Capitulo 40
Narrador
El bello manto oscuro cubierto de aún más hermosos destellos luminosos, marcaban el enorme cielo nocturno de Londres.
La velada que había comenzado como algo simplemente romántico: un paseo, una cena, y finalmente un beso ardiente que desencadenó sus siguientes acciones.
Cubriéndose de oscuridad, dos almas pecadoras se unían el uno con el otro en un apasionado acto.
Una de ellas recibía con gozo la pasión y el placer que se le daba. Por fin, había logrado su cometido, ¿no?
La otra alma..... bueno, hacia su deber. No había mucho para describirle al respecto.
Dos cuerpos acurrucados bajo las sábanas ya hechas un desastre.
Grell: -puchero- ¿Ya te vas~?
Sebastian: Ya cumplí, ¿no? -contestó obvio mientras cubría su espalda con su camisa blanca un poco arrugada al haber sido arrojada al suelo sin cuidado.
Grell: Que aburrido eres~ -tomó la suave seda roja, que antes había arrugado al encargar sus uñas en ella, cubriendo su esbelta figura bajo la luz de la luna.
Su amiga sí que se había esmerado en conseguir ese lugar. Una linda cabaña a las afueras de la ciudad, llena de velas con aroma a rosas, vino caro, y finas decoraciones en rojo, como las sábanas y las delgadas cortinas que cubrían la cama y las ventanas.
Es sorprendente lo que esa mujer logró en solo tres días.
Volviendo a la situación en la habitación, la pelirroja aguardó en su lugar frente a la ventana hasta que el demonio estuvo completamente vestido y a punto de irse.
Grell: Sebastian~, ¿Tu de verdad crees que ella se fijará en ti? -sonrió burlón mostrando sus afilados dientes.
Sin haber contestado a su acompañante, el demonio siguió su camino hacia la puerta de la cabaña. Ya pasaba de las 4:00 a.m., debía estar en su puesto antes de las ocho para despertar a su amo, y aún tenía que hacer los preparativos del día. Aah~ su trabajo nunca tiene fin.
Una vez la shinigami estaba sola en el lugar, comenzó a vestirse y arreglar su cabello y maquillaje, dejando una vista suya completamente hermosa en el espejo.
Grell: -suspiro- Tenia una expectativa más grande que eso -se detuvo a contemplar una vez más el cielo- Tal vez, Will aún esté trabajando. Aa~ Sería maravilloso encontrarlo.
La noche aún no termina, si se apresura, tal vez logre cumplir su trabajo diario.
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La mañana llegó, y con ella la extraña sensación de calidez entre los dos más jóvenes. Incluso su joven amo se tomaba el atrevimiento de tener más contacto físico con (t/n), como posar su mano sobre la de ella o tocar su brazo.
Se veían tan animados y cercanos, ¿Qué había pasado en un solo día?
Dejando de lado la confusión del mayordomo, los tres fueron directamente a la oficina del conde.
Faltaban solo dos días más para el baile ofrecido por el conde Trancy, ya no había más tiempo que perder. Había que planear con exactitud sus movimientos, no había cabida para errores.
Ciel: Llegaremos y estaremos un ahí rato en lo que yo logro hablar con Trancy.
—Y, ¿qué hay del mayordomo? Después de todo él es el principal sospechoso -su voz sonaba seria, algo que rara vez pasaba.
Y es que un día antes de que Grell apareciera para casi raptar al demonio mayor, habían salido rumbo a los barrios bajos a investigar el punto de la incógnita central por el momento.
¿Quién carajo era el sujeto de sombrero que mencionó Aleister Chamber?
~Dos días antes~
Según habían acordado, esa misma tarde ambos demonios y el conde irían a indagar sobre el sujeto que, según lo que el viz-tonto había revelado en aquella fiesta, frecuentaba el bar "pequeña mariposa", y por lo tanto, es la única persona en haber tenido algún tipo de contacto con, al menos, uno de los mitad demonio asesinados. Muy posiblemente involucrado en las desapariciones que mortificaban a Su Majestad, y el desequilibrio de almas que (t/n) había mencionado.
Una vez en los barrios bajos, o "el infierno" como algunos lo llamaban, el trío caminó con sigilo, pues si bien se habían disfrazado, el hecho de que un mayordomo los siguiera a donde fueran, era algo sospechoso. Es gracias a esto que tenían planeado, que en caso de fallar el plan, irían al escondite de Lau, ya que según Ciel, el lugar quedaba bastante cerca de sus posiciones.
Sobra decir que para (t/n) esto era más que raro. Ella había recorrido varias veces los barrios bajos; conocía cada lugar clandestino, a veces solo escuchaba de ellos, pero los conocía. En cambio, este establecimiento era completamente desconocido. La primera vez que escuchó de él fue cuando estaba encima del vizconde Druitt; por supuesto se había tomado el tiempo de preguntar a sus contactos, pero además del rubio, nadie sabía de qué estaba hablando.
De igual manera, tampoco parecía tan difícil de encontrar. Un mediano cartel de madera a punto de pudrirse, el azul metálico resaltaba el casi borroso nombre del lugar, sumado a esto una pequeña mariposa del mismo color, pero con un ala aparentemente rota. Solo estaban parados en la entrada y aún así sintieron el nauseabundo olor del alcohol y las drogas.
Al menos, por dentro era un poco más aceptable. Las paredes agrietadas pintadas de un amarillo parecido al oro, combinaban con la alfombra roja y el pequeño candelabro que colgaba en el centro de la habitación principal; la cual aparentaba ser la barra de bebidas, y donde había unas cuantas mesas pequeñas.
—Bien, entonces aquí nos separamos- habló sin mirarlos- ustedes dos vayan por allá -señaló la habitación continua, a su derecha- Yo iré allá arriba -a la izquierda, unas escaleras metálicas en espiral llevaban hacia una segunda planta. Varias personas ya habían subido, no parecía requerir algo para hacerlo ella también.
Pov. (t/n)
Antes de poder voltearme e ir por mi camino, la mano de Ciel tomó la mía, impidiéndome seguir caminando. Me giré a verlo.
Ciel: No sabemos qué hay allá arriba -guardó silencio un momento- Por favor, cuídate -apretó un poco más mi mano. El suave, casi nulo, color melocotón cubrió sus mejillas infantiles. Yo solo le sonreí nerviosa. Asentí y me fui.
Las oxidadas escaleras oscuras parecían no tener fin alguno. Mis zapatos altos sonaban con fuerza al impactarse como el frío metal sin importar qué tan despacio y ligero caminase.
Como había pensado, el segundo piso era algo un poco más lujoso que el de abajo. Las paredes no estaban agrietadas y olor no llegaba a ser vomitivo, solo un sutil olor a tabaco y ginebra. Definitivamente se trataba de gente rica.
Un hombre mayor estaba parado casi al lado de las escaleras, detrás de un pequeño mesón de madera oscura.
Al notarme, me miró de abajo hacia arriba, sonriendo de lado. Que jodido asco.
x: ¿Busca algo, señorita? -dejó su puro de lado.
—El ambiente abajo es muy ruidoso, pero aquí es tan tranquilo. Solo me dio curiosidad -sonreí levemente.
x: -rió- Son los salones de apuestas. Pero si busca algo más....divertido, ve hasta el final del pasillo -lo señaló con el dedo pulgar.
—Tomaré su consejo -sin decir más, seguí mi camino, aún sintiendo su mirada en mi.
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Tal como me lo había dicho, entré en la última habitación al final del pasillo, la única con puerta roja.
Adentro no había más que mujeres semi desnudas arreglándose para algo, tal vez el lugar ofrecía una especie de show o algo así.
La mirada de esas mujeres era intensa, curiosa y un poco empalagosa. Algunas se acercaron de inmediato preguntando si necesitaba algo, las más atrevidas incluso me ofrecieron unas cuantas horas de 'acción', a lo que me negué casi de inmediato.
—En realidad, necesito preguntarles algo- rasquémoslo mi mejilla apenada.
No es que estuviera nerviosa por preguntarle algo a desconocidas así de la nada, ni tampoco era una santa que se avergüenza de ver la desnudes de otra mujer; vamos todas somos mujeres, no hay nada en tu cuerpo que no haya visto en el mío. Sin embargo, admito que estar rodeada de bellas mujeres atrevidas y provocativas nos es algo fácil, mucho menos siendo la mitad de una criatura que se guía solo por instinto.
De pronto una mujer de apariencia mayor se acercó a mi observándome de pies a cabeza, incomodándome un poco a decir verdad.
Señora: Y bien, ¿qué es lo que necesitas? -se paró frente a mi.
—Deseo preguntarles algo a estas señoritas -la mujer de algunas canas me miró confundida, pero aún así me permitió hablar -¿Alguna de ustedes vio en este lugar a un hombre alto de entre 20 y 25, cabello y ojos azules, su nombre era Gallearian Marlon.
Un montón de cuchicheos se levantaron por todo el cuarto, todas le susurraban cosas a otras, hasta que una de las mujeres, una bastante joven de 18 o tal vez 20, cuando mucho, fue la primera en hablar. Afirmó haberlo visto una o dos veces hace dos año, cuando ella había comenzado a trabajar.
Mujer 1: Recuerdo que venía muy seguido -era rubia, ojos verdes y piel un poco bronceada- Casi siempre era a la mesa de apuestas, pero no las de aquí arriba, solo a las de abajo. Se embriagaba un poco, se acostaba con alguna y luego dejaba joyas como paga.
Mujer 2: ¡Oh!, ¿Era el tipo de las joyas? -habló otra mujer desde el otro lado de la habitación. Morena, cabello negro, ojos violeta- Lo recuerdo de cuando trabaja sirviendo en el bar -buscó entre sus cosas- me pagó una vez con un hermoso collar de rubí.
Sostuve el accesorio que se me fue entregado con delicadeza. Ese malnacido, este collar era mío, después de todo si se atrevió a robarme.
—Entonces, lo conocieron -asintieron- Alguien me dijo, sobre un hombre que estaba con él la mayor parte del tiempo, parece que también visitaba mucho este lugar.
Señora: Descríbelo -ordenó sutilmente.
—En realidad, no sé cómo es. La persona que me habló sobre eso dijo que siempre usaba un sombrero y que no le había visto nunca la cara.
Mujer3: Tal vez hablas sobre el tipo turbio de anteojos -habló otra. Se veía mayor que las demás, pelirroja, de piel pálida y ojos grises- Hace un tiempo un tipo de gabardina venía y apostaba grandes sumas de dinero, la mayor parte del tiempo él ganaba. Dejó de venir al mismo tiempo que el otro.
—¿No vieron algo sobre él? Tal vez, el color de sus ojos, o su vestimenta, su acento, su nombre.
Todas negaron. Ah-, esto no sirve de nada.
Mujer1: ¡Oh! Un momento -la atención cambió a ella- No estoy muy segura de esto, pero hace poco vino de visita el dueño de este lugar. Traía un mayordomo consigo, no creo que sea la misma persona, pero sin duda transmitía la misma vibra.
—¿Jefe? ¿Conocen su nombre? Eso será suficiente.
Pero ella negó.
La señora debe saber, ¿no?
La miré esperando respuestas, ella suspiró y habló.
Señora: En realidad, no sé su nombre, solo que es un conde o algo así -después de lo de la otra noche con Chamber esto ya no me sorprende- Era rubio, ojos claros, muy delgado, casi parecía un adolescente. En efecto traía consigo a un mayordomo, un hombre alto de cabello negro, ojos dorado tras un par de gafas, un hombre bastante intimidante, diría yo.
Abrí los ojos ante esto.
Entonces....
—¡Muchas gracias, a todas! -abrí la puerta después de prometer volver a visitarlas. Que mujeres tan lindas y amigables.
El hombre al lado de la escalera me vio y solo sonrió sin decir nada.
De nuevo las frías escaleras de metal sonaban ahora con más fuerza al bajar con rapidez.
Busqué a Ciel y a Michaelis por todos lados, pero ninguno de los dos estaban. De hecho, había unos cuantos destrozos en l planta baja, ya saben unas mesas rotas y bebidas en la pared.
Me acerqué al hombre en la barra a preguntar.
—¿Qué pasó aquí?
Señor: Unos tipos hicieron una revuelta y causaron desorden que yo tendré que limpiar.
—Por cierto, un chico como de esta estatura -señalé- y un hombre alto vestido de negro, ¿dónde están?
Señor: ¿Esos dos? -rió- fueron parte de la pelea, de hecho fue gracias al de azul que empezó todo. Después se fueron -señaló la puerta.
—Ya.. veo - '¿Ciel inició una pelea? Diablos, ¿por qué me pierdo de lo bueno siempre?' -Gracias .
Narrador
Fuera del lugar, dos hombres esperaban a una mujer, la cual lo tardó mucho en aparecer.
Ciel: ¿Y? -ella solo asintió.
—Por eso era la urgencia de que fuéramos a su mansión.
Ciel: Trancy, ¿verdad?
De nuevo, ella solo asintió.
~Presente~
Tenían un plan, pero para ser honestos, ninguno de los tres pensaba que esto saldría exactamente lo planeado, y había altas probabilidades de que todo se fuera a la basura. Aún así, debían tener fe, aunque claro, ninguno de los tres la profesaba tampoco.
Para desgracia de (t/n), esa noche las pesadillas volvieron, esta ve siendo insoportables. El sudor recorría su piel cada vez que despertaba después de consolidar el sueño.
Tuvo una idea. Era vergonzosa, pero era una idea.
Fue hasta la habitación de Ciel, tocó la puerta despacio esperando que el adolescente tuviera el sueño pesado y no le abriera; al menos así salvaría su dignidad.
Pero recordemos que alguien tiene un karma eterno.
La puerta se abrió justo cuando iba a irse. Un somnoliento Ciel Phantomhive la miraba apenas, frotándose los ojos adormilados.
Ciel: ¿(t/n)? ¿Qué haces aquí tan noche?
—Y-yo... es que -maldición los nervios y el orgullo eran más fuertes. Pero carajo, cuánto sueño tenía- Las pesadillas volvieron, ¿puedo dormir contigo? -adiós dignidad.
Ciel aunque confundido y nervioso, la dejó entrar y acostarse en su cama.
Total no era la primera vez que compartían la cama.
Y esta escritora cree que no será la última.
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Hey✨
Oigan, ¿me creerían si les digo que no he tenido ni un solo minuto libre las últimas dos semanas? Mis maestros han dejado tanta tarea que creo que envíe la de literatura a biología, y la de historia a matemáticas. No sé.
Han sido fías muy estresantes, y estoy feliz de por fin tener un momento libre, por eso, para compensar el capítulo faltante de la semana pasada, mañana su iré el capítulo 41.
Por cierto, de que la semana pasada nomás alcancé a hacer la primera parte del cap ( la de Grell y Sebastian) y pues no le entendí al contexto, porque todavía no había contexto y yo solo:
Hasta que vi que decía Grell. Con decir que hasta se me bajó la coca y me tuvieron que traer una presión, nononono.
Disculpen las faltas de ortografía👀
✨GRACIAS POR LOS 56K✨
💕L@S AMO💕
Sin más por el momento....
Se despide~
🔥Haruka Black🔥
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