🥀07🥀

––¿Por qué tú abuelo tendría una cabaña en medio del bosque? ––preguntó Jake, apartando algunas ramas con su mano.

––No tengo la menor idea ––contestó Ruby a su lado––. Según él, decía que era para estar lejos de la ciudad.

––Mhm.

Ambos caminaban por el denso y caluroso bosque. Los árboles eran realmente alto, sus hojas eran de un verde oscuro increíble. Algunas ramas crujían debajo de sus pies con cada paso que daban. Las rocas grandes a veces se interponían en su caminata mientras que las pequeñas se metían dentro de sus zapatillas.

El cielo se nubló por un instante, pero la humedad en el bosque provocaba calor.

Pocos minutos después de la caminata, una cabaña grande se interpuso en su camino. Ya habían llegado, la cabaña se veían en perfecto estado, su color era oscuro y las tejas eran de un tono rojo viejo. Ambos subieron las escaleras de tan solo tres escalones para luego estar frente a la puerta.

Ruby rebuscó entre las macetas que estaban puestas en el estante debajo de la ventana, hasta encontrar la llave de la puerta. Abrió, haciendo rechinar la madera al empujarla. Ella encendió las luces, y luego cerró la puerta una vez que estuvieron adentro.

El interior era grande, más de lo que aparentaba serlo por fuera. La alfombra bordo redonda parecía tener polvo. Las flores en el jarrón de la mesa estaban marchitas, y las luces no alumbraban del todo muy bien.

––Esto es lo que haremos, yo buscaré en la habitación y tú aquí en la cocina, ¿entendido?

––Si.

––Si necesitas algo, me llamas.

––Ruby, sé que hacer.

Ella asintió, poco convencida. Sacó su cámara de la mochila, y caminó hasta la habitación.

Las pasillos le traían muchos recuerdos, fotos de cumpleaños de ella y de su hermana colgaban en las paredes. Al estar frente a la puerta, una nostalgia invadió su interior cuando entró a la habitación. Todo estaba igual que cuando ella tenía tan solo cinco años.

La alfombra peluda de color celeste pastel donde ella se sentaba con Emily a leer libros, aún estaba ahí. El escritor con el espejo grande dónde veía a su hermana maquillarse, todavía seguía junto a la pared derecha. Su cama aún estaba junto a la venta con las sábanas rosadas.
La cama de Emily aún seguía en la otra esquina de la habitación cerca de la puerta, con las sábanas moradas.

Sonrió, al ver que las paredes aún conservaban ese color morado pastel que tanto le encantaba de niña.

Suspiró, comenzando su búsqueda. Abrió cada uno de los cajones, encontrando cosas que no le servirían: maquillaje, espejos pequeños, prendas de ropa, zapatos, muñecas viejas, etc.

Se acercó a la cama de Emily, apoyándose en esta para poder ver debajo de la cama. Se puso de rodillas y estiró su cabeza hacia abajo de la cama para poder ver mejor. Solamente encontró polvo y zapatillas. Nada interesante.

Se levantó del suelo sacudiendo el polvo de sus manos. Miró la pared y vio los poster de Barbie y Soy Luna. Pensó en salir de la habitación para ver cómo le iba a Jake, pero algo en el poster de Barbie le llamó la atención. Subió a la cama quedando frente a la imágen. Mientras que observaba el poster, notó que la esquina inferior estaba doblaba, como si hubiera pasado desapercibido por años.

Con la intriga matandola por dentro, agarró la punta doblada del poster, y lo despegó. Tiró el papel en el suelo, y vio una mancha en la pared. Un color morado más intenso. Frunció el ceño, pensando.

––A Emily no le gusta ese color ––dijo, moviendo su cabeza a un costado––. ¿Qué ocultabas, Emy?

Giró su cabeza por toda la habitación, buscando algo que la pudiera ayudar a sacar la mancha de la pared. En la mesa de luz que separa su cama con la de Emily, vio una tijera negra. Se acercó para tomarla, abriéndola de par en par. Comenzó a raspar la pintura en la pared con algo de dificultad, pero luego hizo que se desprendiera. No solo era pintura, había cinta. Dejando la tijera sobre la cama, con su uña trató despegar la cinta; una vez que logró agarrar una de las esquinas, jaló con fuerza, sacando toda la pintura.

Sus ojos se abrieron sorprendidos al ver lo que se ocultaba detrás de la pintura. Un símbolo que reconocía a medias, no estaba completamente segura si era lo que ella pensaba, pero no podía dejarlo pasar por alto.

Una rosa en llamas con dos espadas atravesándola, era el símbolo que se encontraba en la pared.
Ruby ajustó su cámara y le tomó una foto al símbolo para después hablarlo con sus amigos.

––¡Ruby!

Después de observar por última vez el símbolo, bajó de la cama yendo hacia donde estaban Jake. Lo encontró en la cocina con un papel en su mano.

––¿Qué sucede?

––Mira esto.

Jake le entregó, lo que parecía ser una carta de tarot: color negra, con una espada envuelta en espinas. Ruby frunció el ceño, dándole la vuelta. Detrás de la carta, una letra gótica se hizo presente, junto con una frase.

"En las sombras de la noche,
susurros del pasado,
un eco de venganza,
un corazón desgarrado.
Al cruza la frontera,
el peligro se aproxima,
¿quién será el siguiente?
la danza de la rima."

––¿Qué? ¿Qué quiere decir? ––Ruby estaba más que confundida. Primero el símbolo, ahora una carta de tarot––. No lo entiendo.

––¿Crees que tiene algo que ver con la nota en tu casa? ––opinó Jake a su lado––. Lo digo por la frase en la carta, "¿Quién será el siguiente?"

––Mhm, no estoy segura. Pero de todas formas debemos llevarnoslo.

El picaporte de la puerta se movió haciendo que ambos giraran la cabeza hacia la puerta. Se miraron entre ellos, y luego volvieron a mirar hacia la entrada.

Jake puso a Ruby detrás de él, y con pasos lentos comenzaron a acercarse a la puerta. El picaporte se seguía moviendo, como si la persona afuera no pudiera abrir la puerta. Ruby agarró un paraguas cerca de la puerta y lo levantó.

––¿Un paraguas? ¿En serio? ––cuestionó el pelinegro.

––¿Tienes una mejor idea?

La puerta rechinó, y ambos retrocedieron. Ruby levantó más el paraguas, lista para golpear a la persona. Pero cuando el infiltrado los vio levantó las manos para evitar ser golpeado.

––Espera, espera. Baja el paraguas, cielo.

––¡¿Abuelo?! ––dijo Ruby, bajando el paraguas al instante––. ¿Qué estás haciendo aquí?

––Ah, viene por un par de cosas, es todo ––sonrió el adulto mayor. Un señor de setenta años. Piel arrugada, de estatura alta, delgado, y cabellera negra con una linea blanca de cabello canoso––. No esperaba encontrarme con mi nieta aquí, ja, ja.

––Ah... Yo solo... También vine a buscar algo.

––Ya veo ––él giró su cabeza, ahora concentrado en el pelinegro––. ¿Y quién es tu amigo?

––Abuelo, él es Jake ––dijo Ruby–– Jake, él es mi abuelo, Arthur.

––Un placer conocerlo, señor.

––Pero no me digas "señor", solo llámame Arthur ––dijo estirando su mano para un saludo.

Jake aceptó el apretón, y luego los tres se dirigieron a la sala de estar.

La mesa era rectangular, de vidrio. Un camino tejido estaba sobre la mesa mientras que el jarrón aún estaba en medio. Las sillas estaban alrededor de la mesa, y algunos sillones se encontraban en diferentes partes de la sala.

Jake y Ruby se sentaron uno al lado del otro, mientras que Arthur se sentó frente a ellos entrelazando sus manos.

––Asi que, ¿encontraste lo que buscabas, Rub? ––preguntó el mayor, sonriendo.

––Si... si ––contestó la castaña, sonriendo forzadamente, por alguna razón––. ¿Tú qué venías a buscar?

––Algunas fotos, necesito tener recuerdos de mi familia en mi casa. Sobretodo después de lo que pasó con Emily.

Ruby dejó de sonreír, asintiendo lentamente a lo que dijo su abuelo. Arthur tomó con suavidad la mano de ella, dejándole un beso en los nudillos. Ella sonrió nuevamente, y el mayor soltó su mano.

––Entonces, ¿hace cuánto son novios?

Ambos se miraron, incómodos y nerviosos por tal pregunta. Las mentes se les quedaron en blanco mientras intentaban buscar una respuesta. Ruby, sentía su cara tornarse roja, mientras que las palabras se atravesaban en su boca.

––No es mi novio. Solo somos... amigos ––contestó ella, y Jake asintió.

––Oh, ya veo. Lamento el malentendido ––rió Arthur––. Creí que eran pareja.

––No... no.

––Mhm. Bueno, debo irme ––Arthur se levantó, al igual que Jake y Ruby––. Yo buscaré algunas cosas, y cerraré la puerta, no te preocupes por eso.

––¿Estás seguro, abuelo? Puedo hacerlo yo si quieres.

––No, no, cielo. Yo lo hago. ¡Ah! Casi olvidaba algo ––Arthur metió su mano dentro del bolsillo en su suéter, hasta que sacó un collar de plata con la letra E grabada––. Era el collar de Emily, creí que tú deberías tenerlo.

Ruby se quedó sin palabras. Había buscado el collar de su hermana por todas partes y jamás lo había encontrado. Llegó a pensar en un momento que si todo fue un robo, el ladrón se lo había llevado, pero estaba ahí.

––Gracias, abuelo...

El adulto se acercó y la abrazó. Le pidió permiso y le colocó el collar, Ruby acarició la E grabada, sonriendo melancólicamente. Arthur la abrazó otra vez, dándole un beso en la mejilla como despedida.

––Bueno, seguramente tienen más cosas que hacer. No los distraigo más. Jake, fue un placer conocerte, espero verte otra vez.

––Lo mismo digo, Arthur.

––Y cuida bien a mi nieta.

––Lo prometo ––sonrió Jake.

––Adiós abuelo. Cuídate.

Ambos salieron de la cabaña agarrando sus cosas, volviendo a introducirse al bosque para salir. Estando lejos de la cabaña, ambos pusieron expresiones serias, las sonrisas se esfumaron mientras que una horrible tensión se sentía en el aire. Ruby sacó la carta de su bolsillo, entregándosela a Jake. Él la agarró guardándolo en el interior de su saco.

––¿Crees que haya sido coincidencia? ––preguntó ella mientras avanzaban. Las ramas crujían debajo de sus pies, y el clima cambió a uno un poco más frío.

––¿No confías en él?

––Hay algo que no me deja confiar. Mi instinto me dice que hay algo que no estamos viendo.

––Muy bien Sherlock Holmes, ¿cuál es el plan?

––Dijimos que nos encontraríamos en el parque a las siete. Vamos a ir ahí, y luego a mi casa. Encontré algo en la habitación. Un símbolo para ser preciso.

––¿Un símbolo? ––Jake levantó una ceja––. ¿Qué clase de símbolo?

––Uno del que no estoy segura si es lo que pienso o no ––Ruby suspiró––. Solo espero, que no sea lo que estoy pensando...

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