🥀19🥀
Alice y Steven llegaron a casa de Ruby lo más rápido posible. Estando ya los cuatro adentro, fueron a la sala cerrando las puertas y cortinas. Solamente encendieron la luz de la sala donde estaban ellos, y lo demás quedó a oscuras.
––¿Qué ocurre? ––preguntó Ruby, viendo las expresiones asustadas de los demás.
––Encontramos la casa de Nyrax ––contestó Alice, con su teléfono en la mano––, pero... encontramos algo que jamás creímos encontrar.
Dio vuelta su celular, mostrando fotos de una casa abandonada. La madera estaba podrida y las ventanas estaban rotas.
Luego, aparecieron fotos de ellos, de Ruby, de Alice, de Steven, de Keyler e incluso de Jake. Todas las fotografías de ellos estaban colgadas en una pared, fotos de ellos saliendo de la casa de Ruby, entrando en la comisaría. Fotografías de Emily y de Adam Miller.
Ruby quedó estupefacta al ver las fotos de ella y de sus amigos. El silencio se volvió pesado y vacío. El asesino los había estado siguiendo, había estado viendo todos sus movimientos. El asesino sabía donde ellos estaban y estarían después, eran el blanco perfecto. Eso explicaba la camioneta que los siguió ese día en el bosque, eso explicaba la sensación de estar siendo observados.
Ahora todo tenía sentido, ellos serían los próximos.
––Keyler ––habló Ruby después de un silencio eterno––, ¿cómo dices que se llama Nyrax?
––Ah si, busqué su nombre y es Michael Harrison ––contestó el moreno.
«Michael Harrison» pensó Ruby, mirando la mesa. Si Michael Harrison era el verdadero nombre de Nyrax, ¿quiénes eran R.J en la carta que habían encontrado en la cocina?
Tantas preguntas, pocas respuestas. Ruby suspiró, esperando que ocurriera algo para salir de ese embrollo. Necesitaba a Jake.
––Hay que decirle a la policía ––propuso Steven.
––¿Qué? ––Ruby lo miró, con incredulidad––. No vamos a decirle nada a la policía. ¿Qué crees que pasará cuando le digamos que en la casa de Nyrax habían fotos de nosotros?
––No habrá nada ––completó Keyler.
––Exacto. Si Michael sabía dónde estábamos en esos momentos, posiblemente también sabe que estamos aquí ahora, hablando sobre decirle a la policía.
––¿Y qué propones que hagamos? ––inquirió Alice––. No podemos quedarnos sin hacer nada.
––Entonces vamos a esperar ––Ruby suspiró––. Lo mejor será darnos un descanso, así le daremos la impresión a Michael que dejamos de lado nuestra investigación.
––¿O sea que solo nos quedamos sin hacer nada?
––Si, solo por hoy.
Ellos asintieron, despidiéndose de ella sin más. Ruby al estar sola dejó salir un suspiro cansado. Fue hacía la cocina, sacando una de las pastillas de antidepresivos, se la metió en la boca tomándola con un vaso de agua.
Ella sabía que no podía quedarse sin hacer nada. Debía terminar su misión, debía acabar con todo, pero no podía hacerlo sola y mucho menos sabiendo que el asesino podría estar sabiendo sus próximos movimientos.
Llamaron a su puerta tres veces, con una chispa de esperanza esperando encontrar al pelinegro, se acercó a la puerta lo más rápido que pudo. Pero sus esperanzas se vieron destruidas cuando vio a su abuelo ahí.
––Hola, princesa ––saludó Arthur––. ¿Tienes tiempo para una visita? ––sonrió––, me encontré con tus amigos en el camino.
––Oh... Si, por supuesto ––contestó ella, cerrando la puerta detrás de su espalda––. ¿Te parece si salimos un rato? No quiero estar en casa.
––Por supuesto, cielo. Conozco el lugar perfecto para ir.
°§ 🥀§°
El sol había visitado Riverton después de la lluvia de días anteriores. Ruby y Arthur caminaban por el parque tomados del brazo, como lo habían hecho desde que ella era pequeña. La tarde estaba fresca, con una brisa que movía las hojas de los árboles. Los pasos de ambos eran lentos, disfrutando del momento sin prisa.
––¿Sabes? ––dijo Arthur con una sonrisa en los labios, mirándola con ternura––, cuando eras pequeña, solías correr tan rápido hasta esa banca que pensaba que en cualquier momento te caería.
Ruby rió suavemente, mirando una banca blanca a lo lejos.
––Si, recuerdo que tú corrías detrás de mí para evitar que me cayera ––respondió con cariño.
Al llegar a su banca favorita, Arthur soltó un suspiro satisfecho y ambos se sentaron. Desde ese rincón podían ver la fuente en medio del parque, rodeados de flores.
––Este lugar siempre ha sido nuestro, ¿verdad? ––dijo Ruby, mirando la fuente.
––Así es, pequeña. Aquí podremos escapar del mundo, solo nosotros dos ––respondió Arthur, posando su mano sobre la de ella––. No importa cuánto cambien las cosas, siempre tendrás este lugar y a mí.
Ruby le sonrió, sintiéndose afortunada por tenerlo en su vida.
––Gracias por siempre estar conmigo, abuelo ––murmuró––. No sé que haría sin ti.
Arthur la miró con un brillo en sus ojos, acariciando su mano.
––Y yo sin ti, mi querida Ruby.
Arthur miró uno de los árboles, soltando una carcajada risueña.
––¿Recuerdas cuando te subías a ese árbol diciendo que eras spider-man?
Ruby abrió sus ojos, cubriendo su rostro con sus dos manos mientras sonreía avergonzada.
––No puedo creer que aún lo recuerdes.
––Por supuesto que lo recuerdo ––sonrió Arthur––. Tantos buenos recuerdos contigo y Emily.
––Si, recuerdo cuando tú y la abuela nos traían aquí y pasamos toda la tarde jugando damas y comíamos helado a cualquier hora.
Ruby guardó silencio un momento, dejando que su mente le trajera esos recuerdos de cuando era una niña. Arthur la miró, dejando una sonrisa a medias.
––Tu madre me contó lo que pasó con tu padre ––mencionó, borrando la sonrisa de Ruby––. Sabes que cuando pasa algo así puedes venir a mí casa, cielo.
––Si, lo sé. Pero no quiero hablar de eso. Mi papá siempre fue así, así que no hay porqué mencionarlo.
––Aunque tu padre sea un testarudo, no significa que deja de ser familia ––sonrió, buscando la forma de hacer sentir mejor a su nieta––. Además, siempre puedes contar conmigo para lo que sea.
––Lo sé ––asintió, pero eso no hizo que recuperara su sonrisa.
––Vamos, no pongas esa cara ––dijo Arthur dulcemente––. Tú sonrisa ilumina el mundo, Ruby. No la escondas por nada.
Ella sonrió, mirándolo con aprecio.
––Gracias.
––¡Vamos! ––Arthur se levantó, tomando la mano de ella––. Vi un puesto de helados por aquí, lo merecemos.
Ruby se rió poniéndose de pie, abrazando a su abuelo. Él la envolvió en sus brazos, acariciando la cabeza de ella con suavidad. Ruby sintió que volvía a ser ella misma otra vez, y podía sentir la calma y la seguridad que su abuelo le transmitía. Tanto, que le recordaba a Emily.
°§ 🥀§°
Casi por la tarde noche, Ruby iba caminando por la ciudad yendo hacia el restaurante del señor Chang. Miraba su celular, mientras leía un artículo sobre Michael Harrison; la página explicaba con detalles todo lo que había ocurrido en ese momento:
"Michael Harrison era un hombre feliz, viviendo en paz junto a su esposa, Elizabeth, y su pequeña hija, Amanda, en un pueblo remoto. Su vida parecía perfecta, y eso despertó la envidia de algunos aldeanos. Los rumores sobre su aparente buena fortuna se esparcieron, y, alimentados por la malicia, un grupo irrumpió en su hogar una noche en que él no estaba.
Con antorchas, incendiaron la casa, atrapando a Elizabeth y Amanda dentro. Cuando Michael regresó y halló su hogar en ruinas, su dolor se transformó en odio. Dejó atrás su identidad y, como Nyrax, juró vengarse de aquellos que le arrebataron a su familia y su vida"
––Hm ––unas voces conocidas detuvieron los pasos de Ruby. Ella levantó la mirada del celular, viendo que frente a ella venían caminando Samantha y Laila.
Afortunadamente, un callejón estaba a su lado. Se metió ahí adentro, escondiéndose detrás de un gran contenedor de basura. El lugar apestaba, pero quería saber de qué hablaban ambas chicas. De casualidad, Samantha y Laila se quedaron en la entrada del lugar, en plena charla.
––Por eso no puedo dejar que vengas conmigo ––pareció finalizar Laila.
––¿Por qué él solo quiere verte a ti? ––reprochó Samantha––. Las dos estuvimos presentes ese día, ¿por qué él solo habla contigo? ¿Acaso crees que yo no puedo hacer el trabajo?
––A lo mejor solo confía en mí ––intentó defender Laila––. Escucha Samantha, sé que no te gusta la idea de que vaya al bosque sola, pero si es la única forma de salir de este infierno, lo voy a hacer.
––¿Cómo? ¿Poniéndote en peligro? ¡Por amor de dios, Laila! ¡Ese tipo está loco!
––¡¿Crees que no lo sé?! ––Laila suspiró––. Pero... no puedo seguir con esto. Ya no lo soporto, no logro dormir, cada vez que cierro los ojos, ella... ella está ahí.
«¿Emily?» pensó Ruby, sacando su celular para grabar la conversación.
––Si crees que esa es la única forma de acabar con esto, no me parece la correcta ––espetó Samantha––. ¿Por qué no simplemente hablamos con la policía? Démosle su paradero y ya está, esto se termina aquí y ahora.
––No, es una pésima idea, si él... ––Laila miró a los costados, y luego susurró–– si él se entera de que lo traicionamos, será el fin ––al no tener respuesta de Samantha, se dio la vuelta para irse––. Me está esperando, ya debo irme.
––Laila espera.
Samantha tomó la muñeca de Laila, haciendo que la pelinegra la mirara sorprendida.
Ruby bajó su celular con la cámara, entrecerrando los ojos, sintió náuseas cuando el olor a basura entró en su nariz, pero se mantuvo firme mientras las observaba.
––Ten cuidado, ¿si? ––dijo Samantha, con una mirada preocupada pero también con una mezcla de que había algo más––. Eres muy importante para mí, y... No sé que haría si algo malo te pasara.
Ruby miró a Laila, quien no había dicho nada hasta ese momento mientras observaba a Samantha con una expresión que no entendía.
––Tú... ––continuó Samantha, soltando lentamente la mano de Laila–– tú me... gustas...
Ruby abrió los ojos como plato, cubriendo su boca para no soltar un jadeo sorprendida. Miró a Laila, quien dio un paso hacia Samantha. Ruby quedó tiesa, aguantando el aire mientras sus ojos se abrían más y más.
––Y tu a mí... ––contestó Laila, sonriendo––. Cuídate Samy.
La pelinegra se fue, dejando a Samantha sola, quien después de unos segundos, ella abandonó el lugar, dejando a Ruby atónita.
Salió rápidamente del lugar, con el grito que quería dar en su garganta y las ganas de vomitar en su estómago.
––Oh Dios mío... ––murmuró––. Laila y Samantha... Son... Oh dios... Tengo que decirle a Keyler.
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