sin pensarlo mucho, ella lo abrazó. Sintió un suspiró de él, mientras ocultaba su rostro en el hombro de ella. Pero entonces, la respiración de Jake comenzó a ser más lenta, y más pesada. Él la abrazó, aferrándose al cuerpo de ella mientras terminaba de esconder su rostro. Y en ese momento, a pesar de que la habitación se había quedado en silencio, pudo sentir como las lágrimas mojaban su remera y las manos de Jake agarraban con fuerza la tela de su remera.

No le dolió sentir a Jake llorar, le dolió más saber que ella no era suficiente como para poder ayudarle, o decirle algo para animarlo como él lo había hecho con ella. Pero tal vez, no necesitaba decir nada, sino solo estar ahí para él.
Dicen que las acciones hablan más que las palabras, y si eso era cierto, un abrazo podría hacer mucho más que las palabras. Pero aunque dejara que Jake soltara todo el peso que llevaba con él entre lágrimas.

Ella sabía, que no todas las lágrimas podían sanar el dolor y las heridas del corazón.

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